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de la independencia (16-9)
Actividad
Material bibliográfico:
Arata y Mariño. Lección 3: “El momento ilustrado: la educación entre las reformas
borbónicas y las luchas de independencia”
Actividades:
1- Entre las transformaciones más importantes del período comprendido entre fines del
siglo XVIII y principios del siglo XIX, se puede identificar un doble proceso de
“occidentalización” de las sociedades hispanoamericanas: por un lado, algunos sectores
de la sociedad experimentaron una creciente autonomía con respecto al control de la
esfera religiosa y, por el otro, tuvo lugar una paulatina declinación de las formas y
estructuras jerárquicas del orden colonial.
Desde fines del siglo XVIII, la secularización de la sociedad colonial se vio influenciada
por la corriente de pensamiento ilustrado, mientras que la crisis del modelo social
estamental derivó del cada vez más expandido ideario liberal. Pero el pasaje de una
sociedad tradicional y estamental hacia una sociedad secularizada y organizada en torno a
clases no se produjo de un día para el otro, ni estuvo exentan de contradicciones.
Academia de Náutica: fue creada en 1799 por el real consulado y dirigida por Pedro
Cerviño y Juan Alsina.
La modalidad de enseñanza en las escuelas de dibujo fue objetivo de intenso debate en las
páginas de la Gazeta de Buenas Aires entre Camilo Hernández y el padre Castañeda,
quienes planteaban dos concepciones del dibujo: el primero sostenía que su enseñanza
debía estar fundamentalmente orientada al disegno, concibiendo al dibujo como requisito
para poder trazar planos y diseñar maquetas, mientras que el segundo entendía al dibujo
como grafidia, conectando su aprendizaje con el desarrollo ulterior de las artes liberales,
como la pintura o la escultura.
El Protomedicato: creado en 1798, fue dirigido por Miguel O´Gorman. Esta institución
tenía un antecedente: la creación, en 1640, de un protomedicato en Córdoba, entre otras
funciones el protomedicato se encargaba de evaluar las aptitudes de médicos, cirujanos,
sangradores, parteras y farmacéuticos, al tiempo que impartía clases de medicina, cirugía,
farmacia y flebotomía. El primer curso de medicina se dictó entre 1801 y 1807 y contó
con 13 alumnos.
Todas estas instituciones presentaban rasgos en común. El principal era, sin duda, que sus
programas de estudio se orientaban según el principio de utilidad. En ellos se presentaba
una decidida revalorización de la técnica, procurando acercar la teoría a las necesidades
del ámbito productivo.
Pero el destino de las colonias americanas no sólo se jugaba allende el océano. Las
tensiones entre criollos y españoles iban en aumento, principalmente, por las enormes
dificultades que tenían los primeros de acceder a los cargos de la administración colonial.
Estas tensiones condujeron a que, hacia finales del siglo XVIII, se sobreimprimieran en
América dos proyectos de ciudad antagónicos: la ciudad hidalga, organizada en torno a un
criterio jurídico que establecía desigualdades entre los blancos y el resto de los sectores
sociales (negros, mestizos, extranjeros, indios) y la ciudad criolla, que postulaba la
igualación jurídica entre criollos o hijos de españoles nacidos en América y españoles
europeos.
7- El sujeto criollo desempeñó un papel central en los acontecimientos que se
desencadenaron a partir de 1810. El criollo presentaba una ambivalencia afectiva: “Es
aliado de los conquistados en la recuperación de sus tierras y el descendiente del
conquistador en su linaje”. Cuando los criollos hicieron suyos los intereses americanos,
priorizaron la “hermandad de suelo” y contribuyeron a interpretar y elaborar un relato que
Scavino denomina “la epopeya popular americana”; en cambio cuando se auto-percibían
como “españoles americanos”, sus reflexiones tematizaban la “novela familiar del
criollo”
8-Hacia el final del siglo XIII, hubo quienes proponían una renovación educativa de signo
conservador. Las cartas Pastorales redactadas por el obispo de Córdoba del Tucumán,
José Antonio de San Alberto, entre 1778 y 1790, resumen esa posición. A través de esas
misivas, San Alberto elaboró una imagen de la situación del virreinato del Rio de la Plata
bajo el signo de un fuerte deterioro cultural y moral. Según el obispo, los tres mayores
males que aquejaban algunas regiones de la colonia eran “la falta de una verdadera
religión, de una educación cristiana y de una ocupación honesta”.
Una vez superados estos problemas, la obra educativa debía apuntar a reafirmar las bases
morales y espirituales sobre las que descansaba la autoridad del Rey. San Alberto
entendía mejor que nadie que, mientras los vasallos viviesen en un estado de aislamiento,
no podía esperarse de ellos amor y respeto hacia la figura del monarca. A través de sus
Cartas Pastorales propuso una renovación del contrato pedagógico colonial, sobre la base
de una aceptación voluntaria y consciente a la autoridad del monarca por parte de los
vasallos. La vía elegida para concretarla contuvo elementos que expresaban una cierta
renovación de corte ilustrado (por ejemplo, el empleo del castellano en sus escritos en
lugar del latín o el fomento de la enseñanza de los oficios mecánicos), articulados a una
ortodoxia sin quiebres; condensando elementos de dos universos discursivos: la
concepción de la educación ligada a la formación del vasallo y el repertorio de ideas
educativas de cuño ilustrado.
San Alberto no sólo se preocupaba por el lugar que debía caberle a la enseñanza de los
preceptos cristianos, sino por el lugar asignado a la formación de oficios mecánicos.
El obispo señalaba que la ociosidad era la fuente de las desgracias sociales y que urgía
disponer de todos los recursos para erradicarla. Para combatirla, no dudaba en apelar a un
lenguaje cargado de metáforas bíblicas.
