Está en la página 1de 18

Hambre y alimentación: un enfoque de Derechos

Humanos
por MARÍA DE LAS NIEVES CENICACELAYA
20 de Agosto de 2020
www.saij.gob.ar
Id SAIJ: DACF200177

1. Cuestiones preliminares.

Las necesidades básicas de los seres humanos -entre ellas, la alimentación- explicitan lo que todos
compartimos: nuestra común vulnerabilidad(1). Sin embargo, y no obstante esta necesidad vital, los últimos
datos indican que el número de personas que padecen hambre en el mundo continúa en aumento, alcanzando
en 2017 los 821 millones -una de cada nueve personas-, la mayor parte de los cuales vive en países en
desarrollo, según un informe conjunto realizado por responsables de la Organización de las Naciones Unidas
para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), el Fondo de
las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización
Mundial de la Salud (OMS)(2).

Cada día mueren veinticuatro mil personas como consecuencia de esta inaceptable situación que constituye en
sí misma una afrenta masiva a la dignidad humana, y que acarrea, además, enormes repercusiones en el
desarrollo económico de los países, así como en el disfrute por parte de las personas de sus derechos
fundamentales.

Terminar con este flagelo debería ser un reto relativamente sencillo si consideramos que nunca como en la
actualidad se ha dispuesto de tantos conocimientos científicos y recursos económicos. Distintas estimaciones
sitúan la capacidad de nuestro planeta para generar alimentos en el equivalente al doble de la necesidad de
consumo de la población mundial, por lo que nos encontraríamos aún lejos de los límites físicos que pudieran
impedir alimentarla adecuadamente(3). Por ello, es posible sostener que si hoy en día perviven el hambre, la
desnutrición y la malnutrición, es debido, sobre todo, a una estremecedora falta de voluntad política, no obstante
la enorme cantidad de iniciativas jurídicas se han venido produciendo en las últimas décadas.

2. Hambre, alimentación y seguridad alimentaria en la agenda internacional.

La idea de una organización internacional para la alimentación comenzó a gestarse a fines del siglo XIX; pero
recién en 1945, una vez concluida la II Guerra Mundial, nacería la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura, FAO (por sus siglas en inglés) en Quebec, Canadá. En el Preámbulo de la
constitución de este organismo especializado de la ONU, se establece, entre sus propósitos, elevar los niveles
de nutrición y vida de los pueblos; mejorar la eficacia de la distribución de todos los alimentos y productos
alimenticios; y contribuir a liberar del hambre a la humanidad. Pero sólo sería a partir de la década de los '70 en
el siglo pasado, que, a través de distintas actuaciones, la ONU comenzaría a involucrarse con esta
problemática, abordando la cuestión relativa al hambre, la malnutrición, la seguridad alimentaria y el derecho
fundamental a una alimentación adecuada.

En ese sentido, en 1974, a raíz de la devastadora hambruna acaecida en Bangladesh en los años anteriores, se
celebró en Roma la Primera Conferencia Mundial de la Alimentación. En ella se adoptó la Declaración Universal
sobre la Erradicación del Hambre y la Malnutrición(4), proclamándose que todos los hombres, mujeres y niños
deben gozar del derecho inalienable a no padecer de hambre y malnutrición, a fin de poder desarrollarse
plenamente y conservar sus facultades físicas y mentales; teniendo los gobiernos la responsabilidad de
colaborar para conseguir una mayor producción alimentaria y una distribución más equitativa y eficaz de los
alimentos entre los países y entre ellos, y todos los países el deber de cooperar en el establecimiento de un
sistema eficaz de seguridad alimentaria mundial. A este concepto inicial, basado en la producción y
disponibilidad alimentaria a nivel global y nacional, se le sumaría, en los años '80, la idea del acceso, tanto
económico como físico; y en los '90, se llegaría al concepto actual que incorpora la inocuidad y las preferencias
culturales.

Dos décadas más tarde, reconociendo la gravedad del hambre y la malnutrición en el mundo, la FAO y la
Organización Mundial de la Salud (OMS-WHO) convocaron al primer foro dedicado exclusivamente a abordar
estos problemas a nivel mundial: la Conferencia Internacional sobre Nutrición (CIN), que tuvo lugar en 1992,
también en Roma. De la CIN surgieron la Declaración Mundial sobre Nutrición y el Plan de Acción para la
Nutrición de 1992 -aprobados por unanimidad- a través de los cuales los gobiernos se comprometieron a hacer
todos los esfuerzos posibles para eliminar o reducir considerablemente, antes del término del milenio, entre
otros, las muertes por inanición y hambruna; el hambre crónica generalizada; la subnutrición; y las
enfermedades relacionadas con la alimentación.

A su turno, la Cumbre Mundial de la Alimentación de 1996, también convocada por la FAO, aprobó la
Declaración de Roma sobre la Seguridad Alimentaria Mundial, a través de la cual los participantes de aquélla se
comprometieron a procurar reducir a la mitad el número de personas desnutridas antes del 2015. En aquel
momento, según la FAO la seguridad alimentaria existía cuando a nivel de individuo, hogar, nación y global, se
consigue que todas las personas, en todo momento, tengan acceso físico y económico a suficiente alimento,
seguro y nutritivo, para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias, con el objeto de llevar una
vida activa y sana. El concepto se enmarca, además, en la reivindicación del derecho humano a la alimentación
que ha conocido un notable desarrollo en los últimos tiempos, como veremos luego.

Mientras, la cifra de víctimas del hambre siguió creciendo. Así, en el año 2000, en la Asamblea General de la
ONU, se acordó reforzar el compromiso frente a las poblaciones menos desarrolladas para liberarlas de las
trabas de la pobreza extrema, el hambre, el analfabetismo y las enfermedades. Y se aprobó una Declaración(5)
que se tradujo en ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) con dieciocho metas, todos estrechamente
relacionados y complementados entre sí, que deberían ser alcanzados, como fecha límite, en 2015. El objetivo l
(erradicar la pobreza extrema y el hambre) planteaba dos metas diferenciadas. 1, reducir a la mitad, entre 1990
y 2015, el porcentaje de personas cuyos ingresos sean inferiores a 1 dólar por día; y 2, reducir a la mitad, entre
1990 y 2015, el porcentaje de personas que padezcan hambre. Cabe señalar que esta última meta era menos
ambiciosa que la de disminuir el número de hambrientos que pretendía la Cumbre de 1996. Y, también es
necesario puntualizar que, si bien la inseguridad alimentaria puede, en efecto, percibirse como una expresión
extrema de pobreza y, sin duda, están interrelacionadas(6), hambre y pobreza no son equivalentes. Sin
embargo, también es cierto que la pobreza es una de las causas principales de la falta de acceso a los
alimentos(7). El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ha consignado que "Si el desarrollo
humano consiste en ampliar las opciones, la pobreza significa que se deniegan las oportunidades y las opciones
más fundamentales del desarrollo humano: vivir una vida larga, sana y creativa y disfrutar de un nivel decente
de vida, libertad, dignidad, respeto por sí mismo y de los demás. El contraste entre desarrollo humano y pobreza
humana refleja dos maneras diferentes de evaluar el desarrollo"(8).

En tanto, la FAO convocó a una Segunda Cumbre Mundial de la Alimentación para 2002, en pos de analizar el
por qué de la falta de avances significativos respecto a los compromisos asumidos en 1996. La conclusión a la
que se arribó fue que no había suficiente voluntad política al máximo nivel para reducir el hambre, tanto por
parte de los países en desarrollo -con las peores cifras- como por parte de los países desarrollados y donantes,
que no asignaban los recursos necesarios para tal fin. Ello a pesar de que la entonces Comisión de Derechos
Humanos de la ONU había dejado en claro que el mundo producía alimentos suficientes para alimentar a toda la
población del planeta y más(9). En esta Cumbre se reafirmó el derecho de toda persona a tener acceso a
alimentos sanos y nutritivos y se reiteró el compromiso de reducir a la mitad el número de personas hambrientas
para el 2015, tal como perseguían los ODM.

