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acerca de ello en intento s mo d erno s co mparables se fund a en u r ^ ^


última sabid uría. H o m bres co mo Russell y H ilbert se representan la
inv estigació n de los p rincip io s en el campo de las ciencias empíricas
de tal mo d o , que los resultad o s y teo ríaszyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVU
presentes se aprehend en y
se so meten a un p ro ceso de reducció n ló gica; éste es el primer paso
del « p ensamiento axio mático » . Es esencial al giro en que p ienso ,
no só lo d ar de hecho ese paso y d ejar d esaparecer en el cesto de
los papeles el co ncep to de su ejecució n, sino dar cuenta de ello . El
« reco g er» , que se daba desde siempre, se entrega hoy en mayo r
medida que antes a la publicid ad y se hace accesible a una co mpro -
bació n. Pero al que realiza la empresa de « reco g er» , lo s que co o pe-
ran en ese esfuerzo le desearán so bre to do mirada franca y buena
mano ; si las tiene, acaso resulte post festum una o rd enació n interna
de lo s axio mas.
D o s de los cuatro principio s tienen tan estrecha co nexió n, que
se pued e uno p reguntar si su co ntenid o no tiene su p uesto en un
so lo enunciad o : son el primero y el segund o . Y o mismo he. tardado
en ver co n clarid ad p o r qué se necesitan d o s. El mo d elo de órganon
p ro p io del lenguaje ap o rta aquel co mp lemento de la antigua gramá-
tica que han sentid o co mo necesario investigad o res co mo W eg ener,
Brug mann, Gard iner y, antes que ello s, en cierta med id a, también
o tro s co mo H . Paul; el mo delo de órganon apo rta la multitud de
relacio nes fund amentales que só lo pueden d escubrirse en el fenó me-
no verbal co ncreto . N o so tro s establecemo s al principio la tesis de las
tres funcio nes de sentid o de la fo rma lingüística. El ensayo más
interesante en que se lleva a cabo de un mo d o co nsecuente algo
análo go es el libro d e Gard iner The theory of speech and language
( 1 9 3 2 ) . El análisis de Gard iner co nduce a una teo ría de la situació n
2

en el lenguaje.
¿ D eb e elev arse, p ues, d efinitiv amente a co nsigna que la antigua
gramática requiere de hecho una refo rma en el sentid o de una re-
suelta teoría de la situación en el lenguaje? Mi respuesta es: hay un
límite inmanente que tienen que respetar to d o s los aficio nad o s a
refo rmas. Pues tan innegable co mo la situació n verbal co ncreta es
el o tro hecho de que hay decires ampliamente ajenos a una situación
que hay en el mund o , po r ejemp lo , libro s entero s que están lleno s

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Yo mismo me siento corresponsable, no de su concepción (que pertenece
íntegramente al estimado autor), pero sí de la edición del instructivo libro; fue
menester convencer a G ardiner de publicar en forma conclusa lo que había ma-
durado lentamente, y no he dejado de hacerlo cuando se me presentaba una
ocasión. En el libro mismo se han añadido después otras muchas cosas que yo
no conocía de palabra. V olveremos en otros lugares al libro de Gardiner y ten-
dremos que aprender mucho de él. zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPON
%2zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA
>ría del l e g a j e * 43

)a
d e decires ajeno s a una situació n. Y el que examina a fo nd o de un
?6
mo d o igualmente imparcial ese hecho del decir ajeno a toda situació n
encuentra, en caso de que salga del aula de un teó rico de la situació n
decidido, en p rimer lugar, mo tivo para un aso mbro filo só fico so bre
la po sibilidad de lo fáctico . Y luego , si no p ersiste tercamente en el
dogma de que aquel análisis causal que ha aprend id o allízyxwvutsrqponmlkjih
tiene que
bastar, sino que llega a co nsid erar, guiado po r las co sas, frases ajenas
a toda situació n, co mo « Ro m a está so bre siete co linas» o « d o s por
dos son cuatro » , v o lv erá ind efectiblemente al carril de la antigua y
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respetable gramática d escriptiva. La justificació n ló gica de ésta resul-


