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EL ENCENDIDO DE LAS LUCES

por el Q:.H:. Marco Avaria Alvarado M:.M:.

Logia Derechos Humanos Nº 100


Gran Logia de Chile

1. - INTRODUCCIÓN
 
Luego de leer el Tema acerca del “Encendido de las luces” en los rituales de una Logia  Masónica, expresado por el Querido
Hermano Julio Superby Ríos, en su libro “En el Umbral de la Iniciación” editorial “Pentalpha 119” 2ª Edición, Mayo 2007, ha
sido estimulo suficiente para iniciar esta investigación, la que espero pueda arrojar mas antecedentes que permitan
establecer si el “Encendido de las Luces” es una Alegoría[i], un Rito[ii], o un Símbolo Esotérico[iii], o si ha sido incorporado
como una necesidad Mística[iv] en señal de aceptación de planos metafísicos que los masones del REAA han realizado
como parte de la tradición de la apertura de los trabajos de una logia regular, o simplemente un heredado de antiguas
tradiciones, o una adaptación[v] que hizo la Masonería en tiempos pretéritos.
El QH:. Superby señala en la obra citada “Me ha causado preocupación el observar que el encendido de las Luces del Altar,
no se hace de la misma manera en una logia que en otra, inquietud ritualìstica que ha ido en aumento a medida que mis
visitas a través de las diferentes logias de la obediencia se hacen más continuas”.(J. Superby: 2007. 47).
Es decir, el tema a desarrollar produce una razonable inquietud, independiente de la razón por la cual, el tema sea
abordado; ya que los antecedentes revisados en este trabajo no son concluyentes.
 
 
2.- ANTECEDENTES GENERALES
 
El QH:. Eduardo Phillips Müller, en tenida del 6 de mayo de 1970, en una Introducción Preliminar (IP:.) intitulada 
“Significado Atribuido a las tres luces conocidas como “menores” y su colocación en el Templo”, señalaba en sus
comentarios lo siguiente: “Esta disposición de las luces es geométrica. Estima que las discrepancias son de orden religioso,
y termina preguntando si no será la disposición de las luces una reminiscencia del Pentáculo Pitagórico”. (Temas Masónicos
Nº 6. 33).
(Cabe señalar que la obra citada indica que el QH:. Phillips lee un acta del libro “Guía y compendio de la Masonería” de
Bernard Jones). Más adelante se lee, “En el siglo XVIII en sus comienzos, los Moderns consideraron las tres grandes velas,
portadas en grandes candelabros, como las tres grandes luces, y cuyo propósito era no sólo mostrar el curso del Sol al
levantarse en Oriente, al Mediodía en el Sur y al declinar en el Poniente, si no también iluminar al hombre en toda su labor
y con las cuales, además, representaban al Sol, la Luna y al VM:. De la Logia. Posteriormente, se les ha llamado las tres
pequeñas luces velas que correspondían al Venerable Maestro y a los vigilantes”, hasta aquí la cita.
En otra tenida, 6 años después referido al mismo tema el QH:. Phillips expresa en sus comentarios acerca de una
Instrucción Preliminar intitulada “ El encendido de las  Tres Luces”, lo siguiente: “ Un H:. Dice: “que la luz emana del
GADU:., a su vez el sol ilumina la luna, lo anterior se ve en el encendido de las luces y en nuestro propio ritual”. Sobre este
particular, considera que esa interpretación es un poco restringida. Sugiere se investigue el tema sobre el encendido de las
luces” (tenida del 6 de octubre de 1976). (Temas Masónicos Nº 6. 52).
31 años más tarde, el QH:. Julio Superby Ríos en su libro citado, ha retomado el tema indicado, a saber: “Me ha causado
preocupación el observar que el encendido de las luces del altar, no se hace de la misma manera en una Logia que en otra,
inquietud ritualística que ha ido en aumento a medida que mis visitas a través de las diferentes Logias de la Obediencia se
hacen más continuas”(J.Superby:2007. 47).
VM:. Y QH:. Hasta aquí en realidad, es difícil hacerse una idea de que es lo que realmente representa el Encendido de las
Luces, y lo más curioso es que hemos presenciado esta actividad durante tantos años; formando parte del ceremonial de
apertura de nuestros trabajos en la ejecución del QH:. M.: de C.:, lo significativo es que el Reglamento General del G.:L.:
de Chile, del año 1984 (Nueva edición revisada y actualizada) en lo que corresponde al M:. C:. Indica referido al Encendido
de las Luces; absolutamente nada; y debe entenderse como formando parte del inciso letra a) “cumplir y hacer cumplir
todo el ceremonial masónico,...”.
Luego si el “Encendido de las Luces” forma parte del ceremonial masónico, puede indicarse como parte del Rito y del
Ceremonial; y en este caso el Reglamento General citado señala en el apartado titulado: De la Docencia, del Rito y del
Ceremonial en 2.3
“El Rito es el conjunto de ceremonias emblemáticas a través de las cuales la Francmasonería imparte sus enseñanzas sobre
la base de símbolos y alegorías. El Rito no sólo traduce esta expresión ceremonial si no que su sistema de enseñanza”
 
<< El Encendido de las Luces forma parte del Ceremonial Masónico, es parte integrante del Rito de Apertura y
Rito de Clausura de los Trabajos >>.
 
Cabe hacerse la siguiente pregunta:
 
¿Es propio del acervo cultural masónico una definición o una declaración oficial acerca del significado o simbolismo
asociado al “encendido de las Luces”?
Cito nuevamente al QH:. Superby Ríos, en su obra “El Umbral de la Iniciación”:
“Pero, lo más curioso del caso, es que absolutamente ninguna logia tiene explicación ritualística o esotérica para justificar
su modo de proceder, sólo la tradición a través del tiempo. Por otra parte, ningún poder masónico extranjero se ha
pronunciado sobre este importante Tema. Tampoco a los autores masónicos, ni a los estudiosos del ritual, les ha importado
su estudio”(J. Superby: 2007. 47).
Dado lo anterior, espero que al término de esta Investigación se pueda aportar nuevos antecedentes que permitan señalar
nuevas visiones acerca del “Encendido de las Luces”.
 
Manos a la Obra.... o debo decir Manos a la Luz...
 
 
3.- DESAROLLO DEL TEMA
 
La investigación propuesta ha establecido como objetivo arrojar más luz acerca de si el “Encendido de las Luces” es una
Alegoría,  un Rito heredado,  un Símbolo Esotérico, o una necesidad de tipo Mística.
 
 
3.1) Alegoría
 
Del latín “allegoría”, ficción en virtud de la cual algo representa o significa otra cosa diferente.[vi] Representación externa
de ciertos actos o ideas, y muchas veces confundida con la parábola y el símbolo, los cuales no son lo mismo, como
algunos creen, sin embargo, de que no tienen entre si diferencias esenciales. Literariamente la alegoría es una figura
retórica consistente en una metáfora continuada, y cuyo objeto es presentar al espíritu una cosa para darle idea de otra, lo
que puede hacerse, ya por palabras y ya por medio de objetos[vii].
¿Es el encendido de las luces una alegoría?
Antes de la luz: el caos, este se mueve sobre las aguas de la creación; las tinieblas, la oscuridad reina en un mundo que
aun no ha despertado a la vida.
 
No existía algo, ni existía nada;
El resplandeciente cielo no existía;
Ni la inmensa bóveda celeste se extendía en lo alto.
¿Qué cubría todo? ¿Qué lo cobijaba? ¿Qué lo ocultaba?
¿Era el abismo insondable de las aguas?
No existía la muerte; pero nada había inmortal.
No existían límites entre el día y la noche
Sólo el Uno respiraba inanimado y por Sí,
Pues ningún otro que Él jamás ha habido.
Reinaban las tinieblas, y todo el principio estaba velado
En oscuridad profunda; un océano sin luz;
El germen hasta entonces oculto en la envoltura
Hace brotar una naturaleza del férvido calor.
(Rig Veda)[viii]
 
