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sentado que, en la naturaleza, un hecho sigue a otro necesaria e inva-


riablemente, sin la intervención de ningún agente espiritual O personal.
De este modo, su concepto fundamental es idéntico al de la ciencia mo-
dcrna, el sistema entero se entiende como una creencia implícita, pero
real y firme, cu el orden y uniformidad de la naturaleza. El mago no
duda de que las mismas causas producirán siempre los mismos efectos,
ni de <¡ue a la ejecución de las ceremonias debidas, acompañadas de los
conjuros apropiados, sucederán inevitablemente los resultados deseados,
a menos que sus encantamientos sean desbaratados y contrarrestados por
los conjuros más potentes de otro hechicero, El no ruega a ningún alto
p.oder; no demanda el favor del veleidoso y vacilante ser; no se humilla ';..
ante ninguna deidad terrible. Ni a su propio poder, grande como lo
cree, 10 supone arbitrario ni ilimitado. Sólo podrá manejarlo mientras

C. / ~~4 Cl'l~-z)
se atenga estrictamente a las reglas de su arte, a lo qne pudiéramos lla-
/ J.
f «.,4-¿~~ mar leyes de la naturaleza, tal e01l10 él las concibe. Descuidar estas
reglas o cometer la más pequeña infracción de ellas es incurrir en el
fracaso c incluso cxponcrse cl inexperto practicón a los peligros más
extremos. Si reclama una soberanía sobre la naturaleza, es una soberanía

i.: Jl OV'Y'YI o:> ~'lJc- ¡AC.F~l' f.Qy:A constitucional, rigurosamente limitada en su alcance y ejercida en ron-
fonnidad exacta con la experiencia. Así, vemos que es estrecha la analogía

- cutre las concepciones mágicas y científicas del universo, En ambas, la


sucesión de acaccirnicutos se supone quc es perfectamente
cierta, estando dctcnninadus por leyes inmutables, cuya actuación puede
regular y

j{~.~ pc{? ser prevista y calculada con precisión; los elementos de capricho, azar y
aeeidcnte son proscritos del curso natural. Antc ambas, se abre una ,
visión. aparentemente ilimitada, de posibilidades para los quc conocen
las causas de las cosas y pueden manejar los resortes secretos <¡ue ponen
en movimiento el vasto e inextricable mecanismo del universo. De
ahí la fuerte atracción (lue la magia y la ciencia han ejcrcido sobre la
mente humana; de ahí los poderosos estímulos que ambas han dado a la
consecución de la ' sabiduria Ellas animun al cansado inquisidor, al fa-
tigado investigador, a través del desierto de las desilusiones presentes, con
promesa!> sin límites en el futuro; ellas le colocan en la cumbre de una
altísima montaña y le muestran, más allá de las nubes sombrías y de la
CAPITULO IV cambiante niebla que pisan, la visión de la ciudad celestial. muy lejos
" tal vez. pero radiante de esplendor ultratcrrcno, bañada en la luz del
i\IAG1A Y RELIGIóN ensueño.
El defecto fatal de la magia no está en su presunción general de
Los ejemplos reunidos en el capítulo anterior son suficientes p~Ha ilus- una serie de fenómenos determinados en virtud de leves, sino en su con-
trar los principios generales de la magia simpatética en sus dos f<11l1aS, cepción por completo errónea de la naturaleza de las leyes particulares
a las que hemos dado los nombres de horneopáticn v cont.uninautc o que rigen esa serie. Si analizamos los casos variados de magia sirnpaté-
contagiosa. En algunos casos de magia presentados, liemos visto que se tica que se han examinado en las págin;:¡s precedentes y que pueden consi-
supone la actuación de los espíritus y que se intenta atraer su Favor con derarse COmo muestras normales del conjunto, encontramos, como aca-
oraciones y sacrificios, Pero estos casos son, en conjunto, excepcionales: bamos de indicar, que todos ellos son aplicaciones equivocadas de una u
muestran la magia teñida y amalgamada con la religión. Siempre que se otra de dos grandes leyes fundamentales del pensamiento, a saber, la
manifiesta la magia vimpatética en su forma pl1ra, sin adulterar. se d.1 por nsociacióu de ideas por semejanza y la asociación de ideas por con t igiii-
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dad en el tiempo o en el espacio. Una asociación errónea de ideas seme- obras, son igualmente esenciales a la religión, que no puede existir sin
jantes produce la magia horneopática o imitativa: una asociación de ambas. Mas no es necesario que la práctica religiosa tome siempre la for-
ideas antiguas, produce la magia contaminante o contagiosa. Los prin- ma de un ritual; esto es, no necesita consistir en la ofrenda sacrificíal, la
cipios de asociación son excelentes por sí mismos, y de hecho esenciales recitación de oraciones y otras ceremonias externas. Su propósito es
en absoluto al trabajo de la mente humana. Correctamente aplicados, complacer a la divinidad y si ésta gusta más de la caridad, la compasión
producen la ciencia; incorrectamente aplicados, producen la magia, her- y la castidad que de oblaciones de sangre, cánticos de himnos y humos
mana bastarda de la ciencia. Es, por esto, una perogrullada, casi una de incienso, sus adoradores la complacerán mejor no postrándose ante
tautología, decir que la magia es necesariamente falsa y estéril, pues si ella, ni entonando sus alabanzas, ni llenando sus templos con regalos