ta en nuestra d o ctrina del campo simbólico del lenguaje, y también
esta do ctrina tiene que fund amentarse axio máticamente. Recibe su
fundament ación cuand o se reco no cen B y D junto s.
El axio ma C, finalmente, explica una d iferenciació n de las fun-
ciones investigad o ras, realizada hace muchísimo tiemp o en el seno
de las ciencias del lenguaje. Filó lo go s y lingüistas, psicó lo go s y culti-
vadores de la ciencia de la literatura enco ntrarán, co mprend id o con-
ceptualmente en nuestro esquema de cuatro camp o s, aquello que es
específico en su interés p o r el lenguaje. N aturalmente, a la po stre
cada uno echa mano del to d o ; también el histo riad o r de la literatura
tiene que ser gramático . Q ue el psicó lo go del lenguaje no tiene que
serlo meno s, que la teo ría de las fo rmas del gramático precede lógi-
camente a to d o lo d emás, y po r qué puede ser así es la aclaració n
que pro po rcio na el axio ma C. El principio D puede hablar po r sí mis-
mo. Co nsid erad o una vez más el co njunto de la axio mática, las
cuatro tesis recto ras acerca del lenguaje humano están adaptadas a
impo rtantes aclaracio nes de este tip o ; su « d ed ucció n» hace evid ente
que son imprescind ibles si ha de co mp rend erse el o rd en dado en el
cultivo en gran escala de la lingüística. O , expresad o en término s
inversos: justifican ló gicamente y desde las co sas el andamiaje que
los investigado res han levantad o para manejar el o bjeto de su estud io . zyxwvuts

2. E l modelo de «órganon» propio del lenguaje (A)


F ormas de aparición del fenómeno lingüístico concreto

El fenó meno verbal tiene multiples causas (o mo tiv o s) y lugares


e n
la vida del ho mbre. N o abandona co mp letamente al so litario
e
n el d esierto o al que sueña d o rmid o , pero enmud ece de vez en
cuando, tanto en mo mento s ind iferentes co mo d ecisivo s. Y , por cier-
to) no só lo en el que reflexio na en soledad y en el que crea sin
Palabras, sino muchas veces en medio del curso d e, un aco ntecer
*r e tú y yo o en la aso ciació n del no so tro s, en que por lo demás
e n
44 Karl Bühler zyxwvuts

se p resenta no rmalmente. Equid istantes de la verdad de una ley están


to d as las reglas sumarias de lo s sabio s que se o cupan de esa apari-
ció n, cambiante co mo el tiemp o , del habla humana. « Si habla el
alma, ya no habla, ¡ay !, el alma» ; igualmente se o ye d ecir: la res-
puesta más p ro fund a de la co nciencia interro gad a es el silencio . En
cambio , o tro s so stienen que hablar y ser ho mbre vienen a ser lo
mismo , o que el mo d o de exp resió n del lenguaje (más exactamente,
de la lengua materna) es el med io en que se no s dan y p ued en mani-
festarse únicamente el mund o exterio r y el mund o interio r; po r lo
meno s, p ensar y hablar han de ser lo mismo , a saber:zyxwvutsrqponmlkjihg
logos, y el
p ensamiento mud o , só lo un hablar que no se puede o ír.
N o buscamo s al principio ningún co nflicto con los sabio s, sino
un mo d elo d el fenó meno verbal co ncreto y acabad o , junto co n las
circunstancias vitales en las que se p resenta po r lo regular. Creo
que fue una buena presa de Plató n la ind icació n que hace en el
Cratilo de que el lenguaje es un organum para co municar uno a o tro
algo so bre las co sas. Q ue se dan tales co municacio nes no es cuestió n,
y la v entaja de p artir de ellas co nsiste en que to do s los demás casos
o la mayo ría de ello s pued en o btenerse de ese caso principal po r re-
ducción, pues la co municació n verbal es la manifestació n más rica
en relacio nes fund amentales del fenó meno verbal co ncreto . La enu-
meració n uno —a otro— sobre las cosas designa nada meno s que
tres fund amento s d e relacio nes. Trácese un esquema en una ho ja de
papel, tres p unto s agrupado s co mo para fo rmar un triángulo , un
cuarto en el centro , y empiécese a reflexio nar so bre lo que ese esque-
ma pued e simbo lizar. El cuarto p unto en el centro simbo liza el fenó -
meno p ercep tible p o r lo s sentid o s, habitualmente acústico , que evi-
d entemente tiene que estar en alguna relació n, sea d irecta o med iata,
co n lo s tres fund amento s de lo s ángulo s. Trazamo s líneas de punto s
desde el centro hasta los ángulos de nuestro esquema y meditamo s
en lo que simbo lizan esas líneas de p unto s. zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXW

lo» cosas zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQ


O zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQ
I zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPONML
I

o'' v
o
uno et otro

F lG . 1.
Teoría del lenguaje 45 zyxwvuts

1.zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA
Consideraciones causales insuficientes de los especialistas

