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“Año del Fortalecimiento de la Soberanía Nacional”

UNIVERSIDAD NACIONAL PEDRO RUIZ GALLO


FACULTAD DE MEDICINA HUMANA

TAREA N° 9: DISCUSIÓN DEL


DILEMA SOBRE
EL ABORTO

ALUMNOS:
LEÓN DÍAZ ARNOLD
LLANOS OLIVERA ANTHONY
MANAY DÁVILA JULI
MENDOZA CHAVARRY BRAYAN
MESTANZA HOYOS JELIKA

ÉTICA Y DEONTOLOGÍA
Dr. Ivan Pinto Tipismana
CICLO 2022-I
DILEMA ÉTICO ABORTO DESDE EL PUNTO DE VISTA MORAL,
ETICO, RELIGIOSO, FILOSOFICO, HUMANO, JUDICIAL, SOCIAL

MORAL: En la historia de la filosofía el debate moral ha sido descripto según


cualidades de universalidad, abstracción y reglas que responden a las masculinidades
privilegiadas que le dieron origen. Las mujeres han sido descriptas como inferiores e
incapaces de estos razonamientos. Esto ha servido para una organización política e
institucional donde los varones tomaron en sus manos las decisiones reproductivas y
no reproductivas de las mujeres. Los ejemplos más fuertes son los de las diferencias
establecidas en la ética de Aristóteles y Kant. Pero la filosofía feminista del último
tercio del siglo XX ha proporcionado posturas críticas y propositivas en relación con la
deliberación moral de las mujeres, de directa incidencia en dilemas que las afectan de
manera excluyente como el aborto. En particular, la Ética del cuidado de Carol Gilligan
presenta una estructura diferente de razonamiento moral que se aparta de las reglas
generales y abstractas para poner el acento en la conectividad, los conflictos de
responsabilidad y la empatía.

ÉTICO: El problema ético del aborto se plantea por el conflicto entre 2 valores. La
autonomía procreativa de la mujer y la inviolabilidad de la vida humana. Si ambos
valores se plantean de forma absoluta no existe posibilidad de una solución
equilibrada.

En un extremo del absolutismo se sitúan los grupos «pro life» que parten de la
consideración de la vida como valor absoluto sin excepciones y de que el inicio de la
vida humana se produce en el mismo momento de la concepción.

En el otro extremo los grupos «pro choice» que consideran la concepción y gestación
como apéndices del organismo femenino y solo ella debe tener capacidad para tomar
decisiones hasta la desvinculación orgánica del feto respecto al cuerpo de la madre.

En el origen de las posiciones polarizadas antes enunciadas se encuentra la ausencia


de consenso sobre el momento biológico, dentro del proceso de desarrollo
embrionario, en que podemos considerar la existencia de una persona. En este
proceso hay grandes diferencias sobre cuál sería el punto crítico; la fecundación, el
momento de la anidación, el inicio de la actividad cerebral, el final de la diferenciación
de órganos y aparatos vitales o la existencia autónoma fuera del vientre materno.

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Cada una de estas opciones conlleva posiciones morales diferentes que resulta
complejo conciliar.

El aborto en la ética, es Variable este concepto, como es variable la ética según la


cultura que la produce, y sin entrar en disquisiciones filosóficas acerca de si la ética
es unitaria o plural, aunque nos adherimos a la segunda fórmula disyuntiva, afirmamos
que casi en todas las éticas es un acto negativo.

RELIGIOSO: El aborto siempre ha sido un tema muy polémico a ojos de la religión,


aunque con diferencias. Algunas religiones como el judaísmo o el islam contemplan
la posibilidad de abortar en casos concretos, como la violación o si existe un riesgo
para la madre, mientras que otras se oponen del todo.

El catolicismo es una de las religiones más estrictas en lo que se refiere a la


interrupción voluntaria del embarazo. La Biblia, el libro sagrado de la religión cristiana,
reconoce que todas las vidas son sagradas y, por lo tanto, considera que un aborto es
poner fin a una vida que se está gestando. Por ese motivo la Iglesia católica —una de
las instituciones religiosas más importantes e influyentes del mundo— se opone a la
práctica del aborto en cualquier circunstancia, aunque el diagnóstico prenatal muestre
malformaciones en el feto o el embarazo suponga un peligro para la salud de la mujer.
Esta postura influye en más de 1.300 millones de creyentes católicos en todo el
mundo.

A lo largo de la historia, la Iglesia católica ha relegado la mujer a un segundo plano.


En la esfera social, se espera que la mujer muestre una actitud devota y subordinada a
la figura del hombre y la vida familiar.

En el ámbito religioso, las mujeres ocupan las posiciones más bajas de la jerarquía
eclesiástica, no pueden participar en la toma de decisiones de la Iglesia ni celebrar
ceremonias religiosas como la eucaristía.

La Iglesia aprovechó su influencia en la educación durante los siglos XIX y XX para


difundir estos valores y principios sobre la mujer entre la sociedad. Muchas órdenes
religiosas crearon sus propias escuelas y centros educativos, que reforzaban este
modelo.

