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LAS PERSONAS NO QUIEREN CAMBIOS EN SU TRABAJO

A diario me encuentro en instalaciones de clientes donde los trabajadores te miran mal porque
vas a cambiar su forma de trabajar y les vas a sacar de su zona de confort.

Los trabajadores están mal acostumbrados, vienen de una forma de hacer las cosas que se han
ido traspasando de generación en generación, donde la cultura de trabajo ha llevado el lema
“que lo haga otro...”, “que no me den más trabajo.”, “que se olviden de mi”, o “Virgencita
déjame como estoy”.

En mi opinión, creo que están totalmente equivocados porque no quieren asumir que hay que
adaptarse continuamente a los cambios, que, en la vida de una persona normal, con una forma
de vida normal, nunca se deja de aprender, hasta el último día de su vida.

Un trabajador convencional, quiere llegar a su trabajo a la hora en punto, intentar hacer lo de


todos los días, lo que lleva realizando durante muchos años, y que llegue pronto la hora de
fichar y salir de su cubículo. No quiere cambiar nada.

Este tipo de trabajadores, no tienen cabida en la sociedad del siglo XXI, no van a poder
continuar el ritmo que se prevé para los próximos años. Posiblemente van a ser expulsados, sin
remedio, de su hábitat, y posiblemente culpen de esa salida a la sociedad, cuando el verdadero
culpable es uno mismo por no ejercer de humano, por no aprender cada día algo nuevo, por
no esforzarse por ayudar a los demás, por no adaptarse al medio.

En mis primeras intervenciones de formación, cuando aterrizo en un cliente nuevo, suelo


hablar con la dirección general y trasladar la idea, hacerles partícipes de que son ellos los que
tienen que comunicar a sus empleados que es necesario adaptarse y que deben promover el
cambio entre sus empleados. Yo refuerzo, después, la idea entre los líderes funcionales y sus
colaboradores, trasmitiendo la misma filosofía de que hay que adaptarse y no parar de
aprender, pero lo que me suelo encontrar, lamentablemente son expresiones del tipo “uff, ya
estamos, otro que viene a tocarme los …, a mí para lo que me queda… “ y un sinfín de
comentarios que sirven para auto-programarse y ponerse en contra del proyecto desde el
primer momento.

Y todo esto me da muchísima pena. Me duele cuando observo cómo la gente sufre, porque
estos trabajadores están sufriendo con su trabajo, no son felices, no disfrutan con lo que hacen
y no esperan la entrega de una segunda versión de su trabajo, que debería ser lo que
realmente tendrían que estar esperando para que su vida no sea monótona.

Por eso yo también me auto-programo, y lo que fijo en mi mente, es que yo estoy aquí para
ayudaros a mejorar todo eso que hacéis a diario, para facilitaros una nueva herramienta, que
al principio puede resultar complicada, pero que en unos días os va a hacer a todos más
profesionales y por su puesto más felices. Darme un poco de tiempo, y podréis comprobar
como esto que os digo se hace realidad.

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