Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
"El son es lo más sublime para el alma divertir...", dice el canto popular, pero cabe
preguntarnos ¿es el son solamente un medio para alcanzar el disfrute o la
diversión en el baile? la respuesta es una negativa categórica. Las investigaciones
llevadas a cabo por los musicólogos Argeliers León y Maria Teresa Linares, y
otras aún mas recientes, entre ellos las del también musicólogo Danilo Orozco,
han demostrado la validez de este complejo genérico como expresión de la
identidad cultural del pueblo cubano y su vinculación con otros modos de hacer de
los territorios caribeños.
1
que aún se escuchan en las zonas rurales. Y al volver la vista al pasado del son,
tanto histórico como geográfico, es posible confrontar varios criterios.
Argeliers León en su libro Del canto y el tiempo señalaba que, por su forma, el son
parte1de la alternancia de copla y estribillo, y ya de estos existen referencias
desde el siglo XVIII1; y finalmente, Danilo Orozco afirma que pudiera ubicarse el
origen efectivo de esta manifestación en el XIX, al influjo de la definición total de la
nacionalidad cubana.2
2
concretas, se derivó, al igual que en el caso de los otros complejos estudiados,
este particular resultado: el son.
Pueden también hallarse en países del Caribe insular y continental como Santo
Domingo, Haití, Puerto Rico, Islas Caimán, Jamaica, Panamá y Colombia -por citar
algunos-, expresiones musicales que resultan semejantes sobre todo desde el
punto de vista estructural, como consecuencia de coincidencias históricas en el
poblamiento y la economía, a las que se sumaron el comercio e intercambio de
pobladores entre territorios próximos geográficamente.
No quiere decir esto que exista total identidad entre el son y expresiones como el
merengue de Haiti y Santo Domingo, la plena de Puerto Rico, el round dance de
Islas Caimán y Jamaica, el tamborito de Panamá y el porro colombiano, sino que
las llamadas coordenadas históricas a las que alude Alejo Carpentier en su
análisis de la música latinoamericana, halla aquí una de tantas justificaciones.
Cada especie evidencia elementos de diferenciación relevantes y significativos,
pero un origen común y no pocas interrelaciones hacen posible esta suerte de
semejanzas. los ya citados musicólogos Argeliers León y Maria Teresa Linares
denominan a este fenómeno, cancionero del son, área de influencia del son o lo
son en la cultura del Caribe.3
3Véase Argeliers León, Del canto y el tiempo, p. 116 a 118; y María Teresa Linares, "El sucu-sucu: un caso
en el
área del Caribe", s/p.
3
Franjas de acción
4 Son Caimán en el guayabal, grabación in situ realizada en 1950 por la musicóloga María Teresa Linares y
recogida en Cancionero hispano-cubano, IDA-3326, EGREM.
4
La tumbandera o tingotalango es un cordófono que se preparaba en el sitio donde
se iba a tocar. Consiste en un hueco abierto en la tierra, cuya profundidad le sirve
de resonador; este hueco se tapa con una yagua que queda fijada al suelo por
unas estaquitas. Al centro de la yagua se ataba una cuerda de fibra animal o
vegetal, que a su vez en el otro extremo quedaba sujeta a una vara flexible o a la
rama de un árbol. Este instrumento se pulsaba y, en ocasiones, también golpeaba
con unos pequeños palitos sobre la yagua y la cuerda.
5
importante función percusiva de estructuras rítmicas diferentes y virtuosísticas. En
manos del bongosero se situó, posteriormente, el cencerro, que anuncia los
momentos climáticos del son.
Otros instrumentos como las claves, las maracas. el güiro o el guayo y la quijada -
esta última de presencia muy ocasional- participan en la integración de los
conjuntos soneros tradicionales.
Los elementos musicales que convergen en el son poseen una forma peculiar de
interacción y comportamiento. La individualización tímbrica y ritmica que alcanzan
uno u otro grupo de instrumentos en la estructura sonera, provoca la presencia de
una superposición en franjas características de la música de antecedente africano.
