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13.

Lf\ FNTREVISTA

JORGE FERNÁNDEZ DEL VAl.LE


IIJi
:1

1. INTRODUCCIÓN

De todas las técnicas de evaluación psicológica es la entrevista la que tiene una ma-
yor aplicación. De ella se ha dicho que es la espina dorsal de todas las profesiones de
lasalud mental (Shea, 1990), la piedra angular del psicodiagnóstico (Wi~ns y Mata-
razzO, 1983) o la herramienta por excelencia para lograr el diagnós~ico (Zubin,
1989). Su importancia va más allá de! ámbito de la psicología, como afirma Kerlinger
(1975), ya que es el método principal cuando se trata de obtener información acerca
/11'1' de las personas. El abogado, el médico, e! periodista o el profesor la utilizan cotidia-
namente,.aunque cada uno con su propia finalidad. Volviendo a la psicología, si re-
corriéramos sus ámbitos de aplicación, desde los más consolidados c~mo el clínico,
e! de las organizaciones o el escolar, a otros más recientes.como la psicología. del de-
porte o los servicios sociales, podríamos observar que en todos ellos es, de hecho,
una de las técnicas indispensables.
Por otra parte, los distintos enfoques teóricos han ido generando formas espe-
. cíficas de intervención pero es difícil encontrar alguno que se haya propuesto, con
, éxito, prescindir de la entrevista. Más bien resulta precisamente una de las grandes
complejidades de la misma el hecho de que las distintas posturas teóricas y metodoló-
gicas hayan ido desarrollando una gran diversidad de aplicaciones. A esto se debe
añadir la variabilidad de tipos de entrevista debida a los distintos ámbitos de interven-
ción (entrevista clínica, de selección ...) e incluso a las distintas formas de intervenir
(entrevistas de evaluación, terapéuticas, de orientación ...), lo que convierte la tarea de
realizar una clasificación exhaustiva de sus variantes en una labor realmente ardua.
Esta dispersidad de concepción y aplicación de la entrevista hace muy difícil rea-
.1 lizar atribuciones de calidad para esta técnica en general. De hecho, su evolución his-
tórica está marcada por el tránsito desde su propuesta como herramienta básica e in-
;;.
discutible tomada del modelo médico, a una fuerte crítica cuando fue comparada
con las técnicas psicométricas, los estudios rigurosos de observación y otras medidas
más objetivas. Su falta de estandarización, la subjetividad del evaluador y su dificul-
tad de cuantificación la convinieron en fácil blanco de muy diversos enfoques teóri-
"'1 cos (Maloncy y Ward, (976). Habrá que esperar hasta la década de los años sesenta
para que comiencen a explorarse rigurosamente los fundamentos de fiabilidad y va-
,1 lidez de la entrevista como técnica de evaluación, \ogr,¡ndo recuperar su valor como

,jll tal (Zubin, 1989).


A pesar de sus avatares históricos, en los que llegó a ser desechada por su carácter
subjetivo y mentalista, lo cierto cs que en la actualidad algunos estudios mucstran el

U nivcrs,dod de Ovicdo.

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creciente interés de los profesionales por el adecuado desarrollo de este instrumen- Desde este punto de vista de la ayuda o el consejo se han elaborado importantes ma-
de e\'3.luación psicológica. En un estudio de Langsley y Hollender (1982) realiza: nuales (Cormier y Cormier, 1979).
con cerca de 500 profcsionales de la salud mental, el 99,40'10 opinó que la entrevi; Recientemente, la técnica de la entrevista ha sido impulsada desde dos enfoques
era una técnica necesaria, e incluso fue la que se valoró como más importante por-:J- diferentes que se revisarán en posteriores apartados de este capítulo. El primero bus-
lante de un total de 32 técnicas_ - ca la clasificación diagnóstica y se desarrolla a partir de los sistemas diagnósticos
Quiere decirse con todo ello que este capítulo afronta una de las técnicas como el R'esearch diagnastic criteria (RDC) de Spitzer, Endicatt y Robins (1978) o los
controvertidas, pero a la vez más necesarias, de cuantas componen el bagaje delev Diagnastic and statistical manual af mental disarders (DSM) (American Psychiatric
luador psicológico. Para su desarrollo, el capítulo incluye unas previas nociones h Association, 1956, 1968, 1980, 1987, 1994). La entrevista aaopta aquí formatos alta-
tóricas, conceptuales y de clasificación, para pasar a una revisión de algunas cti~ín mente estructurados y sacrifica la libertad del evaluador en aras de una mayor fiabili-
nes básicas de su aplicación en dos ámbitos fundamentales como son la psicolt;; dad en la conclusión diagnóstica. E1segundo enfoque se refiere a la evaluación cone.
clínica y la selección de personal. Se eligen ambos no sólo por su importadéf ductual y la importancia que dentro de ella tiene la entrevista como medio de
cuanto a la frecuencia de aplicación de la técnica, sino también por represeri~ focalizar las conductas problema y formular las primeras hipótesis de intervención.
objetivos bien diferentes que nos permitirán comentar algunas cuestiones 'Kih1
acerca de la finalidad de la entrevista y lo que implica para el evaluador. A cónfU¥
ción se revisará, intentando darle un carácter práctico a la exposición, la situacigf
entrevista como proceso de interacción de dos papeles: entrevistador y entreviq'" III. CONCEPTO Y CLASIFICACIÓN DE LAS ENTREVISTAS
deteniéndonos en cada uno de ellos para comentar cuestiones relevantes acéi-, .
buen desarrollo de la técnica. Finalmente, se comentarán algunas cuestiones le: La entrevista se enmarca en el grupo de técnicas denominadas de autoinforme (en
de las garantías científicas de la entrevista. ,-. sentido amplio) que son aquellas que «[ ...] supone(n) un tipo de mensaje verbal que
un sujeto emite sobre cualquier tipo de manifestación propia» (Fernández-BaIleste-
ros, 1992, p. 218). Dentro de los auto informes, la entrevista reúne una serie de carac-
terísticas que la diferencian claramente de otras modalidades como los diferentes ti-
n. ALGUNAS NOTAS HISTÓRICAS pos de cuestionarios (Fernández-Ballesteros, 1992):

Siguiendo la exposición histórica de Shea (1990), podríamos decir que la enti-&l a. Se adapta a cualquier contexto (clínico, escolar, investigación ...).
-comienza a tener relevancia en el ámbito clínico a partir del intento de clasifica:Ct: b. Puede diferir en el grado de estructuración permitiendo adaptarse a las cir-
de las enfermedades mentales realizado por Kraepelin. De ahí se deriva la necesié cunstancias de cada caso.
de explorar minuciosamente conductas y síntomas que permitan realizar un dl¡¡~ c. La participación personal del evaluador es importantísima, lo que supone
nóstico diferencial. Adolf Meyer fue uno de los impulsores de esta técnica, suSf./ ventajas e inconvenientes que se analizarán más adelante.
yando la importancia de recoger una biografía del paciente en el sentido hist6fíc1 d. Permite registrar la comunicación no verbal.
general pero también biológico, psicológico y social. En concreto, propuso la re~"i%., e. Es la técnica guía de la evaluación, ya que suele ser la primera en aplicarse y
gida de datos a través de estilos semiestnIcturados de entrevista. .:"-,-' permite establecer las primeras hipótesis.
Una influencia muy importante fue desarrollada por la concepción psicoterat[;\_c f Es una técnica de utilización longitudinal ya que se emplea a lo largo de todo
péutica del psicoanálisis que hizo de la entrcvista el soporte del proceso clínico, ~1;);'~fJ~ e! proceso evaluador e incluso del tratamiento.
diéndose en él la evaluación y la terapia_ En este caso, la entrevista adopta un fonrt:if:c ii/"-:.¿/:
to libre ya que potencia la comunicación espontánea del sujeto, un objetivo cnI2iol En cuanto a su definición, existen muchas variaciones pero se podrían entresacar
para el psicoanalista. Ya en la década de los años cincucnta, H. Stack Sullivan pió:;. unas características o cuestiones fundamentales que casi siempre están presentes:
porciona otro impulso muy importante a esta [écnica_ Para este autor la entrevisti
debía concebirse como una re!:tción diádica, corno un fenómello social complejo, en ,<1. Todas las dcfiniclones cUlIlcidcn en que la entrevista requiere una reunión
el que ambos interactúan,! se influcncian rccíprocamemc. Sullivan propuso formaS cara a cara de dos o más personas.
semiestnlCturada.s de entrevista con determinados apartados l' recalcó, entre otras b. Existe un propósito o finalidad consciente, q uc lo diferencia de la conversa-
cuestiones operativas, la imporuncia de realiz,lr adecLI,lllas transiciones de unos 'a ción casual o informal.
otros. c. Existe una distribución de papeles, donde una parte pretende obtener infor-
Por otro lado, la influencia en esta técnica de la psiCl)lo~ía fenomenológica de mación y la otra la aporta. Algunos autores hablan de relación jerárquica
Cad Rogers entre otros enfatiza e! proceso interpersonal, la reLlCión empática y la (Zubin, 1989) o asimétrica (Silva, 1981), y se enfatiza la recíproca influencia
capa.cidad de la entrevista para crcar un marco de comprensión,! carnbio de! sujeto: que entre ellos se establece (Pelechano, [976; Párraga, 1986). En selección de
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274 I.ií Cfl¡rC~'I\t..!
1"':';" h:rnández del V4~le

