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e-Spania

Revue interdisciplinaire d’études hispaniques


médiévales et modernes
24 | juin 2016
Mécénats et patronages féminins au moyen âge / La
monarchie espagnole aux carrefours de l’Europe

Las “señoras” de las Huelgas de Burgos: infantas,


monjas y encomenderas
Carlos M. Reglero de la Fuente

Edición electrónica
URL: http://journals.openedition.org/e-spania/25542
DOI: 10.4000/e-spania.25542
ISBN: 978-2-919448-96-8
ISSN: 1951-6169

Editor
Civilisations et Littératures d’Espagne et d’Amérique du Moyen Âge aux Lumières (CLEA) - Paris
Sorbonne

Referencia electrónica
Carlos M. Reglero de la Fuente, « Las “señoras” de las Huelgas de Burgos: infantas, monjas y
encomenderas », e-Spania [En línea], 24 | juin 2016, Publicado el 15 junio 2016, consultado el 02 mayo
2019. URL : http://journals.openedition.org/e-spania/25542 ; DOI : 10.4000/e-spania.25542

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Las “señoras” de las Huelgas de Burgos: infantas, monjas y encomenderas 1

Las “señoras” de las Huelgas de


Burgos: infantas, monjas y
encomenderas
Carlos M. Reglero de la Fuente

NOTA DEL EDITOR


Trabajo realizado en el marco del proyecto de investigación: « Poderes, espacios y
escrituras en los reinos occidentales hispánicos (siglos XI-XIV) », HAR2013-42925-P
financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad.

1 El monasterio de las Santa María de las Huelgas de Burgos fue edificado por los reyes
Alfonso VIII de Castilla y su mujer Leonor de Inglaterra1. A fines de 1185 ya estaban
construyéndolo2; el 1 de junio de 1187, con sus hijas Berenguela y Urraca, lo dotaron con
generosidad y le otorgaron importantes exenciones, concediéndoselo a Misol, primera
abadesa de la comunidad de monjas que debía seguir la forma de vida cisterciense 3. El
papa Clemente III ratificó la fundación, concediéndole los privilegios propios de la Orden
cisterciense y limitando las prerrogativas del obispo, quien solo podría demandar de la
abadesa la obediencia debida, sin intervenir en su elección (1188) 4. Por su parte el abad
del Cister, Willelmus, a ruegos del rey y del obispo de Sigüenza, concedió que las abadesas
de los monasterios femeninos cistercienses de los reinos de León y Castilla celebrasen
anualmente un capítulo en las Huelgas para examinar vicios y virtudes, como si fuese su
iglesia madre (1187)5.
2 Con ocasión de la visita del abad del Cister don Guido, los fundadores, junto con su hijo
heredero Fernando, le hicieron solemne entrega del mismo para su Orden, prometieron
enterrarse allí y, si decidían entrar en religión, ingresar en la Orden cisterciense (1199) 6.
Efectivamente, a su muerte en 1211, el infante Fernando fue sepultado en el monasterio al
igual que sus padres Alfonso VIII y Leonor en 1214. Les siguió su hijo Enrique I en 1217, así

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como otros infantes e infantas durante todo el siglo XIII e inicios del XIV7. Aunque
ninguno de ellos profesó en la Orden, sí que lo hicieron varias infantas y otras mujeres de
la familia real: Constanza de Castilla, hija de Alfonso VIII y Leonor; Constanza de León,
hija de Berenguela y Alfonso IX de León; Berenguela, hija de Fernando III8; Constanza, hija
de Alfonso X9; Isabel, hija del infante don Alfonso de Molina10; Beatriz Fernández, hija del
infante don Felipe11; Blanca, hija de Alfonso III de Portugal; y, probablemente, Blanca, hija
del infante don Pedro... Solo tres de ellas fueron señoras de las Huelgas.
3 Su amplia dotación patrimonial, su condición de panteón regio –como los demás, no
exclusivo– y de cabeza de numerosos monasterios cistercienses femeninos de Castilla y
León, la profesión de miembros de la familia real en su convento, convirtieron a las
Huelgas de Burgos en el monasterio femenino más importante y poderoso del Reino de
Castilla durante mucho tiempo12.

