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Pleno.

Sentencia 342/2021
EXP. N.° 00691-2020-PHC/TC
LIMA
CIRO ABEL SÁNCHEZ BALLARDO

RAZÓN DE RELATORÍA

En la sesión del Pleno del Tribunal Constitucional, de fecha


16 de marzo de 2021, los magistrados Ledesma Narváez,
Ferrero Costa, Miranda Canales, Blume Fortini, Ramos
Núñez, Sardón de Taboada y Espinosa-Saldaña Barrera han
emitido, por unanimidad, la siguiente sentencia, que declara
IMPROCEDENTE e INFUNDADA la demanda de habeas
corpus que dio origen al Expediente 00691-2020-PHC/TC.

Asimismo, el magistrado Espinosa-Saldaña Barrera formuló


un fundamento de voto.

La Secretaría del Pleno deja constancia de que la presente


razón encabeza la sentencia y el voto antes referido, y que los
magistrados intervinientes en el Pleno firman digitalmente al
pie de esta razón en señal de conformidad.

Flavio Reátegui Apaza


Secretario Relator

SS.

LEDESMA NARVÁEZ
FERRERO COSTA
MIRANDA CANALES
BLUME FORTINI
RAMOS NÚÑEZ
SARDÓN DE TABOADA
ESPINOSA-SALDAÑA BARRERA
EXP. N.° 00691-2020-PHC/TC
LIMA
CIRO ABEL SÁNCHEZ BALLARDO

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 16 días del mes de marzo de 2021, el Pleno del Tribunal
Constitucional, integrado por los señores magistrados Ledesma Narváez, Ferrero Costa,
Miranda Canales, Blume Fortini, Ramos Núñez, Sardón de Taboada y Espinosa-Saldaña
Barrera, pronuncia la siguiente sentencia, con el fundamento de voto del magistrado
Espinosa-Saldaña Barrera, que se agrega.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Ciro Abel Sánchez Ballardo
contra la resolución de fojas 286, de fecha 16 de octubre de 2019, expedida por la Segunda
Sala Especializada en lo Penal con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima,
que declaró liminarmente improcedente la demanda de habeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 23 de julio de 2019, don Ciro Abel Sánchez Ballardo interpone demanda
de habeas corpus contra el juez titular del Primer Juzgado Penal Unipersonal de la
Provincia de Coronel Portillo, señor Cueva Arenas, y contra los jueces integrantes de la
Primera Sala Penal de Apelaciones en adición Liquidadora de la Corte Superior de
Justicia de Ucayali, señores Rivera Berrospi, Barreda Rojas y Aquino Osorio, por la
vulneración de los derechos a la tutela procesal efectiva, al debido proceso, a la debida
motivación de las resoluciones, a la igualdad, a la prueba, a no autoincriminarse y de
defensa, conexos con el derecho a la libertad individual; así como de los principios de
legalidad, imputación necesaria, lógico de identidad, de congruencia procesal y a la
presunción de inocencia (in dubio pro reo). Solicita que se declare la nulidad de: (i) la
Resolución 17, de fecha 5 de octubre de 2016 (f. 91), emitida por el Juzgado, que le
impuso cuatro años de pena privativa de la libertad por la comisión del delito de tráfico
de influencias, en calidad de instigador; y, (ii) de la Resolución 31, de fecha 18 de abril
de 2017 (f. 165), expedida por la Sala, que confirmó la sentencia condenatoria. Solicita,
asimismo, que se levante las órdenes de captura dictadas en su contra y que se realice un
nuevo juicio oral (Expediente 01335-2011-38-2402-JR-PE-01).

El recurrente refiere que fue comprendido en un proceso penal sobre la supuesta


comisión del delito contra la administración pública, en la modalidad de tráfico de
influencias, en agravio del Estado (Municipalidad Provincial de Coronel Portillo), y cuyo
decurso estuvo plagado de irregularidades. Así, sobre la sentencia condenatoria expedida
por el juez a quo, el demandante aduce que: (i) ha cambiado los parámetros de la
acusación, pues ha incorporado hechos nuevos, que no formaban parte de la acusación
fiscal, lo que le generó indefensión, además de transgredir los principios de igualdad,
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imparcialidad e imputación necesaria, y únicamente expresa como sustento que el delito