En la Tercera Cumbre Mundial sobre Seguridad Alimentaria realizada en 2009 se acordó aplicar todas las
medidas necesarias, no sólo para que dejase de aumentar sino, además, para que se redujese
considerablemente el número de personas que sufrían hambre, malnutrición e inseguridad alimentaria,
redoblando los esfuerzos a fin de alcanzar para el año 2015 las metas del primero de los ODM y los de las
cumbres mundiales sobre la alimentación; así como fomentar un planteamiento amplio de la seguridad
alimentaria y realizar progresivamente el derecho a una alimentación adecuada(10).

Por su parte, desde los foros paralelos a estas cumbres mundiales, los movimientos sociales y organizaciones
de la sociedad civil fueron cuestionando el concepto de seguridad alimentaria y proponiendo un enfoque de
soberanía alimentaria. Esto fue postulado por primera vez en 1996 por la Vía Campesina, en el marco del Foro
Paralelo a la ya aludida Cumbre de la FAO de ese año, como derecho de los pueblos a acceder a una
alimentación de calidad y respetuosa de sus culturas y hábitos, cuestionando los procesos de liberalización de
los mercados globales de alimentos, denunciando e impugnando la acumulación y el patrón tecno-científico de
la revolución verde y la cultura transgénica, y proponiendo que soberanía alimentaria y sostenibilidad fuesen
prioritarias a las políticas de comercio. Supone, en esencia, el derecho de los pueblos, países o Estados, a
definir su política agrícola y alimentaria, sin la competencia desleal de alimentos de otros países; el derecho de
los agricultores y los campesinos a producir alimentos; y el derecho de los consumidores a decidir lo que
consumen, y cómo y quién produce lo que consumen(11).

La Segunda Conferencia Internacional sobre Nutrición (CIN2) se llevó a cabo, nuevamente, en Roma, en 2014.
Coorganizada por la FAO y la OMS, examinó los avances logrados en la mejora de la nutrición desde la CIN1
-de 1992-; consideró los nuevos desafíos y oportunidades para mejorar la nutrición derivados de los cambios en
la economía mundial, el medio ambiente, los sistemas alimentarios y los avances en ciencia y tecnología;
identificó opciones de políticas para mejorar la nutrición; y puso la mira en continuar con iniciativas globales a fin
de contribuir a la agenda para el desarrollo para después de 2015. El balance de las más de dos décadas que
pasaron entre la primera y segunda conferencias arrojaba que si bien había habido avances en la reducción del
hambre y la desnutrición, ellos fueron desiguales y lentos, y que, aunque el número de quienes sufrían hambre
había disminuido, seguía habiendo millones de personas desnutridas y que sufrían deficiencias de
micronutrientes. A la luz de esta situación, se consideró necesario adoptar un nuevo marco político y respuestas
más apropiadas a fin de mantener la nutrición en un lugar preponderante en las agendas del desarrollo,
nacionales e internacional. Así es que se adoptó la Declaración de Roma sobre la Nutrición que reafirma los
compromisos hechos en 1992 en la CIN1 y en las Cumbres Mundiales de 1996, 2002 y 2009; reafirmándose,
también, que todas las personas deben tener acceso a alimentos sanos y nutritivos suficientes, en consonancia
con el derecho a una alimentación adecuada, y a no padecer hambre; y que la malnutrición (cuyas causas son
multidimensionales) no sólo afecta a la salud y el bienestar de las personas, sino que también supone una
pesada carga en forma de consecuencias negativas para los Estados, siendo, por ello, su eliminación, un
imperativo por razones sanitarias, éticas, políticas, sociales y económicas. La CIN2 fue la primera ocasión en el
siglo XXI en que se reunió la comunidad internacional para debatir sobre nutrición y reconocer que mejorar la
situación al respecto va más allá de reducir la pobreza y el hambre. Sirvió de guía, a su vez, para los foros por
venir: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y el Decenio de las Naciones Unidas de Acción sobre la
Nutrición 2016-2025.

Los Objetivos de Desarrollo del Milenio proporcionaron un importante marco para el desarrollo, habiéndose
logrado progresos considerables en diversas esferas. Sin embargo, los avances fueron desiguales. Así,
aspirando a completar los objetivos que no se lograron -pero con un alcance mucho más ambicioso-,
manteniendo algunas prioridades de desarrollo, como la erradicación de la pobreza, la salud y la seguridad
alimentaria y la nutrición -pero estableciéndose además una amplia gama de objetivos económicos, sociales y
ambientales-, en 2015 la ONU, con base en los ODM, aprueba la Agenda 2030 para el Desarrollo
Sostenible(12), con 17 objetivos (ODS) y 169 metas de carácter universal, integrado e indivisible pretendiendo,
también, hacer realidad los derechos humanos de todas las personas. En el ODS 2 se plantea, en los quince
años por venir, poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la
agricultura sostenible. Por supuesto que la consecución de este objetivo depende en gran medida del logro -al
que a su vez contribuye- de los demás objetivos que componen la Agenda 2030: poner fin a la pobreza; mejorar
la salud, la educación, el acceso a agua limpia y al saneamiento, y la reducción de las desigualdades, entre
otros.

Ese objetivo se desagrega en cinco metas. Para 2030 la Meta 2.1. es poner fin al hambre y asegurar el acceso
de todas las personas, en particular los pobres y las personas en situaciones vulnerables, incluidos los
lactantes, a una alimentación sana, nutritiva y suficiente durante todo el año; y la Meta 2.2. es poner fin a todas
las formas de malnutrición, incluso logrando, a más tardar en 2025, las metas convenidas internacionalmente
sobre el retraso del crecimiento y la emaciación de los niños menores de 5 años, y abordar las necesidades de
nutrición de las adolescentes, las mujeres embarazadas y lactantes y las personas de edad.

El Informe SOFI 2018 -al que ya aludimos- realizado en conjunto por varios organismos de la ONU como parte
del seguimiento del progreso hacia el ODS 2, y que va un paso más allá de la observación de las personas que
pasan hambre e informa, por primera vez, acerca de otro indicador (la prevalencia de la inseguridad alimentaria)
consigna que alrededor del 17,2% de la población mundial, unos 1300 millones de personas han experimentado
niveles moderados de inseguridad alimentaria. Esto significa que no tienen acceso regular a alimentos inocuos,
nutritivos y suficientes. Así, aun cuando no necesariamente padezcan hambre, se encuentran en mayor riesgo
de padecer varias formas de malnutrición y mala salud. Y si se suma a quienes padecen de inseguridad
alimentaria grave, la estimación asciende al 26,4% de la población mundial, o a un total de alrededor de 2.000
millones de personas. De este modo, habría que rescatar, en promedio, a más de 3,5 millones de personas del
hambre cada año, hasta 2030, si se quiere alcanzar la meta de hambre cero, propuesta en el ODS 2.

Por su parte, a escala regional, la cuestión de la seguridad alimentaria ha ido ganando visibilidad y relevancia en
todas las Cumbres de Presidentes y Jefes de Estado así como en los principales órganos de integración política
y económica; y en todas las instancias se ha reforzado el compromiso político de erradicar el hambre y
garantizar el derecho a la alimentación de todas las personas(13). Si bien este es un paso importante, aún está
pendiente transformar las declaraciones y acuerdos en políticas públicas que dispongan de presupuesto y que
estimulen la inversión pública y privada en la materia(14).

3. Los derechos humanos.

Los derechos humanos son producto de la historia(15), y refieren a los derechos fundamentales que el hombre
posee por el hecho de ser hombre, por su propia naturaleza y dignidad(16); derechos que le son inherentes y
que, lejos de nacer de una concesión de la sociedad política, ésta debe consagrarlos y garantizarlos(17).

