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Diplomado en Trata de Mujeres, Niñas, Niños y

Adolescentes: Estrategias de Protección y Asistencia a


Sobrevivientes

Contenido 1.2 La discriminación de género contra mujeres y niñas

La discriminación es una violación a los derechos humanos de todas las personas. La


discriminación y los estereotipos en materia de género se han constatado como
realidades generalizadas a nivel global. Su persistencia obstaculiza los avances para
alcanzar la igualdad de género, así como los compromisos convenidos
internacionalmente por el país incluyendo los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Igualmente retrasan el cumplimiento de las metas y normativas nacionales como la
Estrategia Nacional de Desarrollo (END) contenida en la Ley 1-12.

La discriminación de género puede darse en los distintos momentos del ciclo de vida.
Tiene efectos acumulativos en todas las etapas del ciclo de vida y sus consecuencias
pueden repercutir en las generaciones siguientes (INTEC, 2018).

La igualdad de trato hacia las mujeres y la no discriminación por razón de sexo es un


derecho fundamental consagrado en los principales instrumentos de derechos
humanos. La Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación
contra la mujer (1979) define esa discriminación como:
“Toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo que tenga por objeto
o resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer,
independientemente de su estado civil, sobre la base de la igualdad del hombre
y la mujer, de los derechos humanos y las libertades fundamentales en las
esferas política, económica, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera
(Articulo1: p. 3).

En esta prohibición, la convención exige que los Estados adopten medidas para impedir
los actos de discriminación tanto públicos como privados. La prohibición de la
discriminación basada en razones de sexo guarda relación y refuerza la obligación de
aplicar la ley en condiciones de igualdad.

¿Cuál es el impacto de la discriminación y los estereotipos de género?


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Podría decirse que asignar estereotipos es parte de la naturaleza humana, pues se usa
universalmente para categorizar y simplificar el mundo. Es el proceso de atribuirle a un
individuo, características o roles únicamente debido a su aparente pertenencia a un
grupo particular (Cook y Cusack, 2010). Aunque los estereotipos no siempre son
esencialmente negativos, como prejuicios y conjeturas que son, no contemplan las
habilidades ni subjetividades de las personas, por lo que, generalmente, son
perjudiciales.
Los estereotipos negativos entorpecen la habilidad de las personas de alcanzar su
potencial ya que limita sus oportunidades y elecciones. Están detrás de la discriminación
de género declarada y encubierta, directa e indirecta, y recurrente que afecta de modo
negativo la igualdad substantiva de jure y de facto1 que habría que garantizar a las
mujeres. Se traducen en políticas, leyes y prácticas que causan daños a las mujeres
sobre el terreno. Según la Recomendación General No. 19 del Comité para la
Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW) “el efecto de dicha violencia
sobre su integridad física y mental es privarla del goce efectivo, el ejercicio y aun el
conocimiento de sus derechos humanos y libertades fundamentales” (1992, p 2).

El mismo documento establece como consecuencias básicas el mantenimiento de la


subordinación de la mujer, baja o nula participación en política, desigualdades en la
educación y capacitación y en las oportunidades de empleo. Además, estas actitudes
también contribuyen la representación de la mujer no como persona y sujeto de
derechos, sino como objeto sexual. Lo que, a su vez, contribuye a la violencia contra la
mujer y a la trata de personas.

1 Los estándares internacionales y regionales han identificado plenamente la igualdad formal (normativa o
de jure) y la igualdad sustantiva (material o de facto). La primera se sustenta en la idea de que la ley debe
aplicarse de forma similar a cada persona con independencia de sus características; se vincula
estrechamente con la idea de igualdad ante los tribunales y con el principio de legalidad, en el sentido de
que la interferencia del Estado en las libertades individuales sólo se realizará con una ley general que será
aplicada a todas las personas por igual. La igualdad de iure se consagra mediante fórmulas generales,
abstractas y universalistas donde se reconoce a todas las personas los mismos derechos. La igualdad
sustancial o comprendida en términos materiales, deriva de estas cláusulas universalistas, contenidas en
los Convenios internacionales y en las constituciones locales, la obligación de asegurar que todas las
personas gocen y ejerzan sus derechos humanos en el plano de los hechos y en igualdad de circunstancias.
(Ortega, A, S/F. La desigualdad estructural de género. Ponencias académicas. Argentina).
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La eliminación de algunas de las más ocultas y, a la vez, más generalizadas formas de
discriminación contra las mujeres exige la deconstrucción de los estereotipos de género.
Algunos de estos son constantes, como aquel según el cual las mujeres son cuidadoras
primarias por esencia. Otros estereotipos pueden diluirse por un tiempo, pero resurgir
de otra manera, tal es el caso del que representa a las mujeres como propiedad de los
hombres, que en el pasado permitía que los maridos golpearan a sus esposas.
Remanentes de esta aplicación de la propiedad se encuentran en la tradicional
“entrega” de los padres a sus hijas el día de su matrimonio. Estos y otros ejemplos de
la aplicación del estereotipo de las mujeres como propiedad bajo el control de los
hombres persisten en algunos contextos y hacen permisible las conductas y el
tratamiento violento hacia las mujeres en múltiples formas.