Las “Señoras de las Huelgas”


4 En 1251 la abadesa de las Huelgas doña Inés se refería a la infanta doña Berenguela como
nuestra sennora13 y en 1255 Alfonso X calificaba a la susodicha infanta, su hermana, como
sennora e mayor del monesterio14. La expresión “señora de las Huelgas” se utiliza para
denominar a todo una serie de infantas y mujeres de la familia real a lo largo de los
siglos XIII y XIV. Cronológicamente la lista empieza con Constanza de Castilla y Constanza
de Léon, a quienes los documentos denominan las yfantes15. Les siguen Berenguela, la
primera en ser denominada “señora”; Isabel, hija de Sancho IV; la infanta doña Blanca,
hija del rey Alfonso III de Portugal y nieta de Alfonso X de Castilla; doña Leonor, hermana
de Alfonso XI, y doña María, hija de Jaime II de Aragón y viuda del infante don Pedro. Se
abre luego un largo paréntesis, hasta que en 1371 la infanta doña Blanca, hija de doña
María, es denominada señora de las Huelgas por Enrique II.
5 Hace un siglo, Amancio Rodríguez trazaba la historia de las Huelgas en el siglo XIII y
primer tercio del XIV en buena medida a través de sus infantas16. Escrivá, al estudiar los
poderes de las abadesas de las Huelgas, dedicaba tres páginas a las señoras de las Huelgas.
Las veía como una autoridad distinta de la abadesa, como “una infanta puesta en el
monasterio por los reyes, para defenderle y más honrarle”. Subrayaba que la abadesa
tenía la plenitud del gobierno, que su consentimiento era necesario para los contratos
más allá de la voluntad de la infanta, y que sus propiedades y deudas estaban
diferenciadas17.
6 El estudio más detallado hasta la actualidad es el de Andrea Gayoso, aunque solo
comprende hasta 1307. Sitúa esta “institución” en el contexto de las relaciones entre el
monasterio y la familia real, en la que los intereses económicos están unidos con una
opción espiritual. Considera que las infantas actuaban como una especie de oficiales
reales, sancionando con la autoridad del monarca las actuaciones de la abadesa y
monasterio. Con todo, la relación habría ido cambiado con el tiempo, señalando tres
etapas: la de las reinas y patronas (1207-1242), la de las monjas y señoras (1243-1281) y la
de las señoras, princesas y monjas (1285-1307)18.
7 Rose Walker, sin entrar en el tema de las señoras de las Huelgas, ha visto en la fundación
de este monasterio una reinvención del Infantado, al que considera ligado incluso en su
base patrimonial. Ello implica comparar el papel desempeñado por unas infantas a medio
camino entre el claustro y el siglo en ambos entornos19. Por su parte Baury, al estudiar los

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monasterios cistercienses femeninos castellanos en los siglos XII y XIII, sitúa la relación
de patronato de la familia real en las Huelgas en el contexto de la sostenida entre los
ricoshombres, en especial los Haro, y sus fundaciones. En ellas se encuentran “señoras”
de los monasterios, especialmente sus fundadoras, pero también alguna de sus
descendientes. En este caso sí que hay “abadesas señoras”20. Finalmente, Ana Rodríguez
ha destacado la riqueza y poder de estas infantas y de la abadesas, capaces de desafiar las
atribuciones del obispo de Burgos21.
8 La larga lista de infantas ligadas a las Huelgas puede hacer pensar en la continuidad, como
si los fundadores hubiesen definido para su hija la condición de “señora del monasterio”,
con atribuciones determinadas, casi como un oficio que se trasmitiese de generación en
generación entre las mujeres de la familia real. Ello explica que Gayoso lo considere una
institución, eso sí, que fue cambiando con el tiempo. Su estudio se centra en la reina
Berenguela, la infanta Berenguela y, en menor medida doña Blanca. Hay que tener en
cuenta que doña Berenguela y la primera doña Blanca fueron las grandes “señoras de las
Huelgas”, mientras que Isabel, Leonor o la segunda doña Blanca tuvieron un papel
meramente representativo del poder real. Es pues necesario un análisis diferenciado de la
actuación de cada una de las infantas.

