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Universidad El Bosque

Derribar barreras: Un análisis Queer de la jurisprudencia sobre la salud mental, sexual y


reproductiva de las personas Trans, No Binarias e Intersexuales en Colombia desde las
sentencias de la Corte Constitucional.

Trabajo de grado

María Camila Ávila Beltrán


Daniela Panche Bello

Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas


Pregrado de Ciencia Política

Bogotá DC. Colombia


2021
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Universidad El Bosque

Derribar barreras: Un análisis Queer de la jurisprudencia sobre la salud mental, sexual y


reproductiva de las personas Trans, no binarias e intersexuales en Colombia desde las
sentencias de la Corte Constitucional.

Trabajo de grado

María Camila Ávila Beltrán


Daniela Panche Bello

Tutor:
Andrés Felipe Ortega

Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas


Pregrado de Ciencia Política

Bogotá DC. Colombia


2021
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Tabla de contenido
Introducción………………………………………………………………………………………4
Capítulo 1: Marco general
Pregunta…………………………………………………………………………………………6
Objetivos……………………………………………………………………………….….6
Planteamiento del problema……………………………………………………………………….7
Justificación…………………………………………………………………………………..7
Diseño Metodológico……………………………………………………………….....10
Marco Normativo…………………………………………………………………….12
Capítulo 2: Estado del arte y Marco teórico ………………………………………………….12
Estado del arte………………………………………………………………………………….12
Marco teórico………………………………………………………………………………..18
Capítulo 3: Hallazgos …………………………………………………………………………..28
Conclusiones……………………………………………………………………………..49
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Introducción
Existe un debate sobre qué tanto se debe inmiscuir el Estado en el control de la vida privada y
la limitación de las libertades de sus ciudadanos. Una vez se plantea esta disyuntiva en Colombia,
algunos de estos conflictos relativos a la vivencia del género de los individuos han ingresado de
distintas maneras al tráfico jurídico y unos cuantos casos han alcanzado incluso la esfera del análisis
constitucional. A su vez, dicho reconocimiento, depende en buena medida de las interpretaciones
que se dan desde la parte teórica a ciertos aspectos como lo son los asuntos Queer, los cuales están
alimentados por múltiples debates que se enmarcan y superan en las teorías feministas. En primer
lugar, desde la teoría Feminista, se reconoce que la interseccionalidad y el sexismo configuran
diferentes formas de opresión (Nagoshi y Bruzzy, 2010, p. 432). Sin embargo, desde esta
apreciación se encuentra un sentido esencialista del género, es decir, las interpretaciones del género
son reconocidas en función de su contexto (sexo, raza, posición económica entre otras…) pero
carece del debate de las identidades y la función social que emana de este (Green, 2004). Por su
parte, la teoría Queer trasciende estos planteamientos identitarias de la teoría feminista, dado que
esta busca “incorporar explícitamente ideas de los aspectos de la identidad social incorporados de
manera fluida, construidos socialmente y autoconstruidos” (Nagoshi y Bruzzy, 2010, p. 432).

En la construcción de este marco de debate, se encuentra una separación conceptual


fundamental entre lo que se entiende como transexual y transgénero, siendo esta la base de
interpretación de cada discusión que se busca tener en las siguientes páginas, lo transgénero se
puede definir como la ruptura de los roles de género y la identidad de género para traspasar los
límites de un género hacía otro (Green, 2004). Por su parte, los transexuales suelen expresar
identidades de género fuera de las definiciones heteronormativas tradicionales, pero pueden tener
poca o ninguna intención de someterse a cirugías de reasignación de sexo o tratamientos
hormonales (Bornstein, 1994). Siendo la segunda una cuestión de la construcción de la identidad,
nos hace cuestionar, lo que ocurre en los procesos de quienes se enmarcan fueran de estos procesos
como las personas intersexuales y No binarias1, dado que en estos casos, las limitaciones de acceso,
muchas veces responden únicamente a categorías generales como sexo y género.
En lo que corresponde al sexo entendido como la asignación de roles binarios –mujer/hombre-
en una sociedad, es una compleja matriz biopsicosocial2 cuyas dinámicas de producción han
dependido a lo largo de la historia, las relaciones sociales y por supuesto de la vida de los
individuos. En la producción del sexo pueden distinguirse tres procesos diferenciados: la definición
sexual, la asignación sexual y el diseño sexual (Tamayo, 2021, p.6). Entendemos como la
definición sexual, aquella etapa que comprende todos aquellos componentes genéticos, congénitos,

1
Hace referencia a aquellas personas que aceptan tal fluidez sólo en la medida en que uno pueda cambiar entre dos
categorías de género puro, esencialistas y por lo demás separadas, mientras que otros creen que una identidad de género
encarnada es todavía altamente maleable. Disponible en: Lane (2009)
2
Según el psicólogo Santrock (2007), el modelo biopsicosocial es un modelo o enfoque participativo de salud y
enfermedad que postula que el factor biológico, el psicológico y los factores sociales, desempeñan un papel
significativo de la actividad humana en el contexto de una enfermedad o discapacidad. Disponible en: A Topical
Approach to Human Life-span Development (3rd ed.)
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neurológicos y endocrinos, los cuales determinan las características sexuales de los individuos
(Planned Parenthood League of Massachusetts, 2021). Por su parte, lo que comúnmente se entiende
como asignación sexual, es la asignación socio-jurídica que se le hace a un infante al nacer (Reiner,
1997, p.151). Este procedimiento no es permanente, en los procesos de jurisdicción voluntaria o
los actos administrativos de cambio y corrección de sexo, se puede reasignar el sexo.
Por último, el diseño sexual hace referencia a todas aquellas tecnologías biomédicas,
farmacéuticas, cosméticas y gimnásticas para modelar el cuerpo, ligados a la forma estática, las
cuales se siguen según ciertos patrones socio-culturales ligados a los sexos/géneros que “van desde
sencillas expresiones de vestuario y maquillaje, hasta la realización de terapias de reafirmación
sexual voluntaria y cirugías de readecuación genital forzosa” (Tamayo, 2021, p.6). Estos procesos
pueden corresponder a un proceso dentro de los individuos, pero también generan conflictos entre
ellos, como puede ser una variación entre la asignación sexual y el diseño de género, lo que puede
implicar una barrera en la reafirmación en el proceso de reasignación del sexo.

En Colombia, plantear la disyuntiva entre la proliferación de los derechos para poblaciones


históricamente marginadas y el cumplimiento de estos, generan un conflicto en los procesos para
el acceso a una serie de servicios, para el presente caso, en términos de acceso a la salud sexual y
reproductiva. Así tenemos que los principales logros en materia de derechos para la comunidad
LGTBIQ3, han sido obra de la Corte Constitucional. En su función de abordar, definir, cualificar y
delimitar las consecuencias y el alcance jurídico de problemas relativos a el acceso a servicios de
salud sexual, mental y reproductiva de una persona, de manera más específica a personas Trans,
intersexuales y no binarias podemos identificar como se construyen las barreras y se materializan
históricamente en la noción misma de sexo. Es por lo anterior, que vemos en la jurisprudencia
colombiana una oportunidad discursiva, la cual tiene incidencias performativas, en la vida personal
y colectiva con trascendencia jurídica.

Podemos establecer que el sexo en tanto objeto discursivo de reflexión constitucional es


variable, lo que implica múltiples interpretaciones de lo que se legisla, por lo tanto, termina siendo
subjetivo (Tamayo, 2021). Esto expone las profundas contradicciones que se pueden presentar en
los modos en los que la Corte Constitucional problematiza jurídicamente el acceso a los servicios
de salud sexual y reproductiva en personas que buscan hacer el tránsito al género elegido. Por lo
tanto, cabe cuestionarse si la existencia de unos patrones binarios de género en la institucionalidad,
normatividad y jurisprudencia relativa a los servicios en salud sexual y reproductiva afecta en la
vida de aquellas personas que, en razón de su cuerpo, autonomía y deseo no pueden identificarse

3
Acuñando lo teorizado por la teórica Angela Aragón (2007) en Challenging Lesbian Norms: Intersex, Transgender,
Intersectional, and Queer Perspectives la sigla LGTBIQ está compuesta por las iniciales de las palabras Lesbianas,
Gais, Bisexuales, Transgénero, Intersexuales y Queer.
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al sexo asignado al nacer, y de qué forma este régimen heteronormativo4 afecta a los individuos
trans. Partiendo de lo anterior, se expone la pregunta y objetivos que orientan este trabajo de grado:

1.1 Pregunta de investigación:


¿De qué manera se expresan las limitantes de las leyes colombianas, en el marco del debate de la
teoría QUEER respecto al acceso a servicios de salud mental, sexual y reproductiva para las
personas trans, intersexuales y no binarias desde el año 1999 a 2015?

1.2 Objetivos:

General

● Determinar las limitantes discursivas en la jurisprudencia colombiana con respecto al


acceso en los servicios de salud sexual y reproductiva para las personas transgénero,
intersexuales y no binarias durante los años 1999 a 2015

Específicos

● Reflexionar sobre los posibles patrones ideológicos dentro de la legislación colombiana que
permitan establecer una orientación hacia el reconocimiento de las personas trans,
intersexuales y no binarias.

● Definir los alcances y limitaciones del marco normativo e identificar oportunidades para
una nueva reglamentación.

● Justificar desde la perspectiva Queer la razón de las barreras de acceso a estos servicios
para las personas Trans, intersexuales y no binarias.

Por ello es que el corpus jurisprudencial seleccionado para este trabajo trata como tema central
el acceso a los servicios en materia de salud mental, sexual y reproductiva los cuales reglamentan
el acceso a los mismos ya que no solo hacen parte constitutiva del problema, sino además abrieron
la puerta en el país al debate sobre el derecho a expresar la identidad de género libremente a través
del cuerpo.

A partir de este criterio, identificamos un conjunto de ocho Sentencias, siete de ellas de tutela
judicial y una de unificación jurisprudencial5, producidas del año 1999 a 2015. Estas, dan lugar a

4
Es entender la heterosexualidad no como una institución sino como un régimen político que se basa en la sumisión
y la apropiación de las mujeres. Retomado de: Witting, M. (2016): El pensamiento heterosexual y otros ensayos (3ra
Ed.). Barcelona/Madrid: Egales Editorial.
5
La acción de tutela contra sentencias judiciales es un instrumento excepcional, dirigido a enfrentar aquellas
situaciones en que la decisión del juez incurre en graves falencias, de relevancia constitucional, las cuales tornan la
decisión incompatible con la Constitución. (Corte Constitucional, 2021). Por su parte, las Sentencias de Unificación
jurisprudencial implica que existen decisiones judiciales divergentes sobre un mismo tema que deben zanjar unificando
la posición para garantizar la igualdad y seguridad jurídica en las decisiones judiciales que se tomen a futuro (Consejo
de Estado, 2021). Léase más en:
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temas como: el cambio de nombre de masculino a femenino; los mecanismos de corrección del
componente sexo en los documentos de identidad; el registro civil de niños con indeterminación
sexual; el consentimiento informado en cirugías de readecuación genital a niños, el sujeto de este
consentimiento y sus reglas de validez; la cobertura en el sistema de aseguramiento en salud de
procedimientos quirúrgicos de reafirmación sexual; entre otros.
Por otra parte, el movimiento de la diferencia sexual propuesto por Irigaray (2009) el cual es
propuesto en el marco del debate del presente trabajo, implica la proliferación de normatividad
específica sobre derechos sexuales, pero además su análisis desde la teoría queer, la cual supone
que en última instancia, una posición sexuada donde al adoptar una posición excéntrica, en decir,
en qué medida “se desplaza desde el interior hacia el exterior las condiciones sociales y discursivas,
generando nuevas realidades para comprender el mundo” (Irigaray, 2009).

Con los puntos tratados de manera general anteriormente, la siguiente monografía estará dividida
en los siguientes tres capítulos: en el primero de ellos, se expondrá de manera general el
planteamiento del problema y metodología acuñados para el presente escrito, además, se presenta
la versión preliminar del marco normativo, la cual comprende los casos seleccionados para el
presente estudio y su relevancia; en segundo lugar, el capítulo número dos, expone la base teórica
y conceptual para llevar a cabo el análisis el cual comprende el Marco Teórico y el Estado del Arte;
luego de ello en el tercer capítulo presentaremos los hallazgos obtenidos desde la exposición de las
sentencias analizadas desde el marco conceptual, por último presentaremos las conclusiones.

Capítulo 1: Marco general

1.1 Planteamiento del problema:


Entender el mundo de manera binaria, la convicción de que el sexo supone ocupar un lugar
estable y claro dentro de la ubicación masculino/femenino en un posicionamiento que ha de ser
invariante a lo largo del ciclo vital sigue siendo una postura cuestionable al día de hoy. La necesidad
de cuestionar ese determinismo biológico sobre el cual desde diversas esferas de poder se perpetran
escenarios de exclusión, es que bajo una nueva ola influenciada por Michael Foucault en donde la
categoría de género está mediada por la subjetividad y una base cultural (Castellanos, 2010, p.5).
Este mismo patrón ha sido el dominante en la sociedad colombiana, el cual ha traído como resultado
que todo el tejido social se construya alrededor de él (Tamayo, 2021, p.18). Lo anterior, tiene como
resultado que estás prácticas de género se reafirmen en la cotidianidad social, generando que sean
promovidas a través de políticas públicas y del poder coactivo del Estado y se terminan
materializando en sus principales instituciones (Alcántara, 2013 p.191).

Con esta investigación, se pretende cuestionar el régimen político heterosexual sobre el cual
está fundado el ordenamiento jurídico colombiano (Tamayo, 2021). Se busca demostrar que el
pensamiento heterosexual trasciende la dimensión política que determina las relaciones de opresión

https://www.pwcimpuestosenlinea.co/Repositorio%20PwC/PDF/Jurisprudencia/Consejo%20de%20Estado/Autos/Se
n-19901-13-D.pdf
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detrás del sexo. Por lo anterior, es importante mencionar que, en Colombia, algunas elecciones y
decisiones judiciales (en especial en los tribunales de tutela), están fundamentadas en una
percepción netamente médica de las identidades Trans e Intersex. Es decir, esta visión centrada en
la medicina de manera unicausal es entenderlo, como lo plantea Butler en Vida precaria. El poder
del duelo y la violencia, como una forma de asociación meramente “desajustada” donde el cerebro
o lo mental está desconectado de lo biológico o lo humano (Butler, 2006b). Según Outright Action
International, en el país las cirugías de reafirmación de sexo que son otorgadas por acción de tutela,
se hacen con una previa patologización de la identidad de género, es decir que el paciente primero
debe someterse a un seguimiento psiquiátrico para probar que verdaderamente se expresan en el
otro género y no es hasta obtener un diagnóstico de disforia de género que pueden acceder a estos
procedimientos (Outright Action International, 2016, p.28).

Lo anterior se convierte en una victimización de la identidad del individuo pues constantemente


su género se ve cuestionado por el sistema de salud. Según Outright Action International un estudio
de la Alcaldía de Bogotá de 2011 demostró que “en promedio el 17,22% de las personas
pertenecientes a la comunidad LGBTIQ habían sentido algún tipo de discriminación, maltrato o
rechazo en los servicios de salud, de este porcentaje, el 26,97% eran hombres y mujeres
transgénero” (Outright Action International, 2016, p.27). Esa misma investigación visibilizó que
con el 84,93% las personas que se identifican como trans son las que más perciben situaciones
discriminatorias en el sistema.
De esta forma, el reconocimiento de las barreras de acceso que tienen tanto las personas
transexuales, intersexuales y no binarias a servicios de salud sexual y reproductiva en Colombia,
resulta un aspecto clave para analizar la incidencia de las mismas para materializar sus
reivindicaciones en demandas sociales. Además, es importante entender cómo estos procesos de
construcción de la identidad se articulan en los nuevos escenarios públicos y la vigencia que tienen
los marcos conceptuales, elaborados alrededor de estas construcciones en los nuevos espacios
públicos donde se manifiesta la oportunidad de acceso y participación de las minorías.

Ahora bien, con respecto al análisis sobre el cuerpo, tenemos que vincular directamente que el
reconocimiento de los derechos de las poblaciones históricamente marginadas, tienen que ver
directamente con la construcción de la identidad de los sujetos, por lo que, para la construcción del
siguiente trabajo, recuperamos un concepto expuesto por Judith Halberstam (2008):
masculinidades-femeninas. Para el caso de las personas transgénero y transexual, permite
reflexionar acerca de problemas estructurales, sobre la relación entre los aspectos biológicos y los
culturales, estos casos en general proponen un modelo bidireccional de reflexión y un empirismo
mínimo, lo que para el lector implicaría un acercamiento más profundo hacía las discusiones sobre
el cuerpo. Por lo que, a través de un enfoque perteneciente a la filosofía analítica, buscamos
establecer cuáles son las barreras discursivas construidas a través de la jurisprudencia, al mismo
tiempo que se reflexiona sobre los conceptos que intentan recoger o representar la realidad
masculina de las mujeres queer en el acceso a sus servicios de salud sexual y reproductiva.
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A través de las masculinidades femeninas, podemos construir las realidades de lo que implica
la transexualidad y todo lo relacionado con lo transgénero, Halberstam dice que se trata de “la
fusión de una conducta masculina con un cuerpo de mujer” (2008, p.7). La necesidad de introducir
la aplicación de este concepto a este estudio, radica en que se tiende a confundir la realidad de la
homosexualidad con el de transexualidad y el transgénero, como se analizará más adelante, estos
fenómenos son diferentes, mientras que el primero marca una atracción por personas del mismo
sexo; en los segundos, las personas se sienten o son del género contrario, y por lo general, estas
personas no son homosexuales.

En Colombia esta población no escapa de ser víctima de lo descrito anteriormente; la violencia


y discriminación de la que son sujetas empieza desde la familia, pasando por la sociedad civil hasta
ser perpetradas por las autoridades estatales y la ley (Fundación Pares, 2020). Según Colombia
Diversa los servicios de salud no escapan de estas estructuras heterosexuales que a raíz de la
ausencia de un enfoque diferenciado incurren en la negación de estos servicios y aún más grave en
malas prácticas que ponen en riesgo la vida de estas personas, especialmente en las mujeres Trans
(Colombia Diversa, 2020, p.15).

1.2 Justificación
Este problema surge como una demanda social que trasciende la esfera pública y por ende
política pues es allí donde la arena de las disputas por derechos y libertades cobra mayor impacto.
La necesidad de reconocimiento de las personas trans, intersex y no binarias en los servicios de
salud es de vital importancia para la Ciencia Política y su objetivo social de aportar a la
construcción de una sociedad pluralista y menos desigual. Este trabajo busca apelar a la discusión
sobre las categorías sexo/género como unidades totalizantes que incurren en discursos excluyentes
que penetran desde las estructuras culturales hasta las leyes generando la marginación de la
diferencia.

La deconstrucción ideológica de la sociedad es necesaria para el desdibujamiento de patrones


comportamentales e imaginarios populares. Es por eso que esta investigación busca apelar a que la
opresión de las mujeres pasa por la construcción ideológica de que estas constituyen un “grupo
natural” (Ronald, 2020). La opresión e invisibilización pasa por la determinación de que la
naturaleza dada conlleva unos rasgos característicos que separan al hombre de la mujer y que se ve
reforzado por instituciones sociales como las iglesias. En ese sentido creemos que la biología no
es la culpable del trato que tienen las mujeres trans; sino las construcciones sociales que se le
asignan al rol de lo que algunos consideran “debería ser la mujer” y que constituyen escenarios de
violencia estructural.

Otro aspecto por lo cual es relevante esta investigación es para dar cuenta de que los mecanismos
con los que cuenta el Estado para la atención de población vulnerable son deficientes y excluyen
totalmente a las personas trans; por ejemplo la encuesta SISBEN que caracteriza a la población
potencial beneficiaria de los programas sociales estatales excluye totalmente categorías como
orientación sexual e identidad de género como factores que pueden desembocar en escenarios de
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vulnerabilidad (Colombia Diversa, 2020, p.16). Y de las cuales gran parte de la población trans
colombiana se encuentra, pero el Estado ignora.

Finalmente se decide tomar el periodo de tiempo comprendido desde 1999 hasta 2015 púes es
en estos años que la Corte Constitucional produjo más sentencias en torno a los derechos en materia
de salud para personas trans. De igual manera en materia legal el país tuvo una gran actividad en
esos años pues tramitó varias leyes como la 1751 de 2015 que establece ciertos mecanismos de
protección para garantizar el derecho a la salud entre otras leyes que procuran la no discriminación
de las personas trans en Colombia (Ponce, 2021).