per:;ona! también se enfatiza el carácter bidireccional de la


A pCSM de la claridad (eng,liíosa, como se verá) de una clasificación como ésta, el
que el profesional se sirve de la entrevista para informar al grado de estructuración de las entrevistas más bien debería cntenderse como un gra-
gunos aspectos del puesto o de la organización a la que en ese diente continuo que oscilaría entre el formato totalmente libre y el totalmente es-
£resenta (Morgan y Cogger, 1982). tructurado, tal como proponc Silva (1981). Efectivamente, la proliferación de siste-
d. Enfasis en el intercambio verbal (Pelcchano, 1976), al que se mas y formatos de entrevista ha dado lugar a una variedad de estilos en los que cabe
ción dc observación por parte del entrevistador de otras entresacar algunas características más, aparte de las ya citadas por Shea (1990), sobre
bales. las que puede aplicarse el grado de estructuración. Tal como Schmidt y Kessler
(1976) distinguen, la estructuración puede afectar a preguntas, respuestas, adminis-
Podríamos concluir -reuniendo estos elementos y sin ánimo de Const tI'ación de la entrevista, registro de información e interpretación de la misma. En
tanto estén especificadas previamente cada una de estas cuestiones, la eñtrevista re- .
definición ideal- señalando que la entrevista es la técnica que permite a tra'
contacto cara a cara con elllos entrevistado/s obtener (o intercambiar) inforí sultará de mayor estructuración. Un aspecto que también conviene comentar es que
las entrevistas no estructuradas lo son en cuanto a la falta de estructura preestableci-
con alguna finalidad preestablecida, basándose tanto en la conducta verbal CCf!
~d ~ da explícita, ya que el entrevistador raramenee desarrolla la técnica sin sus propias
ideas acerca de lo que le interesa explorar y sin una teoría a la que se adhiere para va-
i¡: Pasamos a continuación a exponer las clasificaciones más importantes que
len realizar de esta técnica. Tratar de clasificar las entrevistas no es tarea sencill lorar lo que es o no de interés. .
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'¡ji El segundo criterio fundamental para la clasificación de las entrevistas es su fina-
do a la diversidad de aplicaciones y procedimientos que en ella caben. La práCi
lidad, aunque las categorías obtienen un menor consenso entre los diferentes auto-
bitual consiste en recurrir a clasificaciones diferentes atendiendo a distintos cri_
res. Un primer objetivo cubierto por las entrevistas es el de investigación, donde se
Un primer criterio, y en el que existe mayor unanimidad, es el que se refÚW'
suele hablar del término encuesta para referirse a este peculiar modo de aplicar la téc-
grado de estructuración de la entrevista. Desde este criterio cabe distinguir: ,l;rjt
nica en el que normalmente existe un único contacto con el sujeto entrevistado y el
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interés se centra en la recogida de información relevante para ser procesada poste-
Entrevista no estructurada. El entrevistador tiene total libertad para'ekpl'-,;'é;:"'¥~"k,':ii't~

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riormente (Kahn y Cannell, 1964). Otra finalidad importante es ~aque Silva (1981)
rar las áreas de evaluación que considere oportunas, así como el modo de planti:a;.
denomina intervención, ampliando el término finalidad clínica de Pelechano (1976),
cuestiones y su registro. En este caso se enfatiza la experiencia del profesional,'qci~_
ya que es aplicable a otras áreas. Dentro de esta categoría cabe a su vez realizar varias
al hilo del propio contenido que va surgiendo de la entrevista va derivando los te@;1S
por donde considere de mayor interés. Este formato tiene como ventaja la posibili~;:~W!~¡:!',,~:! distinciones:
dad de adaptar la técnica a cada caso en particular, así como la de poder dc:spleg~r\IB.(¡i4,;'t,,' Í\ a, Entrevista inicial o de contacto, en la que el evaluador aborda por primera
lid
recursos de la experiencia del profesional. Lógicamente, tiene la desvcntaJa deque.é';i"..;;t?~,.-i1~
vez el caso cara a cara (matizamos este aspecto porque en muchas ocasiones el profe-
pueden estar pasando por alto lagunas de contenido que hubieran podido resuh~r'Z ';{;::t~¡
relevames, o estar resaltan?? temáticas que a priori el eval~ador considera importah..:>, :~""'lJf sional cuenta con algún tipo de información previa, informes o datos de quien deriva
e! caso, referencias de otras personas implicadas, etc.). El objetivo esencial es la iden-
tes. Consccuentemente, .• ~?t:
dIfIculta el acuerdo entre entrevIstadores y con ello Un:<lsJ';i ...¡¡;;
pecto importante de su fiabilidad..o_ i: :.,' tificación del sujeto y de! problema que le lleva a buscar ayuda.
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, l' b. Entrevista anamnésica, centrada en la reconstrucción histórica de aspectos
1, i b. Entrevista scmiestnlcturada. En este caso el evaluador se debe ajustar a un<,A~'¿;:;;:
relevantes de la vida de! sujeto, incluyendo la evolución del problema o trastorno
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guión dc áreas de contenido que se deben explorar obligadamente, si bien mantiene";': ~ : t,
un amplio margen de libertad para la forma concreta de abordar y verbalizar las' que en la actualidad presenta.
1I c. Entrevista de pbnificación, que sería aquella sesión con el sujeto en la cual se
cuestiones, su grado de generalidad, la secuencia, etc. En este caso se resuelve al mc-
illl'l' sondearían las posibilidades dc continuidad del curso de la intervención, objetivos a
nos parcialmeme el sesgo de contenidos de la evaluación, inteneando equilibrar la
ventaja de la flexibilidad con la desventaja de la pérdida de fiabilidad con respecto 'a alcanzar, estrategias cvaluadoras y/o terapéuticas, tcmporalización del proceso, etc.
entrevistas nús estrucwradas. Especialmente en algunos cnfoques en los que se enfatiza la necesidad de un contra-
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,1 , . L Fntrnis[.¡ cstn:,:turada. ShC,l (19':!C) sel1ala que el grado de estructura puede
referirse a dos cuestiones diferemes; por un lado, se puede referir a la especificación
previ,l de las áreas de inform;:¡ción que se deben explorar o aspectos a evaluar, pero
lo tcrapéLltico explícito (como es el C~lSUde b tCI.tpi'l conductu,tl) en el ql1e terapeuta
. y cliente acuerdan conjuntamentc estos aspectos, eSle tipo de cntrevista cobra la ma-
yor importancia por 5Uefecto Illutivador y por las garantías de una correcta evalua-
¡ ción de la intervcnción quc aporLl el establecimiento del proceso a priori.
además b estructura puede referirse a la,,'cuencia v lo, propios términos en que se
d. Entrevista terapéutica, en la que el COl1t~lCtoctra a cara 00 sólo tiene, en el
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pl:lOtean las cuesriones. Cuando todo eliu está pre~stablccido sc habla de entrevista
totalmente estructurada. En este caso, el entrcvistador es una pieza perfectamente ,\mbito clínico, UIU fínalid.ld de obtener información. A través de las sesiones de en-
l' recambiable en el LISOde la técnica y que (teóricamente) no debería introducir im- trevista con el chente se desarrolLt en mUChJ5 enfoques tcóricos la mayor parte de la
portantes variaciones en su aplicación. terapia, como es el caso del enfoque rogeriaoo o de [as diversas terapias psicodinámi-

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27» Jorge Fentandn del Valle rnirtvisia 177

