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¿En qué consisten los principios de publicidad, consecutividad, unidad de

materia e identidad flexible en el trámite formativo de la ley?

Principio de publicidad

El principio constitucional de publicidad de las actuaciones públicas, propende por la


prevalencia de los derechos fundamentales al debido proceso y al acceso a la
administración de justicia (artículos 29 y 229 de la Constitución Política), dado que se
garantiza el ejercicio de los derechos de defensa, de contradicción y de impugnación
previstos en el ordenamiento jurídico. De manera que, la notificación del inicio y de las
distintas actuaciones efectuadas en desarrollo de un proceso, permiten hacer valederos los
derechos procesales constitucionales de los asociados, ya que faculta a las partes y a los
intervinientes tanto para oponerse a los actos de la contraparte como para impugnar las
decisiones adoptados por la autoridad competente dentro de los términos previstos en la ley.

Ahora bien, la obligación de notificar a las partes e interesados, se establecen en virtud de


un mandato constitucional consagrado en el artículo 29 de la Constitución Política, el
principio de publicidad, visto como instrumento para la realización del debido proceso,
implica la exigencia de proferir decisiones debidamente motivadas en los aspectos de hecho
y de derecho, y el deber de ponerlas en conocimiento de los distintos sujetos procesales con
interés jurídico dentro del proceso, a través de los mecanismos de comunicación instituidos
en la ley, con el fin de que puedan ejercer sus derechos a la defensa y contradicción.

Principio de consecutividad

Con fundamento en el artículo 157 de la Constitución, de acuerdo con cuyas voces para
que un proyecto pueda ser ley es necesario que haya sido aprobado en primer debate en la
correspondiente comisión permanente de cada cámara, así como haber sido aprobado en
cada cámara en segundo debate. En reiterada jurisprudencia la Corte Constitucional ha
formulado el denominado principio de consecutividad que, precisamente, consiste en que,
por regla general, el proyecto de ley debe surtir un total de cuatro debates completos e
integrales para que lo aprobado o improbado tenga plena validez. La exigencia de
consecutividad se predica de las materias o núcleos temáticos, por lo que el principio
examinado en lugar de ser absoluto es relativo y, por lo tanto, el texto sometido a la
consideración del Congreso de la República no tiene que ser idéntico durante los debates
reglamentarios, aunque las variaciones deben ser susceptibles de clara adscripción a alguno
de los núcleos temáticos que se hayan debatido durante todo el proceso formativo de la ley.
Así pues, el principio de consecutividad resulta plenamente observado cuando se lleva a
cabo el número de los debates reglamentarios de manera sucesiva en relación con los temas
de que trata un proyecto de ley o de acto legislativo y no sobre cada una de sus normas en
particular, pues lo exigido por la Carta es que las distintas etapas del proceso legislativo por
ella consagrado se agoten en relación con la materia sometida a regulación, pero no que se
agoten en relación con cada uno de los puntos susceptibles de abordar en la materia.
 

Principio de unidad de materia

El principio de unidad de materia está consagrado en el artículo 158 de la Constitución,


cuando prescribe que "todo proyecto de ley debe referirse a una misma materia y serán
inadmisibles las disposiciones o modificaciones que no se relacionen con ella".

