Está en la página 1de 3

1

http://www.elcultural.es/noticias/LETRAS/6424/Giorgio_Agamben-
_La_filosofia_no_es_una_disciplina_la_filosofia__es_una_intens

Giorgio Agamben: "La filosofía no es una


disciplina, la filosofía es una intensidad"
Hablamos con el pensador romano, verdadero referente
de la filosofía occidental, que acaba de publicar en
España La muchacha indecible (SextoPiso, 2014)
ÁLVARO CORTINA | 25/06/2014 

Giorgio Agamben

Los eclécticos ensayos del filósofo romano Giorgio Agamben (1942) tienen algo de
abrumador. Sus exhaustivos desgranamientos etimológicos son algo más que una
precaución filológica, son un gesto, una retórica estilística propia. Sus incontables
referencias, lo exótico, lo variopinto, lo inesperado, lo amplísimo de su cultura lo
convierten, en el terreno de la cita con nota a pie de página, en lo que en pianística se diría
un virtuosso. Sus obras nos pueden llevar de un oscuro poeta medieval a los cuentos de
Kafka, desde los Padres de la Iglesia a un lingüista contemporáneo ruso,de unas
disquisiciones cabalísticas nos podría trasladar, con fluidez, al pasaje de una carta de
Walter Benjamin (a quien ha editado y traducido). Citas de un lexicógrafo alejandrino del
siglo V, de Jung, de Platón, de Schelling, de Orígenes o de Arendt pueden salirnos al paso
en unas pocas páginas agambenianas, que parecen cristalizar un caudal erudito inagotable.
Innúmeros estudios estrictamente académicos y, usualmente, Aristóteles y Heidegger
acompañan su fértil palabra rectora.

Es un autor inexcusable de la actual filosofía continental. Los ya lejanos textos de


Estancias o el posterior Idea de la prosa daban cuenta de sus intereses estéticos. Con Homo
sacer: el poder soberano y la nuda vida, alumbrado a mediados de los 90, surgió una serie
que le dio, definitivamente, verdadera notoriedad mundial. Entre la biopolítica (creciente
implicación de la vida natural del hombre en los mecanismos de poder) y la teología
política (discurso en torno a los conceptos teológicos secularizados, como la soberanía y el
estado de excepción), entre el derecho romano, Foucault y Schmidt, aquel discurso de
Homo sacer cuenta con momentos de verdadero pathos. Por ejemplo, el tercer capítulo: "El
campo de concentración como paradigma biopolítico de lo moderno".

Nuestra condición de permanente infantilidad es el fundamento de la cultura humana"


2

La editorial Pre-textos ha ido publicando puntualmente la completa "serie Homo sacer"


hasta hoy, así como la mayor parte de su obra. Anagrama ha divulgado también sus
estilosas inquisiciones en nuestro país (Profanaciones, Signatura rerum…). De
Hispanoamérica nos llegan títulos agambenianos con regularidad, como el reciente El
misterio del mal. Benedicto XVI y el fin de los tiempos (Adriana Hidalgo Editores). La
última vez que este intelectual estuvo en Madrid, cuando el Departamento de Filología
Italiana de la Universidad Complutense de Madrid, con el Instituto Italiano de Cultura lo
trajeron a dar una conferencia ("Del libro a la pantalla: el antes y el después de la obra")
una muchedumbre se apelotonó en el paraninfo. Es un verdadero referente. Su última
publicación en España es La muchacha indecible. Mito y misterio de Kore (SextoPiso,
2014).

-La infancia, presente en su texto La muchacha indecible, es un tema de gran importancia


en su obra, en general.
-La infancia aparece como tema ya en mi libro de 1979 Infancia e Historia. La infancia es
la verdadera imagen de la potencialidad. El hombre se vuelve humano quedándose en la
potencialidad. Se puede decir que el hombre nace inmaduro, no apto para vivir, pero
por eso capaz de todo, es omni-potente, sin ningún destino biológico determinado. Como
ha mostrado el gran anatomista holandés Ludwig Bolk, el hombre es un animal que se
queda en una condicion fetal y esta condición de permanente infantilidad es el fundamento
de la cultura humana, y de su increíble desarrollo tecnológico.

