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El documento presenta información sobre tres tradiciones del pueblo de la región de Atacama en el norte de Chile y el norte de Argentina. Describe al Coquena, un ser mitológico que protege a los animales y transporta vicuñas cargadas de plata y oro. También habla sobre la leyenda de la Laguna de Leandro, donde un hombre llamado Leandro buscó tesoros escondidos pero fue arrastrado a las profundidades del lago por un animal con astas de oro. Por último, explica que las apachetas son montí
El documento presenta información sobre tres tradiciones del pueblo de la región de Atacama en el norte de Chile y el norte de Argentina. Describe al Coquena, un ser mitológico que protege a los animales y transporta vicuñas cargadas de plata y oro. También habla sobre la leyenda de la Laguna de Leandro, donde un hombre llamado Leandro buscó tesoros escondidos pero fue arrastrado a las profundidades del lago por un animal con astas de oro. Por último, explica que las apachetas son montí
El documento presenta información sobre tres tradiciones del pueblo de la región de Atacama en el norte de Chile y el norte de Argentina. Describe al Coquena, un ser mitológico que protege a los animales y transporta vicuñas cargadas de plata y oro. También habla sobre la leyenda de la Laguna de Leandro, donde un hombre llamado Leandro buscó tesoros escondidos pero fue arrastrado a las profundidades del lago por un animal con astas de oro. Por último, explica que las apachetas son montí
El Coquena, también conocido por Yestay, Yastay o Llastay.
Es un ser mitológico benigno presente en el norte de chile, en particular de la región de Atacama y en el norte argentino, en principal en las provincias de Jujuy, Salta y Tucumán. El Coquena es el legendario personaje, hijo de la Pachamama, guardián de los rebaños, tropero de las nubes y de las altas cumbres y volcanes, sembrador de tormentas y del viento blanco. Un enanito misterioso, una deidad que todo lo ve y que todo lo siente, ha nacido de la tierra, no tiene madre ni padre, es muy pequeño y se viste completamente con telas de lana de vicuña: pantalón ancho adornado con oro, poncho y galera de alas muy anchas, protege permanentemente a los animales autóctonos de los maltratos, abusos y crueldades de algunos humanos. Coquena se pasea durante la noche, sobre todo, siempre conduciendo una tropa de vicuñas cargadas de plata y oro. Las correas con la que se atan las cargas en el lomo son víboras vivas. Se dice que el Coquena castiga cruelmente a los que maltratan el ganado en los Arreos, ha quitado llamas y vicuñas a sus dueños por tratar mal a sus queridas criaturas. La leyenda dice que cuando se ve animales pastando sin un pastor, es el Coquena que se ha encargado de llevarlas a hacia lugares donde los pastos y vegas son más abundantes y tiernas. Cuando un hombre lo ve desaparece, pues no es más que un aire o un espíritu, las cargas de plata desaparecen también y quedan las vicuñas solas pero se reconocen las vicuñas del Coquena por que tienen el lomo en donde estuvo colocada la carga, mojado de sudor
Laguna de Leandro
La leyenda cuenta que en el norte de la Quebrada Humahuaqueña
vivía un runa llamado Leandro bueno y trabajador, tenía un rancho de adobe junto a su mujer, un rebaño de ovejas y una tropa de llamas. En unos de sus viajes a tres morros se hizo amigo de un viejo arriero puneño que le conto varias historias, la que mas le llamo la atención fue la de la Conquista Española. le conto que en los primero tiempos de la conquista Española los emisarios del Inca Atahualpa regresaban de juntar todo el oro y plata que pidieron a los aldeanos para pagar el rescate de Atahualpa a los españoles , cuando ascendían trabajosamente por la Quebrada de Humahuaca con sus llamas cargadas al máximo se enteraron que el Inca había sido muerto. No deseando que los tesoros cayeran en poder de los enemigos , arrojaron sus cargas en una laguna solitaria situada a unos 4170 metros sobre el nivel del mar, al noroeste del pueblo de Humahuaca. Leandro no dejaba de pensar en las riquezas que aguardaban en el fondo de esa laguna, así