Constanza de Castilla, Constanza de León y la reina


Berenguela
9 Lucas de Tuy en su Chronicon Mundi se refiere a cómo profesaron como monjas en el
monasterio de Santa María de Burgos dos infantas de nombre Constanza. Una hija de
Alfonso VIII y Leonor, fundadores del monasterio, y una nieta, hija de Berenguela y de
Alfonso IX de León22. La primera nació en torno a 1200 y murió el 2 de enero de 1243,
según el Necrologio del monasterio23. Su sobrina homónima era la segunda hija de
Berenguela y Alfonso IX de León, y debió de nacer a fines de 119924, siendo pues de una
edad muy próxima a la de su tía; su muerte se data el 7 de septiembre de 1242 25. Así pues
ambas nacieron en torno al momento en que el monasterio fue otorgado al Cister y la
familia real se reservó la posibilidad de profesar en la Orden (1199), lo que sugiere que
fueron oblatas.
10 Su presencia en el monasterio de las Huelgas se documenta desde 1222, en general en un
segundo plano. Es evidente que en vida de Alfonso VIII y Leonor, dada su corta edad, no
jugaron ningún papel relevante. Entre 1187 y 1214 hay que pensar en doña Leonor como
protectora del monasterio, en su doble condición de reina y fundadora.
11 Las primeras noticias se refieren a don Fernando, capellano de las infantes, quien en 1222
compró algunas heredades para la abadesa26. Una década después Constanza, hija de
Alfonso VIII, mandó a este mismo “don Ferrando, so capellán, escriuir todo el
heredamiento del monesterio de las Hvelgas de Burgos, que hedificó so padre el rey don
Alfonso”. Entre lo inventariado se encontraban extensos majuelos que la infanta había
mandado plantar a don Fernando y unas casas con molinos en la huerta del monasterio,
que había ordenado edificar27.
12 La hija de Alfonso VIII tuvo un papel activo en la gestión del dominio monástico en esos
años por mediación de su capellán. Sin embargo es raro que se la mencione a ella o su
sobrina, o al menos se hace con mucha menos frecuencia que en tiempos posteriores. Las
donaciones o ventas suelen dirigirse a la abadesa, sola o con el convento, y rara vez

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mencionan a las infantes28. Igualmente la abadesa aparece actuando en nombre del


monasterio, con el acuerdo y consentimiento de las infantas y el convento29. Ello sucede
en especial en los años 1227-123330, es decir, los últimos del largo abadiato de Sancha
García (1207-1230) y los primeros de María Pérez (1231-1238), que estuvieron separados
por más de un año sin abadesa conocida, lo que probablemente refleje algún tipo de
conflicto dentro de la comunidad o de esta con poderes ajenos31. Durante esta vacante, las
infantas y el convento recibieron una donación, sin que se mencione abadesa o priora
(diciembre de 1230)32.
13 Hay que destacar que en 1233 las infantas Constanza de Castilla y Constanza de León, así
llamadas y por este orden, no solo otorgaron un acuerdo realizado por la abadesa, sino
que además lo confirmaron poniendo sus respectivos sellos33. Se trata de la cesión en
prestimonio de unas casas a un matrimonio que las había donado, matrimonio
estrechamente ligado a Constanza de Castilla, pues era la encargada de disponer y hacer
cumplir sus capitulaciones matrimoniales y donación34. Después las infantas vuelven a
eclipsarse en el convento de las Huelgas, reapareciendo solo en 1240 en dos donaciones de
doña Elvira, otra dama de su entorno35.
14 Es difícil valorar el peso que tuvieron las dos Constanzas en estos años. Desde luego su
protagonismo en la documentación fue mucho menor que el de la infanta doña
Berenguela. Hacia el exterior se presentan como dos monjas más del convento, que solo
pasan a primer plano en una época muy concreta y breve de su larga estancia en el
monasterio, debido a una cierta “crisis de poder”, o bien en relación con donaciones de
algunas mujeres y hombres de su entorno. Con todo, su condición de tía y hermana del
rey Fernando III y la posesión de sello propio las aleja de las anónimas monjas del
convento. Su importancia queda de manifiesto en una expresión que se desliza en una
donación de 1229, dirigida al monesterio de las ifantes de Burgos 36. Esta aparente
contradicción puede explicarse por el deseo de guardar la apariencia de legalidad, el
orden cisterciense, el papel de la abadesa como máxima autoridad del monasterio,
asesorada por un convento de monjas anónimas y ayudada por las oficiales del mismo.
15 Otro elemento a tener en cuenta a la hora de explicar las diferencias entre la época de las
dos Constanzas y la de la infanta Berenguela, es el papel jugado por la reina doña
Berenguela, hija de Alfonso VIII y madre de Fernando III. Berenguela actuó primero como
regente de su hermano Enrique I y luego de su hijo Fernando III –en quien renunció sus
propios derechos–; cuando este último asumió el gobierno, Berenguela mantuvo el título
de reina y siguió desempeñando un importante papel, mientras Fernando estaba ocupado
en las campañas militares andaluzas.
16 Su relación con el monasterio de las Huelgas es poco conocida. Gayoso llega a asegurar
que vivió en el monasterio de forma casi permanente, pero los textos aducidos se refieren
a estancias temporales, y en general breves, en la ciudad de Burgos37. Durante las mismas
es probable que residiese en el palacio sito junto al monasterio, pero no dentro del mismo
como lo haría su nieta homónima. Desde luego aparece en los privilegios reales, dando su
beneplácito a los otorgados por Fernando III, pero ello no es un rasgo distintivo del
cenobio burgalés, sino una fórmula de la cancillería de este rey. Sí que lo es el que
confirmase dos documentos del Hospital del Rey de Burgos, dependiente de la abadesa de
las Huelgas (1232 y 1240)38. Hay que destacar también que su mayordomo mayor, García
Fernández, entregó a la Orden cisterciense y colocó bajo la autoridad de las Huelgas el
monasterio de Villamayor de los Montes (1228)39.