Mediante una alegoría (la caverna) Platón ilustró, simbólica y dramáticamente, el drama de nuestra condición humana
encadenada a la prisión que representa el mundo sensible o fenoménico. Al mismo tiempo señaló el destino prometedor de
nuestra condición, en tanto se decida a emprender su propia liberación o educación: romper las cadenas de la ignorancia
en la que se halla sumida y descubrir que existe otra dimensión ontológica que se revela como el “mundo verdadero”, en
virtud del cual va a interpretarse al mundo sensible como ‘aparente’, ‘participante’, y mera ‘imitación’ de las Ideas que
rigen en aquél. La alegoría platónica nos representa el tránsito del alma humana por los distintos grados del ser y del
conocer. Un tránsito que va de un mundo aparente a otro verdadero; de la vaga oscuridad de las apariencias a la luz de la
verdad.
Siendo nuestro Templo parte del Universo, imaginemos por un minuto entrar en él, con las luces eléctricas apagadas, ni
siquiera la luz de la vela central. El cielo estrellado que decora el techo de la Logia aun cuando no se ve (sabemos que está
allí) no ignoramos su presencia. Quizá podamos establecer una determinada orientación, un espacio, pero la verdad sea
dicha, la oscuridad es dueña del lugar y mientras esta no sea vencida por la luz, es la dueña y señora del campo de
Kurushetra[ix].
Pero, se produce un hecho esperado por todos, un Iniciado (en verdad un maestro); es quién vence a la oscuridad y nos
introduce en un mundo nuevo, la luz; ésta llena todos los rincones, en mayor o menor intensidad y de la misma forma que
Platón lo relata en su Alegoría, todos podemos ver aquello que queremos ver, o que simplemente desde nuestro lugar
somos capaces de observar.
Luego este hecho, tan habitual en nuestro espacio consagrado a lo más sublime del ser humano: su autogénesis,  es la
acción de mayor relevancia en el proceso del trabajo masónico.
Prendamos una vela y dejémosla arder un rato. Observemos luego con tranquilidad y atención. Sin corrientes de aire que
agiten la llama y la vela se derrita en forma pareja.
En el extremo del cilindro, se forma una concavidad, como un pequeño cáliz que retiene al sólido fundido. La llama,
envuelve intangiblemente al pabilo como un halo fantasmagórico. Su extremo inferior es azulado, y en un límite casi
preciso se torna naranjo-amarillento.
Por su parte el pabilo, en su zona inferior, en contacto con el material de ignición, es blanco, y a partir del lugar donde
empieza la llama se va quemando hasta la punta, que por momentos, a la menor agitación de la llama, se pone
incandescente y se consume.
Si la soplamos suavemente, sin apagarla, o la exponemos a una corriente de aire, la llama intenta huir enloquecida, pero
una atadura invisible no le permite desligarse del pabilo. Y si lo llegara a conseguir con un viento más fuerte, se extingue.
Interpretemos los hechos. El componente sólido (sebo o cera) de la vela pasará por los tres estados de la materia: sólido,
líquido y gaseoso. El calor de la llama lo derrite. Una vez derretido, embebe al pabilo y sube como cualquier líquido que es
absorbido por un material seco y fibroso. En la zona quemada del pabilo, envuelta por la llama, la temperatura es
muchísimo más alta, lo cual provoca que el sólido derretido se transforme en gases combustibles. Estos gases, al
mezclarse con el oxígeno del aire entran en combustión (una reacción entre un material combustible y el oxígeno), en la
que se libera luz, calor y gases residuales. Una llama, en definitiva es eso: una masa gaseosa en la que se está
produciendo una combustión.
De este modo, con el movimiento ascendente de la llama y de los gases de residuo, se produce un vacío en su base que es
sustituido por aire con oxígeno nuevo, que permite continuar con la combustión.
Y así prosigue el ciclo; la combustión aporta el calor con el cual el sólido (sebo o cera) se licua, sube por el pabilo donde se
gasifica y alimenta la llama. Al consumirse este líquido, el pabilo queda seco y puede seguir absorbiendo.
La llama de la vela es entonces, físicamente, un gas incandescente que a causa de la combustión que está sufriendo, emite
calor y la luz que le torna visible. Cuando la combustión se ha completado, quedan como resultado gases residuales
(vapores y humos), que si bien siguen calientes no tienen tanta temperatura como para emitir luz, pero los podemos
evidenciar poniendo con cuidado de no quemarnos la palma de la mano a unos cuántos centímetros sobre la vela.
Luego, la vela encendida en sí representa un proceso de combustión, la cera o el material combustible elemento pasivo, el
aire como elemento activo o comburente (prana), y su resultado la llama proceso de incandescencia de los elementos
físicos, que se transforman en estados más sutiles, de lo sólido y estático a lo gaseoso o libre de la forma, fluye en el
espacio sólo condicionada por los límites de la propia transformación, le une a la vela un cordón invisible, un vació
necesario, el cual posibilita su trascendencia de un estado a otro.
Si solo buscamos esta respuesta, la curiosidad estará satisfecha, sin embargo, si creemos existe algo más, entonces es
posible señalar:
 
En la perspectiva de lo que persigue este trabajo, evidentemente esta explicación del fenómeno asociado al encendido de
una Vela, no puede satisfacer la curiosidad de un Investigador de los Ritos o Mitos, Símbolos o Alegorías que envuelven a
la Masonería, estimo que debe de haber algo más...
 
“He aquí, ¡Oh, Lanú[x]!, al Radiante Hijo de los Dos, la Gloria refulgente sin par –el
Espacio Luminoso, Hijo del Negro Espacio, que surge de las Profundidades de las grandes Aguas Obscuras. Él brilla como el
Sol, es el Resplandeciente Dragón Divino de la Sabiduría.”[xi]
 
¿Qué buscáis en nuestros Templos?
 
¿Qué es lo que deseáis en este momento, es más, en todos los momentos de vuestras vidas?
 
Generalmente la respuesta a esta pregunta es: La LUZ, ¿queréis realmente la Luz?
 
O es acaso, esta Luz una Alegoría de la “Sabiduría” que andáis buscando.
 
¿Qué debemos buscar en la Luz, o que debe significar el ser portador de la Luz?
 
La Masonería nos pide que deseemos para los demás lo que para nosotros mismos deseamos: nos pide que seamos
claridad de Luz para quienes la han de menester. Luego es obra de la Masonería propender a despertar las fuerzas que
duermen escondidas en el fondo de cada hombre (la cera de la vela); para que se yerga la noción clara de la dignidad
personal (la llama); primera luz del espíritu de independencia moral, que hace del hombre una fuerza capaz de dirigirse y
de dirigir (la luz que emana de la combustión).
Es decir, cada vez que encendemos las luces podemos señalar que expresamos mediante está simple alegoría los
siguiente: Aquí están los obreros de paz que se encuentran congregados en este recinto, los cuales vienen a encender su
celo, a fortificar su voluntad y a reforzar su perseverancia, para dedicarse al cultivo de la virtud y a la adquisición de la
verdad.
Al encender la primera vela indicamos “aquí estamos todos  simbolizados en nuestro VM:., somos un solo cuerpo y
estamos dispuestos (hemos encendido nuestro celo); es consecuencia de ésta Luz la capacidad de encender a las otras
dos, “hágase la luz”. Desde este centro de energía tomamos la llama para encender la segunda luz, es decir elevamos
nuestra voluntad hacia lo alto, reforzamos nuestros esfuerzos (la fuerza está con nosotros) y somos perseverantes, a pesar
de todas las contrariedades, somos capaces de “salirnos del mundo” y entregar nuestras fuerzas a la humanidad; el
encendido de la tercera luz nos indica que es tiempo de cultivar la virtud y adquirir la verdad, es decir se ha abierto un
espacio iluminado de alimento espiritual. Luego al encender las luces el Maestro de Ceremonias ha establecido un “espacio
especial” estamos en un Templo consagrado a la Verdad.
Será posible señalar o concluir que el “Encendido de las Luces” es una Alegoría, y sólo eso, o habrá algo más… los invito a
seguir en este sendero…
 
 
3.2) Rito
 
(Ritos Masónicos). En rigor podría definirse esta voz, diciendo que Rito, en Masonería, es el conjunto de reglas o preceptos,
de conformidad con los cuales, se practican las ceremonias y se confieren, o por mejor decir, se comunican, los signos,
toques palabras y todas las demás instrucciones secretas de los grados… pertenecientes a un mismo sistema, orden o
agrupación particular. Cada Rito, tiene su autoridad regulatriz y su jerarquía propia. Todo Rito reconocido, es
perfectamente autónomo e independiente. Toda innovación que tienda a romper la unidad o a absorber la autoridad de un
Rito reconocido, no puede menos de producir un cisma cuyas consecuencias deberán caer sobre aquellos que se hagan
culpables de ello.[xii]
El ritual de apertura y clausura de una Logia Masónica es, junto a los catecismos o manuales de instrucción y los símbolos
que aluden a la construcción, el único legado (pero sin duda inapreciable) que la Masonería actual ha recibido de la antigua
Masonería operativa. Dicho legado ha permitido que se continuara conservando la descripción simbólica de la cosmogonía,
y por consiguiente, la posibilidad de acceder a su conocimiento y comprensión. De esta manera lo fundamental del Arte
Real Masónico, que ejemplifica el proceso que conduce a ese Conocimiento, se ha perpetuado a través del tiempo, y con él
el Espíritu de esta organización iniciática de Occidente. Esta sería la principal razón de que la Masonería continúe siendo
una tradición viva con todos los elementos necesarios para hacer efectiva la realización espiritual. Por otro lado, el que
muchos miembros de la Masonería ignoren el verdadero contenido iniciático y esotérico de la Orden a la que pertenecen,
en nada altera la validez de la iniciación masónica, ni disminuye su fuerza para quien esté interesado realmente en un
trabajo interno serio y ordenado, y sepa ver más allá de la apariencia formal e "institucional" con que se reviste y "cubre"
esta tradición para expresar lo primordial de su mensaje, el que constituye su esencia y su razón misma de ser. 
 