1.5 Diseño metodológico


La presente investigación se pretende realizar a través de un análisis hermenéutico de ocho
sentencias emitidas por la Corte Constitucional sobre el acceso a los servicios de salud para las
personas trans. La hermenéutica viene del vocablo griego hermeneia que significa el acto de la
interpretación. A pesar de que la hermenéutica era considerada desde sus inicios como base para
el desarrollo del conocimiento teológico, más tarde este conocimiento se prestaría para las
investigaciones en ciencias sociales, sobre todo por la necesidad de reconocer al historicismo como
elemento fundamental para el "desarrollo" de las sociedades. Así, la hermenéutica puede ser
asumida a través de un método dialéctico que incorpora texto y lector en un permanente proceso
de apertura y reconocimiento.

En la hermenéutica, el texto e intérprete deben ser reconocidos en dos formas, en un primer


nivel, logran incorporar la dimensión de los prejuicios como elemento transversal a toda acción
interpretativa. Por ello, se puede asumir que el sentido no pertenece en términos puros, sino que
más bien existe en un escenario de co-pertenencia, el cual sería el escenario de incorporación en
un segundo nivel. Por lo tanto y en palabras de Gadamer: "El sentido no acaba nunca; se reorganiza
una y otra vez; se vuelve a tejer de distinto modo. Todo ello en virtud de la movilidad de la distancia
temporal, que la conciencia asume, aunque no para reducirla, sino sólo como la demora irremisible
de su plenitud" (Echeverría, 1997, p.244).

El desarrollo de este análisis se hará tomando como referencia la teoría queer donde a través de
una serie de categorías y conceptos incluidos en las sentencias se hará un examen de cómo estos
son utilizados, qué discusiones traen a colación los magistrados para emitir sus conceptos y
finalmente un análisis discursivo de estas sentencias. Este escrito permite el desarrollo de un trabajo
crítico con respecto al acceso de las personas Trans, intersexuales y no binarias a el goce efectivo
de sus derechos, mediante el acceso a servicios en salud sexual y reproductiva, de esta manera se
pueden diferenciar las barreras y oportunidades que nacen desde esta problemática y se puede
sustentar en las explicaciones teóricas. La noción de discurso se ha conceptualizado de formas muy
variadas, por lo que es indispensable dotarla de un uso local acorde con la investigación que aquí
se desarrolla (Giménez, 1989).
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En este sentido, el presente trabajo busca comprender los textos de jurisprudencia seleccionados,
a partir del ejercicio interpretativo intencional y contextual. Dicho proceso nos supone desarrollar
la inteligibilidad del discurso contenido en estas sentencias, además, se puede establecer que se
trata de traspasar las fronteras contenidas en la física de la palabra para lograr la captación del
sentido de éstas en tanto plasmadas en un papel, tomando en cuenta que estos documentos tienen
vinculación judicial y logra un efecto social preponderante. Como estableció Martyniuk (1994,
p.69), se podría decir que con un análisis de la hermenéutica perseguimos: "romper con elementos
simbólicos contenidos en la cultura, romper con las interpretaciones del mundo que hemos
construido (o heredado)". Este análisis hermenéutico permite el desarrollo de un trabajo crítico con
respecto al acceso de las personas trans, intersexuales y no binarias a los servicios de salud sexual
y reproductiva, de esta manera se pueden diferenciar las barreras y oportunidades que nacen desde
esta problemática y se puede sustentar en las explicaciones teóricas. Es importante destacar en este
cambio de lenguaje, es porque constitucionalmente se presupone el reconocimiento a todos los
derechos sin ningún tipo de discriminación a poblaciones, pero una cosa es reconocerlos y otra
muy diferente es tener acceso a ellos, es precisamente esta disyuntiva la que se busca desarrollar
en el análisis de las Sentencias.

Por lo tanto, a través de un análisis hermenéutico, se busca explicar a través de la teoría como
estos casos no son en sí mismo aislados, sino que son producto de unas prácticas sociales definidas
e históricamente producidas y practicadas. En cuanto a las Sentencias se busca analizar el debate
sobre temas concretos, dentro de las mismas el cual se orienta de la siguiente manera: en primer
lugar, identificar y analizar el cuerpo teórico como hipótesis principal de cada exponente que
podría ser una forma de entendimiento para este trabajo, en segundo lugar, una caracterización de
las normas recopiladas, la pertinencia de las mismas y la particularidad que estas mismas tienen;
en tercer lugar y por último discutir problemas relacionados con la aplicación de las normas, las
consecuencias y la realidad a pesar de la emisión de estas confrontadas a una explicación teórica,
este análisis se realiza basado en tres insumos generales:
1. Marco normativo: el cual puede definirse como una mirada a un corpus de normas que
legislan el reconocimiento y acceso al sistema de salud para las personas Trans,
intersexuales y no binarias.
2. Marco teórico: en el que el principal objetivo es presentar las teorías que podrían definir en
una forma amplia, la polución normativa que articula en buena medida una regularidad
frente al problema central que son las barreras de acceso.
3. Análisis teórico: Es la interpretación hermenéutica del marco normativo desde la teoría
queer.
En general el análisis determina las barreras originadas en las normas, pero además sirve para
reflejar que la recopilación de esta normativa, si bien, ofrece una solución al ordenar las normas,
esto no quiere decir que contenga soluciones absolutas, ni definitivas de cara a la problemática
social, sino más bien, brinda interpretaciones más acordes con la realidad social y permite abrirse
al debate con posibles análisis posteriores. Para realizar el cruce de información, se utilizó el
programa Atlas.Ti, el cual es una herramienta de uso tecnológico y técnico creada con el objetivo
de apoyar la organización, el análisis e interpretación de información en investigaciones
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cualitativas. El programa permite trabajar y organizar grandes cantidades de información en una


amplia variedad de formatos digitales.
Esta herramienta, como se presenta en los hallazgos, nos ayudó a seleccionar las siguientes
categorías: sexo, género, identidad, identidad de género, transexualidad, transgenerismo,
masculinidad y feminidad. Estas categorías, son palabras usadas de manera amplía en el marco
normativo, que son además concordes a lo desarrollado en nuestro marco teórico, estas categorías
alimentan la discusión presentada aquí, pero también son indispensables para determinar lo que
reconocimos como barreras mediante el uso del lenguaje.

1.6 Marco normativo:


En el siguiente anexo 1, se presenta el marco normativo donde se recopilaron ocho sentencias,
la primera y segunda de ellas, relevantes por incluir el tema del hermafroditismo, sobre las cuales
se busca analizar el alcance de la construcción del sexo y género a partir de dos situaciones de
reafirmación sexual; la segunda sentencia muestra el consentimiento informado, sobre los niños y
en esta se marca un punto relevante, respecto a la construcción de la identidad desde la crianza, el
resto de ellas problematizan conceptos centrales para la presente investigación como lo son el
transgenerismo, el sexo diferenciado del género entre otros. La razón de seleccionar Sentencias
con casos de intersexualidad, es que nos permite traspasar la teoría feminista para entrar en el
debate Queer.

Capítulo 2: Estado del arte y Marco teórico

2.1 Estado del Arte:


Para entender de manera amplía el problema que se establece en el siguiente trabajo
empezaremos por revisar la literatura relevante acerca del acceso a servicios de la comunidad
LGTBI. Partimos por establecer que una de las problemáticas principales por las que atraviesa esta
población en territorio colombiano, es un problema de reconocimiento, muy a pesar de que diversos
mecanismos internacionales sean aceptados y ratificados en el país, la distancia que hay entre la
organización de estos mecanismos y la realidad social son abruptas, el mejor ejemplo de esto es
documentado por la Organización No Gubernamental Colombia Diversa, la cual ha registrado
desde 1993 el asesinato de 1.134 personas reconocidas con orientación sexual e identidad de género
diversas, 60 casos de amenazas y 72 casos de violencia policial (Colombia Diversa y Caribe
Afirmativo, 2018). Ahora bien, exploramos este reconocimiento en distintas esferas públicas
rastreadas desde la literatura.

Reconocimiento de la identidad de género en el marco legal: En primer lugar, en muchas partes


del mundo, las personas experimentan violencia y persecución debido a su orientación sexual real
o percibida o su identidad de género (Dworkin, 1993; Esguerra, 2002; Gonzáles, 1999). La
denominación de una persona como lesbiana, gay, bisexual, transgénero o intersex (LGBTI)
asegura el reconocimiento legal de la orientación sexual o de la identidad de género como condición
esencial de la persona a ser protegida (Alder, 2013; Añón, 2001). Ante el aumento alarmante de
crímenes contra la población LGTBI se hace necesario desplegar medidas para su especial
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protección, dado así su reconocimiento además como población históricamente marginada,


rechazada y en algunos casos hasta reprimida (Foucault, 1981). Muchos países mantienen severas
leyes penales para relaciones consensuadas entre personas del mismo sexo, algunos de los cuales
estipulan encarcelamiento, el castigo corporal y/o la pena de muerte6 la intersección de factores
que pueden contribuir y agravar los efectos de la violencia y la discriminación incluyen sexo, edad,
nacionalidad, etnia/raza, condición social o económica y condición de VIH (Dworkin, 1993;
Esguerra, 2002; Gonzáles, 1999).

Por otra parte, en algunas ocasiones, los derechos humanos arriban para solventar aspectos que
las democracias liberales han marginado, discriminado y violentado dado la construcción del orden
cívico-público: los sujetos son abstraídos de su materialidad corpórea para poder existir en el
espacio público desde el principio imperante de la racionalidad para alcanzar la imparcialidad, la
cual garantizará la convivencia desde una razón moral despojada de pasiones (Pleyers, 2006;
Raschke; 1994; Susen, 2006). Cuando hablamos de derechos humanos del LGBT, debemos
preguntarnos qué ha llevado a la necesidad del diseño de un esquema de defensa de derechos
humanos, tomando en cuenta que los derechos humanos responden a justificaciones y necesidades
aparentes, pero sobre todo “a despecho de su aparente universalidad y neutralidad, la noción
vigente de ciudadanía está hecha a la medida de los ciudadanos varones” (Peña, 2010, p. 232). Esto
tiene implicaciones al momento de cualquier investigación, dado que hace necesario cuestionarse
puntos importantes, tales como si el acceso a la salud sexual y reproductiva responde a intereses
materiales de la imposición de unos derechos en las democracias liberales.

En este sentido, el avance de los derechos humanos para esta población debe pensarse como
suma de la reflexión y el replanteamiento de la concepción de ciudadanía, los derechos civiles y
políticos constitutivos de la ciudadanía son también parte fundamental de los derechos inalienables
considerados por los derechos humanos, que se reconocen y se hacen valer en el espacio público
(Peña, 2010; Preciado, 2011). Como ya ha sido señalado por numerosas feministas, en función del
orden heteronormativo patriarcal y binario se ha establecido la normatividad de la vida pública
(Richardson, 2000, p.75). En el espacio público debe imperar la razón normativa, aquella que solo
se logra si se alcanza la imparcialidad y ésta a su vez sólo es posible de aprehender si se expulsa
de la razón el deseo, la afectividad y el cuerpo. Se establece, entonces, un orden público donde la
razón se opone al deseo, a la afectividad y al cuerpo, con lo que lo cívico-público debe excluir los
aspectos corporales y afectivos de la existencia humana; así se obliga a una homogeneidad de
ciudadanía sobre lo cívico-público (Young, 1998, p.455).

Ahora bien, tenemos claro que con la firma (1976) y ratificación (1999) de la declaración de
derechos humanos expuesta en Naciones Unidas, el país adquiere una serie de obligaciones en lo

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Recuperado de: Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersexuales, "Homofobia de
Estado. Un informe mundial sobre las leyes que criminalizan la actividad sexual con consentimiento entre personas
adultas del mismo sexo", mayo de 2012, En;
http://old.ilga.org/Statehomophobia/ILGA_Homofobia_de_Estado_2012.pdf
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referente a los derechos de las personas. Sin embargo, sin caer en la redundancia de lo que son los
derechos humanos y las garantías que traen consigo estos mismos, es hasta 2006 con la firma de
los Principios de Yogyakarta (Principios sobre la aplicación de la legislación internacional de
derechos humanos en relación con la orientación sexual y la identidad de género) que se da un
verdadero reconocimiento a los derechos y deberes de cara a esta comunidad discriminada y
marginada históricamente. Posterior a ello, en el año 2011 se acoge la Resolución sobre “Derechos
Humanos, Orientación Sexual e Identidad de Género”, la cual tiene como objetivo principal dar
garantías a la aplicación de los derechos humanos en relación con la orientación sexual e identidad
de género. Es hasta este punto que en Colombia se puede reconocer verdaderamente a la comunidad
y sus derechos con respecto al resto de la población.

Por consiguiente, una vez establecido lo anterior, a nivel nacional se reconoce el trabajo de la
Corte Constitucional en materia de reconocimiento y protección de los derechos de las personas
(Secretaría Distrital de Planeación, 2018). Es así como bajo esta premisa de protección a los
derechos fundamentales de las personas, la Corte pone en manifiesto que se debe tener cuidado en
los tribunales de tutelaje cuando estas situaciones se hacen presentes (Corte Constitucional, 2012)
así mismo, en las sentencias T- 141/15, T 804/14 y 565/13, se hace énfasis en la necesidad de
reconocer a estas personas en materia de salud, educación y no discriminación por razón de su
identidad sexual.

Derechos civiles: Mediante la ratificación de los tratados internacionales de derechos humanos,


los Estados se comprometen a adoptar medidas y leyes internas compatibles con las obligaciones
internacionales. Así, los Estados tienen el deber de prevenir las violaciones de los derechos
humanos (Naciones Unidas, 2013). Pero a pesar de acoger los postulados internacionales que
pretenden homogeneizar la garantía de los derechos básicos de los individuos, dado que dichas
situaciones atacan directa o soterradamente a los integrantes de estas minorías, ofensivas que
muchas veces obedecen a la manipulación de las herramientas jurídicas a favor del sentir personal
y el grado de tolerancia de sus dirigentes (Estefan, 2013, p.201).

En el caso mexicano, por ejemplo, en el resumen ejecutivo de la Investigación sobre Atención


a Personas Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans en México, realizado en abril de 2016, se señala
en sus conclusiones que el LGBT es un sector de la población que enfrenta un alto grado de
vulnerabilidad, en las áreas de salud, educación, trabajo y derecho de las víctimas, se observan
prácticas discriminatorias que impiden el pleno desarrollo en condiciones de seguridad. Podemos
establecer entonces que

Una de las principales formas de discriminación a la población LGBT es aquella ejercida por agentes del
Estado, no sólo de manera directa a través de la labor desempeñada por miembros de las fuerzas militares o
de policía, sino por medio de las disposiciones legales y judiciales (Estefan, 2013, p. 186).

En la vida cotidiana de las personas LGBT, los derechos humanos en favor de la orientación
sexual y la identidad de género no impactan en su dignificación humana; en esta problemática de
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discriminación y violencia se traslapan dos cuestiones muy puntales: 1) los derechos humanos son
un lenguaje jurídico internacional de recurrencia extraordinaria, por lo que no todos los sujetos de
una sociedad están en condiciones de emplearlos y hacerlos valer (Vargas, 2013) y 2)los derechos
humanos no están cuestionando los modelos de ciudadanía normativa que sí rigen la vida cotidiana
y que aspiran y apuntalan hacia lo homogéneo de los cuerpos (Vargas, 2013).

Haciendo especial énfasis en dos derechos fundamentales para la comunidad LGTBI, como lo
son el derecho a la identidad lo que nos transporta directamente al derecho al nombre, este último
reconocido en el artículo 16 de la constitución política, el cuál sufre un cambio en la Sentencia T
086/14 en el que se reconoce el cambio de nombre por segunda vez apelando a la identidad de
género, tienen ambos un importante avance en la Sentencia T 063/15, en la cual se reconoce el
cambio de sexo en los documentos de identificación de la persona. Estos dos derechos en materia
de derechos civiles están contemplados de manera general en el ordenamiento jurídico, sin
embargo, según el estudio realizado por Outright en colaboración con la Universidad de los Andes,
en Colombia el acceso a estos trámites es por sí mismo bastante complicado, dado que como se
mencionó anteriormente los árbitros de estos tutelajes no tienen una conciencia plena de la
identidad relacionada con género problema generalizado a lo largo del territorio y que ha generado
una de las barreras más grandes en el acceso a derechos por parte de la comunidad LGTBI
(Outright, 2018, p.16).

Ahora bien, en materia de salud, encontramos que para personas transgénero sus atenciones
están garantizadas mediante la Sentencia T 918/12, sin embargo, desde la observación de la
Secretaría Distrital de planeación, no es inusual que las autoridades de salud limiten el acceso al
servicio a las personas trans “con base en su apariencia diversa, su identidad legal o el conocimiento
de que hacen parte de dicha minoría” (Secretaría Distrital de Planeación, 2018, p. 13).
Precisamente, diversos estudios han encontrado que estas personas, ante la dificultad de recibir las
prestaciones de salud que requieren y la desesperación por lograr su bienestar, deciden no recibir
atención médica a sus problemas o buscar alternativas al Sistema de Seguridad Social formal
(Aquelarre Trans, OutRight & Paiis, 2018). Por último, en materia de educación y acceso al trabajo,
se presentan varios conflictos relacionados con el estigma y los falsos estereotipos de estas mujeres
en la sociedad, esto es resultado directo de la sociedad tan conservadora que es la colombiana. El
difícil acceso a estos derechos civiles, a pesar de estar amparados como garantías en la legislación,
sumado a un sin número de Sentencias emitidas por la Corte Constitucional para garantizar algunos
procesos, estos derechos no son del todo materializables en la realidad, lo que lleva a distintas
organizaciones a manifestar una preocupación generalizada al respecto.

Salud sexual y reproductiva: Tomando en primer lugar, los estudios realizados sobre las bases
de la teoría de la interseccionalidad, podemos establecer una nueva mirada que desarticula las falsas
dicotomías presentes en los debates contemporáneos sobre salud y derechos sexuales y
reproductivos, para “imaginar mejores futuros a través de formas radicales de resistencia y crítica”
(Ross, 2018, p.292). Por otra parte, entre las dificultades a las que las personas trans que enfrentan
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al momento de hacer efectivo el ejercicio de sus derechos sexuales y reproductivos, encuentran por
una parte en su regulación jurídica aspectos irregulares, y por otra también dificultades en su
articulación cultural. El imaginario colectivo acerca de la reproducción está gobernado por una
serie de mitos sobre el género, sus roles, sus deseos y sus cuerpos (Radi, 2020, p.133).

Por otra parte, todas aquellas “metáforas del cuerpo equivocado” acompañado de la disforia de
género, la renuncia “voluntaria” a la capacidad de procrear y la “heterosexualidad” constituyen la
base del ideario que hace de las personas transexual sea una población estéril, sin voluntad
reproductiva ni prácticas sexuales que se desenvuelvan en la fecundación (Meyerowitz, 2002;
Valentine, 2007; Cabral, 2010; Radi, 2018). Por lo que a pesar de haber logrado un sin número de
avances en términos tecnológicos para, lograr la reproducción (por ejemplo, los tratamientos in
vitro y el alquiler de vientres), este parece seguir siendo un ámbito cultural exclusivo para personas
con estándares heteronormativos definidos. De esta manera, la identidad de las mujeres como tales
depende del embarazo y sus cuerpos se representan como si estuvieran esperando bebés (Walks,
2015), volviendo esto al punto de que el género es en términos simples una condición biológica.

Es por ello que la figura del hombre trans embarazado desafía los supuestos de género de una
manera tan profunda que se vuelve imperceptible: sólo puede ser visto como un hombre gordo
(Surkan, 2015), además de esto es una situación socialmente incómoda para la mayoría de las
personas que conforman una comunidad, con una perspectiva crítica, varias teóricas y activistas
lesbo-feministas han cuestionado la economía heterosexual que hace de las mujeres, las
reproductoras obligadas de la especie. Es por ello que vale la pena cuestionarse si el acceso a los
derechos sexuales y reproductivos están disponibles para todos los sujetos de derechos.

Reconocimiento de la identidad de género a nivel social: Como punto inicial, antes de reconocer
una comunidad, se debe generar en primer lugar, un autorreconocimiento, para las personas trans,
intersexuales y no binarias en Colombia, según lo expuesto por García en 2010, la categoría Trans
no es una categoría homogénea, y por el contrario incluye múltiples formas de nominación y auto
reconocimiento, de la misma manera, será así asociada a la comunidad, es decir el reconocimiento
social parte de que esta categoría no es estática ni homogénea, lo que complica un poco más dicho
reconocimiento social. Por ende y siguiendo la línea de García, podemos argumentar que el
tropiezo de la sociedad colombiana, empieza entendiendo a la transfeminidad7 en términos
simplistas y unitarios, es decir, que “inicia”, “culmina” o “debe realizarse” a partir del consumo
hormonas, referencia que es de todo errónea dado que la identidad transgénero implica aspectos
sociales, culturales y políticos que la trascienden (García, 2010; Losada, 2016; Verastegui, 2013).

