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La isla que se resiste al “desarrollo” en Paraiso, Tabasco

La población del ejido Andrés García, en Paraíso, vio cómo la bonanza petrolera de finales del siglo
XX les arrebató su forma de vida y contaminó su medio ambiente sin obtener nada a cambio.

Por: Héctor Martínez/ 1 de septiembre de 2021

En tiempos de Covid-19, la crisis sanitaria ha opacado en cierta medida la discusión pública sobre otra
dificultad no de menor importancia: la ambiental. Recordemos que poco antes de aprender de sanas
distancias, uso de cubrebocas y lavado de manos; una joven sueca llamada Greta Thunberg iniciaba
una serie de huelgas escolares que la llevaron, junto a miles de jóvenes, a plantarle cara a los ricos y
poderosos del planeta recordándoles los riesgos del cambio climático.

Otros actores como la ONU y muchos gobiernos han implementado la llamada agenda 2030
aferrándose al cada vez menos sostenible concepto de desarrollo sustentable. Es decir, a la idea de que
el desarrollo, que no es otra cosa más que el capitalismo, bajo ciertas reformas o adecuaciones puede
sostenerse en el tiempo asegurando a las próximas generaciones más capitalismo.

El más reciente informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC)
aporta más y mejor evidencia para inferir que, el propósito o anhelo de solamente adecuar o
“enverdecer” el sistema económico dominante de extracción, producción, distribución, consumo y
acumulación, sólo puede habitar en la mente de los grupos más favorecidos. Hoy sabemos que el
capitalismo y la industrialización han provocado una emergencia climática global inédita que conlleva
la extinción masiva de especies, además de una desigualdad extrema en la repartición de la riqueza.

Si en alguna zona del planeta el desarrollismo ha tenido efectos devastadores, es en los trópicos. Dicha
región es además, particularmente vulnerable a los efectos del cambio climático. En el trópico del
sureste de México, Tabasco ha sido un caso que por su fragilidad ha llamado la atención desde hace
casi cinco décadas. Muchos nvestigadores alertaron tempranamente sobre las consecuencias
ambientales y sociales de megaproyectos desarrollistas de Estado como el Plan Chontalpa, creado en
1963.
En la Isla viven
actualmente unas 300 personas, que persisten en su modo de vida pescador. Foto: Arturo Ávalos

Tabasco, esa planicie tropical de unos 25 mil km2 por la que escurre una compleja red de ríos, lagunas
y pantanos que representan la tercera parte del agua dulce de México, si de algo conoce es de
transformaciones socioambientales radicales: puerta de entrada de los europeos, pandemias que
provocaron una disminución drástica de la población, desvío de ríos, saqueo por piratas, figuran entre
algunos de los cambios históricos. Sin embargo, fue en la segunda mitad del siglo XX, con sus
proyectos desarrollistas que esta región del país experimentó cambios sin precedentes, tales como:
deforestación masiva (producto de la explotación forestal, de la ganadería y la agricultura);
construcción de hidroeléctricas, diques, canales (que a contrario al discurso oficial que suele atribuirles
las constantes inundaciones, más bien traería como consecuencia una importante desecación de la
región), una red de carreteras y puentes; inmigración; urbanización poco planificada (con su respectiva
especulación inmobiliaria); y, quizá la más importante y conectada con los cambios anteriores, el
petróleo pasó a ser la actividad económica predominante desplazando a la agricultura. Todo esto dio
una ilusión temporal de hacer más habitable este agreste y gigantesco ecosistema húmedo.

Los habitantes que con afanosos esfuerzos siglos atrás desviaron el gran Mazapa, el río más importante
de la región, hoy difícilmente se reconocerían en este nuevo paisaje. Ecosistemas frágiles degradados,
aguas contaminadas, selvas convertidas en sabanas, especies endémicas amenazadas, cuerpos lagunares
rellenados para cumplir con las exigencias de un mercado inmobiliario voraz y caótico, son sólo
algunos de los efectos más notorios.