llegase alguna vez a ser verdadera y fructífera, ya no sería magia, sino costosos, sino siendo castos y misericordiosos y caritativos. hacia los
ciencia./Desde las más primitivas épocas, el hombre se ha enfrascado hombres; pues haciéndolo así, imitarán, en cuanto lo permite la humana
en la búsqueda de leyes generales para aprovecharse del orden íenomé- flaqueza, las perfecciones de la naturaleza divina. Este lado ético de la
nico natural, y en esta interminable búsqueda ha rastrillado junto a un religión es el que los profetas hebreos, inspirados en el notable ideal
gran cúmulo de máximas, algunas de las cuales son de oro y otras sim- de la bondad y santidad de Dios, nunca se cansaron de inculcar. Así,
ple escoria. Las verdaderas reglas de oro constituyen el cuerpo de ciencia Miqueas dice.i "Oh, hombre, él te ha declarado qué sea lo bueno,
aplicada que denominamos arte; las falsas son la magia. y qué pida de ti Jehová: solamente hacer juicio, y amar misericordia y
Si la magia es tan afín a la ciencia, nos queda por inquirir cuál es humillarte para andar COn tu Dios". Y en tiempos posteriores, mucha
su situación respecto a la religión. Mas la visión que tenemos de esta de la fuerza con la que el cristianismo conquistó el mundo se derivó del
relación estará necesariamente teñida por la idea que nos hemos formado mismo sublime concepto de la naturaleza moral de Dios y del deber de
de la religión misma; por esto, deberá esperarse razonablemente que el los hombres de asemejarse a ella. "La religión pura y sin mácula delante
escritor defina su concepto de religión antes de proceder a investigar de Dios y Padre es ésta: Visitar los huérfanos y las viudas en sus tribu-
su relación con la magia. Es probable que no exista en el mundo un laciones, y guardarse sin mancha de este mundo't.s
asunto acerca del cual difieran tanto las opiniones como éste de la natu- Pero si la religión implica, primero, la creencia en seres sobrehu-
raleza de la religión, y componer una definición de ella que satisfaga a manos que rigen al mundo y, segundo, la pretensión de atraer su favor,
todos es ciertamente imposible. Todo lo que un escritor puede hacer es se deduce claramente de ello que el curso de la naturaleza es en alguna
definir con claridad lo que entiende por religión y después emplear con- forma elástico o variable y que nosotros podemos persuadir o inducir a
secuentemente la palabra en tal sentido a través de toda su obra. Por los poderosos seres que lo gobiernan a que desvíen en nuestro beneficio
religión, pues, entendemos una propiciación o conciliación de los poderes la corriente de hechos del canal por el que de otro modo fluirían. Ahora
superiores al hombre, que se cree dirigen y gobiernan el curso de la bien, esta implícita elasticidad o variabilidad de la naturaleza se opone
naturaleza y de la vida humana. Así definida, la religión consta de dos directamente tanto a los principios de la magia como a los de la ciencia,
elementos, uno teórico y otro práctico, a saber, una creencia en poderes pues ambas presuponen que los procesos naturales son rígidos e invaria-
más altos que el hombre y un intento de éste para propiciarlos o corn- bles en sus operaciones y que no pueden ser desviados de su curso ni
placerlos. De los dos, es evidente que la creencia se formó primero, por persuasión y súplica, ni por amenaza e intimidación. La diferencia
puesto que deberá creerse en la existencia de un ser divino antes de entre los dos conceptos antagónicos del universo nace de la respuesta a
intentar complacerle. Pero a menos que la creencia guíe a una práctica la cuestión crucial: ¿son conscientes y personales las fuerzas que rigen
correspondiente, no será religión, sino meramente teología. En palabras al mundo, o inconscientes e impersonales? La religión, como una con-
de Santiagc.! "Así también la fe, si no tuviere obras, es muerta en sí cilíación de los poderes sobrehumanos, se abroga el primer téI~
misma". En otros términos, un hombre no es religioso si no gobierna la alternativa, pues toda conciliación implica que el ser concfuadoes un
su conducta de algún modo por el temor o amor de Dios. Por otro agente personal y consciente y que su conducta es en alguna medida
lado, la práctica sola, desnuda de toda creencia religiosa, tampoco es incierta, pudiendo ser inducido a variarla en la deseada dirección por
religión. Dos personas pueden conducirse exactamente del mismo modo una juiciosa apelación a sus intereses, sus apetitos o sus sentimientos. La
y ser una de ellas religiosa y la otra no. El que actúa por temor o amor conciliación jamás se emplea para las cosas que se considera inanimadas,
de Dios es religioso, si el otro obra por temor o am.or al hombre, será ni se dirige a las personas cuya conducta en las circunstancias dadas se
moral o inmoral, según que su conducta se ajuste o choque con el bien sabe que está determinada con absoluta certeza. Así, en tanto en cuanto
general. Por esto, creencia y práctica, o en términos teológicos, fe y la religión supone que el universo es dirigido por agentes conscientes a
