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SOMOS VULNERABLES
Entre el empoderamiento y la renuncia al ejercicio del poder
El mito del acreedor corresponde a la cultura de los derechos y del deseo ilimitado. El mito de los
derechos es el de los conquistadores, el de quienes creen tener sólo crédito y ningún deber hacia los
demás (Barcellona 1999: 173-174)
La gramática de los derechos es realmente pobre y no nos permite decirlo todo sobre nosotros o
sobre el mundo (Rodotà 2014: 16)
1. Introducción
Esta reflexión comparativa nos permite apreciar una diferencia fundamental entre
la idea de “víctima” y la de “parte ofendida”. En la primera de estas dos
construcciones sociales, la persona queda sola ante el proceso, se ve desprovista
del poder social del que forma parte y experimenta la vergüenza, e incluso la
culpabilidad (pienso por ejemplo en las mujeres que afrontan procesos penales
por violencia machista). La idea de “parte ofendida”, en cambio, implica que ésta
nunca quede sola en el proceso, no perdiendo el respaldo de su comunidad de
pertenencia, de modo que la ofensa queda dispersada solidariamente en ésta.
De lo anterior se colige que no es posible pretender que el derecho pueda sustituir
a la comunidad como sistema de amparo a la persona que padece un daño, sino a
condición de ocultar sistemáticamente la vulnerabilidad intrínseca a todo ser
humano. Para M. Nussbaum (2008: 381), dicha ocultación tiene que ver con
nuestro miedo a la incapacidad para producir y a la muerte, siendo su negación un
mecanismo psicológico de alejamiento del peligro. Lo que apunta al individualismo
y al hedonismo como pilares axiológicos de nuestras sociedades, de los que el
derecho es un fiel reflejo.
El otro gran mecanismo productor de vulnerabilidad tiene que ver con las medidas
restrictivas de los derechos de libertad adoptadas por la administración
norteamericana tras el 11s, y su efecto-contagio en otros países. Esto ha puesto en
marcha una catarata de reformas limitadoras de los derechos sobre cuya
intangibilidad había pivotado la filosofía liberal.
Parto, pues, de que el actual contexto mundial se caracteriza por la privación
creciente del derecho a tener derechos, por procesos de exclusión económica,
social y política de los ciudadanos y por un cambio estructural del campo político,
consecuencia de la globalización. A partir de ahí, J. A. Estévez plantea una cuestión
conceptual importante a la hora de abordar el tema de este libro: la pertinencia de
considerar la ciudadanía como activismo, en lugar de como estatus formal. De
modo que los actos de protesta y reivindicación que proliferan frente a los actuales
procesos de exclusión puedan ser vistos como actos de ciudadanía capaces de
crear el espacio político donde éste no existe, o de recrearlo donde se ha
descompuesto (Estévez 2015).
Las observaciones del antropólogo Michel Agier, especializado en el estudio de los
campos de refugiados africanos (Agier 2008; 2013), permiten fijar la atención en el
momento del surgimiento de la política en esos espacios, entendidos como “no
lugares”: cuando los refugiados pasan a hacer reivindicaciones abandonan su
estatuto de víctimas pasivas para realizar activamente exigencias de derechos. Se
trataría del “momento cero” de la política, que forma parte de la misma lógica —
sigue recordando Estévez— por la que el Tribunal Supremo de Brasil caracterizó la
ciudadanía como el “derecho a reivindicar derechos” a propósito de las
ocupaciones de tierras del MST [V. STJ. 6ª Turma. rel. desig. Min. Cernicchiaro, Luiz
Vicente. HC 5.574/SP. DJU 18.08.1997. RT 747. Voto (vencedor) do relator p. 611-
612, donde se dice: “Reivindicar, por reivindicar, insista-se, é direito”].
Encaja muy bien en este marco de pensamiento el trabajo realizado por muchas
mujeres frente al desamparo de las poblaciones civiles atacadas militarmente (en
Colombia, El Salvador, Guatemala, en los Balcanes, en Israel, en Rwanda,…), en el
sentido de mantener la vida, organizarse en grupo, protestar colectivamente y
formar redes de solidaridad (Magallón 2006). Su rechazo a la violencia parte de
una consciencia plena de la vulnerabilidad humana, el camino que practican hacia
la autonomía se produce no a través del derecho sino en conexión directa con la
muerte. Se inserta dentro movimiento internacional por la paz, ejemplo de
coherencia entre fines y medios y de eficacia de la acción simbólica no-violenta.
Por su lado, en el contexto de entreguerras mundiales, ante el horror de la
multitud de personas en tránsito por Europa y la conversión de muchos jóvenes en
“carne de cañón” de los estados que los enviaban al frente, S. Weil nos dejó la
siguiente reflexión:
Expresiones como “tengo derecho a…”, “usted no tiene derecho a…” encierran una guerra
latente […]. La noción de derecho está vinculada a la de reparto, intercambio, cantidad. Tiene
algo de comercial. Evoca por sí misma el proceso, el alegato. El derecho sólo se sostiene
mediante un tono de reivindicación; y cuando se adopta ese tono, es que la fuerza no está
lejos, detrás de él, para confirmarlo, o sin eso sería ridículo. (Weil 2000: 26-28)
6. BIBLIOGRAFÍA
ALBÍN, Danilo. “Mutualia lleva a las víctimas del amianto a los juzgados”, in
publico.es: 30.05.2015.
FARÍA, José Eduardo. 2011. O Estado e o Direito depois da Crise. São Paulo: Saraiva.
FERRAJOLI, LUIGI. 1999. Derechos y garantías. La ley del más débil. Madrid: Trotta.
MAGALLÓN, Carmen. 2006. Mujeres en pie de paz. Madrid: Siglo XXI.
WEIL, Simone. 1949. L'enracinement. Prélude à une déclaration des devoirs envers
l'être humain. Paris: Gallimard.