cas. Ciertamente, en muchas ocasiones se va a hacer muy difícil diferenciar una en- Esta primera delimitación de contenidos nos puede servir para realiza' algunos
crevjsta de evaluación de una entrevista terapéutica ya que el efecto de! cambio se fil- comentarios. Se podría decir que en la entrevista con fines diagnósticos la parcela-
tra de manera muy sutil a través de todo el proceso de intervención. En ocasiones, ción de áreas de exploración perseguía en primer lugar la explicación, en los propios
incluso en una entrevista inicial, muchos sujetos abandonan la consulta del profesio- términos del paciente, de la causa de su petición de ayuda mediante una descripción
nal con una sensación de alivio, aunque "únicamente" han facilitado información. verbal del problema. Es difícil concebir una mejor aproximación inicial en evalua-
ción y de ahí que este proceder sea habitual en diferentes enfoques de tratamiento.
Lógicamente, cabe pensar en otras finalidades que vienen clasificadas por c! área de En segundo lugar, se resaltan los aspectos del cuadro temporal que enmarca el
intervención como es el caso de la entrevista de selección de personal, la entrevista clí- problema, lo que a su vez se hace a dos niveles. El primero de ellos referido a b histo-
nica, la entrevista de orientación escolar, o bien por su grado de compromiso para el ria del propio problema (comienzo, desarrollo, intermitencias, continuidad, agudi-
entrevistador (directivas, no directivas...). A continuación utilizaremos el criterio de zaciones.,.). El segundo aspecto hace referencia al marco histórico del propio suieto,
áreas de intervención pira comentar algunas peculiaridades de los dos ámbitos de ma- su evolución en las áreas más relevantes como la familiar, social y médica (desde una
yor aplicación de la entrevista de evaluación; el clínico y el de la selección de personal. tradición psiquiátrica organicista la importancia de Jo médico era evidente). También
en este caso es difícil concebir otra técnica de evaluación que nos permita trazar me-
jor los aspectos más importantes de la evolución personal del sujeto. Desde el auge
de los enfoques ecopsicológicos en la actualidad, diríamos que la entrevista cobra
IV. ENTREVISTAS CLÍNICAS enorme importancia por su capacidad potencial para situar al sujeto en las coordena-
das ambientales (dentro de las cuales e! tiempo es un factor de primer orden). Po-
En la clasificación según el criterio de finalidad, se ha visto que dencro del proceso dríamos señalar que la misión de la entrevista desde esia perspectiva sería la explora-
clínico existe una entrevista terapéutica. En esta ocasión, en d marco de un manual ción de los contextos relevantes del sujeto y de su comportamiento a través de ellos.
de evaluación psicológica, trataremos exclusivamente las entrevistas cuya finalidad Un tercer aspecto del contenido es lo que se ha expresado como el estado mental
es precisamente evaluadora. y que revela, a nuestro juicio, la intención de aprovechar la entrevista no sólo como
El uso de la entrevista como forma de evaluación de problemas psicológicos ne- una exploración histórica y situacional del problema y del propio sujeto, sino tam-
ne sus antecedentes en la mediana y en la psiquiatría tradicionales donde la anamne- bién como contacto personal para observar y evaluar aspectos psicológicos del suje-
sis y la historia clínica configuraban una práctica común que permitía al profesional to, que a la postre se constituían en el principal elemento de evaluación, antes del
situarse en la trayectoria de salud del sujeto y en sus circunstancias de vida y ambien- desarrollo de otras técnicas diagnósticas. Siguiendo a Wiens (1990), en la exploración
tales. La entrevista tenía los siguientes fines en este contexto (Zubin, 1989): del estado mental se pretende observar una sene de aspectos generales del funciona-
miento psicológico del paciente tales como:
a. Elicitar en lo posible información acerca de síntomas y antecedentes de los
episodios actuales. a. Aspecto y comportamiento en general.
h. Determinar los sentimientos y actitudes de los pacientes acerca de su situa- k Estado de ánimo, sentimientos y emociones.
ción y sintomatología, c. Percepción.
c Observar la conducta no verbal de interés que pueda ayudar a! correcto d Expresión de lenguaje y pensamiento.
diagnóstico. t Sensibilidad y cognición.
d. Tomar la conducta del sujeto en la entrevista como muestra que pueda ayu-
dar a aclarar la naturaleza del trastorno.
> Juicio.
Comprensión.
Sinceridad.
En la década de los años veinte los principales componentes de la entrevista diag-
nóstica ya estaban establecidos y sus áreas de contenido eran las siguientes (Shea, Este tipo de entrevistas tuvo su mayor problema en la falta de acuerdo en los re-
1990): sultados diagnósticos que se derivaban de su uso. Efectivamente, al margen de que
las entrevistas en sí mismas carecían del rigor exígible a un instrumento de evalua-
a. Molestias principales. ción, el resultado diagnóstico depende del desarrollo de las clasificaciones nosológi-
b. Historia del trastorno que presenta actualmente. cas, desarrollo que solamente desde hace unas décadas ha comenzado a tener un
c. Historia social. consenso significativo, especialmente a partir de las clasificaciones RDC y DSM ya ci-
d. Historia familiar. tadas. Por otro lado, como apunta Shea (1990), las clasificaciones diagnósticas inicia-
e. Historia médica. les eran tan limitadas que no se requería un gran esfuerzo de discriminación ni de ex-
/ Estado mental. plnracíón.
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L(l tJlrn'i.'I:,t,¡ 27,

En la actua]id;¡d, tal y como conduíamos en [as anotaciones históricas, la te, Vác,ulO y cols. (1986) realizaron un estl.ldio en Espaíi.a en el que el uso de esta en-
vista de evaluación clínica parece tener dos grandes posibles enfoques que trevista no mejoró la fiabilidad inrerjueces en el diagnóstico en comparación con Una
revisar: clasificación diagnóstica o conducluaL No se quierc indicar con entrevista libre. En cualquier caso, hasta el momento, en España su uso está muy res~
entrevistas cn el ámbito clínico se dicotomicen en estas dos vertientes, sino tringido, sin que exista alguna versión de amplia difusión. Por tanto, la valoración de
den representar dos de los aspectos más discutidos y desarrollados en los sus garantías científicas requiere aún mucho tiempo e investigación.
años.