1 Miqueas, VI, 8.
2 Epístola de Santiago, 1, 27.
1 Epístola de Santiago, n, 17.

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los que puede hacerse volver de su acuerdo por persuasión, se sitúa en nudo combinadas, o, hablando más exactamente, quizá no estaban di-
antagonismo fundamental tanto con la magia como corr la ciencia, por- ferenciadas aún la una de la otra. Para conseguir sus propósitos, el
que ambas presuponen que el curso natural no está determinado por hombre propiciaba la buena voluntad de los dioses o los espíritus con
las pasiones o caprichos de seres personales, sino por la operación de leyes oraciones y sacrificios, mientras que al mismo tiempo se auxiliaba de las
inmutables que actúan mecánicamente. Es verdad que en magia la pre- ceremonias y conjuros que él esperaba pudieran conseguir por sí mismas
sunción es sólo implícita, pero en la ciencia es explícita. Es cierto que la el resultado deseado sin ayuda de dios o diablo. En suma, practicaba
magia trata frecuentemente con los espíritus, que son agentes personales simultáneamente ritos religiosos y mágicos; pronunciaba oraciones y con-
de la .clase que supone la religión; mas siempre que trata con ellos lo juros casi con e! mismo aliento, sabiendo o estimando en poco la incon-
hace en forma apropiada, del mismo modo que si fuesen agentes inani- sistencia teórica de su conducta, mientras que a tuertas o derechas contri-
mados, esto es, los constriñe o coacciona, en vez de agradarlos o pro- buía a conseguir su propósito. Demostraciones de esta fusión o confusión
pieiarlos como hace la religión. De esta manera supone que todos los de la magia con la religión las hemos encontrado hace poco nosotros
seres personales, sean humanos ° divinos, están en última instancia suje- mismos en las prácticas de los melancsios y otros pueblos.
tos a aquellas fuerzas impersonales que todo lo dirigen, pero que no .- La misma confusión de magia y religión ha sobrevrvi<io entre los
obstante pueden ser aprovechadas por quien sepa cómo mancjarlas con pueblos quc se elevaron a nive!cs de cultura más altos. Era corriente en
las ceremonias y conjuros apropiados. En el Egipto antiguo, por ejemplo, la India y en el Egipto antiguos, pero no significa que esté extinguida
los magos proelamaban su poder de obligar hasta a los más altos dioses entre los campesinos europeos actualmente. En cuanto a la India anti-
a ejecutar sus mandatos, y realmente los amenazaban con la destrucción gua, nos dice un eminente sanscritista que "el ritual saerifieantc en el
en caso de desobediencia. Otras veces, sin ir tan lejos, e! hechicero decla- período más antiguo de! quc podamos tener informes detallados está
raba que diseminaría los huesos de Osiris o revelaría su leyenda sagrada empapado de prácticas en quc alienta el espíritu de la magia más primi-
si el dios se mostraba rebelde. De igual modo, actualmente, en la India, tiva". Hablando de la importancia de la magia en el Oriente y especial-
la misma gran trinidad de Brahma, Vishnú y Siva F:stá subordinada mente en Egipto, el profesor Maspcro señala que "no debemos asociar
a los brujos, que por medio de sus conjuros ejercen tal as-endencia sobre al concepto de magia la idea degradante que casi inevitablemente acude
tan poderosas deidades, que éstas se ven obligadas a ejecutar sumisa- a la mente moderna. La antigua magia era el verdadero fundamento de
mente, ya abajo en la tierra o arriba en el cielo, todo lo que les manden la religión. El creyente que deseaba obtener algún favor de un dios no
y puede ocurrírseles a sus amos, los hechiceros. Hay un dicho corriente tenía probabilidades de éxito a menos de sujetar a la divinidad y esta
en toda la India: "Todo el universo está subordinado a los dioses; los detención solamente podía efectuarse por medio de cierto número de
dioses están obligados a los conjuros (mantras); los conjuros a los brahrna- ritos, sacrificios, oraciones y cncantarnicntos que el mismo dios había
nes; por consiguiente, los brahmanes son nuestr.os dioses". revelado y que le obligaban a hacer lo quc le demandasen".'