El 10 de diciembre de 1948 la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptaba la Declaración Universal de
Derechos Humanos(18), comenzando de ese modo, un proceso mucho más ambicioso que importará luego la
adopción de nuevos y numerosos instrumentos -generales o específicos, universales o regionales- jurídicamente
vinculantes, cuyo objeto es imponerles a los Estados estándares mínimos de garantía de los derechos
fundamentales de las personas sujetas a su jurisdicción. Ese proceso ha sido extremadamente lento. En efecto,
debieron pasar casi dos décadas desde ese momento inicial para que los Estados aceptaran comprometerse
más fuertemente. Recién en 1966 se aprobaron los llamados "Pactos gemelos": por lado, el Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos y por otro, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales
(19), reflejo y consecuencia de la división Este-Oeste que vivía el mundo post II Guerra.

A su turno, en nuestro hemisferio, desde la adopción de la pionera Declaración Americana de los Derechos y
Deberes del Hombre en 1948 también debieron pasar más de veinte años hasta la adopción en San José de
Costa Rica de la Convención Americana sobre Derechos Humanos en 1969 y luego casi otro tanto más hasta
que, en 1988, viera la luz en San Salvador el Protocolo Adicional -a la anterior- en materia de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales.

La referida adopción en 1966 de dos Pactos Internacionales, en lugar de un único instrumento que protegiese
todos los derechos, contribuyó a que algunos plantearan la existencia de una especie de jerarquización entre los
mismos(20), en la que los derechos individuales tendrían cierta preeminencia por sobre los sociales. Sin
embargo, tanto la primera Conferencia Internacional de Derechos Humanos de 1968(21), como la Asamblea
General en 1986(22), y la Segunda Conferencia Mundial de Derechos Humanos de 1993(23) contundentemente
sostuvieron que no se pueden establecer jerarquías de derechos; que no hay unos más importantes que otros; y
que todos los derechos humanos son universales, indivisibles e interdependientes y están relacionados entre sí;
idea que ha seguido siendo proclamada permanentemente por todos los organismos internacionales,
universales y regionales; siendo esas características no sólo categorías teóricas, sino que tienen consecuencias
prácticas en el disfrute de los derechos por todas las personas(24).

Descartado lo anterior, también resulta inaceptable que los derechos económicos, sociales y culturales -también
llamados metafóricamente(25) "derechos de segunda generación"- sean en la práctica derechos de segunda
clase, inaplicables, no sometidos a los tribunales y que sólo se irán cumpliendo progresivamente con el
tiempo(26); como tampoco puede postularse la no exigibilidad de estos derechos(27). Que la norma que los
contenga sea programática ello no conduce a que se trate de una mera declamación retórica del Estado, pues
ello llevaría a sostener que está eximido del cumplimiento de la obligación esencial e inmediata, que no está
condicionada ni limitada por ninguna otra consideración(28), de adoptar medidas para lograr la plena efectividad
de esos derechos(29) hasta el máximo de los recursos estatales disponibles. Y si bien ello puede lograrse de
manera paulatina, gradual(30), las medidas tendientes a lograr este objetivo deben adoptarse dentro de un
plazo razonablemente breve(31). Y progresivamente no puede significar postergación sine die(32), sino avanzar
continuamente(33). Más aún, como surge expresamente de los "Principios de Limburgo"(34), la obligación de
"lograr progresivamente (...) la plena efectividad de los derechos" requiere que los Estados Partes actúen con
toda la rapidez posible para lograr la efectividad de los derechos. Además, a contrario sensu, se impone la no
regresividad o irreversibilidad; es decir, la prohibición de adoptar políticas y sancionar normas que empeoren los
logros ya alcanzados(35).

Además, si bien el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC) dispone sobre
la realización progresiva de estos derechos, como advierte Cançado Trindade(36), el Comité homónimo ha
señalado que también impone obligaciones de efecto inmediato a lo largo de su articulado(37), como, por
ejemplo, garantizar el ejercicio de los derechos sin discriminación; aplicar inmediatamente los órganos judiciales
determinadas disposiciones; buscar constantemente la realización de los derechos sin retrocesos; realizar el
mínimo esencial de todos los derechos y en caso de no cumplimiento, probar que se utilizó -o al menos, se
intentó- el máximo de los recursos disponibles; y proteger a los sectores y personas más vulnerables de la
sociedad por medio de programas específicos, sobre todo en épocas de crisis.

Las obligaciones estatales en torno a los derechos económicos, sociales y culturales han sido estructuradas de
un modo tripartito, a partir de una idea formulada por Asbjørn Eide, Relator Especial de las Naciones Unidas
sobre el derecho a la alimentación(38) que la "jurisprudencia" del Comité de Derechos Económicos Sociales y
Culturales (Comité DESC) ha consolidado. Así, el Estado tiene: la obligación de respetar (no interferir,
obstaculizar ni impedir directa o indirectamente el disfrute de estos derechos); la obligación de proteger (adoptar
medidas legislativas o de otro carácter destinadas a impedir que terceros interfieran, obstaculicen o
menoscaben en modo alguno su disfrute); y la obligación de cumplir o realizar (dar plena efectividad a estos
derechos, lo que implica facilitar, promover y garantizarlos). Esto último implica su plena justiciabilidad. De lo
contrario, se vulneraría la garantía genérica del acceso a la justicia que, con diferentes denominaciones,
aparece consagrada en varios instrumentos internacionales sobre derechos humanos(39). La obligación del
Estado es, en este sentido, no sólo negativa -no impedir el acceso- sino también positiva, debiendo organizar el
aparato institucional para que todos puedan acceder(40). En efecto, el acceso a la justicia es, en opinión del
Comité DESC(41), un componente fundamental para tutelar el goce de los derechos económicos, sociales y
culturales y para garantizar el acceso a los tribunales, cuidar del debido proceso y de la tutela judicial efectiva.

4. El derecho humano a la alimentación.

El derecho a la alimentación es un típico "derecho de segunda generación" cuya garantía genérica se reconoce
en la Declaración Universal de Derechos Humanos, cuando en su artículo 22 se protegen los derechos
económicos, sociales, y culturales(42) y, de manera más específica, cuando protege el derecho a un nivel de
vida adecuado en su artículo 25, mencionando, entre otros componentes, la alimentación(43). A su vez, es
preciso señalar que estas dos normas se relacionan con el artículo 28 pues al consignar que para que todos los
derechos proclamados en la Declaración sean plenamente efectivos, toda persona tiene derecho al
establecimiento de un orden social e internacional adecuado, ello deviene particularmente importante en materia
de derechos económicos, sociales y culturales en general, y de manera específica, para los mencionados en el
artículo 25(44), por relacionarse con las necesidades humanas más básicas(45); tal el caso del derecho a la
alimentación.

Una fórmula semejante a la contenida en el artículo 25 de la Declaración de 1948 fue después incluida en el
párrafo 1 del artículo 11 del PIDESC, reconociéndose, además, en el párrafo 2 del mismo artículo, el derecho
fundamental de toda persona a estar protegida contra el hambre, y, adicionalmente, afirmando que los Estados
se comprometen a mejorar los métodos de producción, conservación y distribución de alimentos y a asegurar
una distribución equitativa de los mismos.

Siempre dentro del sistema onusiano, la Convención sobre los Derechos del Niño de 1989, también lo prevé
expresamente en sus artículos 24 (en relación al derecho a la salud) y 27 (vinculado al derecho a un nivel de
vida adecuado para el desarrollo físico, mental, espiritual, moral y social); y la Convención sobre la Eliminación
de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer de 1979 (CEDAW) en su artículo 12.2 (nutrición
adecuada en los períodos de embarazo y lactancia por su nexo con el derecho a la salud).

En el ámbito de nuestro hemisferio, la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre lo
consagra en el artículo XI, también en relación al derecho a la salud; mientras que el Protocolo de San Salvador
de 1988, lo reconoce de manera autónoma e integral en su artículo 12, como derecho a una nutrición adecuada
que le asegure a todas las personas la posibilidad de gozar del más alto nivel de desarrollo físico, emocional e
intelectual; comprometiéndose, asimismo, los Estados, en relación a los niños, a garantizarles una adecuada
alimentación, tanto en la época de lactancia como durante la edad escolar (artículo 15), y en lo que refiere a los
ancianos, a proporcionarles alimentación cuando carezcan de ella (artículo 17).