Este mal desarrollo, producto de un extractivismo de estado en su primera etapa, y recientemente,


acrecentado por privatizaciones no más amigables con el medio ambiente, ha modificado
sustancialmente los medios de vida tradicionales. Sin embargo, aún con todas esas experiencias, los
proyectos petroleros continúan. Hoy los tabasqueños ven cómo se construye una refinería muy cerca de
la desembocadura de ese antiguo río que los españoles también nombraron de Dos Bocas.
La industria petrolera, tan cuestionada por haberse callado el conocimiento que tenía desde hace varias
décadas sobre la relación directa entre el uso de combustibles fósiles y el calentamiento global, hoy
avanza voluntariosamente en la tierra del presidente de México. Mientras los enemigos políticos de éste
se apresuran a atribuirle todo el daño ecológico, social y económico de los últimos 60 años a la
refinería, conviene mejor preguntarse ¿qué hemos aprendido de este tipo de desarrollo y su impacto en
el ambiente y la sociedad en Tabasco? ¿Cómo las experiencias vividas nos pueden ayudar a entender la
falacia del desarrollo sustentable?

La Isla

Prácticas de desarrollo fallido se encuentran por doquier en toda Latinoamérica. Pero creo que es mejor
revisar específicamente la zona en donde se construye la refinería para ejemplificar el impacto que
puede tener la explotación de recursos cuando modifica la naturaleza sobre la que se sostienen los
medios de vida de una comunidad. Para tal efecto, nos situaremos en una escala geográfica mucho más
pequeña. Veremos el caso de La Isla Andrés García en Paraíso, Tabasco. Se trata de una localidad
vecina a la próxima refinería, poblada a principios del siglo pasado, justo en medio de las bocas (o
desembocaduras) del antiguo río Mazapa hoy llamado río Seco. En este lugar, realicé durante tres años
trabajo de campo junto a compañeros profesores y estudiantes del Colegio de Postgraduados Campus
Tabasco, aplicando diferentes herramientas de recolección de datos como entrevistas, talleres, mapas
participativos y encuestas.

Era una isla bonita, había unos ríos pegado a las casas. Salías afuera al patio y ahí estaba el agua,
muy bonito, cosa que ya no es así.

Mujer habitante de La Isla, 76 años.

Desde el punto de vista de los hidrocarburos, toda la inversión pública y privada en Tabasco ha traído
ganancias. Hoy la entidad, es un gran productor nacional de petróleo y gas natural. Próximamente
procesará aceite crudo a fin de obtener diversos productos como gasolina y diésel. Villahermosa es una
importante ciudad energética de servicios en la región. Con uno de los Producto Interno Bruto (PIB)
per cápita más altos del país, el estado, seguramente seguirá atrayendo inversión extranjera directa. No
obstante, la economía local seguirá dependiendo fuertemente del petróleo quedando a merced de los
vaivenes de esta volátil actividad económica, que en los últimos años ha registrado caídas y alzas
importantes en los precios internacionales.

Por otro lado, la mayoría de tabasqueños no vive precisamente como un jeque árabe. Más bien,
tenemos la mitad de la población en situación de pobreza y unas 300 mil personas en pobreza extrema.
El ingreso y gasto corriente promedio se sitúa en 2020 por debajo de la media nacional siendo de los
más bajos del país. Los altos índices de desempleo hacen que el 69% de los habitantes no tengan
acceso a seguridad social y 46.8% no tiene servicios básicos en su vivienda (Coneval, 2020). Además,
muchos de ellos viven encima de una red de ductos con poco mantenimiento que suelen explotar con
relativa frecuencia.

Sí, antes de la llegada de Pemex, había abundancia de todo, por ejemplo: mango, coco, ciruela,
tamarindo, pero se acabó debido a los mechones (quemadores de gas) que hay y a los que quieren
poner. Mi casa está bretada (agrietada) debido a los ruidos que generan los mechones y el gas que
pasa por los tubos, tiembla y aparte genera calor
Hombre, habitante de La Isla, 66 años.