El radical conflicto de principios entre la magia y la religión explica Entre las clases ignorantes dc la Europa moderna, la rmsma confu-
suficicntemente la hostilidad implacable con la que en la historia el sión de ideas, la misma mixtura de religión y magia emerge en variadas
sacerdote ha perseguido con frecuencia al mago. La altanera presunción formas. Se nos dice, por ejemplo, que en Francia "la mayoría de los
del mago, su comportamiento arrogante hacia los más altos poderes y su campesinos todavía ercen que el sacerdote posee un poder irresistihle y
descocada pretensión de ejercer un imperio semejante al de ellos, no secreto sobre los elementos mediante la recitación dc ciertas oraciones
pudo menos de sublevar al sacerdote, quc, con un temeroso sentido de que solamente él conoce y tiene el derecho de pronunciar aunque. por
la majestad divina y de su humilde posición ante ella, debió ver tales pronunciarlas, deberá pedir después la absolución; en ocasión de peligro
pretensiones y tal conducta como una usurpación impía y blasfema de inminente puede detener o rechazar por un momento la acción las cf
las prerrogativas que pertenecen sólo a Dios. Y en ocasiones, podemos leyes eternas del mundo físico. Los vientos, las tormentas, el granizo
y la lluvia están a su disposición y obedecen su voluntad. El fuego tam-
sospechar que algunos motivos menos piadosos concurrieron a agudizar
bién está sujeto a él y las llamas de un incendio se extinguirán a su
la hostilidad sacerdotal. el dcelaró ser cl intenncdiario adecuado, e! ver-
mandato". Por ejemplo, los campesinos franceses estaban y quizá están
dadero intercesor entre Dios y el hombre, y no cabe duda de que tanto
persuadidos todavía de que los sacerdotes podían. celebrar. con ciertos
sus intereses como sus sentimientos fueron frecuentemente dañados por
un practicante rival que predicaba un camino hacia la fortuna más suave
1 El traductor fue testigo en un templo de Kioto de cómo se obligaba al dios
y seguro que el estrecho y resbaladizo camino del favor divino. -
a prestar atención a las peticiones de sus devotos. Un grueso calabrote pendiente del
Con todo, pcnsamos que este antagonismo que nos es familiar hizo badajo de una gran ,campana situada junto a la cabeza colosal del dios era movido
su aparición relativamente tarde en .Ia historia de la religión. En un con ondulación de serpiente por el devoto que llegaba al templo y un tañido metálico,
primer período, las funciones de sacerdote y hechicero estaban a me- zumban te y solemne, sacaba a la deidad momentáneamente de su beatitud seráfico.

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ritos especiales, una Misa del Espíritu Santo cuya eficacia era tan mila- hombre por quien se dice la misa se va debilitando poco a poco y nadie
grosa que jamás encontraba oposición en la divina voluntad: Dios se puede saber por qué le sucede esto; los mismos doctores no pueden
veía forzado a otorgar lo que se le pidiera en esta forma, por inoportuna hacer nada por él ni comprenderlo. No saben que se está muriendo len-
y temeraria que pudiera ser la petición. No había ninguna idea de im- tamente por la misa de San Secario.
piedad o irreverencia en el rito para las mentes que en algunos de los Sin embargo, aunque la magia se encuentra así fundida y amalga-
grandes momentos de la vida buscaban por este medio singular arrebatar mada con la religión en muchos países y edades, hay fundamentos para
el reino de los cielos por la violencia. Los sacerdotes seculares rehusaban pensar que esta fusión no es primitiva y que hubo un tiempo en el cual
generalmente decir la Misa del Espíritu Santo, pero los monjes, especial- el hombre recurri6 a la magia sólo para la satisfacci6n de las necesidades
mente los frailes capuchinos, tenían la reputaci6n de condescender con que excedían los límites de sus inmediatos deseos animales. En primer
menos escrúpulos a las súplicas de los impacientes y angustiados. En la término, la consideración de las nociones mágicas y religiosas fundamen-
coacción que los campesinos católicos creían ejercer sobre la deidad tales puede inclinamos a deducir que la magia es más antigua que la
por medio del sacerdote parece que tenemos el duplicado exacto del religi6n en la historia de la humanidad. Hemos visto que, por un lado,
poder que los antiguos egipcios adscribían a sus magos. También, toman- la magia no es más que una equivocada aplicación de los más simples
do otro ejemplo, en muchas aldeas de Provenza todavía se cree que el y elementales procesos de la inteligencia, es decir, la asociaci6n de ideas
sacerdote tiene la virtud de impedir las tormentas. No todos los sacer- en virtud del parecido o de la contigüidad, y que por otro lado, la reli-
dotes gozan de esta reputaci6n, y en algunas aldeas, cuando tiene lugar gión presupone la acción de agentes personales y conscientes, superiores
un cambio de sacerdotes, los parroquianos están ansiosos hasta saber si al hombre, tras del telón visible de la naturaleza. Es evidente que la
el nuevo beneficiado tiene el poder (pouder). como ellos lo llaman. A concepci6n de agentes personales es más compleja que un sencillo recono-
las primeras señales de tormenta fuerte le ponen a prueba, invitándole cimiento de la semejanza o contigüidad de ideas; una teoría que pre-
a que cxorcice a las nubes amenazadoras, y si el resultado responde a sus supone que el curso de la naturaleza lo determinan agentes conscientes
esperanzas, el nuevo sacerdote tiene asegurada la simpatía y el respeto es más abstrusa y profunda y requiere para su comprensi6n un grado más
de su rebaño. En algunas parroquias, donde la rcputaci6n del vicario alto de inteligencia y reflexión quc la apreciación de que las cosas se
a este respecto era más alta que la del rector, las relaciones entre suceden unas tras otras tan sólo por razón de su contigüidad o semejanza.