A su turno, en 1999 el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales publicó su Observación General
No. 12, "El derecho a una alimentación adecuada" que, como todas las de los órganos encargados de fiscalizar
el cumplimiento de un tratado internacional, le impone cierto grado de autoridad legal a los Estados que éstos
deberán tener en consideración a la hora de dar cumplimiento a sus compromisos(46). El Comité DESC
considera que el derecho humano a una alimentación adecuada está inseparablemente vinculado a la dignidad
humana(47); y que, si bien, al igual que el resto de los derechos económicos, sociales y culturales, puede
alcanzarse progresivamente, los Estados tienen la obligación básica -tal como dispone el artículo 11.2 del
Pacto- de adoptar las medidas necesarias para mitigar y aliviar el hambre, incluso en caso de desastre natural o
de otra índole(48). Además, especificando lo que para los derechos económicos, sociales y culturales en
general ya había explicado en torno a su contenido mínimo o esencial(49), el órgano fiscalizador señala que los
Estados se comprometen a adoptar medidas para garantizar que toda persona que se encuentre bajo su
jurisdicción tenga acceso al mínimo de alimentos esenciales suficientes inocuos y nutritivamente adecuados
para protegerla contra el hambre(50). Ello implica, en cualquier circunstancia: alimentación suficiente (aquella
permite satisfacer las necesidades fisiológicas humanas en todas las etapas del ciclo vital, y según el sexo y la
ocupación; adecuada (alimentos acordes a las condiciones sociales, económicas, culturales, climáticas,
ecológicas y de otro tipo imperantes en un espacio y en un tiempo determinado; sostenible (que posibilite el
acceso a los alimentos de las generaciones presentes y futuras; inocua (los alimentos deben carecer de
sustancias nocivas); que respete las culturas; disponible (que el individuo pueda alimentarse directamente,
explotando la tierra u otras fuentes naturales de alimentos, o mediante sistemas de distribución, elaboración y
de comercialización que funcionen adecuadamente); accesible económicamente (los costos personales o
familiares asociados con la adquisición de los alimentos necesarios deben estar a un nivel tal que no se vean
amenazados o en peligro la provisión y la satisfacción de otras necesidades básicas); y accesible físicamente en
todo momento y circunstancia(51).

El derecho a la alimentación adecuada, al igual que cualquier otro derecho humano, impone tres tipos de
obligaciones estatales: obligación de respetar, obligación de proteger y obligación de cumplir o realizar. La
obligación de respetar requiere que los Estados no adopten medidas de tipo alguno que tengan por resultado
impedir el acceso a una alimentación adecuada. La obligación de proteger requiere que adopten medidas para
velar por que terceros no priven a las personas de ese acceso. La obligación de realizar significa que el Estado
debe procurar iniciar actividades con el fin de fortalecer ese acceso y la utilización por parte de la población de
los recursos y medios que aseguren sus medios de vida, incluida la seguridad alimentaria. Por último, cuando un
individuo o un grupo sea incapaz, por razones que escapen a su control, de disfrutar del derecho a una
alimentación adecuada por los medios a su alcance, los Estados tienen la obligación de realizar (hacer efectivo)
ese derecho directamente(52). Y si bien, como adelantamos, algunos aspectos del derecho a la alimentación
están sujetos a la realización gradual, otras obligaciones del Estado tienen efecto inmediato; así, la eliminación
de la discriminación en el acceso a los alimentos o a los recursos destinados a alimentos, la prohibición de las
medidas regresivas y la protección del nivel esencial mínimo del derecho.

Finalmente, la Observación General Nº. 12 se ocupa de las violaciones del derecho a la alimentación, que
pueden producirse por actos tanto directamente realizados por los Estados como por otras instituciones
insuficientemente reguladas por éstos. Se entiende violado el derecho a la alimentación cuando un Estado,
teniendo capacidad, no garantiza la satisfacción de, al menos, el nivel mínimo esencial necesario para estar
protegido contra el hambre(53). Toda persona o grupo que sea víctima de una violación del derecho a la
alimentación debe tener derecho a acceder a recursos judiciales adecuados o a otros recursos apropiados en
los planos nacional e internacional. Por ello es importante la incorporación en el orden jurídico interno de los
instrumentos internacionales que reconocen el derecho a la alimentación ya que entonces a los tribunales se les
facilitará juzgamiento de tales violaciones(54). Pero los Estados también tendrán que aprobar una estrategia
nacional que garantice la seguridad alimentaria y de nutrición para todos(55).

En el año 2000, la hoy desaparecida Comisión de Derechos Humanos designó un Relator Especial sobre el
derecho a la alimentación con el mandato de a) promover la plena realización del derecho a la alimentación y la
adopción de medidas a nivel nacional, regional e internacional para la realización del derecho de toda persona a
una alimentación apropiada y el derecho fundamental de toda persona a no padecer hambre, a fin de que pueda
desarrollar y mantener plenamente su capacidad física y mental; b) examinar los medios apropiados para
superar los obstáculos presentes y futuros para la realización del derecho a la alimentación; c) seguir
incorporando una perspectiva de género y teniendo en cuenta el factor edad en el cumplimiento del mandato,
habida cuenta de que las mujeres y los niños se ven desproporcionadamente afectados por el hambre, la
inseguridad alimentaria y la pobreza; d) presentar propuestas que pudieran contribuir a la realización del ODM 1;
e) presentar recomendaciones sobre posibles medidas destinadas a lograr progresivamente la plena realización
del derecho a la alimentación, en particular medidas para promover las condiciones que permitan que ninguna
persona padezca hambre y que, tan pronto como sea posible, toda persona pueda disfrutar plenamente del
derecho a la alimentación; f)?trabajar en estrecha cooperación con todos los Estados, organizaciones
intergubernamentales y no gubernamentales, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y otros
actores pertinentes; y g) seguir participando en las conferencias y reuniones internacionales pertinentes, y
aportando contribuciones a ellas, con miras a promover la realización del derecho a la alimentación.

El Relator Especial -quien presenta informes anuales sobre el derecho a la alimentación al Consejo de Derechos
Humanos (reemplazante de la ex Comisión) y la Asamblea General de las Naciones Unidas- ha conceptualizado
este derecho diciendo que consiste en tener acceso, de manera regular, permanente y libre, sea directamente,
sea mediante compra en dinero, a una alimentación cuantitativa y cualitativamente adecuada y suficiente, que
corresponda a las tradiciones culturales de la población a que pertenece el consumidor y que garantice una vida
psíquica y física, individual y colectiva plena. Y también ha identificado siete grandes obstáculos que afectan
directamente la realización de este derecho(56): la liberalización del comercio internacional, la deuda externa de
los países más pobres, la biotecnología que no está al alcance de todos, los conflictos armados, la corrupción,
la falta de acceso al agua, la tierra y el crédito para todos y la discriminación contra la mujer.

5. El derecho a la alimentación en Argentina.

En muchos países el problema de la inseguridad alimentaria no es un problema de producción y oferta sino de


incapacidad de acceso, principalmente por una estructura de distribución del ingreso muy inequitativa. Es el
caso de Argentina, donde, a pesar de mejoras macroeconómicas o de mayor cobertura de los programas
sociales, la inseguridad alimentaria sigue afectando a una parte importante de los hogares. En efecto, según un
estudio realizado por la Universidad Católica Argentina, tres de cada diez niños/as entre 0 y 17 años viven en
hogares que no logran garantizar el alimento para todos sus miembros en cantidad y calidad. Y dentro de esta
población, prácticamente la mitad experimenta lo que se denomina inseguridad alimentaria severa, que es la
situación que afecta de modo directo a los chicos/as, y que reporta la sensación de hambre en los menores de
18 años. Además, antes aún de la pandemia de COVID 19, se estimaba que casi el 55% de los chicos/as en
edad de estar en la educación primaria estaba accediendo a algún tipo de alimento gratuito (en escuelas y/o
comedores)(57).