de tráfico de influencias se ha concretado en una supuesta negociación para un futuro
favorecimiento de procesos de licitación; y ello porque los hechos que sustentan la
acusación fiscal no se produjeron ni se acreditaron; (ii) ha incurrido en motivación
aparente e incongruente, al indicar que la consumación del delito de tráfico de influencias
se produce cuando se realizan todos los elementos del tipo penal, pero, de modo ilógico,
precisa que se consuma con la realización del verbo rector “recibir” con el “ofrecimiento
de interceder” ante un funcionario o servidor público, “que ha de conocer”, o esté
conociendo o haya conocido; y respecto a ello ensaya la supuesta aclaración de que
existen dos momentos de consumación: a) se invoca tener influencias (ya no ofrecer
interceder) y b) luego se recibe (pudiendo ser ambos momentos en forma simultánea o
con lapso de tiempo), y agrega de que carece de trascendencia la invocación de las
influencias; (iii) no expone adecuadamente las verdaderas razones por las cuales se aparta
parcialmente del precedente vinculante fijado en el Acuerdo Plenario 3-2015/CJ116, pues
no existe causa objetiva, no expone cuáles son las causas o argumentos que sustenten que
las circunstancias que justificaron la aplicación del precedente han variado y no precisa
cuál es el derecho protegido con la interpretación que hace del artículo 400 del Código
Penal, pues ampara su decisión en ejecutorias extranjeras y en otras anteriores al
precedente vinculante mencionado; (iv) no se han valorado y/o compulsado todas las
pruebas actuadas en el juicio, como el informe pericial de fecha 16 de enero de 2012, que
concluye que el proceso exonerado y la licitación pública cumplen con la Ley de
Contrataciones del Estado y no han causado prejuicio patrimonial al Estado; tampoco se
han motivado, lógicamente, las pericias de los audios, porque no se han tomado en cuenta
las conclusiones de las pericias de audios practicadas; se ha admitido y actuado una
prueba que proviene de otra fuente ilícita (acta de transcripción de un audio); no explica
cómo se llega a la conclusión de que doña Beatriz Yamashiro Nakasone de Villacorta
gozaba de influencias reales, vale decir, que podía influir sobre un funcionario, pues
concluye que el supuesto funcionario influenciado sería don Rafael Pineda Saromo, pero
a su vez confirma que sobre esta persona no ha existido direccionamiento, ni tampoco en
ningún funcionario de la municipalidad; (v) la sentencia condenatoria presenta graves
contradicciones y errores que trasuntan una motivación defectuosa, insuficiente y
aparente; y, (vi) la sentencia condenatoria impone, de manera arbitraria e injustificada, la
pena privativa de libertad con carácter de efectiva solo por considerar que el hecho de que
el recurrente no ha reconocido el delito (o porque hizo uso de su derecho a no declarar),
es una forma de no mostrar arrepentimiento, lo que vulnera sus derechos a no
autoincriminarse, de defensa y a la presunción de inocencia.

En cuanto a la sentencia de vista de la Sala emplazada, el demandante alega que: (i)


es incongruente, porque lo califica como instigador en la modalidad de haber creado en
el autor la voluntad delictiva, pero luego indica que es instigador en la modalidad de
reforzamiento de esa voluntad delictiva (como lo sostuvo el a quo); (ii) le resta valor
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probatorio al Informe Pericial 2803-12, bajo el argumento de que en sus conclusiones


menciona que los audios presentan cortes y ediciones y porque supuestamente carece de
corroboración periférica, pero este informe pericial también cuenta con corroboración
periférica; (iii) la sentencia concluye que su persona ha desarrollado una conducta dirigida
a consolidar la predisposición criminal de su coencausada, doña Beatriz Yamashiro
Nakasone de Villacorta, determinándola a que continúe con el tráfico de influencias, a fin
de que se le siga favoreciendo en los procesos de selección y licitaciones; sin embargo, la
sentencia deja sentado que su persona no fue favorecida materialmente en ningún
momento; (iv) la sentencia incurre en error cuando afirma que su persona consolidó la
predisposición delictiva de su coencausada al, supuestamente, conminarla a dejar de lado
a otros postores, cuando de la propia transcripción de la conversación que ambos
sostienen queda claro que, así como él, había otras personas interesadas en trabajar con
la municipalidad, por lo que se desvirtúa la supuesta capacidad de consolidar la
predisposición delictiva que se le asigna; (v) la sentencia no precisa en qué consistiría su
conducta dolosa, y tampoco establece si el supuesto acto persuasivo que se le imputa fue
objetivamente idóneo para provocar, en la supuesta instigada, la decisión de cometer el
delito, conforme lo establece el fundamento 10 del Acuerdo Plenario 3-2015/CJ116; (vi)
la sentencia no desarrolla en qué momento se habría configurado el delito imputado, si se
tiene en cuenta que la entrega de dinero fue efectuada con mucha anterioridad a los
procesos de selección o licitación y con un fin distinto al de servir para futuros
favorecimientos en tales procesos de selección o licitaciones; además, este hecho no
forma parte de la tesis incriminatoria del Ministerio Público; (vii) incurre en motivación
aparente al afirmar que la pena privativa de libertad es razonable y proporcional, pero no
fundamenta esa conclusión, pese a que era una pretensión impugnatoria que su defensa
formuló; antes bien, la sentencia se pronuncia sobre la pretensión impugnatoria del
Ministerio Público -incremento de la pena-, lo que afecta el derecho a la igualdad y a la
tutela procesal efectiva; y, (viii) la sentencia de vista no respeta los principios lógicos de
identidad y de congruencia procesal en su motivación, pues prácticamente transcribe la
sentencia condenatoria y no se pronuncia debidamente sobre todas y cada de las
pretensiones y agravios planteados por los impugnaciones.

El Vigésimo Tercer Juzgado Penal - Reos Libres de Lima, con fecha 24 de julio de
2019 (f. 219), declara liminarmente improcedente la demanda, por considerar que la real
pretensión del demandante es que se vuelva a valorar las pruebas por las que fue
condenado en un proceso penal regular, lo que no procede en esta sede.

