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Sinopsis

¿Por qué si existen tantos y tantos libros que hablan de la muerte, hay tan pocos que escriban sobre el
comienzo de la vida, que es igual de enigmático, tremendo y asombroso?
Hasta que llegaron escritoras feministas como Ursula K. Le Guin y Adrienne Rich para decirnos que es
posible pensar el cuerpo materno y la crianza desde la literatura, el cuerpo de la mujer fue un tema tabú y
la maternidad, un asunto demasiado femenino, rosa, tal vez porque a los hombres no les parecía
interesante. Jazmina Barrera, la incansable coleccionista de historias y referencias literarias que ya nos
cautivara con su hermoso Cuaderno de faros, presenta en Linia negra una recopilación de imágenes, citas
y referencias de mujeres que han trabajado el embarazo, el parto y la lactancia desde el arte y la literatura:
una colección de voces y visiones femeninas que pasaron por el mismo desorbitante proceso corporal y
decidieron representarlo de distintas formas. Este es un libro que da cuenta de nuestra pluralidad: un libro
abierto, generoso, múltiple, fecundo y comunal, un libro que rebasa las nociones de los géneros literarios:
un libro micro quimérico.

Línea nigra (Almadía, 2020) es un libro de acompañamiento, una partera literaria


que responde interrogantes turbulentas pero comunes: ¿Tener un bebé hará que
deje de ser yo? ¿Cómo cambiará mi cuerpo, mi relación con el mundo y mi
independencia? ¿Puedo cuidar a otro ser humano, si no me sé cuidar a mí
misma? Entre muchas más.

Jazmina Barrera consigue una lúcida narración de su embarazo desde la


curiosidad por maternidades distintas que confluyen. El llamado a reescribir la
maternidad como una experiencia aterradora, intensa, transformadora e
irrevocable en los límites de la vida, es una postura honesta, casi un manifiesto.

Por América Gutiérrez Espinosa


A través de textos breves, Línea nigra de Jazmina Barrera explora la maternidad en
muchas dimensiones. Comienza con la gestación como experiencia extrema, y
siguiendo el curso de su propio embarazo, nos comparte la búsqueda de un parto
humanizado y las decepciones y sorpresas a las que se enfrenta. Aborda lo femenino
y lo materno desde lo artístico, específicamente la pintura o la fotografía; en cada
descripción de un cuadro, el lector buscará, casi sin pensarlo, la imagen para completar
la experiencia.

Para la ensayista mexicana, la figura materna es subversiva y el embarazo y crianza


son plateados como una irrupción – que no una interrupción- en el trabajo intelectual,
más bien como un impulso desconocido. Este registro narrativo es un juego
de matrioshkas, donde la escritora es nieta, hija, amiga, pareja y después madre. El
juego de las muñecas que se alternan entre niño y niña cobra sentido a lo largo del
texto. Una de las tramas más poderosas es la relación con su propia madre, una artista
plástica para quien “la pintura no es imagen, es materia”. “Materia” tiene la misma raíz
etimológica de madre.

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Jazmina Barrera advierte a sus lectores que lo suyo es el ensayo, y que en principio su
intención era hacer uno; sin embrago eventualmente dio un paso hacía el relato. Línea
nigra es un fino entramado que nos lleva por una profunda variedad de formas literarias
en las que autoras como Shirley Jackson, Natalia Ginzburg, Sylvia Plath o Úrsula K. Le
Guin nos sorprenden con sus cavilaciones sobre la maternidad.
Dar a conocer la posibilidad de que una madre pueda sentir cualquier cosa que no sea
alegría y emoción no debería condenarnos, ese sentimiento casi trágico de
irrevocabilidad es justo lo que define la maternidad. Lo inevitable es que la virtud
maternal se mantiene incómodamente ligada a la sexualidad. Y aunque se evite el
tema, durante el embarazo, “el flujo de sangre aumenta en la vulva y con esto la
sensibilidad…”

La reflexión sobre la necesidad de una “escritura blanca” trazada con leche materna,
para desplazar esos textos matizados sobre la experiencia de tener un hijo es
apremiante. El llamado a reescribir el mundo desde la maternidad como una
experiencia aterradora, intensa, apremiante y transformadora en los límites de la vida,
es una postura honesta, casi una especie de manifiesto. El grado de identificación fue
alto, especialmente en el fragmento que comparte su forma de leer mientras
amamantaba. Leía libros livianos, que fuera posible sostener con una mano.

Jazmina Barrera consigue una lúcida narración de su embarazo y del proceso de


adaptación al ejercicio materno desde la curiosidad por maternidades distintas que
confluyen en la enormidad y la inevitabilidad.

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