En el orden normativo, en Argentina el derecho a una alimentación adecuada como tal, autónomamente, no se
encuentra reconocido de manera expresa en la Constitución strictu sensu, como sí acontece en otros países
americanos (por ejemplo, Brasil, Ecuador, Panamá, Suriname). Sin embargo, a partir de la reforma
constitucional de 1994 que acarreó una ampliación considerable, aunque asistemática(58), de los derechos,
tanto por introducción de nuevas normas en el texto supremo cuanto por dotación de jerarquía constitucional a
ciertos instrumentos internacionales sobre derechos humanos, podemos sostener que el derecho a la
alimentación aparece, aunque de modo indirecto, garantizado con rango normativo supremo. Ello es así porque
el constituyente de 1994 decidió otorgar jerarquía suprema a once(59) instrumentos internacionales sobre
derechos humanos entre los que se encuentran la mayoría de los directamente relacionados al tema que nos
ocupa y a los que ya hemos hecho referencia supra. Estos instrumentos gozan de jerarquía constitucional en las
condiciones de su vigencia lo que, en la doctrina de la Corte Suprema de Justicia de la Nación significa tal como
los mismos son interpretados y aplicados por los órganos internacionales encargados de su interpretación y
aplicación(60).

En este sentido, en varias ocasiones, el Alto Tribunal para fundar sus decisiones ha apelado a observaciones
generales del Comité Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales(61). No cabe duda,
entonces, que cuando el derecho en cuestión sea el derecho a una alimentación adecuada, además de otros
instrumentos de protección internacional de los derechos humanos, el Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales, la Observación General No. 12 y todas las decisiones del Comité DESC
deben ser de inexcusable aplicación por todos los órganos del Estado argentino, en cuanto es la interpretación
que de un instrumento internacional con jerarquía constitucional ha hecho el órgano competente para ello.

Si bien, en general, los procedimientos judiciales pueden no ser la manera más fácil de encontrar solución ante
la acción u omisión estatal, cuando está en juego un derecho fundamental porque pueden demandar mucho
tiempo, ser onerosos y de difícil acceso para las personas y los grupos, el Poder Judicial suele ser el garante
último de los derechos humanos en un país, desempeñando un papel fundamental en su protección. Y,
reiteramos, el pleno goce de los derechos económicos, sociales y culturales, en general, y del derecho a la
alimentación, en particular, implica que el Estado garantice el acceso a una tutela judicial efectiva a toda víctima
de una violación a estos derechos para lograr la satisfacción de sus demandas.

En definitiva, como dijimos, cuando un individuo o un grupo sea incapaz, por razones que escapen a su control,
de disfrutar del derecho a una alimentación adecuada por los medios a su alcance, podrá reclamarle al Estado
su satisfacción, en la medida en que los Estados tienen la obligación de realizar (hacer efectivo) ese derecho.
En este sentido, haremos a continuación una breve referencia a algunos fallos de distintas jurisdicciones e
instancias, que, en las últimas dos décadas, se han hecho cargo de la responsabilidad que, como poder del
Estado, les incumbe a los jueces en la garantía del derecho a una alimentación adecuada.

5.1. En medio de la crisis económico-social que asolaba el país en 2002, el titular del Juzgado de Menores y
Familia Número 2, de Paraná, Entre Ríos, hizo lugar a una acción de amparo promovida por el Defensor del
Superior Tribunal de Justicia para que la Provincia suministrase la alimentación digna y necesaria para la
subsistencia de una joven pareja de desocupados con tres pequeños hijos desnutridos, hasta tanto se los
insertase en algún programa social de apoyo o se cumpliese con el mandato convencional por el que "los
Estados parte prestarán la asistencia apropiada a los padres y a los representantes legales para el desempeño
de sus funciones en lo que respecta a la crianza del niño"(62). El magistrado condenó al estado provincial a
cumplir con lo solicitado y hasta tanto ello ocurriera, como medida cautelar ordenó que, a través de un
supermercado cercano a los actores, les suministrase alimentos cuyo costo debería abonar la demandada. Las
normas de rango supremo, justificó, en una pionera decisión celebrada por la doctrina(63), imponen a los jueces
su aplicación cuando el sistema asistencial del Estado ha fallado, como en el caso de autos, pues su juramento
ha sido defender y hacer cumplir la Constitución(64).

5.2. A su turno, la justicia en lo Contencioso Administrativo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en varias
ocasiones se ha pronunciado positivamente haciendo lugar a distintos reclamos contra el Gobierno local en
torno al derecho a la alimentación.

En 2003, el titular del Juzgado en lo Contencioso Administrativo y Tributario Nro. 3 de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires dispuso, a través de una medida cautelar solicitada por una mujer que había sido arbitrariamente
excluida de un programa asistencial ("Vale Ciudad"), que el gobierno porteño la incorporase de forma inmediata
al mismo o continuase con la entrega de un bolsón de comida -que con anterioridad recibía- por semana con los
alimentos necesarios para una adecuada alimentación del grupo familiar, carente de recursos, que estaba
integrado por 6 menores con cuadros de desnutrición; circunstancia que fuera acreditada por los médicos del
Hospital Argerich. También en este caso se invocó el derecho internacional de los derechos humanos para
fundamentar la resolución adoptada aunque el juez sólo mencionó que estaban comprometidos los derechos a
la vida y a la salud de los niños(65).

En 2012, una acción de amparo planteada por una mujer de 64 años por habérsele negado un incremento en el
monto del subsidio mensual del Programa Ciudadanía Porteña "Con Todo Derecho" que percibía y que ella
esgrimía era insuficiente para satisfacer sus necesidades especiales de alimentación (debía consumir
determinados alimentos para evitar que la enfermedad que padecía se agravase) fue resuelta favorablemente
en primera instancia, disponiendo el juez que el Gobierno porteño proporcionase a la actora la suma de dinero
necesaria para adquirir los alimentos adecuados para sus necesidades alimentarias. No obstante la apelación
de la demandada, tanto la Cámara como el Superior Tribunal de la Ciudad confirmaron la sentencia de
grado(66), en el entendimiento de que cuando las normas del bloque de constitucionalidad tutelan el derecho a
una alimentación adecuada, imponen una obligación más profunda que la simple entrega de sumas dinerarias
que no alcanzan a cubrir las necesidades alimentarias especiales de quien padece una enfermedad, que
requiere de una dieta en particular, que ha sido ordenada por un profesional especializado en nutrición.

Un planteo semejante al del caso anterior, tuvo, en cambio, un resultado adverso en primera instancia. En
efecto, se rechazó la medida cautelar solicitada por una persona discapacitada con diversas patologías
(artropatía progresiva y degenerativa, entre otras) que, en razón de su enfermedad, debía cumplir con una dieta
especial a la que no podía acceder por carecer de ingresos suficientes. Sin embargo, la Sala III de la Cámara en
lo Contencioso Administrativo y Tributario revocó la decisión del a quo, ordenando al Gobierno de la Ciudad a
aumentar la cuota alimentaria prevista, según los parámetros fijados por la Canasta Básica de Alimentos de la
Dirección General de Estadísticas y Censos porteña, con fundamento en la normativa internacional, nacional y
local que tutelan el derecho a la alimentación(67). Y el mismo órgano jurisdiccional, con argumentos similares,
otra vez revocó una decisión de primera instancia que había rechazado, en esa oportunidad, el pedido de una
persona que no tenía recursos para satisfacer sus necesidades alimentarias especiales en razón, en este caso,
de padecer diabetes(68).

Por su parte, en 2017, destacando que la alimentación adecuada es "una subespecie del derecho a la vida"
vinculado al "derecho constitucional a la salud", el titular del juzgado en lo Contencioso Administrativo y
Tributario N° 18 resolvió hacer lugar a la acción de amparo interpuesta por una familia en situación de
vulnerabilidad social -integrada por un hombre de 52 años, una mujer de 34 y los dos hijos de la pareja de 5 y 4
años-, a fin de que pudiesen acceder a la dieta especial que el grupo requería, a raíz del complejo cuadro de
salud que presentaban el padre y uno de los menores. Así, entre otras mandas, el magistrado ordena al
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires a que, en el plazo de cinco días, mediante ayuda económica o en
especie, garantizase el acceso a los alimentos necesarios para satisfacer la dieta prescripta para el grupo
familiar, según el plan nutricional definido por los especialistas(69).