Dentro de la mentalidad católica, el aborto era una cuestión indefendible y pronto se


convirtió en un tema tabú para muchas familias. Aun así, dentro del catolicismo existen
movimientos que difieren de la postura oficial. Varias asociaciones de mujeres

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católicas defienden la legalización del aborto por motivos de salud y los derechos de
las mujeres embarazadas a decidir sobre sus propios cuerpos.

FILOSÓFICO: En la célebre alegoría que describe Platón en el Título VII de La


República, un grupo de hombres encadenados por el cuello y las piernas en el interior
de una caverna solo pueden ver las sombras de una serie de objetos que representan
hombres y animales, y que son iluminados por el fuego de una hoguera. Los
prisioneros no conocen la realidad, tienen por tal a esas sombras de objetos que se
proyectan en la pared de la caverna.

Esta ficción de la realidad es la que parece estar presente en la discusión sobre la


legalización del aborto en Perú: hay prisioneros en una caverna que no pueden darse
vuelta para ver la realidad y se abrazan a la ficción que ven. Con esa ficción pretenden
cerrar el debate: un embrión es igual a un niño ya nacido. Saben que nadie -ni ellos ni
quienes están de acuerdo con la ley de interrupción del embarazo- estaría dispuesto
a matar a un niño. El asunto es que un embrión no es un niño.

A esta confusión han contribuido prestigiosos juristas que para concluir de ese modo
interpretan de manera absoluta la tutela a la vida de la Convención Americana de
Derechos Humanos y el texto de una ley que adhirió a la Convención de los Derechos
del Niño diciendo: “se entiende por niño a todo ser humano desde su concepción y
hasta los 18 años de edad”. Ningún derecho es absoluto, ni siquiera el de la vida de
personas nacidas. En determinadas circunstancias el derecho justifica o disculpa a
quien priva a otro de su vida. En el caso del embrión existe una expectativa de vida
que sin duda merece tutela. Pero en los primeros momentos del embarazo este
derecho colisiona con el de la mujer que no quiere seguir el embarazo. Y esa mujer,
en ese punto, tiene un derecho que vale más que el otro. A medida que pasen las
semanas el derecho de la mujer irá decreciendo y el del embrión aumentando porque
la posibilidad de vida se robustece. Pero ningún argumento puede llevar a la insólita
conclusión de que un embrión es igual a un niño nacido. Ni a proponer imágenes de
bebés que claman por su vida mientras son sangrientamente despedazados para
tratar de mostrar al aborto temprano como un crimen horrendo e injustificable.

En mi opinión, este punto de vista fervorosamente abrazado por la Iglesia católica y


por quienes dicen defender “las dos vidas” constituye una ficción que recuerda a las
sombras que se reflejan en la pared de la caverna de Platón.

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Hay una regla clásica de la interpretación de la ley que dice que no son aceptables
aquellas interpretaciones que conduzcan a consecuencias absurdas o bien que
colisionen con otras normas del ordenamiento jurídico. Si se considera que un embrión
merece igual protección que un niño nacido habría que suprimir directamente la figura
del aborto como tal porque la eliminación del embrión sería lisa y llanamente un
homicidio. En el derecho civil, la adquisición de derechos tendría que ser plena desde
la concepción, con lo cual el embrión tendría derechos sucesorios, aunque el
embarazo no llegara a término o el feto naciera muerto.

HUMANO: El respeto a la vida humana desde la concepción es un principio ético


fundamental, es el respeto a la dignidad humana, la sociedad actual, frente al aborto,
quiera anteponer como más relevantes: la reivindicación de unos derechos
malentendidos de la mujer; problemas de salud pública, que no van a la raíz y fondo
de los mismos, y que tampoco plantean soluciones acordes con el respeto a la
persona humana; un concepto de persona humana redefinido por una sociedad
“moderna”, pragmática y utilitarista; una concepción de calidad de vida que se lleva
por delante la consideración a la dignidad del otro, aún no nacido; problemas sociales
de violencia, precariedad económica, abandono de la mujer, que no se solucionan
quitándole la vida a otro, y para rematar, la astucia de quienes quieren promover la
despenalización del aborto, buscando las rendijas por donde los tratados
internacionales se puedan interpretar y anteponer a la conciencia de las pocas
naciones que, en estas circunstancias, aún respetan la vida del no nacido.

Las tensiones frente a la problemática del aborto son múltiples, y los aspectos que se
deben analizar recogen miradas antropológicas, filosóficas, de salud, políticas, de
derechos humanos y jurídicos, entre otros. Las mismas requieren realmente un
estudio a fondo, plural pero no neutral; plural, pero que acepte las posturas del respeto
a la vida, porque las voces de respeto a la persona humana en la sociedad actual son
interpretadas como dogmáticas y fundamentalistas; el pluralismo se agota hasta
cuando tienen que oír al otro. El diálogo debe ser razonado, que involucre a todos los
actores, que permita buscar otras soluciones que a conciencia comprometan a la
sociedad y estén acordes con la dignidad humana, aún intangible para muchos en
esas circunstancias.