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Es una corriente del feminismo que amplía los sujetos del mismo a otras personas que no son mujeres cisgénero,va
más allá de obtener la liberación de la mujer, sino que entiende el propio concepto de género como una construcción
que se utiliza como herramienta de opresión. Tomado de: Stryker, S (2006). Susan Stryker and Stephen Whittle, ed.
The Transgender Studies Reader. Routledge
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Por lo expuesto anteriormente, se puede realizar la primera aproximación a las reflexiones que
se han introducido culturalmente a la sociedad colombiana, estos son fijos y poco variables por lo
que es un primer impedimento al reconocimiento de estas personas dentro de la sociedad. Lo que
nos lleva a la segunda problemática a discutir, Vásquez en su investigación Apoyo Social Percibido
en Personas Trans (2018) logra establecer que la situación de discriminación, rechazo social y
violencia son factores que afectan la salud mental de las personas transexuales, generando patrones
de conducta específicos en la sociedad como aislamiento y agresividad, pero además es el costo
social que implica el cuestionarse que el proyecto de vida está determinado por factores biológicos,
donde las dos únicas opciones en la esfera de lo posible son o ser hombre o ser mujer y desarrollarse
en torno a esas dos condiciones (Vásquez, 2018; Halberstam, 2008; Ruiz, 2017).

Retomando esta última línea argumentativa, tenemos entonces un problema recurrente en la


nueva generación y la cual está muy demarcada y con complejidad alta, en la sociedad colombiana
actual: la salud mental. Un tema sin dudas altamente debatido en el país, pero viendo de manera
profunda encontramos que la presencia de depresión en individuos transgénero se relaciona con
aspectos como: la perdida de amigos y familiares (González & Leal, 2011), dificultad para acceder
a procedimientos médicos (Arístegui, 2014), disputas en el ambiente familiar, acoso en los lugares
de estudio, segregación además de violencia física y psicológica (Rubio, 2009). Por último, un
factor no menor es la construcción generalizada de los prejuicios y ausencia de apoyo del núcleo
familiar como resultado del rechazo (Ortiz al., 2014). Al respecto, también es pertinente indicar
que los hombres transgénero perciben más apoyo de su familia que las mujeres transgénero (Claes
et al, 2015).

Es así como resulta evidente que el “apoyo familiar, es un factor determinante para facilitar las
construcciones identitarias y cómo este funciona como impulsor de las transformaciones
corporales” (Coll-Planas, 2010). Tomando en cuenta que la familia es el núcleo de las sociedades,
se podría pensar que, con el apoyo familiar a los procesos de construcción identitaria de las mujeres
transgénero, sin embargo, Losada resalta que, “aun cuando existan políticas y desarrollos que
busquen apoyar los procesos de tránsito de hombres trans, las familias se ven aisladas de dichos
escenarios y sin herramientas para tramitar la experiencia compartida del tránsito” (Losada, 2016).

En ese mismo sentido, todos los procesos que eventualmente podrían ayudar a las personas trans
a lidiar con sus problemas de salud mental (procedimientos de hormonización o cirugía), en su
estudio Bones y Rubin, describen el proceso de acceso a estos servicios como “limitado y
demorado”, para poner en evidencia, principalmente la falta al principio de universalidad que está
manifiesto en la misma legislación del país (Bones & Rubin, 2009). Esta primera falla demuestra
que a pesar de que el Estado se compromete a garantizar la atención de salud de todos los
ciudadanos y en todos los grados de complejidad, esto solo demuestra que la salud no es un servicio
universalmente disponible y que hay barreras de acceso profundamente ligadas a las construcciones
culturales. Adicionalmente, a las barreras estructurales que se pueden reconocer como parte del
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sistema, es posible identificar algunas asociadas a la ruta de acceso a el aseguramiento o incluso a


los servicios mismos (SDP, 2008).

Por último, es necesario explorar el concepto de capacidad jurídica, este hace referencia a la
capacidad de una persona para ser titular de una serie de derechos u obligaciones, de ejercer,
acceder y exigir los derechos, pero también contraer los segundos a manera de responsabilidades
(Villalobos, 2012, p.55). A este concepto de capacidad jurídica, es necesario añadir que el libre
desarrollo de la personalidad, derecho fundamental para entender el presente análisis, este derecho
busca proteger y tutelar los diversos aspectos indispensables a la dignidad y calidad de persona
humana. Es decir, al valor supremo del ser humano frente al ordenamiento jurídico (Azurmendi,
1998, p.61). Por ende, dado de que la capacidad jurídica de las personas Trans, Intersexuales y No
Binarias es limitada para acceder a la ley, pues en esta hay puntos ciegos que las limitan como
sujetos de derecho, su desarrollo también se ve truncado pues acceder a los servicios médicos
necesarios, no es una tarea fácil, tomando en cuenta además que “el derecho al libre desarrollo de
la personalidad incluye y requiere indispensablemente el goce efectivo de todo el sistema de
derechos y libertades fundamentales” (Villalobos, 2012, p.82).

2.0 Marco teórico


El siguiente marco teórico, busca ilustrar de manera amplia la discusión que se tiene acerca de
la legislación sobre el acceso a derechos de salud sexual y reproductiva para las personas trans,
intersexuales y no binarias. En primer lugar, establecemos que, al movernos en una sociedad con
estructuras sociales tan definidas, son las teorías y los marcos de referencia los que nos alimentan
la discusión, es por ello que decidimos dividir este marco, en categorías analíticas las cuales
desarrollamos a lo largo de este trabajo. Establecemos entonces que, a través de las masculinidades
y feminidades, se construyen las políticas de identidad y la dialéctica respecto al género fluido,
además de ello ambas categorías son construidas a través de la teoría de la interseccionalidad la
cual explicaremos brevemente. En segundo lugar, a través de la teoría performativa
desarrollaremos la categoría de feminidad, masculinidad y sexualidad para así comprender cómo
se constituye la normatividad y la normalidad en las sociedades, contribuyendo así a la
construcción de discursos como la transfobia.
Partiremos por exponer que la mayor parte de los debates dados en el feminismo son debates
sobre el cuerpo y el control del mismo. A pesar del amplio desarrollo en la construcción de teorías
feministas, aún no hay un consenso en lo que respecta al alcance de las ideas construccionistas,
“fundamentalmente consideran que renunciar a una noción sustancial del cuerpo femenino implica
quitar anclaje material a un concepto central respecto a los reclamos políticos” (Martínez, 2015,
p.32). Es importante traer a colación este debate dado que si la opción es establecer que podemos
definir a las mujeres como aquellas que portan un cuerpo femenino y al hombre como aquel
perteneciente a un cuerpo masculino, este panorama abre el debate a la concepción de la anatomía,
su significado y más importante aún la conexión entre esta condición biológica y el concepto de
mujer y hombre. Si damos una respuesta constructivista, podríamos decir que esa conexión no
existe porque los roles son socialmente construidos, pero este no es el concepto del que partimos
Derribar barreras | 19

para establecer la regulación sobre los cuerpos, en especial en una sociedad cerrada a estos debates
como la Colombia y además en términos de acceso a salud sexual y reproductiva.
En este punto se hace necesario definir sexo y género porque frecuentemente estos conceptos
son considerados sinónimos equivalentes. Sin embargo, como ya evidenciamos anteriormente se
trata de categorías diferentes porque las características anatómicas determinan el sexo al cual
pertenece el individuo, mientras que género es una construcción social que define lo que significa
ser de un sexo o del otro en la sociedad (Careaga, 1996). De la misma forma, la recreación de
ambas categorías responde y se enmarcan en marcos conceptuales muy diferentes, por lo que una
definición separada de ambas palabras permitirá darnos una definición abierta de lo que ambas
autoras teorizan frente a lo transexual, pero además lo que aportan a la teoría queer respecto a la
construcción de discursos frente a esta población.

2.1 Género vs sexo: construidos discursivamente como sinónimos.


La teoría queer nace como una corriente que busca resignificar todas aquellas sexualidades que
se construyen en la sombra transgrediendo esas feminidades y masculinidades tradicionalmente
construidas a través de la biología y la cultura, el sexo y el género. El género es producto de la
repetición de unos actos performativos binarios de una heterosexualidad dominante que se
construye desde el ámbito cultural y discursivo y por ende no es algo naturalmente dado. Es decir,
es naturalizado con la repetición de actos de habla y gestos que obedecen a patrones conductuales
de unos de los dos géneros establecidos (Butler, 2007). Es la relación sexo/género la encargada de
afianzar la idea de que el género debe corresponder al cuerpo sexuado, bajo esta perspectiva
“parece que los géneros no pueden ser ni verdaderos ni falsos, sino que sólo se crean como los
efectos de verdad de un discurso de identidad primaria y estable” (Butler, 2007, p. 267).
Con lo anterior, es claro que el sujeto es el resultado de la producción de una red de dispositivos
de saber y poder y de enunciados performativos (Duque, 2010, p.87). Si no hay determinismos de
género, la forma en que se expresan las identidades sería múltiples pues cada cuerpo tiene una
manera única de experimentar el mundo. El género como una vía de expresión de las relaciones de
poder no solo concierne al individuo sino al tejido social que se manifiesta en cuatro esferas, en los
símbolos culturales, en la normatividad, en la familia y en la identidad subjetiva (Scott, 1996,
p.289). En últimas, hay que ir más allá de la dicotomía biología/cultura y analizar otros factores
que confluyen en las narrativas de género como la educación, los medios de comunicación, la
política, y la historia. De esta forma es necesario comprender que el género, moldea la sociedad y
lo que la rodea pues a través de esta también se legitiman ciertas narrativas.
Desde el punto de vista de Butler, es necesario desnaturalizar todo aquello que damos por
sentado, todas las categorías binarias articuladas sobre la base de la dominación de los cuerpos tal
como hetero/homo, lesbiana/gay, blanco/negro. etc. pues estas llevan a que se define al sujeto en
base a lo que no es, o las características que no posee frente al otro. Al desnaturalizar esto, nos
abrimos a nuevas formas y experiencias de vivir el género pues el cuerpo sexuado se abre camino
a la construcción de su identidad de género desde la subjetividad sin límites. Es necesario ver al
cuerpo como un campo de luchas de poder que crea sujeción a una ideología dominante, pero esta
no es total, por lo que da pasó a la resistencia, en palabras de Foucault “si existen relaciones de
poder a través de todo el campo social es porque por todas partes hay libertad” (Foucault, 1999,
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p.405), en ese orden podemos decir que el curso es cultural y discursivamente construido. Lo
anterior da paso a que las identidades trans, intersex y no binarias se construyan.
Para la teoría queer el género es el resultado de un discurso hegemónico que produce realidades
socioculturales, esta teoría cuestiona el discurso liberal que universaliza al sujeto, lo homogeniza
y reduce las formas de expresión de la identidad de género a la matriz heterosexual. Este discurso
toma vida desde la niñez a una edad temprana cuando se ven insertos en ciertas prácticas
diferenciados del sexo opuesto (Duque, 2010, p.88). Butler dirá que esto es fruto de la correlación
entre los ideales de género y el deber ser que desde una edad temprana constriñen el libre desarrollo
de la identidad pues limita al sujeto a la repetición indeterminada de unos actos previamente
establecidos y controlados por los dispositivos de saber (Duque, 2010, p.87).
Con lo anterior, es pertinente hablar del orden simbólico que establece la materialización de la
performatividad y que termina encaminando las relaciones sociales. En últimas “el género es
consecuencia de un sistema coercitivo que se apropia de los valores culturales de los sexos”
(Duque, 2010 p.49). Esta cuestión de sexo y género entonces se verá desafiada en la teorización de
los asuntos queer, por lo que el verbo transitivo queer expresa el concepto de "desestabilizar",
"perturbar", "jorobar"; por lo tanto, las prácticas queer se apoyan en la noción de desestabilizar
normas que están aparentemente fijas. Así el adjetivo queer significa "raro", "torcido", "extraño"
(Mérida, 2002) que se construye en la periferia binaria.
Ahora bien, para comprender mejor en términos generales la construcción de lo discursivo,
alrededor del sexo y el género, tenemos que remitirnos a lo que sugiere la teoría Queer sedimentada
en El género en disputa (2007a) de Judith Butler. En primer lugar, destacamos lo que será el brazo
argumentativo para el presente trabajo: el feminismo materialista el cual expondremos en un solo
apartado de este capítulo. En términos generales tenemos que la materialidad del cuerpo, tal como
afirma Butler (2008), es histórica, por lo tanto, es imposible que sea conceptualizada de forma
independiente a los discursos hegemónicos sobre el género y la sexualidad. Por lo tanto, el centro
de este argumento radica en el lenguaje el cual sería constitutivo y performativo, lo que delimita,
bordea y materializa el cuerpo. A partir de Vida precaria (2006) podemos afirmar que la existencia
de una vinculación entre cuerpo y discurso no implica que la materialidad del cuerpo sea discursiva,
a menos no de manera única. Por lo tanto, si en el campo de “lo humano” la materialidad del cuerpo
no es independiente a los discursos sociales, que representan la existencia de los cuerpos, sería
necesario estudiar todas aquellas condiciones en las que el cuerpo material se convierte en el
sexuado que expone Butler.
Lo expuesto anteriormente, nos lleva a un punto central Judith Butler señala en El género en
disputa (2007a) texto principal del presente marco teórico, que el sexo está siempre generizado lo
que implica que el sexo es constitutivo a las normas de género. Es así como establecemos que
“quizás esta construcción denominada ‘sexo’ esté tan culturalmente construida como el género; de
hecho, quizá siempre fue género, con el resultado de que la distinción entre sexo y género no existe
como tal” (Butler, 2007, p.55). Este punto es crítico en la argumentación de Butler, dado que de
primera mano nos estaría indicando que, a parte de una construcción social de género, también la
hay del sexo, por lo que las prácticas sociales asignadas para cada patrón normativo no serían más
que discursos, sumado a lo anterior, podemos resumir este conflicto con las siguientes
interrogantes:
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¿No existe distinción entre sexo y género? ¿El sexo es construido absolutamente como género? ¿Todo el sexo
es reductible al género? Si el sexo se produce, construye y mantiene a través de las normas de género, entonces
¿qué pasa con el cuerpo? lo que indica que, tal discurso no es suficiente para argumentar que no hay ningún
‘sexo’ prediscursivo que actúe como el punto de referencia estable sobre el cual, o en relación con el cual, se
realiza la construcción cultural del género (Butler, 2008, p.14).

La propia Butler admite que la afirmación escéptica no hay sexo natural es insuficiente. Ahora
bien, podemos concluir que el género resulta ser la causa del sexo y no al contrario, la aparición
histórica de sexo tendría un origen causal. En la última mitad de La voluntad de saber (2008)
Foucault (2008) logra darle un despliegue a la sexualidad, su preocupación central son las
consecuencias históricas producidas por el discurso sobre el sexo (Foucault 2008, p.53). Asimismo,
hace referencia a que los objetos del discurso se producen dentro de prácticas discursivas, además
aclara que los discursos no emanan de su objeto; muy por el contrario, la existencia de los objetos
depende del discurso (Foucault, 1970). Por consiguiente, el sexo que es un objeto del discurso
resulta ser “una idea compleja históricamente formada en el interior del dispositivo de sexualidad”
(Foucault, 2008, p.145).
Ahora bien, todos estos esfuerzos por entender cómo se construyen los cuerpos y las dinámicas
que se imprimen sobre el mismo, se materializan en Cuerpos que importan (2008a), en este texto
Butler sostiene que toda aproximación al cuerpo culmina por ser una escritura sobre el mismo, es
decir, se materializa en el lenguaje. En el prefacio a este libro Butler observa que cualquier intento
por colocar su atención en la materialidad del cuerpo culmina por reconducir otros dominios por
lo que expone que "el cuerpo puesto como anterior al signo es siempre puesto o significado como
antes" (Butler, 2008, p.30). Entonces, no podemos tener ningún acceso al cuerpo, excepto a través
del discurso. Por lo que el cuerpo, también referente a la sexualidad son construcciones que
responden al establecimiento de normas heteronormativas, es decir, deberán cumplir siempre
características de los binarismos impuestos, debido a que son cuerpos sexuados.
Sin embargo, en Cuerpos que importan, entonces, el pensamiento de Butler (2008a) produce
algunas torsiones. Allí la autora reconsidera la radicalidad de algunas aseveraciones realizadas en
El género en disputa respecto al sexo. Aquí el foco ya no se encuentra sobre el género en términos
de “performance corporal'' el núcleo sobre el cuerpo sexuado se desprende de la relación entre
materialidad y discurso. Dicho de un modo más exacto, “las normas reguladoras del ‘sexo’ obran
de una manera performativa para constituir la materialidad de los cuerpos y, más específicamente,
para materializar el sexo del cuerpo” (Butler, 2008, p.18). Tal como la propia autora refiere, sus
interrogantes apuntan hacia dos direcciones, a saber: “¿Cuáles son las fuerzas que hacen que los
cuerpos se materialicen como ‘sexuados’, y cómo debemos entender la ‘materia’ del sexo y, de
manera más general, la de los cuerpos, como la circunscripción repetida y violenta de la
inteligibilidad cultural?” (Butler, 2008, p.14).
Esta tensión se resuelve entonces en la construcción de las identidades de los sujetos y como
estas se desarrollan a través del discurso, es por lo que, volviendo al tema de las masculinidades
femeninas, encontramos la relación entre el sexo, el género y la masculinidad, al ser una lectura
feminista esta última es si se quiere la piedra angular mediante la cual se explican los discursos. En
primer lugar, la aceptación o rechazo de la masculinidad, como norma que prevalece en una
sociedad, tiene un impacto importante en la calidad de vida de los hombres y de las mujeres, esto
explica la necesidad de analizar cómo se construye y qué importancia tiene para la vida en sociedad
Derribar barreras | 22

(Halberstam, 2008, p.12). Desde esta perspectiva, comenzamos abordando la construcción de la


masculinidad, las relaciones de género y el precio de dicha masculinidad. Estos aspectos fueron
enfocados desde una perspectiva holística, que incluyó presentar al varón como una construcción
genérica, inserto en una sociedad y en constante interrelación con otras personas (Halberstam,
2008, 13).
En el punto anterior, es muy importante acotar que, para la crítica feminista, los comentarios
relacionados a las mujeres que cambian de género se basan en un prejuicio y esto se debe a que
han puesto énfasis en los estudios de las lesbianas y han invisibilizado a los transgénero masculinos
(Halberstam, 2008, p.19). Sin embargo, como la masculinidad, de la misma forma que la
feminidad, son construcciones sociales, la adhesión de hombres y mujeres a una o a la otra
dependerá de la educación que reciban en la infancia y de las influencias a que sean sometidos a lo
largo de su vida (Halberstam, 2008, 19). Por lo tanto y enganchando a lo referente a Butler, nada
impide que los hombres adopten algunas conductas consideradas femeninas y las mujeres
conductas masculinas. Cuando esto ocurra tendrán que enfrentar conflictos de distinta gravedad,
en la medida en que la sociedad en que viven acepte o rechace estos desafíos a la norma. Es decir,
en la medida en la que los discursos les permitan moldear sus cuerpos.
Para hacer referencia a la construcción de lo intersexual y lo no binario dentro de este debate de
lo queer, partimos por exponer que tradicionalmente se asume que el género se basa en un sistema
binario, el cual además es obligatorio, dado que atribuye características sociales a la anatomía
sexuada (Hausman, 2001). En función de sus genitales externos, al nacer a los humanos se les
clasifica como hombres y mujeres, sin embargo, en algunos casos médicos como en aquellos
pacientes que padecen ambigüedad sexual, se les conoce como intersexuales, es decir están entre
los dos sexos. La teoría feminista desafió el dominio social masculino que se basaba en el binario
de género al cuestionar la ''naturalidad'' de la subordinación de las mujeres en las relaciones sociales
debido a la supuesta superioridad física del cuerpo masculino sobre el cuerpo supuestamente más
frágil y vulnerable de la mujer, (Hausman, 2001) mientras que la teoría queer amplió el debate a
todos aquellos sujetos que también fluyen entre los géneros, hasta los que no se identifican como
ninguno, tal es el caso de las personas no binarias (Hausman, 2001).
Por último, de acuerdo con el esencialismo, se supone que los que nacieron varones actúan de
forma masculina y se sienten atraídos sexualmente por las mujeres, mientras que se supone que los
que nacieron mujeres actúan como mujeres y se sienten atraídos sexualmente por los hombres. La
sociedad utiliza múltiples métodos de refuerzo positivo y negativo, incluidas las prácticas legales,
religiosas y culturales, para reforzar la adherencia a estos roles de género (Connell, 2002). Por su
parte, Garfinkel (1967) señaló que esta socialización binaria de género se considera "natural" y,
por lo tanto, no se cuestiona. Esta conceptualización de género es similar a la teorización del género
de una manera que denota sus usos como parte de una '' arena reproductiva '' (Connell, 2002), donde
la mujer es el '' productor de huevos '' y el hombre es el ''productor de esperma” (Smith, 1992).