La Segunda Sala Especializada en lo Penal con Reos Libres de la Corte Superior de


Justicia de Lima, con fecha 16 de octubre de 2019 (f. 286), confirma la apelada por
similares fundamentos.
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FUNDAMENTOS

Delimitación del petitorio

1. El objeto de la demanda es que se declare la nulidad de: (i) la Resolución 17, de fecha
5 de octubre de 2016 (f. 91), emitida por el Primer Juzgado Penal Unipersonal de la
Provincia de Coronel Portillo, que le impuso al demandante cuatro años de pena
privativa de la libertad por la comisión del delito de tráfico de influencias, en calidad
de instigador; y, (ii) de la Resolución 31, de fecha 18 de abril de 2017 (f. 165), expedida
por la Primera Sala Penal de Apelaciones en adición Liquidadora de la Corte Superior
de Justicia de Ucayali, que confirmó la sentencia condenatoria (Expediente 01335-
2011-38-2402-JR-PE-01). Se solicita también que se levante las órdenes de captura
dictadas en contra del demandante y que se realice un nuevo juicio oral. Se denuncia
la vulneración de los derechos a la tutela procesal efectiva, al debido proceso, a la
debida motivación de las resoluciones, a la igualdad, a la prueba, a no autoincriminarse
y de defensa, conexos con el derecho a la libertad individual, así como de los principios
de legalidad, imputación necesaria, lógico de identidad, de congruencia procesal y a la
presunción de inocencia (in dubio pro reo).

Consideraciones previas

2. En el caso materia de autos, este Tribunal advierte que las instancias precedentes
declararon improcedente liminarmente la demanda; sin embargo, los hechos alegados
por el recurrente podrían configurar la vulneración del derecho a la debida motivación
de las resoluciones judiciales y del principio acusatorio. Para determinar ello es
necesario realizar un análisis de fondo, por lo que –considera este Tribunal
Constitucional–, el rechazo in límine no se ha basado en una manifiesta improcedencia.
En ese sentido, lo que se impondría es revocar el auto de rechazo liminar y ordenar
que se admita a trámite la demanda; sin embargo, en atención a los principios de
celeridad y economía procesal, este Tribunal considera pertinente emitir un
pronunciamiento de fondo, toda vez que en autos aparecen los elementos necesarios
para ello. Además, se aprecia que el procurador público adjunto a cargo de los asuntos
judiciales del Poder Judicial, mediante escrito de fecha 31 de julio de 2019 (f. 245), se
apersonó al presente proceso de habeas corpus; apersonamiento que ha reiterado a
fojas 278.

Análisis del caso

3. La Constitución establece expresamente en el artículo 200, inciso 1, que mediante el


habeas corpus se protege tanto la libertad individual como los derechos conexos a ella;
no obstante, no cualquier reclamo que alegue afectación del derecho a la libertad
individual o derechos conexos puede reputarse efectivamente como tal y merecer
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tutela, pues para ello es necesario analizar previamente si tales actos denunciados
vulneran el contenido constitucionalmente protegido del derecho tutelado por el
habeas corpus.

4. Este Tribunal Constitucional advierte que el demandante cuestiona la condena


impuesta alegando que no existirían elementos para determinar que la conducta que se
le imputa se subsume en el delito de tráfico de influencias; que no se habrían valorado
debidamente todas las pruebas actuadas en el juicio, como el informe pericial de fecha
16 de enero de 2012 o las pericias de los audios; y que no se habría justificado
correctamente la tipificación del delito que se imputa al demandante y la determinación
de su autoría (si es instigador en la modalidad de crear voluntad delictiva, o en la
modalidad de reforzarla), así como también se habrían apartado del Acuerdo Plenario
3-2015/CJ116.

5. Al respecto, este Tribunal Constitucional aprecia que se pretende que la judicatura


constitucional se pronuncie sobre los juicios de reproche penal de culpabilidad o
inculpabilidad, la subsunción de la conducta en un determinado tipo penal, la
apreciación de los hechos y que se realice un reexamen de las pruebas que sustentaron
la condena del recurrente, que en principio, son materias ajenas a la tutela del habeas
corpus, salvo que se aprecie la vulneración de algún derecho fundamental, y como
quiera que ello no se aprecia en el presente caso, corresponde desestimar este extremo
de la demanda conforme a lo previsto por el artículo 5, inciso 1, del Código Procesal
Constitucional.

Sobre la presunta vulneración de la debida motivación de las resoluciones judiciales

6. El artículo 139, inciso 3, de la Constitución, establece los principios y derechos de la


función jurisdiccional y la observancia del debido proceso y de la tutela jurisdiccional;
en consecuencia, cuando el órgano jurisdiccional imparte justicia, está obligado a
observar los principios, derechos y garantías que la Norma Suprema establece como
límites del ejercicio de las funciones asignadas. En este sentido, la necesidad de que
las resoluciones judiciales sean motivadas es un principio que informa el ejercicio de
la función jurisdiccional y, al mismo tiempo, es un derecho fundamental de los
justiciables. Mediante la debida motivación, por un lado, se garantiza que la
impartición de justicia se lleve a cabo de conformidad con la Constitución y las leyes
(artículo 138 de la Constitución) y, por otro, que los justiciables puedan ejercer de
manera efectiva su derecho de defensa.

