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ENTREVISTA

Geoff Ramsey: “Hay


que canalizar la
presión hacia
soluciones realistas y
duraderas”
POR Hugo Prieto
09/10/2022
Fotografía tomada de Provea.com
Hay señales de humo en el horizonte, parece que las
negociaciones en México se van a reanudar en las próximas
semanas. Así lo espera la comunidad internacional. La estrategia
de Washington es clara: el conflicto lo tienen que resolver los
venezolanos, aunque los incentivos para que el gobierno de
Maduro se siente a la mesa los creó el gobierno de Estados
Unidos. Apertura democrática, reinstitucionalización de la
justicia, compensación a las víctimas y elecciones libres a cambio
de un progresivo levantamiento de las sanciones. No tiene mucho
sentido discutir cómo llegamos hasta aquí. Sería como tratar de
recoger la leche derramada. Quien habla es Geoff Ramsey*, quien
es experto en la crisis política de Venezuela y ha viajado
regularmente al país desde 2014.
¿Cuál es la percepción que tienen en Washington sobre la
situación actual del proceso venezolano, del clima en general,
digámoslo así?
Hay que empezar el análisis sobre la coyuntura actual en
Venezuela haciendo una mención al reciente informe de la
Misión de Determinación de Hechos de las Naciones Unidas. En
ese informe se documentan los graves crímenes de lesa
humanidad que se han cometido, así como las graves violaciones
a los Derechos Humanos, en el contexto de la represión estatal.
Ellos son muy claros en destacar que el gobierno de Maduro no
ha cooperado con las recomendaciones que hizo Michelle
Bachelet en su gestión como alta comisionada de la ONU. Todavía
estamos muy lejos de ver reformas e investigaciones genuinas
que podrían garantizar la reinstitucionalización judicial del país.
Es decir, Venezuela, al día de hoy, es un Estado cuyas
instituciones están completamente cooptadas por el poder
Ejecutivo. En ese contexto, creo que la comunidad internacional
tiene una oportunidad de seguir impulsando soluciones políticas
que podrían reestablecer el Estado de derecho, el acceso a la
justicia de las víctimas y ampliar el espacio democrático en
Venezuela.
Creo que es el informe más grave que se ha publicado sobre
Venezuela, el que ha profundizado y documentado,
rigurosamente, las violaciones a los Derechos Humanos que se
han cometido. Y la pregunta es: ¿Realmente los Estados Unidos
están comprometidos con la defensa de los Derechos
Humano? ¿Qué diría alrededor de esta duda?
No veo a la administración Biden abandonando sus esfuerzos por
buscar una solución democrática a la crisis. La verdad es que el
gobierno de los Estados Unidos no va a normalizar las relaciones
con el gobierno de Maduro sin que se despeje el camino para que
se celebren elecciones libres y se apliquen reformas genuinas en
el sistema de justicia. El informe de Naciones Unidas contiene
una serie de recomendaciones para poner fin a la impunidad
generalizada. Se incluyen, además, cambios significativos que
permitan una verdadera investigación y persecución de estos
crímenes. En el memorándum de entendimiento firmado en 2021
–entre el gobierno de Maduro y la oposición, en México- las
partes se comprometieron a hablar del Estado de derecho y la
reparación a las víctimas. No veo como contradictorio apoyar al
mismo tiempo un proceso de negociación como lo está haciendo
los Estados Unidos.
Lo que planteé fue una duda, no una contradicción. Son dos
cosas distintas, ¿verdad? ¿No cree que el gobierno del señor
Maduro ha traspasado unas líneas de las cuáles ya no hay
retorno?
El informe presenta evidencias claras que señalan a los
responsables, desde los niveles más altos de la cadena de mando
hasta los funcionarios involucrados. Sin justicia y reparación a las
víctimas de violaciones y crímenes a los Derechos Humanos, no
puede haber una solución política a la crisis en Venezuela. Y con
esto no quiero decir que una transición sea imposible. Hemos
visto muchos casos, en otros países de Suramérica, en los que ha
habido transiciones hacia la democracia. Por eso hay una
necesidad de canalizar la presión hacia soluciones realistas y
duraderas. Uno de los errores de la administración de Trump fue
insistir en la “máxima presión” como un objetivo en sí mismo, sin
ofrecer incentivos claros para Maduro y su entorno. Se insistió en
una hipótesis de que la “máxima presión” iba a generar cierto tipo
de quiebre y una transición automática, pero eso no ocurrió.