2.2 Transgenerismo: la construcción trans en Butler


Antes de iniciar, es relevante destacar que el pensamiento filosófico de Judith Butler se enmarca
en el paradigma filosófico, político y vital de la política deconstructiva antiesencialista. Esta teoría
fundamenta las bases de la teoría crítica Queer, surge inicialmente como movimiento postfeminista
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que critica la naturalización de la noción de feminidad que había sido la fuente cohesionadora del
feminismo. Igualmente, “fundamenta sus postulados en una crítica del sujeto unitario del
feminismo, colonial, blanco, emanado de la clase media-alta y desexualizado” (Duque, 2010, p.86).
Sin embargo, lo más importante de la apreciación anterior, es que surge como movimiento post-
gay y post-lésbico que critica el sujeto unitario homosexual (gay-lesbiana) basado en una identidad
sexual que contribuye a la normalización y homogenización del sector LGTBIQ en la cultura
heterosexual, sumado a las demandas de la concepción heteronormativa, como el matrimonio, la
adopción entre otros, descartando así todo lo referente a las identidades fluidas.
Ahora bien, se entiende por identidades fluidas, a las sexualidades periféricas que traspasan la
frontera de la sexualidad aceptada socialmente: heterosexual, monógama, entre personas de la
misma edad y clase, con prácticas sexuales suaves, que rechaza el sadomasoquismo, el intercambio
de dinero y el cambio de sexo (Fonseca y Quintero, 2009). Por lo tanto, los estudios de género han
sido relacionados con la Teoría Queer, dada la discusión entre las identidades de género, pero
además los matices entre ellos. Judith Butler (2000) ha ejercido una gran influencia dentro de la
teoría feminista y en los estudios queer por proponer una concepción del género imitativa y
representativa. Gender Troubles el texto iniciático de la Teoría Queer; en él Butler (1990) señala
que el género es esencialmente identificación, que consiste en una fantasía dentro de otra fantasía:

El género se define, de acuerdo con Butler, en lo que denomina el performance, esto es, la repetición que
imita constantemente la fantasía que constituyen las significaciones de manera encarnada. Bajo esta visión,
los comportamientos tan criticados como el amaneramiento de algunos gays y transexuales, o las relaciones
butch (camionera)/feme con su imitación particular del género revelan, según Butler, la estructura imitativa
propia del género (Fonseca y Quintero, 2009).

Por consiguiente, podemos rastrear la construcción de la transexualidad de Butler desde el inicio


de sus cuestionamientos, a su vez la autora en: Imitación e insubordinación de género (2000) se
cuestiona sobre la posibilidad de teorizar como lesbiana, por ser esta una categoría de identidad,
un requerimiento a convertirse en aquello que ya se es, este será el inicio de una serie de reflexiones
que permiten caracterizar algunas categorías correspondientes a la identidad. Para Butler, cualquier
categoría de identidad controla el erotismo, describe, autoriza y, en mucho menor medida, libera
(Butler, 2000). Entonces, el travestismo no es una imitación de un género auténtico, sino que es la
misma estructura imitativa que asume cualquier género, una vez aclarado que no hay género
"masculino" propio del varón, ni uno "femenino" que pertenece a las mujeres; “el género es
consecuencia de un sistema coercitivo que se apropia de los valores culturales de los sexos” (Butler,
2000).
Aclarando, que el género es un modo de representación y aproximación, lo que implica que el
travestismo, sería entonces la forma más corriente en que los géneros se teatralizan, se apropian,
se usan y se fabrican, entonces la heterosexualidad debe asumirse como una repetición coercitiva
y obligada de los fantasmas ontológicos "hombre" y "mujer", que exigen ser los fundamentos
normativos de lo real (Fonseca y Quintero, 2009). Sin embargo, el sujeto no elige la actuación del
género libremente, sino que tal representación de la heterosexualidad es obligatoria, bajo amenaza
de sufrir castigo y violencia por cruzar las fronteras del género; aunque la transgresión también
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provoca encanto y placer. En el texto Critical Queer Butler (2020), señala que la resignificación
de queer adquiere todo su poder a través de la invocación repetida que relaciona a la palabra con
acusaciones, patologías e insultos. Queer es un vínculo entre significados homofóbicos que intentan
resignificar.
Siguiendo esa línea argumentativa, encontramos que Butler entiende que las normas de género
sólo funcionan exigiendo la encarnación de algunos ideales de femineidad y masculinidad, que casi
siempre van unidos a la idealización de la unión heterosexual, esta construcción la retomaremos
más adelante. Según Butler (2002), lejos de ser una broma esencialista la apropiación queer de la
expresión performativa imita y expone tanto al poder vinculante de la ley heterosexualizante como
a su expropiación, por lo que este acuerdo con las reglas del género se codifican necesaria para que
tener el derecho a ser "alguien" entonces la performatividad del género sexual no consiste en elegir
de qué género seremos hoy, es repetir las reglas mediante las cuales nos concretamos, por lo que
no se trata de una construcción absoluta de una persona sexuada genéricamente, sino de una
repetición obligatoria de normas anteriores que configuran al individuo (Butler, 2002). En
consecuencia, el género es performativo ya que es el efecto de un régimen que establece las
diferencias de género de manera coercitiva.
En síntesis, Butler apunta a desmantelar tanto la concepción de sujeto/a universalista que
sustenta la política liberal actual, como los procesos de esencialización, naturalización e
identificación de las teorías de la política de la diferencia con relación al sector LGTBIQ. Así, para
esta teoría, la orientación sexual, la identidad sexual y la expresión de género, son el resultado de
una construcción-producción social, histórica y cultural, y por lo tanto no existen papeles sexuales
o roles de género, esencial o biológicamente inscritos en la naturaleza humana (Butler, 2002). En
otras palabras, en términos de lo humano, la única naturaleza es la cultura, es así como para esta
teoría el/la sujeto/a perteneciente al sector LGTBIQ es el efecto y resultado de la producción de
una red de dispositivos de saber/ poder que se explicitan en las concepciones esencialistas
imperantes actualmente del género y la diferencia sexual (Butler, 2020).
2.3 Masculinidades femeninas: un acto discursivo de Halberstam
Judith Halberstam (2008) acuña el concepto masculinidades femeninas para exponer la
subordinación y marginación que sufren las masculinidades que no son encarnadas en los cuerpos
de un hombre y de igual forma las feminidades que no son encarnadas por cuerpos de mujeres.
Esta autora sostiene que la masculinidad dominante asociada al hombre blanco de clase media
abandona su significación social en tanto se desprende de este cuerpo (Halberstam, 2008, p. 30).
Lo que comúnmente se conoce como marimacho tiene una connotación negativa presto que es una
masculinidad representada en un cuerpo femenino que desafía lo que el status quo ha representado
tradicionalmente. En últimas, esa masculinidad tradicional deja de existir y pasa a ser algo
despreciable en cuerpos no cisgénero; y de la misma forma cuando ciertos comportamientos y
códigos no se relacionan al sexo asignado al nacer en los hombres se produce un rechazo a esas
feminidades alternativas.
Lo anterior, explica Iván Gómez (2019), ocurre porque las construcciones de las identidades
están atravesadas por discursos culturales sobre el deber ser de lo masculino (Gómez, 2019, p.46).
Y de igual forma ocurre con lo femenino, esto se asocia especialmente en sociedades patriarcales
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donde “la identidad descrita como vinculada a un rol social y a una bilogía incuestionables”
(Campbell, 2004, p.67 como se citó en Gómez, 2019, p.46) establecen posiciones de dominación
frente a masculinidades alternas y que encuentran su base de legitimación en “un ideal cultural que
legitima la manera de actuar de los sujetos” (Gómez, 2019, p.47). Lo anterior es preocupante pues
en muchas ocasiones esa idea de masculinidad como un hegemón termina subordinado y
justificando la marginalización a violencia hacia lo femenino.
Ahora bien, para poder hablar de la construcción de masculinidades femeninas, debemos partir
por establecer que la relación entre sexualidad y género se produce a través de la relación entre
identificación y deseo. Además de ello, el discurso heterosexual exige como requisito que deseo e
identificación se excluyan mutuamente: es decir, quién se identifica con un determinado género
debe desear a una persona de un género distinto (Fonseca y Quintero, 2009). Si desear a un hombre
no implica necesariamente identificarse como mujer y desear a una mujer no involucra una
identificación masculina, el sistema heterosexual no es más que una lógica imaginaria que
continuamente reproduce su propia ingobernabilidad (Fonseca y Quintero, 2009). Por lo que en
este punto es necesario cuestionar algunos puntos con respecto a la identidad, en el caso de Fuss
(1989) se pregunta si ¿existe acaso alguna identidad "natural"? Partiendo de que la identidad no es
más que un constructo político, histórico, psíquico o lingüístico; una muestra de ello es que para
los que ejercitan la política de la identidad, ésta determina necesariamente la acción política (Fuss,
1989).
Sumado a lo anterior, Alfredo Martínez Expósito (2000) sostiene que forjamos nuestras ideas
sobre la sexualidad a través de metáforas, cuyos efectos no siempre son predecibles, por lo que el
mismo término de homosexualidad se acuña con referencia a un modelo simplista bipolar y
zoológico de la sexualidad masculina (Martínez, 2000). Según Martínez Expósito la cultura
occidental ha simbolizado a la sexualidad en representaciones de la pareja heterosexual, que
legitima su naturaleza animal por medio del concepto de amor, por lo que hacer el amor prueba el
nivel de identificación entre la actividad sexual y el sentimiento amoroso. Con respecto a la
sexualidad entre mujeres, Monique Witting (1993) señala que para el sistema las lesbianas no son
mujeres de "verdad", lo cual deslegitima su propio régimen de afectos y placeres (Witting, 1993).
Sumando a ello Diana Fuss, plantea que la insistencia en designar a las lesbianas como "mujeres
caídas" funciona para incluirlas de la categoría misma de la sexualidad y situarlas en el fracaso de
la identificación (Fuss, 1993, p.82).
En Colombia, las personas trans son violentadas por transitar fuera de los parámetros
heteronormados y transgredir la norma social del deber ser de los cuerpos que se presenta como un
mecanismo de control social. Las personas trans, intersex y no binarias emergen como cuerpos de
experimentación fuera de los binarismos pues sus procesos de reapropiación identitaria son
subjetivos y únicos, y en muchos casos dependen de su posición económica, unos lo reafirman a
través de tratamientos hormonales y cirugías de reafirmación de sexo, sin embargo, la identidad
trans va más allá de eso (Pérez, 2017, p.363). Es a través de la construcción de comportamientos,
códigos y prácticas diarias que emergen estas nuevas identidades que provocan una resistencia
directa al establecimiento.
Es así como la construcción de esta verdad sobre lo masculino y femenino, necesita una
relectura, es por lo que el término masculinidad femenina se toma del teórico queer Judith
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Halberstam, de un libro titulado de la misma manera, el cual data de 1998 y su traducción castellana
es de 2008. El teórico parte de que esta aceptación hacia la comunidad LGTBIQ, parte del
reconocimiento de los gays y lesbianas blancos clase media, sumado esta identificación entre
lesbianas y hombres trans o masculinidades femeninas, también se tiende a confundir la realidad
de la homosexualidad con el de transexualidad y el transgénero (Halberstam, 2008, p.18). Este es
el principal problema, el camino que se recorre desde la aceptación de gustos anormales, a la
apariencia física no biológica, lo que implica un desafío mucho mayor dados los discursos que se
construyen socialmente alrededor de lo masculino y lo femenino. La identidad gay y lesbiana se
comenzó a construir, entre uno de sus aspectos, distanciándose de la transexualidad, pero además
la transexualidad también se distancia del feminismo más radical, es por ello que la teoría queer
llega a reavivarnos este debate. Según Gerard Coll-Planas, este distanciamiento se establece a partir
de distinguir entre identidad de género y tendencia sexual, lo que lleva a la mencionada separación
conceptual (Coll-Planas, 2010, p. 224).
Es así como el autor teoriza las dimensiones de las Masculinidades-Femeninas como al énfasis
relacionado con el logro, el materialismo y la competición o bien con el compartir afectivo, la
calidad de vida y armonía interpersonal (Halberstam, 2008, p.25). Es así como las culturas
masculinas están focalizadas en los logros individuales y en acciones referidas a las tareas y las
culturas femeninas, por su parte, enfatizan la armonía interpersonal y las relaciones comunales
(Hofstede, 1991). Estas culturas valoran el rendimiento y la competitividad, así como una imagen
viril clásica, y por ello la masculinidad cultural se podría asociar a una mayor cultura "machista",
de honor viril, ya que los hombres deben mostrar su excelencia en la actuación (Gilmore, 1994).
Por otra parte, este es el mismo argumento bajo el cual se construye la transición hacia otra cultura
como algo inconcebible, además de antinatural y anormal, en el caso de las culturas
latinoamericanas, un escenario cultural específico asociado en parte a esta dimensión es el de la
"simpatía" (Triandis, Marin, Lisansky y Betancourt, 1984). Pero también fuertemente asociado a
los roles de género, al igual que en el mundo una actitud femenina asociada a la masculinidad, es
producto de un marimacho o una actitud masculina asociada a la feminidad es de afeminados.

2.4 La Construcción de nuevas masculinidades y feminidades: una perspectiva intersex

La forma en la que experimentamos la realidad social a través del género es infinitamente diversa
puesto que existen múltiples formas de vivir el mundo más allá del marco patriarcal impuesto por
el estereotipo varonil y femenino. Los estudios de género contemporáneos, han abierto un espacio
a la exposición de nuevas masculinidades y feminidades fuera de los cánones hegemónicos
(Montesinos, 2014, p. 64).

La existencia de masculinidades subordinadas implica un “cambio cultural en la resignificación


de las identidades de mujeres y varones” (Montesinos, 2014, p.64) pues esto nos lleva a reconocer
que pueden existir hombres capaces de gestar, mujeres productoras de esperma y de la misma
manera personas que no se identifican dentro de lo que la sociedad considera “masculino” o
femenino”. En primer lugar, queremos referirnos a una “crisis” de la masculinidad impulsada en
parte por la proliferación de movimientos feministas en los años 60’s que al día de hoy buscan la
desnaturalización de los roles de género (Srivastava, 2015, p.33), es aquí donde se empieza a gestar
la desvinculación del estereotipo tradicional de lo masculino con el poder machista sobre la figura
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de la mujer o el dador proveedor de la familia. De igual forma, con esto la figura femenina empieza
a sufrir una transformación pues deja de verse como un ser indefenso y pasa a tomar lugares de
poder en la pirámide del mercado laboral (Montesinos, 2014, p.65).

Dominantemente se ha considerado que lo masculino es lo opuesto a lo femenino, es decir que


la identidad masculina se define en relación a lo que no es frente a la categoría opuesta (Srivastava,
2015, p.34). Esto es problemático ya que da por hecho que las identidades de género ya existen y
son dadas biológicamente al nacer, negando la posibilidad de construirlas subjetivamente. Es por
esto importante entender que la identidad se construye, reconstruye, consolida y reafirma
diariamente y por ende la adecuada comprensión de las identidades de género pasa por una
exploración crítica de la cultura occidental que ha producido unas conductas situadas para lo
masculino y femenino.

El choque cultural por el que han venido transitando las sociedades modernas abre el panorama
a que las prácticas sociales tradicionales deban coexistir con formas simbólicas y prácticas
masculinas que rechazan el machismo, las formas despóticas de poder y subordinación (Carrillo &
Montesinos, 2010, p.14). La emergencia de nuevas identidades masculinas que ha acompañado el
cambio cultural ha traído nuevas maneras de expresar la identidad de género, a continuación,
traemos a colación la tipología que proponen Carrillo y Montesinos (2010) sobre masculinidades
modernas.

La primera se denomina el varón pos-antiguo aquí el individuo si bien se aleja de las prácticas
machistas, buscan en su pareja afectiva la necesidad de estas de protección en ella. La segunda, el
varón en crisis, en esta el individuo por sus circunstancias se ve obligado a aceptar el poder
femenino sin entenderlo totalmente, le genera conflicto (Carrillo & Montesinos, 2010, p.11). La
siguiente tipología es el varón domesticado, en esta el individuo acepta una relación de igualdad
con su pareja porque esta tiene mayores ingresos económicos, el individuo queda despojado del
poder hegemónico en la relación afectiva (Carrillo & Montesinos, 2010, p. 12). Continuamente, el
varón moderno, en este caso existen relaciones de igualdad por convicción y condición, se eliminan
los prejuicios sociales sobre los roles y comportamientos de género y los sentimientos se expresan
de manera libre. Finalmente, la máquina de placer, aquí el individuo se ve en la necesidad de
probar constantemente su masculinidad conquistando el mayor número de mujeres y teniendo hijos
(Carrillo & Montesinos, 2010, p. 13).

En la misma línea, vemos que la masculinidad hegemónica ha empezado un proceso de


deconstrucción desde el ámbito cultural y subjetivo. Como resultado tenemos la visibilizarían de
las masculinidades femeninas y las feminidades masculinas, donde cuerpos femeninos asumen
identidades masculinas y cuerpos masculinos toman identidades y patrones comportamentales
femeninos según los actos performativos tradicionales (Carvajal, 2014, p.117). Un ejemplo de ello
es la típica identificación comportamental que se le hace a las mujeres lesbianas con ser masculinas,
o a los hombres gay con ser femeninos. Esto niega la existencia de que las identidades de género
se vivan de manera ilimitada y lleva a que la sociedad discrimina y excluye a determinados
individuos que asumen patrones, códigos y comportamientos, tradicionalmente asignados al género
opuesto al del individuo.
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Ahora bien, como ya lo hemos mencionado, la feminidad también se ha transformado y no es


única, por lo que hablar de esta en singular es erróneo. Las feminidades salen a la luz cuando la
mujer deja de ser un objeto de poder de la sociedad machista, y empieza hacerse visible en otros
espacios fuera del hogar, pues se desliga de papel de cuidadora y comienza a adquirir roles de
mando antes designados al hombre y lo más importante, comienzan a ser seres autónomos. La
interrelación entre la economía y el género es una de las causas explicativas de que las feminidades
salgan a la luz, pues la división sexual del trabajo permite que la mujer empiece a vivir el espacio
público fuera de la organización familiar (Carrillo & Montesinos, 201, p.14).

Las identidades de género también deben entenderse dentro de los grupos sociales donde se
sitúan y en las estructuras de poder implícitas en que se dan; puesto que allí hay una intersección
entre la identidad sexual, de género, la raza entre otras variables que son necesarias para
comprender las situaciones particulares de estas personas (Narváez, 2009, p.74). Cuando una
persona hace parte de una identidad de género no hegemónica a la asignada al nacer, como las
personas transgeneristas.

Capítulo 3: Hallazgos
En el país se ha venido adelantando un proceso robusto para la emisión de normas en el sector
salud y otros sectores en función de la garantía de los derechos de las personas de la comunidad
LGBTI. Estos refuerzos se materializan en primer lugar en las disposiciones que se dictan en el
decreto 762 de 2018, el cual establece que las personas con orientación sexual e identidad de género
diversas pueden ejercer efectivamente sus derechos económicos, sociales, culturales, de salud,
educación, trabajo, vivienda, recreación, deporte y cultura (República de Colombia, 2018). La
emisión del anterior decreto se realiza con el fin de garantizar un goce más efectivo de la igualdad
y sin condiciones, además como particularidad, tenemos que la aplicación de la norma, debe darse
bajo enfoques territoriales, étnicos, interseccionales, de derechos y desarrollo humano, de género
y prevención.

Por otra parte, la Ley 100 de 1993 ordenó el modelo de atención en salud y seguridad social en
el país. Entendiendo a la seguridad social como: “un servicio público esencial a ser prestado, bajo
los principios de eficiencia, universalidad, solidaridad, integralidad, unidad y participación” (Ley
100 de 1993). Sin embargo, es de anotar que esta misma ley ha sido víctima de diversas
modificaciones desde su emisión, la más actual de ellas es la Ley Estatutaria en Salud 1751 de
2015, donde por primera vez, la salud es vista como un derecho fundamental autónomo. El
mantener su estructura inicial, desde la emisión de 1993, el mayor problema de cara al servicio de
la salud, es la configuración única por dos regímenes de atención -contributivo y subsidiado- está
atención limitan el acceso a estos servicios en términos de cobertura y capacidad de los prestadores
del servicio, lo que deja abierta la discusión a la posibilidad de no acceder a los servicios más
básicos en salud.