5.7. Frente a las sistemáticas omisiones del Estado Nacional y de la Provincia del Chaco en prestar la debida
asistencia humanitaria y ante la grave situación de "exterminio silencioso, progresivo, sistemático e inexorable"
que sufren las poblaciones indígenas ubicadas en el sudeste del Departamento General Güemes y noroeste del
Departamento Libertador General San Martín de esa provincia, el Defensor del Pueblo de la Nación, en virtud de
las atribuciones que le confiere el Artículo 43 CN, planteó una acción de amparo contra ambas jurisdicciones
para que se las condenase a garantizarles continua y permanentemente una real y efectiva calidad de vida
digna, conjuntamente con los derechos que conlleva esta expresión en su máxima amplitud y plenitud. Y como
medida previa, pretendía se ordenase a los demandados adoptar las acciones urgentes que fueran necesarias
(provisión de alimentos, además de medicamentos, alimentos y agua potable) para concretar las condiciones
mínimas de vida que garantiza la Constitución Nacional, en razón de las obligaciones que les incumben por
mandato nacional, provincial e internacional.

Posicionándose el máximo tribunal en guardián y custodio de los derechos humanos para evitar -ante la
inactividad y omisión de los órganos ejecutivos nacional y provincial de sus deberes- su desconocimiento y
vulneración, y sin perjuicio de lo que en definitiva fuese la decisión final del juicio, requirió al Estado Nacional y a
la Provincia del Chaco, con plazo perentorio (treinta días) que le informasen en una audiencia pública las
medidas previstas para la protección de la comunidad indígena en cuestión, el presupuesto y destino de los
recursos fijados a ese fin; y los programas de alimentación (además de salud, asistencia, provisión de agua
potable, fumigación, educación y habitacionales). Asimismo, haciendo lugar a la medida cautelar solicitada en
autos, ordenó que los demandados suministrasen alimentos (también agua potable y medios de transporte y
comunicación adecuados a cada uno de los puestos sanitarios de la zona) a las comunidades afectadas(70).

En la audiencia pública citada el Defensor del Pueblo denunció que, tras haber visitado varias localidades en la
semana anterior, pudo constatar in situ que no habían llegado ni los alimentos ni el agua que habían sido
dispuestos por la medida cautelar. En su informe anual de 2009, si bien apunta que se había regularizado la
entrega estatal de cajas de alimentos en la zona, también refiere haber recibido quejas de pobladores que
señalaban que en algunos casos la distribución se hacía de manera arbitraria y desigual, así como que los
elementos contenidos en dichas cajas no satisfacían las necesidades de la población originaria en razón de ser
ajenos a sus pautas alimentarias(71). Ese año el Gobierno de la Provincia de Chaco presentó el "Programa de
desarrollo de las comunidades aborígenes en el área de la medida cautelar de la CSJN" con organismos del
Gobierno Nacional y el Instituto del Aborigen del Chaco (IDACh), que ordena la política pública en la región y
desde entonces, funcionarios de la oficina del Defensor del Pueblo (el cargo está vacante desde 2009) han
efectuado, al menos, una visita anual a las comunidades indígenas de la zona, en el marco de la cautelar en
trámite ante el Máximo Tribunal, cuyos resultados son incluidos en los informes anuales que la Institución
presenta al Congreso.

En todos los casos se siguen consignando falencias e irregularidades. En el Informe 2014 se advierte que las
medidas adoptadas por los gobiernos no han sido suficientes para lograr una calidad de vida digna de los
habitantes de las comunidades del caso y se sugiere que, concretamente, respecto del derecho a la
alimentación, los pueblos participen en la definición de qué debe contener la caja alimentaria (Nación) o el
bolsón de alimentos (Provincia) para un mejor aprovechamiento de la ayuda; y que también lo hagan en la
definición de los modos de distribución de los mismos(72). En el de 2015, se consigna que en algunos lugares la
asistencia alimentaria había sido suspendida hacía tiempo y en otros donde, en principio, existía cobertura, ésta
adolecía de deficiencias importantes en su cantidad, contenido y forma de distribución, lo cual, finalmente,
socavaba su eficacia(73); situación que continuaba al año siguiente(74). En los últimos tres informes anuales, no
se hace referencia a estas visitas.

6. A modo de conclusión.

A pesar de los avances normativos y en la toma de conciencia sobre la gravedad de la situación del hambre y la
malnutrición que se han realizado en las últimas décadas, los países casi no han cumplido las promesas
realizadas en el seno de la comunidad internacional y las expectativas de futuro tampoco son muy
prometedoras.

No obstante, la inclusión de estos temas en un lugar destacado de la agenda política internacional y doméstica
-sobre todo en aquellos países con mayores problemas- es un enorme paso adelante, puesto que conlleva el
reconocimiento del problema, su visibilización; y la posibilidad de empezar a discutir sus causas e iniciar
acciones para su solución. Si bien esto es un avance importante, aún está pendiente transformar las
declaraciones y acuerdos en políticas públicas que dispongan de los correspondientes presupuestos para
enfrentar un enorme desafío. Sin voluntad política de los gobiernos (incluyendo a todos los órganos estatales) ni
el apoyo y la vigilancia constante de la sociedad civil, no se podrán erradicar estos flagelos.

Y mientras no se garantice el derecho humano a una alimentación adecuada de manera universal, la plena
eficacia de todos los derechos humanos será una deuda pendiente. La humanidad tiene ese enorme reto.

Notas al pie:

*) María de las Nieves Cenicacelaya, Universidad Nacional de La Plata.

1) Añón Roig, María José. "Derechos sociales en perspectiva de género. Qué son los DESC. Indivisibilidad.
Respeto a las mujeres y garantías jurídicas" en Pisarello, Gerardo y Valiño, Vanesa (Coord.) Herramientas para
la defensa de los derechos económicos, sociales y culturales, Observatori DESC, Barcelona, 2006, página 54.

2) FAO - FIDA - UNICEF - PMA - OMS. El Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo (SOFI
2018). Fomentando la Resiliencia Climática en Aras de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición, FAO, Roma,
2018.

3) Esquinas Alcázar, José T. Hambre y globalización. Situación actual y cooperación internacional en Seguridad
alimentaria y políticas de lucha contra el hambre, Cátedra de Estudios sobre Hambre y Pobreza, Oficina de
Cooperación Internacional de Desarrollo. Diputación de Córdoba - Servicio de Publicaciones de la Universidad
de Córdoba, Córdoba, 2006, página 40.

4) Aprobada por Resolución de la Asamblea General 3348 (XXIX).

5) A/RES/55/2, 13 de setiembre de 2000.

6) Bindraban, Prem S., Brouswer, Inge D., Moll, Henk A. J. "Hacia las estrategias nacionales de seguridad
alimentaria y reducción de la pobreza: la necesidad de la capacidad de desarrollo y atención internacional" en
Seguridad alimentaria y políticas de lucha contra el hambre, Cátedra de Estudios sobre Hambre y Pobreza,
Oficina de Cooperación Internacional de Desarrollo. Diputación de Córdoba - Servicio de Publicaciones de la
Universidad de Córdoba, Córdoba, 2006, página 67.

7) Vivero, José Luis y Porras, Carmen. América Latina y Caribe sin hambre. "Un desafío alcanzable a través de
políticas públicas que incorporen la nueva ruralidad en 2025" en Seguridad alimentaria y políticas de lucha
contra el hambre, Cátedra de Estudios sobre Hambre y Pobreza, Oficina de Cooperación Internacional de
Desarrollo. Diputación de Córdoba - Servicio de Publicaciones de la Universidad de Córdoba, Córdoba, 2006,
página 100.

8) PNUD. Informe sobre Desarrollo Humano, Nueva York, 1997, página 17.
9) U.N. Doc. E/CN.4/RES/2001/25, Commission on Human Rights, The right to food, párrafo 3.

