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Como seres racionales que somos nos acecha una incógnita insondable, la vida. Y como se
esperaría, indudablemente nos preguntamos sobre el misterio de nuestra existencia y como
no hacerlo... aquella preocupación a boca abierta se torna en este mundo sombrío y claro
una duda que resulta en inquietud, incertidumbre e incluso miedo.
Estos dos conceptos que nos logran atemorizar y fascinar en todas las etapas, y si por algo
se nos llega a producir ese temor es debido a que desconocemos su objetivo, la propuesta
que nos haríamos es desarrollar y establecer lo trascendental lo cual es simplemente... dejar
el conformismo y tomar parte en la lucha contra las marañas de dudas y miedos, aunque si
tantos rodeos, pese a esta idea y muchas más, en el fondo sé qué perdurará la sensación de
sentirnos insignificantes en este plano en el que solo desearemos los placeres de la vida y
creer que existe algo más gratificante que esta existencia terrenal, preferiríamos saberlo con
absoluta certeza y como el mayor de los anhelos creer que hay algo mejor de lo que este
mundo tiene para ofrecernos y el existir de una cosa más esencial que aún no nos ofrece.
Aquello que se nos torna tan confuso como la experiencia de nacer.
Independientemente de las creencias que cada uno tenemos en este planeta aceptar que
inconscientemente nos podemos volver presas de estas emociones e ideas humanas nos
otorga la posibilidad de reconocer que más allá de las circunstancias existimos, aunque la
vida sea nada más que una chispa que se agota en el abismo oscuro en el que nos
sentiremos condenados o maravillados de vivir.
Así es, te he manifestado abiertamente la mayor conclusión que tiene todo ser vivo, no me
queda más que continuar con lo que nos ocultamos de a poco y sin remordimiento, nuestro
suicidio como especie.
A nuestra corta edad se nos asegura que somos vida, pero absurdamente detrás de ello se
esconde la advertencia y la pregunta ¿Si el ser humano es vida por qué su evolución refleja
un comportamiento suicida? Si así es, un suicidio meramente colectivo.
Sin darnos cuenta alguna nos hemos clavado un puñal de doble filo en lo más profundo de
nuestras almas nubladas. En este justo momento te podrías imaginar a un prototipo
perfecto, un espécimen cuyo conocimiento individual y egoísta
podría expandir un desarrollo permanente, pero no sería nada más que un sarcasmo de los
mejores.
Conozco una frase fundamental y bienvenida del filósofo Albert Camus; "Siempre he
creído que si bien el hombre esperanzado en la condición humana es un loco, el que
desespera de los acontecimientos es un cobarde". Y precisamente es eso, no dejarnos
dominar por la esperanza y desesperación que representa nuestra condición, ¿cuál es la
clave para lograrlo?
En cuanto a lo que pienses, para algunos será fácil entender esta decadencia, para otros será
como una bofetada en la cara, costaría reconocer que cómo humanidad estamos en la etapa
de adolescencia, no nos aceptamos a nosotros mismos, ni a las circunstancias y renegamos
ante la verdad, no quedará más que entender que en esta carrera infinita del progreso y del
crecimiento se marcharán los alientos del Hombre.