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17 El documento más expresivo de esta relación es el redactado por Mayor Ordóñez, quien se
refiere a Berenguela como su señora. El 26 de febrero de 1243, ya enferma, era recibida en
la comunidad para ser enterrada en el monasterio, al que donaba sus bienes. Era un
recurso habitual entre la nobleza, que ingresaba en la orden en sus últimos días para
morir y ser enterrada como monja; de hecho, doña Mayor ni siquiera estaba en el
monasterio, sino que la abadesa envió sus clérigos y frailes hasta el lugar de Grajera,
donde convalecía. Lo interesante del documento es que Mayor alegaba que había sido la
reina doña Berenguela quien le había concedido la merced de recibir la orden y sepultura
en el monasterio; y fue a la reina y a la abadesa a quienes entregó sus bienes 40. Ello supone
que en esta primera etapa las funciones que más adelante desempeñarán las “señoras”
eran compartidas o estaban divididas entre la reina y las infantas-monjas.

La infanta doña Berenguela (1244-1286)


18 Unos meses después de la muerte de Constanza de Castilla, profesaba en las Huelgas otra
Berenguela, nieta de la reina homónima e hija de Fernando III. Según una cantiga de
Alfonso X, la reina Beatriz había ofrecido a la infanta de niña, y la entregó al monasterio
de las Huelgas después de que la Virgen la resucitase milagrosamente, siendo todavía una
niña41. Berenguela había nacido en 1228 y su oblación tuvo que producirse antes de 1235,
cuando murió su madre Beatriz42. No obstante la profesión como religiosa no tuvo lugar
hasta que cumplió los dieciséis años, en 1244. La ceremonia dio origen a un escándalo
eclesiástico, pues fue la abadesa quien le puso el velo, contra los derechos del obispo allí
presente43. Dos años más tarde moría la reina Berenguela (5 de noviembre de 1246),
desapareciendo la influencia o poder de la hija de los fundadores44.
19 De su presencia y su actividad en el monasterio, al contrario que de la de sus tías, hay
múltiples testimonios en la documentación de las Huelgas desde marzo de 1246 hasta
mayo de 1286. En estas cuatro décadas se definió el papel de la señora de las Huelgas,
gestado en época de Constanza, alcanzando una proyección enorme tanto dentro como
fuera del monasterio, a lo largo de los reinados de Fernando III, Alfonso X y Sancho IV,
padre, hermano y sobrino de la “señora de las Huelgas”.
20 La continuidad inicial con la época de Constanza45 dio pronto paso a un claro
protagonismo y jerarquización de poderes en la comunidad monástica, relegando a la
abadesa a una posición secundaria en la gestión del dominio del monasterio, su relación
con los poderosos y el “siglo”, e incluso la organización interna en sus aspectos
temporales.
21 En estos años es frecuente que la infanta otorgue los documentos del monasterio junto
con la abadesa, aunque no está presente en todos. La abadesa puede actuar “en uno con
plaçemiento e con otorgamiento de la infante”46, u otorgar o roborar un documento a la
par que la infanta, aunque por delante de ella47. Sin embargo, desde 1246 surge la fórmula
“con mandamiento de la infante”, claramente diferenciado del “con placimiento e con
otorgamiento” del convento48. Aunque en 1251 vuelva a usarse “con plaçemiento e con
otorgamiento de la infante donna Berenguela”, se añade justo a continuación, “nuestra
sennora”49. La jerarquía de poderes en el monasterio quedaba claramente establecida, al
menos en lo temporal, pues ello no supone que la infanta ejerciese nunca las funciones
espirituales de la abadesa, aunque desde el exterior del monasterio pudiese llegar a ser