los dos eran en consecuencia tan tirantes que el obispo tenía que tras- Hasta los animales asocian las ideas de cosas que se asemejan entre sí
ladar al rector a otra parroquia. También los campesinos gascones creen o que han sido encontradas juntas en sus experiencias, y difícilmente
que para vengarse las malas personas de sus enemigos inducirán en oca- pueden sobrevivir un día si cesan de haccrlo así. Mas ¿quién atribuiría
siones a un sacerdote a decir una misa llamada de San Secario. Son a los animales la creencia de que la serie fenoménica natural está dirigida
muy pocos los sacerdotes que conocen esta misa y las tres cuartas partes por una multitud de animales invisibles o por un animal enorme y pro-
de los 'l.ue la saben no la dirán por. amor ni por dinero. Nadie sino un digiosamente fuerte detrás del escenario? Es probable que no sea injusto
sacerdote perverso se atreverá a ejecutar la ceremonia horrenda y puede para los brutos suponer que el honor de idear una teoría de esta última
estarse muy seguro que tendrá que rendir una cuenta muy pesada en el clase debe reservarse a la razón humana. Así, la magia está deducida di-
día de Juicio. Ningún cura ni obispo, ni siquiera el arzobispo de Auch, rectamente de los procesos elementales del razonamiento y es en realidad
puede perdonarle: este derecho s610 pertenece al Papa de Roma. La un error en el que la mente cae casi espontáneamente, mientras la reli-
misa de San Seeario solamente puede decirse en una iglesia en ruinas o gión descansa sobre conceptos que difícilmente puede suponerse que
abandonada, donde los buhos dormitan y ululan, donde los murciélagos alcance la simple inteligencia animal, es probable que la magia apareciera
se remueven y revolotean en el crepúsculo, donde los gitanos acampan antes que la religión en la evolución de nuestra raza y que el hombre
por la noche y donde los sapos se agazapan bajo el altar profanado. Allí intentase sujetar la naturaleza a sus deseos por la fuerza cabal de sus
11ega por la noche el mal sacerdote con su barragana y a la primera cam- conjuros y encantamientos antes que esforzarse en engatusar y apaciguar
panada de las once comienza a farfullar la misa al revés, desde el final una esquiva, caprichosa o irascible deidad por la insinuación suave de
hasta el principio, y termina e¡xactamente cuando los relojes están tocando la oración y el sacrificio.
1a medianoche. Su concubina hace de monaguillo. La hostia que ben- La conclusión que hemos alcanzado deductivamente considerando
dice es negra y tiene tres puntas; no consagra vino y en su lugar bebe las ideas fundamentales de la magia y la religión está confirmada induc-
el agua de un pozo en el que se haya ahogado un recién nacido sin cris- tivamente por las observaciones de que entre los aborígenes de Australia,
tianar. Hace el signo de la cruz, pero sobre la tierra y con el pie izquier- los más rudos salvajes de que podamos tener informes seguros, la prác-
do. Y hace otras muchas cosas que ningún buen cristiano podría mirar tiea de la magia es general, mientras que la religión, en el sentido de
sin quedarse ciego, sordo y mudo para el resto de su vida. Mas el propiciación o conciliación de los altos poderes, parece ser casi descono-
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cida. Hablando sin precisión, todos los australianos son brujos, pero liea la orgullosa divisa: Quod semper, quod ubique, quod ab omnibus,
ninguno es sacerdote; todos imaginan poder influir sobre sus compañeros como credencial segura y cierta de su propia infalibilidad.
o sobre los acontecimientos naturales por magia simpatética, pero nin- No es nuestro objeto deliberar aquí qué fuerza tiene sobre el futuro
guno sueña en propiciar dioses por medio de la oración y el sacrificio. de la humanidad la existencia permanente de una capa de salvajismo
Si cn los más retrasados grados de sociedad humana que nos son tan sólida debajo de la superficie social impermeable a los cambios super-
conocidos encontramos la magia tan visiblemente presente y la religión ficiales de la religión y la cultura. El observador desapasionado cuyos
tan por completo ausente, ¿no podemos conjeturar con razón que las estudios le han inducido a sondear sus profundidades no puede considc-
razas civilizadas del mundo también hayan pasado en algún período de rarlo de otra manera que como una amenaza pendiente para la civiliza-
su historia por una fase intelectual parecida y que intentasen forzar los ción. Parece que nos movemos sobre una corteza delgada quc en
grandes poderes de la naturaleza pam hacer su gusto antes de que pen- cualquier momento pueden desgarrar las fuerzas subterráneas que dor-
saran solicitar sus favores por la ofrenda y la oración? En suma, así como mitan debajo. De cuando en cuando, un murmullo sordo bajo el suelo
en el aspecto material de la cultura humana ha habido en todas partes o un súbito surgir de llamas al aire nos advierten de 10 que sucede bajo
una edad de la piedra, ¿habrá habido también en todas partes, en el nuestros pies. Alguna vez el mundo educado se sobresalta por un artículo
aspecto intelectual, una edad de la magia? Hay razones para responder de la prensa diaria que nos dice que se ha encontrado en Escocia una
afinnativamcntc a esta pregunta. Cuando examinamos las razas humanas imagen de madera con muchos alfileres clavados con el propósito de
