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El derecho a decir no, el rechazo femenino como una ofensa a la

masculinidad

En general, todos los hombres suelen manejar mal, unos más que otros, el
rechazo de las mujeres a sus avances amorosos o sexuales, unos se los toman
filosóficamente a guasa pero otros lo interpretan como una ofensa a su virilidad,
de esos casos es que vamos a hablar, porque son los que lamentable y
generalmente, terminan en acoso sexual, violencia física e incluso en feminicidios.

La masculinidad en una sociedad machista es muy “frágil”, los hombres


sienten que deben demostrar siempre que lo son, que siempre están disponibles y
preparados para responder sexualmente, y que son superiores en todo sentido
respecto de las mujeres porque de ellos se espera que sean valientes, decididos,
acertados, objetivos, buenos proveedores, excelentes amantes, y pare Ud. de
contar, la sarta de estereotipos de género que también los afectan pero con los
cuales se han sentido identificados porque les asigna el poder. Sarna con gusto no
picaba, hasta que las mujeres empezaron a hablar y dar sus testimonios de abuso
sexual.

Algunos señoros asumen como atentado a su virilidad un “no” femenino,


ese “rechazo” es interpretado como ofensa porque ¿cómo se le ocurre
rechazarme a mí?¿Qué se cree ella, que está muy buenota?¡Debería dar gracias
a que yo la mire! …y por ahí se despeña la cosa cuando un hombre se siente
herido en su masculinidad machista, hay otras formas de ser hombres, pero como
esas no son el problema, nos referimos a la machista. Y la reacción de estas
personas suele ser agredir a las mujeres para hacerles pagar su impertinencia y la
ofensa, a alguien que espera ser siempre aceptado, porque en su cabeza no cabe
la posibilidad de que las mujeres puedan ser selectivas y tengan derecho a decir
no.

Es como si las mujeres no tuvieran derecho a tener discernimiento ni


albedrío, a tener libertad de decir no sin dar excusas ni explicaciones. Lo podemos
evidenciar en la forma que todas hemos utilizado en algún momento para zafarnos
de un tipo con el que no queremos estar o para detener los avances de un
pretendiente indeseado: “ya tengo novio”. ¿Por qué se utiliza este recurso en lugar
de decir abiertamente no y punto? Porque entre otras cosas está probada su
efectividad, basta decirlo y el tipo de retira, incluso ofreciendo disculpas al otro
macho no presente; porque sabemos que si decimos no y que la decisión de
rechazar al señoro es nuestra, nos exponemos a una reacción agresiva que no
vamos a poder manejar porque físicamente no tenemos la fuerza de nockearlo con
un golpe, entonces preferimos sonreír angelicalmente y decir suavemente “tengo
novio” aunque sea mentira, para que se vaya rápidamente en paz y nos deje
tranquilas, ¡los contrapoderes que nos decía nuestra Maestra Evangelina García,
es un Baygón comprobado!

Y molesta entender que el baboso se retira no por respeto a la mujer sino


por el pacto fraterno machista, ese que les lleva a no pisarse las mangueras y a no
invadir “propiedad ajena” aunque el otro macho no esté presente, es muy raro
cuando los hombres violan este pacto no escrito persistiendo en sus avances, a
las mujeres está actitud nos prende las alarmas rápidamente, porque significa que
el tipo es capaz de agredir, y sabemos además, que solo lo detendrá otro hombre
que se le oponga y lo confronte, porque las mujeres no lo podemos detener sin
asistencia masculina, salvo que sean karatekas o tengan un arma de fuego que
sepan utilizar muy bien, pero de allí, deberán salir huyendo porque están en un
real peligro para su integridad e incluso, de sus vidas.

Tan mal llevan algunos hombres el rechazo femenino que se quejan


amargamente en la “friend zone”, una especie de limbo o zona maldita que ellos
mismos crearon para referirse a esa situación donde una mujer no los acepta
como pareja pero los mantiene como amigos, donde ellos tienen la esperanza de
que algún día ella rectifique y los suba de nivel, como en los juegos de
computadora. Porque no conciben que hombres y mujeres puedan tener amistad
sin ningún interés sexual, mito culturalmente establecido de que la amistad entre
hombres y mujeres es imposible, como si la única forma de relacionarse fuera la
sexual.

