OSEAS 1
La trágica vida de hogar del profeta
Los primeros versículos de Oseas preparan
el escenario para el mensaje que Dios pretendía
transmitirle a Israel por medio de Su profeta. El
contexto histórico para el libro lo conforman un
corazón quebrantado y un hogar roto.
La palabra de Dios para su profeta
(1.1)
Palabra de Jehová que vino a Oseas hijo de
1
Beeri, en días de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías,
reyes de Judá, y en días de Jeroboam hijo de Joás,
rey de Israel.
Versículo 1. El libro comienza, como sucede con
la mayoría de los libros de profecía, identificando
al profeta y especificando que lo que sigue es la
Palabra de Jehová (Jer 1.1, 2; Ez 1.3; Jl 1.1; Jon 1.1;
Mi 1.1; Sof 1.1; Hag 1.1; Zac 1.1; Mal 1.1). El profeta
era Oseas, cuyo nombre —como el de Jesús— quiere
decir «salvación» o «Dios es salvación». Aquí es
identificado como el hijo de Beeri, de quien no
tenemos más información.
El hecho de que la palabra de Dios vino a
Oseas, así como a otros profetas, indica que se trata
de algo que profundamente se vivió. Más allá de
simplemente escuchar un mensaje, los profetas se
involucraron de manera personal en la revelación
divina.
Los reyes que se mencionan vivieron en el siglo
VIII a.C. Jeroboam hijo de Joás fue un prominente
pero malvado rey de Israel, que reinó desde 793
hasta 753 a.C. (2º R 14.23–29). Se le refiere a menudo
como Jeroboam II, que lo distingue del Jeroboam
que arrebató las diez tribus del norte del señorío
de Roboam hijo de Salomón (1º R 11—14). Parece
que Oseas comenzó a profetizar hacia el final del
reinado de Roboam II, alrededor del 760 a.C.
Cuatro reyes de Judá también son mencionados:
Uzías (792–740 a.C.), Jotam (750–732 a.C.), Acaz
(735–715 a.C.), y Ezequías (729–686 a.C.) (2º R
15—20).1 Oseas terminó su labor profética alrededor
del 720 a.C., lo que sería tan sólo unos años después
de que los asirios llevaron cautivo a Israel en el
año 722 a.C.
La frase «reyes de Judá» llama la atención
sobre el reino del sur. Aunque la profecía concernía
principalmente a Israel, el reino del norte, Oseas
también mencionó el reino del sur de manera
intermitente. Tuvo que haber esperado que su
mensaje fuera escuchado o leído por el pueblo de
Judá, así como el pueblo de Israel.2
El matrimonio de Oseas con
Gomer y los hijos de ambos (1.2–9)
Su matrimonio y su primer hijo (1.2–5)
2
El principio de la palabra de Jehová por medio
de Oseas. Dijo Jehová a Oseas: Ve, tómate una
mujer fornicaria, e hijos de fornicación; porque la
tierra fornica apartándose de Jehová. 3Fue, pues,
y tomó a Gomer hija de Diblaim, la cual concibió
y le dio a luz un hijo. 4Y le dijo Jehová: Ponle
por nombre Jezreel; porque de aquí a poco yo
castigaré a la casa de Jehú por causa de la sangre
de Jezreel, y haré cesar el reino de la casa de Israel.
1 
Estas fechas asumen corregencia entre los reyes. La
fecha para Ezequías es difícil. El comienzo de su reinado se
ha colocado en el 715 a.C., mientras que también se ha visto
una corregencia con Acaz a partir del 729 a.C.
2 
Isaías, Jeremías, Miqueas y Sofonías mencionan
únicamente a los reyes del sur, lo que refleja que sus mensajes
fueron dirigidos de manera más consistente al reino del
sur. Al igual que Oseas, Amós mencionó a reyes de Israel y
de Judá, a pesar de que sus escritos tratan principalmente
con el norte.