existentes desde Croculandia a la Tierra del Fuego o desde Escocia a matar a un odioso hacendado o predicador; de cómo en Irlanda una
Singapur, observamos que se distinguen unas de otras por una gran mujer ha sido quemada lentamente hasta morir por bruja, o cómo
variedad de religiones y que estas distinciones no son, por dccirlo así, de una muchacha fue muerta y despedazada en Rusia para fabricar aquellas
mera coexistencia con las amplias distinciones raciales, sino quc se intcr- candelas de sebo humano a cuya luz esperan los ladrones hacerse invisi-
nan en minúsculas subdivisioncs de estado y comunidad; es más, que bles en sus faenas nocturnas. Que al final prevalezcan las influencias
penetran la ciudad, la aldea y hasta la familia, de tal modo quc la su- que ayudan al progreso o las que amenazan acabar con lo conseguido
perficie de la sociedad en todo el mundo está resquebrajada y agrietada, hasta ahora; que la energía impulsiva de la minoría o el peso muerto
zapada y minada con hendiduras, fisuras, grietas y brechas abiertas por de la mayoría de los humanos resulten más potentes para llevamos a las
la influencia dcsintcgradora de las disensioncs religiosas. Sin embargo, máximas alturas o hundimos en los profundos abismos, son cuestiones
cuando hemos penetrado ;1 través de estas diferencias que afectan prin- que eoncierncn al sabio, al moralista y al estadista, cuya visión de águila
cipalmente a la parte inteligente y pensadora de la sociedad, encontramos otea el futuro, más que al investigador humilde del pasado y del prc-
subyacente todo un sólido estrato de conformidad intelectual entre el sente. Aquí sólo nos importa averiguar hasta dónde la uniformidad, la
estúpido, el mentecato, el ignorante y el supersticioso, que constituyen universalidad y la estabilidad de la creencia en la magia, comparadas con
dcsgrncindamcntc la inmensa mayoría de la humanidad. Una de las la variedad sin fin y el carácter mudable de los credos religiosos, nos
grandes realizaciones del siglo XIX fue calar en este bajo estrato mental llevan a suponer que aquélla es la representación de una fase más ruda
en muchas partes del mundo y descubrir así su identidad substancial en y primitiva de la mente humana, por la cual han pasado o están pasando
todas ellas Está bajo nuestros pies -y
° no muy lejos de eJlos- en la todas las razas de la humanidad en su camino hacia la religión y la
misma Europa y en nuestros días, y está a flor de tierra en el corazón ciencia.
del desierto australiano y dondequiera que el advenimiento de una civi- Si ha existido por todos lados una edad de la religión que fue pre-
lización más alta no 10 haya sepultado. Esta fe universal, este verdadero cedida por la edad de la magia, como aventuramos a suponer, es natural
credo católico es la creencia en la eficacia de la magia. Mientras los que investiguemos las causas que han conducido a la humanidad, o me-
sistemas religiosos no sólo difieren en los distintos países, sino en las dis- jor, a una parte de ella, a abandonar la magia como regla dc fe y de
tintas épocas de un mismo territorio, el sistema de la magia simpa- práctica, y a aceptar en su lugar una religión. Cuando reflexionamos
tética permanece substaucialmcntc semejante en sus leyes y prácticas en sobre la multitud, variedad y complejidad de los hechos por explicar y
todas partes y todos los tiempos. Entre las clases ignorantes y supersticio- la escasez de informes respecto a ellos, se nos ocurre inmediatamente
sas de la Europa moderna, la magia es 10 mismo quc fue hace miles de considerar quc difícilmente podemos esperar solución completa y satis-
años en Egipto e India y que cs ahora entre les más atrasados salvajes factoria a un problema tan profundo, y que lo más quc podemos hacer
supervivientes en los más remotos rincones del mundo. Si la prueba de en el presente estado de conocimientos es aventurar una conjetura más
la verdad fuese un recuento de manos levantadas o de cabezas, el sistc- o menos satisfactoria. Con todas las salvedades debidas, sugerimos en-
ma de la magia podría apropiarse con más razón aún que la Iglesia cató- tonces que un tardío reconocimiento de la falsedad inherente a la magia
y de su esterilidad puso a la parte más inteligente de la humanidad a
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meditar una mejor teoría de la naturaleza y un método más fructífero mientas diversos que hasta entonces creyó dependientes de su propia
para aprovechar sus recursos. Las inteligencias perspicaces debieron lle- magia. Eran ellos' como ahora creía, no él, los que hacían soplar los
gar a percibir que las ceremonias y encantamientos mágicos no producían vientos borrascosos, relampaguear el rayo y retumbar el trueno; los que
en verdad los resultados que se esperaba de ellos, los que la mayoría de habían construido los cimientos de la sólida tierra y límites infranquea-
sus compañeros simplones todavían creían una realidad. Este gran descu- bles al alborotado mar; los que hicieron brillar todos los gloriosos lurni-
brimiento de la ineficacia de la magia debió producir una revolución nares de los cielos; los que dieron su alimento a las aves del aire y su
radical, aunque probablemente lenta, en las mentes de los que tuvieran presa a las bestias salvajes; los que ordenaron al suelo fértil que produjera