lV.1.2. «Diagnostic interview schedule (DIS) [Entrevista estructurada


lV.1. Entrevista diagnóstica
diagnóstica}>

La recuperación de la entrevista como técnica de evaluación diagnóstica <idi Esta entrevista, totalmente estructurada, fue desarrollada por Robins y coIs. (1981) Y
con el desarrollo de categorías en psicopatología en las que se prioriza el logái en un principio se concibió como un instrumento de recogida de información para
consenso entre los profesionales. Es a tenor de los avances en esta cuestión;Ci: estudios epidemiológicos y detección de casos. Sin embargo, con e! tiempo se ha
se comienzan a elaborar formatos de entrevista cuyo objetivo primordial esta f¡~bili~::~ convertido en uno de los formatos de entrevista diagnóstica más utilizado ya que
dad en cuanto al resultado diagnóstico. Por tanto, en la actualidad se apréd¡(AB~ permite realizar diagnósticos en relación a los sistemas DSM-1IJ y DSM-llI-R.
apuesta por formas altamente estrUcturadas con las cuales no sólo e! instruffi.' La DIS está diseñada para sujetos mayores de dieciocho años y se administra en
puede alcanzar mejores Índices de fiabilidad, sino que también se logra optifui2 una sola sesión que puede oscilar entre una y tres horas. Su grado de estructuración es
uso de la técnica al permitir la estructuración un recorrido amplio por los d¡~€f;-cc,. total por lo que se indica hasta e! modo en que se enunciarán los ítems, registrando un
aspectos diagnósticos relevantes en un tiempo razonable. . . '! ;~\1n{ simple sí o no (probablemente esta rigidez obedezca a sus orígenes de encuesta reali-
A continuación, a modo de ejemplos, presentamos una breve reseña de a:l~~¥~~ zable ins;luso por no profesionales). Las cuestiones acerca de los síntomas que explora
de las entrevistas estructuradas de mayor uso en diagnóstico. .;¡j
cubren tanto su presencia o ausencia como su gravedad, incluyendo si se está toman~
do alguna medicación, si es supervisado por un profesional y el grado en que interfie-
:':~,~ re con la vida del paciente. Además, se intenta establecer la etiología de! síntoma en
IV.I.1. «Schedule for affective disorders and schizofrenia (SADS)'f!}j; relación a causas tales como enfermedad física, lesiones, consumo de drogas o una
[Entrevista estructurada para trastornos afectivos y esquizofreniaJ;~ complicación en el uso de la medicación. También se recaba información acerca de la
de Endicott y Spitzer (1978) . ¡; evolución, incluyendo la edad de aparición del síntoma y su episodio más reciente.
A esta exploración basada en síntomas se añade un fondo de información demo-
El SADS es un protocolo de entrevista que permite ciena flexibilidad al profesiori. gráfica que incluye aspectos tales como edad, sexo, estado civil, educación, ocupa-
siendo por tanto calificada como semi estructurada. Su aplicación requiere dos ho1': ción, etc. Finalmente, se realiza una evaluación del funcionamiento del sujeto en una
aproximadamente y consta de dos panes bien diferenciadas. La primera de ellasiq: ''''''~c ,''''. serie de áreas referidas al último año, tales como el trabajo o e! rendimiento escolar,
tenta recabar información acerca del problema consultado, su comienzo, desarrolló>;.:; .•.i}t;',2 ....,'. vida social, familiar, etcétera.
tratamientos previos, etc., así como otras cuestiones que puedan revelar las circuns=~{:'J.:f~?~:~ Un aspecto novedoso de la DI5 es su versión para ordenador en la que el sujeto
tanci;¡s personales del paciente. La segunda parte se refiere a la historia pasada del SU">. ;¡,!/,.':;:~,,:: puede ir respondiendo a un conjunto de cuestiones a través de! teclado. Al final per~
jeto en relación a trastornos psiquiátricos y tratamientos recibidos, así como a ui(">' 1,. mi te imprimir aquellos aspectos diagnósticos de! DSM-III que reúnen los criterios
amplio espectro de Síntomas y problemas que pudieran observarse en el momento.: ': exigidos, con los detalles recogidos acerca de la sintomatologÍa. Existen pocos estu~
~~. ~
dios de fiabilidad, aunque en alguno de ellos, como el de Wittchen, Semler y Von
Los síntomas que se exploran con la entrevista son calificados en una escala de Zerssen (1985) se obtienen buenos niveles de fiabilidad test-retest. En cuanto a la va~
gravedad de O a 6 pUntos en función del grado de intensidad, persistencia y otras die lidez, algunos estudios criteriales han comparado este instrumento con otros proce-
mensiones para las cuales existen ítem s estructurados. Aden1<Ís,el síntoma es califi- dimientos de diagnóstico (Robins y cols., [982; Hasin y Gram, 1987). Los resulta-
cado sobre dos COrtes temporales; el primero referido a la semana en que el proble- dos dependen en gran medida de las categorías di.tgnósticas de que se trate, siendo
ma se presentaba en su máxima gravedad y el segundo referido a la semana anterior a mayor el .lCuerdo en alcoholismo o dependencia de drogas, así como en pacientes
la entrevista. Esta últim.l medida de gravedad puede servir como línea base para ey;¡- psiquiátricos cn comparación con estudios de tipo epidemiológico.
luar la mejora a lo largo del tratamiento..
Otros cuestionarios estructurados para entrevista diagnóstica son el Present psy~
Tanto los autores como otros trabajos posteriores (Keller, Lavori y Andreasen, ehiat¡.iestatc (PSE) [Estado psiquiátrico actual] de Wing, Birley y Cooper ([967) o el
1981) informan de datos de.fiabilidad adecuados. En Lemos (1991) se pueden en~ StrHetures elimea! intervlcw for D5M-¡¡I-R (S CID) [Entrevista clínica estructurada
Contrar referencias de diversos aspectos de validez de este instrumento. No obstan~ para el DSlvl-IfI ..RJ de Spitzer, Williams y Gibbon (1987).
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I,:! Siguiendo a Morganstern (1988), podríamos seilalar algunos aspectos esenciales
! EnIa actualidad, un aspecto sobresalienle de este tipo de técnicas es la especialic:
zación que van toJl1~ndo las entrevistas eSlructuradas, llegando a empicarse ,J1t;Úyi:_ en el proceso de la entrevista conductual:
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para temas tan amphos como la adaptación en adolescentes o problemas de.í1~¡~~;:
:)i; dad, sino para cuestiones tan específicas como entrevistas con agresores sexilij~t' a. Preparación del cliente para la evaluación; debido a la peculiaridad de la eva-
(McGrath, 1990) o la detección de riesgo de piromanía en la infancia (Kolko y~~~~!~ luación conductual como un proceso continuo y su ruptura con el papel del profe-
din, 1989), por citar algunos ejemplos significativos. ..",",;1 sional tradicional que busca por encima de todo la etiqlleta diagnóstica, e! evaluador
conductual debe exponer al sujeto estas peculiaridades y prepararle para un tipo de
proceso distinto del que sus expectativas pueden haber formado.
IV.2. La entre.vista conductual b. E~pecificación del problema; en muchas ocasiones los sujetos tienen dificul-
!
1,1: tades para exponer lo que les ocurre. Es frecuente encontrar expresiones muy vagaS
1.,
Aunque en un principio ~ado que se trata de una técnica de autoinforme-¡;n~s:= e imprecisas y se hace necesario un esfuerzo por delimitar el problema para lo que
!J, frió importantes críticas desde e! objetivismo y experimentalismo que guió ~1.,,,- suele resultar útil solicitar una especificación a través de actividades o conductas
que conductual, la entrevista se ha constituido en una de las técnicas esenei~, concretas, así como las coordenadas espaciales (lugares, situaciones sociales ...) y
/1:
la evaluación conductual (Kanfer y Grimm, 1977; Linehan, 1977; Haynes" temporales (duración, comienzo ...).
Su utilidad en este contexto no es precisamente la de conducir al evaluíldort, c. Redefinición del problema; obviamente es esencial para e! evaluador redefi-
un diagnóstico fiable, como ocurría con la aplicación que acabamos de v~rJ~; nir los trastornos en términos operativos dentro de! marco conductual. Los sujetos
apartado anterior. Desde el enfoque conductual, la entrevista es una parte indi~' suelen tener sus propios conceptos acerca de lo que les ocurre, bien sea desde una
sable del proceso de evaluación y terapia (desde e! momento en que ambos se; perspectiva muy personal o simplemente porque utilizan conceptos más o menos
den de modo que e! primero va validando las estrategias que se desarrollan en} conocidos como neurosis, estrés, etc. Una explicación sencilla acerca de la diferente
gundo, a modo de un sistema de retroalimentación permanente). Por otra,p. perspectiva que e! enfóque conductual ofrece, aplicada al propio problema del sujeto
inicialmente, la entrevista permite establecer la relación terapéutica, tomar las:~ y sus posibilidades de evaluación e intervención, puede ser muy deseable.
siones clínicas preliminares y posibilita que e! terapeuta comience a recogerJ.l.<!~ d. Ampliación dela evaluación; si bien e! objetivo inicial es la conducta proble-
formación necesaria para determinar las metas y prioridades de! tratamiento, (:M ma, es indispensable evaluar el grado en que se ha generalizado y afecta al funciona-
ganstern, 1988). .)¡~. miento del sujeto en los distintos contextos (familia, trabajo, relaciones sociales ...) en
El pape! de la entrevista se comprende mejor desde su aportación al principal, que se desenvuelve. Se requiere una exploración de estos diferentes aspectos que
jetivo de la evaluación conductual que es la certera y completa identificación de permita observar la incidencia en ellos del problema, así como la presencia de otras
conducta/s problema/s, atendiendo tanto a su naturaleza como al contexto en e!. alteraciones. U n aspecto importante de este rastreo es valorar los recursos con los
se produce/n (Morganstem, 1988). Este último aspecto de! contexto es esencial PªIg; que cuenta el propio sujeto tanto individualmente (conductas adaptativas, habilida-
el análisis funcional ya que tras la identificación de la naturaleza de! problema CQ~? des ...), como física y socialmente (posibles personas que puedan cooperar si es con-
ductual es crucial el rastreo de las condiciones estimulares, tanto antecedentes cQWq,,: veniente, pareja, familiares, amigos ...). Una guía práctica para la realización de este
consecuentes, que controlan esa conducta. Aunque una relación funcional más.pt~~F'l tipo de entrevistas se puede encontrar en Llavona (1983).
cisa se suele establecer a través de registros de observación o autoinformes específi:
'llII cos, la entrevista permite una aproximación inicial rápida, flexible y económica ql),e¡ En resumen, si bien la entrevista conductual hace de la identificación de la con-
posibilita al evaluador ir desarrollando las primeras hipótesis acerca del curso de); ducta problema su principal objetivo, no se deben desechar otros aspectos propios
tratamiento. Si bien la aportación de la entrevista a este microanálisis de la condw:ta como es la información al cliente de las claves que le permitirán comprender lo que
problema es inicial y debe dar paso a registros de observación y otras técnicas, su ya:., supone el proceso conductual, favoreciendo así la motivación y la confianza, o as-
lor se incrementa notablemente a la hora de su contribución a aspectos de macroaná::: pectos de análisis de mayor perspectiva o de mayor molaridad que el análisis funcio-
lisis, es decir, de relaciones entre los diferentes problemas que puede plantear el suje~' nal de una determinada conducta.
to (Emmelkamp, 1982). Esta visión más gcneral del caso tiene mucho que ver con la
precauciÓri que solicita Hersen (1983) ante la tendencia de algunos profesionales.a
abOídar la modificación de la primera o más aparente conducta problemática que se,
aprecia y que es posible operacionalizar sin considerarla dentro del contexto global V. L.A. ENTREViSTA roN SELECCl6N D[ PERSONAL
del caso. Así, la entrevista permite sondear las relaciones de las posibles conductas
problema entre sí y los contextos donde se desarrollan, así como las consecuencias El trabajo del psicólogo en las organizaciones suele identificarse con su papel en la
para el funcionamiento adaptativo del sujeto, de modo que permite ir estableciendo selección de personal, aunque en los últimos tiempos el desarrollo en este ámbito ha
criterios de prioridad. inl'l'ementado la importancia del profesional como formador y mediador, entre
2S2 La (,lltrc'ui'jf,l
20.3