El intercambio de presos -unos ejecutivos de PDVSA con
nacionalidad estadounidense por los sobrinos de Cilia
Flores- ha generado un fuerte rechazo en sectores opositores.
¿Esto es una línea de negociación distinta a la
crisis política venezolana? ¿Son dos negociaciones distintas?
Sí. Son negociaciones distintas, pero obviamente están
relacionadas. Para el gobierno de Biden es una muestra de
flexibilidad. Es una manera de señalarle a Maduro que realmente
los Estados Unidos están comprometidos –aunque esto signifique
un costo político- con la posibilidad de ofrecer concesiones
significativas, siempre y cuando Maduro regrese a la mesa de
negociaciones en México. No lo podemos ver como un
ablandamiento. La verdad es que no puede haber una
flexibilización de las sanciones más importantes, las que más
pesan sobre el gobierno venezolano, como petroleras y
financieras, si no hay avances en un contexto de negociación. Esa
ha sido la postura, reiterada en varias ocasiones, por la
administración Biden.
Creo que la oposición venezolana no tuvo ninguna injerencia en
esta negociación de intercambio de prisioneros. Entonces,
¿podemos pensar que el gobierno del Biden sigue apoyando a
Juan Guaidó?
Creo que el gobierno estadounidense tiene un compromiso fuerte
con todos los actores de la oposición venezolana. Ciertamente ha
habido cierta distancia entre Washington y el gobierno interino,
pero hay que decir que ese distanciamiento lo hemos visto en
otros países de la comunidad internacional, particularmente de la
Unión Europea y de otros países en la región. Lo que esto nos dice
es que estos actores han visto la necesidad de adaptar su
estrategia a la realidad. Y la realidad es que el gobierno de
Maduro ejerce el poder de facto. Lo que veo –por parte de Estados
Unidos- es un intento de relacionarse con una coalición más
amplia de la oposición. Hemos visto un mayor énfasis en la
plataforma unitaria que en el gobierno interino y para nadie es un
secreto, en Washington, que el gobierno interino, actualmente,
está cada vez más aislado dentro de lo que es la propia coalición
opositora en Venezuela y que son cada vez menos los partidos
políticos, involucrados en esa figura. Básicamente es Voluntad
Popular y algunos partidos minoritarios. Por eso, en Washington
se ha entendido la importancia de diversificar su comunicación
con otros factores de la oposición. Eso tiene que ver, igualmente,
con una estrategia electoral. Vimos, justamente en estos días, la
insistencia de Washington en el camino electoral. Han intentado
promover un debate más técnico en la oposición, dentro de lo que
serían las condiciones electorales, que va más allá del dilema de
participar o no.
El señor Henrique Capriles calificó al gobierno interino como
“un gobierno de Internet” y el hecho de que no tenga el control
de los mecanismos y los elementos del poder lo debilitan en
grado superlativo. ¿Podemos interpretar que Estados Unidos
está negociando con el gobierno de Maduro, asumiendo que
controla el poder fáctico? Yo creo que eso envía un mensaje y
plantea una nueva realidad política. ¿Se eligió un nuevo
camino?
Tendríamos que agregar el hecho de que hay, dentro de los
factores opositores, una disposición creciente a modificar la
estructura de la oposición. En la misma comisión delegada
(parlamento electo en 2015), Voluntad Popular parece que no
tiene los votos necesarios para renovar la figura del gobierno
interino en enero del próximo año. Sin embargo, eso no significa
que los países que han reconocido al gobierno interino como un
interlocutor válido van a establecer relaciones diplomáticas con
el gobierno de Maduro de un día para otro. Dudo mucho que los
activos que están congelados en el exterior puedan ser devueltos
al gobierno de Maduro si no vemos avances significativos en la
mesa de negociación. Se ha hablado de conversaciones tras
bastidores que tienen lugar en Caracas, entre la plataforma
unitaria y Maduro, sobre la posibilidad de crear un mecanismo
para que estos activos puedan beneficiar a la población
venezolana y abordar la crisis humanitaria en el país. Creo que
esa es la apuesta del gobierno de Biden y de Estados Unidos. Hay
un optimismo creciente, en la comunidad internacional, de que
pueda reactivarse la mesa de negociación en las próximas
semanas.