 
EL Valor Ritualístico del Encendido de las Luces
 
Si cada acto ritual es un conjunto finito de ceremonias emblemáticas a través de las cuales la Francmasonería imparte sus
enseñanzas sobre la base de símbolos y alegorías. Es menester prestar atención a lo que se debe considerar  en un
contexto de “símbolo” o “realidad”. Nuestras concepciones psicológicas, o psicofisiológicas; apenas se desarrollan en los
planos de lo “Objetivo” y de lo “Subjetivo”, lo sagrado o lo profano.
Por tanto,
¿Es un acto simbólico el encendido de las Luces?
¿Es una actividad Sagrada?
Cabría señalar que entendemos por Sagrado y que por Profano; o señalar que lo Sagrado es lo No Profano, y viceversa. La
definición de lo sagrado por lo tanto, presupone por tanto que hay algo fuera de lo sagrado, y que esto es lo profano.
Pero ocurre, que lo profano es lo que está fuera del Templo; por lo que si lo religioso es lo que se encierra dentro del
templo, lo profano será también lo que no es religioso.
Sin embargo, es cierto que también lo profano se opone otras veces a lo santo, y otras veces a lo mágico. Dicho de otro
modo: la definición negativa de lo sagrado por “lo que no es profano”, no tiene fuerza para designar “las especies de lo
sagrado>>, por que también lo profano resulta contener especies muy diversas (así como no se confunde a un ateo
musulmán con un ateo cristiano). Luego nos veremos limitados a señalar que es lo sagrado y que es lo no sagrado (por
orden extensional: lo profano).
El Acto de encender las luces, podría atribuirse a una idea de lo sagrado, la sabiduría, da paso a la fuerza y esta a la
belleza; estos “valores” en el sentido axiológico, podrían significar, inmediatamente (aunque no exclusivamente) “valores
de la actividad”, como una reacción a lo “no-profano”, esto implica que por si mismo el acto de encender las luces no es
“sagrado”, en sí mismo no lo es; esto sería lo trascendente de la Luz. De allí que las logias de la obediencia, realicen este
acto bajo sus particulares visiones, o tradiciones, no importando en algunos casos el incumplimiento de los Procedimientos
que se han establecido y aceptados como las Reglas o Reglamentos Generales para toda la Francmasonería del territorio de
la Republica.
El campo denotativo de lo sagrado no se superpone, por tanto, estrictamente al campo de lo religioso, aunque pueda decir
referencia a los dioses. Todo lo que es religioso es o puede ser sagrado, pero no todo lo que es sagrado es o puede ser
religioso.
En cambio, las técnicas correspondientes (ritos, ceremonias) serán denominados Mágicos, al suponer que los fenómenos
mágicos definen la noción de lo sagrado, “conjunto de fuerzas que se llaman místicas” sin presencia de lo religioso como
“númeno” o “santo”, mientras que como valores distintivos, podemos denominarles “mágicos”.
En efecto, ya el simple reconocimiento de una pluralidad empírica de valores de lo sagrado, significa algo más que el
resultado de una experiencia, por ejemplo: Júpiter, Zeus, Dios, Jehová, Jahvé, Cristo, GADU:.,  implica una perspectiva de
la actividad simbólica que estos representan, estas concepciones en cuanto a sagradas, sus valores afectarán únicamente
al espacio antropológico (y no a realidades que puedan postularse como exteriores a este espacio).
 Es decir, lo sagrado y sus valores diversos se contienen todos ellos en el plano antropológico. Las cosas sagradas estarán
referidas siempre a los hombres; lo que no significa que estos valores de lo sagrado sean reductibles siempre a la
“sustancia humana”, es decir, no se acaban en una visión meramente antropomórfica.
Las tres luces en este sentido son determinaciones dadas en el “eje radial” de la conciencia del hombre, en su espacio
antropológico, sin que ello señale que sólo su espacio de acción es lo antropomórfico exclusivamente; así como la Luna y el
Sol, aunque antrópicos (Sin movimientos libres, poseen existencia física), mantienen su existencia sustancial aun cuando
no lo veamos; son antropomorfos, y no simples “contenidos de nuestra conciencia”.
Nuestra Orden señala en sus Rituales y Manuales, un sobreentendido concepto de lo sagrado, o al menos algunos valores
de lo sagrado, poseen incluso algunos de ellos valor axiológico, independiente del plano antropológico, una realidad que
sería incluso anterior a la existencia misma de ese espacio.
Lo sagrado y sus valores no afectan a todo el espacio antropológico. Lo sagrado lo entendemos siempre como algo dado en
función de lo profano, como hemos dicho, pero en ningún sentido dialéctico.
No es que lo sagrado sea un “recinto” (como un templo) que está rodeado por un entorno exterior neutro o no sagrado. En
estricto rigor, si todo lo que es profano fuese sagrado, el concepto mismo de lo sagrado se desvanecería.
En cualquier caso, los valores elementales de lo sagrado no son los únicos, según se ha señalado en este trabajo. No
porque hay valores complejos, sino por que hay contenidos que pueden deslizarse sucesiva y simultáneamente por
diversos ejes. Una vela utilizada sólo en ceremonias de consagración adquirirá un valor especial, sin embargo, al cierre de
las tenidas las velas son guardadas sin una diferenciación, así cada vela tiene un propósito, pero ninguna de ellas es un
objeto de veneración, y todas pueden en algún momento representar a la Sabiduría.
Luego la “religación” de un sujeto personal finito a otras entidades finitas y positivas, la entendemos como relación
trascendental, establecida entre el sujeto personal y otras entidades finitas, mientras se mantenga la relación
trascendental.
Vuelvo al origen de esta investigación, y cito al QH:. Julio Superby Ríos, y a su Obra, que ha sido la inspiración para esta
investigación “En El Umbral de la Iniciación”:
“Para que esto suceda, el trabajo debe ser realizado por UN MAGO. Este Mago es el V:. M:. De la Logia, quién ha recibido
los poderes directamente del Gran Maestro. Para poder realizar sus trabajos de Mago, en logia es ayudado por DOS
AYUDANTES, que son el Primer y el Segundo Vigilante. Los Magos trabajan generalmente dentro de un círculo o un
triángulo. El V:. M:. Lo hace dentro del triángulo, que en Logia se forma por la posición de sus ayudantes (los Vigilantes) y
por la posición de la Luces Morales y Animadas del Templo (las tres luces que los representan)”.(J. Superby: 2007. 48).
La claridad de los diagramas triangulares tiene, seguramente, siempre, algo de engañoso, cuando ella resulta de una
suerte de operación (implícita) consistente en transferir la claridad geométrica del diagrama significante (el triángulo) a la
materia por él significada.
En nuestro tema, no solo la figura del triángulo quiere expresar algo: Imagen, Símbolo, Realidad; Para un Aristotélico, la
acepción principal del término Realidad sería la sustancia, las sustancias incorruptibles; para un Tomista, “realidad” será
ante todo, El Acto puro, es decir, el Acto sin mezcla de potencia, la realidad inmóvil; para un Hegeliano, realidad
significará, ante todo, el Espíritu en sí y para sí.
El termino “realidad” es prácticamente intercambiable, en la tradición filosófica, por el término  “ser”. En consecuencia, las
acepciones del término Realidad, son tantas como el término Ser. Así como podríamos interpretar “realidad” en el sentido
de “verdad”, y de este modo, estableceríamos un principio, la conexión entre los símbolos y las verdades, lo que, según
algunos, constituiría el camino más recto para llegar al fondo de nuestra investigación.
Sin embargo, el hombre y en específico un Masón, siente en lo relacionado con lo sagrado, una “cosquilla” que lo acerca a
lo religioso, y este acercamiento lo deriva hacia los márgenes de las ideas cercanas a cualesquiera de los esquemas
religiosos reinantes; a lo cual, por un concepto y precepto absolutamente desconocido el Masón no desea ni quiere develar,
aun cuando el fenómeno mismo, no tenga ninguna trascendencia en su vida privada, por lo tanto, el objeto de aclarar lo
que la condición humana impone frente a la relación del individuo con el mundo y la sociedad; y a su vez él como Homo
Religiosus, en tanto creador y utilizador del conjunto simbólico de lo sagrado y como portador de creencias religiosas, que
consciente o inconscientemente estructuran el comportamiento, le llevan a interpretar los actos masónicos según las
prácticas o costumbres.
Es esta experiencia de lo sagrado lo que “religa” al Masón con la historia antropológica de los símbolos, aunque
arquetípicos, para él representan el “fiat lux” que se expresa en las concepciones de los Valores que están representados 
por las figuras señaladas en este trabajo, las Tres Velas que se encienden en el Ara cada vez que se inicia un Trabajo
Masónico.
La simbólica del ritual de apertura de la Logia, ritual que consagra, en el verdadero sentido de la palabra, los trabajos que
en ella se cumplen. En efecto, mediante dicho ritual, lo que no era sino un lugar cualquiera, deviene un templo, esto es, un
espacio sacralizado y significativo. Gracias a la acción de las energías espirituales perceptibles por los símbolos, palabras y
gestos rituales, podría decirse que ese lugar es "transmutado" en algo esencialmente distinto de lo que era. De ahí, por
tanto, la importancia de que el ritual sea practicado lo más perfectamente posible, siguiendo con la máxima pureza lo en él
prescrito, y sin alterar, suprimir o modificar sin razón alguna ninguno de los elementos que lo constituyen, ya que en el
respeto a los mismos reside precisamente la eficacia del propio rito.
Naturalmente esto no quiere decir que los gestos rituales se repitan de una manera "mecánica", sino que al tiempo que se
realizan han de comprenderse las ideas que transmiten, que hablan de una realidad arquetípica, siendo uno con ellas, pues
el rito no es otra cosa que el símbolo hecho gesto. Por consiguiente, el ritual ha de vivirse como lo que realmente es, como
un conjunto o un todo ordenado y armónico en donde cada una de las partes que lo conforman se corresponden
mutuamente entre sí. Se trata, por tanto, de un organismo que está vivo, y que actúa de acuerdo a los estímulos que
recibe, es decir en cuanto se pone en práctica de una manera consciente. Es por eso que si una de esas partes faltara el
ritual entero se resentiría, perdiendo "Fuerza y Vigor" la influencia espiritual que a través de él se transmite. 
 