Lo p rimero que se le o curre hoy al que interpreta sin prejuicio s


esa figura de punto s y líneas es una consideración causal d irecta.
« Uno » p ro d uce el fenó meno so no ro y éste actúa so bre el « o tro »
co mo estímulo ; es, pues, effectus y efficiens. Para dar también sen-
tido a la tercera línea de p unto s se pued e pro ced er de d istinto mo d o .
Lo más sencillo es interp retarla co mo una co nexió n causal co mp leja,
pro ducida po r fund amento s intermed io s, de aco ntecimiento s en to rno
al hablar. Supo ngamo s que la pro d ucció n del fenó meno acústico sea
pro vo cada en el que habla po r un estímulo sensible temp o ralmente
anterio r, que pro ced e de una cosa del campo p ercep tiv o , y que la
audición del fenó meno acústico verbal estimule al o yente a vo lver
los o jo s hacia la misma co sa. A sí, po r ejemp lo : Do s ho mbres en una
habitació n — u n o ad vierte un rep iqueteo , mira a la v entana, y d ice:
está lloviendo—; también el o tro mira hacia allí, ya sea llevado a
ello d irectamente po r la audició n de las palabras o po r la mirada
hacia el que habla . Esto o curre, y co n ello se cierra el círculo del
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mo d o más p erfecto . Si se quiere, se puede d ejar aho ra co ntinuar el


aco ntecer en el círculo así cerrad o co mo en un to rnillo sin fin. Si
la co sa o el fenó meno tienen suficiente riqueza para p ro v o car nue-
vas excitacio nes que recibe alternativ amente uno u o tro de lo s inter-
lo cuto res, si el suceso interesa intensamente a los dos (co mo suele
decirse d e un mo d o exp resiv o ), se explayarán un rato en fo rma de
diálo go mientras examinan y d iscuten la cosa o el asunto .
Si aho ra vo lvemo s de nuevo la atenció n del ejemp lo ilustrativ o
al mo d elo , habría que precisar la cad ena causal de la co municació n
primaria med iante so nid o s, aún fundada en la p ercep ció n, en el
esquema de la figura 2. ¿ Q ué d ice la teo ría del lenguaje acerca de

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Este ejemplo de la lluvia se discute en el interesante libro de Alan Gar-
diner,zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCB
The theory of speech and language, 1932. A seguro con gusto al ilustre
autor que lo he discutido en el encerado, a propósito del esquema de los tres
fundamentos, en 1931, en Londres, sin saber que él lo había apuntado ya diez
años antes. Tal vez el clima de Londres sea responsable de la uniformidad de la
elección de ejemplo. El esquema mismo de los tres fundamentos no es de nin-
guno de nosotros dos, sino que fue concebido por primera vez por Platón, en la
medida en que un lógico podría inferirlo de la conjetura platónica. Cuando lo
hice en 1918, en el ensayo Kritische M usterung der neueren Theorien des Satzes
(Indog. Jahrbuch, 6), no pensaba tampoco en Platón, sino, como G ardiner, en
la cosa, y veía ante mí el modelo. Los títulos de mis dos conferencias en el
University College de Londres fueron: 1. Structure of language; 2. Psy chology
of speech. En relación con ellas tuve con G ardiner aquellas penetrantes discu-
siones, citadas por él, que nos revelaron a los dos que él desde el egipcio y yo
desde el alemán juzgábamos de un modo coincidente «el» lenguaje de los
hombres.
46 Karl Bühler zyxwvut

Fuente del
e stimuto

Sistemo Psicofisico Sistema Psicofisico zyxwvutsrqponmlkjihg


OC zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFED
fi zyxwvutsrqponmlkjihgfedcb
F IG. 2. zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUT

esto ? Una co nsid eració n causal, una co nsid eració n causalzyxwvutsrqponmlkjih


cualquiera,
es tan inev itable en el marco to tal del análisis lingüístico de lo s pro -
ceso s verbales co ncreto s co mo , po r ejemp lo , en la reco nstrucció n
de un d elito . El juez, en el pro ceso criminal, no só lo tiene que d eter-
minar el hecho co mo ese d elito , sino también al acusado co mo auto r
para co nd enarlo . La atribució n del hecho sin la idea de causalidad
en alguna fo rma sería (vista la cosa de un mo d o p uramente ló g ico )
una emp resa sin sentid o . Pero el p ensar hasta el fin la idea de cau-
salidad tro pieza en la esfera del d erecho con d ificultad es bien co no -
cid as. Y o afirmo que también tro pieza co n d ificultad es de la misma
índ o le la rep resentació n demasiado primitiva de la antigua psico fí-
sica acerca del « ciclo del hablar» (De Saussure); so n, a su vez, las
mismas que se manifiestan de un mo d o general en el camp o central
de la p sico lo gía. H o y empezamo s a ad ivinar d ó nd e está el erro r: lo s
sistemas a y p de la cadena funcio nan co mo estacio nes de amplia
auto no mía. La recep ció n del estímulo se p arece, aun en el caso más
sencillo , a un auténtico « av iso » , y la pro pia emisió n es siempre una
« acció n» .