Sumado a la preocupación anterior, el Ministerio de Salud y Protección Social para dar


cumplimiento a la Ley Estatutaria en salud 1751 de 2015, diseña la Política de Atención Integral
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en salud (PAIIS), a partir de la Resolución 429 de 2016, que establece como enfoques
determinantes en salud los siguientes: i) atención primaria en salud (APS); ii) salud familiar y
comunitaria, iii) enfoque poblacional y diferencial. Adicionalmente, se cuenta con el Plan Nacional
de Respuesta ante las ITS, el VIH, coinfección TB/VIH y las hepatitis B y C 2018-2021 el cual,
será retomado por su relevancia en el plan decenal de salud. La Corte Constitucional recibió el año
pasado un total de 81.899 tutelas que buscaban la protección del derecho a la salud y en los primeros
cinco meses de este año ya se han reportado 22.973 tutelas de este tipo, siendo cerca del 32% por
parte de la comunidad LGTBIQ (Sala de prensa Corte Constitucional, 2021). Esta cifra es
impactante en tanto a que el número de casos que necesitan ser atendidos en la corte es abrumador,
ya que da cuenta de una barrera respecto al acceso de los servicios de salud sexual y reproductiva
en el país.

Ahora bien, una vez concluido que la salud es un derecho fundamental autónomo el cual no solo
debe estar exento de discriminaciones sino también debe aplicar un enfoque diferencial de género,
se expondrá de manera breve las sentencias que son relevantes para el presente trabajo, la
recopilación de todas ellas, se encuentran en al anexo 1. Partimos por establecer que las sentencias
de tutela de la Corte Constitucional colombiana sólo tienen efecto entre las partes y forman parte
del sistema de fuentes auxiliares para la actividad de los jueces (Women´s Worldwide, 2021). Sin
embargo, su relevancia recae en que la Corte Constitucional es la encargada de vigilar la protección
y desarrollo de las leyes, además del núcleo constitucional del país por lo que las lecturas que ésta
haga de los mismos procesos, tienen un peso más determinante en la interpretación que la de los
demás jueces de la República pueden hacer en determinados asuntos.

Dando una mirada general a las sentencias seleccionadas podemos decir que la primera limitante
que se encuentran las personas trans para acceder a los servicios de salud es que en primera
instancia los procedimientos que se derivan del tránsito hacia un nuevo género no son cubiertos
por el POS, pues en la mayoría de los casos analizados a estos sujetos desde las entidades
prestadoras de los servicios no se le ve el carácter de tratamiento que tiene afección en la vida del
paciente. Tal y como lo plantea Foucault (2007) en El Derecho de la Muerte y poder sobre la Vida,
es el biopoder, lo que permitió el desarrollo de la segregación y jerarquización en los aparatos del
estado, lo que produjo el mantenimiento de las relaciones de producción (Foucault, 2007). Dichas
técnicas de poder están presentes en todos los niveles del cuerpo social y utilizadas por instituciones
muy diversas (la familia, el ejército, la escuela, la policía, la medicina individual o la administración
de colectividades) (Foucault, 2007, p.170). Esto incide en las fuerzas respectivas de unos y otros,
garantizando relaciones de dominación y efectos de hegemonía sobre el control de los cuerpos.

En segunda instancia, las EPS en muchos casos no reconocen que las necesidades de las
personas trans pasan por entender que los procedimientos que requieren se fundamentan más allá
de la estética por su desarrollo personal y funcional. Desde la teoría, debemos rechazar la mirada
clínico-médica respecto al tema Trans, puesto que clasifica todo aquello que está por fuera de la
heteronormatividad. “Lo que no se encuentra instaurado en la sexualidad como lo normal; esta
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mirada tiende a derivar todas estas características peculiares o distintivas que algunas personas
presentan, hacia el término “anormal” (Aragón Trujillo, 2013). Los procesos de transformaciones
corporales van más allá de lo estético, es así, como los estudios médicos principalmente han estado
orientados a la patologización-despatologización de las identidades Trans, excluyendo el bienestar
psicológico y calidad de vida de estas personas. Luego, desde una mirada psicosocial, la identidad
es una construcción propia, de autodefinición de cada persona, no es algo meramente estético y
estático, puesto que tanto la identidad sexual como la identidad de género y sus formas de expresión
“son dinámicas y dependen de la construcción que cada persona haga de sí misma, así como de la
percepción social que se tenga respecto de éstas” (Organización de los estados americanos, 2012).

En ese discurso médico, se corresponde la identidad de género con el sexo asignado al nacer,
incluyendo la vivencia personal del cuerpo, por lo cual si se involucra la modificación de apariencia
o función corporal a través de medios médicos o de otra índole, de manera libre)y otras expresiones
de género, incluyendo la vestimenta, el modo de hablar y los modales (OEA, 2012 ,p. 5), esta
vivencia correspondería a nada más que una visión fuera de la verdad material y esta situación de
anormalidad se traduce en un simple capricho emocional y estético de las personas generados por
alguna alteración mental. En este punto, es importante recordar que tal y como lo señaló Seyla
Benhabib:

“El ser se vuelve un yo en el hecho de que toma de la comunidad humana un modo de experimentar psíquica,
social y simbólicamente su identidad corporal. El sistema género-sexo es la cuadrícula a través de la cual las
sociedades y culturas reproducen individuos materializados” (Benhabib, 2006. p. 175)

Sentencia SU-377/99
Tabla 3.1: Consolidación de las categorías presentes en la Sentencia Su 337- de 1999.

Fuente: Elaboración propia, a través del programa atlas.ti


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Para iniciar, aclaramos que las sentencias de unificación de jurisprudencia en materia de tutela
(SU) son un marco obligado para analizar acciones de tutela similares (Womens worldwide, 2021).
Por esa misma importancia, la decisión SU-377/99, dado que esta ha sido calificada por el
movimiento intersex como una de las más grandes victorias en la protección de los derechos
humanos de las personas intersexuales. El caso que se presenta al tribunal es el de una madre, quién
quiere moldear los genitales de su hija, los especialistas del Instituto de Seguros Sociales (ISS)
aprobaron el procedimiento, pero no lo practicaron a lo que la Corte Constitucional rechaza la
petición de la madre argumentando que debe ser decisión de la hija realizar este procedimiento
cuando su desarrollo físico y mental así se lo permita (Corte Constitucional, 1999).

La decisión sienta las bases de un debate fundamental acerca del modo en el que el sistema
jurídico-normativo puede proteger la integridad corporal y la autonomía decisional de los menores
intersexo (Greenberg & Chase, 1999; Greenberg, 2012 y Thorn, 2014), determinando así que los
padres no pueden decidir sobre la identidad sexual de sus hijos. Para empezar, evidenciamos que
los conceptos sexo y género son los que más se repiten en la sentencia. Si bien no se hace dentro
de la misma una diferenciación conceptual, se habla de sexo para referirse a los órganos
reproductivos de la paciente y de genero para hablar de identidad, lo cual en principio es correcto.
Una de las fallas que encontramos en el análisis es que, dado que la menor de edad dentro de la
jurisprudencia no es legalmente apta para decidir sobre su cirugía, son sus tutores legales los que
deben hacerlo por lo que esta sentencia se enmarca en el debate de ¿hasta qué edad una persona es
consciente de su identidad de género?

Teniendo en cuenta que en este caso es un menor de edad, en ningún momento se cuestiona la
identidad de la paciente, como lleva su vida dentro del espectro de género y solo toma en cuenta
los deseos de los familiares y la forma en la que hasta ese momento había sido criada. En este
esquema se supone una armónica relación entre la naturaleza y la sociedad, de modo que los
cuerpos que no pueden cumplir con la obligación natural de garantizar la supervivencia de la
especie, quedan a su vez por fuera de la comunidad social. Tal es el caso de las personas
intersexuales que como pudimos notar en este caso, todo el debate gira en torno a cómo debe
construir su identidad, pero sobre una mesa heteronormativa, es decir, definir su identidad, pero en
términos de hombre o mujer. Este caso representa el cómo se establece “el cuerpo femenino y la
maternidad como fuentes fundamentales y simbólicas de la diferencia psíquica y sexual de las
mujeres” (Hesse-Biber, Gilmartin , Lydenberg, 1999, p. 4).

Esta sentencia pone sobre la mesa el debate acerca del derecho de decidir libremente sobre la
identidad sexual en las personas intersexuales o en palabras de la corte hermafrodita. Dado que el
caso se remite a una persona menor de edad, cabe preguntarse desde cuándo una persona tiene una
conciencia desarrollada sobre la sexualidad y la identidad. Autoras como Butler, señalan que todos
los procesos asociados a la construcción de la identidad no son más que una subversión, para ella
es una práctica ya de significación, es decir no está reducida a la práctica discursiva únicamente
(Butler, 2006). Como vimos, la identidad ha sido entendida como ese sentido personal que se
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construye con respecto de lo que se es, de donde se proviene y para donde se va por lo que el
verdadero debate debe girar en torno a la expresión de género de la persona, de manera que la
identidad de esta se vea reflejado en lo que expresa socialmente. En este punto podemos establecer
que el rechazo permanente que se da en la sociedad occidental a admitir los cuerpos con géneros
ambiguos en las relaciones funcionales sociales (lo que se evidencia, por ejemplo, en nuestro uso
continuado de la separación hombres/mujeres en los servicios) se sigue manteniendo debido a una
actitud proteccionista y conservadora de los hombres en general hacia la masculinidad
(Halberstam, 2008, p.48).

Ahora bien, se hace necesario entender de que el hecho de que en la jurisprudencia un menor
de edad no esté facultado para decidir sobre su sexo, no significa que esto deba ser siempre así.
Para Benhabib adoptar una posición universalista sustitutiva, es un error pues reduce al segundo a
un otro generalizado que homogeniza la individualidad de ese otro (Benhabib, 2006). En este caso
no se tiene en cuenta que la menor posee una conciencia de género y que el retraso del
procedimiento puede ser un sufrimiento más y algo innecesario. Es por esto que Benhabib dice que
los procedimientos normativos deberían adoptar una posición universalista interactiva, en este
caso, que dé cuenta de las identidades intersexuadas, hemaforitas, queer entre otras como un punto
para la reflexión dentro de ese sistema binario que son las leyes (Benhabib,2006).

Podemos decir que las decisiones relacionadas con acceso a salud y reproductiva para población
LGTBIQ son “un fracaso colectivo a la hora de imaginar y reconocer la masculinidad producida
por, para las mujeres y viceversa” (Halberstam, 2008, p.49). El hecho de que dentro de la sentencia
no se menciona y reflexione sobre la construcción de la feminidad desde un cuerpo sexuado que
biológicamente no corresponde a ello habla de una ausencia de reconocimiento a la pluralidad en
la construcción del género. Además de ello también podemos establecer que las niñas con un
género ambiguo se ven constantemente sometidas a un cuestionamiento de su identidad de género;
esta sucesión de malentendidos puede producir, en realidad, un nuevo reconocimiento: en otras
palabras, para muchos chicazos, ser confundida constantemente con un chico puede contribuir a la
producción de una identidad masculina (Halberstam, 2008, p.54).

Sentencia T-551-99
Tabla 3.2: Consolidación de las categorías presentes en la Sentencia T-551-99.
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Fuente: Elaboración propia, a través del programa atlas.ti

La relevancia de este caso es sencilla, pero radica en diversos cuestionamientos cuando se entra
a revisar. Una “menor N.N.” presenta al momento de nacer “genitales ambiguos” los cuales son
caracterizados por una “hipertrofia del clítoris o un micropene” 8(Corte constitucional, 1999). El
tema principal acá es que el padre realiza todos los trámites de la menor, con respecto a la
intervención quirúrgica que requiere, sin embargo, al ser negada es que se presenta la tutela,
tomando en cuenta el siguiente argumento como el principal:

La negligencia del ISS está produciendo en su hogar una situación de muy difícil manejo ya que la niña
constantemente hace preguntas sobre la apariencia inusual de sus órganos genitales (Corte Constitucional,
1999).

En el pie de este argumento, se pueden encontrar la apertura a dos debates: el primero de ellos
es que, en virtud del caso, podemos cuestionarnos cómo se construye la identidad de género para
no ser incluida ni una vez en todo lo recorrido por la Sentencia, en un segundo lugar, cabe
preguntarse ¿por qué la insistencia médica en que una mujer no viva con un clítoris más grande de
lo normal? ¿por qué ello es incompatible con su bienestar? o al menos hasta el punto de llamarlo
micropene. La crítica de Butler que apunta a trastocar la captura del sexo bajo los aspectos fácticos
del cuerpo, culminan por anular, entonces, la distinción entre sexo y género, es decir apelando a
esta autora el determinar “la vagina como no bien definida” consiste en hacer que el sexo no instale
una secuencia de nuevas formas posibles, incluso morfologías corporales que escapen a las
restricciones del binario (Witting, 2005). En este punto se destaca, que antes que Butler, Monique
Witting (2005) sostuvo que la categoría sexo no tiene existencia a priori, por fuera de lo social.

8
Este es un diagnóstico médico de clitoromegalia o hipertrofia de clítoris, que frecuentemente es invocado para
justificar clitoroplastias o cirugías de disminución del tamaño del clítoris, el cuál ha sido muy cuestionado por
considerarse fundado en razones normalizadoras y morales y no propiamente relativas a la salud (Morland, 2001;
Fausto-Sterling, 2006 y Greenberg, 2012)
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Por consiguiente, respecto al primer cuestionamiento, se puede decir que la categoría sexo es
política y funda la sociedad en tanto heterosexual, por lo tanto y según Witting (2005) la identidad
de género en este régimen heterosexual se construye adaptados a él, debido a que:

Una de las formas de asegurar de manera efectiva la estabilidad interna y el marco binario del sexo es situar
la dualidad del sexo en un campo prediscursivo. Esta producción del sexo como lo prediscursivo debe
entenderse como el resultado del aparato de construcción cultural nombrado por el género (Butler, 2007,
p.11).

Así también la identidad de género respondería a estas prácticas discursivas, el sexo se establece
como para encubrir que en realidad constituye un producto de la sociedad heterosexual, de ahí que
la categoría de identidad de género no sea incluida en la Sentencia, contrario a lo que ocurre con la
palabra sexo, pero además como Witting (2005) menciona, esa oposición entre varones y mujeres
responde a una ideología de la diferencia sexual, categorizada en conceptos universales utilizados
para fines biológicos como género, que se usan en la Sentencia para describir las condiciones en
las que la EPS toma la decisión de operarla como el argumento de que “la operación de
remodelación genital es urgente, a fin de evitar considerables trastornos en la salud física y mental
de la menor” (Corte Constitucional, 1999). Coloca reiteradamente a la naturaleza en lugar de agente
causal para encubrir su carácter político, se instala de manera contundente un ‘ya ahí’ de los sexos,
a modo de una ontología pre-discursiva.

Por otra parte, lo más destacable de esta Sentencia es la categoría de consentimiento informado
que involucra de manera preponderante al padre en todo el proceso, desde los procedimientos
médicos, hasta la decisión de realizar la cirugía, generando por un lado que la transexualidad no
sea concebida al menos por el padre en algún momento y mucho menos permisible el intersexo, lo
anterior se puede evidenciar en el siguiente argumento por parte de los médicos:

Las niñas no logran de ninguna manera tener relaciones sexuales adecuadas, no logran reproducirse y
presentan secundariamente serios trastornos en su entorno social y en su esfera psicológica (Corte
Constitucional, 1999).

Es contradictorio que los médicos aseguren que no pueden predecir a futuro “las apetencias y
comportamientos sexuales de la niña”, pero actuaron readecuando los genitales de la menor para
disminuir el tamaño de su clítoris, modelar su vagina y asegurarse de que pueda tener un cierto tipo
de relaciones sexuales en el futuro con miras a la reproducción. Casi que cada declaración sobre
el cuerpo, aunque sea descriptiva, muestra el cuerpo de una manera específica (McNay, 1999). Esto
es de suma relevancia dado que como queda claro en Butler, a diferencia de Simone de Beauvoir,
la influyente publicación de “El género en disputa” (2007a) desmantela la idea de cuerpo
sustancial como sede de la categoría Mujer, pues a criterio de esta autora es prioritario poner el
foco en la idea de género, no del cuerpo, pero no como atributo de una identidad intrínseca al sujeto,
sino como efecto performativo de las estructuras de poder heteronormativo. En conclusión, el
cuerpo de la mujer, no constituye su género y tampoco define ni su vida sexual y tampoco responde
a condiciones netamente biológicas como la reproducción. Es decir, no se limita únicamente a una
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visión esencialista de la "feminidad" como algo natural y diferente de la "masculinidad" partir de


esto es necesario para comprender y empoderar a las mujeres, retomando el argumento central en
el género en disputa, la materialidad del cuerpo “ya tenía género, ya estaba construida'' (p.11), de
modo que la supuesta base física del binario de género era una construcción derivada socialmente
de la realidad.

Sentencia T-1025 de 2002


Tabla 3.3: Consolidación de las categorías presentes en la Sentencia T-1025-02.

Fuente: Elaboración propia, a través del programa atlas.ti

Esta idea de la ambigüedad del sexo, nos lleva a reflexionar acerca de la misma invención del
género, para ello, hacemos mención a la Sentencia T-1025 de 2002, cuyo magistrado ponente fue
Rodrigo Escobar Gil, este caso expone que en el mes de enero del año 1994, nace un “menor N.N.
en condiciones de aparente normalidad” (Corte Constitucional, 2002), al cual se le asigna el sexo
masculino por la presencia de falo, a pesar de que en las ecografías se les había informado del
nacimiento de una niña. Pronto, el menor presentó anomalías en su desarrollo, pero solo hasta
octubre de 1996 se le diagnosticó “pubertad precoz” y “ausencia de gónadas en el escroto” (Corte
Constitucional, 2002). La dificultad del caso radica en que el niño ha sido criado como varón, pero
los médicos encuentran que, cromosómicamente, es una mujer, por lo que este caso es perfecto
para ilustrar que la categoría de género es una invención.

Al contar con la edad suficiente para que el consentimiento del menor para la intervención
quirúrgica la cirugía no se había realizado, en este punto se cuestionan los siguientes puntos:

a. Por un lado, el cuestionamiento a la capacidad cognitiva y legal del niño por parte de sus
padres.
b. Una inseguridad médico-jurídica por parte del equipo interdisciplinario con relación al
momento en que puede considerarse válido el criterio del niño.
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Por lo que el consentimiento se convierte en el problema central de esta Sentencia, a lo que


acuñó que la identidad sexual es un constructo que le permite a las personas ejercer su vida de la
manera en la que mejor la considere, esto con respecto a que la decisión del menor no puede ser
cuestionada o invalidada porque se trate de un menor, en cambio este caso ayuda a identificar
algunos puntos relevantes:

Siguiendo esta diversidad terminológica, muchos autores estiman que la identidad de sexo y la identidad de
género son nociones disímiles pero complementarias. De este modo, la identidad sexual hace referencia a "las
características biológicas sexuales de una persona que incluyen cromosomas (XX mujer o XY hombre),
genitales externos (pene o vagina), genitales internos (testículos u ovario)". En cambio, la identidad de género
"tendría un componente más psicosocial, pues se relaciona con el sentido personal de la propia masculinidad
o feminidad" (Corte Constitucional, 2002).

Con esta discusión puesta sobre la mesa, el sexo entonces implicaría dos visiones, una estética
asociada a la construcción de los cuerpos y una dinámica, la cual se iría construyendo desde la
personalidad de las personas, es decir, su propio ser. Lo que confirma que la visión en estos casos
tiende a caracterizar aquellos patrones sociales y culturalmente construidos que permiten y reposan
un comportamiento específico para cada sexo, lo que implicaría un problema y como tal una barrera
en los casos de niños intersexuales. Si bien en la jurisprudencia previa de la Corte Constitucional
ya se hacía referencia a la distinción entre sexo y género, esta diferencia no tenía operatividad
hermenéutica y jurídica a menos no hasta este caso.

En este caso es importante acotar que tener una identidad constituida en la reiteración de los
discursos implica a su vez estar ligada a la inestabilidad, en tanto, es producida por la intersección
de los discursos (Della Ventura, 2015 p.25). Por lo que en los casos respectivos a la diferenciación
de sexo y género siempre van a estar ligados a la discursiva desarrollada en los casos anteriores a
ellos. Por otra parte, este caso debería partir de que como seres humanos somos estructurados a
través de relaciones y experiencias de apego hacia otros, donde la sexualidad y la identidad son
frutos coextendidos de esas vivencias y lazos de afecto que se crean a lo largo de la vida, por lo
que estas surgen inherentemente. Es natural que como seres sociales se tenga un deseo de
reconocimiento de lo que nos hace ser nosotros mismos dentro del conglomerado social y dentro
de las normas sociales establecidas, sobre las cuales no se ha tenido elección (Butler, 2006, p.57).