 
La iluminación del Templo 
 
Es dicha Luz lo primero que se solicita cuando se entra en esas vías. Y la luz que ilumina la Logia, como la que ilumina el
mundo, procede del Oriente, donde está situado el Delta luminoso, símbolo por excelencia del Gran Arquitecto del
Universo. Y es a los pies del Oriente en donde los tres principales oficiales de la Logia (el Venerable Maestro y los dos
Vigilantes) se "unen" para "recibir" la Luz que simbólicamente emana del Delta, lo que es lo mismo que la recepción y
transmisión ritual de la influencia espiritual que a través de las respectivas funciones de estos tres oficiales en verdad
"dirigirá" los trabajos de la Logia. Al menos así debería ser en un taller masónico cuyos miembros fueron lo suficientemente
conscientes de la realidad sagrada que se expresa mediante el rito y el símbolo, asumiéndola en sí mismos y en la medida
de las posibilidades de cada uno. 
Antes hemos dicho que a estos oficiales se les denomina también las "tres luces", queriendo mostrar así que ellos, o mejor
sus funciones, son los portadores del espíritu que ilumina la Logia, y que la luz sensible simboliza de manera manifiesta. A
este respecto, y según señala Guénon, en los antiguos rituales operativos se necesitaba la reunión o el concurso de tres
maestros para que una Logia pudiera trabajar regularmente, representando cada uno de ellos un determinado arquetipo
espiritual o nombre divino creador. Ese simbolismo ha permanecido en la actual Masonería, y esos tres maestros no son
otros que el Venerable y los dos Vigilantes, cuyas funciones respectivas, como estamos viendo, se vinculan con un
atributo, aspecto o nombre del Gran Arquitecto: con la Sabiduría el Venerable Maestro, con la Fuerza el Primer Vigilante, y
con la Belleza el Segundo Vigilante.
Y Sabiduría, Fuerza y Belleza son los nombres que reciben los tres pilares o "tres pequeñas luces" situadas en el centro
mismo de la Logia, y dispuestas en forma de escuadra. Estos tres pilares son llamados también "estrellas" (alusión directa
a su simbólica celeste), las cuales son hechas "visibles" y presentes en la Logia gracias a la invocación de los nombres
divinos. El rito del encendido de estos pilares que acompaña las invocaciones, señala el momento preciso en que la Logia,
que hasta entonces permanecía en penumbras, queda plenamente iluminada, produciéndose un paso de las "tinieblas a la
luz".
Es, pues, un rito esencialmente cosmogónico, análogo al Fiat Lux del Verbo creando el orden cósmico al fecundar el caos
primigenio, es decir el conjunto de todas las posibilidades de manifestación que se actualizan gracias a esa acción
demiúrgica. 
La invocación de los nombres divinos y el encendido de los tres pilares que conjuntamente llevan a cabo los tres principales
oficiales de la Logia están ritualizando, haciéndolo presente, ese gesto generador del Arquitecto, como lo veremos en
mayores detalles mas adelante. Por lo tanto, la apertura de la Logia describiría de manera simbólica un proceso análogo al
de la creación del mundo. Por otro lado el término Logia procede de Logos, la Palabra o Verbo, y también de términos
lingüísticos que designan la luz, como el griego liké. De hecho, el templo masónico (como cualquier recinto sagrado) es
una imagen simbólica del cosmos, que a su vez es el templo universal y la obra directa del Creador.
Y así como éste "todo lo dispuso en número, peso y medida", la Logia se edifica con Sabiduría, Fuerza y Belleza, o con Fe,
Esperanza y Caridad, las tres altas virtudes que se corresponden respectivamente con cada uno de los tres pilares. En la
triple invocación se apela a la Sabiduría del Arquitecto como la verdadera artífice de la obra de la creación, a la que
preside; a su Fuerza como la voluntad que la sostiene y la regenera perennemente; y a su Belleza como a la energía que la
"adorna" al imprimirle las medidas exactas y armónicas que conforman su orden interno y externo, revelado
fundamentalmente a través de las estructuras geométricas y simbólicas. 
Con las invocaciones de esos atributos divinos también se está recordando, o reiterando en la memoria de los presentes,
aquello que se dice en los Salmos:
"Si el Eterno no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican". [xiii]
Es a partir de este momento que se procede a la apertura del Libro de la Ley Sagrada     ( Biblia), y a disponer sobre él el
Compás y la Escuadra, lo cual lleva a cabo el MC:. de la Logia, oficial al que se considera como el "guardián" del rito.
 Considerado simbólicamente (es decir, estableciendo las correspondientes analogías entre el orden natural y el orden
espiritual) ese descenso de la luz solar expresa también el "descenso" de la influencia sagrada en el seno de la
organización iniciática, lo que está formalmente ritualizado en la invocación realizada "A La Gloria Del Gran Arquitecto del
Universo", y con la cual los trabajos quedan definitivamente "con-sagrados". 
Un centro semejante, constituido en condiciones regularmente definidas, debía ser, en efecto, el lugar de la manifestación
divina, siempre representada como "Luz"; y es curioso señalar que la expresión "lugar muy iluminado y muy regular", que
la Masonería ha conservado, parece ser un recuerdo de la antigua ciencia sacerdotal que regía la construcción de los
templos. 
Si tenemos en cuenta que los Templos de Salomón y de Zorobabel[xiv] (que esencialmente son sólo uno) se consideran
como los modelos del templo masónico, comprenderemos entonces por qué se invoca la "Gloria del Gran Arquitecto" (esto
es, su "Presencia") en el momento de abrir y consagrar los trabajos, con lo que culmina este verdadero rito de fundación
(periódicamente reiterado) que representa en realidad la apertura de la Logia masónica.
Ahora, revisaremos nuestras concepciones acerca de las luces que decoran el Ara, y lo haremos mediante la revisión de los
rituales que establece la Gran Logia de Chile (GLCh) para cada una de estas ceremonias, obviamente se dejará solamente
aquello que tenga directa relación con el tema de esta investigación.
Se Iniciara la revisión por el Ceremonial de la Consagración de un espacio para los trabajos, luego en secuencia lógica de la
Instalación de una Logia, y finalmente la apertura de un trabajo masónico.
 
 
Encendido de las Luces en  Una consagración de un Templo  para Trabajos Masónicos.[xv]
 
Revisando en el Diccionario Enciclopédico de la Masonería, Tomo 3, encontramos lo siguiente: “La ceremonia de Consagrar
un nuevo Templo tiene por objeto encender la luz pura y serena que ha de brillar constantemente en su sagrado y
misterioso recinto, a fin de que nunca penetren en él las tinieblas de la noche para velar sus resplandores, luz diáfana y
bienhechora que envuelve desde aquel  momento con su aureola a los obreros de paz y de progreso que se congregan bajo
la bóveda azulada y simbólica, para perfeccionarse por el estudio y la práctica de las virtudes, y trabajar sin descanso por
la fraternidad humana”.
HH:. No requiere está investigación presentar aquí lo que antecede al encendido de las luces en el ritual de Consagración
del Templo, y haré referencia a lo que nuestro ritual de consagración señala (obviamente omitiré aquellos párrafos que no
tengan relación directa con el estudio de este trabajo).
<< Lo Primero es el Encendido de la Luz de la Sabiduría.
El Gran Maestro, acompañado del Maestro de Ceremonias, avanzará por el lado Norte hasta la piedra de los Auspicios ,
donde estará la antorcha, que procederá a encender; continuarán, portando la antorcha hasta el Ara donde el Gran
Maestro encenderá con la antorcha la Luz de la Sabiduría  , momento en el cual  deberá encenderse la Luz del Sitial del
Venerable Maestro.
Continúan por el Sur hasta la Piedra de los Auspicios donde el Gran Maestro depositará la antorcha ahora encendida.
 
Se abre la tenida de consagración conforme al ritual de apertura de los trabajos en Primer Grado.
 
Llegando en su momento a la participación del Maestro de Ceremonias quién recibe la siguiente Orden:
 
V.·.H.·. Gran Maestro de Ceremonias, servios cumplios con vuestro deber.>>
 
Acto seguido el Maestro de Ceremonias procede conforme se hace siempre, no detalla nada en distinto el Ritual de
Consagración, que se ha estudiado para estos efectos.
 