El programa de investigación que el robusto behaviorismo empezó a poner


en práctica con empuje juvenil, primero con animales y con el lactante humano,
contenía aún la antigua fórmula e intentaba resolver en reflejos el proceso
total; pero hoy se está produciendo un cambio en toda la línea. V oy a formular
aquí una única tesis acerca de esto, que basta para justificar abundantemente,
también desde este punto de vista, nuestra exigencia de buscar lazyxwvutsrqponmlkj
verdadera faz
de las cosas. Lo mismo si se consultan las obras iniciales del behaviorismo ame-
ricano — rías mejores en mi opinión— de Jennings y Thorndike, o el moderní-
simo resumen de Ichlonski sobre los resultados de los rusos en torno a Pavlov
y Bechterev, o la teoría del lenguaje, realizada desde el punto de vista behavio-
rista, de la filósofa G . A . de Laguna, salta inmediatamente a la vista del que
no ha perdido la visión del auténtico problema que los investigadores, desde el
Teoría del lenguaje 47

principio y hasta hoy, estaban obligados por la cosa misma azyxwvutsrqponmlkj


la desviación deci-
siva del programa.
N i podían ni pueden avanzar sin un concepto fundamental sematológico en
su cálculo, sin el concepto de la señal. Fue introducido con pureza teórica por
Jennings en la forma de los «estímulos representativos» (nuestro aliquid stat
pro aliquo, sobre el cual se da cuenta en B) ; reaparece en Ichlonsky, expresado
en una consideración del como si, y está contenido desde el principio y origina-
riamente en la concepción de D e Laguna. Y este auténtico concepto de signo
tiene un puesto lógico en el programa de los behavioristas, no en cualquier
punto de la periferia de lo investigado, sino completamente en el centro, de
suerte que pertenece de hecho o debe pertenecer, por ejemplo, al inventario de
todo teórico que quiera hacer comprensibles los hechos del aprendizaje animal.
Pues donde no aparece resulta visible un hueco o un salto en el lugar en que
tendría que estar. Todo el atasco de la teoría behaviorista, su fragmentación en
más de los siete colores del iris en el proceso de aprendizaje, acerca del cual
están llenos los libros y revistas de los psicólogos americanos, acaso hubiera
podido predecirse desde una sematología perspicaz. Pero en todo caso, desde aquí
es posible la profecía más cómoda post festum y aún algo más, a saber: una
ordenación lógica clara de las diferencias de opinión acerca del proceso de
aprendizaje. Lo que digo tiene que quedar de momento sin justificantes detalla-
dos; la teoría del lenguaje tiene que contener un capítulo especial sobre la
función de señal del lenguaje, y aquél es el lugar de entrar en particularidades.
Allí habrá que mostrar también que en el seno de la biología misma ha surgido,
como una especie de antítesis hegeliana del behaviorismo mecanicista, el intento
de Uexküll, que está previamente orientado sematológicamente en sus conceptos
fundamentales «signo de advertencia» y «signo de actuación». El profundo
cambio de que hablo se realiza con pureza paradigmática en la notable obra
de E. C. Tolmann Purposive behavior (1932). zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZY

Lo imp reso en letra p equeña, tal co mo qued a exp uesto , carece de


actualid ad para lo s lingüistas euro p eo s, y hubiera p o d id o o m itirse;
pero es menester mencio nar en su lugar sistemático el ensayo más
co nsecuente del p ensamiento mo d erno so bre el tema y ano tar las
d ificultad es en que p ro v isio nalmente se atascó . Su p recurso r en la
psico lo gía y la lingüística de fines del siglo x i x no es más que up
niño inco nsecuente y balbuciente en co mp aració n co n el pro grama
d el behav io rismo fisicista, que ha reno v ad o en fo rma mo d erna el
no minalismo d elzyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPONMLK
flatus vocis, del co mienzo de la Ed ad M ed ia. El ar-
gumento más sencillo y v erd ad eramente co ntund ente d e un lingüista
co ntra él lo o frece, p o r ejem p lo , la situació n de la fo no lo g ía. Lo s
sistemas p sico ló gico s d e lo s interlo cuto res p ro d ucen y elabo ran de
hecho lo s flatus vocis de un mo d o co mp letamente d istinto de lo que
supo ne la antigua fó rmula, d emasiad o simp le. Lo s sistemas psico -
físico s son selectores en cuanto recep to res, y actúan según el prin-
cipio de la relev ancia abstractiv a, acerca del cual dará exp licacio nes
el axio ma B, y lo s sistemas p sico físico s son estaciones de formación
en cuanto emiso res. A mbas co sas p ertenecen a la o rganizació n del
intercambio de señales.
48 Karl Bühler zyxwvuts

2. Nuevo modelo; las tres funciones de sentido de los fenómenos


lingüísticos

Resp etamo s esto s hecho s y d ibujamo s po r segunda vez el mode-


lo de órganon que es el lenguaje en la figura 3.