otras posibj[idades (Peir'ó, 1987). Por otra parte, la selección de personal ha b. Experiencia profesional referida a aspectOs como motivación en puestos de
cionado cada vez más hacia la exigencia de técnicas más complejas que la trabajo anteriores, productividad, adaptabilidad, relaciones interpersonales,
(análisis de tareas, profesiogramas ...), aunque ésta no pierde su importancia en experiencia de mando, promoción, etcétera,
mentos cruciales de la toma de decisiones acerca de los candidatos. c. Estudios y formación: currículo académico, versatilidad, intereses, trabajo
La situación de entrevista en selección de personal presenta unas en equipo, relación con compañeros y profesores, etcétera.
muy peculiares que se deben tener en cuenta y que comentamos muy d. Desarrollo personal: contexto familiar, nivel socio económico, evolución de
inspirándonos en el clásico trabajo de Nahoum (1961): los intereses y actitudes laborales, etcétera.
.'~.}¡'/1~: e. ,Actividades e intereses actuales: motivaciones, intereses, trato social, auto-
a. El ámbito social en que se desenvuelve es el de la organización, empr~s~; imagen, etcétera.
institución que precisa incorporar nuevos trabajadores. Esto conduce a que el ea .""
dato se presente ofreciendo su propio trabajo en competencia con los demás, p En definitiva, tanto e! contexto como la finalidad de la entrevista de selección de-
que tratará de ofrecer una imagen muy positiva de sí mismo. El entrevistador en terminan una serie de peculiaridades que se han tratado de poner de relieve. Sin em-
caso,debe tomar la entrevista como un comportamiento a evaluar que puede.ni bargo, la entrevista, como técnica de evaluación, tiene una serie de generalidades en
representativo de la conducta del sujeto, y por tanto requiere una contrastaci su desarrollo que serán materia de exposición en el próximo apartado. Considerare-
través de otras técnicas. En apartados posteriores veremos algunas estrategias de, mos el proceso de interacción personal entre entrevistador y entrevistado, detenién-
trevistador que son especialmente relevantes en este tipo de entrevistas (clariF: donos en las implicaciones de cada uno de estos papeles. .
ción, confrontación''')'~1
b. El objetivo de la entrevista es emitir un juicio de adecuación de! aspirai:l"
puesto de trabajo. Desde esta perspectiva se requiere encaminar e! proceso másh.
una valoración de idoneidad que hacia otros tipos de evaluación (para una discu..sJ' VI. LA ENTREVISTA COMO INTERACCIÓN
de los conceptos de evaluación y valoración véase Fernández- Ballesteros, 1985;;}
lechario, 1988; o el capítulo sobre el concepto de evaluación psicológica en este:w A continuación se analizarán algunas de las cuestiones más importantes acerca de los
mo manual). Las hipótesis que va desarrollando el evaluador en e! curso de la é'Al'" aspectos de la conducta interactiva que sucede en este escenario conductual (beha-
vista se realizan no en términos de una identificación del problema, diagnóstico,c'o vioral setting), en términos de la psicología ecológica de Barker (1968), y que nos
análisis funcional como en el ámbito clínico, sino en términos de una valoración.r'd servirán para examinar algunos fundamentos de! proceso de esta técnica de evalua-
juicio de calidad. Por otra parte, esto debiera reducir la exploración a aquellos asp'é'i:l ción psicológica.
tos de preparación, habilidad, motivación o elementos de claro interés para la t6ih~
de decisiones, sin explorar otros terrenos de intimidad de los sujetos (recuérdeseJt~
fuerte polémica surgida en Estados Unidos con respecto a los abusos en la evahi~} VI.1. El papel del entrevistador
ción de selección de personal y la intromisión en la intimidad de las personas).
c. Algunos autores como Margan y Cogger (1982) han subrayado como En pocas técnicas como en ésta la conducta del evaluador se convierte en una parte
dad de estas entrevistas la de proporcionar al candidato información sobre e! puesto esencial de la misma, aspecto que como hemos visto es uno de los que ha llevado a
de trabajo, requisitos, normas y costumbres, entendiendo que el profesional se importantes críticas en cuanto a las garantías científicas de la entrevista. De ahí la im-
vierte en un representante de la organización y que la entrevista es un proceso de portancia de detenernos en algunos aspectos sobresalientes de esta conducta.
municación que intenta averiguar si los intereses de ambas partes coinciden Después de comentar la clasificación de la entrevista en función del grado de es-
ajustan. ;:);" tructura, se comprenderá que la variabilidad del comportamiento del entrevistador
d. Finalmente, yen términos más generales, e! beneficiario de la intervención~ depende en gran medida de! grado de estructura de la entrevista. Como han afirma-
es un tercero, esto es, la empresa u organización que solicita el trabajo de selección: do Edelbrock y Costello (1990), las entrevistas rotalmente estructuradas limitan has-
Esto 'marca unas claras diferencias con el trabajo en Otl'OS,ímbitos donde el benefi- ta tal punto la conducta del evaluador que se torna en pieza perfectamente intercam-
ciario es el sujeto entrevistado. biable dentro de la técnica, sin que el resultado tenga que variar significativamente
(obviamente, aparte estaría la comunicación no verbal; así por ejemplo, un entrevis-
Algunos aspectos tradicionales a evaiu,\f en este tipo de entrevista son los si- tador cansado o malhull1orado aun siguiendo la estructura puede inHuir en gran par-
guientes (Margan y Cogger, 19R2): te en las respuestas y por tanto en el resultado). En las entrevistas totalmente estruc-
turadas el papel del profesional se limita hasta tal punto que en muchas de ellas existe
a. Impresión inicial referida al aspecto, modales, expresión, grado de colabora~ versión .de aplicación para ordenador en la que es perfectamente sustituible por él.
ción, etcétera. En estos casos, en nuestra opinión, la entrevista se acerca más hacia los formatos de
,11",'