10) Principio 3, Declaración de la Tercera Cumbre Mundial sobre la Seguridad Alimentaria, Roma, 2009.

11) Seoane, José. "Prácticas emancipatorias y soberanías populares. Reflexiones sobre las experiencias y
desafíos de nuestra América" en La soberanía popular en debate, Debates Urgentes, Año 1, Nro. 2, diciembre
de 2012, La Plata, página 21.

12) Asamblea General, A/RES/70/1.

13) FAO. Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional en América Latina y el Caribe 2011, FAO, Roma,
2011, página 3.

14) Ibídem, página 11.

15) Piovesan, Flávia. "Protección de los derechos sociales en el ámbito internacional" en Capaldo, Griselda,
Sieckmann, Jan y Clérico, Laura (Directores), Internacionalización del Derecho Constitucional y
constitucionalización del Derecho Internacional, EUdeBA, Buenos Aires, 2012, página 340.

16) Carpizo, Jorge. "Los derechos humanos" en Fix Zamudio, Héctor et al. Protección Internacional de los
Derechos Humanos, Editora Platense, La Plata, 2000, página 36.

17) Truyol y Serra, Antonio. Los derechos humanos, Tecnos, Madrid, 1968, página 11.

18) A/RES/3/217 A.

19) A/RES/21/2200.

20) Vasak, Karel. "Les mysterieux droits economiques de l'homme" en AA.VV., Rumbos del Derecho
Internacional de los Derechos Humanos, Liber Amicorum Cançado Trindade, Tomo III, Sergio Antonio Fabris
Editor, Porto Alegre, 2005, pp. 253 - 265.

21) Proclamación de Teherán, punto 13.

22) A/RES/41/117.

23) Declaración y Programa de Acción de Viena, parte I, párrafo 5.

24) Salvioli, Fabián O. "El aporte de la Declaración Americana de 1948 para la protección internacional de los
derechos humanos" en El sistema interamericano de protección de los derechos humanos en el umbral del siglo
XXI, Tomo I, Corte Interamericana de Derechos Humanos, San José de Costa Rica, 2001, página 5.

25) Rabinovich Berkman, Ricardo. Derechos Humanos. Una introducción a su naturaleza y a su historia.
Editorial Quórum, Buenos Aires, 2007, página 24.

26) Nikken, Pedro. La protección internacional de los derechos humanos: su desarrollo progresivo, Instituto
Interamericano de Derechos Humanos - Cívitas, Madrid, 1987, página 116.

27) Pinto, Mónica. "Los derechos económicos, sociales y culturales y su protección en el sistema universal y en
el sistema interamericano", Revista del Instituto Interamericano de Derechos Humanos, Vol. 40, San José, Julio
- Diciembre 2004, página 37.
28) Texier, Philippe. "Exigibilidad de los derechos económicos, sociales y culturales en el sistema universal" en
AA.VV., Construyendo una agenda para la justiciabilidad de los derechos sociales, CEJIL, San José, 2004,
página 17.

29) Artículo 2.1, Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; artículo 26, Convención
Americana sobre Derechos Humanos y artículo 1, Protocolo de San Salvador.

30) Courtis, Christian (Comp.) "La prohibición de regresividad en materia de derechos sociales: apuntes
introductorios" en Ni un paso atrás. La prohibición de regresividad en materia de derechos sociales, CELS,
Editores del Puerto, Buenos Aires, 2006, página 8.

31) Comité DESC, Observación General No. 3, "La índole de las obligaciones de los Estados Partes (párrafo 1
del artículo 2 del Pacto)", 1990, párrafo 2.

32) CIDH, Tercer Informe sobre la situación de los derechos humanos en Colombia, OEA/Ser./L/VII/.102 doc. 9
rev. 1, 1999, párrafo 6.

33) Sepúlveda, Magdalena. "La interpretación del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la
expresión "progresivamente"" en Courtis, Christian (Comp.) Op. Cit., página 124.

34) Los "Principios de Limburg sobre la Aplicación del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales" es un documento surgido de un grupo de expertos en el campo del Derecho Internacional, reunidos
en la Facultad de Derecho de la Universidad de Limburg (Maastricht, Países Bajos) entre el 2 y el 6 de junio de
1986 con el propósito de considerar la naturaleza y el alcance de las obligaciones de los Estados Partes del
PIDESC que fue adoptado luego por Naciones Unidas, UN Doc. E/C 4/1987/17.

35) Courtis, Christian (Comp.) "La prohibición de regresividad en materia de derechos sociales: apuntes
introductorios" en Ni un paso atrás. La prohibición de regresividad en materia de derechos sociales, CELS,
Editores del Puerto, Buenos Aires, 2006, página 9.

36) Cançado Trindade, Antônio Augusto. El derecho internacional de los derechos humanos en el siglo XXI,
Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 2001, página 117.

37) Comité DESC, Observación General No. 3, "La índole de las obligaciones de los Estados Partes (párrafo 1
del artículo 2 del Pacto)", 1990, párrafo 1.

38) U.N. Doc. E/CN.4/sub.2/1987/23.

39) Artículo 8, Declaración Universal de Derechos Humanos; artículo XVIII, Declaración Americana de Derechos
y Deberes del Hombre; artículo 14.1, Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y artículos 8.1 y 25.1,
Convención Americana sobre Derechos Humanos.

40) CIDH, Informe del Comisionado Víctor Abramovich sobre El acceso a la justicia como garantía de los
derechos económicos, sociales y culturales. Estudio de los estándares fijados por el Sistema Interamericano de
Derechos Humanos, OEA/Ser.L/V/II.129 Doc. 4, 7 de setiembre de 2007.

41) Comité DESC, Observación General No. 3, "La índole de las obligaciones de los Estados Partes (párrafo 1
del artículo 2 del Pacto)", 1990, párrafo 5.

42) Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social, y a obtener, mediante el
esfuerzo nacional y la cooperación internacional, habida cuenta de la organización y los recursos de cada
Estado, la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales, indispensables a su dignidad y al libre
desarrollo de su personalidad.

43) Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el
bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales
necesarios;(...).

44) Blanc Altemir, Antonio. "Artículo 25" en La Declaración Universal de los Derechos Humanos. Comentario
artículo por artículo, Icaria Antrazyt, Barcelona, 1998, página 411.

45) Gros Espiell, Héctor. Estudios sobre derechos humanos, Civitas, Madrid, 1988, página 332.

46) Villán Durán, Carlos. "The right to food and drinking water in internacional law: new developments" en
AA.VV., Os Rumos du Direito Internacional dos Direitos Humanos, Liber Amicorum Cançado Trindade, Tomo IV,
Sergio Antonio Fabris Editor, Porto Alegre, 2005, página 471.

47) Observación General Nº. 12, párrafo 4.

48) Observación General Nº. 12, párrafo 6.

49) Comité DESC, Observación General No. 3 "La índole de las obligaciones de los Estados Partes (párrafo 1
del artículo 2 del Pacto)", 1990, párrafo10.

50) Observación General Nº. 12, párrafo 14.

51) Observación General Nº. 12, párrafo 7, 9, 10, 11, 12 y 13.

52) Observación General Nº. 12, párrafo 15.

53) Observación General Nº. 12, párrafo 17 y 19.

54) Observación General Nº. 12, párrafo 32 y 33.

55) Observación General Nº. 12, párrafo 21 a 30.

56) E/CN.4/2001/53, párrafo 69 a 80.

57) Tuñón, Ianina. Condiciones de vida de las infancias pre-pandemia COVID-19. Evolución de las privaciones
de derechos 2010-2019. Documento estadístico. Barómetro de la Deuda Social Argentina. Serie Agenda para la
Equidad (2017-2025), Fundación Universidad Católica Argentina, Buenos Aires, 2020, página 17.

58) Quiroga Lavié, Humberto, Benedetti, Miguel Ángel y Cenicacelaya, María de las Nieves, Derecho
Constitucional Argentino, Rubinzal Culzoni, Santa Fe - Buenos Aires, 2001, página 252.