sagacidad para ello. El descubrimiento llegó por primera vez cuando los la abundancia, que vistiera de selvas las altas montañas, que hiciera bor-
hombres reconocieron su impotencia para manejar a placer ciertas fuerzas botear los manantiales brotando de entre las piedras de los valles y crecer
naturales que hasta entonces se habían supuesto dentro de su mandato. verdes pastos al lado de las aguas en reposo,' los que infundieron soplo
Fue un recon.ocimiento de la ignorancia y la flaqueza humanaq, El de vida en las narices del hombre, haciéndole vivir, O le volvieron a la des-
hombre supo que había tomado por causa 10 que no 10 era y que fodos trucción por hambre, pestilencia y guerra. A estos seres poderosos, de
sus esfuerzos para actuar por medio de estas imaginarias causas habían cuya obra veía las huellas en todas las maravillosas y variadas pompas
sido vanos. Su penosa labor había sido malgastada, su ingenua curiosi- de la naturaleza, se dirigía ya el hombre, confesando humildemente su
dad despilfarrada sin utilidad. Había estado sirgando sin nada que subordinación al poder invisible e impetrando de su misericordia que le
arrastrar; había estado creyendo caminar derecho a su objetivo cuando proveyeran de todos los bienes, que le defendieran de los peligros y
en realidad no había hecho más que moverse en un estrecho círculo. daños que en nuestra vida mortal nos acompañan a cada paso y final-
No es que los efectos que se había esforzado tan duramente en producir mente que llevaran su espíritu inmortal, libre de la carga del cuerpo,
no continuasen manifestándose: todavía se producían, mas no por él. a un mundo más feliz, más allá del aleance del dolor y la pena, donde
La lluvia seguía cayendo sobre la tierra sedienta; el Sol proseguía su pudiera quedarse con ellos y con los espíritus de los hombres buenos,
diurna carrera y la Luna su jornada nocturna por el cielo; la silenciosa gozando una felicidad eterna.
procesión de las estaciones todavía se movía en luz y sombra, entre nubes Así, o de modo parecido, puede concebirse que las mentes reflexi-
y solaneras por la tierra; los hombres seguían naciendo para trabajar y vas hicieran la transición de la magia a la religión, mas aun en ellos
penar, y todavía, tras de su breve residencia terrenal, se reunían después mismos con dificultad pudo ser repentino el cambio: probablemente
con sus padres en la gran morada. Todas las cosas, en verdad, sucedían fuc procediendo muy despacio y necesitó largo tiempo para su realización
corno antes y, sin embargo, todo parecía distinto a aquel de cuyos ojos más o menos perfecta. El reconocimiento de la impotencia humana para
habían caído las telarañas. Porque ya no podía acariciar por más tiempo influir en gran escala sobre el curso de la naturaleza debió ser gradual:
la agradable ilusión de que él era quien guiaba a la tierra y al cielo en su no tuvo que quedar mocho de su imaginado imperio de un solo golpe.
camino y de que ambos cesarían de ejecutar sus grandes revoluciones Paso a paso debió ir retroeedicndo de su orgullosa posición; palmo a
cuando él quitase del timón su débil mano. En la muerte de sus ene- palmo cedió, entre suspiros, el terreno que antes consideró como propio.
migos O amigos ya no veía la prueba de la irresistible potencia de propios Ahora sería el viento, ahora la lluvia, ya el sol, el truena, lo que se con-
hostiles encantarnientos: ya conocía que 10 mismo los amigos que los fesaba impotente para manejar: reino tras reino de la naturaleza iban
enemigos sucumbían a una fuerza mucho más potente que cualquiera cayendo así de sus puños hasta que lo que una vez le pareciera su imperio
otra que él pudiese manejar, en obediencia al destino que era impotente amenazó reducirle a prisión; el hombre debió quedar más O menos pro-
para controlar. fundamente impresionado con el sentimiento de su propia invalidez y
Así, cortando a la ventura sus antiguas amarras y dejándose llevar el poderío de los seres invisibles que creyó le rodeaban. De este modo,
por el proceloso mar de la duda y la incertidumbre, sacudida rudamente comenzando como un leve y parcial reconocimiento de la existencia de
la feliz confianza de antes en sí mismo y en sus fuerzas, nuestro primitivo poderes superiores al hombre, con el desarrollo del conocimiento, la
filósofo debió quedar tristemente perplejo y conmovido hasta que des- religión tendió a convertirse en la confesión de la entera y absoluta de-
cansó, como en un puerto tranquilo después de un tempestuoso viaje, pendencia del hombre con respecto a lo divino; su antiguo comporta-
en un sistema nuevo de práctica y fe que creyó le ofrecía una solución miento libre se transforma en la más abyecta postración ante los mis-
a las dudas azarosas, y un substicuto, por precario que fuese, de aquel teriosos poderes invisibles, y su más apreciable virtud es someter a ellos
imperio, sobre la naturaleza del cual había abdicado bien a su pesar. su voluntad. In la sua volontade e nostra pace. Pero este profundo sen-
Si el universo caminaba sin su ayuda ni la de sus compañeros, de segu- tido religioso, esta sumisión más perfecta a la divina voluntad en todas
ro que ello se debía a otros seres semejantes a él, pero más poderosos, los
que invisibles dirigían su curso y producían toda la serie de aconteci- 1 Salmo XXlll de David.