-Hasta Homo sacer (1995) no se aprecia en su obra un intento de sistema filosófico. ¿Era
algo que estaba gestando?
-Cuando escribí Homo sacer no imaginaba que sería necesario escribir otros ocho libros
para completar la empresa que había iniciado incautamente. Sabía, es cierto, que se trataba
no sólo de criticar y corregir los conceptos tradicionales de la política occidental, sino
de poner en cuestión y repensar el lugar mismo del objeto de la política. Le daré una
noticia que podrá interesar a algunos de sus lectores: acabo de terminar El uso de los
cuerpos, el último volumen de la serie Homo sacer. El trabajo comenzado en 1995 y ahora
terminado, finalmente.

-¿Cuál es el motivo principal a partir del cual se despliega esta serie de ensayos?
-Estoy convencido de que la única vía de acceso al presente es la arqueología. Podría
decir, como Michel Foucault, que mis investigaciones históricas son la sombra que mi
interrogación teórica del presente proyecta en el pasado. Si la palabra "Europa" tiene un
sentido, no podrá ser sólo político, ni sólo religioso, y menos aún económico. Consiste
quizá en esto: en que el hombre europeo (a diferencia de los asiáticos y americanos, para
los cuales la Historia y el pasado tienen un significado muy diferente) puede acceder a su
verdad sólo a través de una confrontación con el pasado. Sólo haciendo cuentas con su
historia. Por eso, por ejemplo, estoy dedicado a investigaciones sobre la historia de la
teología. Nuestra cultura está totalmente embebida de teología; y si no se comprende esto,
se seguirán usando categorías teológicas sin advertirlo.

Filosofía hoy
3

Las consideraciones y terminologías de Agamben se transmiten en las universidades.


Genera abundante bibliografía secundaria. Ha repartido su vida docente entre Verona,
París, Venecia, Suiza y EE.UU. (varios de sus libros proceden de seminarios, como la
brillante y, de nuevo, abrumadora investigación paulina de El tiempo que resta. Comentario
a la Carta a los romanos, editado por Trotta). Se recibe a Giorgio Agamben como a un
gran referente en un mundo académico, en una época sin demasiadas referencias de
pensamiento viviente.

Sólo haciendo cuentas con su historia, el hombre puede acceder a su verdad"

-Quería referirme a su eclecticismo. En cierto sentido, usted, como señalado intelectual del
inicio del siglo XXI, es representativo de un mundo filosófico donde la misma noción de
"corrientes filosóficas" parece casi una ingenuidad. Un filósofo contemporáneo parece
mucho más difícil de catalogar o adscribir a un movimiento que el de cualquier época
previa de la historia del pensamiento. ¿Dónde sitúa usted su labor?
-Sí he tenido relación con algunos maestros. He tenido el privilegio de asistir en 1966 y en
1968 a los seminarios de Martin Heidegger en Le Thor. Y ha sido particularmente viva e
importante mi relación con el pensamiento de Benjamin. Pero para mí la verdadera
respuesta a su pregunta es que la filosofía no es una disciplina, la filosofía es una
intensidad, que, como sucede en un campo magnético o en un campo eléctrico, puede
atravesar cualquier ámbito y cualquier disciplina. Algo estético, algo religioso o económico
puede resultar filosófico en la medida en que se aborda y se carga con una intensidad más
fuerte.

-Por último, habiendo hablado de su posición filosófica dentro del todo, del panorama,
hablemos de ese todo. ¿Cuál es la "situación general" del pensamiento occidental hoy?
-Hoy se habla de crisis, tanto en la economía como en la cultura. Pero la palabra crisis tal
y como es utilizada hoy es un concepto, una palabra cotidiana, un "password" que
sirve para hacer aceptar medidas que no hay por qué aceptar. "Crisis" significa
etimológicamente "juicio". En la medicina antigua designaba el momento en el cual el
médico debía decidir si el enfermo iba a sobrevivir o a morir. En teología, "crisis" era el
Juicio Final, que llegaba en fin de los tiempos. Hoy, en cambio, el término se ha escindido
de su origen para pasar a designar un momento temporal determinado, y ha devenido una
condición normal, un instrumento normal de gobierno. Creo que es necesario devolver hoy
su significado original de "juicio decisivo", del cual los ciudadanos deben reapropiarse.

También podría gustarte