Objetos y Relaciones

1 zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPONM
i i i i i j

i ¡ i i i i
! zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPONMLK
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i ¡ l ! l ¡ zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSR
Representación
1

j u n i zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPO
¡
Expresión
i U-H4zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQ
1i Apelación

Emis Receptor

F lG. 3. zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTS

El círculo del centro simbo liza el fenó meno acústico co ncreto .


Tres mo mento s variables en él están llamado s a elevarlo p o r tres ve-
ces d istintas a la catego ría de signo . Lo s lados del triángulo inserto
simbo lizan eso s tres mo mento s. El triángulo co mp rend e en un as-
p ecto meno s que el círculo (p rincip io de la relevancia abstractiv a).
En o tro sentid o , a su vez, abarca más que el círculo , para ind icar
que lo dado de un mo d o sensible exp erimenta siempre un co mple-
mento ap ercep tiv o . Lo s grupo s de líneas simbo lizan las funcio nes
semánticas d el signo lingüístico (co mp lejo ). EszyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYX
símbolo en v irtud de
su o rd enació n a o bjeto s y relacio nes; síntoma (ind icio ), en virtud
de su d epend encia del efniso r, cuya interio rid ad exp resa, y señal en
virtud de su apelació n al o y ente, cuya co nd ucta externa o interna
dirige co mo o tro s signo s de tráfico .
Este mo d elo de órganon, co n sus tres referencias de sentid o va-
riables co n amplia ind ep end encia, está co mp leto po r primera vez,
tal co mo hay que realizarlo , en mi trabajo so bre la frase ( 1918) , que
empieza co n estas p alabras: « Trip le es la funció n del lenguaje huma-
no : manifestació n, repercusió n y rep resentació n» . H o y prefiero los
Teoría del lenguaje 49 zyxwvuts

término s:zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA
expresión, apelación y representación, p o rque « exp resió n»
adquiere cada vez más en el círculo de lo s teó rico s del lenguaje
la significació n precisa exigid a aquí, y p o rque la palabra latina ap-
pellare (inglés, appeal; alemán, ansprecben) es acertad a para lo se-
gundo ; hay, co mo hoy sabe to do el mund o , un sex-appeal, junto al
cual el speech appeal me parece un hecho igualmente tangible.
Pero en to d o caso , el que ha llegado al co no cimiento de la natu-
raleza de signo del lenguaje tiene que p ro curar la ho mo geneid ad de
sus co ncep to s; lo s tres co ncep to s fund amentales tienen que ser con-
cepto s semánticos. Es instructiv o darse cuenta en la fo nética de por
qué y có mo ha de ev itarse un cocktail de co ncep to s. Desp ués del
pro greso que ha traíd o la fo no lo gía, habrá que co nsid erar siempre
en el futuro , resp ecto al simple término « fo nem a» , po r el co ntexto
o med iante un calificativ o , si lo mentad o ha de ser un signo fo nético ,
una señal fo nética, es d ecir, una unidad d eterminad a del sistema de
fo nemas de una d eterminad a lengua, o algo p erteneciente al con-
tenido de la fo nética. Pues aho ra sabemo s que un fo nema en singular
puede « realizarse» de un mo d o fo néticamente d istinto en dos lu-
gares de la misma lengua en que aparece, y una materia fo nética en
singular, que aparece en dos lenguas distintas, puede « ap reciarse»
de un mo d o fo no ló gicamente d istinto . A quello , po r tanto (d icho una
vez más), en el d o minio de la misma lengua; esto , en el d o minio
de lenguas d istintas. Una mezcla de co ncep to s que pertenecen en
parte a la co nsid eració n causal (física), y en parte a la co nsidera-
ción co mo signo s, tend ría que co nfund ir de un mo do tan pro fund o
la interpretació n simbó lica de nuestro esquema de tres fund amento s,
que nadie po d ría entend erse ya bien y surgirían mero s pseudo pro -
blemas. La co nsigna « ¡marchar sep arad o s!» p ertenece al supuesto
o bvio de la ho mo geneid ad de co ncepto s que se quiere manejar
sinó pticamente en un mo d elo de relació n. La co nsigna co mplemen-
taria « ¡y go lpear ju nto s!» es un asunto que tiene que realizarse de
o tro mo do en el seno de la ciencia. Y , ciertamente, según reglas
lógicas p erfectamente claras y exp licables, acerca de las cuales se
pueden lo grar las primeras info rmacio nes, de un mo d o igualmente
ejemplar, a p ro p ó sito de la relació n entre la fo nética y la fo no lo gía.
¿Q ué significan, p ues, los grupo s de líneas del mo d elo de órga-
non? Plató n só lo ha intentad o interp retar uno de ello s, la relació n
fo nema-co sa, y en el Cratilo, si bien se prepara en el diálo go cierto
impulso hacia una nueva d ud a, se ha d ecid id o , sin embarg o , de un
niodo preponderante, po r elzyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPON
Bácreí de su cuestió n d isyuntiva.
V Ó { J L C O O