1I
(,
r.:
I.ll cn(rc'¡;,sttl 285
l¡ 284 Jor~~e Fcn!ández dd Valle
I1
puede conducir a la divagación y a perderse en trivialidades. Dentro del ritmo son
:! cuestionario que a la propia entrevista ya que se pierde una parte esencial de la defie
muy importantes las transiciones de unas cuestiones a otras, que pueden ser abor-
nieión como es el encuentm cara a cara de dos o más personas (y con ello la
dadas con un breve resumen de la información obtenida en un apartado y la pre-
dad de registrar conducta no verbal). Por ello, a pesar de su interés desde otros
sentación de! siguiente, indicando o reforzando en ocasiones e! interés de abrir una
rios, las versiones por ordenador de entrevistas estructuradas pierden una
nueva área de contenido. Asimismo, el control implica saber actuar a tiempo inte-
esencial de la definición de esta técnica.
rrumpiendo los discursos erráticos de! sujeto y refocalizando la cuestión o e! em-
11, Sin embargo, en las entrevistas menos estructuradas es donde el papel del evaluit
pleo adecuado de pausas que faciliten sus respuestas. Si falla este cometido, nor-
dar se convierte en algo crítico; es lo que se ha denominado el "estilo" de entrevista'
'¡r 1 malmente por pasividad de! entrevistador, se corre e! riesgo de que sea e!
í es decir, la forma específica que caracteriza la conducta de un entrevistador concre
entrevistado e! que domine la interacción invirtiendo así los papeles de la entre-
lo que se convierte en fuente de error muy importante, pero también (y esto no d
vista.
de ser relevante) en posibilidad de desarrollar especiales habilidades para obtener i
El mantenimiento de! rapport implica e! control por parte de! entrevistador de
formación, motivar al sujeto e impulsar el cambio de conducta.
algunos aspectos de conducta no verbal como el mantener un contacto ocular ade-
• :1
Ante esto cabe preguntarse ¿cuáles son las conductas o estrategias que sueleü
cuado, postura, etc., que muestren un honesto interés por e! sujeto. Es importante
1
lizar e! entrevistador? A conúnuacón examinamos de modo ilustrativo algunas
1 también la aceptación de la propia concepción que desde sus personales valores hace
trategias que puede adoptar el profesional para desarrollar sus objetivos de evil
I ción.
el sujeto acerca de sus senrimientosy del problema.
Por último, e! evaluador debe saber concluir adecuadamente la entrevista. Éste es
Foley y Sharf (1981) señalan cinco criterios para el desarrollo de una buen
un momento en el que es importante permitir q!le el sujeto plantee, a su vez, alguna
trevista: lograr que el sujeto se encuentre cómodo, obtener información, mantened:
cuestiqn o duda. Por otro lado, es e! momento en que el entrevistador informa acer-
control, mantener el rapport y concluir adecuadamente. Pasaremos a comentarlo
ca de los pasos siguientes y en donde se debe aprovechar al máximo la ocasión para
brevemente. .
,lt motivar y animar a la participación posterior en e! plan terapéutico, exponiendo si es
pertinente las alternativas posibles e implicando al paciente en alguna de ellas. Con
Para que e! sujeto se encuentre cómodo es importante tener en cuenta una se~'
ello se da pie a la formulación de un aspecto esencial del proceso clínico como es el
de cuestiones. Con frecuencia eI.entrevistado .se encuentra ansioso ante el hechó'
contrato terapéutico.
la consulta profesional y cualquier tiempo de espera adicional puede resultar
i, cialmente molesto. Asimismo, las interrupciones de teléfono durante la entrevist"iJ;
,1] Otros autores (por ejemplo, Maloney y Ward, 1976) también enuncian una serie
una incorrecta disposición del mobiliario que no favorezca la interacción o seaitl'
de acciones indispensables para e! desarrollo de! pape! de entrevistador que nos pue-
nifiestamente incómodo pueden provocar efectos indeseados. Cuando el sujeto Se'
den servir de complemento ala expuesto. En primer lugar, y basándose especial-
encuentra cómodo entra en disposición de colaborar más eficazmente y confiar en ele';.
mente en las preguntas iniciales más abiertas tales como «dígame qué le ocurre» o
~~~. ~ «¿cuál es e! problema?", el profesional debe dedicarse fundamentalmente a escuchar
Para obtener información de modo eficaz es importante que el entrevistador.
y observar al sujeto, al mismo tiempo que combina estos datos para ir realizando al-
permita en algunos momentos al sujeto expresar en sus propias palabras en qué con-
gún tipo de inferencias. A esta función básica se añaden tres actividades fundamenta-
siste el problema o algunos aspectos de su historia, sin interrupciones innecesariaS,"
les a desplegar: facilitación, clarificación y confrontación.
Como afirman Maloney y Ward (1976), esto permite evaluar la ambigüedad o Io-s
conflictos que subyacen a la peculiar perspectiva de cada sujeto. No obsta.nte, el erti:.-
La facilitación se refiere a la necesidad de ayuda que se debe prestar al sujeto para
trevistador avezado ayuda al sujeto cuando éste no es capaz de aportar informacióJ;t-
ir exponiendo adecuadamente su información en el autoinforme que se le pide. Nor-
relevante o lo hace de un modo poco aprovechable. Se hace necesario entonces reali-'"
malmente, basta con pequeños apoyos como peticiones de ampliación «<¿puede de-
zar aclaraciones sobre aspectos confusos o inconsistentes, repitiendo las cuestiones
cirme algo más?» o "¿y después qué sucedió?») y en muchas ocasiones basta con li-
o reformulándolas de modo más específico. Otra habilidad importante es la adapta:.'
geros gestos de asentimiento verbales o no verbales que refuerzan el flujo de la
ción del lenguaje a la edad y educación de! sujeto. Tal como señalan Wiens y Mata-
exposición. Obviamente con personas que tienen dificultades ele exposición se re-
razzo (1983), es importante tener en cuenta que si bien e! evaluador es el experto en
querirá mayor intervención de apoyo por parte de! entrevistador, matizando más las
el diagnóstico y el tratamiento, el sujeto es el experto en sí mismo y es él quien posee
cuestiones, solicitando mayor concreción, 'etcétera.
la información relcv,mte (al menos inicialmente) para la correcta orientación del
La clarificación se refiere al esmero que el evaluador pone en no permitir que el
caso.
curso de la entrevista prosiga cuando un aspecto [JO ha quedado suficientemente diá-
El mantenimiento del control supone aspectos como llevar e! ritmo de la entre-
bno. Algunas formas verbales como "no sé si le entiendo bien ... >' o <<110 estoy seguro
vista en función de las limitaciones de tiempo que existan. Un exceso de rapidez
de lo que me quiere decir con ...» cumplen el doble objetivo de solicitar una nueva
puede convenir el encuentro en un bnISCOtiroteo de cuestiones que desanime a los
explicación y al mismo tiempo tener la precaución de no atribuir al sujeto la falta de
sujetos para expresarse libremente. Por el contrario, un ritlllo excesivamente lento
La lSl
2~6 /o.ge fán.i"dez del Valle en{u:'¡,'i,fti

entendimiento, sino :lehaearla al propio entrevistador, de modo que no se pueda per,; a. La accesibilidad de los datos requeridos al sujeto, ya que en algunas ocasio
eibir una crítica implícita a la capacidad de exposición de aquél. . . nes se pueden estar planteando cuestiones cuya respuesta no está a su alcance, bien
La confrontación es un paso más elaborado en el intento que hace el por su edad (muy frecuente en niños y en ancianos), porsu estado (por ejemplo,
por organizar la información que está recibiendo. Se trata de :lnalizar las i trastornos graves que impliquen desorientación) o por otros motivos.
tencias o los aspectos aparentemente contradictorios que se han recogido. Se b. El conocimiento y la comprensión por parte del sujeto de su papel como
referir a aspectos de contenido, cuando el sujeto comenta la misma cuestión en,d, fuente de información y de los modos de transmisión de información que debe utili-
momentos de forma diferente; también puede ser que se detecten datos imp~o5 zar; en este caso es importante el ajuste de la entrevista al sujeto en aspectos tales
bies, esto es, que se da una inconsistencia entre el relato y las expectativas que el6i como la edad, e! nivel cultural, el lenguaje, etcétera.
luador se va formando (surge un dato extraño y no esperado por el hilo de lainp c. La motivación necesaria para asumir este papel, en donde se podrían analizar
mación desarrollada hasta el momento); finalmente, puede haber contradicció. tanto factores que incitan a la cooperación de! sujeto como e! deseo de agradar o la .
falta de consistencia entre el contenido de la exposición y las manifestaciones nó:V necesidad de ayuda, como factores de inhibición cuando existe temor o inseguridad
bales del sujeto (por ejemplo, un sujeto que comenta la pérdida de su empleo ent, sobre las consecuencias de transmitir información muy personal.
alegre). .
'.:.¡-~1: Más expresamente, Wiens (1990) expone varios aspectos del entrevistador que
Finalmente, uno de los aspectos más importantes en el desarrollo de la entrev¡~) pueden actuar como fuentes de error en la entrevista, de los cuales exponemos los
es el registro de la información, ya que de su correcta realización va a dependefIui) más signifiéativos:
buena parte de los resultados. Siguiendo la exposición de García Marcos (1'98)
existirían las siguientes modalidades:;J~pt' a. Deseabilidad sociaL
. ::.).
b. Falta de comprensión.
a. Recoger simultáneamente por escrito el contenido de la entrevista. Su ven c. Lapsus de memoria. . .
ja es la menor pérdida de información, y su desventaja es la posible desatención. d. Experimentar la situación de ser interrogado como algo estresante.
entrevistado (falta..de atención a su comunicación no verbaL). ,-"¡ e. Ocultar las verdaderas opiniones.
b. Registrar la información una vez finalizada la entrevista. Es la situa~~ f L.avariabilidad de percepciones sobre la situación y e! propósito de la entre-
inversa a la anteri?r, por l? que resulta fácil que se tergiverse o se .~lvide}[.p vlsta.
buena parte de la mformaclon, aunque se pueda prestar mayor atenclOn al ~J,~
too Entre la postura anterior y ésta se puede realizar una modalidad mixta en'¡ Además de estas cuestiones acerca del comportamiento del entrevistado, conce-
que se recojan los datos más importantes textualmente en el momento y al~l;r. bidas de un modo molar, existen estudios clásicos acerca de la conducta molecular
minar se completen otros aspectos, permitiendo seguir la entrevista con especiai~;: del entrevistado en relación al entrevistador. Nos referimos a los estudios que han