Principio de Identidad flexible

Se ha definido el principio de identidad flexible como aquel que exige que el proyecto de
ley se conserve siempre el mismo a lo largo del trámite legislativo, en cuanto a su materia o
núcleo temático, razón por la cual las modificaciones o adiciones introducidas como
artículos nuevos deben tener un vínculo razonable con el tema general del proyecto en
curso, lo cual implica que (i) dichos cambios se refieran a temas tratados y aprobados en el
primer debate, y (ii) que éstos temas guarden estrecha relación con el contenido del
proyecto, advirtiendo la Corte que aún en el cuarto debate se pueden introducir adiciones al
proyecto de ley siempre que éstas tengan conexidad temática directa con la materia que
venía siendo discutida en los debates anteriores. Así en sentencia C-141 de 2010
refiriéndose al principio de identidad se precisó que: “El principio de identidad es el
nombre que se ha asignado a la exigencia contenida en el artículo 157 de la Constitución,
de acuerdo con el cual ningún proyecto podrá convertirse en ley sin haber superado dos
debates en comisiones permanentes de una y otra cámara, y otros dos en las respectivas
plenarias. De esta forma se espera que el proyecto que inicia su trámite en primer debate
sea, en lo esencial, el mismo que es aprobado en cuarto debate. Esto no significa que no se
puedan hacer modificaciones al texto del proyecto, posibilidad que consagra expresamente
el artículo 160 de la Constitución, sin embargo, éstas no podrán incluir temas nuevos, es
decir, deberán guardar identidad con lo debatido y aprobado en las comisiones. Desde este
punto de vista deberá existir una relación de conexidad material entre el proyecto y las
modificaciones que se propongan al mismo.

Fuente formal: Constitución Política - articulo 29 / articulo 228 / articulo 229 / articulo
157 / articulo 160 / articulo 158 / sentencia C-141 de 2010.

¿Que implica que las razones de la demanda sean claras, ciertas, especificas,
pertinentes y suficientes?

Las razones en que sustenta la demanda deben ser claras, ciertas, específicas, pertinentes y
suficientes.

1. La claridad de la demanda se predica de aquella que tiene una coherencia argumentativa


tal que le permita a la Corte identificar con nitidez el contenido de la censura y su
justificación. Aunque debido al carácter público de la acción de inconstitucionalidad no
resulta exigible la adopción de una técnica específica, como sí sucede en otros
procedimientos judiciales, no por ello el demandante se encuentra relevado de presentar las
razones que sustentan los cargos propuestos de forma coherente y comprensible.

2. La certeza de las razones que respaldan los cargos de inconstitucionalidad, tiene que ver
con que los cargos se dirijan contra una proposición normativa “real y existente”. Esto es,
que esté efectivamente contenida en la disposición acusada y no sea inferida por el
demandante, implícita o construida a partir de normas que no fueron objeto de demanda.
La certeza exige que la norma que se acusa tenga un contenido verificable a partir de la
interpretación de su propio texto.
3. El requisito de especificidad hace referencia a que la demanda contenga al menos un
cargo concreto contra las normas demandadas. En este orden de ideas, se oponen a la
especificidad los argumentos “vagos, indeterminados, indirectos, abstractos y globales’ que
no se relacionan concreta y directamente con las disposiciones que se acusan”. Los
argumentos expuestos por el demandante deben establecer una oposición objetiva entre el
contenido del texto que se acusa y las disposiciones de la Constitución Política.

4. La pertinencia de los argumentos de la demanda de inconstitucionalidad está relacionada


con que el reproche formulado por el peticionario sea de naturaleza constitucional, y no
fundado solamente en consideraciones legales y doctrinarias. Por ello, son impertinentes los
cargos que se sustenten en la interpretación subjetiva de las normas acusadas a partir de su
aplicación en un problema particular y concreto, o en el análisis sobre la conveniencia de
las disposiciones consideradas inconstitucionales, entre otras.

5. Por último, la suficiencia se predica de las razones que guardan relación, por una parte,
“con la exposición de todos los elementos de juicio (argumentativos y probatorios)
necesarios para iniciar el estudio de constitucionalidad respecto del precepto objeto de
reproche” y, por otra parte, con el alcance persuasivo de los argumentos de la demanda que,
“aunque no logren prime facie convencer al magistrado de que la norma es contraria a la
Constitución, si despiertan una duda mínima sobre la constitucionalidad de la norma
impugnada, de tal manera que inicia realmente un proceso dirigido a desvirtuar la
presunción de constitucionalidad que ampara a toda norma legal y hace necesario un
pronunciamiento por parte de la Corte Constitucional”.

Fuente formal: Sentencia C-277/11

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