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¿De qué puedo hablar que ya no lo haya hecho? Mirando la pantalla en blanco
vienen a mi mente varios temas pendientes: ¿empoderamiento y emprendimiento?
¿formas no visibilizadas de violencia machista? ¿Cómo detectar y sacar de tu vida
a un patán? Tantos temas interesantes…
Pelé por una listica que tengo en mi escritorio “Maternidad y divorcio es igual a
pobreza en la sociedad patriarcal”, “El incumplimiento masculino de los deberes de
manutención de las hijas/os como forma de violencia patrimonial contra las
mujeres”, encontrando uno que me ha venido rondando la cabeza por el uso y
abuso de la palabra “empoderamiento”, decidí escribir sobre “Las Mujeres
Maravilla no tienen vida propia”.
La división sexual del trabajo y los roles de género han sufrido cambios
adaptándose a los tiempos, ya no es la señora de vestidos largos y enaguas de
1910 que solo vivía para ser el ángel del hogar e ir a misa, o la señora con 5 o 7
hijos/as dedicada a oficios “propios de su género” de 1950, en los tiempos que
corren es la Mujer Maravilla que estudia, trabaja, es madre y de paso, aún le
deben quedar fuerzas para ejercer de geisha, y todo esto con una sonrisa, buena
disposición y sin quejas ni reclamos.
Y del mandato social pasamos a la auto exigencia personal para cumplir con el
estereotipo y sus consecuencias: una persona agobiada con las
responsabilidades, física y emocionalmente cansada, que no tiene calidad de vida
y mucho menos vida personal, se vive, viviendo en otros y para otros, eso tiene un
alto costo que solo pagan las mujeres.
Las mujeres no tenemos por qué ser “Mujeres Maravillas”, tenemos el derecho a
cansarnos, a decir no, a dejar que la casa se caiga de sucio o de desorden porque
no hay manos que asuman su cuota parte de responsabilidad, a dejar que sea otra
persona que resuelva qué se va a comer, que lave el baño, o vaya a las reuniones
del colegio. ¿Hasta cuándo seguimos siendo víctimas del perfeccionismo
domestico? Las únicas mujeres que se han hecho famosas y han sacado dinero
de las actividades domésticas o “maternas” son Ana Teresa Cifuentes “La Perfecta
Ama de Casa”, Kristina Wetter y las señoras que trabajaban dando consejos en
Casa ClubTv. Del resto, el trabajo doméstico y de cuidado no es apreciado y
menos aún agradecido ni remunerado.
En este sentido, todas deberíamos leernos un libro con un título algo vulgar pero
muy real de un psicólogo venezolano “Cómo mandar a la gente al carajo”. Si, eso
es necesario hacerlo de vez en cuando por salud mental. Poner cada cosa y a
cada gente en el lugar que les corresponde y aprender a establecer límites. No
podemos vivir complaciendo a todo el mundo.
No es fácil llegar a decir “soy una mujer empoderada” pero vale la pena vivir el
proceso, habrán días mejores que otros, metas que se alcanzarán y otras que se
sentirán aún lejanas, pero se trata de eso, de un proceso de aprendizaje para vivir
feliz consigo misma.