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Este documento resume la exposición artística "Doblar el Humo" de Pablo Andino en la galería Proyecto N.A.S.A.(L). La exposición creó un espacio que parecía haber sido habitado y abandonado, lleno de objetos que sugerían que algo había ocurrido allí. Más que una simple exhibición, fue un "metaacontecimiento" que involucró a los asistentes e influyó en el entorno circundante, desdibujando los límites entre arte, galería y realidad. El humo
Este documento resume la exposición artística "Doblar el Humo" de Pablo Andino en la galería Proyecto N.A.S.A.(L). La exposición creó un espacio que parecía haber sido habitado y abandonado, lleno de objetos que sugerían que algo había ocurrido allí. Más que una simple exhibición, fue un "metaacontecimiento" que involucró a los asistentes e influyó en el entorno circundante, desdibujando los límites entre arte, galería y realidad. El humo
Este documento resume la exposición artística "Doblar el Humo" de Pablo Andino en la galería Proyecto N.A.S.A.(L). La exposición creó un espacio que parecía haber sido habitado y abandonado, lleno de objetos que sugerían que algo había ocurrido allí. Más que una simple exhibición, fue un "metaacontecimiento" que involucró a los asistentes e influyó en el entorno circundante, desdibujando los límites entre arte, galería y realidad. El humo
Me fui de viaje a un lugar en ruinas. Había tres portones entreabiertos y un
alambrado roto. No eran las ruinas de nada en particular. Allí llegó un lugar y se estrelló. Quedaron, luego de eso, las ruinas de un lugar. Y la luz se posaba sobre ellas.
Anne Carson – Charla breve sobre a dónde viajar
La colisión no es solo la violencia del impacto, también son los escombros
desperdigados en torno al choque; después de todo son precisamente estos residuos los que quedan como testimonio del cataclismo. Naturalmente, todos los lugares, especialmente aquellos en los que transcurre la actividad humana, llevan intrínseco el germen de la explosión y el derrumbe. Cada uno de estos escenarios, bajo el lente preciso, se convierte en un hervidero de indicios y de evidencias de algo todavía difuso, pero incuestionable: la inquietud de la inducción.
De esta arquitectura del momento se vale Pablo Andino en su última
exposición Doblar el Humo, producida por la galería Proyecto N.A.S.A.(L), para erigir un altar a la fiesta desde la resaca de su desolación posterior. Ciertamente, tras los primeros pasos en la galería se encuentra une con un espacio habitado en sí mismo, independientemente de la existencia de cuerpos vivos sobre sus superficies; un lugar que ha trascendido su conjugación pasiva para asumir toda la diligencia implícita en el verbo habitar.
Una barra de bar sucia y ennegrecida se erige en el centro desde la galería,
impregnada por las marcas de la transitoriedad y la fricción. Mas allá, en la esquina, entre luces evaporadas crepta el candelabro crustáceo junto al cenicero desairado y las cortinas que naufragan. Se respira zozobra. En la lejanía, una videoproyección de una ducha olvidada y el rostro dibujado en el cuadro de la pared acentúan el vigor animista de cada una de las piezas.
En este sentido, el matiz fenomenológico de Doblar el humo se construye
desde la multiplicidad integradora del instante: esta es una experiencia de canales múltiples que requiere de la presencia y la corporeidad, y de la voluntad del público a dejarse recorrer, el cuerpo también es lugar susceptible de tránsito. Así, la exposición se constituye en un itinerario a través de las secuelas de un evento indeterminado, pero evidente.
Asistimos entonces a un espacio consumido, festejado y abandonado, que sin
embargo continúa irradiando destellos de presencia: “Aquí se estrelló alguien” pareciera ser susurro del rostro en la pared. Del otro lado de la sala, el perro gato y las flores fritas adornan estas ruinas. Sobre estas configuraciones, es preciso destacar que para Andino el montaje de las obras y de la exposición se convirtió en eje fundamental de la propuesta de Doblar el Humo y en un laboratorio para desdibujar las separaciones entre producción y creación.
En este sentido, las piezas de Doblar el Humo conforman un ecosistema
autónomo que converge en un organismo vivo, que a modo de crustáceo se mueve entre lo orgánico y lo inorgánico; mitad piedra, mitad agua. Y es desde esta cualidad desde la que surgen los gaseosos tentáculos con los que Andino evapora las líneas fronterizas de la práctica artística y galerista, especialmente en una ciudad como Guayaquil, y en un escenario concreto como lo es Puerto Santa Ana, el complejo turístico y comercial de férrea regulación municipal en el que se encuentra ubicada la galería.
Más que una exposición Doblar el humo fue un metaacontecimiento, un
organismo crustáceo que emprendió su propia marcha, más allá de las riendas de su creador, y que se convirtió en una catapulta para la intervención fenomenológica directa: inmiscuirse en las mecánicas mismas de la experiencia y la realidad.
Así, a partir de un aspecto formal como fue la fecha inauguración, la
exposición se encarnó en obra a partir del microcosmos social que se gestó el día de su apertura. En pleno contexto pandémico y municipal, Doblar el Humo transformó la galería de Proyecto N.A.S.A.(L) en un punto de colisión para todas sus asistentes. Allí ese día se estrellaron varias personas, y siguieron estrelladas el día siguiente con el chuchaqui característico del encuentro con Dionisio. El ritual festivo presentado como cenizas escondía chispas en el fondo del cenicero.
Doblar el Humo parte de la dimensión sensible de cada una de sus piezas,
para luego a partir de la sintaxis entre ellas germinar el acontecimiento, como un hálito de vapores y alientos. Y en tanto fenómeno gaseoso, esta exposición desbordó los confines de la galería y de los horarios de atención al público para llevar su humareda a los flujos mismos que ocurrían a su alrededor. Efectivamente, quienes veían la exposición desde la distancia también encontraron que allí se había estrellado una persona y que su colisión había quedado codificada en lo sensible.
Así, las obras que conformaban la exposición se fundieron en el fenómeno
integrador de su presentación, convirtiéndose todas ellas en elementos tangibles de una obra sin cuerpo. Al mismo tiempo, Doblar el Humo propuso una subversión en torno a los procesos expositivos convirtiéndolos en engranajes de transformación, del espacio, de las personas, del entorno; del tiempo. De toda obra se puede decir que tiene determinado impacto sobre su público, pero en muy pocas puede una impactarse. La obra no se contempla; se experimenta.