 
El encendido de las Luces durante una Instalación de un Taller para Trabajos Masónicos.[xvi]
 
Actividad 1.            Se abre la Tenida en Primer Grado
 
La Carta Constitutiva al alcance del QH:. O:.
No se encienden las luces del Altar ni se abre el libro.
Es significativo que no se enciendan luces, por el sólo hecho de no existir como Logia, es como el Universo en el instante
mismo de la creación, solo vacío y oscuridad.
 
Actividad 2. Instalación de la Log:.
 
A L G D G A D U, en nombre y bajo los auspicios de la G L Ch:. y en virtud de los poderes que nos han sido conferidos,
instalamos en el Valle de .............. una Log:. en el REAA, bajo el número ......... y con el nombre distintivo de
"...............................”
(Hecha la declaración, encenderá la luz colocada sobre el sitial del V:. M:. y prosigue)
 
La Primera luz que se manifiesta en lo exotérico del espacio físico que se está abriendo es la Gran Luz del Venerable Gran
Maestro, quién en esta ocasión es el Gran Hierofante de la Masonería, y quién ocupa para esta ocasión  el Sitial en el
Oriente del templo, la expresión: “en virtud de los poderes que nos han sido conferidos”  indica que el procedimiento es
regulado por un concepto de Autoridad del más alto rango.
 
Actividad 3. Encendido de las Luces
VV.·.HH.·. P:. y S:. VV:. II:., servios acompañarme al pie del Altar de los Juramentos para conceder solemnemente a esta
Resp. Logia, en nombre del Gobierno Simbólico, la Luz de la Francmasonería Universal y la facultad de transmitirla.
(Los tres Of:. Ins:. se reúnen al pie del Altar, cada uno frente a la bujía que le corresponde. El M:. de C:. toma la bujía
del Altar del V.·.M.·. y la conduce al Altar de los Juramentos, donde la entrega al Presidente de la Comisión.
El V.·.Maestro Ins:. la toma de sus manos y enciende la correspondiente del Altar, hecho lo cual, dice:)
¡La SABIDURÍA concibe la obra!
(Entrega la bujía al Primer Vigilante Instalador que hace lo propio con la suya, diciendo:)
¡La FUERZA la ejecuta!
(Entrega la bujía al Segundo Vigilante Instalador que hace lo propio con la suya, diciendo)
¡La BELLEZA la adorna!
(Entrega la bujía al Maestro de Ceremonias, que la apaga y la pone en lugar seguro).
Desde este momento, la Luz irradia sus rayos sobre una nueva Log:. Que acaba de nacer.
Como ha podido leerse, la ceremonia descubre antecedentes que el ritual de consagración no expone tan explícitamente.
Por último daremos una rápida lectura a otro procedimiento habitual en la apertura de trabajos masónicos.
 
 
El encendido de las Luces durante una apertura de Trabajos Masónicos.[xvii]
 
El texto de los Procedimientos para tenidas de la GLCh, el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, señala en el Titulo 3 Apertura
de los Trabajos. En su numeral 7.3.8 Encendido de las Luces del Ara, lo siguiente:
“Situado frente al Ara, el Venerable Maestro de Ceremonias, hace el Signo y procede al encendido de los Cirios, utilizando
un trozo de madera, en el siguiente orden: Toma fuego del Cirio Central y enciende  el Cirio de la Fuerza, a su izquierda;
con el mismo fuego, enciende el Cirio de la Belleza, a su derecha; apaga, enseguida, el elemento portador de la llama,
agitando sin violencia el trozo de madera. En el encendido de las luces, debe evitarse cualquier chasquido o crepitar que
distorsione la transferencia de energía pura desde el Cirio Central”.
Es preciso señalar aquí, lo siguiente conforme al mismo Manual de Procedimientos, y que se encuentra en el punto1.2
Templo Masónico, en el apartado 1.2.9 Las Luces del Ara, dicho numeral indica:
 
“ Los tres cirios en el Ara son Luces Rituales del Templo. Deben ser de cera virgen y estar dispuestas de forma de un
triángulo equilátero en el plano horizontal, próximo a las Joyas del Ara. En todo caso la luz debe ser proporcionada por una
llama.
El Cirio Central representa la Sabiduría. Ubicado al lado Oriente, deberá permanecer siempre encendido desde la
Consagración del Templo y se apaga sólo por razones prácticas. Los otros Cirios. Que simbolizan la Fuerza y la Belleza,
iluminan las Columnas del Norte y del Sur”.
 
Conforme al cierre de una tenida leemos:
“ Acto seguido procede, con un apagavelas, sin la violencia de un soplido, a apagar las luces del Ara en el orden inverso al
del encendido. Primero apaga la luz de la Belleza, a la derecha, y luego de la Fuerza, a su izquierda.
La luz Central, correspondiente a la Sabiduría, permanece encendida”.
 
Se hace especial hincapié que ningún Oficial debe apagar el Cirio Central, eso incluye al V.:M.:, hasta que hayan salido
todos, en ese momento sólo el M.: de C:. Tiene la facultad de apagar el Cirio, por un aspecto práctico y de seguridad, más
que por un motivo simbólico, ya que en estricto rigor este debiese quedar encendido Siempre.
 
 
 
SIMBOLISMO
 
Un símbolo es la representación perceptible de una realidad, con rasgos asociados por una convención socialmente
aceptada[xviii], señala nuestro Gran Maestro Juan José Oyarzún en su libro, recientemente editado por el Instituto Laico de
estudios Contemporáneos.
De igual forma en torno a este tema se ha pronunciado el QH:. Sebastián Jans: “El simbolismo no recorre precisamente los
caminos racionales del conocimiento, sino que se nutre de la intuición y de los secretos muchas veces recónditos del ser.
Específicamente, tiene que ver con la capacidad de experimentación a través de lo imaginario. Frente al símbolo, en el
momento de la percepción y de su interpretación, el receptor del mensaje simbólico aporta su propio imaginario, con todas
las posibilidades transformadas que ello contiene”.(S. Jans: 2008. 11).
“En palabras más simples: Símbolo sería una cosa sensible que se toma como representación de otra, en virtud de una
convención o por razón de alguna analogía que el entendimiento percibe entre ambos” (J.J. Oyarzún: 2008. 11).
 
 
3.3.1 De los Elementos que utilizan las luces que arden sobre el Ara.
Algunas Concepciones de los conceptos en torno a las Luces, vistas por otras Culturas, o concepciones
religiosas.
 