Pero esta no es la peor de las inseguridades. En los últimos años, Tabasco se ha convertido en uno de
los estados más violentos del país, sobre todo en actividades delictivas que afectan directamente a la
población. Todo esto, con gobiernos locales ineficientes y autoridades famosas a nivel nacional por
temas de corrupción, entre otras cosas justamente por robarse el dinero de apoyo de inundaciones
pasadas. En el edén, como se le conoce localmente, no solamente se desvían ríos, sino impunemente,
también recursos.

A finales de los setenta, la empresa Petróleos Mexicanos inició el desarrollo de la Terminal Marítima
de Dos Bocas, la cual se convertiría en uno de los puertos petroleros más importantes del país. La
construcción se dio en los terrenos de antiguas localidades conocidas como El Limón y Torno Largo,
desplazando a sus habitantes originales. Este evento es recordado con tristeza por los pobladores
locales de mayor edad. La demolición de lugares cargados de significado como la iglesia, la escuela o
el panteón son imágenes que se niegan a desvanecerse de la memoria colectiva. Muchos de los
desplazados se reinstalaron a kilómetros de distancia en poblaciones como Sánchez Magallanes o
incluso Coatzacoalcos. Sin embargo, otros se reubicarían en terrenos habilitados por el gobierno del
estado en la otra orilla del río, en lo que hoy se conoce como Nuevo Torno Largo a escasos metros de
las instalaciones. Algunos otros llegarían a vivir a la también vecina isla Andrés García, localidad en la
que se habían establecido algunas familias desde principios del siglo pasado consiguiendo unas décadas
después constituirse en un ejido.

(Yo) era de una ranchería que le decían El limón pero allá agarro Pemex esos lugares y nos fuimos de
ahí. Anduvimos ambulantes y ya luego me vine aquí (a la Isla).

Habitante de La Isla, 85 años.

La construcción del puerto, aunque impulsó de manera significativa el desarrollo económico de la


región, impactaría de manera directa a la laguna de Mecoacán y por consiguiente a las comunidades
costeras cuyos medios de vida giraban en torno a este importante ecosistema. De acuerdo a los
pescadores, la principal alteración se dio a partir de la construcción de las escolleras que modificaron
las corrientes naturales de la costa cerrando parcialmente la conexión entre la laguna y el mar. Por esta
razón, en los hechos la Isla dejó de estar rodeada completamente por agua. Esto impidió el paso a la
laguna de algunas especies de importancia económica como los camarones.

Con una superficie de más de 17,000 hectáreas, la laguna de Mecoacán era el principal recurso natural
para los pobladores de La Isla. Este importante cuerpo de agua dulce alberga una gran porción de tres
especies de manglar, siendo parte del Corredor Biológico de Manglares del Golfo de México. Sobra
decir que la laguna es una zona de refugio, alimentación y reproducción de peces, reptiles y aves,
proveyendo múltiples servicios ambientales. Con el boompetrolero, pronto también atrajo a miles de
personas. La presión demográfica se vio acrecentada por el desarrollo del turismo local que en buena
medida depende de la actividad petrolera.

Prácticamente toda la base de recursos naturales a la que tenían acceso los habitantes de la Isla ha sido
alterada. El mar ha avanzado decenas de metros, dejando bajo el agua el único pozo de agua dulce que
abastecía a los pobladores. La carencia de agua dulce en un estado donde la precipitación promedio
anual es de 2,500 mm (mucho mayor que el promedio nacional que es de 777 mm e incomparable con
los 250 mm del noroeste del país) es la constante en la comunidad. Además, el terreno ha sido
rellenado, pero no de manera homogénea, haciendo que algunas zonas bajas tengan problemas de
inundaciones mientras otras no.

(El agua) siempre ha sido un problema aquí desde que se fundó la isla porque como es isla pura agua
salada sale y ahora se rompió el motor que nos abastecía de agua. Ahora supuestamente salió un
proyecto de un pozo que nos abastecería de agua pero quién sabe en qué años será eso.