que junto con su mujer se propusieron encontrar ese fabuloso motín. Pasaron días y noches pensando cómo sacarlo de ese lugar, llegaron a la conclusión de que solo podrían obtenerlo si vaciaban la laguna construyendo un zanjón de desagüe en la zona de más declive del terreno. Leandro puso manos a la obra. Así pasaron días y meses construyéndola cuando en una tarde de febrero, comenzó a bramar el viento, se crispo la laguna, bramo el trueno y de la laguna emergió una figura de un formidable cuadrúpedo con astas echas de oro puro. Tan aterroriza estaba que no fue capaz de moverse, el espantoso animal se sumergió en las profundidades de la laguna. Leandro al regresar a su casa juro no volverse a acercar a esa laguna y que ese horrendo animal era una advertencia de Apu-Yaya, el viejo Dios del Cerro, por su afán de destruir la laguna. Sin embargo, Leandro rompió la promesa y volvió a las andadas, cuando creía que estaba cerca de lograr su cometido, se le apareció el terrorífico animal luciendo su cornamenta de oro. El enorme animal dirigiéndole una imagen centellante, lo inmovilizo y lo fue arrastrando con lentitud hacia el centro de la laguna y próximamente arrastrarlo a las profundidades. Cuentan los lugareños que por la noche tormentosas cuando arrecia el viento, se suele oír el golpeteo de las rocas y las aguas al ser lanzadas, que Leandro tira para rellenar la tierra que en mala hora por su avaricia y deseo cavo su insensatez e irreverencia.
Apacheta
Las apachetas son montículos de piedras creados por viajeros que
piden a sus dioses salud y un buen camino, normalmente se encuentran en la Puna al lado de los caminos que seguían los Puneños para llegar a sus respectivos destinos.
Las apachetas son características en la zona del altiplano que
incluye sectores de Bolivia, Chile, Argentina y Perú. Las apachetas son montículos artificiales formados por la acumulación intencional de rocas de diferentes tamaños que puedan ser transportadas por lo hombres; su forma es más o menos cónica y se encuentran ubicadas a los costados de las sendas y caminos de la cordillera. Generalmente se hallan en las abras, portezuelos, partes altas de una cuesta y escasamente en lugares llanos. Los tamaños de las apachetas son muy diversos, ya que van desde pequeños montículos de escasos centímetros de altura con respecto al suelo, hasta enormes volúmenes rocosos cuya base puede llegar a tener un diámetro aproximado de 10 metros y una altura de tres metros; tal es el caso de la apacheta del abra del Acay, una de las más grandes conocidas en los Andes. Poseen una base amplia debido a los permanentes derrumbes y a que no es costumbre reconstruirlas. No existen estudios científicos realizados sobre las apachetas y muchas veces se las confunde con los mojones, que son similares pero guardan importantes diferencias morfológicas y funcionales, siendo éstos más comunes y numerosos que las apachetas. Las apachetas son objetos dinámicos en tanto crecen por el aporte de rocas de los caminantes y su tamaño está directamente relacionado con la transitabilidad de la comarca. Por lo general están formadas por rocas de colores claros provenientes de otros lugares, las que son transportadas por los viajeros con la finalidad de ser depositadas en esos espacios de altura consagrados al culto. Entre las rocas se pueden observar algunas ofrendas modernas como botellas de vidrio, latas de conservas, acullicos de coca, colillas de cigarrillos y huesos de animales. Existen además objetos arqueológicos pertenecientes a las culturas precolombinas, tales como restos de cerámica, lascas e instrumentos líticos entre los más comunes. Los espacios donde se emplazaron las apachetas, fueron y son considerados sagrados. Lugares construidos y espacios organizados por determinados grupos sociales, quienes los dotaron de significación y, a través de los ritos, renuevan permanentemente su vigencia en el tiempo y confirman su necesidad social. El análisis del lugar donde se construye la apacheta tiene sentido porque fue cargado de sentido, porque en él se identifican los individuos y se relacionan, compartiendo una historia en común.