1
5
Y en aquel día quebraré yo el arco de Israel en el
valle de Jezreel.
Versículo 2. Cuando Dios al principio llamó
a Oseas, le dijo que se casara con una mujer
fornicaria. La palabra hebrea para «fornicaria» (MyI n …
wnVz, zenunim) es un término general para «fornicación»
o «prostitución». Podría referirse a una mujer
promiscua, una prostituta común o a una prostituta
del templo que participaba en los ritos de fertilidad
de Baal.
La idea de un profeta casándose con una
prostituta parece grotesca, incluso pecaminosa.3
¿Cómo se ha de explicar el pasaje? ¿Está el profeta
diciendo que Dios le dijo que se casara con una
mujer que Dios sabía que algún día cometería
adulterio o se convertiría en una ramera?4 ¿O está
simplemente Dios diciéndole a Oseas que se casara
con una mujer que era típica de la población israelita
del momento?5 Parece que lo mejor es aceptar el
significado literal del texto. La nación era culpable
de prostitución espiritual; y a la luz de esto, a Oseas
se le ordenó casarse con una mujer fornicaria. En
la Ley no hay prohibición general contra casarse
con una prostituta. Si bien la Ley le prohibía a
un sacerdote casarse con una ramera (Lv 21.7, 13,
14), Oseas no era un sacerdote.6 Para Sus propios
propósitos, Dios le dijo a Oseas que se casara con
una mujer así.
Si el mandamiento a un profeta a casarse con
una prostituta parece extraño, debe recordarse que
Dios a menudo les pidió a Sus profetas que utilizaran
acciones inusuales para enseñarle lecciones a Su
3 
Por ejemplo, Leon J. Wood dijo: «Es impensable que
Dios […] aprobara que otros líderes religiosos [además
de los sacerdotes] se casaran con personas inmundas».
(Leon J. Wood, “Hosea” [«Oseas»], en The Expositor’s
Bible Commentary [Comentario bíblico del expositor], vol.
7, Daniel—Minor Prophets [Daniel—Profetas menores], ed.
Frank E. Gaebelein [Grand Rapids, Mich.: Zondervan
Publishing House, 1985], 165).
4 
Este es el punto de vista de James Burton Coffman,
Commentary on the Minor Prophets, vol. 2, Hosea, Obadiah,
and Micah (Cometario sobre los profetas menores, vol. 2, Oseas,
Abdías y Miqueas) (Austin, Tex.: Firm Foundation Publishing
House, 1981), 6–7, 17; y Paul T. Butler, The Minor Prophets:
The Prophets of the Decline—Obadiah, Joel, Jonah, Amos, Hosea
(Profetas del descenso—Abdías, Joel, Jonás, Amós, Oseas), Bible
Study Textbook Series (Joplin, Mo.: College Press, 1968),
433–36.
5 
Este es el punto de vista de Homer Hailey, A Commentary
on the Minor Prophets (Comentario sobre los profetas menores)
(Grand Rapids, Mich.: Baker Book House, 1972), 128.
6 
El hecho de que necesariamente no había pecado al
casarse con una ramera es ilustrado por Rahab la ramera (Jos
2; 6.17, 22, 23, 25), ya que se casó con un hombre que fue un
antepasado de David, y por lo tanto de Jesús (Mt 1.5).
2
pueblo. Por ejemplo, Dios le dijo a Ezequiel que se
recostara sobre su costado izquierdo por 390 días y
sobre su costado derecho durante 40 días (Ez 4.4–8).
Cuando la esposa de Ezequiel murió, Dios le dijo
que no llorara por ella (Ez 24.15–18).
¿Por qué había de casarse Oseas con una ramera?
Se estaba ilustrando una verdad significativa:
porque la tierra fornica apartándose de Jehová.
