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El escritor Estanislao Zuleta nos quiere demostrar y dar a entender el amor propio y el
sentido de nuestra vida. Muchas veces optamos por las cosas fáciles y envidiamos al
que le va bien deseándoles el mal. Él dice deseamos mal en lugar de desear una
relación compleja que estimule nuestra capacidad de luchar y nos obligue a cambiar, lo
anterior, quiere dar a entender que debemos luchar por lo que queremos y por una
sociedad diferente, sin querer todo fácil y envidiando al otro por su superación, que
debemos cambiar nuestro pensamiento facilista y encontrar nuestra auto-superación. El
autor dice, no se trata de nuestra capacidad de alcanzar nuestros objetivos, sino ¿Qué
es lo que deseamos? ¿Cuál es el objetivo que nos proponemos? ¿son alcanzables o
inalcanzables? Y evidentemente es así nos creamos metas demasiado altas. El ser
humano puede lograr muchas cosas, pero muchas veces nos proponemos cosas que
se salen de nuestras manos y eso conlleva a la frustración. Zuleta nos dice, cada vez
miramos a las demás personas como nuestros enemigos, sin darles la oportunidad de
conocerlas, juzgamos todo el tiempo sin a veces escuchar la opinión de la otra persona
y creemos que sus argumentos son inválidos.
Después de confrontar y analizar las ideas del grupo, con base en el ensayo “El elogio
a la dificultad” del escritor Colombiano Estanislao Zuleta, logramos concluir que las
personas hemos adoptado una concepción errada de felicidad, idealizándola como
sinónimos de vida buena, satisfacción, superación y facilismo, llegando a construir
metas demasiado altas que se limitan en la medida en que no trabajamos por ellas,
esperando que llegue por una contingencia o circunstancia superior a nuestras
capacidades de pensar y actuar. A esto se suma el miedo que le tenemos al liderazgo
nos comportamos como ovejas pasivas esperando a ser dirigidas por alguien más,
perteneciendo siempre al rebaño, esa enferma fraternidad que nos idealizo a temerle y
a rechazar todo aquello que busca el cambio, o sea lo diferente y se rehúsa a seguir las
reglas debido a la falta de razonamiento y el seguimiento de los patrones sociales
evitamos contacto con cualquier cuestionamiento pues, lo consideramos como una
agresión.
Debido a nuestra falta de respeto por las diferencias, a la hora de hacer juicios
caemos en una no reciprocidad lógica donde nuestras acciones y sus resultados
son justificados desde el circunstancialismo y los del contrario o de la otra persona
desde un esencialismo limitado, es decir defendemos nuestros actos con el argumento
de que aquel resultado se vio afectado por causas externas y no porque no hallamos
echo lo posible por lograr un buen fruto, mientras que las consecuencias de mi opositor
son a raíz de su intelecto.