Este criterio expuesto inicialmente por Argeliers León, ubica en una zona o franja
de sonoridades a la cuerda pulsada, a esta se añadieron en otra, las maracas, el
güiro o las claves y con mas contrastes en la estructura expresiva, el bongó; la
marimba o la botija se incorporaron en otra banda tímbrica.5
6
de la sintaxis musical sonera es decisivo, y participa de manera determinante en la
forma en que se incorpora e interacciona las restantes fuentes sonoras.6
La mujer de Antonio
Camina así
Por la madrugada
Camina así
Cuando va a la plaza
Camina así..., etc.
6Véanse las notas de los discos Changüí y cumbancha, LD-274 y Antología Integral del Son, LD-286-87,
Estudios Siboney EGREM, realizadas por el musicólogo Danilo Orozco; así como Musicología en
Latinoamérica, 1984: 366.
7
En el estribillo se sitúa un peculiar valor de comunicación y puede expresar un
complejo de imágenes ubicado paralelamente al resto de lo expuesto, de lo
descrito en cada pasaje, que se hace descriptivo de situaciones; se vuelve
abstracción causal y llega a independizarse del resto.7 En ocasiones asumen estos
estribillos un papel de total identificación con la creación sonera.
El alto valor comunicante del estribillo puede hallar en creaciones del presente
siglo, la fuerza y clímax de los antiguos sones montunos. Por ejemplo Alto Songo,
de Luis (Lilí) Martínez Griñán (1909-1961), alterna durante todo el desarrollo un
verso del solista y el estribillo, que asume una función sentenciosa por parte del
coro.
Alto Songo
Alto Songo / se quema La Maya
Alto songo
Que venga la bomba
Atio Songo l se quema La Maya
Alto Songo
La bomba del Cerro
Alto Songo se quema La Maya
Alto Songo
En Guantánamo nací
Alto Songo
En Santiago fui lechero
Alto Songo
En Placetas, carbonero.
Alto Songo
En Cienfuegos, boticario
Atio Songo, etc
8
Esta alternancia solo-coro en el estribillo, constituye otro factor estructural e
interpretativo presente en la realización del son.
Variantes soneras
En el complejo del son se encuentran incluidas variantes regionales como el
changüí, de Guantánamo y el sucu-sucu, de la otrora Isla de Pinos, hoy Isla de la
Juventud, ambas de significación local y nacional.
9
A varios kilómetros de distancias del changüí se encuentra el sucu-sucu pinero,
pero como parte de una familia común tiene también sus puntos coincidentes.
En este caso al igual que en los anteriores. el papel desempeñado por el tres es
sobresaliente y a partir de su introducción se van incorporando los restantes
8 María Teresa Linares, "El sucu-sucu; un caso en el área del caribe", s/p.
10
instrumentos y las voces. El sucu-sucu es la música popular tradicional más
característica de la Isla de la Juventud. Aún pueden escucharse melodías como
Compay Cotunto, Campana, campana, EI cangrejal, conservadas entre los
pobladores. La agrupación de Mongo Rives y su tumbita criolla es una de las más
reconocidas del territorio pinero. El sucu-sucu ha cobrado actualidad muy
recientemente con Cántalo, pero báilalo, de Silvio Rodríguez, interpretado por
Adalberto Alvarez y su son.
11
Entre estas antiguas guarachas se encuentran El negro bueno, muy popular en el
teatro como parte de varias obras bufas y sobre la cual se afirma que fue cantada
por los soldados mambises en la manigua.
En las obras de los autores citados y de tantos otros se puede apreciar que
aunque permaneció el sentido burlón y picaresco, en ocasiones de un agudo doble
sentido, de las antiguas guarachas, se produjo una evolución de la forma, sobre
todo a partir de las primeras décadas del presente siglo. Adoptó la forma binaria,
dividida en dos secciones, una reservada a la exposición cantada por el solista y
una segunda sección donde aparecía entonces la alternancia entre un coro y una
nueva frase, más breve, como de cómo de comentario o consecuencia, que hacía
el solo. Esta evolución de la forma, que también se dio en el son, acerca la
guaracha a la canción.9
12
Ya a partir de la década del veinte, cuando el son inicia su despegue como de
mayor difusión y trascendencia en el ámbito de la cultura musical cubana, su
interacciones con otros géneros son frecuentes y, en el caso que nos ocupa, la
guaracha y la guaracha-son se presentan como parte de ese fenómeno de
interrelaciones.