preocupación al mantenimiento del flujo de conversación y otros aspectos deW.'f pasado a la historia como "efecto Greenspoon" y sus continuadores. Greenspoon
terés. ".y,: (1955, 1962) demostró que es posible aumentar de forma significativa ciertas emisio-
c. Grabaciones de la entrevista. Tanto en grabaciones de audio como de audiój,' nes verbales (por ejemplo, los sustantivos plurales) si se utilizaban contingentemente
vídco se logra el máximo de recogida de información a la vez que el evaluador puede: reforzadores verbales por parte de! entrevistador (por ejemplo, la vocalización "mm
centrar sus esfuerzos en la relación con el cliente. Sin embargo, no está exenta de' mm"). Posteriormente, se mostró la sutilidad y la complejidad de estos efectos que
problemas. En primer lugar, es necesario el consentimiento del sujeto por lo que pUe pueden llegar a influir en la emisión de contenidos como las autorreferencias positi-
diera no ser aceptado en algún caso. En segundo lugar, y más importante, la post~~j vas o negativas, verbalizaciones de hostilidad, eec. Este tipo de estudios experimen-
nor tarea de análisis del registro requiere un minucioso proceso cuyo coste en térmi::i tales sobre la conducta verbal del entrevistado ponen de manifiesto, tal como afir-
nos de tiempo y esfuerzo puede ser excesivo para la práctica clínica cotidiana. No man Kanfer y Phillips (1970) y recoge Silva (1981), que la información que e! sujeto
obstanre, su empleo es especialmente provechoso en tareas de investigación y entre~' e!icita en la entrevist.1 no sólo está determinada por su historia y sus propias elabora-
namiento de esta técnica. ciones perceptivas sobre el problema, sino también por la propia conducta del entre-
vistador y la situación de entrevista en general.
De manera más incisiva aún, Mat,lrazzo y Wiens (1972) presentan extcnsos estu-
VL2. El papel del entre-vistado dios acerca dc algunas variables como la verbalización (tiempo que emplea un sujeto
en emitir rodas las palabras con las que construye un contenido comunicativo),
En cuanto a la conducta del sujeto desde su pape! de enrrcvistado, Canne! y Kahn tiempo de reacción, latencia de tiempo de iniciativa e interrupciones. En este casO
(1968) ya establecieron que par~ lograr una entrevista exitosa eran necesarias tres cir- también se concluye que el entrevistador de forma sutil establece una interacción de
.cunstancias: mutua inOuencia que puede hacer variar estos parámetros.
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,1 28SJ
2S,
ju,-)!,,, F","rindez del Valle l.a cutrCiJl\[il

.
1'.186) que defienden los pn:,upuestus de estabilidad y consistencia de la wnducta.
I En síntesis, la conducta de! entrevistado es mucho más compleja que una simple
aportación de información, especialmente por el efecto que el entrevistador y la'si-
Desde eole punto de vista, la estabilidad y consistencia de la puntuación reflejaría el
hallazgo de la adecuada medida del constructo que se pretende evaluar. Desde esta
tuación misma puede tener sobre él. Se hace necesario por parte dd evaluador.el
concepción más tradicional podríamos establecer que una primera cuestión sobre la
I control de estos efectos como una parte esencial de la técnica, incluso en formatos al~
tamente estructurados. ' '.
fiabilidad de la entrevista consiste en averiguar si la repetida aplicación tras un inter-
valo de tiempo arroja la misma información. Tradicionalmente, la fiabilidad incor-
III¡II", .t
pora también el estudio de la consistencia interna de los ítems del instrumento de
Yi evaluación. En nuestro caso, para la entrevista, se trataría de averiguar hasta qué
Vu. Aprendizaje del papel de entrevistador punto la información obtenida en una parte de la entrevista es consistente con la ob-
tenida en otros apartados. Finalmente, la fiabilidad en el caso de algunas técnicas en.
Durante muchos años se ha asumido que la entrevista es un arte al que se accede tr~
las que interviene decididamente el evaluador como parte esencial del proceso de re-
muy larga experiencia, de lo que se concluía que no tenía mucho semido la constru,c,
gistro, debe justificarse con una referencia al grado en que esta intervención no sesga
11\1
ción de sistemas de enseñanza para esta técnica concreta. Este pensamiento estuvp
111 f' subjetivamente e! material recogido. Tanto en las técnicas de observación como en la
'il enormemente potenciado por los modelos dinámicos y humanistas en donde la au-'
entrevista, la fiabilidad del observador o del entrevistador se convierten en un tema
sencia de estructuración dejaba en el estilo del profesional la valía de la técnica. Ac-
crucial.. Desde esta perspectiva existe una clara ruptura con un clásico concepto de
'11'; tualmente, la preocupación por los sistemas de aprendizaje de las habilidades básic.a~'
del entrevistador se deja notar en varias publicaciones donde se ensayan técnic~ "-
fiabilidad psicométrica corno consistencia temporal de las medidas u homogeneidad
de los Ítems, ya que lo que se requiere es una prueba de' objétividad. Tal como lo ha
como la representación de papeles (Balleweg, 1990) dirigidas al aprendizaje de! con- .
expresado García Marcos (1983), en e! caso de la entrevista la cuestión clave es si la
,~ trol de situaciones de entrevista y conceptualización de problemas. En otros casos,
información obtenida por un determinado entrevistador es idéntica a la que obten-
se trata de la incorporación de medios audiovisuales al entrenamiento (Veltum y'
dría otro entrevistador con e! mismo sujeto. Lógicamente no es ésta una medida de
Miltenberger, 1989). Por su parte, Márquez, Rubio y Hernández (1987) realizaron
objetividad sino de intersubjetividad, ya que es e! acuerdo entre distintas perspecti-
un estudio sobre la modificabilidad de las variables de! entrevistador que intervienen
vas parciales elindicador de que se está reflejando una determinada "realidad". Sin
en el proceso, logrando mejorar varios aspectos mediante un plan de entrenamiento.
embargo, la defensa de otro criterio de objetividad, ha resultado mucho más~ontro-
Es importante dejar c1aro que entrevistar no es un arte para el que sólo algunos
vertida. Por ejemplo, la exactitud, en el sentido en que la defme Kazdin (1977), se
expertos estarían capacitados sino una habilidad en la que es posible progresar me-
. propone distinguir precisamente e! aspecto de acuerdo entre evaluadores del con-
diante e! adecuado aprendizaje.
cepto de exactitud en los registros, que vendría definida por el grado en que éstos
son reflejo fiel de! comportamiento del sujeto. Aunque ha sido defendido por Cone
(1987) en el ámbito de la evaluación conductual, la suposición de índices de contraste
incontrovertibles para asegurar la exactitud de lo registrado nos lleva a plantear la
VIL GARANTÍAS CIENTÍFICAS DE LA ENTREVISTA
evaluación de tales indicadores como un problema al menos tan serio corno e! que se
Es un tanto desolador e! panorama que presenta la entrevista cuando uno mira "de- pretendía solucionar.
Otra forma de exponer las diferentes vertientes del problema es la clasificación
bajo de la alfombra" y se pregunta acerca de sus garantías científicas. Ciertamente,
de las fuentes de error propuesta por Spitzer, Endicott y Robins (1975) con las que
esta técnica encierra tal cantidad de aplicaciones, finalidades, formatos y encuadres
podríamos describir algunos de los principales problemas que afectan a la fiabilidad:
1,., teóricos que probablemente sea imposible, tal como ya señaló Sundberg (1977), rea-
lizar generalizaciones sobre su fiabilidad y validez. Sin embargo, la cuestión es de~
11 a. Varianza del sujeto; el sujeto puede estar presentando distintas conductas
masiado importante como para posponerla ya que está en juego nada menos que e!
problemáticas en distintos momentos del tiempo, bien porque son etapas de un mis-
estatus científico de la técnica de más amplia aplicación en evaluación psicológica. Se
mo proceso (por ejemplo, trastorno maníaco-depresivo) bien porque realmente son
intentarán exponer brevemente algunos aspectos del estado de la cuestión, tanto en
problemas distintos.
relación a la fiabilidad CUPl', J \'1 \ lJidcz.
b. Varianza de las fuentes de información; referida tanto a la cantidad de infor-
nución que obtiene cada profesional como a aspectos de utilización exhaustiva o no
d" lus recursos informantes (por ejemplo, consultar con otros familiares).
VILl. Fiabilidad c. Varianza de observación; el entrevistador durante el proceso de observación y
registro puede utilizar procesos diferentes que den lugar a resultados también distintos.
El concepcu clásicu de fiabilidal1 hace rderencia a la consistencia de las medidas
d. Varianza de criterio; los profesionales pueden utilizar diferentes criterios
cuando a un sujeto se le aplica repetidamente el mismo instrumento. Este concepto
diagnósticos y por tanto llegar a conclusiones muy distintas en el m;smo caso.
estaba claramente vinculado a las teorías internalistas (en la acepción de Bermúdez,
jo"gr Fen¡tfndez del Valle f.a Cil!re';"'O!(i
2~1

Para Spitzcr y cok (1975) la principal causa de desacuerdos es la varianza de ciiJ


terios, seguido de la varianza de información. Para rcducir el primero se ha inter VI!.2, Validez
disminuir su magnitud con el desarrollo de sistemas de clasificación nosológica
afinados y en los que los criterios sean consensuados (de ahí la importancia Si la fiabilidad es un concepto con diferentes acepciones, la validez alcanza tal grado
sistemas DSM). En el segundo caso, la disminución viene de la mano del de matización que su utilización sin adjetivación alguna (criterial, predictiva, discri-
entrevistas altamente estructuradas que aseguren que el entrevistador recorre minante) se va haciendo cada vez menos frecuente, En el caso de la entrevista algunas
misma nlta y de un modo estandarizado. de las vertientes del concepto de validez más importantes son las siguientes:
Sinos hemos extendido algo más en cuestiones teóricas acerca de la
porque precisamente en la e,otre.vista se hace es~e,cial~ent: ~ifícil aplicar a, Vdidez de contenido; con ella se suele hacer referencia al grado en que el
mente este concepto. En. el .a~blto de la evalua:IOn dlagnos~lca, cuand.o se ha pi conjunto de cuestiones planteadas en la entrevista representa adecuadamente el uni-
tendido fundamentar la flabll.idad de una entrevIsta la mayor ImportancIa se ha t verso de situaciones que se desea sondear, aunque según Messick (1975) sería más
cedido a los índices de fiabilidad entendidos como acuerdo "interentrevistado adecuado hablar de la representatividad de las respuestas recogidas a través de esas