Hay, pues, en aquel lugar del esquema, d icho en término s matemá-


ticos- mo d erno s, una ordenación de los signo s fqnético s a o bjeto s y
relacio nes. El preámbulo histó rico de esta o rd enació n es d esco no cid o
50 Karl Bühler zyxwvuts

para el que habla ho y. La lingüística puede en mucho s caso s, cierta-


mente, perseguir y señalar la o rd enació n p ro d igio samente lejo s en el
p asad o ; p ero al fin se ro mpe el hilo en todas p artes. Tanto lo s ha-
blantes co mo lo s lingüistas reco no cen esto : si « ho y » co nsid eramo s
co mp arativ amente el fo nema y la co sa, no resulta ninguna « seme-
janza» entre ambo s, ni siquiera sabemo s en la mayo ría de los casos
si ha existid o alguna vez y si po r esa analogía se ha realizado origi-
nariamente lazyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDC
ordenación. Esto es to d o , y eti rigo r ya más de lo
que de mo mento necesitamo s. Pues las o rd enacio nes « existen» , si
se atiend e a la última agudeza co ncep tual, sea cualquiera su mo ti-
vació n, só lo en virtud de una co nvenció n (unificació n en el sentid o
p uramente ló gico de la p alabra) y para los .co ntratantes . En una 4

p alabra, en la so lució n del Cratilo puede qued ar en pie esto : los


fo nemas de una lengua están o rd enad o s a las co sas y el léxico de
una lengua interp retad a científicamente resuelve la primera cuestió n
que se d esprend e de la respuesta del Cratilo: exp o ner los nombres
(co mo allí se d ice) de la lengua, sistemáticamente, co n sus relacio nes
de o rd enació n a las « co sas» . El hecho de que en un sistema de
dos clases de lo s med io s de representació n del tipo del lenguaje per-
tenezcan también a las o rd enacio nes léxicas co nv encio nes sintácticas,
no hace sino ampliar el campo de las relacio nes de o rd enació n que
enco ntramo s en él. Para respo nder a ello , en el lugar del esquema
en que po nía « las co sas» , escribimo s ahora la d o ble d eno minació n:
objetos y relaciones.

3. Expresión y apelación como variables independientes junto a la


representación. Los tres libros sobre el lenguaje

Lo que sigue aho ra es adecuado y está d estinad o a d elimitar la


dominancia, no discutida por no so tro s, de la funció n representativa
del lenguaje. N o es verdad que to d o aquello para lo cual el fo nema
es un fenó meno med io , un med iad o r entre el hablante y el o yente,

4
Ei nombre cuco puede ser más o menos «parecido» al conocido grito que
oímos en el bosque; pero esa semejanza misma no es más que elzyxwvutsrqponmlkji
motivo de la
ordenación fonema-cosa, sólo la cual hace nombre al nombre; nombre no del
grito, sino del pájaro (al que, por cierto, los menos de los contratantes podrían
haber percibido viva en el bosque y simultáneamente con el grito). Falta mu-
cho, lógicamente falta todo, para la ecuación semejanza = ordenación. Sólo es
cierto que cada miembro de una comunidad lingüística podría, y de hecho puede,
participar en la creación de nuevos nombres de un modo distinto y más sencillo,
donde siempre se ha convenido; que la semejanza en general, cualquier seme-
janza, debe de ser el motivo de ordenación. Pero la ordenación y el motivo de
ordenación tienen que distinguirse lógicamente en todo caso.
Teoría del lenguaje zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFE
51 zyxwvutsr