En el Antiguo Testamento,  la lámpara con el más puro aceite de oliva debía arder constantemente en el Tabernáculo del
Testimonio sin el velo (Éxodo 27: 20-21).La Iglesia dispone que debe arder continuamente al menos una lámpara ante el
sagrario (Ritual Romano IV, 6),  no sólo como ornamento del altar, sino para propósitos de culto. Constituye, además, una
señal de honor. Su propósito es recordar a los fieles la presencia de Cristo y es una profesión de su amor y afecto. Desde
el punto de vista místico significa Cristo mismo, por su luz material. Lo representa a Él que “La luz verdadera que da luz a
toda clase de hombre”[xix]. Si los recursos de la iglesia lo permiten, la regla del Caerem. Episc. (1, XII. 17) dispone que
debe arder ante el altar del Santísimo Sacramento más de una luz, pero siempre en número impar, es decir, tres, cinco,
siete o más. Por lo general, la luz cuelga de una cadena o un lazo ante el Sagrario y debe quedar lo suficientemente alta y
retirada de los escalones del altar para no interferir con los que se encuentran en el santuario.
La lámpara del altar puede ser de cualquier metal y puede tener cualquier forma o diseño. En la opinión de reconocidos
teólogos, constituiría un descuido mayor, que sería pecado en materia grave, dejar el altar del Santísimo Sacramento sin
esta luz por tiempo prolongado, como por ejemplo un día o varias noches (St. Lig., VI, 248). Por razones simbólicas, se
prescribe que el aceite de la lámpara que arde ante el altar sea de oliva, puesto que simboliza pureza, paz y devoción.
Dado que el aceite de oliva puro, sin ningún aditivo, puede ocasionar algunos inconvenientes en el clima promedio de
América, se considera legítimo el aceite que contenga de 60 a 65 por ciento de aceite de oliva. En los lugares donde no se
dispone de aceite de oliva, se permite, a discreción del ordinario, el uso de otros aceites, en lo posible, vegetales (Cong.
Sac. Rit., 9 julio de 1864). El gas (Ephem. Lit., IX, 176, 1895) y las luces eléctricas  (Cong. Sac. Rit., 4 junio de 1895) no
pueden reemplazar esta lámpara.  El Caerem. Episc. (ibid.) dispone que deban arder continuamente tres luces ante el altar
mayor  y una luz ante los demás altares, al menos durante la Misa y las Vísperas. Ante el Santísimo Sacramento,
dondequiera que se guarde, debe arder constantemente una lámpara.
Lo anterior puede expresarse como formando parte de los que Oyarzún clasifica como: Simbolismo teológico, creado y
manipulado por las religiones a lo largo de la historia. Nuestra cultura judeo cristiana occidental es absolutamente teísta, y
proclive a asignar la acción y presencia de la deidad en todas las cosas del universo. (J.J. Oyarzún: 2008. 14).
En estricto rigor, al parecer los antecedentes pueden acercarnos a dar respuesta a la siguiente pregunta, a saber:
<<Existe simbolismo en el encendido de las luces>>.
Hemos de buscar  auxilio nuevamente en lo que Superby Ríos nos señala en su obra      “En el Umbral de la Iniciación”, 
“Las opiniones siguientes son sólo personales, producto de mi cultura esotérica, simbólica y ritualística, ya que mis
investigaciones al respecto, nunca me llevaron a la opinión de autores que se destaquen sobre esta materia, sólo podría
ser avalada por otros hermanos, estudiosos del esoterismo masónico, que concuerden con mis conclusiones.” (J. Superby:
2006. 47)
Continua el QH:. Superby, “Para analizar este tema debemos ante todo aceptar que el ritual de apertura de los trabajos
masónicos es un ritual mágico, y por lo tanto, nos transporta a un mundo mágico, en que estamos en una hora y una edad
diferentes a la de la realidad” (J. Superby: 2006. 47-48).
Buscaremos una explicación mediante la representación de los Elementos que constituyen lo exotérico del Rito (es decir lo
externo, la vela), encontramos en el Diccionario Enciclopédico de la Masonería, de Frau y Arús[xx], en lo referente a la
lámpara lo siguiente: “Consagradas al culto de los dioses, pronto fueron uno de los adornos más esenciales  de los
templos, en donde ardían constantemente, alimentándolas, en un principio con la grasa de las victimas que se inmolaban
en los sacrificios. Pero como el Aceite abundaba en el Ática, tan luego como se descubrió su propiedad combustible, le
sustituyeron a la grasa.”
El combustible, a que se hace mención en el párrafo anterior, es aceite; el mismo Diccionario consultado a este respecto
señala: “Uno de los artículos o elementos que se emplean simbólicamente en las grandes ceremonias de la FM,…, en todos
estos actos el aceite simboliza la sabiduría, la paz y el refresco…” (Frau-Arús: 2006. tomo I, 36).
Es muy cierto, que en la actualidad no se utilizan lámparas en los trabajos del taller como fuentes de iluminación; empero
ello se debe a la facilidad que prestan las Velas, las cuales reemplazan a las lámparas en un sentido práctico, respetando o
dejando inalterable el significado simbólico que el acto en sí representa.
El QH:. Isamitt, en su trabajo “El Candelabro de 7 Velas- Una visión gráfica de la Menorah”[xxi] señala en lo referente al
simbolismo atribuido al candelabro de las siete velas por el misticismo judío, está de manifiesto en la interpretación de la
razón por la cual una lámpara pequeña, puede arder por 8 días, generando un asiento para el concepto de la conciencia de
lo divino. Citando textualmente al QH:. Isamitt: “El tabernáculo se asemeja al Universo, no sólo por el simbolismo de su
estructura sino también por sus objetivos. El primer designio de Dios, al crear el Universo, es “Hágase la Luz”...”.
El encendido de las luminarias de Shabat corresponde claramente a la Menorah, el candelabro de siete brazos que se
encendía diariamente en el santuario y estaba ubicada en el muro meridional.
Estas velas corresponden a los tres atributos emocionales, las sefirot del corazón, respectivamente: bondad, poder,
belleza, cuya experiencia interior es de misericordia o compasión.
Una de las doctrinas básicas de la cábala, es que todo tiene un origen en los reinos superiores, los que en la práctica
actúan como su esencia interior, descritos como investidos en su interior. Esto es verdad también para las tres velas y sus
correspondientes sefirot: sabiduría, entendimiento y conocimiento, que constituyen las fuerzas vitales internas del alma: la
bondad se genera en la sabiduría, el poder en el entendimiento y la belleza en el conocimiento.
Una ilustración para estas interrelaciones se puede encontrar en la Amidá[xxii]. En la primera bendición se expresa:
“Bendito eres Tu Dios nuestro Señor y el Señor de nuestros padres, el Señor de Abraham, el Señor de Isaac y el Señor de
Jacob”. Cada patriarca es la figura arquetípica de cada una de nuestras facultades emocionales: Abraham de la bondad,
Isaac del rigor y Jacob de la Belleza, de acuerdo con la sintaxis de esta bendición (y según lo explicado en el Talmud), cada
uno tenía una concepción diferente de Dios, correspondiente al origen del alma de cada uno en el Todopoderoso, así como
cada facultad emocional tiene su origen propio en las facultades intelectuales del alma. La luz que brindan las velas en
general y las de Shabat en particular, es una metáfora de la sefirá de sabiduría.
Luego, estamos en acuerdo a lo expresado por el GM:. J.J. Oyarzún, “el conocimiento humano es, por naturaleza,
simbólico. Y un símbolo no posee una existencia real como parte del mundo físico, posee un sentido”.( J.J.Oyarzún:2008.
51)
Juan José expone un esquema de apoyo a la interpretación simbólica, y lo descompone tres aspectos básicos para su
estudio: Nos apoyaremos en este método para asociar al proceso del Encendido de las Luces el fenómeno del acto
simbólico que esto representa:
Primero, el objeto físico (la vela), identificable en forma convencional, y que constituye un aspecto de la clasificación, de
menguado valor didáctico, pero sumamente importante desde el punto de vista de la comunicación. Segundo, el contenido
del símbolo, racional, inteligible, que obliga al intelecto a buscar definiciones y explicaciones con proyecciones críticas (La
luz de la llama), esta exigencia pone a prueba la capacidad de reflexión, esto es de raciocinio, pero puede derivar en cierto
academicismo alrededor del símbolo. Y tercero y principal, la Vivencia del símbolo, imposible de reproducir en el lenguaje
corriente o en sus conceptos. Esto es la culminación del proceso, en el que, después de haber conocido y estudiado el
símbolo, se concluye por asimilarlo, o incardinarlo, o incorporarlo a la psiquis, en suma vivirlo en una integración afectiva
al quehacer cotidiano (la sabiduría de la Luz). (J.J.Oyarzún: 2008. 51).
En síntesis, “el iniciado es instruido con símbolos, se les enseñan símbolos y debe educarse con símbolos” (S. Jans: 2008.
16).
Desde los aspectos de interpretar el “Encendido de las Luces” como un Símbolo Esotérico debemos señalar que para el
Diccionario de la  Masonería citado en esta investigación Esotérico no existe, si la palabra esoterismo, la cual se define
como: “ La doctrina que requiere de un particular estado de entendimiento, suele decirse que es doctrina esotérica.
Conocimiento reservado solo para algunos favorecidos, congregados en las Cámaras Secretas de la morada del maestro.
[xxiii]Estos eran los que conocían el fondo y la misión de la doctrina. Lo mismo pasa en francmasonería: la esotérica es la
interna, la que solo estudian y comprenden los hombres de alma  y facultades privilegiadas, por esto constituyen  el
esoterismo en la Orden la iniciación intima en todos los secretos y tendencias masónicas.[xxiv]
En lo referido a la concepción de la luz por los rosacruces, nos encontramos que el referido Diccionario de Frau-Arús indica:
“No se concibe las tinieblas sin concebir la luz. La luz es una cantidad positiva, y las tinieblas es lo finito. El infinito llena
toda nuestra existencia, absorbe  todo nuestro ser, y en él reflejan todos los hechos, todos los sucesos, todas las
eventualidades conocidas en el mundo finito  y contingente. Esta idea del infinito, que eleva nuestra alma, que ennoblece
nuestra condición, y que nos deja vislumbrar los resplandores de la inmortalidad, no es una abstracción de nuestro
espíritu, no es un ente de razón, no es una cosa imaginaria, sino que es una realidad fuera de nosotros, que inspira a
nuestra inteligencia  este sabor al infinito; es una causa omnipotente, que hace concebir a un ser finito  las ideas de
inmensidad y eternidad por medio de la razón”.[xxv] Es así, como los rosacruces ven en la luz una proyección del infinito,
es la representación física de la Unidad, es el cuerpo o vestiduras del Absoluto. Cuando se abren los trabajos en una
invocación, y previo a verificar si todos los presentes merecen ser admitidos en la convocatoria, se encienden las luces del
altar mediante una vela accesoria, que toma la luz desde una vela central que permanece encendida, y se señala: El
principio uno es la luz, principio que reina en toda la naturaleza y cuyo cuerpo es entregado por Amor a la humanidad para
sacarle de las tinieblas, aun cuando sean las tinieblas las que gobiernen el espacio, es la luz la que se encuentra en
potencia, esta presente aun en la oscuridad misma, es como si solamente estuviese dormida, latente; y cuando se
manifiesta llena todo el espacio, ilumina el vacío, tal como ocurre en la naturaleza, en el cosmos, en la matriz del espacio
infinito. Las vibraciones de la luz excitan nuestros sentidos humanos y trascendentes, excitan nuestra corteza cerebral y
nuestra conciencia, sea subyugándola, o preemitiéndole alcanzar estados de sublime excitación, inclusive en algunos casos
visiones místicas o de extasís, en donde los santos experimentan visiones de la Divinidad en forma directa, o de los
nirvanas, o cielos búdicos.
¿Cómo seria nuestra vida si no tuviéramos la capacidad visual y cerebral para transformar e interpretar las vibraciones de
luz como color?
Un mundo en blanco y negro, evidentemente sería muy monótono. El color y sus usos prácticos, nos invitan a un mundo
de las energías y las vibraciones del alma. Habéis experimentado el templo adornado de color azul, de color rojo o de color
negro, u otro cualquiera, a que os invita esa cromia de colores. O pensáis que solo es una coincidencia, un juego de
colores; es otro de los lenguajes simbólicos, sólo que el de la luz  ataca directamente a nuestra conciencia, a esas moradas
celestiales; a esas cuarenta y nueve mansiones del alma, es un lenguaje no hablado, la luz de las velas del altar son
vórtices de energía que nos transportan a otros planos, que aun cuando están en este, solo los iniciados pueden o son
capaces de ingresar a esas mansiones, el más cercano a todos nosotros es el llamado plano astral, sin embargo es
necesario entrar por él, pero no es el único, existe el plano de la energía mucho mas sutil y mucho mas elevado en cuanto
a experimentación de la conciencia, en el podéis conocer directamente de los maestros de la naturaleza  todos los secretos
de la vida, en cualquiera de sus expresiones, esto transforma al maestro en un Teúrgo, luego está la luz del Plano de la
Mente, poderosísimo quantum energético este el de la mente, muchos han quedado en este sendero contemplando su luz,
tal como lo hace la mariposa de la luz frente a la llama de la vela, dando círculos hasta que de pronto se abraza y funde en
ella, muere; y quizá nunca fue esa su intención, en este plano muchos maestros se ciegan ante el resplandor de la luz, sin
percatarse que es un pálido reflejo de la verdadera luz, que emana desde el centro mismo del universo, tal como se ve en
el arder de la cera en la vela, ved hermanos míos como el color azul irradia su mensaje hasta vuestras almas, rodeado de
la materialidad de la luz, con sus tonos rojizos anaranjados, propios de los elementales que allí danzan; el transitar por los
fenómenos esotéricos de la luz, en este plano te transforma en un Demiurgo.
El simbolismo esotérico del encendido de la luces esta acompañado de los cuatro elementos que conforman la tétrada
energética por excelencia: Tierra, Agua, Aire, Fuego. La tierra la representan los materiales de composición del material a
combustionar en este caso la vela, el Agua (lo representan ustedes queridos hermanos, nada más adaptable que el agua,
nada más esotérico de un masón en busca de lo esotérico) que encierra en su seno la potencia eléctrica, recordaréis la
potencia del trueno y la luminosidad del rayo (en ciencia oculta se dice que son los cuerpos etéricos de los serafines y
potencias que al rozarse producen la electricidad suficiente para entrar en ignición[xxvi]), el Aire presente en el interior de
la bóveda celeste, elemento vital y del cuál extraeremos el prana la energía para iniciar el proceso de iluminar, y por último
el Fuego, potencia que transforma elevando las formas desde lo burdo hacia lo sublime, no importa donde se genere,
siempre buscara las alturas, desde donde proviene, siempre apuntará hacia el centro del universo, hacia la fuente origen
de todo. Reunidos todos estos elementos se producirá el momento mágico de la vida, la luz, el principio básico del altar
rosacruz es  la luz. Es ésta quién por Amor entrega su capacidad para iluminar a la vela de la caridad, la cual arde por la
magia del amor hecho carne, no basta con decir “te quiero” es preciso decirlo con el corazón, lugar desde el cual hablan los
compañeros; y es en virtud de ese amor transmutado en energía creadora, surge la llama de la tercera luz,  Vida. Existe
algo más simple que la vida y al mismo tiempo tan compleja, como se origina, como se termina; ¿de donde venimos, hacia
donde vamos? No son preguntas que algunas veces hemos pretendido responder…y en las menos de las veces creído tener
las respuestas.
Hasta aquí las discurrencias esotéricas del “Encendido de las Luces”.
 