Es por ello que una barrera que puede exponer la revisión del caso es que ni esencialismo, ni
férrea determinación a un discurso único. A través de esta particularidad el magistrado ponente
recoge de Martínez Caballero algunos conceptos que los ubica o reinterpreta en términos muy
diferentes:

Por lo cual, el sexo se predica de las connotaciones cromosómicas, fenotípicas y gonadales, y el género de:
"todo aquello que de innato y de adquirido se encuentra en la sexualidad humana y, ante todo, al momento
sicológico y cultural" (Corte Constitucional, 2002).
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Con lo anterior, podemos decir que la fabricación de la identidad y la operación psíquica de la


norma tal y como lo señala Butler, emanan de las condiciones de dominio que le anteceden, puesto
que terminan siendo la consecuencia, de un sometimiento elemental a un discurso, que lo convierte
en un ser guiado por su deseo de continuidad y la reproducción tal y como también afirmaba
Foucault (2007). Es así como la sujeción explota ese deseo lo que provoca que la existencia sea
otorgada constantemente desde algún otro lugar marcando una debilidad hacia el Otro para poder
existir y ser reconocido. Lo anterior se traduce en la imposibilidad de tener acceso a servicios que
en otras circunstancias no se les hubiesen negado, en este punto cabe acotar que obviamente, no
todas las transexualidades suponen un desafío (o quieren desafiar) a la masculinidad hegemónica,
y no todas las masculinidades butch son subversivas. Sin embargo, la transexualidad y el
transgenerismo sí nos proporcionan una oportunidad única para conocer performances explícitas
de masculinidad no dominante (Halberstam, 2008, p.84).

Para finalizar, el tema de bienestar integral, se hace sumamente relevante como categoría para
el análisis de esta Sentencia, entendiendo que la integridad, hace referencia a una serie de
condiciones materiales de reconocimiento que no deben ser discriminadas en su función de la
identidad de género (Butler, 2006). Como se ha mencionado anteriormente la identidad de género
es dinámica, varía de acuerdo al contexto-cultura-sociedad, estos aspectos determinan las actitudes,
estereotipos, formas de expresión de una persona (Halberstam, 2008, p.85). Es decir, que lo
masculino y lo femenino “no son características inherentes, sino construcciones subjetivas. Esta
interpretación implica, también que el sujeto está en un proceso constante de construcción y ofrece
una forma sistemática de interpretar el deseo consciente e inconsciente” (Scott, 1996). También
sobre esa visión. Beauvoir privilegia lo social por sobre lo anatómico9 en sus intentos de
aproximarse a una comprensión de la situación de las mujeres. Por lo que, el bienestar debe darse
en todos los aspectos y no privilegiando unas cosas sobre otras, esta categoría es identificada en el
caso, razón por la cual fue incluida en el análisis, el reconocimiento de las demandas integrales en
las personas es un primer paso importante para cerrar las brechas.

Sentencia T-918 de 2012

Tabla 3.4: Consolidación de las categorías presentes en la Sentencia T-918-12.

9
Afirma que la biología absorbe la totalidad del destino de las mujeres. De este modo, la insistencia en la construcción
social de la feminidad fundamenta el rechazo categórico de un destino anatómico (Beauvoir, 2007: 43).
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Fuente: Elaboración propia, a través del programa atlas.ti

Los casos anteriores son perfectos para ejemplificar las categorías que se construyen en relación
al género por ocasiones de terceros, pero más allá de la cirugía de reasignación de sexo o cuestiones
médicas como ya se vio anteriormente, es importante resaltar en este punto que el acceso a los
servicios de salud sexual y reproductiva implica más que ello, también es un proceso de decisión
personal, lo cual es un indicativo para el derecho del libre desarrollo de la personalidad, para ilustrar
lo anterior, la Sentencia T-918 de 2012, presenta el caso de Loreta quién en el año 2010 inicia su
procedimiento hormonal para “conquistar su feminidad” (Halberstam, 2008) el magistrado ponente
para este caso es Jorge Iván Palacio. En este caso se presenta una negativa por parte del comité
científico de la EPS de Loreta, a lo que ella decide incursionar en otras opciones como la
vaginoplastia con intestino y genioplastia feminizaste, ambas aprobadas por un especialista, pero
negada de nuevo por su prestador de salud (Corte Constitucional, 2012). Este caso, es de suma
relevancia dado que se encontrará por primera vez en el corpus colombiano el derecho a la
identidad sexual10como parte del problema jurídico analizado por la Corte Constitucional (Tamayo,
2021, p.243).

Dentro de las categorías identificadas en esta sentencia es importante señalar que “el sexo
biológico y neurológico” se señalan como categorías de análisis independientes, lo cual es un
avance dentro de la jurisprudencia pues desliga esa correspondencia naturalizada del género con el

10
De manera general, podríamos distinguir entre identidades sexuales y de género, relativas a cómo se experimenta o
vive en una cultura la sexualidad como parte de la subjetividad —masculina, femenina, trans, queer, muxe, kathoey,
etc.—; orientaciones sexuales, que hacen referencia a las diversas formas que toma el deseo sexual —heterosexualidad,
homosexualidad, bisexualidad, asexualidad, etc.—; prácticas sexuales, como las formas que toma el placer —BDSM,
anal, masturbación, etc.—; y expresiones sexuales o de género, relativas a las distintas formas semióticas en las que se
codifica la sexualidad —cortes de cabello, maquillaje, vestuario, etc. (Corte Constitucional, 2011).
Derribar barreras | 39

sexo, y visibiliza otras formas de vivir dentro del cuerpo situado. Es decir, abre la puerta a que se
construyan masculinidades en el cuerpo de los órganos reproductores femeninos y viceversa.
Además de que allana el camino a que personas trans puedan cambiar su género en el registro civil
de nacimiento. La performatividad como el mecanismo que atraviesa el cuerpo y desemboca en la
expresión de género (Butler, 2006) nos lleva a reflexionar acerca de las fronteras que la ley impone
entre las categorías de hombre y mujer y que limitan que mujeres como Loreta puedan acceder a
un derecho fundamental como es la salud y que se rige de facto bajo un principio de universalidad
pero que para minorías de género en primera instancia no lo es.

Entender la cirugía de reasignación de sexo como un proceso únicamente estético y que pone
en relación a la misma una ponderación de los derechos de su salud sexual y su riesgo de vida es
un análisis erróneo dado que en este caso particular Loreta explica que con respecto a la razón de
ser de las cirugías que pretende realizarse, explica que si bien no es por un peligro inminente para
su vida tampoco es una intervención estética:

[...] las cirugías, dentro de un proceso de reasignación sexual, no tienen el fin de hacer bonita a una mujer o
apuesto a un hombre, sino que permiten que una mujer pueda vivir como cualquier mujer y tener los mismos
derechos de otras mujeres o que un hombre pueda vivir como cualquier hombre y tener los mismos derechos
de otros hombres, para que el individuo tenga bienestar y calidad de vida (Corte Constitucional, 2012).

No siendo para menos que sea vinculado además al derecho a la salud para las personas Trans,
el derecho a la identidad sexual es desarrollado aquí a partir de dos precedentes:

1. Por un lado, hay una relectura en clave de género del caso del niño mutilado de T-477/95
como un asunto del derecho a la dignidad y cómo esta supone la autodeterminación del
individuo para decidir aspectos fundamentales de su plan de vida como la identidad de
género.
2. El segundo precedente que se toma para este caso es la sentencia C-577/11 donde se define
el concepto de autodeterminación sexual, como “el proceso de autónoma asunción y
decisión sobre la propia sexualidad, como opción no sometida a la interferencia o a la
dirección del Estado, por tratarse de un campo que no le incumbe, ‘que no causa daño a
terceros” (Corte constitucional, 2011).

En primer lugar, y como ya se mencionó no hay ninguna razón biológica, antropológica, ni


sociológica, para suponer que deba existir un lazo natural o causal entre ciertas identidades,
orientaciones y prácticas, por lo mismo podemos entender que la construcción de feminidad en este
caso es la misma que para Halberstam, el cuerpo es un lugar y un tiempo indiscernibles de la
identidad, no existe de manera natural, ya que es una construcción, una trama de sentido, incluso
cuando lo que a él refiere parece un sinsentido, “se pone en juego una transparencia que nos permite
ver sus relaciones entre el orden físico y el mundo de su actor: el dolor, el malestar o el
comportamiento no habitual” (Halberstam, 2008, p.42). Sin embargo, lo que precisamente induce
performativamente la matriz heteronormativa es la naturalización del marco binario mono sexual
Derribar barreras | 40

heterosexual como marco normativo obligatorio de la subjetividad (Butler, 2006). Entonces la


conciencia, se marca como una esfera de apego que no se produce como objeto de discurso, pero
estructura las formas que cualquier apego puede asumir, porque sitúa objetos, los regula y los
normaliza, como la feminidad en la conciencia de las mujeres trans, de ahí parte Butler para
construir al ser transexual.

Con lo anterior, creer que las únicas razones de las personas cuya identidad es trans para
modificar su cuerpo a semejanza de lo que expresan y con lo se identifican es netamente una razón
de estética es una visión reduccionista. Es preciso señalar que el cuerpo no es una materia estática,
sino que se encuentra en constante construcción y reafirmación, esta depende de las múltiples
interacciones del mundo que nos rodea entre otras variables. Esto desemboca en que el cuerpo trans
en muchas ocasiones se configura en un escenario de resistencia a lo que la norma reguladora dicta
en otras palabras:

“El cuerpo, en estas reconfiguraciones identitarias, tiene la posibilidad de ser ese espacio de resistencia a la
determinación biologicista, a las normas culturales de ciertos grupos de poder, a los cánones
institucionalizados de las coincidencias obligatorias, pues, al menos en estos casos, el cuerpo es contingencia
y reinvención del sistema de normas compartidas” (Ramirez & Rodriguez, 2018, p.309).

Por último, de modo que se considere hegemónicamente que las personas que se asumen como
mujeres, por ejemplo, están obligadas a vivirse y sentirse como tales todo el tiempo y de manera
constante a lo largo de su ciclo vital, es en razón de dicha identificación, que deben comportarse y
exhibir unos signos ‘propios de la mujer’ que permitan reconocerla como tal y, desde luego, desear
exclusivamente a los hombres y convertirse en objeto del deseo de estos, así como establecer con
ellos prácticas sexuales vaginales placenteras (Butler, 2006, p.64). Esto se explica en el
psicoanálisis como "el carácter del ego" que aparece como la sedimentación de objetos amados y
perdidos, como el remanente de una aflicción irresuelta (Butler, 2006, p.64). Al apostar por la
transitividad de género, por las formas autoconscientes de masculinidad femenina, por la
indiferencia hacia las masculinidades dominantes de los hombres y por las taxonomías
«inmediatas» en este punto, Halberstam no está sugiriendo que se pueda crear por arte de magia un
nuevo conjunto de géneros descriptivos y adecuados, que se impondrían sobre las categorías
obsoletas de «hombre» y «mujer» (Halberstam, 2008, p.84).

Sentencia T-876 de 2012

Tabla 3.5: Consolidación de las categorías presentes en la Sentencia T-876-12.


Derribar barreras | 41

Fuente: Elaboración propia, a través del programa atlas.ti

Ahora bien, todos estos procesos de construcción de identidad, son transversales a procesos
mentales, los cuales son también servicios de salud que se deben prestar, para estos procesos. Es
pertinente mencionar el caso expuesto en la Sentencia T-876 de 2012. El ponente, Nilson Pinilla
examina el caso de Julián quien luego de ser caracterizado en el sexo femenino y atravesar todo un
proceso de transición, le niegan su cirugía de cambio de sexo y le cobran los servicios de salud
mental para el mismo proceso por no estar incluidos en su plan POS (Corte Constitucional, 2012).
Este caso, es sumamente relevante en tanto establece las bases de lo que se conocerá como servicio
y derecho a la salud integral, lo que a la postre es importante para darle legitimidad a la solicitud
del sujeto transexual en la medida en que se reconoce la transexualidad como una patología que
impide el bienestar psicosocial del individuo.

Es decir, para la Sala Laboral no podría equipararse la solicitud de una cirugía para definir un
estado de incertidumbre sexual basado en una causa biológica con una solicitud que nace a partir
de una inconformidad psicológica, este punto da cuenta de la importancia de la salud psicológica
en medio de estos procesos. En el primer caso, la cirugía tendría por objeto definir la identidad
sexual, la cual debe ir acompañada por procesos psicológicos, mientras en el segundo buscaría
cambiarla, por lo que ya se habla de un proceso de intervención quirúrgica. En este sentido, el
objetivo y la legitimidad de las cirugías de readecuación sexual en casos de estados intersexuales,
no es aplicable a los casos de transexualidad, en razón de una diferencia de naturaleza entre ambas
realidades.

Esta sentencia, fue seleccionada para el presente trabajo ya que es fundante de la línea
jurisprudencial sobre cirugías de cambio de sexo o reafirmación sexual en personas transexuales.
Todos los precedentes en los que se basa T-876/12 están dentro del campo del derecho a la salud
integral, la cual servirá de sombrilla para darle legitimidad a la solicitud del sujeto transexual, sin
embargo, el problema con esta sentencia es que esta legitimidad solo es reconocida en la medida
en que se reconoce esa transexualidad como una patología que impide el bienestar psicosocial del
Derribar barreras | 42

individuo, lo que genera que impida entrar a discutir aspectos profundos de la transexualidad y
patologizando, muy a pesar de que esta sentencia ampare los derechos de Julián, el problema es
que esto no implica entrar en polémicas sobre el sexo y su naturaleza.

Para empezar, este caso apela en primera instancia al derecho a la dignidad humana, el hecho
de que el desarrollo de la identidad de género de Julián no correspondiera a la asignada al nacer
implica un impedimento para su libre desarrollo de la personalidad e identidad. El poder vivir de
la manera en la que se concibe el ser como individuo hace parte de un derecho fundamental que en
primera instancia se le negó al ciudadano según la EPS porque este procedimiento no hace parte
del plan obligatorio de salud. Si bien el tribunal decide fallar a favor de Julián y reivindicar su
derecho a la cirugía de reafirmación de sexo, es necesario reconocer el largo proceso que tuvo que
atravesar Julián para llegar a esta instancia y los desgastante del mismo a nivel psicológico pues
victimiza al individuo una y otra vez al tener que justificar su identidad de género, cosa por la cual
no tiene que pasar una persona cisgénero para acceder a estos servicios para la salud sexual y
reproductiva.

Es importante que los procedimientos que las personas que se identifican como trans, intersex,
queer y/o demás formas de identidad de género necesiten en su proceso al libre desarrollo de la
identidad se reconozcan como servicios obligatorios en los planes de salud; dado que son sujetos
víctimas de la marginación socialmente histórica y a las que estos procesos se les consideran
esenciales para la reafirmación de su identidad. Pues al igual que otros tratamientos clínicos, el
tránsito que las personas trans deben hacer para que se les reconozca como sujetos especiales de
derecho ante las EPS viola su derecho a la salud, pero además sufren de discriminación desde el
momento en el que lo solicitan, por el simple hecho de desafiar la estructura heteronormativa. Y es
que el problema real es que este se entiende de una forma limitada, tal y como lo señaló la Corte
en la Sentencia T-876-12, este es de “naturaleza compleja tanto por su concepción, como por la
diversidad de obligaciones que de él se derivan”. Cuando dentro de las leyes que rigen el sistema
de salud colombiano se entienda que existen procesos de exclusión y marginalización para las
personas fuera de la categoría cis, podremos avanzar hacia una sociedad pluralista que entienda
que el género es producto de una construcción socio-histórica normalizada (Gros, 2015, p.247).

Ahora bien, queremos señalar que como se pudo observar en el cuadro 3.5, que la construcción
de la masculinidad y la feminidad, conceptos que no se mencionan dentro de las Sentencias, lo cual
refleja un problema de entendimiento de la construcción del género. En primer lugar, la
construcción de la masculinidad y feminidad como los atributos asignados a los roles de género
deben empezar a deconstruir porque reflejan un esencialismo excluyente (Hernández, 2006). El no
reconocer que esos patrones y atributos simbólicos culturalmente dados pueden llevar a
experiencias y comportamientos múltiples refleja una percepción excluyente. La construcción de
las masculinidades es diversa en tanto son la repetición de ciertos actos performativos a nivel
individual las que llevan a consolidar y reafirmar diariamente las mismas. Tradicionalmente la
Derribar barreras | 43

construcción de la masculinidad se da en relación a lo que no es femenino y se asocia al hombre;


el problema de esto es que ignora que:

“la masculinidad se construye a través de los procesos de socialización, y da como resultado una serie de
masculinidades diversas. Estas resultan, según lugar de trabajo o condición socioeconómica, entre otros
factores que pueden ser determinantes en los procesos de socialización masculina” (Chaves, 2012, p.8)

Judith Halberstam señala que la sociedad ha fracasado en los imaginarios sociales en torno a la
masculinidad pues se ha producido la idea de que esta solo es fruto de los cuerpos hombres, pero
ignora que esta “masculinidad heroica” se vale del cuerpo de la mujer para ser definida y que, sin
esta, la masculinidad dominante desaparece. En palabras de Halberstam “la masculinidad se vuelve
inteligible como masculinidad cuando abandona el cuerpo del varón blanco de clase media”
(Halberstam, 2008, p. 30). Esta reflexión de Halberstam nos lleva a otro punto y es el hecho que la
categoría trans está atravesada por variables interseccionales como la raza y las características
socioeconómicas. Personas como Julián se ven obligados a pasar por un proceso constante de
cuestionamiento a su identidad de género por no tener los suficientes recursos para someterse a
tratamientos estéticos y quirúrgicos que encajen dentro de la idea dominante de lo que se considera
físicamente un hombre o una mujer.

La interpretación del mundo, los procesos de enseñanza que se surten en la primera infancia son
decisivos para moldear la identidad que no viene predeterminada según la biología. El caso de
Julián ilustra que desde una edad temprana se puede construir una perspectiva identitaria de género
diferente a la asignada al nacer y seguir siendo un hombre sin necesidad de coincidir a nivel
genético con ello. Es deber del sistema de salud facilitar al individuo tanto el acompañamiento
psicológico, como los procedimientos, tratamientos y cirugías necesarias para que el desarrollo del
yo no interfiera con la realización de la vida del individuo tanto con elle mismo como con el otro.
Como se ha señalado en este trabajo la sociedad se ha construido en base al género, la cultura, sus
símbolos, las instituciones y las normas formando un régimen heterosexual que no es cuestionado,
las estructuras mentales también se edifican de esta manera creando un satatus quo de deberes y
prohibiciones (Hernández, 2006), quienes se salen de estas estructuras son rechazados. La
necesidad de una enseñanza con enfoque de género y la sensibilización del personal de salud en
estos temas es esencial para que el tránsito a encontrar la identidad de género sea más empático y
eficiente.

Sentencia T-552/13 y T-771/13

Tabla 3.6: Consolidación de las categorías presentes en la Sentencia T-771-13.


Derribar barreras | 44

Fuente: Elaboración propia, a través del programa atlas.ti

Por último y para cerrar el abordaje de la identidad, se exponen las Sentencias T-552 y T-771
de 2013. Ambas tienen ponencia de la magistrada Calle Correa y aclaraciones de voto del
magistrado Guerrero Pérez, el análisis realizado por la magistrada tiene unidad temática y
conceptual, por lo que se pueden analizar juntas. La sentencia T-552/13 recoge los expedientes de
Yesica Paola Serna Gómez y Charlie Santiago Noriega Peña; y la sentencia T-771/13 analiza el
caso de Ana Sofía Arango Berrío (Tamayo, 2021, p.274). Recurren a la tutela porque sus
correspondientes EPS, en distintos lugares del país, se niegan a autorizar la realización de cirugías
de reafirmación sexual a través de las cuales buscan reafirmar su identidad de género. Estos casos
son de suma relevancia, dado que enmarcan lo transgénero en un sentido más amplio de lo que
socialmente se piensa sobre el sexo y el género y no solo respecto a la morfología del sexo
biológico.

Con estas sentencias se inaugura un nuevo modo de abordaje de la cuestión de la asignación


sexual en la Corte Constitucional, en el que la mirada médica es relativizada y un enfoque de
política identitaria toma relevancia como punto de anclaje de la problematización jurídica. Las
pocas referencias a la transexualidad en estas sentencias son realizadas por los médicos de distintas
especialidades que tratan a estas personas, pero de manera general, los ciudadanos que aquí
reclaman la posibilidad de recibir un tratamiento completo de reafirmación sexual comprenden su
identidad como mujer u hombre transgénero y, así mismo, los reconoce la magistrada ponente,
interpretarlo de la siguiente forma:
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Se puede concluir entonces que los términos trans o transgénero han sido empleados como conceptos con los
cuales designar la diversidad de los múltiples procesos de definición, experiencia y redefinición de las
identidades de los miembros de la población LGBT. En consecuencia, el término trans o transgénero incorpora
todas las formas de diversidad de género diferentes a la concepción normativa de la heterosexualidad y el
género (Corte Constitucional, 2013).

