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• El amor, en la vida cotidiana, ¿es como lo que transmiten estas imágenes? ¿Qué opinan?
A través de estas preguntas y el intercambio que se genere, buscaremos reflexionar sobre los
sentidos sociales del amor, aquello que nos transmiten desde las primeras infancias, aquello
que nos enseñan, y las características que tiene. También las representaciones sociales que
circulan en relación al tema en avisos publicitarios, series y películas. Este será un primer paso
para comenzar a interrogar sobre las formas del amor romántico. La participación es el pilar
fundamental para que estos espacios colectivos se construyan desde el respeto, la confianza y
la posibilidad genuina de hablar.
Los mitos del amor romántico, son ideas y creencias generalizadas en la sociedad y la cultura
sobre “las bondades del amor romántico”, que son tomadas como verdaderas, pero que, en
realidad, dista mucho de lo que sucede en nuestras vidas cotidianas y en nuestros vínculos.
Cuando las duplas/parejas se hayan encontrado, les propongo que puedan leer en conjunto la
información de ambas tarjetas e intercambiar ideas, pareceres, sentires, para pasar a un
momento de reflexión colectiva en el que cada dupla/pareja pueda compartir el mito que les
tocó.
En esta instancia, será importante poder ir, entre todas/os, caracterizando al amor romántico,
reflexionando acerca de los sentidos que transmiten estas ideas, cómo los vamos
incorporando/ naturalizando y, también, empezar a pensar en otras formas de construir
nuestros vínculos afectivos. Algunas de las siguientes preguntas pueden guiar este momento
de intercambio:
• ¿Alguna vez escucharon alguno de estos mitos? ¿Cuál/es? ¿Dónde? ¿Conocen otros?
• ¿Qué ideas sobre el amor transmiten? ¿Por qué estas ideas sobre el amor pueden generar
violencia?
• Si observan las imágenes de la actividad anterior, ¿con qué mitos podrían relacionar cada
una?
Será importante que en este momento de intercambio y reflexión final, se pueda visibilizar que
estos mitos, en tanto creencias que circulan en nuestra sociedad, producen tensiones,
presiones, discriminaciones y violencias en nuestros vínculos y, por lo tanto, obturan la
posibilidad de construirlos en base a los deseos y acuerdos de quienes participan, de un modo
libre y sin tener que seguir determinados modelos, que se nos presentan como “ideales” pero
que distan mucho de lo que pasa en nuestras realidades.
Consentimiento
Como venimos trabajando, tenemos la posibilidad de revisar nuestros vínculos en la medida en
que contemos con espacios que permitan poner en juego las miradas críticas y disponibilidad
para modificarlos. La escuela es, a través de la ESI, uno de estos espacios. Identificar qué
aprendimos en relación a cómo vincularnos, y qué mandatos, estereotipos y/o desigualdades
reproducimos en ello, es fundamental para lograr construir relaciones en las que podamos
manejarnos con autonomía, igualdad y libertad. En este sentido, vale dar cuenta que si bien
estamos abordando un proceso que se experimenta como personal, tiene su origen y
fundamentación en aspectos socioculturales. Y es desde allí, que resulta legítimo y necesario
su tratamiento y abordaje.
En este ejercicio de revisión de las formas en las que nos vinculamos sexo-afectivamente,
adquiere vital importancia la idea de consentimiento. El consentimiento implica no presuponer
lo que quiere la otra persona, tener en cuenta sus deseos y atender que mis deseos son tan
válidos como los suyos. También, que un encuentro -o práctica- es sólo válido si las personas
que intervienen quieren. Esto requiere comunicación, poner en palabras los deseos y
sensaciones, preguntar a la otra persona, escuchar, respetar y acordar. Implica poder poner
límites, decir “no” cuando algo no nos gusta, nos incomoda, cuando no queremos algo y, al
mismo tiempo, supone poder “escuchar” y respetar ese “no “cuando nos lo dicen.