La palabra hebrea X® r R a (’erets), que se traduce como
«tierra», aquí «representa a su vez un territorio
político determinado y a las personas que viven
allí».7 Desde el comienzo, lo que Dios pretendía
para el matrimonio de Oseas era que se convirtiera
en una ayuda visual viviente de la relación de Dios
con Su pueblo. El matrimonio de Oseas con una
prostituta simbolizaba la relación de Dios con Su
pueblo infiel.
Además de tomar «una mujer fornicaria»,
a Oseas también le fue ordenado «[tomar] […]
hijos de fornicación». En hebreo, el verbo que se
traduce como «tómate» se refiere tanto a la esposa
como a los hijos (vea KJV; NIV). Por esta razón, se
ha sugerido que los «hijos de fornicación» habían
sido engendrados por otros hombres antes del
matrimonio con Oseas. «Tómate» significaría que,
cuando el profeta se casó con «una mujer fornicaria»,
también adoptó sus hijos ilegítimos. De acuerdo
con este punto de vista, estos hijos serían distintos
de los mencionados en el resto del capítulo 1. Sin
embargo, otros han interpretado el verbo «tómate»
en el sentido de «tener» cuando se aplica a los «hijos
de fornicación» (vea NRSV; ESV). En este caso, los
hijos serían los nacidos después del matrimonio
de Oseas.
Versículos 3–5. De acuerdo al mandamiento de
Dios, Oseas tomó a Gomer hija de Diblaim. A esta
mujer no se le menciona en el Antiguo Testamento
fuera del libro de Oseas. De hecho, se le nombra
únicamente en el versículo 3. Su carácter únicamente
puede establecerse a partir de los detalles que se
encuentran en este libro.
Después de que Oseas y Gomer consumaron su
matrimonio, ella concibió y le dio a luz un hijo. El
Señor instruyó a Oseas ponerle por nombre Jezreel
que quiere decir «Dios siembra» o «Dios dispersa».8
«Dios siembra» tiene una connotación positiva de
haber plantado o establecido algo (1.11; 2.22, 23),
mientras que «Dios dispersa» lleva el significado
7 
Merrill F. Unger y William White, Jr., eds., Nelson’s
Expository Dictionary of the Old Testament (Diccionario
expositorio del Antiguo Testamento de Nelson) (Nashville:
Thomas Nelson Publishers, 1980), 216.
8 
Jack P. Lewis, The Minor Prophets (Los profetas menores)
(Grand Rapids, Mich.: Baker Book House, 1966), 26.
negativo de juicio y exilio.
¿Qué traía a la mente cuando Israel escuchaba el
nombre «Jezreel»? Era el nombre de una ciudad a los
pies del Monte Gilboa, donde Acab había establecido
una segunda capital (1º R 16.29; 18.44–46; 21.1). El
nombre también representaba «todo el valle que
separa Galilea de Samaria».9 Era una fértil región
conocida por su prosperidad agrícola. El valle de
Jezreel fue el escenario de muchas batallas violentas
y de mucho derramamiento de sangre (Jue 4.13;
6.33; 7.1; 1º S 29.1; 31.1; 2º R 23.29).
Fue en Jezreel, en el 841 a.C., que Jehú comenzó
su masacre de los reyes de Israel y de Judá, sus
descendientes, y otros seguidores de Baal (2º R
9.14–37). Dios lo había escogido para servir como
Su instrumento de ira sobre la casa de Acab y
los adoradores de Baal, así como para establecer
una nueva dinastía sobre la casa de Israel (2º R
9.1–13). Sin embargo, Jehú aparentemente había
sobrepasado los límites de la ira de Dios derramando
más sangre que lo que Dios había pretendido. Jehú
les ordenó a los funcionarios intimidados de Jezreel
decapitar a los setenta hijos de Acab, y luego mató
a todos los hombres poderosos, a los conocidos
y a los sacerdotes de Acab (2º R 10.1–11). Según
James E. Smith, «el capitán estuvo motivado por la
ambición personal, más que por el celo religioso». 10
Aparentemente, a pesar de que Jehú comenzó
haciendo la obra de Dios, terminó desagradando a
Dios con sus actos de venganza sedientos de sangre.