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percibida como tal: en 1283 Pedro III de Aragón se referirá a ella como “el ifanta de
Burgos, abadesa de Las Olgas”50.
22 Berenguela se convirtió pronto en la intermediaria entre el monasterio y los poderosos,
en especial sus parientes los reyes. Alfonso X dirigió sus donaciones a su hermana
Berenguela y solo en segundo lugar a la abadesa51. Declara hacerlas “por onrra de la
inffante donna Berenguella, mi hermana, que es sennora e mayor del monesterio” 52, o a
ruego de la misma53. En los conflictos con el concejo de Burgos o con el comendador del
Hospital del Rey es la infanta quien se dirige al rey y solicita su justicia y protección 54. En
tiempos de Sancho IV, la fórmula se repite una y otra vez en la cancillería regia: “Et nos,
sobredicho rey don Sancho, por ruego de la ynfante donna Berenguella, nuestra tya, e por
fazer bien e merçed a donna Mari Gutierrez, abbadesa del monesterio de Sancta Maria la
Real de Burgos, e al conuento de las duennas desse mismo logar...”55.
23 Las estrechas relaciones entre la monarquía castellana y el papado, convirtieron a
Berenguela en mediadora. Si en principio es Fernando III quien solicita su favor alegando
que su hija ha profesado en el monasterio (1246)56, luego es la propia infanta quien pide al
papa cierta merced o privilegio para el monasterio (1259)57. De forma similar ruega al
Capítulo General del Císter, junto con sus parientes la reina Blanca de Francia y el infante
Alfonso de Aragón, que se celebre un servicio plenario por Fernando III en todos los
monasterios de la Orden de sus respectivos reinos (1252)58.
24 La expresión “señora de las Huelgas” traduce en ocasiones el papel de la infanta como
gestora del dominio monástico y de sus derechos jurisdiccionales. Dos documentos
redactados fuera del monasterio incluso convierten a la infanta en señora de un lugar que
en derecho era del monasterio59. Es una percepción desde el exterior, más allá de las
fórmulas diplomáticas usadas en las Huelgas60.
25 Resulta llamativa la relación establecida con el concejo de Burgos. Hubo múltiples
conflictos que enfrentaron a éste con el monasterio, en los que la infanta defendió ante el
rey los intereses de las Huelgas. A pesar de ello, cuando en 1283 el infante Sancho IV
desterró a Berenguela de Burgos, el concejo intercedió en su favor, solicitando la
mediación de Pedro III de Aragón. El concejo, que apoyaba a Sancho en su revuelta,
recordaba las muchas honrras e plazeres quend auiades reçebido, en referencia a la infanta 61.
No se precisan los motivos del destierro de Berenguela, aunque se supone que fue por
apoyar a su hermano Alfonso X en la revuelta del infante Sancho. Ello muestra que la
infanta tenía una presencia significativa en la vida política del reino, más allá de los
muros de su monasterio.
26 La proyección social de la infanta se manifiesta también en la formación de un grupo de
vasallos, oficiales y servidores, hombres y mujeres, encargados de atendenderla y ejecutar
sus mandatos. Al margen de los freires del Hospital del Rey que actúan bajo sus órdenes 62,
o del capellán que ya lo fue de sus tías63, se citan un despensero y dos escribanos64. Junto a
ellos, al menos seis hombres y dos mujeres son llamados sus criados u hombres. No eran
meros sirvientes, pues cuatro utilizan el distintivo social “don” y otro era “escudero” 65.
27 El ámbito de actuación de la infanta no se limitó al exterior del monasterio, sino que
también dictó dos importantes ordenamientos internos que afectaban a las gestión
económica interna de la comunidad. Lo hizo junto con la abadesa, pero era Berenguela
quien figuraba en primer lugar entre los otorgantes. En el primero (1257) establecía el
número de monjas de velo y niñas, su condición hidalga, el de freiras que las servirían y el
sistema de reclutamiento66. En 1263 ordenaba las rentas del monasterio, asignando ciertas

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partidas para el vestuario, la enfermería y sacristanía67. No eran cuestiones directamente