Del sexteto al Jazz band
Tras los años veinte, el son se proyectó y dio a conocer nacional e
internacionalmente de manera más elaborada, pero sin abandonar el principio
básico o fundamental de su estructura, es decir: la alternancia de coplas y
estribillos. Modificaciones en la forma, como la ya apuntada anteriormente (una
parte expositiva que daba paso después al montuno), y la adopción de un conjunto
instrumental característico o frecuente, constituyeron algunos de los elementos
definidores de la etapa que entre 1920 y 1 935, aproximadamente, se ha dado en
llamar el periodo clásico del son.
13
instrumentales que proporcionaron atractivo y mayores posibilidades acústicas y
de ejecución.
La presencia del son ejecutado por la sonoridad del sexteto (tres, guitarra,
maracas, claves, bongó alternando con cencerro, marimbula y botija), pasó a la
estructura del septeto donde se sustituyeron marimbula y botija por el contrabajo,
y se le adicionó la trompeta. Este último instrumento constituyó una muestra de la
influencia de las bandas militares y las orquestas típicas, pero que rápidamente
alcanzó gran trascendencia en el conjunto sonero.
El auge de sextetos y septetos fue notable y proliferaron en las décadas del veinte.
El Sexteto Habanero y el Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro hicieron época en
esos años. Échale salsita, Suavecito, ambos del propio Piñeiro (1888-1969),
fueron algunos de los sones de gran éxito, por solo citar estos ejemplos.
14
guitarra), se sumaron más trompetas -de dos a cuatro-, tumbadora y güiro, lo que
condujo hacía la agrupación conocida como conjunto. Este formato, con muy
pocos elementos de evolución durante los cuarenta y cincuenta, se asoció a la
interpretación de sones, boleros y guarachas. El conjunto tipo por excelencia, fue
el de Arsenio Rodríguez (1911-1972) que después se convirtió en el famoso
Conjunto Chapotín, quien fuera singular sonero y trompetista. Otras agrupaciones
como el Conjunto Casino y el de Roberto Faz (1914-1966), ocuparon también
sitiales destacados.
Las orquestas tipo jazz band fueron vehículo de amplia difusión nacional e interna-
cional del repertorio sonero y la década del cincuenta tiene en Beny Moré (1919-
1963), y su banda gigante un singular exponente. Santa Isabel de las Lajas y
Maracaibo oriental, fueron algunos de los éxitos de aquel que fue llamado "el
bárbaro del ritmo".
El rechazo inicial provocado por los grupos soneros en los bailes de las
sociedades de blancos y negros de clase media o de la burguesía cubana, en los
tempranos años de la primera y segunda décadas del siglo, fue ampliamente
superado y este complejo se diversificó en formatos muy diferentes, como los ya
señalados.
15
La renovación sonera y la salsa
Hubo en la nueva música creada una interacción con elementos de la música beat
internacional. Las obras donde inicialmente se dieron muestras de tales influencias
se calificaron como changüí 68, changüí-shake y posteriormente ritmo songo, pero
independientemente de la denominación estaba presente el son.
Después del éxito con Revé, Juan Formell fundó en 1969 la orquesta los Van Van,
que mantiene su denominación genérica de típica, pese a las modificaciones
incorporadas a su formato; el son se halla presente como base creativa
16
fundamental: quizás de ahí la enorme aceptación que goza por parte de la
juventud y de nuestro pueblo en general.
Como todos sabemos, a raíz del triunfo revolucionario, muchos dieron las
espaldas al proceso raigal y conmocionador en todos los órdenes que este
representaba, y optaron por los cantos de sirena que aupaba el vecino poderoso.
Entre estos, por supuesto, algunos músicos. Las campañas tergiversadoras y
desestabilizadoras de la propaganda enemiga los utilizó ampliamente con slogans
que aún hoy -a pesar de su flagrante ridiculez- se dejan escuchar (aunque nadie
se los crea): "el son se fue de Cuba".