Dios no excusa el pecado, ni siquiera en aquellos
que ha escogido para actuar como Sus agentes.
En este contexto profético, «Jezreel» sobresale
«como típico de la justicia retributiva».11 El nombre
del primer hijo de Oseas quería decir que Dios
no tardaría en [castigar] a la casa de Jehú. Esta
profecía se cumplió aproximadamente en el 753 a.C.
cuando el rey Zacarías fue asesinado, terminando
así la dinastía de Jehú (2º R 15.8–12). El nombre
«Jezreel» también quería decir que Dios pondría fin
al reino de la casa de Israel, y [quebraría] el arco
de Israel en el valle de Jezreel. La frase «quebrar
  9 
G. W. Van Beek, “Jezreel,” en The Interpreter’s Dictionary
of the Bible (Diccionario de la Biblia del intérprete), ed. George
Arthur Buttrick (Nashville: Abingdon, 1962), 2:906. La viña
de Nabot estaba localizada en Jezreel al lado del palacio del
rey Acab (1º R 21.1).
�� 
James E. Smith, The Minor Prophets (Los profetas
menores), Old Testament Survey Series (Joplin, Mo.: College
Press Publishing Co., 1994), 211.
�� 
K. Owen White, Studies in Hosea: God’s Incomparable
Love (Estudios sobre Oseas: El incomparable amor de Dios)
(Nashville: Convention Press, 1957), 21–22. La palabra se
usa en un sentido diferente en 2.22.
el arco» quiere decir «destruir el poder».12 Esta
profecía comenzó a cumplirse cuando el rey asirio
Tiglat-pileser III convirtió el norteño Israel en un
vasallo en el 733 o 732 a.C., conquistando el valle
de Jezreel y tomando muchos cautivos (2º R 15.29).
Acabó cuando los asirios enviaron a Israel al exilio
en el año 722 a.C. (2º R 17).
Sus otros dos hijos (1.6–9)
6
Concibió ella otra vez, y dio a luz una hija. Y
le dijo Dios: Ponle por nombre Lo-ruhama, porque
no me compadeceré más de la casa de Israel, sino
que los quitaré del todo. 7Mas de la casa de Judá
tendré misericordia, y los salvaré por Jehová su
Dios; y no los salvaré con arco, ni con espada, ni
con batalla, ni con caballos ni jinetes.
8
Después de haber destetado a Lo-ruhama,
concibió y dio a luz un hijo. 9Y dijo Dios: Ponle
por nombre Lo-ammi, porque vosotros no sois mi
pueblo, ni yo seré vuestro Dios.
Versículo 6. Después del nacimiento de Jezreel,
Gomer concibió […] otra vez, y dio a luz una
hija. Dios le instruyó a Oseas [ponerle] por
nombre a este bebé Lo-ruhama, que quiere decir
«no compadecida». «Ruhama» se relaciona con
la palabra hebrea MR j rR (rechem), que quiere decir
«útero». Denota el afecto natural que una madre y
padre deben tener por su hijo.
El nombre «Lo-ruhama» correspondía con la
actitud de Dios para con las tribus del norte: «porque
no me compadeceré más de la casa de Israel, sino
que los quitaré del todo». Esta era una inversión
de la gracia y compasión mostrada inicialmente
por Él a Israel cuando los llamó a una relación de
pacto (Éx 33.19; Dt 7.6–8).
Versículo 7. En marcado contraste, Dios [tendría]
misericordia [de la casa de Judá], liberando de
sus enemigos a las tribus del sur. A pesar de que
Israel sería llevado cautivo en el año 722 a.C., Dios
protegería a Judá de las fuerzas asirias. Las victorias
de Judá no serían obtenidas con arco, ni con espada,
ni con batalla, ni con caballos ni jinetes, sino con
Su divino poder. En varias ocasiones, Dios liberó
milagrosamente a Su pueblo amenazado sin el uso
�� 
Un relieve en el Museo Británico retrata a un soldado
asirio preparándose para decapitar a un arquero elamita que
está quebrando su propio arco para simbolizar la derrota.