relacionadas con la vida espiritual de las monjas, en las que hubiese usurpado las
competencias de la abadesa, sino de orden económico y temporal interno. Con todo,
muestra su grado de control de la comunidad fuera de los aspectos estrictamente
espirituales o eclesiásticos.
28 Berenguela jugó un papel importante en la conservación de la memoria familiar, en torno
al panteón real del monasterio. En septiembre de 1279 hizo consagrar la sala capitular, el
cementerio del rey Alfonso VIII y varios altares de las Huelgas68. Se discute el significado
de esa consagración del cementerio, en especial el emplazamiento anterior y posterior de
las tumbas reales, actualmente en el coro monástico69. Al margen de esta cuestión, la
actuación de la infanta la sitúa como gestora de la memoria litúrgica y las sepulturas de la
familia real. Se sabe que en abril de 1279 fue a Toledo en compañía de la infanta
Constanza para llevar los restos de la reina doña Beatriz, cuando Alfonso X los hizo
trasladar a Sevilla70. La actuación de Berenguela se inscribe dentro de la política
“funeraria” desarrollada por Alfonso X y Sancho IV, quienes entre 1270 y 1289
trasladaron de emplazamiento los restos de numerosos antepasados, ya dentro del mismo
monasterio o catedral en que se encontraban (Alfonso VI y dos de sus mujeres en
Sahagún, Alfonso VII y Sancho III en Toledo, Alfonso VIII y Enrique I en Burgos,
Fernando III en Sevilla, Fernán González en Arlanza, el Cid en Cardeña, el conde Sancho
García de Castilla, Sancho III el Mayor de Navarra y Sancho II de Castilla en Oña), ya de
una localidad a otra más prestigiosa (los atribuidos a Wamba de Pampliega a Toledo, los
de Pelayo y su mujer de Abamia a Covadonga, los de Leonor de Burgos a Sevilla), con el fin
de colocarlos en lugares “más dignos”71.
29 La infanta Constanza, que acompañó a Berenguela a Toledo era una hija de Alfonso X,
nacida en 125972. Ya en 1266, con tan solo siete años, se constata su presencia en las
Huelgas; la vuelven a mencionar sendos documentos de 1268 y 127973. Sin duda estaba
destinada a suceder a su tía Berenguela como “señora de las Huelgas”, pero murió antes
que ella74.

La infanta doña Blanca (1295-1321)


30 La muerte de Berenguela en 1286, tras la de su sobrina Constanza, dejaba vacante el
“señorío” de las Huelgas, que se había convertido en un importante centro de poder. En
diciembre de 1286 y marzo de 1289, Sancho IV dirigió sendos privilegios a su hija la
infanta Isabel y a la abadesa y convento de las Huelgas75. Isabel había nacido en 1283, por
lo que era una niña pequeña durante su estancia en las Huelgas. Las negociaciones
políticas con Portugal en 1288 y Aragón en 1291 trataron su matrimonio con ambos reyes
76. Isabel nunca es denominada “señora de las Huelgas”. Si Sancho IV pensó en algún

momento que lo fuese, es evidente que cambió de opinión muy pronto. Es probable que su
presencia allí fuese solo un instrumento utilizado por este monarca para controlar el
dominio monástico y sus recursos77.
31 Hay que esperar hasta 1295 para que vuelva a haber una “señora de las Huelgas”, al
menos efectiva: la infanta doña Blanca. Era hija de Alfonso III de Portugal y Beatriz de
Castilla, hija ilegítima de Alfonso X de Castilla. Nació en 1259 y, antes de la muerte de
Alfonso X, pasó a Castilla, donde adquirió un patrimonio considerable. No llegó a casarse,
pero tuvo un hijo ilegítimo con un caballero de la corte de Sancho IV78. Ello, unido a la
petición del monasterio que deseaba tener una infanta como señora y protectora,

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Las “señoras” de las Huelgas de Burgos: infantas, monjas y encomenderas 8

