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Simbolismo Románico

"El románico habla al corazón del hombre y a su inteligencia más


profunda" (Jaime Cobreros)

Introducción a los símbolos del románico

Cuando se estudia el románico


frecuentemente se admiran los
aspectos estéticos que
indudablemente tiene. Un autor
francés dijo de este arte algo
parecido a que el románico nos
deslumbra por la armonía de sus volúmenes y la
fantástica imaginación de su escultura.

Un acercamiento que parece opuesto es el de aquellos estudiosos que analizan el románico y


el arte medieval en general desde el punto de vista fundamentalmente simbólico. Es decir, ven
en él el esfuerzo por crear verdaderos espacios sagrados donde revelar al alma humana lo
transcendental, lo no manifiesto, mediante el símbolo.

Ambas perspectivas, en realidad, coinciden. De hecho la admiración y hechizo que este arte
causa en el hombre moderno, por encima de cualquier otro estilo artístico, se debe a que el
románico es un arte unitario. Empleando unas formas artísticas sencillas logra transmitir un
mensaje de armonía intelectual en quien lo percibe.

En este apartado sobre la simbología o el simbolismo románico somos conscientes de que la


empresa iniciada es harto compleja. Estamos frente a una de las más delicadas materias que
se pueden tratar acerca del arte románico, y que ha llenado verdaderos tratados bibliográficos
por eruditos en la materia. Todavía algunos recordamos el viejo libro de Champeaux y Sterckx
"Introducción a los Símbolos" de la colección "Europa Románica" de Ediciones Encuentro y
que, siendo para los autores una "introducción", llenaba casi 600 páginas de densa erudición
sobre el tema.

Otra dificultad añadida, además de la complejidad citada, es que la simbología románica y, por
extensión el arte medieval, no permite realizar una especie de diccionario perfecto o guía
precisa de equivalencias. No se puede expresar con carácter inequívoco que una determinada
imagen representada en una iglesia o catedral "significa" o "quiere representar" algo concreto.
De hecho, un símbolo no es un signo o una alegoría que quiere representar algo previamente
convenido, sino es una unión entre lo manifiesto y lo no manifiesto que ha de ser descubierto
por cada persona según su alcance espiritual, pudiendo llegar a evocar a personas diferentes
mensajes muy distintos. Jaime Cobreros expresa, con admirable claridad, este concepto:

"el error consiste en buscar claves interpretativas a los símbolos que desde portadas, capiteles
y canecillos ofrece gratuitamente el románico. Esto sería puro reduccionismo por intentar hacer
pasar por un esquema preconcebido la totalidad del significado simbólico"

Sin embargo, si lleváramos este concepto de la "imposible interpretación inequívoca" de los


símbolos a sus últimas consecuencias, sería imposible decir o escribir nada sobre el símbolo
románico más allá de lo dicho y sin embargo hasta este gran autor, en sus obras, interpreta y
descifra numerosos símbolos presentes en la arquitectura y escultura románicas de nuestras
iglesias.

Más bien lo que debemos hacer es insinuar posibles interpretaciones sin darles categoría de
incuestionables, para orientar al observador hacia el símbolo e invitarle a desentrañar su
mensaje, sacando sus propias conclusiones. De una manera coloquial podemos decir que el
símbolo nunca "significa", sino más bien "sugiere" o "induce" un conocimiento "subyacente" a la
realidad visible.
Otra sugerencia que queremos hacer desde aquí a nuestros lectores es que,
antes de adentrarnos es esta temática, es imprescindible hacer un esfuerzo por
situarnos realmente en la Edad Media.

Esta época de casi un milenio de duración fue bautizada


así despectivamente por los eruditos del Renacimiento, y
ha sido frecuentementemente mal entendida y rodeada
de tópicos que la han desvirtuado hasta llegar a nosotros
como unos tiempos oscuros y bárbaros.

Situarnos en las formas de vida, creencias y


pensamientos de aquellos hombres nos ayudará a
entender la intensa espiritualidad de la época que
permitió la creación de muchas de las manifestaciones
artísticas más admirables de toda la historia de la
Humanidad.

¿Simbolismo o mero virtuosismo estético?

Queda por expresar las distintas opiniones que


importantes autores han realizado sobre el alcance del
mensaje simbólico en el arte románico y medieval.

Para el gran estudioso Jaime Cobreros, el alcance es total. Ninguna manifestación artística del
románico es casual. Siempre existe intención transcendentalizadora. En palabras textuales
suyas:

"Las formas y figuraciones que muestra el románico ni son caprichosas ni gratuitas.... El arte
sagrado no puede permitir a sus constructores frivolidades de tipo profano ya que desvirtuarían
totalmente aquél. Todo lo que construye o talla la civilización románica tiene una función
transcendentalizadora"

Sin embargo, otra eminencia del románico y del arte medieval español, el catedrático Isidro
Bango Torviso, niega que haya que buscar en toda figuración escultórica románica, mensajes
simbólicos, sino con frecuencia, manifestaciones meramente decorativas, sobre todo en los
elementos vegetales y animales:

"Se insiste mucho por una parte de los especialistas en el mensaje puntual de todos estos
temas secundarios (vegetales y animales)... Aunque en un momento determinado alguna
mente culta de la época pudiera dar una interpretación puntual a estos temas, lo normal es que
no haya en el deseo de los que han dispuesto su representación más que la simple intención
de la decoración."

Para este juicio, Bango Torviso se basa en textos de San Bernardo de Claraval y Aymeric
Picaud, que siendo grandes eruditos de la época, omiten o desprecian la figuración escultórica
del bestiario y de aquellas manifestaciones iconográficas no relacionadas con la propia Biblia.
Si estos eminentes hombres cultos no valoraban el carácter simbólico de ciertas
manifestaciones secundarias del románico, es lógico pensar -según Bango- que con más
razón, los creadores de la obra y los hombres corrientes, a quien iba dirigida, desatenderían
tales fines.

En nuestra modesta opinión y sin ánimo de eclecticismos, pensamos que el románico es una
arte básicamente simbólico ligado a una época de intensas vibraciones espirituales.

Sobre todo en el románico clásico de grandes monasterios y rutas de peregrinación se


construyó con arreglo a una intención de manifestación espiritual de elevado signo.
Otra cosa es que la pluralidad geográfica y temporal del románico generase la copia de
elementos originalmente con valor simbólico y que al caer en manos menos cultas se usara de
manera repetitiva y más decorativa que otra cosa. Tal es el caso del bestiario usado
frecuentemente en el románico rural tardío donde, en ocasiones, percibimos su intención
moralizadora, pero en otras más bien la representación de algo meramente ornamental.

En este sentido es apasionante -más que


decepcionante- percibir este proceso de evolución y
decaimiento del simbolismo románico al pasar de unos
maestros a otros.

Un conmovedor ejemplo es el crismón de la portada la


Virgen de la Peña de Sepúlveda, donde el autor talló
ingenuamente esta figura sin conocer su significado
preciso, pues en lugar de letra griega "omega" talló un
extraño símbolo indescifrable, además de invertir la "S"
del Espíritu Santo.

Sin embargo, hasta estas manifestaciones de


ingenuidad y desconocimiento del románico rural nos
siguen generando, a los amantes de este arte, una
atractivo que ningún otro estilo tiene.

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