 
3.4.) Necesidad Mística. Mirada Antropológica de la Ceremonia del Encendido de las Luces.
 
Todo lo anterior descrito se enmarca bajo un denominador común: Son Ceremonias, y como tales requieren de una
revisión desde una óptica antropológica, ya que son nuestras ceremonias.
¿Qué tienen de común, sin perjuicio de su heterogeneidad, las situaciones descritas por los textos indicados?
Sin duda muchas cosas, pero aquello que aquí queremos destacar, mirando más que a los resultados obtenidos, al flujo de
los procesos operativos mismos que en todos ellos aparecen regulados, es su condición de  <<figuras del hacer
humano>>.
Ante todo, en el sentido de figuras de acciones ya ejercitadas (otra vez: figuras reproducibles de acciones, no sólo de los
resultados desprendibles de esas acciones) que nos son recordadas (anamnesis) pero también en el sentido de figuras que
han desempeñado (o pueden seguir desempeñando, en algún caso) el papel de programas operatorios (prolepsis) de la
acción de los hombres.
 Flujos canalizados, cada uno de los cuales está constituido como una composición (concatenación, coordinación) de
operaciones, aplicadas a determinados objetos o valiéndose de determinados instrumentos, según sea la pauta o figura
que se ha formado y consolidado en el curso de la experiencia práctica reproducible.
Las ceremonias son figuras del hacer humano, modus  operandi institucionalizados. Pero el <<hacer humano>> es tan
solo uno de los contenidos del <<Material Antropológico>>. Este trabajo no pretende entrar en cuestiones de prioridad,
porque tanto si al “hacer” se le considera subordinado al “ser” (operari sequitur esse), lo que sí parecerá evidente es que el
“Hacer humano” (las ceremonias , por tanto) debe ser enmarcado, aunque sea en el terreno puramente fenomenológico,
junto a los restantes contenidos del material antropológico.
Designamos con el nombre de ceremonias a toda figura práctica teleológica que, constituida por secuencia efímeras de
operaciones humanas, está delimitada sobre un “fondo procedimental[xxvii]” por una apertura y una clausura
identificables.
Su alcance antropológico estará representado por el concepto de “figura práctica teleológica”, acto que conlleva la idea de
finalidad. La prolepsis misma, como acciones que poseen un significado, la acción misma del encendido de la luces, posee
una “figura secuencial” obedecen a un procedimiento ordenado, tiene un “fondo definible”, y su significado antropológico
dado por la dimensión del intervalo temporal entre los límites de la ceremonia, “de mediodía a medianoche”.
La ceremonia de Encender las Luces, es ontológica por si misma, no es meramente fenomenológica, ya que afecta a los
hombres allí reunidos, a saber: todos están en una posición ritualística, de respeto al acto del encendido de las luces, no es
un mero encender de velas, es precisamente la pretensión ontológica  de los movimientos conductuales o prácticos la que
suscita las principales dificultades iniciales desde un punto de vista filosófico-gnoseológico en el momento de definir las
ceremonias como figuras teleológicas.
 
La idea de finalidad, en su significado más genérico, podría considerarse como un modo o como una modulación de la idea
de identidad y aquí reside ya su primer contacto con la idea de causalidad, propia de los procesos secuenciales-temporales,
identidad entre un proceso y sus resultados, y esto queda reflejado en el proceso de incorporar la “conciencia” como
principio cognitivo o proceso mental de ordenar o configurar en su mundo propio, los objetos intencionales que están
jugando su rol sobre el altar.
De allí la operación o actividad de “tomar la luz desde el Cirio Central”, la idea de “Al momento de ingresar al Templo, la
luz de la Sabiduría ya está encendida (a saber,  nunca debió apagarse)”. Este aspecto es lo que evidencia el
accionar de la “conciencia” en cuanto a su capacidad de configurar objetos futuros intencionales. Fines que luego ella
misma, o sus potencias subordinadas, pondrán en ejecución.
El momento constitutivo de las ceremonias no se recorta en la perspectiva fenomenológica (que incluye contenidos
representados) sino que, a la vez que implican los momentos contextuales distintivos y alternativos, requiere la apelación
al plano esencial que regularmente desbordará el propio radio de la ceremonia.
Las normas pertenecen sin duda a la dimensión constitutiva de las ceremonias, por cuanto ellas son indisociables.
Desde la perspectiva filosófica, una fórmula que expresa muy profundamente la naturaleza antropológica de las
ceremonias podría ser la siguiente: Las ceremonias representan en la vida de los hombres algo similar a lo que los rituales
representan en la vida de los animales.
Las dificultades aparecen, sin embargo, ya en el momento en que encontramos rituales, en sentido etológico estricto, en la
propia conducta de los hombres. Y por que muchas veces las ceremonias se asemejan de tal manera por su función o
figura.
 