7. Este Tribunal ha dejado establecido, a través de su jurisprudencia (entre otras, en la


Sentencia 01480-2006-PA-TC), que el derecho a la debida motivación de las
resoluciones importa que los jueces, al resolver las causas, “expresen las razones o
justificaciones objetivas que los llevan a tomar una determinada decisión. Esas
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razones, (...) deben provenir no sólo del ordenamiento jurídico vigente y aplicable al
caso, sino de los propios hechos debidamente acreditados en el trámite del proceso”.
Asimismo, este Tribunal ha puesto énfasis en que la Constitución “no garantiza una
determinada extensión de la motivación, por lo que su contenido esencial se respeta
siempre que exista fundamentación jurídica, congruencia entre lo pedido y lo resuelto
y, por sí misma, exprese una suficiente justificación de la decisión adoptada, aun si
esta es breve o concisa, o se presenta el supuesto de motivación por remisión” (véase,
entre otros, la Sentencia 01230-2002-HC/TC, fundamento 11). Esto es así porque
existen grados de motivación, de modo que la motivación ausente resultará
inconstitucional; sin embargo, la fundamentación jurídica que presente una suficiente
justificación no resultará inconstitucional, lo que deberá ser apreciado en cada caso en
particular.

8. El recurrente aduce que la sentencia condenatoria asigna a la coencausada, doña


Beatriz Yamashiro Nakasone de Villacorta, la capacidad de tener influencias reales en
la gestión de la Municipalidad Provincial de Coronel Portillo, por ser hija del alcalde,
de modo que podía influir sobre un funcionario, y que este supuesto funcionario
influenciado sería don Rafael Pineda Saromo, presidente de la Comisión de Licitación
Pública de la citada municipalidad; pero, contradictoriamente, la sentencia confirma
que sobre esta persona no ha existido direccionamiento, ni tampoco en ningún
funcionario de la municipalidad. Sobre este alegato, este Tribunal debe precisar que la
sentencia condenatoria (ff. 157 y 158) se pronuncia sobre el retiro de la acusación
fiscal a don Rafael Pineda Saromo, y, luego de analizar las razones del fiscal del caso,
conviene en esa decisión y la justifica por el hecho de que no era posible demostrar
que dicho funcionario estuviese enterado de los acuerdos delictivos entre los
coencausados (instigador y autora), pues estos acuerdos fueron ex ante de los procesos
de licitación y, además, como se remarca en la sentencia cuestionada, se había
convenido en que don Enrique Luis Jery, subgerente de Logística, con quien ya se
había conversado para que se pliegue al acuerdo delictivo, sería el encargado de llevar
a cabo esas licitaciones. Es en este contexto que la sentencia condenatoria expone que
la coencausada no dirigió o influenció en la conducta del funcionario Pineda Saromo,
y a quien, por ello, se le sobreseyó del proceso.

9. Además, asevera que no se han valorado pruebas actuadas en juicio oral que
desvirtuarían su responsabilidad penal, vulnerándose el derecho a la prueba y a la
defensa. No obstante, se aprecia de la sentencia cuestionada a fojas 102 a 158, que el
juzgado demandado ha valorado pruebas suficientes a fin de fundamentar su fallo, lo
que dota de debida motivación la resolución cuestionada.

10. El demandante afirma que la sentencia condenatoria le impone, de manera arbitraria e


injustificada, la pena privativa de libertad con carácter de efectiva solo por considerar
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que, al no reconocer el delito (o porque hizo uso de su derecho a no declarar), no


demostraba arrepentimiento. En cuanto a este alegato, este Tribunal debe precisar que
la sentencia cuestionada expresa varias razones por las cuales decide que la imposición
de la pena al recurrente sea con carácter de efectiva (ff. 160 y 161), entre las cuales
menciona la entidad del daño generado y la condición cultural de los acusados, además
de su renuencia a reconocer los cargos, pese al abundante material probatorio que
demuestra su culpabilidad, por lo cual esta alegación carece de asidero.

11. De igual modo, el demandante denuncia que la sentencia de vista habría incurrido en
motivación aparente al afirmar que la pena privativa de libertad es razonable y
proporcional, pero no fundamenta esa conclusión, pese a que era una pretensión
impugnatoria que su defensa formuló. Al respecto, este Tribunal advierte de la
sentencia de vista (f. 195) que justifica la pertinencia de que la pena privativa de la
libertad impuesta al demandante sea efectiva, en el hecho de que ha quedado acreditada
la materialidad del delito, en el daño causado al bien jurídico tutelado (Administración
pública), en criterios como los umbrales punitivos de la pena prevista en el Código
Penal (no menor de cuatro ni mayor de seis años), y en que al no concurrir elementos
atenuantes o agravantes, la pena debe graduarse dentro del tercio inferior, cuatro años;
de lo que se concluye que carece de sustento su alegación.

12. Por lo tanto, este Tribunal Constitucional declara que en este extremo no se ha
acreditado la vulneración del derecho a la motivación de las resoluciones judiciales,
en conexidad con el derecho a la libertad individual, de don Ciro Abel Sánchez
Ballardo.

Sobre la presunta vulneración del principio acusatorio

13. Este Tribunal ha establecido que el principio acusatorio constituye un elemento del
debido proceso que imprime al sistema de enjuiciamiento determinadas características:
“a) Que no puede existir juicio sin acusación, debiendo ser formulada esta por persona
ajena al órgano jurisdiccional sentenciador, de manera que si ni el fiscal ni ninguna de
las otras partes posibles formulan acusación contra el imputado, el proceso debe ser
sobreseído necesariamente; b) Que no puede condenarse por hechos distintos de los
acusados ni a persona distinta de la acusada; c) Que no pueden atribuirse al juzgador
poderes de dirección material del proceso que cuestionen su imparcialidad" (Cfr.
Sentencia 01205-2014-PHC). De ahí que, si el proceso penal continúa pese a que el
representante del Ministerio Público en doble instancia decide no acusar, entonces ello
resultaría vulneratorio del principio acusatorio.

