Está en la página 1de 2

EL MENSAJE DE JESÚS1

El Reino de Dios y el Reino de los Cielos, como lo llama el evangelio de Mateo, son lo mismo, ya
que los judíos nunca pronuncian el nombre de Dios -ni lo nombran siquiera-, y utilizan
sustitutivos para referirse a Él. El «Reino de Dios» es Dios mismo; desde un punto de vista
concreto: el de su actuación en este mundo y en esta historia nuestra.

La cuestión planteada a los contemporáneos de Jesús, es si Dios actúa en este mundo y en esta
historia o no. Esto quiere decir que la esperada actuación de Dios en este mundo comienza ya,
que ya se nota su presencia. Jesús nunca describe el Reino de Dios. No dice qué es, ni qué
significa esa actuación de Dios en el mundo. Por una razón sencilla: todo ello está descrito con
suficiente claridad en el Antiguo Testamento.

Ahora bien, ese Reino de Dios tiene unas características concretas:

Creo que tres son las principales.

La primera es que el Reino de Dios está vinculado a la persona de Jesús. De aquí va a surgir un
punto de conflicto en la vida de Jesús. La pertenencia al Reino de Dios, es decir, el dejar que
Dios actúe sobre uno, se vincula a la aceptación de esta predicación que Jesús hace. Fijémonos
con qué frecuencia aparece en el evangelio la siguiente pregunta de los judíos a Jesús: «Tú, ¿con
qué autoridad haces eso?» (Mt 2 1, 23-27). Tenemos aquí recogida una realidad histórica sufrida
por Jesús, ya que está atestiguada en todos los escritos: la actitud de los judíos que piden a
Jesús una prueba que legitime su mensaje como procedente de Dios.

Frente a esa actitud de los judíos está la vivencia de filiación respecto a Dios por parte de Jesús.
(Es ésta una pregunta que todo el mundo hace, en cuanto se inicia en el estudio de la persona
de Jesús, y que ahora no voy a tratar: ¿sabía Jesús que era Dios? ¿Que era Hijo de Dios? Jesús va
adquiriendo a lo largo de su vida, cada vez de manera más clara, una conciencia más viva de su
relación con Dios, que es una relación de filiación peculiar e irrepetible. En el fondo, ¿por qué
sabe Jesús que el Reino de Dios está cerca? Lo sabe porque lo experimenta en su oración, en su
relación con Dios.

La segunda característica es que el Reino de Dios llega para todos y llega gratuitamente. Eso,
en parte, está ya en el Antiguo Testamento. La novedad de Jesús consiste en que hace una
interpretación sesgada del Antiguo Testamento. La idea de Jesús es que Dios nos quiere
independientemente de cual sea nuestra actuación. Eso es lo que significa que Dios es nuestro
Padre, que es amor incondicionado. De lo cual no se puede deducir que dé lo mismo cuál sea
nuestro comportamiento. Al revés: precisamente porque Dios nos quiere sin condiciones -es
decir, también independientemente de lo que hagamos-, es por lo que nosotros nos sentimos
apremiados a corresponder con todas nuestras fuerzas al amor incondicionado de Dios.

1
Bustos Saiz José Ramón. Cristología Para Empezar.
La tercera característica, consecuencia de la anterior, es que los primeros destinatarios de
Dios, según Jesús, son los pobres. Por «pobres» hay que entender, primero, aquellos a los que
todo el mundo llama pobres, es decir, los que no tienen dinero, los que no tienen para comer,
los pobres. ¿Por qué son los primeros? Porque, en la concepción veterotestamentaria, la riqueza
es una bendición de Dios. Si la riqueza es bendición de Dios, quien es pobre no posee esa
bendición. Jesús, en contra de la concepción dominante, afirma que la bendición de Dios, su
Reino, esa actuación de Dios que ya está llegando, viene preferencialmente para todos aquellos
que parecen estar dejados de su mano. Pobres son también los enfermos, que en la concepción
judía contemporánea no tienen la bendición de Dios. Precisamente por eso están enfermos. Si
Dios los quisiera, estarían sanos.

¿QUIÉNES SON LOS POBRES?

Pobres son los marginados de la sociedad, término correlativo al concepto de cumplimiento de


la ley. Téngase en cuenta que con mucha frecuencia el pobre está realmente impedido de ser un
buen cumplidor de la ley, aunque sólo sea por la imposibilidad, por razones económicas, de
procurarse todo lo necesario para ofrecer los sacrificios prescritos en la Ley.

El hombre que cumple la Ley es el hombre integrado en la sociedad judía; por tanto, el que no
cumple la Ley es el desintegrado, el marginado. Pobre es el huérfano menor de doce años, la
viuda sin hijos; ambos carecen de «personalidad jurídica», no pueden ir a un tribunal a reclamar
una tierra como suya. Pobres son las prostitutas. Éstas, por definición, no cumplen la ley, son
mujeres sin marido ni hijos que les representen; son el ejemplo eximio de la marginación.
Pobres son los publicanos. Publicano es el que trabaja en la tienda de recaudación de impuestos
para los romanos. Fijémonos cuán frecuentemente aparecen citados juntos en el evangelio los
publicanos y las prostitutas. Una de las parábolas más típicas de las empleadas por Jesús para
referirse al Reino es la parábola de los invitados al banquete de bodas (Lc 14,15-24; Mt 22,240).

Todas empiezan por: «el Reino de Dios se parece a… incluso, quizá algunas de ellas las
pronunció Jesús durante alguna de sus comidas con los pobres y marginados. Pues bien, según
la mencionada parábola, hay algunos comensales que están invitados por su propio derecho: el
pueblo judío, teóricamente cumplidor de la ley. Pero estos invitados no quieren ir al banquete,
es decir, rechazan el don gratuito del amor de Dios que es el Reino. Entonces el rey manda salir
a los caminos para invitar a todos, tanto a los buenos como a los malos. Todos están llamados
ahora al Reino, a disfrutar del amor gratuito e incondicional de Dios. También todos los que no
cumplen la ley y todos los que parecía que estaban dejados de la mano de Dios: pobres,
prostitutas, pecadores, publicanos, enfermos, hasta los paganos. Todos, “todos".

También podría gustarte