Es significativo lo que Jans señala en su libro “Trazados entre Columnas”: “Desde que el iniciado recibe la Luz, y antes sus
ojos se revelan los primeros símbolos masónicos, se ve enfrentado a un proceso docente que recurre permanentemente a
dos variables, dos concepciones del conocer, dos percepciones intelectuales: la racional y la simbólica. Ello le lleva a un
juego permanente, dual, que busca racionalizar lo simbólico y a simbolizar lo racional. No se trata de optar por un camino
que solo se verifique en el campo de lo simbólico, o, por el contrario, solo en los ámbitos de la racionalidad”. (S. Jans:
2008. 15).
No menos expresivas son las palabras de J.J. Oyarzún en la obra citada, cuando señala: “Pareciera ser que la privilegiada
característica de la especie humana hace discutible que en algún otro animal se presente este eslabón intermedio, que
sería aceptable con la denominación de sistema simbólico”. (J.J.Oyarzún:2008. 19).
 
 
4. - Conclusiones
 
Hemos caminado un sendero de difícil andar, siempre lo simple, lo que vemos a diario, y, que por tantas veces visto lo
damos por conocido, no suele crear tanta expectativa como lo ha hecho en mi persona el fenómeno iniciado por Phillips en
el siglo pasado, invitando a nuevos y mejores estudios acerca del encendido de las luces, mas cercano a nosotros el
hermano Superby, con su simpleza de maestro educado en los crisoles de la masonería más pura, nos señala un camino,
que insisto no ha estado exento de peligros, sobre todos esos que tienen relación con la mente racional, o con el encanto
de las luces de la excitación luciférica de la divinización de todo, hemos tratado de exponer cuatro aspectos de lo mismo, y
nos atrevemos a concluir. Como acostumbramos los masones, indicando, el tema no ha sido agotado y nuevas inquietudes
surgen de lo expuesto, luego dejo a otros hermanos continúen con esta tarea.
Intentare dar un cierre de acuerdo a lo que el lector de este trabajo espera:
En el principio los cielos (aire) y la tierra (cera), se hallaba sin forma y desierta y había oscuridad sobre la superficie de la
profundidad acuosa (agua); y la fuerza activa (Fuego) de Dios se movía de un lado a otro sobre la superficie de las aguas.
Y Dios procedió a decir: “Llegue a haber luz” y Dios vio que la luz era buena, y Dios efectuó una división entre la luz y la
oscuridad. Y en todo esto Dios se tomo todo un Día.
Nuestro ceremonial procede a clamar: Silencio. Producido este sonido insonoro, procederemos a reproducir el mágico
momento de la creación de cualquier universo, no importa en el plano que ello ocurra. Es la luz en su máxima expresión la
que es capaz de iniciar la vida. El momento es mágico, y comparto con el Querido Hermano Superby que esto sólo puede
ser un momento de profundo significado esotérico. Y como tal, debiese respetarse como algo Sagrado, y quitarle todo lo
profano que algunos sin saber introducen en este proceso mágico. Seamos partidarios de los esotérico o no, nos debemos
a nuestros reglamentos y rituales, debemos respetar lo sagrado, no porque pertenezca a lo divino, simplemente porque
pertenece a nosotros, y si somos puros en el hacer en este plano, lo estaremos siendo en otros planos más sublimes; aun
cuando no todos puedan experimentarlos, los mismos no dejan de existir, y el castigo por no saber no tiene disculpa ni
deja de tener sanción, la conciencia es el verdugo silencioso de la mente y de los que sin querer, en algunas ocasiones
juegan a ser Aprendices de Brujos.
 
Salud, Fuerza y Unión.
 
 
Bibliografía
 
En el Umbral de la Iniciación. Julio Superby Ríos. Temas Masónicos Nº 3. Segunda Edición. Resp:. Log:. De Investigación y
Estudios Masónicos. Pentalpha Nº 119.Año 2007.
Temas Masónicos Nº 6. Pensamiento verbal y escrito expresado por el Q:.H:. Eduardo Phillips Müller.(1909-1995)
Recopilado por el Q:. H:. Julio Saa Labra 32º, de la Resp:. Log:. De Investigación y Estudios Masónicos. Pentalpha Nº 119.
Anuario Nº 21. Año 2005. Resp:. Log:. De Investigación y Estudios Masónicos. Pentalpha Nº 119.
Anuario Nº 18. Año 2002. Resp:. Log:. De Investigación y Estudios Masónicos. Pentalpha Nº 119.
Trazados entre Columnas. Sebastián Jans. Imprenta MaCarter. Año 2008-12-22
Introducción a la Simbología. Ensayo para Iniciados. Juan José Oyarzún. Ediciones ILEC. Año 2008.
Diccionario Enciclopédico de la Masonería. Lorenzo Frau Abrines y Rosendo Arús y Arderiu. Edición corregida y Aumentada
por Luis Almeida. Tomos I,II,III. Editorial del valle de México S.A. de C.V. Año 2006.
Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras. Editores Watchtower Bible and Tract Society of New Cork,INC.
Año1987.
La Trilogía de los Rosacruces. Tomo I y II. Colección Difusión Rosacruz. Gran Logia AMORC. Jurisdicción Habla Hispana
para las Ameritas, A. C.
Rituales. Oriente de Santiago de Chile. Última revisión y reedición. 1985.
La Doctrina Secreta. Síntesis de la Ciencia, la religión y la filosofía. Vol. 1. Cosmogénesis. H.P. Blavatsky. Editorial KIER,
Buenos Aires. Novena Edición. 1987.
Reglamento General del G.:L.: de Chile, del año 1984 (Nueva edición revisada y actualizada)

[i] Alegoría: Representación simbólica de ideas abstractas por medio de figuras.


[ii] Rito: Es el conjunto de reglas o preceptos, de conformidad con los cuales, se practican las ceremonias y se confieren, o por mejor decir, se
comunican los signos, toques palabras y todas las demás instrucciones Secretas de los grados. 
[iii] Símbolo Esotérico: Figura emblemática o imagen significativa. Cualquier cosa que por la representación, figura y semejanza, nos da a conocer o
nos explica otra. Signo eterno y visible con el que se enlaza un sentimiento espiritual, una emoción o una idea.
[iv] Mística: (Del lat. mystĭca, t. f. de -cus, místico*).1. Parte de la teología que trata de la vida espiritual y contemplativa y del conocimiento y
dirección de los espíritus.2. f. Experiencia de lo divino.3. f. Expresión literaria de esta experiencia. (*).(Del lat. mystĭcus, y este del gr. μυστικός).1.
adj. Que incluye misterio o razón oculta.2. adj. Perteneciente o relativa a la mística o al misticismo.3. adj. Que se dedica a la vida espiritual. 
[v] Adaptación: acomodar una cosa a otra.
[vi] Diccionario de la Lengua española – Vigésima segunda edición. http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta
[vii] Diccionario Enciclopédico de la Masonería. Frau – Arús. Tomo I. Editorial del Valle de México. 2006.
[viii] Citado en Doctrina Secreta, Tomo I. Síntesis de la Ciencia, la Religión y la Filosofía: Cosmogénesis. Pág.85.
[ix] Lugar en el cual tuvo lugar la batalla entre las fuerzas Pandavas (Pandu) y las de los  Kuravas, en el texto Indo del Bhagavad Gita. La eterna
lucha de la Luz contra las Tinieblas.
[x] Lanú es un alumno, una persona que estudia Esoterismo práctico.
[xi] Estancia III,  séptima sloka. Doctrina Secreta Tomo I- Pág. 88
[xii] Diccionario Enciclopédico de la Masonería. Frau- Arús. Tomo III. Editorial del valle de México.2006. Pág. 1446.
[xiii] Salmo 127: 1. Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras.1987.
[xiv] Véase: Instrucción Preliminar. Anuario Nº 22. Año 2005. Pentalpha Nº 119. Las Columnas en el Templo de 3er Grado. Alexander Tupper M.
[xv] Adaptación del Autor de este trabajo del Ritual de Consagración de la GLCh de un templo masónico, Para los efectos de esta Plancha, Las
cursivas se utilizan para destacar parte del texto que será comentado. 
[xvi] Adaptación del Autor de este trabajo del Rito de Instalación de la GLCh, Para los efectos de esta Plancha, Las cursivas se utilizan para destacar
parte del texto que será comentado.
[xvii] Adaptación del Autor de este trabajo del Rito de Apertura para tenidas de la GLCh, Para los efectos de esta Plancha, Las cursivas se utilizan
para destacar parte del texto que será comentado.
[xviii] Juan José Oyarzún. Introducción a la Simbología-Ensayo para Iniciados. Ediciones ILEC. 2008.
[xix] Juan 1:9. Traducción del Nuevo Mundo de las Sagradas Escrituras. Págs. 1312.
[xx] Diccionario Enciclopédico de la Masonería. Tomo II. Pág., 702-703.
[xxi] Anuario Nº 18. Pentalpha Nº 119, Año 2002. Págs. 51-71 y ss.
[xxii] La parte principal de la liturgia judía.
[xxiii] Se refiere a los discípulos de Pitágoras a quién se le atribuye el haber creado el concepto esotérico.
[xxiv]Diccionario Enciclopédico de la Masonería. Tomo I. Pág. 429.
[xxv] Diccionario Enciclopédico de la Masonería. Frau-Arús. Tomo 3. págs. 1612 y ss.
[xxvi] Esto será tema de otro trabajo de investigación. (nota del autor)
[xxvii] Un método, un procedimiento, acciones encadenadas que conducen a un resultado y que puede reproducirse y repetirse tantas veces como
sea necesario.

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