La posibilidad de que algunos activos congelados se canalicen
para atender la emergencia humanitaria ha sido una solicitud,
más bien un clamor, de las organizaciones civiles de la sociedad
venezolana. ¿En esas conversaciones deberían participar
organizaciones distintas a los partidos políticos?
Es fundamental. La verdad es que en cualquier tipo de
negociaciones políticas en Venezuela debe abrirse un espacio
para la participación de la sociedad civil. Incluso, en el acuerdo
que se firmó en México, en agosto del año pasado, se hace
referencia a un mecanismo de consulta con actores sociales. Creo
que la comunidad internacional debe hacer más énfasis en la
necesidad de crear ese mecanismo, que permita la participación
directa o indirecta de esos actores. Lo hemos visto en otros
procesos y esa participación puede contribuir a la búsqueda de
acuerdos significativos.
¿Esa participación debería abrirse a temas distintos a la ayuda
humanitaria? ¿A la reinstitucionalización de la justicia o los
asuntos electorales, por ejemplo? Es decir, ¿debería haber
participación de la sociedad civil en todos los temas que se
pongan sobre la mesa en México?
No siempre de una manera directa. Obviamente hay decisiones
que solamente pueden ser tomadas por los actores políticos. Ese
no es el papel de la sociedad civil. Pero sí creo que cualquier tipo
de acuerdo debería ser consultado con las organizaciones de
víctimas o de Derechos Humanos, entre otras. Los análisis en los
acuerdos de paz, en los siglos XX y XXI, han encontrado, una y
otra vez, un vínculo muy fuerte entre la viabilidad y durabilidad
de los acuerdos y el grado de participación de los actores de la
sociedad civil. Sería muy importante crear este tipo de
mecanismo, porque además de ofrecerle a los negociadores
información de organizaciones que cuentan con una experticia
en temas claves, como los asuntos electorales o que tiene que ver
con la emergencia humanitaria, también podrían crear un
espacio para construir un consenso más amplio sobre la
importancia de este proceso de negociación, al que se le han
hecho críticas muy duras.
En algún momento, el gobierno de Nicolás Maduro planteó la
incorporación de Rusia a la mesa de negociación. ¿En medio de
la invasión a Ucrania, en la que hay una confrontación entre
Estados Unidos y Rusia, no se crea un nuevo obstáculo? ¿No
afecta el hecho de que el gobierno de Maduro es un aliado de
Rusia?
Generalmente, en estos procesos de diálogo, las partes eligen a
sus propios garantes. En las negociaciones entre el gobierno
colombiano y el Ejército de Liberación Nacional, la organización
armada eligió a Venezuela como su garante y el gobierno
colombiano accedió a esa demanda. Diría que el hecho de que los
garantes estén en conflicto no necesariamente impiden su
participación en los diálogos y negociaciones, siempre y cuando
los facilitadores sean imparciales, algo que han demostrado los
noruegos a lo largo de todo el proceso. Incluso, hay que recordar
que en las negociaciones entre Estados Unidos e Irán (sobre el
programa nuclear iraní) los rusos están participando como
garantes del gobierno de Teherán y no por eso Estados Unidos se
ha negado a participar en esas negociaciones. Creo que podría
ocurrir algo similar en el caso venezolano.
¿Cómo interpreta la estadía en Caracas del señor Zapatero, que
durante esta semana estuvo hablando con actores políticos?
Lamentablemente, Zapatero no siempre ha jugado un papel
conducente a la búsqueda de una solución a la crisis en
Venezuela. De hecho, en el proceso del año 2017-2018, en
República Dominicana, la oposición denunció que Zapatero
presionó para que ellos suscribieran un acuerdo que
consideraban inaceptable. Creo que Zapatero debería buscar
maneras de ser útil, en un momento en el cual el reino de
Noruega parece estar muy activo y muy conectado con las partes
para reactivar un proceso de negociación. Sería un error de su
parte creer que él podría reemplazar el trabajo de los noruegos.
¿Zapatero está involucrado en el entorno de las negociaciones
donde participan los Estados Unidos?
No veo una vinculación entre los esfuerzos de Zapatero y el canal
de comunicación que existe entre Washington y Caracas. Las dos
visitas de la misión estadounidense a Venezuela demuestran que
Washington no necesita un interlocutor como Zapatero para
establecer esa comunicación.
