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Universidad Autónoma de Nuevo León

Derecho constitucional
Docente: Mario Humberto Gamboa Rodríguez

013

Aportaciones a la teoría constitucional.

Lucero Adilene Garza Villalpando


2014433

Montemorelos/ N.L 18/02/2022


El príncipe.
Las aportaciones de Maquiavelo son sin duda alguna completamente
interesantes, principalmente aquella donde menciona que “Es mejor ser
amado y temido y si ambos no se pueden, entonces solo temido”. En sí, los
gobernantes no deberían de ser buenos, sino parecer buenos.
Esto se basaba principalmente en su idea de que, tratar con cuidado, bondad
y mano ligera a los ciudadanos, estos, por consecuencia terminarían cayendo
en las profundidades de la inestabilidad y la crisis, pues, cegados por aquella
bondad, harían lo que les viniera en mente sin temor alguno, porque “alguien
amable no sería capaz de lastimar a alguien”.
Maquiavelo afirmaba que la persona en el poder debía imponer respeto, pero
que, si esto no era suficiente, entonces también tendría que ser temido. A
pesar de esto, él comentaba que la persona en poder debería de mostrar
virtud hacía los trabajos de la población, apoyándolos y dejándolos trabajar
en sus tierras. Aquí pues se nota la función de esta clase de líder, pues sus
súbditos se verían atraídos a él y por su vaga bondad, mientras que la mano
dura e ideas cuestionables les haría recordar que aquella persona era su
superior.
Desde mi punto de vista, realmente no creo que esto sea una mala idea, al
contrario, parece ser la forma más factible para que una gran comunidad de
personas comience a plantearse realmente tus decretos y palabras,
tomándote realmente como lo que eres, el sujeto en poder. El temor evocaría
en lo que las personas te creen capaz de hacer. Por poner un ejemplo, un
presidente demasiado amable y de mano ligera sería tomado como un
incompetente, aligerando los problemas que se podrían llegar a tener
realizando cierta acción creyéndolo tan bueno como para inclusive darles un
castigo apropiado.

Los seis libros de la república.


Una aportación destacable de Jean Bondi sería la invención del
concepto de “soberanía”, el cuál es un poder totalitario, perpetuo y no
restringido ni limitado por absolutamente nadie, siendo únicamente
Dios, siendo el único capaz de romper la barrera y sobrepasar el poder.
Aunque contradictorio, también se estableció un límite a este poder,
dejando claro que no se puede ir en contra de los derechos naturales
de la sociedad.
Aún teniendo en cuenta lo último mencionado, es obvio decir que la
soberanía es una de las formas más peligrosas y destructivas que, si
llega a caer en manos descuidas en infierno podría llegar a desatarse
dentro de una nación.
Solo se necesita mirar hacía al sur para ver lo que la soberanía puede
casuar. Venezuela es un ejemplo vivido de la clase de política que no
deberíamos de tener (desde mi perspectiva) ni, aunque todas las
deudas del país fueran perdonadas. La soberanía lo único que hace es
cegar al único portador de aquel poder, haciéndolo tomar medidas
extremadamente cuestionables, que, aunque no fuese la intención,
terminan llevando al país al hundimiento y mediocridad, poniendo a la
gran mayoría de habitantes en su contra, u justificándose con que él es
el único capaz de tomar las decisiones correctas.

Hobbes: El leviatán.
Las aportaciones de Hobbes en su escrito “El leviatán” me parecen
verdaderamente interesantes, pero destacando principalmente una sería
aquella que es guiada por su gran criticada idea de que el hombre es egoísta
por naturaleza.
En su escrito este menciona que el hombre posé una necesidad externa a
Dios, la “autoconservación”, y que esta nos empuja a temer de los demás, ya
que por naturaleza sentimos temor hacía el prójimo. Esto es realmente
aplicable a la realidad de nuestro mundo, pues, en un lugar lleno de extraños
nos mantendríamos alertas a nuestro entorno, desconfiando de
absolutamente todos y temiendo por nuestra seguridad. Obviamente también
hay que considerar que nosotros, los seres humanos, somos criaturas
sociables. Desde el inicio de los tiempos nos desarrollamos en grupos,
crecemos en ellos y aprendemos a convivir en ellos, alejándonos y evitando
a los grupos ajenos, aquellos con los que no estamos relacionados, pues
tememos por nuestra seguridad. Durante y hasta el momento de nuestra
existencia nos hemos necesitado los unos a los otros para sobrevivir. Hemos
acudido a las personas que están de nuestro lado para sentirnos seguros,
mientras miramos con recelo aquellos contrarios a nosotros y es aquí donde
entra el “Contrato social”.
Este contrato se basa en las civilizaciones (los grupos anteriormente
mencionados) entregándole su derecho y preocupaciones al Estado, el cual
estará encargado de protegernos y entregarnos paz.
Pero aquí es donde entra el poder absolutista del estado, pues Hobbes
menciona que el lugar perfecto para tener paz sería un sitio donde las faltas
sean castigadas, las objeciones anuladas y la necesidad de estar en cabeza
acabadas, pues así no habría conflicto, no habría “guerra”, y la paz reinaría
en la sociedad. Cosa que obviamente no era verdad, pues una civilización
con la falsa ilusión de seguridad se volverá su propio enemigo, y esa falta de
libertad real los hará explotar y volverse contra el estado, escena que se a
logrado ver a lo largo de la historia con los múltiples levantamientos de civiles
que suceden día a día en distintos países.
En lo personal, siento que en un mundo donde todo está prohibido, y solo
puedes realizar lo que está escrito, la falta de libertad haría que las personas
sintieran la necesidad de romper esas reglas. De liberarse de la gran carga
de tener que actuar como alguien más manda. La sensación de tener que
romper las reglas sería parte de los más hábiles y astutos, y estos harán todo
lo posible por tratar de erradicar ese tipo de poder.

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