59) En la actualidad, catorce, por decisión del Congreso Nacional, en los términos del artículo 75 inc. 22 CN.

60) CSJN, caso "Giroldi", 1995, Fallos 318:514.

61) Así, en "Campodónico de Beviaqua" (Fallos 323:3229) apeló a la Observación General Nº 4 "El derecho a
una vivienda adecuada" de 1991; en "Aquino" (Fallos 328:3753) a la Observación General Nº 15 "El derecho al
agua" de 2002 y en 2012, en "Q. C., S. Y. c/ Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires s/ amparo" (Fallos 335:452)
a la Observación General Nº 5 "Las personas con discapacidad" de 1994.

62) Convención sobre los Derechos del Niño, artículo 18.2.

63) Quiroga Lavié, Humberto. "Emergencia alimentaria: rol del Estado y división de poderes" en Revista de
Derecho Público, Nro. 2002-2, La emergencia económica (segunda parte), 2002, Ed. Rubinzal-Culzoni, Santa
Fe, página 43.

64) Caso "Defensor del Superior Tribunal de Justicia c/Provincia de Entre Ríos", 21 de julio de 2002.

65) Caso "Cerrudo María Delia y otros c/ GCBA s/ amparo", 11 de marzo de 2003.

66) Caso "Bareiro Alcaraz, Tomasa c/GCBA s/amparo", 27 de noviembre de 2012.

67) Caso "Barrios Arias, Flora M. c/ GCBA", 16 de julio de 2015.

68) Caso "Barreto, Marcos A. c/ GCBA s/ amparo", 31 de marzo de 2016.

69) Caso N., R. E. y otros c/ GCBA s/ amparo", 21 de abril de 2017.

70) Caso Defensor del Pueblo c/ Estado Nacional y Pcia. del Chaco -2007-, Fallos 330:4134 y 4590).

71) Defensor del Pueblo de la Nación, Décimo Sexto Informe Anual -2009- página 20.

72) Defensor del Pueblo de la Nación, Vigésimo Primero Informe Anual -2014- pp. 178-180.

73) Defensor del Pueblo de la Nación, Vigésimo Segundo -2015- página 43.

74) Defensor del Pueblo de la Nación, Vigésimo Tercero Informe Anual -2016- página 269.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

-ANÓN ROIG, María José. "Derechos sociales en perspectiva de género. Qué son los DESC.
Indivisibilidad. Respeto a las mujeres y garantías jurídicas" en PISARELLO, Gerardo y VALIÑO, Vanesa
(Coord.) Herramientas para la defensa de los derechos económicos, sociales y culturales, Observatori DESC,
Barcelona, 2006, pp. 51-68.

-BINDRABAN, Prem S., BROUSWER, Inge D., y MOLL, Henk A. J. "Hacia las estrategias nacionales de
seguridad alimentaria y reducción de la pobreza: la necesidad de la capacidad de desarrollo y atención
internacional" en CÁTEDRA DE ESTUDIOS SOBRE HAMBRE Y POBREZA, Oficina de Cooperación
Internacional de Desarrollo, Diputación de Córdoba, Seguridad alimentaria y políticas de lucha contra el
hambre, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Córdoba, Córdoba, España, 2006, pp. 61-86.

-BLANC ALTEMIR, Antonio. "Artículo 25" en La Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Comentario artículo por artículo, Icaria Antrazyt, Barcelona, 1998.

-CANÇADO TRINDADE, Antônio Augusto. El derecho internacional de los derechos humanos en el siglo
XXI, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 2001.

-CARPIZO, Jorge. "Los derechos humanos" en FIX ZAMUDIO, Héctor et al. Protección Internacional de
los Derechos Humanos, Editora Platense, La Plata, 2000, pp. 25-36.
-COURTIS, Christian (Comp.) Ni un paso atrás. La prohibición de regresividad en materia de derechos
sociales, CELS - Editores del Puerto, Buenos Aires, 2006.

-ESQUINAS ALCÁZAR, José T. "Hambre y globalización. Situación actual y cooperación internacional en


CÁTEDRA DE ESTUDIOS SOBRE HAMBRE Y POBREZA, Oficina de Cooperación Internacional de
Desarrollo, Diputación de Córdoba, Seguridad alimentaria y políticas de lucha contra el hambre, Servicio de
Publicaciones de la Universidad de Córdoba, Córdoba, España, 2006, pp. 27-35.

-FAO. Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional en América Latina y el Caribe 2011, FAO, Roma,
2011.

-FAO, WFP & IFAD. The State of Food Insecurity in the World. Economic growth is necessary but not
sufficient to accelerate reduction of hunger and malnutrition, FAO, Rome, 2012.

-GROS ESPIELL, Héctor. Estudios sobre derechos humanos, Civitas, Madrid, 1988.

-PINTO, Mónica. "Los derechos económicos, sociales y culturales y su protección en el sistema universal y
en el sistema interamericano" en Revista del IIDH, Vol. 40, San José, Julio - Diciembre 2004, pp. 25-86.

-PIOVESAN, Flávia. "Protección de los derechos sociales en el ámbito internacional" en CAPALDO,


Griselda, SIECKMANN, Jan y CLÉRICO, Laura (Directores), Internacionalización del Derecho
Constitucional y constitucionalización del Derecho Internacional, EUdeBA, Buenos Aires, 2012.

-QUIROGA LAVIÉ, Humberto, BENEDETTI, Miguel Ángel y CENICACELAYA, María de las Nieves,
Derecho Constitucional Argentino, Rubinzal Culzoni, Santa Fe - Buenos Aires, 2001.

-SALVIOLI, Fabián O. "El aporte de la Declaración Americana de 1948 para la protección internacional de
los derechos humanos" en Corte Interamericana de Derechos Humanos, "El sistema interamericano de
protección de los derechos humanos en el umbral del siglo XXI", Tomo I, Corte IDH, San José, 2001, pp.
1-16.

-SEOANE, José. "Prácticas emancipatorias y soberanías populares. Reflexiones sobre las experiencias y
desafíos de nuestra América" en Debates Urgentes, Año 1, Nro. 2, La soberanía popular en debate,
diciembre de 2012, La Plata, pp. 13-31.

-SEPÚLVEDA, Magdalena. "La interpretación del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales
de la expresión "progresivamente"" en Courtis, Christian (Comp.) Ni un paso atrás. La prohibición de
regresividad en materia de derechos sociales, CELS - Editores del Puerto, Buenos Aires, 2006, pp. 117-150.

-TEXIER, Philippe. "Exigibilidad de los derechos económicos, sociales y culturales en el sistema universal"
en AA.VV., Construyendo una agenda para la justiciabilidad de los derechos sociales, CEJIL, San José,
2004, pp. 13-24.

-TRUYOL Y SERRA, Antonio. Los derechos humanos, Tecnos, Madrid, 1968.

-VASAK, Karel. "Les mysterieux droits economiques de l'homme" en AA.VV., Os Rumos du Direito
Internacional dos Direitos Humanos, Liber Amicorum Cançado Trindade, Tomo III, Sergio Antonio Fabris
Editor, Porto Alegre, 2005, pp. 253 - 265.

-VILLÁN DURÁN, Carlos. "The right to food and drinking water in internacional law: new developments"
en AA.VV., Os Rumos du Direito Internacional dos Direitos Humanos, Liber Amicorum Cançado Trindade,
Tomo IV, Sergio Antonio Fabris Editor, Porto Alegre, 2005, pp. 453-491.

-VIVERO, José Luis y PORRAS, Carmen. "América Latina y Caribe sin hambre. Un desafío alcanzable a
través de políticas públicas que incorporen la nueva ruralidad en 2025" en CÁTEDRA DE ESTUDIOS
SOBRE HAMBRE Y POBREZA, Oficina de Cooperación Internacional de Desarrollo, Diputación de
Córdoba, Seguridad alimentaria y políticas de lucha contra el hambre, Servicio de Publicaciones de la
Universidad de Córdoba, Córdoba, España, 2006, pp. 87 - 115.

También podría gustarte