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las cosas, sóla afecta a aquellas inteligencias superiores que tienen sufi- evidente -dirían- que el hecho de que cuando yo enciendo mi vela
ciente amplitud de visión para comprender la inmensidad del universo y de cinco centavos en la tierra, el Sol eneicnde entonces su gran fuego
'la pequeñez del hombre. Las mentes chicas no pueden lograr ideas en el cielo? Me gustaría saber si, siempre que me visto en primavera
grandes: en su estrecha comprensión y en su visión miope, nada les con mi ropa verde, los árboles dejan de hacer 10 mismo después. Estos
parece grande e importante, en realidad, más que el1as mismas. Tales son hechos patentes para todo el mundo y a ellos me atengo. Yo soy
mentes se elevan difícilmente a la religión. Ellas, en verdad, son arras- un hombre sencillo, práctico, y no uno de esos teóricos que cortan un
tradas por sus superiores en conformidad externa con los preceptos y en pelo en el aire y acuehillan la lógica. Las teorías y especulaciones y de-
profesión verbal de sus mandamientos; mas en su corazón siguen adhe- más cosas por el estilo están muy bien y yo no tengo nada que objetar
ridas a sus viejas supersticiones mágicas, que aunque despreciadas y a los que se entreguen a ellas, con tal, ¡elaro cstál, de quc no las pongan
prohibidas, no pueden ser desarraigadas por la religión mientras estén en práctica. Pero dejen que me atcnga a los hechos, quc yo sé 10 que
radicadas en lo profundo del entramado y constitución de la gran ma- me hago". Lo engañoso de este razonamiento es obvio para nosotros
porque se trata de hechos quc están desde hace mucho tiempo resueltos
yoría del género humano.
en nuestras mentes. Pero permítase que un argumcnto exactamente del
Quizá el lector se sienta impulsado a preguntar: ¿Cómo fue que
mismo calibre se aplique a materias que están todavía en debate y pue-
los hombres inteligentes no dieron más pronto con la falacia de la magia?
de preguntarse si un auditorio británico no lo aplaudiría como ortodoxo
¿Cómo pudieron continuar acariciando esperanzas que eran invariable-
y consideraría al orador que lo usara como un hombre seguro, no bri-
mente condenadas a la desilusión? ¿Con qué ánimos persistían en em-
llante o florido quizás, pero muy sensato y de cabeza firmc. Si tales
plear venerables ridiculeces que a nada conducían y en musitar solemnes
razonamientos pueden aceptarse entre nosotros mismos, no es de extra-
jerigonzas que quedaban sin efecto? ¿Por qué esa adhesión a creencias
ñar si durante largo tiempo han escapado al sentido crítico del salvaje.
que así eran contradichas tan rotundamente por la experiencia? ¿Cómo
arriesgarse a repetir experiencias fracasadas tan de continuo? La res-
puesta parece ser que no era fácil encontrar la falacia y que los fracasos
no estaban patentes, puesto que en muchos, si no en la mayoría, de los
casos, el acontecimiento deseado se verificaba realmente, con un inter-
valo mayor o menor tras la ejecución del rito designado para producirlo,
y que era necesaria una mente de más agudeza que la corriente para
percibir, aun en esos casos, que el ritmo no era precisamente la causa
del acontecimiento. Una ceremonia proyectada para que sople el viento,
o caiga la lluvia, u ocasione la muerte de un enemigo, sería siempre
seguida, más pronto o más tarde, del suceso que se pretendía provocar,
y disculparse al hombre primitivo por considerar el acontecimiento como
resultado directo de la ceremonia y como la mejor prueba de su eficacia.
De igual modo, los ritos hechos por la mañana para ayudar al Sol a
elevarse y en primavera para levantar de su sueño hiemal a la tierra, inva-
riablemente parecían coronados por el éxito, al menos en las zonas temo
pladas, pues en esas regiones el Sol enciende su lámpara dorada todas las
mañanas por el Oriente, y año tras año la tierra vernal se decora con su
magnífico manto de verdura. Por esto el salvaje práctico, con sus ins-
tintos conservadores, puede muy bien hacerse el sordo a las sutilezas del
dubitativo teórico y del filósofo radical que sugieren que la aparición
del Sol y la primavera pueden no ser, después de todo, consecuencias
directas de la ejecución puntual de ciertas ceremonias diarias o anuales,
y que quizá el Sol continuaría saliendo y los árboles floreciendo aunque
las ceremonias se interrumpieran ocasionalmente y hasta si cesaran para
siempre. Estas escépticas dudas las rechazarían naturalmente los demás
con escarnio e indignación, como triviales fantasías subversivas de la fe
y manifiestamente contradichas por la experiencia. "¿Puede ser algo más

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