Las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. Desde Heidegger, aquello que es intransferible es la muerte. Controlas el deseo mediante la fe. “… el dador de buenos dones”. (Cfr. Filipenses 2:12-13) Vasos de honra y de deshonra. (Véase 2 Timoteo 2) Hebreos 11, sobre la fe El término concupiscencia proviene del griego epithumia y del latín concupiscentia, que deriva de la forma verbal cupere y que significa desear ardientemente, ambicionar, ansiar, lo cual es una propensión natural de los seres humanos. El concepto de epithumia del Timeo en Platón, sobre el concepto de ironía. La fe es su posibilidad como posibilidad dada en su sentido universal, dada a los gentiles – todos. Kierkegaard no está de acuerdo con el tema de la predestinación, lo habla en los Primeros Diarios 1836-37, las primeras entradas del Diario hablan del tema de la predestinación y lo crítica, una critica negativa a la predestinación de manera que haya vasos de honra o vasos de deshonra porque esté querido, porque eso sea querido por Dios, no tiene nada que ver con el cristianismo ni con el judaísmo. La primera excelencia de la fe que habla Kierkegaard es que es un bien que todos podemos poseer por igual. No hay nada ni nadie que por su clase (ni liberto ni esclavo), después la segunda excelencia de la fe es que el hecho de que ningún ser humano se la puede dar a otro (intransferible – en términos de Bourdieu, véase capital cultural). Ver los textos Pseudónimos. 40: “Mi alegría será mayor, pues si me lo debiera a mí, ello perturbaría nuestra relación. Y si no dispone de él, entonces puedo serle de gran ayuda, pues he de guiar su pensamiento y le haré entender que es el sumo bien, e impediré que su pensamiento se escape metiéndose en algún escondrijo [de la razón], que no se le vuelva oscuro, sea que él mismo pueda captarlo o no; recorreré con él todos los puntos dudosos, hasta que él, si no dispone de ese bien, no halle más que una única expresión para explicar su desdicha, a saber, el hecho de que no quiere; esto no puede soportarlo, y entonces lo obtendrá. Al mismo tiempo alabaré por él la excelencia de la fe y, presuponiendo que la posee, lo conduciré a querer poseerla. Así también en el día de hoy, el primer día del año, cuando el pensamiento acerca del porvenir tienta con su múltiple posibilidad, le mostraré que él, en la fe, está en posesión del único poder que puede triunfar sobre el porvenir, le hablaré acerca de la experiencia de la fe”.