llevaron al rey a pedir repetidamente a Blanca “que quisiese ser monja de ese monasterio,
y tomar el señorio de ese lugar y comienda y guarda de todo lo vuestro”, a lo que
finalmente accedió. El rey pidió entonces a la abadesa y convento de las Huelgas que la
recibiesen, honrasen y sirviesen como a las otras infantas que fueron en el monasterio79.
32 Doña Blanca tenía pues una larga trayectoria laica, a diferencia de Berenguela y las tres
Constanzas, además de un patrimonio propio que, al igual que otras monjas nobles del
convento, podía administrar. Con todo, en muchos aspectos su labor fue continuadora de
sus predecesoras. La abadesa Berenguela López se dirigía a ella como “la infanta donna
Blanca, nuestra sennora, que a de uer e guardar el dicho monesterio”80.
33 Como tal solicitó y obtuvo la confirmación de numerosos privilegios reales, que sería
largo enumerar, a menudo suplicados tras surgir un conflicto con los oficiales regios, los
recaudadores de impuestos, el concejo de Burgos, los ricohombres, etc. que no los
cumplían según la interpretación del monasterio. La inestabilidad política de estos años,
con múltiples enfrentamientos entre nobles, concejos y monasterios, hacía más útil y
necesario este contacto preferente con la corte regia, donde se dirimían estos pleitos81.
34 La presencia de la infanta como señora del monasterio se definió en este periodo más que
en ningún otro. Sancho IV se refirió a que la correspondía la “encomienda” del
monasterio82. Fernando IV fue más preciso (1305):
E la abbadesa e conuento, por seer el monesterio mas onrrado e todo lo suyo mas
reçelado e mas guardado, pidieron merçet a los reyes que les diesen vna de las
infantas para monia e sennora e guardadora del logar, e porque, por la su
reuerençia della, los sus bienes sea mas guardados e los reyes, por esto e por mas
noblesçer el logar a su pedimiento, acostumbraron de ie la dar 83.
35 El texto se encuentra en un debate surgido entre la infanta y Fernando IV a propósito de
los derechos del rey en el monasterio y en el Hospital de Burgos. El rey consideraba que
podía poner administradores en el monasterio y hospital, así como hacer entregar
raciones a algunos hombres que le habían servido, alegando que monasterio y hospital
habían sido edificados y dotados por sus antepasados. Por contra, la infanta defendía que
los bienes entregados lo habían sido con la finalidad de sostener a las monjas, los pobres y
peregrinos, debiendo ser administrados por la abadesa; solo la abadesa podía otorgar tales
raciones y administrar los bienes, especificándose que si alguna infanta señora del
monasterio o la propia Blanca las habían concedido, había sido con consentimiento de la
abadesa y convento. El asunto fue examinado en la corte regia por expertos en derecho,
que vieron los privilegios del monasterio y resolvieron en su favor. Los reyes tan sólo se
habrían reservado la facultad de enterrarse allí. Por ello Fernando revocó las raciones que
él o alguna infanta (se refiere a doña Isabel) habían dado.
36 Este documento limitaba la extensión del patronato regio y, al menos formalmente, las
atribuciones de la “señora de las Huelgas”. En la práctica suponía la delegación de los
poderes del rey sobre un monasterio fundando por sus antepasados en una infanta que
era simultáneamente miembro de la comunidad monástica. La señora de las Huelgas se
convertía en garante de la libertad del monasterio frente al propio rey.
37 La infanta también ejerció como mediadora ante el abad del Cister, a quien solicitó la
confirmación de ciertos privilegios y la relajación de la regla, tanto en su favor como del
convento84. No se conservan peticiones similares al papado, pero sí al obispo de Burgos, a
quien rogó que recibiese la obediencia de la abadesa en la iglesia del propio monasterio 85.
38 La protección del monasterio, la gestión de su dominio y la administración de su
patrimonio personal se realizaron a través de servidores de diverso tipo, mucho más

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Las “señoras” de las Huelgas de Burgos: infantas, monjas y encomenderas 9

numerosos que en tiempos de Berenguela, conociéndose los nombres de más de cuarenta


entre damas, criadas, caballeros, escuderos, clérigos, oficiales de su casa... 86
39 Doña Blanca no actuaba siempre a través de intermediarios, sino que acudía a la corte en
ocasiones importantes. Contaba con la ventaja de que los reyes visitaban Burgos con
frecuencia, pudiéndose alojar en el palacio que tenían junto al monasterio y Hospital. Ello
explica que numerosos privilegios o cartas se expidiesen en la propia ciudad de Burgos.
Con todo, si el itinerario de la corte y la urgencia del caso lo requerían, la infanta podía
desplazarse a otros lugares. En su testamento se recogen deudas motivadas por su marcha
a las Cortes de Zamora (1301) y Madrid (1309), o para un viaje a Carrión (donde hubo
Cortes en 1317)87; y en algún pleito se dice que la infanta compareció personalmente ante
el rey en Valladolid88. Su presencia en varias reuniones de Cortes pone de manifiesto su
papel en la vida política del reino, como ya lo había tenido su predecesora doña
Berenguela.
40 En su testamento la infanta mandaba al rey la villa de Briviesca y el arca de las salinas de
Añana, a cambio de 550 000 mrs para pagar sus deudas. Del patrimonio que había reunido
a lo largo de su vida, gracias a donaciones, compras y permutas, mandaba a las Huelgas las
salinas de Rosío y Poza, con las que pagaba su enterramiento y dotaba su aniversario y
capellanías. Con ello pretendía compensar al monasterio de los 400 000 mrs que le debía,
una cantidad muy elevada y que muestra la carga económica que suponía el tener una
“señora”. Es difícil valorar hasta qué punto tales deudas habían sido contraídas en su
labor en favor del monasterio o, más bien, por la gestión del patrimonio privado de la
infanta89.

