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El Virreinato de Nueva España en el siglo XVIII estaba organizado políticamente en reinos y capitanías generales bajo el mando del virrey. La economía se basaba principalmente en la minería, la agricultura, la ganadería y el comercio limitado a otras posesiones españolas. Con la llegada de los españoles, africanos e indígenas, se produjo un sincretismo cultural que dio lugar a una cultura mestiza distinta de la española.
El Virreinato de Nueva España en el siglo XVIII estaba organizado políticamente en reinos y capitanías generales bajo el mando del virrey. La economía se basaba principalmente en la minería, la agricultura, la ganadería y el comercio limitado a otras posesiones españolas. Con la llegada de los españoles, africanos e indígenas, se produjo un sincretismo cultural que dio lugar a una cultura mestiza distinta de la española.
El Virreinato de Nueva España en el siglo XVIII estaba organizado políticamente en reinos y capitanías generales bajo el mando del virrey. La economía se basaba principalmente en la minería, la agricultura, la ganadería y el comercio limitado a otras posesiones españolas. Con la llegada de los españoles, africanos e indígenas, se produjo un sincretismo cultural que dio lugar a una cultura mestiza distinta de la española.
La organización política del Virreinato estaba conformada por
diversos reinos, capitanías generales y señoríos, jerárquicamente organizados bajo el comando del virrey, quien a su vez obedecía a las autoridades peninsulares de la corona, en el Real Consejo de Indias.
Además del virrey, existían otros regidores secundarios, pues el
Virreinato se dividía a su vez en Reinos: Nueva España, Nueva Galicia, Guatemala, Nueva Vizcaya, Nuevo Reino de León, Nuevo México, Nueva Extremadura y Nuevo Santander. Además, existieron las tres Capitanías Generales ya mencionadas, cada una con un gobernador y un Capitán General.
Por último, hubo dos señoríos: el Marquesado del Valle de Oaxaca,
otorgado al mismísimo Cortés y sus descendientes, y el ducado de Atlixco, otorgado en el siglo XVIII a José Sarmiento de Valladares, ex virrey. El Virreinato de Nueva España fue una entidad territorial integrante del Imperio español, establecida en gran parte de América del Norte por la Monarquía Hispánica durante la colonización española de América, entre los siglos XVI y XIX. Se originó tras la caída de México-Tenochtitlan, acontecimiento principal de la conquista, la que propiamente no concluyó sino hasta mucho después, pues su territorio siguió creciendo hacia el norte. Se creó oficialmente el 8 de marzo de 1535. Su primer virrey fue Antonio de Mendoza y Pacheco, y la capital del virreinato fue Ciudad de México, establecida sobre la antigua México-Tenochtitlan. Abarcó una superficie enorme que comprendió los territorios de España en América del Norte, América Central, Asia y Oceanía. Incluyó lo que actualmente es México, más los actuales estados de California, Nevada, Colorado, Utah, Nuevo México, Arizona, Texas, Oregón, Washington, Florida y partes de Idaho, Montana, Wyoming, Kansas, Oklahoma y Luisiana, por parte de los actuales Estados Unidos; así como la parte suroeste de la Columbia Británica del actual Canadá; más la Capitanía General de Guatemala (que incluía los actuales países de Guatemala, el estado de Chiapas, Belice, Costa Rica, El Salvador, Honduras, Nicaragua); más la Capitanía General de Cuba (actuales Cuba, República Dominicana, Puerto Rico, Trinidad y Tobago y Guadalupe); la Provincia de Venezuela y así como, finalmente, la Capitanía General de Filipinas, (comprendiendo las Filipinas, las islas Carolinas y las islas Marianas, en el océano Pacífico, en Asia y Oceanía). Desde 1626 hasta 1642 los españoles se establecieron en el norte de la isla de Taiwán (llamada por los portugueses Formosa; «Hermosa» en castellano). La organización política dividía el virreinato en reinos y capitanías generales. Los reinos fueron: México y Michoacán (1527), Nueva Galicia (1530), Guatemala (1540), Nueva Vizcaya (1562), Nuevo León (1569), Nuevo México (1598), Nueva Extremadura (1674) y Nuevo Santander (1746). Además, hubo cinco capitanías generales: Santo Domingo (1535), Yucatán (1565), Filipinas (1574), Puerto Rico (1582) y Cuba (1777). Estas subdivisiones territoriales tenían un gobernador y capitán general (que en la Nueva España era el propio virrey, quien añadía este título a sus otras dignidades). En Guatemala, Santo Domingo y la Nueva Galicia, estos funcionarios eran llamados presidentes gobernadores, dado que encabezaban reales audiencias. Por esta razón, estas audiencias eran consideradas como «pretoriales». La economía La primera expedición al territorio del actual México se inició en 1517 y en 1535, se estableció el virreinato de Nueva España. Desde un punto de vista económico la llegada de los españoles supuso un trauma que trajo epidemias, guerras, nuevas tecnologías, nuevos cultivos y la ganadería. Los rasgos distintivos de la economía novohispana se basaron en el auge minero y las exportaciones de metales preciosos a Europa que trajo el crecimiento económico. La actividad exportadora impulsó el desarrollo de las ciudades, la monetarización parcial de la economía y el desarrollo de un mercado interno, lo que contradice la noción de una economía fundamentalmente agraria y de subsistencia durante esos años.4 El comercio marítimo del virreinato se encontraba monopolizado y se realizaba a través de dos puertos, Veracruz en el golfo de México, y Acapulco en el Pacífico, a éste llegaba la Nao de China, una nave que transportaba productos de las islas Filipinas a Nueva España y de ahí hasta Sevilla, en España. El comercio coadyuvó al florecimiento de estos puertos, de la Ciudad de México y de las regiones intermedias entre ambos. Hay que señalar que hasta finales del siglo XVIII, con la introducción de las reformas borbónicas, el comercio entre los virreinatos no estaba permitido. Las principales actividades económicas del virreinato fueron la minería, la agricultura (maíz, cacao y otros productos originarios de la antigua Mesoamérica), la ganadería (introducida por los europeos, quienes trajeron la mayor parte de los animales criados) y el comercio (limitado únicamente a las posesiones españolas). Otro elemento importante en el desarrollo de la Nueva España fue el papel jugado por la Iglesia católica, que logró un gran poder al adquirir grandes propiedades y monopolizar la educación, los servicios de salud y otras áreas de la administración pública. El sincretismo cultural
El más claro ejemplo de sincretismo cultural del mundo
entero tuvo lugar en América, el continente invadido por los españoles en el siglo XV. La sociedad colonial imponía a la fuerza el modo español y perseguía o miraba con malos ojos las costumbres locales del indígena.
A eso se debe sumar la llegada de la población africana,
especialmente al Caribe, que trajo consigo un amasijo de culturas africanas. Eran diversas entre sí pero se amalgamaron por la esclavitud a la que estaban sometidas.
Con el paso del tiempo, los aportes africanos e indígenas,
invisibilizados en la colonia, se fueron haciendo sentir. Llegaron a producir una cultura mestiza totalmente distinta de la de España, que hoy en día se conoce como el crisol de razas.
Por eso América Latina se caracteriza por una lengua española
distinta, unas prácticas cristianas distintas, una sociedad racialmente diferente. En su gastronomía, música y literatura se observa una cultura mestiza.