Este relieve fue tomado del palacio de Asurbanipal en
Nínive y se remonta al siglo sétimo a.C. (Philip J. King,
Amos, Hosea, Micah—An Archaeological Commentary [Amós,
Oseas, Miqueas—Comentario arqueológico] [Philadelphia:
Westminster Press, 1988], 81.)
3
de ningún medio militar. El ejemplo más notable en
relación con este contexto se dio en el año 701 a.C.,
cuando el ángel del Señor hirió al gran ejército de
Senaquerib durante la noche, matando a 185,000
soldados (2º R 19.32–36). Este milagro hizo que el
rey asirio se retirara a Nínive, y Jerusalén fue salvo.
Tales acontecimientos deberían haber convencido
al pueblo de Dios a confiar en Él y no en su propio
poderío militar.
El versículo 7 no debe interpretarse como una
promesa abierta para todos los tiempos, porque
Dios más adelante entregó Judá a sus enemigos,
los babilonios. Después de varias oleadas de
cautiverio, las fuerzas de Nabucodonosor finalmente
destruyeron Jerusalén en el 586 a.C.
Versículo 8. Después de que Gomer [hubo]
destetado a Lo-ruhama, quedó embarazada por
tercera vez y dio a luz un hijo. Por lo general,
las madres amamantaban a sus hijos durante
aproximadamente tres años (vea 1º S 1.20–28;
2.11).13 Quiere decir que casi cuatro años separaban
el nacimiento del segundo hijo de Gomer de su
tercer hijo.
Versículo 9. Dios le ordenó a Oseas [ponerle]
por nombre al bebé Lo-ammi, que quiere decir
«no pueblo mío». El nombre Lo-ammi también
correspondía al mensaje de Dios a Israel: «vosotros
no sois mi pueblo, ni yo seré vuestro Dios». La
declaración invierte el lenguaje de pacto que se
encuentra en el Pentateuco (Ex 6.7; Lv 26.12; Dt
26.17–19; 27.9).
Los tres hijos de Gomer personificaban el
mensaje que Dios pretendía transmitir por medio
de Oseas:
«Jezreel» —el pueblo sería juzgado y
castigado.
«Lo-ruhama» —Dios ya no tendría compasión
de Israel.
«Lo-ammi» —Dios rechazaría a Israel, con el
resultado de que ya no serían Su pueblo y
Él ya no sería su Dios.
Un oráculo de esperanza (1.10, 11)
Con todo, será el número de los hijos de
10
Israel como la arena del mar, que no se puede
medir ni contar. Y en el lugar en donde les fue
�� 
Tres años es el período de crianza que figura en
el documento egipcio titulado «La instrucción de Ani».
(James B. Pritchard, ed., Ancient Near Eastern Texts Relating
to the Old Testament (Escritos antiguos del cercano oriente
relacionados con el Antiguo Testamento), 3a ed. [Princeton, N.J.:
Princeton University Press, 1969], 420).
4
dicho: Vosotros no sois pueblo mío, les será dicho:
Sois hijos del Dios viviente. 11Y se congregarán
los hijos de Judá y de Israel, y nombrarán un solo
jefe, y subirán de la tierra; porque el día de Jezreel
será grande.