En T-771/13, esta definición tiene cambios muy significativos, pues se elimina de la ‘sombrilla’
trans al conjunto de los sujetos intersexuales y se añade a los “travestidos” pero, sobre todo, se
enmarca el transgénero11 en el contexto más amplio de las expectativas sociales sobre el sexo y el
género y no solo respecto a la morfología del sexo biológico. Estos ajustes conceptuales, más que
errores o confusiones, revelan el interés de la magistrada Calle Correa en refinar y precisar la
comprensión del fenómeno transgénero. La magistrada busca desplazar el centro de gravitación
hermenéutica de la experiencia de transición de la identidad sexual o de género desde la
medicalización de la conducta transexual que era hegemónica hasta este momento en la Corte
Constitucional, hacia una comprensión identitaria transgénero fundada en la autonomía del sujeto.
Así, de la sentencia T-314/11, la magistrada tomará como referente conceptual y precedente la
definición de las identidades agrupadas en la categoría “transgeneristas” y, en general, una visión
socio-política de los y las “trans” como colectivo, comunidad y población, con lo que apunta a
superar una visión de las personas inter y transexuales como una simple desviación individual de
la norma sexual o un suplemento anormal al que podía reconocerle su legitimidad y el derecho a la
salud integral, para reconocerles como sujetos autónomos que de manera libre y voluntaria
construyen unas identidades sexuales individuales y colectivas cuya legitimidad debería ser
reconocida socialmente.

En estos dos casos, podemos entonces llegar a nuestro último punto de análisis y es la barrera
de la transexualidad más allá de lo biológico. Partimos entonces desde un punto fundamental, el
discurso para despatologizar la transexualidad está muy bien y es muy importante, pero a) “no debe
olvidarse que hay una incidencia muy alta de trastornos psicológicos” (Massana, 2011, p. 96); y b)
Volcano critica el “imperativo transgresor” que “crea nuevas jerarquías dependiendo de si eres más
o menos queer o más o menos fluido” y promueve una suerte de competición por la fluidez
(Massana, 2011, p. 92). Tanto Butler como Halberstam, se posicionan en contra de la
“heteronormatividad”, pues su objetivo es el determinismo subversivo, es decir que “no solo se
pueda detectar tu género biológico, a un nivel que no te puedas cuestionar la idea de que hay un
verdadero género” (Massana, 2011, p.92). Una segunda paradoja que expone esta magistrada en
ambos casos, surge de que las etiquetas médicas estigmatizan e integran a la vez: mientras que, por
una parte, se permite la intervención física para reasignar el género y “normalizar” al paciente, por
la otra, esta “normalización” sólo es posible mediante una categoría psiquiátrica que implica un

11
Inicialmente, partimos de una definición de trabajo de ‘transexual’ como aquella persona que interfiere en su cuerpo
a nivel hormonal y/o quirúrgico con el ánimo de cambiar de género mientras que el transgénero es la identifican bl del
ser en tanto al género, independientemente a su condición biológica. (Soley-Beltran, 2009)
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trastorno mental, lo que es una barrera de acceso a todo tipo de servicios y la cual se busca derribar
con estos dos casos.

Otro aspecto importante a tener en cuenta es lo que se asocia con disforia, categoría que ya se
problematiza anteriormente haciendo énfasis en los temas de salud mental, pero lo interesante de
la Sentencia T-771-13 es que la cuestiona y además es asociada por la ponente a categorías como
la identidad sexual y de género. La propuesta de la magistrada Calle, consiste fundamentalmente
en diferenciar el nivel simbólico del género (conformado por la pareja simbólica masculino-
femenino) del nivel imaginario (hombres-mujeres) a él referido, que a su vez distingue entre la
expresión social y la subjetiva. El fundamento teórico con el que analizamos esa posición lo
sustenta el siguiente cuadro:

Fuente: Extraído de la investigación de Serret 2004 y 2006.

Por consiguiente, lo que interpreta la magistrada de las categorías de género, masculinidad,


feminidad e identidad, es que ese imaginario del género, lejos de ser un dato esencial inamovible,
se lleva a efecto solamente de modo performativo, histriónico, de manera que entendemos a un
varón como alguien que encarna, y por tanto ritualista, preferentemente significados de
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masculinidad (impulso desecante, creatividad, subjetividad, humanidad, cultura); y a una mujer


como alguien que actúa preferentemente (aunque no únicamente) los valores de la femineidad (que
en el nivel simbólico implica ser, a la vez, objeto de deseo, objeto de temor y objeto de desprecio).
En este sentido, la normatividad canónica del sistema sexo/género sólo admite la posibilidad de
que las personas se definan como hombres y mujeres, esa es la principal barrera a superar, esa es
la relevancia del caso.

Queremos cerrar entonces, con la interpretación de que pesar de que surjan identidades
capacitadas por los discursos médicos, estas demandas retan el control institucional de los
tratamientos médicos, a los que consideran como una suerte de violencia de género en tanto implica
la regulación legal y psiquiátrica de las normas de género, y un chantaje que opera
internacionalmente en tanto promete a las personas trans una nueva vida con el cuerpo y el género
deseado a cambio de su obediencia al poder del diagnóstico (Butler, 2006). Pero a su vez, tenemos
presente que el rechazo de la transexualidad como patología tiene potenciales consecuencias
negativas para sus objetivos, pues si se deja de considerar una enfermedad, se pone en peligro su
financiación de los sistemas de salud pública o las compañías aseguradoras (O’Keefe, 1999, p. 1;
Butler, 2006). Por lo cual la barrera más grande es lograr superar las etiquetas médicas y
ambigüedades en el sistema que implican un desgaste en el reconocimiento y determinación sobre
los cuerpos de las personas.

Sentencia T-063-15
Tabla 3.7: Consolidación de las categorías presentes en la Sentencia T-063-15.

Fuente: Elaboración propia, a través del programa atlas.ti

Aquí la Sala aborda el caso de una mujer transgénero llamada Sara Valentina López Jiménez
quien solicita ante notaría el cambio de nombre y de sexo en su registro de nacimiento y demás
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documentos de identidad tras haber pasado por un proceso de reafirmación sexual quirúrgica.
Después de pasar por todo el proceso de reasignación sexual, ahora debe enfrentarse a una barrera
más en la estructura social: el reconocimiento. El principal problema, radica en que la notaría
admite la posibilidad de cambiar el nombre, pero desaprueba el cambio de sexo con el argumento
de que “por tratarse de una alteración en el estado civil, el procedimiento idóneo es un proceso de
jurisdicción voluntaria y no la escritura pública” (Corte Constitucional, 2015). El principal
cuestionamiento que surge en la revisión de este caso además del conflicto deintereses entre Sara
y los tratantes del caso, es por qué y cómo debe probarse qué sexo tiene una persona.

Así es, parece ser que todos los cuestionamientos analizados en este documentotienen que ver
con el sexo, en buena medida sí, pero para este caso particular la categoría del sexo o el género no
son las más preponderantes por más ilógico que suene. El verdadero trasfondo de este caso tiene
que ver con el reconocimiento de la identidad de género de una persona, esto es, tal y como nos
dice Simone de Beauvoir:

No se nace mujer: se llega a serlo. Ningún destino biológico, psíquico o económico define la figura que reviste
en el seno de la sociedad la hembra humana; es el conjunto de la civilización el que elabora ese producto
intermedio entre el macho y el castrado al que se califica de femenino (Beauvoir, 2007, p. 207).

La razón de privilegiar esta argumentación es que Simone de Beauvoir no cuenta con la


categoría de género implantada en sus reflexiones por lo que en este contexto la autora privilegia
la idea de situación (Stavro, 2000) socialmente investida para contrarrestar epistemologías
patriarcales que circunscriben el significado de ser mujer a partir de datos de la biología, pero
además anticipa que el problema está en el reconocimiento, no solo de más allá de las condiciones
biológicas sino en la construcción del ser a sí mismo. Los aportes de Beauvoir a este debate
entonces, se organizan en aspectos bastantes simples:

1. Por un lado, la autora enfatiza la idea de devenir mujer, cuestión que bien podría
interpretarse en términos de proceso de generalización.
2. Por otro lado, afirma que la biología absorbe la totalidad del destino de las mujeres.

Por lo tanto, nosotros mismos codificamos nuestras interpretaciones, en términos de lo


masculino y lo femenino, tal y como podemos observar en la tabla 3.7. Pero el hecho de que este
discurso sea superado en la Sentencia, hay un factor que es aún más relevante y es el hecho de que
el caso se configura en una noción más preponderande de lo transgénero y no de lo transexual12,
aludiendo a que la implicada del caso, ya había pasado por el proceso quirúrgico y es precisamente
ese hecho el que trae el caso sobre esta mesa. La inteligencia emocional, incluye una serie de
competencias emocionales, relacionadas con la capacidad para atender los sentimientos y

12
En 1949 Algunos reportes de investigación científica estadounidenses dan a conocer por primera vez el término
transexual (transexual) para describir la condición de las personas que deseaban profundamente realizar un cambio de
sexo, es decir, que anhelaban someterse a tratamientos médicos y quirúrgicos para atemperar los rasgos de su anatomía
que los identificaban como miembros de un sexo y acercar su apariencia fisiológica a la del sexo opuesto
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comprenderlos con claridad, este tipo de situaciones representa para las personas trans, un proceso
de agotamiento emocional, en este caso el problema es de reconocimiento sexual, lo que lleva a la
persona a verse afectada emocionalmente.

El punto de inicio en la dificulta de este reconocimiento se da a partir de la acuñación del término


homosexual en el siglo XIX, donde la necesidad de categorizar todo daría como resultado las
diversas etiquetas que la comunidad científica emplearía para distinguir las cada vez más diversas
y numerosas clases de personas cuya identidad de género se desvía de la norma aceptada. Pero
sumado a ello, llegaron quienes, con teorías fundamentadas en la ciencia conservadora, se
impondrán como eje regulador de estas etiquetas, para negarles el reconocimiento. A comienzos
de los cincuenta David Cauldwell, a partir de sus estudios sobre transexuales en Estados Unidos,
distingue entre el "sexo biológico" de las personas y la mentalidad que desarrollan hombres y
mujeres de manera diferenciada a causa de su formación sociocultural (Cauldwell, 1952).

A la diferencia de Butler se considera que el sexo puede observarse en los genitales, las barbas
y los senos, determinados por las gónadas, y escucharse en los timbres graves o agudos manifiestos
en las voces de hombres y mujeres adultos, encuentra que estos últimos piensan distinto como
resultado de la evolución social y el individualismo: "No existe ningún modo distintivo masculino
de pensar y no existe ningún modo femenino distintivo de pensar" (citado en Meyerowitz, 2002,
p.43). Esta visión privilegia el reconocimiento de lo biológico, que es la justificación de los fallos
anteriores a la tutela presentada en este caso, desconociendo la capacidad jurídica que emana de su
derecho al libre desarrollo de la personalidad. Por último, podemos concluir que como se pudo
apreciar, el efecto paradójico de esta distinción analítica es que, si bien permite desbiologizar la
percepción del género sigue anclando la noción de tal identidad a la idea que la persona despliega
a través de su desarrollo psíquico y social de pertenecer a un sexo parea poder ser reconocida en el
ordenamiento jurídico territorial.

Conclusiones

El acercamiento realizado a lo largo de este trabajo, logra visibilizar algunas de las principales
barreras existentes dentro de las principales instituciones públicas del país, respecto al acceso a
servicios de salud sexual y reproductiva. Este resulta ser un punto de encuentro para las personas
cuyo género o sexualidad no pertenecen a la dominante, esto se pudo entender de una manera más
amplia, bajo una mirada teórica y académica. Es así como se establece que los procesos de las
personas trans, intersexuales y las no binarias, se enfrentan a barreras que los llevan a tomar la vía
del tráfico jurídico para hallar una solución y así lograr derribar barreras.

Las leyes se construyen en base a modelos excluyentes pues en últimas como señala Butler
esta produce lo que representa (2006, p.47). En Colombia las personas trans no son reconocidas
dentro de la carta magna como un sujeto político pues este es universalizado y homogeneizado bajo
un principio binario. Cuando el individuo llega a la instancia de la tutela como último recurso para
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reclamar sus derechos, nos debería hacer reflexionar sobre la marginación del sujeto dentro de las
instituciones y las normas hacia las personas que no encajan completamente en la categoría
tradicional de hombre o mujer, esta es una primera barrera, pues de cara a acceder al servicio que
requieren, haya una barrera en el reconocimiento de ellos mismos, como sujetos capaces de acceder
a estos servicios. También ponemos a la vista el sentido positivista del derecho, donde a grandes
rasgos se expone que los derechos son inalienables y universales, además de que su reconocimiento
se limita a la emisión de normas y leyes que los anuncie, la mayoría de ellos sin regulación, se
encuentra que la barrera está en acceder a ellos y no en reconocerlos, por está razón se entiende en
términos de servicios y no de derechos.

En ese sentido, el análisis discursivo, expuesto a lo largo de estas sentencias, inicia por estar
sentado sobre la base de una cultura, heteronormada con un lenguaje determinado que no le permite
conocer a profundidad la realidad de las personas Trans, Intersexuales y No Binarias, dentro del
conglomerado social. Es decir, en beneficio de las estructuras de poder heterosexuadas binarias y
hacen uso de su lenguaje para dar interpretaciones frente al acceso de servicios de estas personas,
lo cual resulta contraproducente dado que no logran determinar con exactitud el análisis que
implica tener estas discusiones, lo que produce que emitan fallos desde una información mucho
más centrada en los estándares establecidos, sin cuestionarse la mayoría de veces la inclusión de
nuevos temas o al menos su entendimiento. Esta es otra barrera producto de la carencia de ese
reconocimiento que mencionamos anteriormente, ahora bien, las limitaciones de esta visión las
expone Judith Halberstam cuando señala que para llegar a la transitividad de género es necesario
alejarse de lo que él denomina masculinidades dominantes y empezar a construir nuevos conjuntos
de género adecuados a las múltiples experiencias que se viven en el género (Halberstam, 2008). La
no interpretación de las nuevas demandas por parte de esta población genera un estancamiento en
el avance de las necesidades sociales, lo que limita a estas personas a acceder a una serie de
servicios que resultan determinantes en última instancia para reafirmar su identidad.

Butler reflexiona sobre lo anterior, diciendo que la institución de una heterosexualidad


naturalizada requiere que el sexo, género y deseo se designen como una unidad de relaciones
causales (Butler, 2006, p.80) que terminan cercando los límites de un sistema binario de género.
Es decir que una mujer se considera una mujer porque no es un hombre y viceversa, el género se
define por una relación de oposición al opuesto que, en última deriva en una consolidación del
deber coherente respecto al sexo, género y deseo. Las personas trans en la jurisprudencia
colombiana suponen una “anomalía” a la norma creando un tercer espacio de posibilidad
anteriormente no contemplado. Por esto, es necesario reflexionar sobre el privilegio que las
personas heterosexuales cisgénero gozan en el acceso libre a los servicios y entender las
limitaciones a las que se enfrentan las personas con identidades de género diversas empezando por
su reconocimiento en la ley, esta anomalía es lo que para nosotras representa la mayor barrera en
el sistema de salud colombiano, además de los demás sectores, sin embargo, lo que más preocupa
es que estos servicios y el acceso deberían funcionar sin inconvenientes tomando en cuenta la
proliferación de las demandas.
Derribar barreras | 51

Seguidamente, señalamos que las entidades prestadoras de los servicios de salud se configuran
como las primeras limitantes para acceder a estos servicios dado que existen puntos ciegos en los
procedimientos que cubre el POS en los cuales se escudan las EPS para negar estos servicios a las
personas trans, es decir el primer eslabón en la cadena de negación al acceso de estos servicios, son
ellos. De igual manera, dentro de la jurisprudencia analizada se encuentra que hay una
revictimización en el sistema judicial al acceder a la tutela pues estas en ocasiones exigen un
diagnostico psicosocial para reafirmar el género del paciente y así acceder ya sea a la
hormonización, cirugía de reafirmación de sexo entre otros procedimientos, a pesar, de que el
paciente demuestra que lleva muchos años viviendo en conformidad con el género opuesto.

Ahora bien, Butler ofrece una gran cantidad de recursos discursivos, que como bien vimos abren
la posibilidad a nuevas significaciones, capaces de ir en contra del canon de la identidad, punto que
es muy importante en su teorización dado que este es el camino a seguir según esta teórica, un giro
a la “subversión” de la identidad. De este modo, podemos reconceptualizar la identidad, dejar de
verla como un “yo” sustancializado, que al final es solamente una pieza inerte del lenguaje que
refiere a entidades y pasar a verla como una práctica de significación. Entonces tenemos que los
sujetos culturalmente inteligibles son al fin y al cabo productos de discursos reglados, capaces de
establecer límites, pero más importante sus propios límites. Por su parte, sumado a la visión de
Halberstam, podemos concluir que esta rebelión si se quiere contra el control médico se lleva a
cabo desde una categoría identitaria cuya definición ha sido en parte posibilitada y visibilizada por
su interacción constitutiva con un discurso médico del cual se aspira a “independizarse”.

Esta aparente incongruencia queda perfectamente recogida teóricamente en la noción de


sujeto de Foucault, pues “a pesar de que se ha documentado la existencia de personas que han
vivido como miembros del género no asignado al nacer” (Foucault, 2012) en tanto categoría
médica, el transexualismo constituye la subjetividad transexual y la posibilita sujeta a unas normas
que, al mismo tiempo la limitan. A pesar de la oposición entre un sector de la comunidad transexual
y el poder médico en torno a la consideración de la disforia de género como enfermedad, ambos
grupos omiten lo psíquico, lo social y la participación del sujeto en la condición y las categorías
que condicionan sus decisiones, como la construcción realizada en torno a las masculinidades y las
feminidades. Entonces, el cuerpo es una matriz simbólica, una parte de él se sitúa sobre una realidad
física corpórea, y otra en cambio se disuelve en los imaginarios y fantasías, es decir se hace fuente
de significación.

Ahora bien, como la norma es producida en un marco social variable, contingente, y no


simbólico e invariable, pierde de esta forma, el estatus de “natural” entonces es la norma una
dinámica control, completamente separada de la ley. Esto se dice en el sentido de que las normas
tienen un carácter práctico, por lo tanto, si se corta la repetición de la norma, iteración práctica o
semántica, la norma tiende a desaparecer por sí sola, siendo víctima del olvido. Por ello es que
hablamos de la normatividad del cuerpo y como la jurisprudencia entonces es la vía de acceso para
Derribar barreras | 52

el control sobre las decisiones performativas de los cuerpos y las identidades de los sujetos,
enmarcados en los estereotipos y comportamientos singulares asociados a la masculinidad-
feminidad. Así como lo pudimos ver a lo largo de este análisis, el género es un aparato discursivo
que cobra importancia, pues funciona como el socializador de la norma.

Acá tomamos en cuenta que las reglas del género se muestran como las grandes
reguladoras, poniendo en juego distintos factores como la moral médica, las decisiones de los
padres en los pacientes menores de edad y hasta el cuestionamiento de la identidad de género por
parte de múltiples sectores de la sociedad que están implicados en todo el proceso de acceso a los
servicios de salud sexual, mental y reproductiva, llegando a demostrar su poder discursivo, incluso,
a la hora de atacar al propio sexismo, importante diferenciador de los géneros, el cual se auto reduce
a “lo que se les niega a la comunidad LGTBIQ” el cual cumple el objetivo hetero patriarcal y
sexista que da apertura a los debates pero que no los reconoce ni los integra a su normalidad. Con
Foucault aparece por primera vez la norma, como una dinámica control, completamente separada
de la ley, pero serán Butler a través de la performatividad del sexo y Halberstam a través del
paradigma de los servicios quienes ilustran como estas situaciones crean barreras de interpretación
y reproducción sobre las identidades fluidas.

En Colombia, la proliferación de las Sentencias de tutela ante la Corte Constitucional, nos


lleva a cuestionarnos si el poder regulador del género en las Sentencias de la corte es una forma de
poder más amplia que el resto de los aparatos normalizadores, ya que, en el género, están incluidas
todas las formas en las que se da la norma, bien sea en la simple consulta sobre los servicios hasta
el acceso a estos mismos. Hace falta poner más en conversación estas construcciones de identidad
en la jurisdicción del país, pero además crear mecanismos que en verdad garanticen el acceso a
servicios de salud integral a esta población sin discriminación y cuestionamiento alguno. Tomando
en cuenta que las categorías como sexo, género, identidad de género y transexualismo, aún son de
desarrollo tímido en las Sentencias. Con la magistrada Calle Correa, se puede observar un giro
hacía la profundidad de estas y a cuestionar patrones de conducta relacionados con la masculinidad
y la feminidad. Sin duda alguna es esa superación del “yo” idéntico lo que puede ayudar a romper
las barreras de reconocimiento hacía lo diferente, lo fluido y lo identitario.

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trata-en-colombia

Anexos:

Anexo 1 (tabla 1). Distribución de las Sentencias con sus aportes más importantes más
importantes.