14. La Constitución en el artículo 159, inciso 4, prescribe que el Ministerio Público


“conduce desde su inicio la investigación del delito”. La investigación correspondiente
determinará si se promueve o no la acción penal por medio de la acusación para ser
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presentada al juez. En vía de desarrollo de esta disposición constitucional, el Código


Procesal Penal, en el artículo IV del Título Preliminar preceptúa: “el Ministerio
Público es el titular del ejercicio de la acción penal pública y asume la investigación
del delito desde su inicio”. De otro lado, sobre la entidad de los dictámenes fiscales,
este Tribunal, en la Sentencia 07717-2013-PHC/TC ha dejado sentado lo siguiente:
“Como se sabe, la autonomía e independencia del Poder Judicial, al igual que la del
Ministerio Público, también está garantizada constitucionalmente. De ahí que las
opiniones fiscales no proyecten vinculación en los órganos jurisdiccionales. Sin
embargo, cuando de materia penal se trata, el Poder Judicial no puede actuar al margen
de las atribuciones constitucionales conferidas al Ministerio Público, por ser éste el
titular de la acción penal. En ese sentido, corresponderá a la judicatura explicar las
razones que sustentan una decisión que se aparta de la opinión fiscal, más aún, cuando
es claramente contradictoria, a fin de evitar una posible afectación en el derecho a la
motivación de las resoluciones que en vía indirecta termine propiciando la afectación
de otros derechos fundamentales y principios constitucionales”.

15. El recurrente alega que la sentencia condenatoria ha cambiado los parámetros de la


acusación, pues ha incorporado hechos nuevos, que no formaban parte de la acusación
fiscal, lo que le generó indefensión, además de transgredir los principios de igualdad,
imparcialidad e imputación necesaria. Denuncia también que la sentencia expresa
únicamente que el delito de tráfico de influencias se ha concretado en una supuesta
negociación para un futuro favorecimiento de procesos de licitación; y que ello es
porque los hechos que sustentan la acusación fiscal no se produjeron ni se acreditaron.

16. Al respecto, a fojas 54 obra el escrito denominado “Subsanación de requerimiento


acusatorio”, de fecha 3 mayo de 2013 (f. 54), presentada por el fiscal provincial penal,
don Ledder Dante Tapia Baldoceda, en el que precisa que se acusa al demandante y su
coencausada por el delito contra la administración pública, en la modalidad de tráfico
de influencias (artículo 400 del Código Penal), en agravio del Estado (Municipalidad
Provincial de Coronel Portillo), ambos en la modalidad autores; y solicita que se les
imponga seis años de pena privativa de la libertad. Asimismo, expone la forma como,
en el caso, se ha configurado el tipo penal, para lo cual se apoya, por un lado, en la
normatividad penal, la jurisprudencia y la doctrina pertinente; y, por otro lado, en las
pruebas recaudadas y los testimonios, que le permiten sustentar su acusación. También
se advierte que la sentencia condenatoria (f. 103 a 116) analiza de forma extensa la
configuración del tipo penal que se imputa al demandante y su coencausada, sobre la
base de la acusación hecha por el fiscal por el delito de tráfico de influencias, y
fundamenta con suficiencia (lo que la hace apartarse del precedente vinculante fijado
en el Acuerdo Plenario 3-2015/CJ116) que el delito materia de imputación es uno de
peligro concreto, pues se trata de influencias reales, y no simuladas, sobre la base de
lo actuado en el juicio oral y de la valoración de las pruebas aportadas y actuadas en
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el proceso. Además, se aprecia que la sentencia, en su parte resolutiva (f. 162), impone
la condena de cuatro años de pena privativa de la libertad al demandante y su
coencausada por el delito objeto de acusación fiscal: tráfico de influencias, previsto en
el artículo 400 del Código Penal.

17. Para este Tribunal queda claro entonces que la sentencia condenatoria no contravino
ni se apartó de los términos de la acusación fiscal, lo que se corrobora con la posición
adoptada por el fiscal en la fase impugnatoria de la sentencia condenatoria. Así, de la
sentencia de vista (f. 165), en su sección “III: Resumen de los alegatos efectuados en
la Audiencia de Apelación” (f. 166), acápite “c. El Ministerio Público” (f. 177), se
advierte que el fiscal no contradice ni controvierte la imputación hecha al demandante
en la sentencia condenatoria y la condena que le impone; es más, solicita que la
sentencia se confirme en todos sus extremos, salvo en el del quantum de la pena
impuesta de cuatro años, del cual solicita que se incremente en ocho meses más.

18. Por estas razones, debe declararse infundada la demanda en el extremo que denuncia
la vulneración del principio acusatorio.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le


confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

1. Declarar IMPROCEDENTE la demanda respecto de la alegada vulneración de los


principios de legalidad, imputación necesaria e in dubio pro reo, y el derecho al
debido proceso (valoración probatoria).