Versículos 10, 11. Si bien el pronunciamiento
de fatalidad de Oseas sonaba ominoso, fue seguido
por un oráculo de esperanza. Después de que Dios
había castigado y renunciado a Su pueblo, los
reclamaría nuevamente (vea Dt 4.25–31). Cuando
así hizo, las consecuencias del castigo anterior
de Dios desaparecerían. Israel no había de ser
«compadecido» por un tiempo; muchos de su
pueblo serían muertos en batalla, y muchos otros
serían dispersos en el cautiverio. Sin embargo, el
pueblo eventualmente se haría tan numeroso como
la arena del mar, tal como Dios había prometido
a los patriarcas (Gn 12.3; 15.5; 22.17; 26.4; 28.14;
32.12). Dios tendría piedad de Israel una vez más.
Planeaba divorciarse de Israel, por así decirlo,
dándoles la espalda para que fueran llamados
«no pueblo mío»; sin embargo, luego se volvería
nuevamente a ellos y estos serían una vez más
conocidos por El como «pueblo mío» (vea 2.1). En
efecto, Dios un día hablaría de ellos como hijos del
Dios viviente —una relación aún más íntima que
la sugerida por la expresión pueblo mío. Después
de ser «dispersos» en el cautiverio, un remanente
—los pueblos unidos de Israel y de Judá— serían
traídos de vuelta y «sembrados» en la tierra; Dios
volvería a darles la tierra que había prometido a
sus padres. Cuando tuviera lugar esta reunión, sería
una ocasión sin precedente —una ocasión de la que
se hablaría como el día de Jezreel.
El cumplimiento de estas promesas puede
relacionarse con el regreso de los judíos del
cautiverio babilónico. En ese momento, los judíos
fueron nuevamente reclamados por Dios como
Su pueblo; se convirtieron nuevamente en una
sola nación, incluyendo a las familias del reino
del norte.14 Volvieron a habitar la tierra que Dios
había prometido a sus antepasados, y se hicieron
relativamente numerosos y prósperos.15
�� 
Incluso después de la destrucción del reino del norte,
Israel —incluyendo las tribus norteñas— era considerado
una sola nación. La evidencia de esto se da en Derek Kidner,
The Message of Hosea: Love to the Loveless (El mensaje de Oseas:
Amor para el quien carece de amor), The Bible Speaks Today
(Downers Grove, Ill.: Inter-Varsity Press, 1981), 25–26.
�� 
Si la realidad del regreso no parece coincidir con
las promesas que se encuentran en estos versículos, la
diferencia podría atribuirse al hecho de que los profetas
a menudo expresaron sus predicciones en un lenguaje
figurado extravagante.

— AplicacióN — De manera similar, los cristianos han de vivir
Oseas 1
las dos relaciones comparadas
John T. Willis presentó las siguientes similitudes
entre la relación de Oseas con Gomer y la de Dios
con Israel: 1) Así como Oseas se casó con Gomer,
Dios se había casado con Israel en el éxodo de
Egipto (vea 12.9; 13.4, 5). 2) Gomer dejó a Oseas, e
Israel abandonó a Dios (2.13; 4.12; 9.1). 3) Así como
Gomer dio su amor a otros hombres, Israel dio su
adoración a dioses extranjeros (2.8, 13; 7.16; 13.1).
4) El contexto de Oseas 1—3 implica que Oseas se
divorció de Gomer por culpa de su adulterio. De
manera similar, Dios dijo con respecto a Israel, «ella
no es mi mujer, ni yo su marido» (2.2), implicando
que Él se había divorciado de ella —terminología
que probablemente representa el cautiverio asirio.
