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En América Latina, esta meta aún está muy lejos, según el Banco Interamericano de
Desarrollo (BID) en esta región, la participación promedio del PIB invertida en
infraestructura es de 2,3%. En el caso de México, la situación no es mucho mejor, siendo
la tasa promedio entre 1996 y 2020 de 3.03%. Sin embargo, este dinero en
infraestructura es una condición necesaria pero no suficiente para promover el
crecimiento económico, ya que estas inversiones deben ser para proyectos que generen
beneficios sociales y económicos. Una sociedad más grande, ya que hay muchos casos en
los que la mala planificación ha resultado en estructuras de inversión costosas, que
deben verse como un desperdicio económico en lugar de una inversión.
Esto significa un cambio de paradigma para incluir una evaluación basada únicamente en
indicadores de rentabilidad financiera. Bajo las disposiciones del Secretario General
Adjunto, los proyectos deben estar alineados con objetivos ambientales, con condiciones
de justicia social definidas dentro de un marco legal que brinde certeza a los diversos
actores. En este sentido, la infraestructura debe verse fuera de las estructuras simples,
pero como entidades reales de generación de servicios, como se indica en el documento
“Structure to Service” publicado por el Banco Islámico de Desarrollo. También hay
beneficios significativos al incluir los criterios ESG en el marco de evaluación de los
proyectos de infraestructura.
Al considerar los estándares ambientales, esto no solo ayuda a asegurar los acuerdos
naturales que nuestro país ha firmado, sino que también toma en cuenta la resiliencia de
la infraestructura al cambio climático. Lo anterior genera ahorros millonarios en
conceptos de mantenimiento, en este sentido, para el sector vivienda, se ha encontrado
que los proyectos que brindan materiales más amigables con el medio ambiente tienen
una tasa de venta más rápida. Más alto, esto se debe a la conciencia de la gente sobre el
problema.
Asimismo, la evaluación de los aspectos sociales significa que se reducirán los riesgos por
parte de los residentes que se nieguen a construir infraestructura, ya que se considerarán
de inmediato las necesidades de los residentes.Desde el principio, crear un diálogo lo
antes posible. Etapa de anteproyecto, evitarás retrasos en la construcción por objeciones
de la gente. El establecimiento de políticas de buen gobierno tanto para las empresas
constructoras como para los contratistas de proyectos de infraestructura debe garantizar
la financiación adecuada para completar su construcción.
La introducción de estándares ESG debe verse como una inversión en las empresas de
desarrollo de infraestructura, ya que reducirá el riesgo de interrupción del negocio
debido a violaciones de los estándares No se tienen en cuenta las regulaciones
ambientales o debido a la presión social de los residentes que se oponen a la
construcción de sus proyectos Por otro lado, al preparar el análisis de sistemas durante la
fase del proyecto, conduce a un análisis completo de las inversiones y, por lo tanto, de
los beneficios esperados.