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Tal cual enuncia Alves de Lima (2003): “Existe mucha evidencia de que la actitud
profesional y las habilidades de comunicación desempeñan un papel fundamental y
decisivo en el modo en que el paciente aborda su problema”. (p. 220)
Que importante hubiese sido este rol que sirva para integrar los distintos lenguajes, las
distintas áreas, los distintos modos de mirar esta situación específica y así llegar a un
abordaje integral del caso.
Esta madre la cual había vivido un embarazo y parto anterior que no salió del término de
“lo esperable” se encuentra de pronto con un embarazo con dificultades, con una
internación larga, en la cual hubieron todo tipo de intervenciones médicas y cero
explicaciones.
Se podría pensar que lo que se tenía que comunicar aquí era una mala noticia, si
tomamos la definición de Alves de Lima (2003) como “...aquella que drástica y
negativamente altera la perspectiva del paciente en relación con su futuro.” (p. 217).
De hecho, eran varias malas noticias: internación larga, parto prematuro, bebé directo a la
UCIN.
Y la única comunicación que recibió esta mamá fue: “tu tranquila mami”.
Seguramente tendrá que ver con esta dificultad que poseemos los profesionales para
anunciar malas noticias a nuestros pacientes. Al ser una tarea no muy placentera,
pareciera que no hubo nadie en este equipo que se hiciera cargo de la misma.
Frente a una situación como esta surgen en los padres nuevos interrogantes,
incertidumbres y es importante que el equipo profesional pueda a través de la
comunicación, ordenar y facilitar los datos e información nueva a la familia, para ayudarlos
a armar redes y conseguir nuevos recursos. (Vega, 2006).
Se trata de una experiencia muy dolorosa, en la cual el rol del psicólogo/a puede aliviar el
padecimiento que debe enfrentar la persona, contribuyendo con su conocimiento a armar
puentes entre los profesionales y la familia en cuestión, facilitando de esa manera la
comunicación entre ellos.
Además la información debe ser transmitida desde el inicio, con la suficiente claridad para
que del otro lado pueda comprenderse lo que está sucediendo. De esta manera se podría
acortar la distancia entre el equipo profesional y la familia ayudando al mismo tiempo a
que la información fluya de la mejor manera.
Al no recibir ningún tipo de información esta mamá se arma sus significados que son
desde lo que imagina. “¿Nacería bien? ¿Respiraría por sí solo? ¿Estaría bien formado?
¿Le latirá el corazón? ¿Cuánto pesaría?”, fueron las preguntas que le suscitaron. Se
detecta en la viñeta que la madre siente culpa. Piensa que todo lo que está sucediendo
tiene que ver con algo que ella hizo. Nadie le dice lo contrario. Nadie la tranquiliza.
Al respecto Vega dice: “...el psicólogo trabajando como psicoterapeuta, va a incidir sobre
la representación y sobre la interpretación que la persona tenga de la situación vivida.
Puede facilitar la creación de alternativas para darle significados diferentes a la
experiencia.” (2011, p.177)
Alves de Lima (2003) nos introduce un modelo para comunicar malas noticias. Algo que
me resulta importante a destacar para este caso, es la parte de cómo se comparte la
información. En la viñeta nos encontramos con que esta madre no podía comprender
nada de lo que escuchaba. ¿Quizás porque la información no estaba dirigida a ella?
“Tuvo que aprender lenguajes nuevos, desconocidos, médicos, para ubicar qué le
sucedía a Juan día a día. Cuánto ha engordado, si ha desaturado o si le han hecho la eco
craneal, comenta que fue un momento casi como de aprender un idioma nuevo.”
Sabemos que la información debe ser dada en partes pequeñas, con palabras claras, no
muy complejas, preguntando frecuentemente al paciente si está entendiendo lo que se
habla. (Alves de Lima, 2003).
A partir de esto, algo de lo que está en juego aquí es la posibilidad de esta madre de
investir libidinalmente a su bebé.
“Y cuando lo vio ahí dentro, con tubos, electrodos y sondas no podía parar de llorar. Le
tomó dos días abrir esas ventanitas para poder tocarlo. Y tres días para poder cogerlo
porque no podía, le aterrorizaba cogerlo, tan pequeñito, tan frágil”.
¿Como se inviste un bebé que ella siente monstruoso, que significa para ella impotencia y
fracaso? (Mathelin, 2001)
En este caso, se evidencia que hay una pérdida pero no se abrió la discusión a los padres
para la expresión de sus sentimientos.
De gran utilidad hubiese sido que la paciente tenga varias entrevistas médicas y
psicológicas, para luego poder unir e interpretar toda la información recabada de las
mismas desde distintas perspectivas, realizar reuniones interdisciplinarias, discutir
estrategias, intervenciones y armar un plan de acción que organice a la familia que
permanece internada por un tiempo prolongado.
Conclusiones
Alves de Lima (2003) nos dice que “la comunicación es un proceso vital de interacción
entre el médico, el paciente y su familia. Es una de las cuatro habilidades básicas de la
competencia clínica junto a la resolución de problemas, el conocimiento y el examen
físico.”
Podríamos afirmar que frente a una mala noticia cómo puede ser una internación en la
UCIN es fundamental que exista un equipo profesional que trabaje interdisciplinariamente
para poder contener y sostener a la familia que está sufriendo.
Pienso que la internación de un bebé prematuro, no tiene porque ser traumática para él o
para su familia, pero para que esto no sea así es fundamental nuestro rol como
psicólogos/as perinatales en el servicio.
Como enuncia Vega (2006) contamos con herramientas especializadas para favorecer la
comunicación entre el equipo de salud y las familias.
Nuestra función tiene que ver con ser puente y mediador de la comunicación para que la
misma pueda fluir con facilidad de forma que la familia en cuestión sea tratada de manera
integral.
Bibliografía