5) Así como Oseas aún amaba a Gomer, Dios seguía
amando a Israel y deseaba que el pueblo regresara
a Él. 6) Aun cuando era un gran sacrificio para él,
Oseas tomo nuevamente a Gomer (3.2); del mismo
modo, Dios traería de vuelta a Su pueblo después
de que hubieran aprendido las consecuencias de
despreciar Su amor (2.14, 15; 3.4, 5). 16
ENSEÑAmos con NUESTRAS VIDAS
(Caps. 1—3)
Dios requirió que Oseas se casara con una
prostituta (1.2) y luego la tomara de nuevo como
su esposa después de haberla dejado (3.1–3). La
experiencia de Oseas tenía la intención de demostrar
el gran amor de Dios por Su pueblo Israel, que había
hecho de ramera por ir en pos de otros dioses. La
vida de Oseas fue utilizada para enseñarle una
lección al pueblo de Dios. Allen R. Guenther hizo
una observación similar:
El profeta se ha convertido en un mensaje. El
matrimonio y la vida familiar de Oseas le trans-
miten una palabra distintiva a Israel. El relato
de Oseas es una metáfora, sin embargo, también
es la realidad. Simboliza la relación de Dios con
Israel, pero también participa en la destrozada
relación a la que apunta.17
Después de citar a Isaías, a Jeremías y a Ezequiel
como ejemplos de profetas cuyas vidas fueron
utilizadas como lecciones, Guenther señaló que el
Nuevo Testamento mismo «presenta a los apóstoles
y ministros de la Palabra como un mensaje. No son
�� 
John T. Willis, My Servants the Prophets (Mis siervos
los profetas), vol. 1, The Way of Life Series (Abilene, Tex.:
Biblical Research Press, 1971), 69–70.
�� 
Allen R. Guenther, Hosea, Amos (Oseas, Amós), Believers
Church Bible Commentary (Scottdale, Pa.: Herald Press, 1998), 50.
Autor: Coy Roper
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para enseñarles a los demás lo que significa servir a
Dios. Hemos de ser luces en un mundo de oscuridad
(Mt 5.14–16), lo cual implica que las personas
que nos miran aprenderán de lo que ven. Pablo
describió cómo las vidas de los cristianos deberían
ser herramientas de enseñanza cuando escribió: «Lo
que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en
mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros»
(Fil 4.9; énfasis añadido; vea 1ª Ti 4.12).
En cierto modo, podríamos decir que toda
persona está enseñando una lección con su vida.
¿Qué enseñan nuestras vidas?
un nuevo pueblo de Dios (1.10; 2.23)
Oseas dijo que Dios aceptaría más adelante a los
que Él había rechazado. Debido a sus pecados, las
tribus del norte de Israel ya no eran Su pueblo. Sin
embargo, vendría un momento en el futuro cuando
una vez más serían llamados Sus hijos (1.10; 2.23).
El lenguaje de Oseas fue utilizado por los
escritores del Nuevo Testamento para explicar la
nueva relación que los cristianos gentiles tienen
con Dios. En una época, los gentiles habían estado
separados de Dios. Fueron excluidos de Israel,
extranjeros en relación con el antiguo pacto y sin
esperanza en el futuro (Ef 2.12). Por medio del
sacrificio de Cristo, se estableció un nuevo pacto
por el que tanto judíos como gentiles podían estar
unidos como pueblo de Dios por la fe obediente
en Jesús. Por lo tanto, Pablo citó Oseas 1.10 y 2.23
diciendo que los gentiles, que en otro tiempo no
eran pueblo de Dios, ahora son «llamados hijos del
Dios viviente» (Ro 9.24–26). Pedro presentó la misma
idea a su audiencia predominantemente gentil: «…
vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero
que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo
no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis
alcanzado misericordia» (1ª P 2.10).
El rechazo de Israel a causa de su pecado, y luego
su posterior aceptación gracias a la misericordia de
Dios, es similar a la experiencia del cristiano. No
era uno del pueblo de Dios porque sus pecados le
alienaban de Dios. Luego, por la misericordia de Dios,
cuando obedeció el evangelio, se convirtió en uno del
pueblo de Dios. Lo que es cierto de los individuos en
el reino es también cierto de todo el cuerpo. Hubo un
momento en que las personas en la iglesia no eran
hijos de Dios, pero ahora lo son. Colectivamente, la
iglesia es el pueblo de Dios hoy, al igual que lo fue
Israel en los tiempos del Antiguo Testamento.
�� 
Ibíd., 50–51.
5