A la persona humana se le quita su categoría de persona porque aún no ha nacido o


porque tiene una enfermedad que le puede dificultar o impedir desplegar todas las

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cualidades y características inherentes al ser humano. Se niegan los atributos propios
de la persona, independientemente de que en un momento u otro no se puedan
explicitar.

JUDICIAL: En nuestro país, El Aborto es una acción humana tipificada como delito
por la actual legislación peruana. Mientras el Estado reconozca al concebido como
Persona Humana esta acción se tornará como repudiable.
El Código Penal, Decreto Legislativo N° 635, tipifica el delito del Aborto entre los
artículos 114° al 120°, entre los que se encuentran el Auto aborto, el aborto
consentido, el aborto sin consentimiento, el aborto preterintencional, el aborto
terapéutico y finalmente el aborto sentimental y eugenésico.

Por ello en el Perú el aborto es ilegal, salvo que exista peligro para la salud de la mujer;
sin embargo, el status legal del aborto no detiene que las mujeres lo sigan practicando.

Asimismo, el Decreto Legislativo N° 638, Código Procesal Penal, advierte en su


artículo 244° al Aborto como una diligencia especial dentro del proceso penal iniciado;
señalando “En caso de aborto, se hará comprobar la preexistencia del embarazo, los
signos demostrativos de la interrupción del mismo, las causas que lo determinaron,
los probables autores y las circunstancias que sirvan para la determinación del
carácter y gravedad del hecho”.
Sin lugar a dudas el Aborto en el Perú es considerado como delito incluso desde el
año de 1863.

En nuestra Constitución de 1993 determina en su artículo 2º inciso 1º que toda


persona tiene derecho a la vida, a su identidad, a su integridad moral, psíquica y física
y a su libre desarrollo y bienestar, a ello añade que el concebido es sujeto de derecho
en todo cuanto le favorece. Este enunciado es similar al de la Constitución anterior.
En el artículo 6º expresa que la política nacional de población reconoce el derecho de
las personas a decidir.

El Código del Niño y el Adolescente de 1993 responsabiliza al Estado y a la sociedad


del establecimiento de condiciones adecuadas para la atención de la madre durante
la etapa del embarazo, el parto y la fase post-natal, otorgando una atención
especializada a la adolescente madre y garantizando la lactancia materna y el
establecimiento de centros de cuidado diurno.

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A raíz de la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo realizada en El
Cairo, en setiembre 1994, se dio nueva apertura al debate público sobre el aborto y el
derecho a la vida durante los meses de mayo a noviembre de ese mismo año.

La Ley N.º 26530, publicada el 10 de setiembre de 1995, modifica la Ley de Política


Nacional de Población excluyendo al aborto como método de planificación familiar. De
este modo, sí considera a la intervención quirúrgica como método, ya que la LPNP la
excluía también.

SOCIAL: Dentro del contexto social donde existe miseria y desocupación, las cifras
de aborto son alarmantes; estas cifras son un producto de la sociedad y dependen
directamente del grado de pobreza. Son también muchas veces consecuencia de la
paternidad no asumida y de la falta de apoyo que las mujeres tienen en la sociedad.

Al compararse el aborto con el terrorismo o la guerra no se dan las causas sociales


del porqué del aborto ni tampoco del porqué de las causas sociales de la miseria. Es
como si comparáramos la prostitución con la perversidad o la degeneración sacándola
del contexto de miseria social y de la responsabilidad de la sociedad. Con esta
comparación simplificada no se dan los elementos para que se pueda hacer un
análisis objetivo del problema. La Iglesia se limita a condenar la disposición del
Estado, sin entrar a considerar los factores humanos, reales, que producen la
necesidad del aborto en miles de mujeres.

Al despenalizar el aborto, el Estado socialista no producirá más abortos; sólo dará las
condiciones legales para que las mujeres que de todas maneras abortarán obligadas
por las condiciones de miseria sociales lo hagan en condiciones médicamente
humanas y dignas, sin poner en peligro sus vidas por falta de condiciones médicas
legales. La despenalización del aborto es, por tanto, una obligación social de un
Gobierno socialista. No tiene otra opción. Analizado como problema social, el aborto
no puede compararse al terrorismo, ni mucho menos a la guerra.

El problema social del aborto está íntimamente ligado con el problema legal.

Queremos con ello decir que, si el aborto se ha convertido en un auténtico problema


social, con repercusiones nefastas en la salud pública y consecuencias económicas
graves, se debe en buena parte a la existencia de leyes restrictivas.

El aborto se practica en el Perú y en el mundo entero; se ha practicado y es muy


probable que su práctica tarde bastante tiempo en extinguirse. Pero al configurarse

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como delito, eI temor a la penalidad respectiva no detiene ni disminuye su realización,
sino que la convierte en clandestina y, como todo 10 clandestino, en factor de
explotación y de peligro para la salud y la vida de las mujeres que 10 efectúan sin
control ni asistencia médica. Este problema social es mundial, aunque recientemente
está disminuyendo en los países que han liberalizado su legislación y que siguen
adecuados programas educativos de planeación familiar.

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