2. Declarar INFUNDADA la demanda respecto a la vulneración del derecho a la


debida motivación de las resoluciones judiciales, así como del principio acusatorio.
Publíquese y notifíquese.
SS.
LEDESMA NARVÁEZ
FERRERO COSTA
MIRANDA CANALES
BLUME FORTINI
RAMOS NÚÑEZ
SARDÓN DE TABOADA
ESPINOSA-SALDAÑA BARRERA
PONENTE BLUME FORTINI
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CIRO ABEL SÁNCHEZ BALLARDO

FUNDAMENTO DE VOTO DEL MAGISTRADO ESPINOSA-SALDAÑA


BARRERA

1. Si bien coincido con mis colegas en lo resuelto en el presente caso, al declararse


improcedente la demanda, considero necesario realizar algunas precisiones en
relación con lo señalado en la ponencia, que se refiere a los alcances del derecho a la
libertad personal, derecho protegido por el proceso de hábeas corpus.

2. Lo primero que habría que señalar en este punto es que es que el hábeas corpus surge
precisamente como un mecanismo de protección de la libertad personal o física. En
efecto, ya desde la Carta Magna inglesa (1215), e incluso desde sus antecedentes
(vinculados con el interdicto De homine libero exhibendo), el hábeas corpus tiene
como finalidad la tutela de la libertad física; es decir, se constituye como un
mecanismo de tutela urgente frente a detenciones arbitrarias.

3. Si bien en nuestra historia el hábeas corpus ha tenido un alcance diverso, conviene


tener en cuenta que, en lo que concierne a nuestra actual Constitución, se establece
expresamente en el inciso 1 del artículo 200, que “Son garantías constitucionales:
(…) La Acción de Hábeas Corpus, que procede ante el hecho u omisión, por parte de
cualquier autoridad, funcionario o persona, que vulnera o amenaza la libertad
individual o los derechos constitucionales conexos”. Asimismo, tenemos que en el
literal a, inciso 24 del artículo 2 también de la Constitución se establece que “Toda
persona tiene derecho: (…) A la libertad y a la seguridad personales (…)” para hacer
referencia luego a diversas formas de constreñimiento de la libertad.

4. Al respecto, vemos que la Constitución usa dos términos diferentes en torno a un


mismo tema: “libertad personal” y “libertad individual”. Por mi parte, en muchas
ocasiones he explicitado las diferencias existentes entre las nociones de libertad
personal, que alude a la libertad física, y la libertad individual, que hace referencia
a la libertad o la autodeterminación en un sentido amplio. Sin embargo, esta
distinción conceptual no necesariamente ha sido la que ha tenido en cuenta el
constituyente (el cual, como ya se ha dicho también en anteriores oportunidades, en
mérito a que sus definiciones están inspiradas en consideraciones políticas, no
siempre se pronuncia con la suficiente rigurosidad técnico-jurídica, siendo una
obligación del Tribunal emplear adecuadamente las categorías correspondientes).
Siendo así, es preciso esclarecer cuál o cuáles ámbitos de libertad son los finalmente
protegidos a través del proceso de hábeas corpus.

5. Lo expuesto es especialmente relevante, pues el constituyente no puede darle dos


sentidos distintos a un mismo concepto. Aquí, si se entiende el tema sin efectuar
mayores precisiones, puede llegarse a una situación en la cual, en base a una
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referencia a “libertad individual”, podemos terminar introduciendo materias a ser


vistas por hábeas corpus que en puridad deberían canalizarse por amparo. Ello podría
sobrecargar la demanda del uso del hábeas corpus, proceso con una estructura de
mínima complejidad, precisamente para canalizar la tutela urgentísima (si cabe el
término) de ciertas pretensiones.

6. Lamentablemente, hasta hoy la jurisprudencia del Tribunal Constitucional tampoco


ha sido clara al respecto. Y es que en diversas ocasiones ha partido de un concepto
estricto de libertad personal (usando a veces inclusive el nombre de libertad
individual) como objeto protegido por el hábeas corpus, al establecer que a través
este proceso se protege básicamente a la libertad e integridad físicas, así como sus
expresiones materialmente conexas. Asume así, a mi parecer, el criterio que se
encuentra recogido por el artículo 25 del Código Procesal Constitucional, el cual se
refiere a los “derechos que, enunciativamente, conforman la libertad individual”,
para luego enumerar básicamente, con las precisiones que consignaré luego, diversas
posiciones iusfundamentales vinculadas con la libertad corporal o física. A esto
volveremos posteriormente.

7. En otros casos, el Tribunal Constitucional ha partido de un concepto amplísimo de


libertad personal (el cual parece estar relacionado con la idea de libertad individual
como libertad de acción en sentido amplio). De este modo, ha indicado que el hábeas
corpus, debido a su supuesta “evolución positiva, jurisprudencial, dogmática y
doctrinaria”, actualmente no tiene por objeto la tutela de la libertad personal como
“libertad física”, sino que este proceso se habría transformado en “una verdadera vía
de protección de lo que podría denominarse la esfera subjetiva de libertad de la
persona humana, correspondiente no sólo al equilibrio de su núcleo psicosomático,
sino también a todos aquellos ámbitos del libre desarrollo de su personalidad que se
encuentren en relación directa con la salvaguarda del referido equilibrio”. Incluso se
ha sostenido que el hábeas corpus protege a la libertad individual, entendida como
“la capacidad del individuo de hacer o no hacer todo lo que no esté lícitamente
prohibido” o también, supuestamente sobre la base de lo indicado en una sentencia
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (caso Chaparro Álvarez y Lapo
Iñiguez vs. Ecuador), que la libertad protegida por el hábeas corpus consiste en “el
derecho de toda persona de organizar, con arreglo a la ley, su vida individual y social
conforme a sus propias opciones y convicciones”.