El grado en que el uso de un determinado tipo de entrevista lograba acuerdos ei cuestiones con el fin de que el término de validez esté plenamente justificado. Vista
diagnóstico con que concluían los evaluadores se ha juzgado el aspecto esencial.> así, la validez de contenido sería una valoración de la construcción de la entrevista en
se comentó en apartados anteriores cómo las entrevistas estructuradas han ido C( cuanto a su capacidad para generar respuestas que representen el universo de aquello
siguiendo, paralelamente al desarrollo de un consenso en las categorías diagnósttt que se pretende evaluar. , '
una importante mejoría en su fiabilidad. ' .( b. Validez de criterio; trata de expresar el grado en que la información recogida
En cuanto a la evaluación conductual, la fiabilidad debería corresponde(¡¡li" con un instrumento puede utilizarse para inferir el rendimiento o el resultado en
acuerdo entre evaluadores acerca de las conductas objetivo a seleccionar o en cuan1&', otra varia ole diferente, tanto en el sentido de predicción futura (validez predictiva)
a las hipótesis funcionales que se derivan de los datos recogidos. Sin embargo, eids~,' como de covariación sincrónica (validez concurrente). En la entrevista aparecen al-
ten muy pocos trabajos que se refieran a estos aspectos, y alguno de ellos Como el;l~? gunos problemas específicos en relación con este tipo de validez ya que los criterios
Hay y cols. (1979) informa de una muy escasa fiabilidad interentrevistadores P.ai[; a elegir suelen referirse en ocasiones a aspectos muy parciales, incluso ítems aislados
detectar áreas problemáticas específicas.' ,'(¡¡¡¡jj:; (puede establecerse la validez de un dato de la entrevista contrastándolo con un re-
Cuando se ha tratado de un modo más tradicional el concepto de fiabilidad, 19~:' gistro de archivo, como el peso al nacer), pero no siempre existen criterios para todas
trabajos han intentado comprobar si la aplicación de una entrevista en dos diferent~)' las cuestiones. En la entrevista con finalidad diagnóstica se ha utilizado como crite-
períodos de tiempo al mismo sujeto lograban los mismos resultados, obviamente'eriJ" rio la clasificación psicopatológica realizada mediante otras técnicas, como ya co-
cuanto a aspectos que deben ser estables (por ejemplo, referentes a cuestiones histó'-' mentamos en el correspondiente apartado de este capítulo (véase apartado de entre-
ricas o del desarrollo). En una revisión de algunos de estos trabajos, GarcÍa Marcos' vistas diagnósticas).
(1983) concluye que existen factores complejos corno la motivación del sujeto, su nij c. Validez de constructo; desde las teorías psicométricas más actuales, y tal
vel de formación, el intervalo temporal transcurrido, etc., que inciden de manera de" como desarrolla Silva (1989) en su importante revisión del tema, este concepto tien-
sigual y poco conocida en cuanto a sus interacciones recíprocas y su influencia sobre de a erigirse en la verdadera clave del problema de la validez de un instrumento, has-
los resultados obtenidos, ta el punto de que parece haber un consenso cada vez mayor en que el resto de ver-
Un apartado especial que ha ocupado en los últimos años a un buen número de. tientes de validez finalmente deben hacer referencia a esta validez de constructo.
investigadores se refiere a la ventaja de utilizar otros informantes y su aumento en la. Internarse en este intrincado campo conceptual excedería las pretensiones de este ca-
fiabilidad. Ha habido recientes estudios en esta materia acerca de poblaciones o sec- pítulo y por ello resumiremos, siguiendo a Nelson .Y Hayes (1979), en dos cuestio-
tores como los niños (Hodges .Y cols., 1987), los pacientes psiquiátricos (Brewin y nes fundamentales la importancia de este criterio psicométrico:
cols" 1990), los ancianos Gorm y Korten, 1988) o los adultos con retraso mental
(Klein-Parris, Clermont-Michel y O'Neill, 1986), ¿Incrementa este procedimiemo de evaluación nuestra comprensión del
En síntesis, 1.1 fi.lhilid,ld en las entrevistas ha alcanzado su éxito más espectacular comportamiento?
en su acepción de acuerdo "interjueces" en las entrevistas de finalidad diagnóstica ¿Nos permite sostener, extender, modificar o elaborar principios y supuestos
(como en el caso de la SADS o DIS), si bien su éxito se elebe tanto a una alta estrucrura- sobre el comportamiento?
ción como, probablemente en su mayor parte, a un factor relativamente externo
como es el desarrollo de los sistenus de clasificación psicopatológica. Sin embargo, A estas cuestiones, lógicamence, no se responde con un determinado índice nu-
los aspectos ele la fiabilidad en su acepción más tradiciolul, como estabilidad de los mérico sino que es necesario estimar históricamente el conjunto de aportaciones rea-
da:o.s recogidos y como consistencia interna de los diferentes ítems planteados han lizadas con una determinada técnica de evaluación, en un proceso permanentemente
ongmado muy escasa investigación. abierto, para poder estinur la validez de constructo.
I

2')2 lurge Fenzá"dcz riel Valle {.eI eídn:'j)IHt1


293

Desgraciadamente, a,unw t.'n cemLd y candentc en evaluación psicológica no Los problemas de fiabilidad, especialmente en cuanto al acuerdo en el diagnósti-
ha movido :lpenas a b investigaciém en lo que respecta a la cntrcvisl:l, Sin SOSJaY:lr su co, parecen encaminarse a una solución como consecuencia del consenso en las clasi-
importancia, cabe augurar un difícil camino si tenemos en cuenta la diversidad de ficaciones psicopatológicas. En otras aplicaciones como la entrevista condunualla
concepciones teóricas o los diferentes entramados de redes nomoJógicas en los cuestión no es tan clara y creemos que entra de lleno en el problema de los criterios
sc puede ver ubicada esta técnica. psicométricos de la evaluación conductual.
d. finalmente, se ha hablado en ocasiones de la validez de tratamiento, que:", Se ha tratado de profundizar en este capítulo en los comportamientos más rele-
hace referencia a la utilidad de una técnica de evaluación concreta para lograr un t[ah::'; vantes que adoptan los dos sujetos que interactúan en una entrevista, cada uno en el
tamiento más efectivo o tomar decisiones más adecuadas. Normalmente, se trata de 5'
1

fi1"/1 ;' ejercicio de su propio papel. Se ha pretendido con ello mostrar algunas de las estrate-
demostrar hasta qué punto, en este caso la entrevista, añade una información tele-X; gias que el evaluador debe emplear para asegurarse el máximo provecho de la entre-
;:1 ¡
vante para los fines de la evaluación en comparación con otras técnicas (lo quea's(¡~:" vista. Es de esperar que la entrevista siga su afianzamiento tras las críticas de los pri- ,
!11:jl!! vez se matiza con el término de validez incremental). Creemos que uno de los prl meros años. En aspectos diagnósticos la mejora de las garantías científicas es un
blemas cruciales, tal como resume McReynolds (1985), es que sobre este aspéct hecho, en otras aplicaciones es de esperar que se produzcan.
1!1¡'llt para las técnicas de evaluación en general, se ha escrito muy poco. En el caso cone"
to de la entrevista, una de las líneas importantes de investigación debería ser preci
¡'II mente ésta, es decir, explorar el tipo de información relevante que proporciona
cada una de sus aplicaciones y las ventajas que supone con respecto a otras técnic-,..,
~"r Más allá de la utilidad demostrada por su versatilidad y adaptación en todos losáme'
bitos, se requiere la investigación rigurosa de este aspecto de utilidad. J :?-)
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
':'0
i!! Finalmente, en el apartado concreto de la entrevista de selección de personal, éIíl American Psychiatric Association (1956), Diagnostic and statistical manual of mental disor-
la reciente revisión de Schmidt, Ones y Hunter (1992), se comentan los avances'ih'l1 den (1' ed.).Washington De. ArA. .
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este criterio a través del uso de entrevistas más estructuradas (Harris, 1989) o de:lii': American Psychiatric Association (1980). Diagnostic and statistical manual of mental disor-
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En síntesis, las garantías científicas de la entrevista constituyen un aspecto espe;: ti': ders (3' ed. rev.).Washington De. ArA.
cialmente deficitario. Las dificultades de la validación de una técnica tan versátil y dé::':'" American Psychiatric Association (1994). Diagnostic and statistical manual of mental disor-
tan amplia aplicación no se escapan a nadie, pero en cualquier caso, a tenor de los d~-' "'{, ders(4' ed).Washington De. ArA.
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Para la psicología es el marco en el que se desenvuelve la mayoría de sus intervencio- Cone,]. D, (1987), Consideraciones psicométricas en la evaluación conductual. En R, Fer-
¡ 1:
nes, de modo que difícilmente puede convertirse en opción como instrumento y más nindez-Ballesteros y]. A, Carrobles (dirs.), Evaluación conductual, Metodologia y apli-
bien cabe hablar de una herramiel1ta imprescindible. Su versacilidad y flexibilidad caciones (2' ed.). Madrid. Pirámide,
permiten moldear una encre,,;sn para cada finalidad y adaptarla incluso al marco Cormier, W, H. y Connier, L. S, (1979), lnle/ viewllIg slrdtegll" jnr helpcrs: A guide lo "s¡e)j-
teórico del evaluador lo que ie confiere gran ventaja respecto al reseo de las técnicas merlt, treatment, ami evall/alÍan. Monterrey, Bmoks/Cole.
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pectos corno las coOldenaJ;ls ccmblcntales (temporales y espaciales) en las que se si-
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forme verbal es la única vía de transmisión de determinadas respuestas (pensamien-
tos, sentimientos ...), de forma que a través de los autoinformes lo inobservable se
LECIURAS COMPLEMENT AR[AS
hace observable, es decir, se puede poner de manifiesto lo encubierto. De aquí,sur-
~

••
ge la polémica en torno a los autoinformes, pues, como señala Lieberman (1979),
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como'procedimiento de recogida de información han sido profusamente criticados,
fundamentalmente a partir de la aparición del modelo conductual. De este modo, tal
como señalan Jensen Y 1 Iaynes (1986), desde la perspectiva del modelo conductual

1111: VilLlITnl, :"'!. ([ 981 j. Fmulamem05 de 1.1 mtre:Ji,u culldl[(tll,d. México. Trílbs.
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,,'

ji
U nivcrsidad de La; Isbs Baleares.
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