Los estereotipos justifican la discriminación entre los géneros y refuerzan y perpetúan


los modelos históricos y estructurales de la discriminación. Los estereotipos y las
discriminaciones de género se nutren de esos roles y tienen un elevado costo para el
desarrollo, la democracia, los derechos humanos, la paz y la seguridad. (ONU Mujeres,
2018)

Discriminación estructural

En la literatura contemporánea (Iriarte, 2018; Ortega, S/F; Pelletier, 2014) se habla de


discriminación estructural o sistémica. Se trata más bien de la descripción de la
magnitud del fenómeno de la discriminación tanto de jure como de facto contra grupos
en particular.

Bajo la denominación de “discriminación estructural o sistémica”, se entiende la


situación de vulnerabilidad en la que se encuentra un grupo de personas por su
condición, situación social, económica y cultural. Su vulnerabilidad está relaciona a que
a) histórica y contextualmente han sido excluidas o discriminadas, b) enfrentan
dificultades para ejercer plenamente sus derechos y, b) experimentan una generalizada
ausencia de consideración de sus particularidades. Estos grupos de personas pueden
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ser indígenas, mujeres, niños, niñas y adolescentes, discapacitados, LGTBI, migrantes,
adultos mayores, otros.

Para el caso de la discriminación hacia las mujeres y las niñas, la noción de


discriminación estructural se construye a partir de los elementos materiales que
configuran el orden social, mismo que implica la subordinación de las mujeres y su
discriminación en materia de derechos. Como se ha dicho, el género es un mecanismo
que estructura las relaciones de poder entre lo femenino y lo masculino, que coloca a
mujeres y hombres en diferentes posiciones dentro de la estructura social, conformando
grupos de pertenencia social (estatus). (Iriarte, 2018)

Las teorías feministas muestran que la discriminación del sujeto mujeres se funda en la
diferencia de estatus por razones de sexo. Las desigualdades son el resultado de una
inadecuada distribución del poder social, lo que se expresa también en el orden jurídico,
puesto que la discriminación jurídica no es diferente a la discriminación social (Bodelón,
1998: 14, citado en Iriarte, 2018)

Es común que en situaciones de discriminación sistémica o estructural los factores de


discriminación se superpongan y se potencien, dando lugar a desigualdades
simultaneas para niñas y mujeres. Esto suele denominarse “discriminación múltiple” o
interseccionalidad2. Por ejemplo, el caso de una mujer que pertenece a una etnia o raza
discriminada (indígena o negra), que es lesbiana e inmigrante; o el de una adolescente
que no tuvo acceso a la educación, vive en zona rural sin servicios de salud y es violada
y embarazada por un adulto (ONU Mujeres, 2018).

Esto demuestra que las desventajas se agudizan en el caso de las mujeres y las niñas
que se encuentran en la intersección entre las desigualdades y la discriminación ( ONU-
Mujeres, 2018). Varios tratados de derechos humanos identifican expresamente estas
situaciones señalando necesidades de protección especial cuando coinciden varios

22El término “interseccionalidad”, es la interacción de múltiples identidades y experiencias de exclusión y


subordinación. El mismo se acuñó en los años ochenta del siglo pasado para reflejar la interacción de
género y raza que determina las experiencias de las mujeres negras en los Estados Unidos (ONU Mujeres,
2018).
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factores de discriminación. Así mismo, esta realidad ha servido para disponer medidas
de acción afirmativa o positiva.

Algunos ejemplos de discriminación de género son:

 La diferencia de las remuneraciones según el sexo

 La segregación ocupacional

 La denegación de ascensos a puestos de liderazgo o techo de cristal

 La precarización de las mujeres trabajadoras y la feminización de la pobreza

 La trata de personas

 Los casamientos forzados

 La mutilación genital femenina

 Los asesinatos por honor

 La violencia de género en el ámbito familiar, laboral y los espacios públicos

 La obligación a la que se ven sometidos los hombres al tener que desempeñar


los roles masculinos, mismos que les bloquean el cumplimiento de sus derechos
y deberes como personas.

Referencias bibliográficas:

1. Cook, R. y Cusack, S. (2010). Estereotipos de género: perspectivas legales


transnacionales. Bogotá. Profamilia.
2. Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer. (1992).
Recomendación General No. 19. Recuperado 12 de noviembre de 2019, de la
ACNUDH, Sitio Web: https://www.ohchr.org/SP/Pages/Home.aspx
3. Iriarte, C. (2018). La discriminación estructural de género y su recepción
sistémica en el sistema de derechos humanos. Anuario de Derechos Humanos
14, 55-76.
4. Naciones Unidas. (1979). Convención sobre la eliminación de todas las formas
de discriminación contra la mujer.
5. ONU Mujeres (2018). Hacer las promesas realidad: la igualdad de género en la
agenda 2030 para el desarrollo sostenible. Ginebra.
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6. Ortega, A. (S/). La desigualdad estructural de género. Ponencias académicas.
Argentina.
7. Pelletier, P (2014). La discriminación estructural en la evolución jurisprudencial
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Revista IIDH, 60, 205-2015.

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