quede co mprend id o en el co ncep to « las co sas» o en la pareja de


co ncepto s, más adecuada, « o bjeto s y relacio nes» . Sino que es verdad
esto o tro : que en la estructura de la situació n v erbal, tanto el emiso r
como auto r del hecho del hablar, el emiso r co mo zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZ
sujeto de la acción,
verbal, co mo el recep to r en cuanto interp elad o , el recep to r en cuanto
dirección de la acció n v erbal, ocupan po sicio nes p ro p ias. N o son sim-
plemente una parte de aquello acerca de lo cual se pro d uce la comu-
nicación, sino que son las partes de ese intercambio , y po r eso es
posible en último término que el p ro d ucto intermed io del fonema
descubra una peculiar relació n de signo resp ecto a uno y o tro .
Interp retamo s, pues, la relació n específica del fo nema percep-
tible co n el hablante en el mismo sentid o que no s es familiar en
otros fenó meno s de exp resió n. ¿Q ué o curre co n la tercera relació n?
Sólo es la tercera en nuestra enumeració n; pues in natura rerum, es
decir, en el intercambio de signos de los ho mbres y de los animales,
el analizador encuentra la apelació n p rimero y del mo d o más exacto ,
a saber, en la conducta del recep to r. Si en lugar de ho mbres se
consideran abejas, ho rmigas, termes, y se estud ian sus medios de
co municació n, la atenció n del investigad o r se d irigirá primero y pre-
d o minantemente a las reaccio nes del recep to r. H ablo de señales como
cultivado r de la psico lo gía animal y co mp rend o su valencia comuni-
cativa en la co nd ucta de los que las reciben y elabo ran psicofísica-
mente. Tamp o co d escuid aremo s este aspecto de la cuestió n como
teóricos del lenguaje humano . El análisis de lo s signo s mo strativo s,
por ejemp lo , nos d escubrirá que ho mbres co mo W eg ener y Brug-
mann estaban en el camino recto cuand o d escribiero n la funció n de
los d emo strativo s y utilizaro n de hecho para ello , si no la palabra,
sí el co ncepto general « señales» . Pues o curre que lo s demostrativos
en el caso límite (lo s d emo strativo s p uro s), según aparecen como
partículas ind eclinables no só lo en el ind o euro p eo p rimitiv o , sino
hasta el día de hoy en nuestra lengua, y del mo d o más claro en su
empleo simpráctico, funcio nan exactamente igual que cualesquiera
otras señales de trato entre los ho mbres o los animales. El teó rico del
lenguaje debe partir de los ejemplo s más puro s para d efinir el con-
cepto de señales fo néticas lingüísticas. Co n el co ncep to así definido
investigará luego to do el lenguaje y enco ntrará que así se ve desde
un nuevo punto de vista no algún d etalle, sino también la totalidad.
Lo mismo vale, para d ecirlo p ro nto , para cada uno de los tres
modos de co nsid eració n. Habría que sacar de la vida fenómenos
verbales en los que resulta visible po r vez primera que casi todo
puede trazarse y prepararse so bre la sola funció n representativa de
los signos lingüístico s; esto es seguramente válid o del modo más
Manifiesto para el lenguaje científico y llega a un máximo en el sis-
52 Karl Bühler zyxwvuts

tema rep resentativ o de la lo gística mo d erna. ¿Q ué le imp o rtan al


ló gico p uro las valencias expresivas de lo s signos que traza co n tiza
so bre el encerad o ? N o d ebe preo cuparse de ello en abso luto ; y sin
embarg o acaso un grafó lo go exp erimentad o se co mplacería en este
y aquel rasgo o en el trazado de las líneas enteras, y no esfo rzaría en
vano su arte de interp retació n. Pues un resto de expresió n se o culta
aun en lo s rasgo s de tiza que un ló gico o un matemático traza en el
encerad o . N o es menester, po r tanto , llegar al lírico para d escubrir la
funció n exp resiv a co mo tal; so lamente, el rend imiento será, p o r su-
p uesto , más rico en el lírico . Y si es un lírico co mp letamente arbitra-
rio , co n frecuencia escribe en su p uerta que el ló gico d ebe qued arse
fuera. Esto es, a su vez, una de esas exageracio nes que no hay que
to mar en serio . Para lo zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPONMLKJI
tercero, para una funció n exacta de apelació n,
está p rep arad o to d o , po r ejemp lo , en el lenguaje de mand o ; para la
apelació n y la exp resió n en equilibrio , en las palabras de caricia o
insulto . Tan verdad es esto , que esas palabras designan co n frecuen-
cia algo p recio so o f eo ; así, co mo es no to rio , las palabras de caricia
más íntimas echan mano , al meno s muchas v eces, del o tro cacharro ; y
el llamar a alguien « ¡c ab allero !» puede ser una injuria. Un estud iante
d e Bo nn, según cuenta la fama, hizo callar y llo rar una vez en una
po rfía a la verd ulera más insultante, só lo co n los no mbres de los
alfabeto s griego y hebreo ( « ¡So alfa» , « So b e ta! » . . . ) . Una histo ria
p sico ló gicamente creíble, p o rque en el insulto , co mo en la música,
casi to d o d epend e d el « to no » .
Sin embarg o , para subrayarlo una vez más, ésto s no son más que
fenó meno s de d o minancia, en los que alternativ amente o cupa el pri-
mer plano una de las tres referencias fund amentales de los fo nemas.
La co mp ro bació n científica decisiva de nuestra fó rmula de co nstitu-
ció n del mo d elo de órganon del lenguaje, se co nsigue cuand o se pone
de manifiesto que cada una de las tres relacio nes, cada una de las tres
funcio nes d e sentid o de los signo s lingüísticas inaugura y tematiza un
camp o p ro p io d e fenó meno s y hecho s lingüístico s. Y así es. Pues « la
exp resió n lingüística» y « la apelació n lingüística» son o bjeto s parcia-
les de la lingüística en su co njunto , que, co mparad o s co n la represen-
tació n lingüística en su co njunto , muestran estructuras p ro p ias. La
lírica, d icho en po cas palabras, y la retó rica tienen cada una en sí
algo p ro p io , que las d istingue entre sí y — p ara no salimo s de la
e sf e ra— de la épica y el d rama; y sus leyes estructurales son más
no to riamente d istintas, naturalmente, de la ley de estructura de la
exp o sició n científica. Este es, resumid o en los término s más sencillo s,
el co ntenid o de la tesis de las tres funcio nes del lenguaje. Qued ará
co mp ro bad a en su to talid ad cuand o se escriban los tres libro s so bre
el lenguaje que el mo d elo de órganon requiere.
Teoría del lenguaje 53 zyxwvuts