Tabla 1: Marco Normativo

SENTENCIA PONENTE DESCRIPCIÓN APORTE

Sentencia SU Alejandro Sinopsis: Una madre de una menor de siete HERMAFRODITAS


337/99 Martínez años que presenta una forma de ambigüedad -Intervenciones
Caballero, sexual solicita al tribunal que le permita médicas tienen un impacto
Eduardo autorizar una intervención quirúrgica decisivo
Cifuentes destinada a remodelar los genitales de su hija. en la identidad sexual del
Muñoz, Los médicos del Instituto de Seguros Sociales paciente
Antonio (ISS) recomendaron el procedimiento, pero
Carbonera y se negaron a practicarlo porque, de acuerdo DERECHO A LA IDENTIDAD
Alfredo con los tribunales, los padres no pueden PERSONAL
Barrera. decidir en nombre de los hijos, ESTADOS INTERSEXUALES
procedimientos que afectan a la identidad
sexual. La Corte Constitucional de Colombia,
siguiendo su jurisprudencia, rechaza la
petición de la madre al considerar que la
decisión debe recaer solamente en la menor
cuándo su desarrollo físico y mental se lo
permita.

Hechos: la menor N.N. nació el 14 de octubre


de 1990 y la partera que atendió el nacimiento
señaló que se trataba de una niña, sin que se
constata ningún problema aparente al
respecto. Sin embargo, cuando la menor tenía
tres años, durante un examen pediátrico, se
encontraron genitales ambiguos, y se
diagnosticó que la menor tenía
“seudohermafroditismo masculino”. Los
médicos recomendaron un tratamiento
quirúrgico, que consiste en la readecuación de
Derribar barreras | 62

los genitales por medio de la extirpación de


las gónadas y la plastia o remodelación del
falo (clitoroplastia), de los labios y de la
vagina. Para el personal médico tratante,
perteneciente al estatal Instituto de Seguros
Social (ISS) esa intervención quirúrgica era
prioritaria para la niña porque en su
opinión“siopinión “si bien el falo es de un
tamaño considerable, lo cierto es que nunca
va a poder cumplir adecuadamente con las
funciones reproductivas de cualquier
miembro masculino”. Además, los médicos
manifestaron la necesidad de hacer la cirugía
a la niña antes de que llegara a la pubertad. A
pesar de lo anterior, el ISS se negó a practicar
la intervención quirúrgica, pues consideran
que la decisión sobre la intervención debe ser
tomada por la propia menor, y no por su
madre quien ejercía para el momento de los
hechos su patria potestad ante el fallecimiento
del padre. La madre presentó una acción de
tutela –una acción de amparo para proteger
los derechos fundamentales ante un riesgo
inminente de vulneración- pues consideró que
a su hija le estaban siendo vulnerados sus
derechos fundamentales a la igualdad, al libre
desarrollo de la personalidad y a la protección
especial a la niñez. En su opinión la menor
tenía derecho a que su sexualidad fuera
definida a tiempo para permitir un normal
desarrollo personal y social. Con base en
dicha pretensión, le solicitó al juez de tutela
que le permitiera, en su condición de madre,
y de titular de la patria potestad de la menor,
autorizar las cirugías necesarias para la
remodelación de los genitales y del
tratamiento médico que como consecuencia
de esto requiriese su hija.. El tribunal que
conoce en primera instancia del caso
concluye, el 17 de abril de 1997, que la tutela
se debe negar puesto que cada ciudadano es
libre de escoger su afinidad sexual y que ante
el desconocimiento de la vocación sexual que
la menor tendrá en el futuro no es potestad de
los jueces ordenar tratamientos médicos que
puedan vulnerar ese derecho. Esta decisión no
fue impugnada y el fallo fue remitido a la
Corte Constitucional para su eventual
revisión. El expediente fue entonces
seleccionado y repartido por la Sala de
Revisión Cinco de la Corte Constitucional,
por medio de un auto del 21 de mayo de 1997.

Fallo: la Corte Constitucional decide: Para


proteger la intimidad de la peticionaria y de
su madre, mantener en reserva el expediente
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(incluyendo la identidad de los involucrados


en el proceso), salvo de las pruebas científicas
practicadas durante el mismo.
No acceder a las pretensiones de la madre de
la menor NN, al considerar que le
corresponde a esta última tomar la decisión
sobre su identidad sexual.
Ordenar la conformación de un equipo
interdisciplinario que atienda el caso y brinde
el apoyo psicológico y social necesario a la
menor y a la madre para que puedan
comprender adecuadamente la situación que
enfrentan.
Ordena que los servicios médicos específicos
sean brindados por el ISS. Además, que le
corresponde al Instituto Colombiano de
Bienestar Familiar (ICBF) coordinar - en este
caso y en todos los similares -, un equipo
interdisciplinario, que debe acompañar a la
menor NN y a su madre en todo este proceso.
A este equipo, según la Corte, le corresponde
establecer cuando la menor gozaría de la
autonomía suficiente para prestar un
consentimiento informado para las cirugías y
los tratamientos hormonales.

Sentencia Alejandro Sinopsis: Se trata básicamente de una CONSENTIMIENTO DEL


T-551/99 Martínez sentencia que busca aclarar el alcance de la PACIENTE, debe ser libre y la
Caballero SU-337/99, confirma las tesis principales allí decisión
desarrolladas con relación a la legitimidad del informada/CONSENTIMIENT
consentimiento paterno sustituto en casos de O CUALIFICADO DEL
hermafroditismo y detalla lo que la Corte PACIENTE, terapia muy
entiende por consentimiento informado invasiva o riesgosa para
cualificado y persistente. Las particularidades la salud y vida
del caso analizado y la revisión realizada por ESTADOS INTERSEXUALES
el magistrado Martínez Caballero, aportan Y
elementos que obligan a detenerse en esta AMBIGÜEDAD GENITAL DE
sentencia. INFANTE-Alcance"

Hechos: Una “menor N.N.” presenta al


momento de nacer “genitales ambiguos”,
caracterizados por una “hipertrofia del clítoris
o un micropene” y, según se indica en la
historia clínica “la vagina no se encontraba
bien definida”. El diagnóstico médico
concluyó que se trataba de un cuadro de
“pseudohermafroditismo femenino” por
“hiperplasia suprarrenal virilizante”. En
cuanto al tratamiento, las anotaciones de la
historia clínica recomiendan que se le realicen
los tratamientos necesarios para que al
cumplir los dos años se le pueda hacer a la
menor una “remodelación genital”

Fallo: De un lado, esta Corporación


considera que los criterios establecidos en
Derribar barreras | 64

estas sentencias son los que mejor preservan


los derechos fundamentales y los valores
constitucionales, en el actual momento
histórico; sin embargo, debido a la
complejidad del tema, es posible que
conocimientos científicos más depurados o
nuevos cambios culturales, obliguen a revisar
algunos de los resultados del presente
análisis, y procedimientos médicos que hoy
todavía son legítimos, pueden tornarse
inconstitucionales. "

Sentencia Escobar Gil Sinopsis: Los señores XX, interpusieron Consentimiento asistido e
T-1025/02 acción de tutela en nombre de su menor hijo informado. Derecho a la salud y
y en contra del Seguro Social Seccional ZZ, a la seguridad social de niño
por estimar vulnerados los derechos intersexual.
fundamentales del niño, como consecuencia
de la actuación de la entidad demandada que
se ha negado a practicarle una cirugía
necesaria para la asignación de su sexo, dada
la presencia de un cuadro médico de
virilización por hiperplasia suprarrenal
congénita (Pseudohermafroditismo
femenino) (Corte Constitucional, 2002).

Hechos: En enero de 1994 nace un “menor


N.N. en condiciones de aparente normalidad”
(Corte Constitucional, 2002). Al momento de
nacer se le asigna el sexo masculino por la
presencia de falo, pese a que los padres
esperaban una niña según las ecografías
realizadas durante el embarazo. Pronto, el
menor presentó anomalías en su desarrollo
pero solo hasta octubre de 1996 se le
diagnostica “pubertad precoz” y “ausencia de
gónadas en el escroto” (Ibíd.). Un año
después, en noviembre de 1997, el cuerpo
médico recomienda la remisión del menor a
endocrinología pero esta valoración se lleva a
cabo solo hasta marzo de 1998, allí se
confirma la ausencia de testículos y se solicita
[...] la práctica de unos exámenes de
laboratorio y una ecografía pélvica […] para
comprobar las sospechas sobre la posible
presencia de una hiperplasia suprarrenal
virilizante [...] [y] una prueba genética para
determinar el cariotipo del infante.

Fallo: Convirtiendo la sola posibilidad de


vivir sin un sexo específico en un
“experimento social”, la Corte reafirma la
urgencia y la necesidad de realizar
asignaciones sexuales tempranas, de modo
que ni el sujeto ni la sociedad deban pasar por
el reto de vivirse, pensarse y producirse por
fuera de la norma binaria hegemónica. Pero,
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en el campo puramente jurídico, la Corte


vuelve inconsistente su propia regla de la
moratoria del consentimiento, pues la sola
moratoria supone ya la incertidumbre. De allí
la insistencia de los médicos en que la
moratoria sólo ahonda los hipotéticos
problemas psico-sociales y de salud del niño.

Sentencia Palacio Sinopsis: Loreta interpuso acción de tutela en "DERECHO A LA SALUD Y


T-918/12 Palacio contra de Aliansalud E.P.S., al considerar SU RELACIÓN CON LA
vulnerados sus derechos fundamentales, ante IDENTIDAD SEXUAL”
la decisión de negarle la práctica de la cirugía
de reasignación de sexo ordenada por su La “reasignación sexual” a la
médico tratante y el suministro de los que una persona decide
servicios médicos requeridos para que el someterse, con el objeto de
proceso de transición sea exitoso (Corte adecuar su estado psicosocial al
Constitucional, 2012b). físico y, de ahí, vivir en el sexo
con el que se identifica
Hechos: "“Loreta” nace en diciembre de plenamente, constituye, de
1968 “con asignación de sexo masculino”.A forma innegable, una decisión
partir del año 2010 inicia tratamiento médico que forma parte del libre
con hormonas para “resaltar caracteres desarrollo de la personalidad, en
femeninos”. Sin embargo, en septiembre del tanto es una expresión de la
2010 la EPS Aliansalud rechaza el suministro individualidad de la persona,
del medicamento leuprolida acetato que ella respecto de su percepción sexual
necesita como parte de su terapia hormonal ante sí mismo, lo que influye
argumentando que fue negado por el Comité decisivamente en su proyecto de
Técnico Científico de vida y, por ende, en sus
la entidad. En marzo de 2011, Loreta presenta relaciones sociales. La
solicitud para la realización de una condición de trans no es una
“vaginoplastia con intestino y genitoplastia enfermedad ni afecta el derecho
feminizante” prescrita por su especialista, a la a la salud, por lo cual tener esta
que la EPS responde negativamente" identidad sexual no justifica que
se utilice el
Fallo: El Estado no puede autorizar en sistema de seguridad social para
cualquier caso la realización de solicitar el cambio de sexo
intervenciones que no estén fundadas en una
enfermedad, sino en la afectación de la
autoestima del paciente. En este sentido,
existen eventos en los cuales determinadas
condiciones físicas pueden afectar la
autoestima o el bienestar social de las
personas, las cuales no necesariamente deben
conducir a la práctica de cirugías para
solucionarlas, pues es necesario analizar el
grado de afectación psicológica del paciente
y si éste tiene recursos para pagarlas.

Sentencia T-876 Pinilla Sinopsis: Se determinará si los derechos a la TRATAMIENTO MEDICO-


Pinilla identidad, la dignidad humana, al libre Caso
desarrollo de la personalidad y la salud de en que Secretaría de Salud y
Julián Sneider Clavijo Hernández, están EPSS
siendo conculcados debido a que la Secretaría niegan cirugía de cambio de
de Salud de Cundinamarca y la EPS sexo
Comparta, le negaron la cirugía de cambio de DERECHO A LA SALUD-
sexo bajo el argumento que dicho Prestación
Derribar barreras | 66

procedimiento no se encuentra dentro del como servicio dentro del


Plan Obligatorio de Salud (Corte Sistema
Constitucional, 2012a). General de Seguridad Social en
Salud
Hechos: Para el momento de presentar la DERECHO A LA SALUD Y A
acción de tutela Julián lleva seis años LA VIDA DIGNA-Orden a
viviendo con su novia. Completó su EPSS
bachillerato, trabaja en celaduría y autorizar cirugía de cambio de
mensajería, y “la madre, la familia, los sexo
amigos y en los lugares de trabajo lo y demás procedimientos
identifican como hombre” (Ibíd.). En 2008, él médicos necesarios
inicia un proceso de valoración médica en el
que le diagnosticaron “trastorno de identidad PERSONAS TRANSGENERO
sexual o de género”. Basados en esta Definición Incluye personas
valoración médica, deciden remitir a una transexuales, transgénero,
valoración psiquiátrica que concluye que travestidos, intergénero,
sufre “transexualismo” y se le inicia un transformistas, drag Queens y
tratamiento de terapia hormonal con drag
testosterona “en virtud a que presenta kings
fenotipo masculino y tejidos mamarios
residuales grasos” DERECHO A LA IDENTIDAD
Y DIGNIDAD DE LAS
Fallo: . Este es el tratamiento solicitado por PERSONAS
Julián, prescrito por los médicos, negado TRANSGENERO-Solicitud de
administrativamente por la EPS y la cirugía
Secretaría de Salud y, finalmente, ordenado de reafirmación sexual
por la Corte en la parte resolutoria de la quirúrgica o
Sentencia. Pero la cirugía de cambio de sexo cambio de sexo.
no existe y no hace parte de ninguna
clasificación de procedimientos quirúrgicos.
De hecho, los entes administrativos que se
niegan a la solicitud de Julián se amparan en
esta inexistencia. El “cambio de sexo” es el
nombre que se le da un conjunto de
procedimientos diversos que varía
dependiendo de si se realiza a partir de un
cuerpo anatómica y funcionalmente
masculino o femenino, así como en razón de
las expectativas de generización que tiene el
paciente

Sentencia Calle Correa Sinopsis: "Ana Sofía, mujer transgénero, "DERECHO A LA SALUD Y
T-771/13 interpuso acción de tutela contra su EPS por A
considerar que desconocieron sus derechos LA VIDA DIGNA
fundamentales toda vez que no le practicaron
en forma oportuna todos los procedimientos Orden a EPSS autorizar cirugía
médicos para lograr su afirmación sexual. de cambio de sexo y demás
(Corte Constitucional, 2013c). procedimientos médicos
necesarios.
Hechos: Yesica Paola es una mujer de 45
años que en agosto de 2012 solicita a la EPS PERSONAS TRANSGENERO
Comfama la autorización para realizarse una Definición Incluye personas
cirugía de reasignación de sexo. Ella fue transexuales, transgénero,
asignada con el sexo masculino al nacer y, travestidos, Inter género,
según dice, “me siento mal ya que nací en un transformistas, drag Queens y
cuerpo que no me corresponde” (Corte drag
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Constitucional, 2013b). En respuesta a su kings


derecho de petición, Comfama le indica que
el régimen subsidiado de salud al cual ella DERECHO A LA IDENTIDAD
está afiliada no cuenta dentro de su plan de Y DIGNIDAD DE LAS
beneficios con el procedimiento de “cambio PERSONAS
de sexo”, como según la entidad sí sucede con TRANSGENERO-Solicitud de
el plan contributivo, por lo que deciden negar cirugía
la solicitud. Ante esta situación, ella interpone de reafirmación sexual
una acción de tutela. El juzgado de su quirúrgica o
municipio de domicilio decide tomarle cambio de sexo
declaración y le pregunta si ella se ha
realizado exámenes médicos que sustenten la DERECHO DE LAS
necesidad del tratamiento solicitado, a lo que PERSONAS
ella responde: “para nada, porque yo no estoy TRANSGENERO A
enferma, sólo puse la tutela para que me ACCEDER A LOS
manden a los cirujanos porque yo sé quién SERVICIOS DE SALUD-
soy [sic]” (Ibid..).115 De modo que no hay
orden médica que prescriba las Tratamiento para reafirmación
intervenciones quirúrgicas solicitadas. La sexual quirúrgica o cambio de
Corte decide revisar el caso de Yesica Paola sexo
reencuadrando dentro del derecho a la
información, pues considera que en razón de DERECHO A LA IDENTIDAD
su misionalidad, la EPS tiene una carga Y
mayor en el deber de informar claramente en DIGNIDAD DE LAS
qué consiste un proceso de reafirmación PERSONAS
sexual y proveer al paciente las condiciones TRANSGENERO
para tomar una decisión.
Modificaciones al interior del
Fallo: La Corte decide revisar el caso de lenguaje médico para asegurar
Yesica Paola reencuadrando dentro del el derecho a la salud y a la
derecho a la información, pues considera que identidad de las personas
en razón de su misionalidad, la EPS tiene una transgeneristas y transexuales
carga mayor en el deber de informar sin discriminación"
claramente en qué consiste un proceso de
reafirmación sexual y proveer al paciente las
condiciones para tomar una decisión.

T-552-13 Calle Correa Sinopsis: Charlie Santiago de 17 años de Con estas sentencias se inaugura
edad, joven que al nacer fue asignado con un nuevo modo de abordaje de
sexo femenino A través de su mamá, Charlie la cuestión
solicitó a Asmet Salud la autorización para de la asignación sexual en la
realizarse las cirugías necesarias para Corte Constitucional, en el que
completar su “readecuación de sexo”, pues ya la mirada médica es
había recibido la valoración médica relativizada y un enfoque de
correspondiente que recomendaba política identitaria toma el
“suplemento hormonal masculino y relevo como punto de anclaje de
reconstrucción de pene, uretra y escroto”. Sin la problematización jurídica. La
embargo, la EPS rechazó la solicitud sentencia T-552/13 recoge los
aduciendo que [...] la cirugía no es viable por expedientes de Yesica Paola
cuanto mi hija es menor de 18 años y no se Serna Gómez y
puede mutilar y por ende se me informa que Charlie Santiago Noriega Peña;
quien es realmente competente para autorizar
el proceso es el Bienestar Familiar de esta
ciudad.

Hechos: En fallo de primera instancia, el


Derribar barreras | 68

Juzgado Primero Penal Municipal de


Popayán amparar los derechos fundamentales
de Charlie Santiago y ordenó a Asmet Salud
que autoriza los procedimientos ordenados,
decisión que fue impugnada por la EPS con el
argumento de que no todos los
procedimientos ordenados hacían parte del
POS. En febrero de 2013, en fallo de segunda
instancia se confirmó el fallo anterior y se
añadió el derecho de Asmet Salud a hacer el
recobro al Fosyga por los gastos que no estaba
obligada a asumir. La Corte Constitucional,
por su parte, revisará si la EPS vulneró los
derechos a la salud, identidad sexual y de
género, y libre desarrollo de la personalidad
de Charlie Santiago por no ofrecerle un
acompañamiento apropiado al
consentimiento informado que supone el
procedimiento de reasignación de sexo y
negarse a autorizarle este tratamiento.

T-063-15 Calle Correa Sinopsis: Sara Valentina López Jiménez La dignidad humana, libre
presentó acción de tutela (...) ante la negativa desarrollo de la personalidad,
de la Notaría (...) para autorizar el cambio del identidad sexual y de género, y
sexo inscrito en su registro civil de la personalidad jurídica de una
nacimiento y demás documentos de mujer transgénero, a quien le
identidad, como la cédula de ciudadanía y el exigieron acudir a un proceso
pasaporte colombiano, sin tener que acudir a judicial y presentar un
un proceso de jurisdicción voluntaria (Corte certificado médico como prueba
Constitucional, 2015). suficiente para determinar la
salud sexual y reproductiva.
Hechos: En su análisis, la magistrada Calle
Correa encuadra el artículo 14 de la
Constitución Política en el que se consagra el
derecho al reconocimiento de la personalidad
jurídica dentro de coordenadas identitarias.
Para ello, hace uso de instrumentos
internacionales como el Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos y la
Convención Americana sobre Derechos
Humanos, así como la jurisprudencia
constitucional definida en T-090/95 y C-
109/95. El argumento central para realizar
este encuadre identitario es que la
personalidad jurídica supone el
reconocimiento de aquellos “atributos
jurídicos inherentes a la persona humana que
la distinguen, identifican y singularizan”, esto
es, su identidad particular

Fallo: El caso termina por cuestionar


otorgarle a la ciencia una función de
determinación de la materialidad del sexo y
su verdad, por lo que cabría preguntarle a
Guerrero Pérez: ¿por qué sería menos
ideológica la tesis del binarismo sexual
Derribar barreras | 69

obligatorio? ¿No hay activismo político


cuando se promueve desde el aparato de
Estado un marco heteronormativo de la
diferencia sexual cuya base “hoy en día es aún
objeto de controversia”?
Fuente: Elaboración propia. Información Recopilada de la Corte Constitucional 1999-2015

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