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Ese es el “sujeto tácito” de la oración: una mujer que necesita o quiere trabajar,
nunca lo será un hombre, porque los hombres nunca han necesitado conciliar
nada, se levantan, se bañan, se visten y se largan muy frescos al trabajo. Allá el
ropero sucio por falta de agua, las/os hijos enfermos y con fiebre, la lavadora
dañada esperando al técnico que la repare, o la casa desordenada y pendiente de
limpieza, esas no son “responsabilidades” que la sociedad les asigne a ellos.
¿Conciliar con quién?, ‘Quién concilia y para qué?, pareciera uno de esos nuevos
términos y pretenden cambiar al mundo. Suena bien al oído: Conciliar! Llegar a
acuerdos, negociar. El asunto es: con quiénes deben “negociar” las mujeres para
conciliar, ¿en qué términos se haría esa negociación?, ¿cuáles son las partes que
negocian?, ahí está el detalle, como decía el sabio Cantinflas!!.
Las mujeres han conciliado toda la vida, desde que comenzaron a tener doble
presencia en los espacios públicos y privados (por la razón que haya sido),
empezó el problema/dilema/conflicto de ¿A quién le dejo los muchachos? ¿Quién
se encarga de “mis responsabilidades” mientras no estoy en casa?, ¿En quién
delego por un rato el peso de las actividades domésticas y de cuidado para hacer
algo diferente y de interés particular?. Las mujeres siempre hemos tenido que
resolver con nuestros propios medios y recursos la salida del hogar, usualmente
ayudadas por otras mujeres: madres, abuelas, hermanas, vecinas, y si tienen
recursos económicos, contratando (a otra mujer) que cuide y limpie nuestro hogar.
Las mujeres siempre han conciliado, bien o mal, con conflictos o sin ellos, en
función de los recursos humanos y económicos a su disposición, a costa de su
salud y sacrificando horas de sueño, vida personal, desarrollo profesional y
económico. En pleno Siglo XXI ¿todavía vamos a seguir hablando de conciliación,
como una novedad, sin incluir ni hablar de la corresponsabilidad de los hombres
en todas las tareas del hogar?
Por este motivo es que importan las palabras, como dice la filósofa española
Amelia Varcarcel respecto a la participación de las mujeres en diferentes ámbitos:
“no queremos cuotas, queremos paridad”, tenemos derecho a todos los derechos.
Así que debemos cambiar el discurso, debemos exigir corresponsabilidad parental
y familiar, esto si implica un cambio estructural porque involucra a todas las
personas responsables en la solución de un problema colectivo no un asunto de
las mujeres.