Es un problema cultural machista que es indispensable superar. Que una


mujer no acepte las propuestas masculinas no debe ser interpretado como ofensa
o descalificación, no debe dar lugar a resentimientos ni a venganzas. Las mujeres
tienen el derecho a seleccionar con quien sí y con quién no. No somos propiedad
de nadie ni estamos obligadas a ser amables o cordiales con cualquier hombre al
que le parezcamos atractivas. Y esa “dignidad” masculina ofendida por el
“injustificado” rechazo femenino es una conducta machista socialmente
comprendida y aceptada. La institución del “guayabo amoroso” y la cantidad
ingente de canciones dedicadas a la mala mujer que los rechazó. Los titulares de
“crímenes pasionales” y las cabezaditas de asentimiento cuando se explican que
“la mató por celos”, así como la reacción virulenta cuando las mujeres corregimos
diciendo que son femicidios y que a nadie la matan “por amor”. Ese es el pan de
cada día, el mundo en vivimos y tenemos que surfear las mujeres, cada día de
diferentes formas, porque las violencias machistas son un problema estructural de
la sociedad.
Pareciera una trama de película mexicana de principios del siglo XX, pero
lamentablemente el imaginario masculino dentro de las sociedades machistas (y
todas lo son), no ha cambiado mucho en éste aspecto. Ciertamente cada vez son
menos los hombres que reaccionan con violencia al rechazo femenino, pero
todavía los hay y no son pocos, porque por ellos tenemos el alto índice de
feminicidios y de violencias contra la mujer. El patrón cultural machista de que las
mujeres son desiguales e inferiores al hombre persiste aún en pleno siglo XXI. Por
eso a muchos les molesta que una mujer sea su jefa, les de órdenes, ellas sean
libres, autónomas, sexualmente activas, y que además los rechacen como pareja.

Ser víctima de abuso, acoso y violencia sexual para las mujeres es terrible,
porque las conductas masculinas machistas violentas para someter y controlar a
las mujeres aún siguen estando invisibilizadas, normalizadas y naturalizadas, al
hombre se le sigue viendo como el que debe tener el poder en una pareja, el que
decide, el que domina, mientras las mujeres deben ser “femeninas” y dejarse
someter, que sea el señoro el que conduzca, por todos los estereotipos
relacionados al sexo masculino mencionados anteriormente.

A las mujeres, decir no nos expone a ser agredidas, no creídas, no


respetadas, porque no se nos reconoce ese derecho, a negarnos porque no
queremos. Cuando un macho depredador fija su objetivo en una víctima, no la
deja hasta que lo logra, para él solo es un trofeo. Hay que leer lo que explica Rita
Segato respecto a los violadores y sus motivos: ellos lo hacen, entre otras cosas,
para validar su masculinidad frente al resto de los hombres. ¿Cómo ha sido la
reacción ante los testimonios de abuso sexual por Twitter? La falsa objetividad, los
llamados a denunciar “oportunamente”, la descalificación de las víctimas, las
dudas sobre la veracidad de su relato, el reproche por “desprestigiar” la reputación
de los agresores, no importando que entre las víctimas, hubo una niña de solo 6
años, entre otras tantas reacciones donde se evidencia la total falta de empatía,
asertividad y calidad humana.

Pero así como hubo solidaridades automáticas con los agresores y falsas
neutralidades, hay que decir también que hubo una respuesta contundente de
apoyo respetuoso a quienes se atrevieron a hablar. Probablemente no hallarán
justicia, pero su testimonio será muy útil para que otras se atrevan a hablar, a
buscar ayuda y a denunciar. La violencia no es un destino fatal, vivir sometidas
con miedo no debe seguir sucediendo, las víctimas de acoso, abuso y violencia
sexual tienen derecho a hablar con libertad, sus agresores verán qué hacen,
porque la impunidad no es un derecho, no desde ahora. Así que amiga
#YoTeCreo

Ana Mary Risso Ramos

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