17
verdadera "salsa"-algunos otros ingredientes para tratar de devolver a los países
caribeños su auténtica creación, convirtiéndolos en consumidores de su propio
producto.
Desde los años 40, en Estados Unidos hallaron gran aceptación orquestas y
solistas cubanos, como el Trío Matamoros, Beny Moré, la Orquesta Aragón,
Arsenio Rodríguez y otros. Proliferaron septetos, jazz bands y charangas, como la
de Machito y sus Afrocubanos, la de Tito Puente y la de Tito Rodríguez. Ya antes
Chano Pozo había dejado la indeleble marca de nuestras tumbadoras en el jazz.
Apuntemos que uno de los elementos que contribuyó al gran auge de la salsa fue
la excelente calidad de las grabaciones, lo cual desde el punto de vista musical,
constituye un aporte. Tanto es así, que muchos pudimos constatar la diferencia
entre la actuación en vivo de la Fania All Stars, cuando fue invitada al Festival
18
Varadero'81, y la sonoridad que muchos conocíamos por los discos. A esto
podemos unir, como características musicales, la ampliación tímbrica (producto de
la incorporación de más metales, trombones y trompetas, y la diversificación de
sus líneas en las orquestaciones); la complejización de la clave rítmica, que se
consigue sobre la base de una resultante donde entran en juego varios idiófonos y
membranófonos; y su tempo más "alante", en relación con el son tradicional.
Willie Colón y sobre todo Rubén Blades aportan una salsa con contenido. En
efecto, sin llegar al fondo de los fenómenos sociales, el panameño Blades se
dedica a diseccionar la sociedad burguesa, tanto latina como norteamericana, en
creaciones memorables, cual La chica plástica, Pedro Navaja y, más
recientemente, Desapariciones. Muchos han visto en esto una especie de
respuesta al auge de la canción política en todo el continente, desde la esfera de
lo bailable.
11 Mayra Martínez, "'La sa1sa:.¿un paliativo contra la nostalgia?, en Revolución y Cultura, N° 109, 1981: 13.
19
innegable calidad artística, el cantante y director obtuvo un éxito indiscutible
durante su presentación en Cuba en 1984; posteriormente su verdadera cara
mercantilista asomó en declaraciones realizadas en Miami, que contradecían las
anteriormente expresadas en Cuba. La industria mercantilista de la música
condiciona la vida y el arte de los que caen en sus redes, y manipula a productos y
productores.
Independientemente de que la materia prima esencial de la salsa es la música
cubana, y por extensión, lo caribeño vinculado al son, y de que ya Juan Pablo
Torres había incorporado más trombones a nuestra sonoridad antes de que lo
hicieran Willie Colón y otros, la salsa, para usar una frase acuñada, se convirtió en
"un boomerang que nos regresa". Efectivamente, nuestras mejores agrupaciones
tomaron a finales de la década del 70 y principios del 80 algunos de sus aportes
válidos, lo cual sin duda contribuyó a la renovación sonera a que aludimos. Así,
Los Caramelos, de George Battle, interpretada por los Irakere, es una de las
concreciones conscientes: se yuxtapone la clave del guaguancó, el período de
expansión sonera, hasta culminar en una conga. Otras obras de ese periodo,
como las de Adalberto con Son 14 (A Bayamo en coche, Son de la madrugada),
utilizan ese y otros recursos. El refuerzo tímbrico de los metales es ampliamente
usada por Karachi y Gloria Latina, dos agrupaciones santiagueras. Así, serían
múltiples los ejemplos de obras, creadores y conjuntos, conducentes todos a
vivificar y mantener en el plano estelar que siempre le ha correspondido a nuestro
son.
Nada más certero para resumir todo lo expuesto sobre este complejo que la
siguiente cita de Argeliers León:
"Después de planteada la estructura son en sus relaciones de diacronía y
sincronía, e integrada por formas léxicas concretas, de donde resulta un
organismo social, es posible definir todas las modalidades dables en lo son como
especies surgidas de una sola estructura en desarrollo."12
Ese desarrollo, no lo dudamos, continuará. en tanto representa y define nuestro perfil
cultural.
20