Mujer, habitante de La Isla, 80 años.


Transporte de agua potabla a la Isla. Foto: Arturo Ávalos.

En cuanto a los aspectos de desarrollo humano, es decir, la educación, las habilidades, la salud y el
trabajo productivo, estaban constituidos por conocimientos, normas, valores, reglas y prácticas que se
habían construido con base en lo que era útil dentro de la comunidad, formando la identidad de los
habitantes de la Isla. Se aprendía a través de la observación y práctica de tareas que estaban
directamente relacionadas con la pesca. Ser de la Isla era sinónimo de ser pescador. Además, este
conocimiento era compartido, era comunitario. Lo que una persona adulta tenía que saber era muy
parecido a lo que otros pescadores o habitantes de la Isla sabían.

Pues a mi hijo varón, ese le enseñó mi esposo desde adolecente. Cuando él tenía como 15 o 16 años lo
enseñó a pescar y a extender la red, también lo enseñó a buscar leña y yo a mi hija la enseñé a cocinar,
a guisar.

Mujer, habitante de La Isla, 78 años.

La educación formal no tenía mucho sentido antes de la construcción del puerto.

Mi niñez fue el campo, porque mis padres nunca se preocuparon que nosotros estudiáramos cuando
fuimos niños, yo me acuerdo que solo llegué (a la escuela) como una semana y fue la única de mi vida.
Si me dice (mi papá) -ahí está el machete, el estudio es para los flojos. Y yo me dediqué a trabajar con
los terratenientes y empecé a ganar 25 centavos diarios, como era un niño y así me fui haciendo
hombrecito.

Hombre, habitante de La Isla, 85 años.

De hecho, asistir a la universidad, particularmente para las mujeres, sigue siendo todo un logro personal
que implica fricciones contra la voluntad de los padres.
Los jóvenes se dedican a sacar ostión, porque ya no hay los medios para que estudien la universidad,
porque había que pagar 20 pesos de ida y vuelta de la lancha, también había que darle para un refresco
y sin contar que tenían que comprar libros.

Mujer, habitante de La Isla, 65 años.

Al inicio, Petróleos Mexicanos ofreció empleos no calificados a los pobladores vecinos. Sin embargo,
éstos los rechazaron porque contaban con ingresos considerables provenientes de la pesca. Ser obrero
de la construcción o algún otro oficio que te podría brindar la industria no tenía sentido para un
pescador. No sabían que los recursos pesqueros cercanos iban a desaparecer en poco tiempo. Hoy, con
las empresas privadas que prestan servicios a Pemex, es aún más complicado conseguir un empleo.
Aunque la construcción de la refinería genere miles de empleos directos, no resulta fácil para los
lugareños ocupar alguno.

Las reglas que restringen la pesca en zonas cercanas a las instalaciones de la industria petrolera
hicieron que los pescadores tuvieran que modificar radicalmente sus artes de pesca. Con esta política de
estado que excluyó del territorio marítimo a los pescadores del Golfo haciendo que ellos tengan que ir a
pescar mar adentro en aguas profundas muchos kilómetros después de las plataformas petroleras, su
oficio se convirtió en más riesgoso, caro y tecnificado. Grupos provenientes de otros estados y con
mayor experiencia acapararon la producción.

Vídeo creado y subido por cooperativas pesqueras de Paraíso, Tabasco, en marzo de 2021.

Finalmente, respecto a otra dimensión importante del desarrollo humano, los pobladores consideran
que su salud se ha visto considerablemente afectada debido a la cercanía de las instalaciones petroleras.
Enfermedades como el cáncer, ahora son mucho más común entre los vecinos. Hay casas muy
próximas a un quemador de gas natural de la terminal marítima.

La vida antes era más tranquila y ahora el tipo de vida es más de enfermedad.

Hombre, habitante de la Isla, 49 años.

