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EL SILENCIO DE LA SIRENAS Y EL

CANTO I DE LA ODISEA
La palabra es del tiempo;
el silencio de la eternidad
M. MAETERLINCK

Si queremos principiar por las afinidades que se encuentran en ambos textos (El
silencio de las sirenas de Kafka y el Canto primero de La odisea), podríamos indicar
que, una particularidad que se hace presente en ambos textos refiere a la vanidad y
la arrogancia humanos, cuando se enuncia que el ser humano inculpa a los dioses por
sus males.

El ser humano, quizás, representado por Ulises es que quien se arroga de hacerlo
todo sin la ayuda de los dioses, lo propio pasa en la lectura de Kafka, cuando Ulises
por su vanidad y arrogancia desafía a las sirenas, pese a que se tapona los oídos con
cera y se hace ligar al mástil de su navío; sin embargo, él sabe que el canto de las
sirenas traspasa cualquier tipo de impedimento para no escucharlas.

Aun así, Ulises, tiende a ser un humano que desafía a los dioses o a estos seres míticos
como los son las sirenas; ahora bien, Kafka nos plantea a un Ulises que pretende
salvarse taponándose los oídos con cera del canto de las sirenas, pero el hecho de
que se tapa los oídos y se hace amarrar a un mástil implicaría cierta subestimación a
los seres poderosos como lo son las sirenas y su particular canto. No hay mortal que
no haya expirado al poder de las sirenas, para que éste mortal (Ulises) se ufane de
haberlas derrotado.

Quizás los aspectos dispares pueden referir a que en la lectura de Kafka se hace
referencia al empeño y la inteligencia o astucia humanos para derrotar a las sirenas,
mientras que, por el lado de la lectura de Homero, referiría al poder que tienen los
dioses para con la humanidad, es decir, la dependencia de los dioses que los mortales
tienen de la divinidad en el recorrido de su destino.

El canto y el silencio
Éstas podrían ser catalogadas como una especie de armas, si vale el término, ya que
las sirenas tendrían el don de la música y al evocar su canto, el cual sería hermoso,
quebrantaría la voluntad de los seres humanos, por lo que su canto los llevaría a la
muerte.

Pero veamos qué es el escuchar, Roland Barthes (1982 [1986]) indica que: “Como
mejor captamos la función de la escucha es sin duda a partir de la noción de territorio
(…) esto es así en la medida en que el territorio se puede definir de modo esencial
como el espacio de la seguridad (…) es un modo de defensa contra la sorpresa.”
Quizás lo que Ulises sentía en el momento en que observaba a las sirenas sentía un
tipo de amenaza o miedo ante el posible canto, aunque éste nunca llegó.

Por su parte la voz humana llega a ser el espacio privilegiado (eidético) de la


diferencia (…) Este objeto (la voz) siempre diferente ha sido situado por el
psicoanálisis en la categoría de los objetos del deseo (o de la repulsión) (Barthes,1982
[1986], 273). Es probable que Ulises haya sentido en abundancia el deseo de
escuchar el canto de las sirenas, a sabiendas que el ponerse cera en los oídos le era
ineficaz.

Por su parte, sobre el silencio nos dice Palacios que es una entidad tan inaprehensible
y enigmática que siempre provoca en nosotros meditaciones paradójicas donde los
términos se contradicen: si en unas ocasiones resulta ser nada, en otras lo es todo;
es principio y es fin. Probablemente el silencio nos lleva a este tipo de sensación, de
incertidumbre de querer alcanzar algo.

Posiblemente, la lectura de el silencio de las sirenas nos lleva a percibir un cierto


encantamiento de parte de los grandes ojos de Ulises para con las sirenas, razón por
la cual Ulises pudo escapar.

Por otro lado, percibimos que la astucia de Ulises rebasaba la de cualquier ser
humano, aunque los seres humanos no pueden prescindir de los dioses en su destino.
Así lo podemos observar en el texto de Homero, cuando Ulises es constantemente
protegido o ayudado y amado por algunos dioses.

Por: Carlos Coca Colque

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