Además, en las Cartas Pastorales, San Alberto incluyó las constituciones para la creación
de los colegios de niños y niñas huérfanos y la redacción de un Catecismo Cívico para ser
enseñado en las escuelas de primeras letras. A través de estas redacciones, buscaba
difundir un nuevo modelo de enseñanza de la fe iluminada por la razón. La fundación de
dos casas de niñas huérfanas en las ciudades de Córdoba y de Catamarca fue su obra
educativa más importante. La instrucción estaba dirigida a que “las niñas o niños criados
en esas casas, después de saber las obligaciones, que por cristianos deben a Dios,
aprendan también las que por vasallos deben a su Rey”. Los niños que formasen parte de
estas Casas y que, a juicio del rector y maestro de la Casa sobresaliesen, serían enviados a
estudiar al Seminario. A los que “no fueren de tanto talento”, se los retendría en la Casa
hasta que aprendieran perfectamente la Gramática. Finalmente, a los que no demostraron
aptitudes para las letras, se los destinaría al comercio, ubicándolos en la tienda de un
mercader o de un comerciante. En las constituciones se reglamentaba la aplicación de los
castigos corporales.
9- La figura de Manuel Belgrano convoca la atención por la importancia que otorgan sus
escritos a la educación de los distintos sectores que integraban la sociedad colonial. En un
ámbito que había estado fuertemente subordinado a los debates de la cultura Católica,
Belgrano introdujo una serie de propuestas inéditas relacionadas con el desarrollo de la
agricultura, la industria y el comercio, el mejoramiento de las escuelas de primeras letras
y la ampliación del derecho al acceso a sectores marginados de ellas.
Un rasgo central del ideario educativo belgraniano fue el de ubicarse entre dos tradiciones
culturales y educativas. Por un lado Manuel Belgrano efectuó en sus escritos duras
críticas a la educación escolástica por “estar vendiendo doctrinas falsas por verdaderas, y
palabras por conocimientos”; por el otro sugirió que no existía objeto más digno de
enseñanza que “los fundamentos de nuestra Santa y Sagrada Religión en una sociedad
como la nuestra, donde todos profesamos la misma religión”
Su formación intelectual estuvo marcada por la importancia cada vez mayor que tuvo la
economía política en la enseñanza superior hispanoamericana.
Al retomar Buenos Aires, Belgrano se desempeñó como secretario del Consulado durante
16 años, entre 1794 y 1810. Su función consistía en velar por el desarrollo económico del
Virreinato, lo que le permitió poner de manifiesto un programa de gobierno ilustrado
teñido por las premisas de la economía política.
Belgrano también elaboró un diagnostico sobre la situación que atravesaban las escuelas
del Virreinato, presentando algunos puntos de contacto con el de San Alberto. Llamaba a
tomar conciencia sobre el estado de precariedad de la educación.
En particular le preocupaba la situación que atravesaba la educación de las mujeres. El 21
de julio de 1810 planteaban, en el correo de comercio, que las niñas de Buenos Aires sólo
contaban con una escuela pública, el colegio de huérfanas de San Miguel, fundado en
1755, mientras que las demás recurrían a maestras particulares.
Un rasgo sobresaliente que presentó el ideario educativo de Manuel Belgrano fue el peso
otorgado a la formación de hombres industriosos (incluye desde la formación del
artesano hasta la del labrador, la hilandera y el comerciante) sostuvo una decidida
valoración de la formación manual. En su condición de secretario del Consulado de
Buenos Aires dispuso la creación de las escuelas de dibujo, de náutica, de agricultura, de
hilanzas de lana y de comercio. Belgrano expuso los fundamentos que justificaban su
creación. Sostenía que, para resguardar las artes y fábricas establecidas en el país, era
preciso suministrar los adelantos que permitieran “animarlas y ponerlas en estado más
floreciente”.
Pero sus ideas renovadoras se entremezclaron con las prácticas educativas heredadas.
10- Mariano Moreno fue el principal referente del pensamiento ilustrado de tinte
revolucionario en el Rio de la Plata. Como secretario de la Primera junta de Gobierno,
exaltó la educación como vía privilegiada para la transformación de la sociedad,
procurando extender los beneficios de la educación hacia los diferentes sectores de la
sociedad y sustituyendo un modelo educativo basado en la obediencia al Rey por otro que
profesaba el amor a la patria.
A los 12 años, Moreno ingresó en el Real colegio de San Carlos. Cuando San Alberto
visitó Bs As, los protectores eclesiásticos locales de Moreno lograron que el obispo
asistiera a su examen final en el colegio de San Carlos. Tras escuchar la defensa pública y
oral del joven Moreno, San Alberto ofreció a la familia convertirse en su protector y
financiar el viaje a Chuquisaca.
En 1802 Moreno redactó una Disertación jurídica sobre el servicio personal de los indios,
en aquel escrito Moreno no hizo recaer sus críticas en la figura del Monarca, sino en sus
delegados y vicarios presentes en América. Moreno elogiaba a la Corona, al tiempo que
exigía la abolición de los servicios forzados y lanzaba una acusación contra los
funcionarios coloniales que explotaban a los indígenas, recordando que en ninguna guerra
europea se habían cometido crímenes tan aberrantes como los que los españoles
infligieron en América.
La tercera medida que Moreno emprendió fue traducir y publicar el Contrato Social de
Rousseau, pues consideraba que esa obra era el exponente de un avanzado espíritu
político. Aún más propuso que se distribuyera en todas las escuelas de la patria. Se trataba
de una medida novedosa y no sólo resultaba significativa por las ideas del autor, sino
porque planteaba un nuevo contrato de lectura que reemplazaría la lectura coral y a viva
voz por una lectura individual e interiorizada.