En cuanto a los aspectos sociales, el correr del siglo habitando el mismo espacio ha permitido construir
fuertes lazos comunitarios. Con aproximadamente 80 hogares en un espacio relativamente pequeño (2
km de largo por 500 m de ancho aproximadamente), todos se conocen o al menos se identifican
plenamente. Las relaciones de parentesco y la pertenencia a grupos religiosos facilitan que, hasta la
fecha, muchas decisiones que afectan a todos se tomen en comunidad. Las fuertes perturbaciones como
huracanes o frentes fríos han fortalecido los vínculos comunitarios a través del cuidado de los otros.
Esa fortaleza social poco común en las localidades vecinas, le da forma al conocimiento local y a la
capacidad de recuperarse de las crisis y tensiones a las que han sido sometidos.

Hasta la fecha nunca un automóvil ha circulado por La Isla. La construcción de un puente sigue
despertando polémica entre sus pobladores. Algunos piensan que es justamente el aislamiento lo que
les ha permitido tener una identidad propia. Este tejido social, de gran importancia para ellos, ha
demandado mucho tiempo, esfuerzos y recursos pero ha tenido sus recompensas, principalmente por un
logro realmente escaso en la planicie tabasqueña: la Isla es un lugar seguro, la población aprecia esa
tranquilidad.
Aquí es tranquilo, es una isla, no hay venta de bebidas, ni bar, sin ruido, sólo el ruido del mechón.

Hombre, habitante de La Isla, 49 años.

La infraestructura física ha sido históricamente menos importante. De hecho, hubo una época en la que
la Isla llegó a ser un puerto auxiliar de Puerto Ceiba, antes de la construcción de la red de carreteras en
el estado. En aquella época de bonanza, llegaron a existir bodegas para el almacenamiento y secado de
pescado e incluso espacios de esparcimiento, una fábrica de sodas. Fue la época dorada de La isla,
incluso la población era mayor, pero esto desapareció mucho antes de la llegada del petróleo.

Antes aquí en La isla hacían fiestas, había billar, en una tienda en una casa hasta vendían carne, en una
tienda vendían gaseosa, hacían fiestas. Yo bailé, me gustaba mucho el baile. Venía hasta el circo. Y sin
luz, lo hacían con planta que generaba electricidad. Y fíjese que ahora que ya hay luz, no hay nada de
esas cosas.

Mujer, habitante de La Isla, 78 años.

Más que instalaciones, lo que marca hoy en día una diferencia es el acceso a material y equipo para la
pesca, el cual con las zonas de exclusión se convirtió en más sofisticado y menos disponible.

Antes había mucho robalo. Nosotros teníamos con qué pescarlo y lo agarrábamos y lo salaba y se
transportaba para otro lugar.

Hombre, habitante de La Isla, 89 años.

Otra infraestructura prácticamente ausente es el internet, el cual es utilizado principalmente por los
jóvenes en sus actividades escolares. Para hacer una tarea escolar se requiere cruzar el río en lancha
para ir a un cibercafé, lo cual tiene su impacto económico en las familias.

Finalmente, en lo referente al dinero, ahorros y créditos a los que las personas tienen acceso, esto es
sumamente escaso. En el tiempo de la bonanza de la pesca principalmente de los camarones, llegó a
haber cierta acumulación de capital en la Isla.

Sí claro, antes se alimentaban bien. Comían pescado, camarón, ostiones, jaiba, caracol o carne de res.
Antes había mucho dinero, comida no faltaba nada, sólo se moría de hambre el que era flojo. Se podían
comer las tres comidas completas. Hasta sobraba.

Hombre, habitante de La isla, 66 años.

Sin embargo, las crisis económicas de los años ochenta poco sirvieron para que las pescadores
ahorraran. Actualmente, los pescadores de La Isla son principalmente empleados de los dueños de las
embarcaciones, con muy poco poder de negociación. Aquellos que son independientes y no participan
en cooperativas pesqueras están aún más desamparados.

Claro antes se producía más. Hace 3 meses hubo derrame en el mechón y eso fue a dar al rio. Ahorita
ayudan al pescador que esté afiliado a una cooperativa. Al pescador libre no lo toman en cuenta.