3. La naturaleza del lenguaje como signo (B)


E l modelo de estructura del lenguaje zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZY

Lo s fenó meno s lingüístico s son íntegramente del carácter del


signo . Y a la fo rma so no ra de una palabra está co nstruid a co mo signo
y para ser signo ; la palabrazyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPONM
mesa, co m o so nid o , co ntiene cuatro carac-
terísticas elementales, po r las cuales la d istinguimo s de fo rmas de
análogo so nid o . Estas características, lo s fonemas de la p alabra, fun-
cionan co mo notae, no tas; son lo s signos distintivos de la fo rma so-
no ra. M ás aún: la fo rma so no ra co mp leta « mesa» funcio na en el decir
con sentid o co mo signo de objeto: rep resenta una co sa o una clase
(especie) d e co sas. Po r último , la palabra « mesa» tiene en el co ntexto
un valo r de po sició n, y muchas veces se enriquece fo néticamente con
una s al final; llamamo s a esto en general los valo res de campo que
puede recibir una palabra en el co nto rno sinsemántico . En principio
vale lo mismo para las palabras aquí, ahora, yo: fo néticamente están
acuñadas exactamente igual que mesa, pero se co mp o rtan respecto a
lo o bjetiv o de un mo d o un po co d istinto , remiten a algo y po r con-
siguiente también sus valo res de camp o en el co ntexto so n un po co
d istinto s de lo s de lo s signos co ncep tuales lingüístico s; p ero también
son signo s.
Una vez ano tad o esto , no puede o lvid arse acerca de ello el resul-
tado de A : o curre con todas las palabras que — alg unas en una acuña-
ción fo nemática pro pia (co mo los imp erativ o s veni, ven), si no en cier-
ta mo d ulació n musical o también simp lemente en la situació n verbal
d ad a— pasan al empleo de ó rd enes o exclamacio nes y signo s expre-
sivo s. En algún grado y medida tienen ya esto siemp re en sí mismas.
Se puede afirmar, po r tanto , que lo s fenó meno s lingüístico s, según
la enseñanza del mo d elo de órganon, han d e co nsid erarse co mo fo rmas
de signo en varios aspectos, y según las nuevas reflexio nes, en varios
grados.
¡Es curio sa tal multiplicid ad en el fenó meno uno e id éntico del
decir humano ! Será menester co mp rend er y p enetrar co ncep tualmente
con mucho cuidado los dos p unto s de vista de d iferenciació n. La plu-
ralidad de grado se estudia en el cuarto axio ma y se exp o ne en el
capítulo IV , acerca de la estructura del p ro d ucto lingüístico ; quiero
preparar aquí estas ideas p o sterio res med iante una sencilla reflexió n
so bre la multiplicid ad . Co nsid eramo s la materia fo nética y establece-
mos una escala clara de d iversificació n en el paso de la más pura con-
sideració n material del análisis fo nético de lo s so nido s a las sílabas y
a las fo rmas fo néticas po lisilábicas. D e la multiplicid ad tetrad imensio -
nal, continua, de so nido s y ruidos que el aparato vo cal humano es

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