8. En relación con la referencia al caso Chaparro Álvarez y Lapo Iñiguez vs. Ecuador,
quiero precisar, que lo que en realidad la Corte indicó en dicho caso es cuál es el
ámbito protegido el artículo 7 de la Convención al referirse a la “libertad y seguridad
personales”. Al respecto, indicó que el término “libertad personal” alude
exclusivamente a “los comportamientos corporales que presuponen la presencia
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física del titular del derecho y que se expresan normalmente en el movimiento físico”
(párr. 53), y que esta libertad es diferente de la libertad “en sentido amplio”, la cual
“sería la capacidad de hacer y no hacer todo lo que esté lícitamente permitido”, es
decir, “el derecho de toda persona de organizar, con arreglo a la ley, su vida
individual y social conforme a sus propias opciones y convicciones” (párr. 52). La
Corte alude en este último caso entonces a un derecho genérico o básico, “propio de
los atributos de la persona, que se proyecta en toda la Convención Americana”,
precisando asimismo que “cada uno de los derechos humanos protege un aspecto de
[esta] libertad del individuo”. Es claro, entonces, que la Corte Interamericana no
señala que esta libertad en este sentido amplísimo o genérico es la que debe ser
protegida por el hábeas corpus. Por el contrario, lo que señala es que la libertad
tutelada por el artículo 7 (cláusula con contenidos iusfundamentales similares a los
previstos en nuestro artículo 2, inciso 24 de la Constitución, o en el artículo 25 de
nuestro Código Procesal Constitucional) es la libertad física o corpórea.

9. Como es evidente, la mencionada concepción amplísima de libertad personal puede,


con todo respeto, tener como consecuencia una “amparización” de los procesos de
hábeas corpus. Por cierto, es claro que muchas de las concreciones iusfundamentales
inicialmente excluidas del hábeas corpus, en la medida que debían ser objeto de
atención del proceso de amparo, conforme a esta concepción amplísima del objeto
del hábeas corpus, ahora deberían ser conocidas y tuteladas a través del hábeas corpus
y no del amparo. En efecto, asuntos que corresponden a esta amplia libertad, tales
como la libertad de trabajo o profesión (STC 3833-2008-AA, ff. jj. 4-7, STC 02235-
2004-AA, f. j. 2), la libertad sexual (STC 01575-2007-HC/TC, ff. jj. 23-26, STC
3901-2007-HC/TC, ff. jj. 13-15) o la libertad reproductiva (STC Exp. N° 02005-
2006-PA/TC, f. j. 6, STC 05527-2008-PHC/TC, f. j. 21), e incluso algunos ámbitos
que podrían ser considerados como menos urgentes o incluso banales, como la
libertad de fumar (STC Exp. N° 00032-2010-AI/TC, f. j. 24), el derecho a la diversión
(STC Exp. N° 0007-2006-PI/TC, f. j. 49), o decidir el color en que la propia casa
debe ser pintada (STC Exp. N° 0004-2010-PI/TC, ff. jj. 26-27), merecerían ser
dilucidados a través del hábeas corpus conforme a dicha postura.

10. En tal escenario, me parece evidente que la situación descrita conspiraría en contra
de una mejor tutela para algunos derechos fundamentales e implicaría una decisión
de política institucional muy desfavorable al mejor posicionamiento de las labores
puestas a cargo del Tribunal Constitucional del Perú. Y es que el diseño urgentísimo
y con menos formalidades procesales previsto para el hábeas corpus responde, sin
lugar a dudas, a que, conforme a la Constitución, este proceso ha sido ideado para
tutelar los derechos fundamentales más básicos y demandantes de rápida tutela, como
es la libertad personal (entendida como libertad corpórea) así como otros ámbitos de
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libertad física equivalentes o materialmente conexos (como los formulados en el


artículo 25 del Código Procesal Constitucional).

11. Señalado esto, considero que el objeto del hábeas corpus deber ser tan solo el de la
libertad y seguridad personales (en su dimensión física o corpórea). Asimismo, y tal
como lo establece la Constitución, también aquellos derechos que deban considerarse
como conexos a los aquí recientemente mencionados. En otras palabras, sostengo
que el Tribunal Constitucional debe mantener al hábeas corpus como un medio
específico de tutela al concepto estricto de libertad personal, el cual, conforme a lo
expresado en este texto, no está ligado solo al propósito histórico del hábeas corpus,
sino también a su carácter de proceso especialmente célere e informal, en mayor
grado inclusive que el resto de procesos constitucionales de tutela de derechos.

12. Ahora bien, anotado todo lo anterior, resulta conveniente aclarar, por último, cuáles
son los contenidos de la libertad personal y las posiciones iusfundamentales que
pueden ser protegidas a través del proceso de hábeas corpus.

13. Teniendo claro, conforme a lo aquí indicado, que los derechos tutelados por el
proceso de hábeas corpus son la libertad personal y los derechos conexos con esta, la
Constitución y el Código Procesal Constitucional han desarrollado algunos supuestos
que deben protegerse a través de dicha vía. Sobre esa base, considero que pueden
identificarse cuando menos cuatro grupos de situaciones que pueden ser objeto de
demanda de hábeas corpus, en razón de su mayor o menor vinculación a la libertad
personal.

