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Fecha: 18-08-2020
Qué queremos unas de otras
después de haber contado nuestras historias
Queremos
ser curadas queremos
una musgosa calma que crezca sobre nuestras
cicatrices
queremos
la hermana todopoderosa que no asuste
que hará que el dolor se vaya
que el pasado no sea así.
Considero que más que una conclusión mi experiencia en este trabajo me ha abierto un
camino de múltiples cuestionamientos con respecto a la perinatalidad.
Si bien en este caso no hubieron factores de riesgo, durante todo el relato de la
entrevistada se registra una búsqueda constante de la mujer de estar acompañada en su
experiencia. Esta mamá fue encontrando formas de sentirse escuchada, respetada,
sostenida ante la llegada de su bebé.
Durante su embarazo M encontró las condiciones psicológicas para vivir una experiencia
agradable y sana: seguridad, tranquilidad, distintos espacios de escucha. Pero ¿qué
sucede con las mujeres que no hacen esta búsqueda? ¿Reciben la contención necesaria
para lograr un bienestar integral? ¿Se llevan a cabo programas de apoyo, información y
formación continuada a las mujeres en todos los sistemas de salud, tanto públicos como
privados? ¿Qué intervenciones sencillas se pueden llevar a cabo desde el equipo
obstétrico? ¿De qué manera logramos, como Psicólogos dentro de un sistema de salud
médico hegemónico, demostrar que la palabra es fundamental para tender puentes de
comunicación? ¿Cómo se generan espacios seguros para la mujer, en dónde su
experiencia pueda ser escuchada, alojada y valorada?
Se me ocurre pensar el cuerpo de la mujer como un lugar de batalla, pero no por las
transformaciones inherentes al embarazo, esas son naturales, sino por el exceso de
intervenciones que muchas veces sufren y las luchas que las madres tienen que librar
para parir con dignidad. En la atención estándar en nuestro entorno se escuchan actitudes
paternalistas e infantilizadoras por parte de los profesionales que “(no) acompañan”.
Definitivamente, el acto de escuchar sin juzgar es parte de una práctica que requiere de
formación y por ese motivo decidí emprender esta especialización.
“Estoy cada vez más convencida de que solo el deseo de compartir una experiencia
privada, y muchas veces dolorosa, puede capacitar a las mujeres para crear una
descripción colectiva del mundo que será verdaderamente nuestro”. (Rich, A., 2019:25).
Existe una tendencia que se extiende cada vez sobre más mujeres que reivindica el valor
de la experiencia y la incluye. Se escuchan madres que someten a revisión un sistema de
valores y creencias heredado. El saber está empezando a circular... no sólo en los
ámbitos profesionales y académicos.
El embarazo es una experiencia muy singular y hasta que esa singularidad no se incluya
dentro de las atenciones, será difícil dar una atención en la que las mujeres se sientan
plenamente arropadas.
Cuando el acompañamiento es adecuado la experiencia resultante es tremendamente
enriquecedora, incluso cuando hay dificultades.
Supongo que queda un largo camino por transitar para poder ofrecer a la madre una
asistencia y un acompañamiento profesional integral e interdisciplinario.
Bibliografía: