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A) FORMACTON DEL COMPONENTE AFECTTVO DE LA CONCTENCTA Y DEL

TEMPERAMENTO DE LA PERSONALIDAD

Cuando el niño llega por primera vez al nido o al grado inicial de su vida escolar, ya tiene una
manera de ser bastante definida. Esta manera de ser es muy distinta de un niño a otro, como todos
sabemos. Seguramente a esta edad, lo que distingue a un niño de otro son sus rasgos emocionales,
pues sus capacidades cognrtivas serán evidentes en los meses o años siguientes. Más aún, sus
verdaderas características o atributos personales, recién quedarán definidos en los años de su
adolescencia.

En efecto, los estudiosos del comportamiento infantil han demostrado que los niños tienen
rasgos temperamentales propios desde que nacen. Por eso se dice que el temperamento es innato,
que es hereditario, que es constitucional, que es el componente biológico de la personalidad.

Por otro lado, pocos esquemas teóricos han destacado la importancia del desarrollo de
la emotividad como lo hizo Wallon. Por supuesto que se puede describir los rasgos psíquicos de la
emotividad del recién nacido, del infante de meses o de menos de tres años de edad. Pero si no
hay una teoría que explique la integridad del desarrollo personal, estas descripciones quedarán
como cuestiones sin importancia y sin mayor trascendencia en la vida del niño. Muchos infantes
aún pequeñitos han recibido fuertes llamadas de atención, pelmazos y hasta latigazos por ser
inquietos o por querer comer. La estimulación temprana aparece como una obra más de buena
voluntad que de una verdadera contribución al desarrollo de una personalidad.

Pero además de estos problemas, que podrían parecer irrelevantes, hay el interés por prevenir y
atender los serios problemas de conducta que aparecen en la adolescencia (no en la infancia); y
para ello se requiere de una teoría coherente que nos permita explicar qué procesos son los que
realmente determinan que una persona inteligente, pueda llegar a ser un mal trabajador, un
incapacitado para eltrabajo o un indeseable.

Por ejemplo, según el llamado "estudio de Nueva York", se han llegado a distinguir hasta nueve
clases de rasgos en los infantes pequeños que pueden servir para predecir su manera de ser
como escolares o adultos. Estos rasgos son: 1) el nivel y extensión de la activídad motora; 2) el
ritmo o grado de regularidad de las funciones, como comer, eliminar excretas y el ciclo de sueño y
vigilia; 3) la respuesta a una persona u objeto nuevo, respecto de siacepta la nueva experiencia o la
rechaza; 4) el grado de adaptación de su comportamiento a los cambios de ambiente; 5) la
sensibilidad a los estÍmulos; 6) la intensidad o grado de energía de sus respuestas; 7) el humor o tipo
de disposición: risueño o llorón, amable o malhumorado, amigable u hostil; B) el grado de
distraibilidad de lo que está haciendo; 9) la amplitud de su atención y su persistencia en una
actividad.

El mencionado estudio demostró que estos rasgos se mantienen por años, que años más
tarde algunos de los niños son "llevaderos", otros son "poco animososn y otros son "difíciles",
en diversos grados. Otros investigadores han hecho notar que estos rasgos también
cambian y hasta pueden desaparecer en los primeros años escolares. Por eso se dice
que la influencia genética no es tan penetrante respecto de temperamento, y se da importancia al
ambiente en que crece el niño. Otros estudios han mostrado cuán importantes son los rasgos del
temperamento en la etapa escolar. E inclusive, se ha sugerido que muchos problemas
de aprendizaje, como la hiperactividad o la falta de atención se deben a trastornos del
temperamento del niño.

Pero todas éstas son constataciones que nada explican. Estos estudios no ofrecen
respuesta al por qué el niño es así y no como quisiéramos. No explican cómo y por qué un niño
llega a cambiar sú manera de ser, a favor o en contra de las expectativas de su familia o sus
maestros.
Depende pues de cómo satisface sus necesidades internas, como sacia su hambre, su sed, de cómo
se le acaricia o castiga, que el infante se desarrolle afectivamente y exprese sus emociones;
de este modo, sus propias expresiones emocionales modifican su estado interno, subjetivo,
y sobre la base de situaciones como las mencionadas, dichas expresiones van adoptando la
forma de los sentimientos propios de la personalidad en formación.

3. El efecto de la actividad psíquica afectiva de nivel consciente, en los meses y años que
siguen es la de reestructurar sus sensaciones afectivas, las redes neurales que las soportan y, a
través de éstas, la actividad de los tejidos sobre todo viscerales del cuerpo: en este proceso, todo el -
individuo es reestructurado cinéticamente por la información afectiva consciente, es decir, son los
mismos sentimientos los que, conforme, son incorporados y configurados, y cada vez que se expresan,
determinan la formación del temperamento de base social: el temperamento de base inconsciente
que caracterizó al infante desde los primeros momentos de su nacimiento, es reorganizado,
reestructurado por dicha información de tipo consciente. Y no es como dicen algunos que el
temperamento de base genética desapatezca, sino que es transformado cinéticamente por la
información psíquica afectiva consciente, que justamente refleja a la información social de las
tradiciones de la comunidad y la familia.

A este proceso formativo del temperamento primer componente de la


personalidad-, se añade el desarrollo de los estados de -como
ansiedad, es decir, de la capacidad de
alerta o de receptividad para procesar la diversidad de nuevas situaciones que se le
presentan al infante en el curso de su vida. Además el infante empieza a registrar e incorporar los
diversos tonos de la expresión verbal de cuantas personas le hablan; empieza a comprender
las connotaciones afectivas de las palabras, y a expresar en los sonidos guturales que emite su
propio estado emocional.

Todas estas formas de actividad, esencialmente afectivas, necesariamente se expresan en


el comportamiento del infante, y esta misma forma de actuación objetiva determina la estructuración
de su actividad corporal: de sus gestos, ademanes y los primeros modales, los que quedan fijados
en el semblante y la postura corporal, en sus formas más o menos estables de relacionarse con los
demás.
Lógicamente que, en forma paralela, pero mucho menos definida y organizada, también ha
empezado el proceso formativo del componente cbgnitivo de la conciencia del infante; pero ya
sabemos que el desarrollo cognitivo será mucho destacado al cursar el segundo al tercer año
de la vida y mucho más en el período escolar de la niñez. Con todo, la forma como los
sentimientos organizan los primeros conocimientos que adquiere el infante, inician la conformación de
las disposiciones afectivas, que son la forma como se organiza todo el conjunto de la actividad
psíquica a base de la información afectiva. En el cuadro que sigue, se muestra la estructura de la
actividad psíquica afectiva de la personalidad.

El niño llega pues al nido o al colegio con su propia estructura de sentimientos, sus propios
grados de ansiedad, sus propias disposiciones afectivas y sus propios rasgos psíquicos de su
temperamento; con una conformación característica de sus órganos y tejidos internos y de su
cuerpo, y si alguno de sus rasgos no coinciden con los patrones más preciados de la sociedad, o si
tiene formas de comportamiento (de actuación emotiva) que perturban las relaciones
interpersonales, tendrá que ser modificado necesariamente para que adopte las maneras de
ser que la sociedad espera. Pero para ello, muchas veces, no se tiene las estrategias adecuadas, y
la peor de ellas es la de castigos y recompensas; pues de este modo se entrenan a los
animales del circo o del laboratorio de psicofisiología. El niño no tiene que ser estimulado, sino tiene que ser
educado, no para que adquiera conocimientos, sino para que estructure sus sentimientos
No es reconfortante, sino más bien lamentable constatar que, preocupados por aplicar las técnicas
constructivistas, la formación de los sentimientos en el niño pequeño que garantice una sólida personalidad,
es cuestión de segundo plano; una cuesfión que si es problema se resuelve con castigos o
recompensas, o sin preocuparse por ella si es que se garantiza una formación intelectual adecuada. El
fundamento se encuentra en teorías como las de Piaget, que por concentrarse en la cognición, desdeñan la
afectividad, sugiriendo que son aspectos de la vida psíquica que son como él agua y el aceite, tan diferentes
como la gasolina y el motor, donde ní siquiera se sabe qué es más importante: los genes o el ambiente, o en el
mejor de /os casos en cuánto contribuye cada uno.

Dentro de nuestro esquema respecto deldesanollo formativo de la personalidad, hemos sugerido las premisas
fundamentales sig uientes:

1. El niño nace con un temperamento de tipo animal, determinado por la información psíquica afectiva
inconscienúe que ya dispone desde los últimos meses de la gestación y termina por formarse en los primeros
días después del nacimiento. Gran parte de los rasgos emocionales que muestran los recién nacidos
corresponde, entonces, a su temperamento de base no consciente, o de base ambiental, del mismo tipo que el
temperamento de los animales.