14. En un primer grupo tendríamos los contenidos típicos de la libertad personal, en su


sentido más clásico de libertad corpórea, y aquellos derechos tradicionalmente
protegidos por el hábeas corpus. No correspondería aquí exigir aquí la acreditación
de algún tipo de conexidad, pues no está en discusión que el proceso más indicado
para su protección es el hábeas corpus. Aquí encontramos, por ejemplo, el derecho a
no ser exiliado, desterrado o confinado (25.3 CPConst); el derecho a no ser
expatriado ni separado del lugar de residencia (25.4 CPConst ); a no ser detenido sino
por mandato escrito y motivado o por flagrancia (25.7 CPConst); a ser puesto a
disposición de la autoridad (25.7 CPConst); a no ser detenido por deudas (25.9
CPConst); a no ser incomunicado (25.11 CPConst); a la excarcelación del procesado
o condenado cuando se declare libertad (25.14 CPConst); a que se observe el trámite
correspondiente para la detención (25.15 CPConst); a no ser objeto de desaparición
forzada (25.16 CPConst); a no ser objeto de tratamiento arbitrario o
desproporcionado en la forma y condiciones del cumplimiento de pena (25.17
CPConst); a no ser objeto de esclavitud, servidumbre o trata (2.24.b de la
Constitución). De igual manera, se protegen los derechos al libre tránsito (25.6
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CPConst), el derecho a la integridad (2.1 de la Constitución y 25.1 del CPConst)o el


derecho a la seguridad personal (2.24. de la Constitución).

15. En un segundo grupo encontramos algunas situaciones que se protegen por hábeas
corpus pues son materialmente conexas a la libertad personal. Dicho con otras
palabras: si bien no están formalmente contenidas en la libertad personal, en los
hechos casi siempre se trata de casos que suponen una afectación o amenaza a la
libertad personal. Aquí la conexidad se da de forma natural, por lo que no se requiere
una acreditación rigurosa de la misma. En este grupo podemos encontrar, por
ejemplo, el derecho a no ser obligado a prestar juramento ni compelido a reconocer
culpabilidad contra sí mismo, cónyuge o parientes (25.2 CPConst); el derecho a ser
asistido por abogado defensor desde que se es detenido (25.12 CPConst); el derecho
a que se retire la vigilancia de domicilio y que se suspenda el seguimiento policial
cuando es arbitrario (25.13 CPConst); el derecho a la presunción de inocencia (2.24
Constitución), supuestos en los que la presencia de una afectación o constreñimiento
físico parecen evidentes.

16. En un tercer grupo podemos encontrar contenidos que, aun cuando tampoco son
propiamente libertad personal, el Código Procesal Constitucional ha entendido que
deben protegerse por hábeas corpus toda vez que en algunos casos puede verse
comprometida la libertad personal de forma conexa. Se trata de posiciones
eventualmente conexas a la libertad personal, entre las que contamos el derecho a
decidir voluntariamente prestar el servicio militar (25.8 CPConst); a no ser privado
del DNI (25.10 CPConst); a obtener pasaporte o renovarlo (25.10 CPConst); el
derecho a ser asistido por abogado desde que es citado (25.12 CPConst); o el derecho
de los extranjeros a no ser expulsados a su país de origen, supuesto en que el Código
expresamente requiere la conexidad pues solo admite esta posibilidad “(…) si peligra
la libertad o seguridad por dicha expulsión” (25.5 CPConst).

17. En un cuarto y último grupo tenemos todos aquellos derechos que no son típicamente
protegidos por hábeas corpus (a los cuales, por el contrario, en principio les
corresponde tutela a través del proceso de amparo), pero que, en virtud a lo señalado
por el propio artículo 25 del Código Procesal Constitucional, pueden conocerse en
hábeas corpus, siempre y cuando se acredite la conexidad con la libertad personal.
Evidentemente, el estándar aquí exigible para la conexidad en estos casos será alto,
pues se trata de una lista abierta a todos los demás derechos fundamentales no
protegidos por el hábeas corpus. Al respecto, el Código hace referencia al derecho a
la inviolabilidad del domicilio. Sin embargo, también encontramos en la
jurisprudencia algunos derechos del debido proceso que entrarían en este grupo,
como son el derecho al plazo razonable o el derecho al non bis in ídem.
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CIRO ABEL SÁNCHEZ BALLARDO

18. A modo de síntesis de lo recientemente señalado, diré entonces que, con respecto al
primer grupo (los consignados en el apartado 14 de este texto), no se exige mayor
acreditación de conexidad con la libertad personal, pues se tratan de supuestos en que
esta, o sus manifestaciones, resultan directamente protegidas; mientras que en el
último grupo lo que se requiere es acreditar debidamente la conexidad pues, en
principio, se trata de ámbitos protegidos por el amparo. Entre estos dos extremos
tenemos dos grupos que, en la práctica, se vinculan casi siempre a libertad personal,
y otros en los que no es tanto así pero el Código ha considerado que se protegen por
hábeas corpus si se acredita cierta conexidad.

19. Por último, y con respecto de los contenidos iusfundamentales enunciados, considero
necesario precisar que lo incluido en cada grupo es básicamente descriptivo. No
busca pues ser un exhaustivo relato de las situaciones que pueden darse en la realidad
y que merecerían ser incorporadas en alguno de estos grupos.

S.

ESPINOSA-SALDAÑA BARRERA

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