Hombre, habitante de La Isla, 49 años.


Los habitantes de La Isla tampoco se han integrado a la industria turística local como restauranteros
sino más bien como cocineros, meseros u otras actividades de apoyo. La pesca sigue siendo esencial
para ellos. No han desarrollado habilidades para otras actividades económicas.

Para estas personas, el puerto de Dos Bocas fue una calamidad que no pudieron anticipar ni tenían los
medios para inmediatamente comprender las consecuencias que tendría sobre todo el ecosistema. Los
conocimientos locales se devaluaron al afectarse el medio ambiente. Para tener empleo hoy en día
requieren dinero para capacitarse. La pesca se tuvo que hacer más intensiva y esto ejerció aún más
presión sobre los recursos cada vez más escasos.

Todo este círculo vicioso, esta trampa de la pobreza, ocurre justo a un lado de uno de los espacios clave
de acumulación de riqueza de la economía internacional. Como en otras partes del mundo, el
extractivismo en Tabasco no ha sido precisamente una bendición para las personas comunes ni para sus
medios de vida locales tradicionales.

La industria petrolera sí afectó en gran manera, y no sólo aquí, sino a los lugares de alrededor y lo peor
es que perjudica y no nos da ayuda. Hay díceres que igual agarrara este lugar y si lo hace ¿a donde
vamos a ir nosotros?

Hombre, habitante de La Isla, 85 años.

Desde la colonia, Tabasco fue un espacio de producción, un territorio que sólo sirvió para extraer
riqueza. Fue un medio y no un fin. Los españoles nunca se quedaron realmente ahí, no les gustó.
Decidieron asentarse en el centro y norte del país. En el México independiente, las cosas no cambiaron
mucho. Tabasco siguió en la periferia y las actitudes coloniales persistieron tanto desde fuera como
desde su interior, a través de las élites gobernantes. Pero el actual presidente es del sur, es de Tabasco,
así como muchos integrantes de su equipo. Para ellos, Tabasco debería ser un territorio de abrigo, un
espacio hacia el que tienen apego o arraigo: forma parte de su identidad. De ahí, la idea de llevar la
inversión pública a este lugar que durante tanto tiempo se dejó a merced de los vaivenes del mercado y
a la especulación. Sin embargo, la tarea no es fácil. Desarrollar Tabasco por medio del petróleo llevará
a más degradación ambiental y más acumulación sólo para algunos si no se aprende de las lecciones del
pasado. ¿Estamos dispuestos a aprender?
Los lazos familiares y comunitarios siguen sosteniendo los medios de vida. Foto: Arturo Ávalos

Hace más de 75 años, el filósofo austriaco Karl Polanyi advertía que esa gran transformación que
significó el capitalismo no se llevaba muy bien con la naturaleza, las personas ni la organización de la
producción. Hoy tenemos evidencia abrumadora al respecto y la degradación de los trópicos debería ser
una gran lección. Contamos también con pruebas de cómo algunos grupos humanos han resistido.

Sabemos que las relaciones de reciprocidad, confianza y solidaridad que Polanyi veía como parte de la
naturaleza humana, y que todavía encontramos en la Isla Andrés García, siguen sosteniendo los medios
de vida.

No es posible explicar en tan pocas líneas la complejidad de los procesos socioambientales presentes en
La Isla. Este texto pretende ser una puerta de entrada, una invitación a seguir informándonos y
dialogando en espacios como Nube de Monte y otros medios, acerca de las perspectivas y desafíos
medioambientales de las cuencas Grijalva-Usumacinta.

Identificar, conocer, estudiar y preservar las prácticas sociales que resisten y favorecen la vida en su
sentido amplio resulta crucial. Así como los habitantes de Tabasco hace 350 años fueron capaces de
desviar con sus propias manos el río más caudaloso e importante para defenderse del arribo de piratas
que llevaban más de cien años esparciendo el terror y la desolación, nosotros tendríamos que
organizarnos y tomar decisiones utópicas y radicales para desviar de su curso los acontecimientos
actuales.

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