Una de las cosas que nos preocupa a los venezolanos es que la
oposición no tiene elementos de poder para imponer
condiciones. No tiene las cartas para negociar. De alguna
manera, el interlocutor del gobierno de Maduro no es la
oposición, sino el gobierno de los Estados Unidos. No creo que
eso sea conveniente ni para el gobierno de Biden ni para la
sociedad venezolana. ¿Qué diría usted?
Siempre me confunde ese planteamiento. La verdad es que esas
herramientas nunca han estado en las manos de la oposición
venezolana. La verdad es que los incentivos que tiene Maduro
para negociar han sido creados por Estados Unidos. Así que
cualquier tipo de negociación siempre va a tener que contar con
el apoyo y la participación estadounidense. Pero eso no significa
que Washington sea un protagonista en las negociaciones. Si bien
la administración de Biden ha creado canales de comunicación
con el gobierno de Maduro, no los ha utilizado para reemplazar
un proceso de diálogo y negociación entre los venezolanos. No
veo a la administración Biden asumir el papel que debería ser
liderado por la propia oposición. Esa ha sido la apuesta. Parece
que los Estados Unidos, como otros países de la comunidad
internacional, son optimistas con relación a que a que las
negociaciones se reanuden en las próximas semanas.
No hemos hablado de una circunstancia que, para bien o para
mal, hay que tomar en cuenta. El petróleo y el gas natural se
han revalorizado en el mundo, a raíz de la invasión a Ucrania.
¿Tiene algún peso la capacidad energética venezolana,
actualmente muy limitada, en este proceso de negociación?
Creo que sería ingenuo pensar que los intereses geopolíticos
energéticos no pesan en este momento tan complejo. Pero si la
administración Biden solamente estuviera interesada en
normalizar las relaciones con una dictadura para tener acceso al
petróleo venezolano, yo creo que veríamos una estrategia muy
distinta. Por algo no hemos visto la emisión de unas licencias
para que empresas petroleras como Chevron puedan incrementar
sus operaciones en Venezuela. Eso no va a suceder si no hay
avances verificables en un contexto de negociación entre el
gobierno de Maduro y la oposición. Ese ha sido el mensaje del
gobierno estadounidense en público y en privado. No veo al
presidente Biden olvidando las graves violaciones a los Derechos
Humanos que han ocurrido en Venezuela en los últimos años ni
la importancia que tiene la búsqueda de un camino para que se
realicen elecciones libres, así como la búsqueda de justicia. Más
bien veo la estrategia compleja del palo y la zanahoria.
La experiencia de República Dominicana dejó un mal sabor. El
Vaticano, por ejemplo, se retiró de las negociaciones y no ha
hecho ningún intento por involucrase en México. La verdad es
que persisten dudas. El gobierno de Maduro tendría que
demostrar que va en serio, que no está ganando tiempo y que
los acuerdos a que se llegue se van a poner en práctica. ¿Lo ve
posible?
Nunca hay garantías de éxito en este tipo de negociaciones.
Vimos las negociaciones en Irlanda, en donde el diálogo fracasó
una y otra vez, por décadas. En el caso venezolano hemos visto
que, si el problema fuera una falta de diálogo, la crisis se hubiera
resuelto hace años. Pero la verdad es que no hay alternativa a la
búsqueda de una transición pactada. Es decir, no puede haber
una transición democrática sin un diálogo con sectores del
chavismo y del gobierno de Maduro. Si vas a esperar a que
Maduro demuestre buena voluntad para hablar con él, creo
https://prodavinci.com/geoff-ramsey-hay-canalizar-la-presion-
hacia-soluciones-realistas-y-duraderas/que vas a tener que
esperar mucho tiempo. A cambio, creo que hay que enfocarse
más en los intereses que tienen tanto Maduro como su entorno. Y
la verdad es que tienen un interés para llegar a un acuerdo que
permita la flexibilización de las sanciones. Esa es la apuesta de la
comunidad internacional.
***
*Director para Venezuela de WOLA (Centro de Estudios y Promoción
de los Derechos Humanos en las Américas). Maestría en Asuntos
Internacionales, en la Escuela de Servicio Internacional de American
University. Licenciatura en Relaciones Internacionales acreditada por
esa casa de estudios.

https://prodavinci.com/geoff-ramsey-hay-
canalizar-la-presion-hacia-soluciones-
realistas-y-duraderas/

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