2. A parlir de esta clase de actividad inicial, el niño establece epigenéticamenfe sus primeros contactos
con las personas que le cuidan; pero es la forma de trato que recibe de estas personas lo que determina
cinéticamenfe la formación de la afectividad de tipo consciente, por la cual el infante empieza a guardar
información social afectiva para formar la estructura de sus sentimientos, es decir, el componente afectivo de
su conciencia y así empieza a dejar de ser un individuo humano para convertirse en personalidad. Es posible
que esta formación de los sentimientos -nue se originan en la expresión emocional de los padres y de todas las
personas que cuidan del niño, se acercan a él o lo tratan de algún modo- empiece desde semanas, o
menos probablemente, desde meses atrás antes del nacimiento. Pero es indudable que desde que nace la
cantidad y variedad de información que reciba, procese y almacene en su neocórtex cerebral será imposible de
medir. Además, dependiendo del modo como el bebé procesa toda la información que recibe dentro de su
ambiente social, la cantidad de sentimientos que adquiera tendrá una configuración muy-individualizada e
inconfundible. lmaginemos sólo un instante de la vida del recién nacido en brazos de su madre, y pensemos en
la cantidad de información que recibe sólo de ella: el olor de su aliento, su piel y su ropa; el sabor de su piel, el
pezón, o la leche; el contacto de sus manos, la presión que ejerce contra su cuerpo y la forma con que se
adaptan sus brazos y su regazo a la forma del cuerpo del bebé; la entonación de su arrullo y de las palabras que
expresa; la temperatura de su cuerpo; la visión de la forma y los gestos de su rostro, además de los sonidos y
ruidos del ambiente y de las personas que podrían estar presentes, la visión de los colores, formas,
contrastes de las cosas y demás personas que podrían estar presentes en ese mismo momento. En los meses
que siguen, estos instantes prosiguen, cambian, se repiten, se atenúan, se intensifi€n, por ejemplo
a la hora de bañarle, cambiarle los pañales y la ropa; cuando duerme o está inmóvil; cuando toma sus
alimentos; cuando juega y manipula los juguetes y otras cosas; cuando está sólo o con las visitas de los
extraños que empieza a conocer; en las reuniones sociales, las fiestas del pueblo, los cumpleaños, las
visitas; cuando está en su dormitorio, en el comedor, en la calle, etc. Cada circunstancia es por sí
misma una avalancha de información que adopta una infinidad de configuraciones a cual más impactantes y
genera diversidad de vivencias afectivas.
CUADRO N'2
ESTRUCTURA PSÍQUICA AFECTIVA DE LA PERSONAL¡DAD

EL SISTEMA AFECTWO-EIIOTM INCONSCIENTE: tas sensaciones afectivas:


. Intrapersonales: sed, hambre/ cenestesia, náusea, dolor, calor, frío
. ínterpetwnales; tacto afectivo (protopático), cosquillas, sensaciones sexuales
. Extrapersonales: olor y sabor; miedo y rabia.

EL SISTEMA AFECTIVO-EMOTM CONSCIENTE: Los sentimientos:


2.1. Intrapersonales:
En relación con la alegría: dicha, placer. felicidad, éxito, júbito, alivio, entusiasmo, animación,
orgullo, optimismo.
En relación con la tristeza: sufrimiento, abatimiento, pena, depresión, nostalgia, abandono,
verg üenza, cu lpa, remordi m iento, melancol ía, malestar.

2.2. Interpersonales:
En relación con el amor: cariño/ ternura, estima/ deseo sexual, lujuria, orgasmo.
En relación drn la cólera: agravio, frustración, indignación, desprecio, envidia, celos, odio, ira,
venganza, disgusto.

2.3- Extrapersonales:
En rclación con la tranquilidad: paz, sos¡ego, calma, serenidad, equilibrio, ecuanimidad
En relación con la angustia: alarma, susto, horror, terror; tensión, preocupación, pavor, pánico,
resentimiento, sorpresa/ admiración, incredulidad, est{lpor, éxtasis, asco.

3. LAS DISPOSICIONES AFECTIVAS


Humor alegre
Humor triste
Humor irritable
Humor angustiado
Humor tranquilo

4. ATRTBUTOS PSÍQUTCOS DEL TEMPERAMENTO


Sensible/insensible
Impulsivo/reflexivo
Calmado/nervioso
Tenso/relajado
Tolerante/rígido

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