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FORTALEZAS DE COMPETIDORES

CCAMBRIDGE – En su reciente discurso ante el congreso estadounidense, el presidente Joe


Biden advirtió que China está completamente decidida a convertirse en la principal potencia
mundial, pero afirmó también que el futuro no será de los autócratas, sino de Estados Unidos.
La competencia entre las grandes potencias china y estadounidense podría ser peligrosa si no
se la maneja bien, pero si Estados Unidos sabe aprovecharla, su rivalidad con China puede
resultar saludable.
Estados Unidos dispone de poder financiero debido a sus instituciones globales y la
hegemonía internacional del dólar. Aunque China aspira a asumir un papel financiero mayor
a escala mundial, una moneda de reserva creíble depende de su convertibilidad, la existencia
de mercados de capital líquidos y estables, un gobierno honesto y el Estado de Derecho, todas
ellas condiciones que faltan en China. Estados Unidos también tiene ventajas demográficas:
su fuerza laboral está aumentando, mientras que la china comenzó a declinar.

EEUU

CHINA
Estados Unidos, además, se ha mantenido a la vanguardia de tecnologías clave y sus
universidades dedicadas a la investigación dominan las clasificaciones de educación superior
en el mundo. Al mismo tiempo, China está invirtiendo fuertemente en investigación y
desarrollo; ahora compite bien en algunos campos y busca convertirse en líder mundial en
inteligencia artificial para 2030.
Por otra parte, los avances tecnológicos chinos ya no se basan solo en la imitación. Aunque el
gobierno de Trump sancionó correctamente a China por el robo de propiedad intelectual, la
coerción para transferirla y prácticas comerciales desleales, una respuesta estadounidense
exitosa al desafío tecnológico chino dependerá más de las mejoras locales que de las
sanciones a otros países.
Como China, la India y otras economías emergentes siguen creciendo, la participación
estadounidense en la economía mundial seguirá por debajo del nivel cercano al 25% que tuvo
a principios de siglo. Además, el ascenso de otras potencias dificultará aún más la
organización de la acción colectiva para fomentar los bienes públicos mundiales. De todas
maneras, ningún país -China incluido- desplazará a Estados Unidos en términos de sus
recursos totales de poder en las próximas décadas.
En algunas áreas el liderazgo unilateral estadounidense puede representar gran parte de la
solución al problema de la provisión de los bienes públicos. Por ejemplo, la marina
estadounidense es fundamental para el cumplimiento del derecho marítimo y la defensa de la
libertad de navegación en el Mar de la China meridional. Pero cuando se trata de los nuevos
problemas internacionales, como el cambio climático y las pandemias, será necesario
cooperar con otros para lograr el éxito.
En la esfera de la interdependencia ecológica, el poder se convierte en un juego de suma
positiva. Estados Unidos no puede entonces pensar simplemente en términos de su poder
sobre los demás, sino que debe considerar su poder con los demás. En muchas cuestiones
internacionales, empoderar a otros puede ayudar a Estados Unidos a alcanzar sus metas (se
beneficiará si China mejora su eficiencia energética y emite menos dióxido de carbono).
Tiene entonces que cooperar con China al tiempo que compite contra ella.
Hay preocupaciones porque creencias como que China vinculará la cooperación para
solucionar el cambio climático con concesiones estadounidenses en áreas donde
tradicionalmente ambos países compiten, pero esto ignora cuánto puede perder China si se
derriten los glaciares en el Himalaya o si se inunda Shanghái.
Es destacable que el presidente chino Xi Jinping haya participado en la reciente conferencia
de Biden sobre el clima global a pesar de las tensiones bilaterales por las críticas
estadounidenses relacionadas con los derechos humanos en China.

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