Las últimas señoras: las infantas Leonor (1325-1328),


María (1330-1334) y Blanca (1371)
41 Doña Blanca murió el 17 de abril de 1321, poco antes que la reina regente María de
Molina, en medio de una etapa de gran inestabilidad en el reino90. En septiembre de 1325,
tras la proclamación de Alfonso XI como mayor de edad, aparece una nueva señora: su
hermana la infanta Leonor. Nacida en 1307, había regresado a Castilla tras su fracasado
matrimonio con el infante Jaime de Aragón en 1319. Su actuación se conoce a través de
una decena de documentos reales expedidos entre septiembre de 1325 y enero de 1328, en
los que se confirmaban varias cartas y privilegios del monasterio91. Al igual que había
sucedido con Isabel, hija de Sancho IV, Leonor no profesó en el monasterio, sino que se
limitó a esperar allí un nuevo matrimonio, que se verificó en 1329 con otro hijo del
monarca aragonés, el futuro Alfonso IV92.
42 Igualmente breve fue el “señorío” de la infanta doña María, hija mayor de Jaime II de
Aragón. María había estado en Castilla entre 1312 y 1320, por su matrimonio con el
infante don Pedro, hijo de Sancho IV y tutor de Alfonso XI. Su marido murió en la Vega de
Granada (1319) y fue enterrado en las Huelgas poco antes de nacer su hija doña Blanca,
heredera de un importante y estratégico patrimonio en la frontera entre los reinos de
Castilla y Aragón. En 1320 consiguió regresar a Aragón, no sin protestas de la parte
castellana por las importantes villas que retenía en su poder93.
43 María ingresó entonces como deodata en el monasterio real de Sijena y tomó el hábito de
la Orden del Hospital poco después. Se tiene noticia de su presencia en el mismo hasta
132394; tras un largo intervalo reaparece en la documentación de Sijena entre 1335 y su

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Las “señoras” de las Huelgas de Burgos: infantas, monjas y encomenderas 10

muerte en 134795. Su papel como señora de las Huelgas de Burgos se sitúa entre ambos
periodos, en concreto entre mayo de 1330 y abril de 133496. Ello ha de relacionarse con el
regreso de su hija Blanca a Castilla, tras los acuerdos entre Alfonso XI de Castilla y
Alfonso IV de Aragón (1329)97, ligados al deseo castellano de controlar la herencia de la
infanta. Es probable que María la acompañase. El señorío de las Huelgas la proporcionaba
recursos y una base para administrar el patrimonio familiar98.
44 El desempeño de su función como señora de las Huelgas chocó con los mismos problemas
que más adelante originaría en Sijena: un elevado gasto que puso en peligro el dominio
monástico. En octubre de 1331 la abadesa se querelló al rey porque los acreedores de doña
María y sus hombres prendaban los bienes del monasterio y hospital, cuando las deudas
contraídas no lo habían sido por causa de ellos. Alfonso XI protegió al monasterio frente a
tales prendas, así como por las deudas contraídas por las anteriores infantas 99.
45 Por motivos que ignoramos, María regresó a Aragón en 1334 o 1335100. La mala
experiencia debió disuadir a la comunidad de solicitar el nombramiento de una nueva
señora, a la vez que Alfonso XI prefería reservarse la encomienda de los monasterios de
Castilla101. Ello explica la desaparición de las señoras de las Huelgas102. Hay que esperar
cuatro décadas, hasta 1371, para que la infanta doña Blanca, hija de doña María y del
infante don Pedro, sea designada como tal en tres documentos de Enrique II 103. Blanca
contaba por entonces con más de 50 años, y fallecería en 1375. No hay más noticias que la
relacionen con el señorío de las Huelgas, y es probable que se trate de un mero título sin
contenido efectivo. Blanca había regresado a Castilla en 1329 con la promesa de
matrimonio con el infante Pedro de Portugal, pero este no se llevó a cabo por los
problemas de salud (mental) de la infanta. Blanca debió permanecer en las Huelgas todo
ese tiempo, pero sin ninguna proyección pública104.

Patronato real e Infantado


46 Rose Walker rechazó hace una década que la fundación de las Huelgas siguiese el modelo
de Fontevraud, considerando que Alfonso VIII se inspiró en la tradición del Infantado de
San Isidoro de León. Entre los argumentos aducidos se encontraban la similitud entre el
papel de las infantas como señoras del Infantado y señoras de las Huelgas, la construcción
de un palacio real junto a ambos cenobios, la función de panteón real de sus iglesias y la
dotación de este último monasterio con heredades que habían pertenecido a Oña y
Covarrubias, monasterios ligados al Infantado en algún momento105. Considero que la idea
–una reinvención del Infantado bajo una forma cisterciense– es acertada, que el recuerdo
del Infantado pudo inspirar la fundación de Alfonso VIII y Leonor de una u otra forma; sin
embargo hay que matizar algunos de los argumentos.
47 El último es el más débil, pues la mayor parte de las propiedades reseñadas corresponden
al monasterio de Oña, cuya relación con las infantas había desaparecido en el siglo XI,
cuando la comunidad femenina fue disuelta en favor de una benedictina masculina106; en
cuanto a las heredades procedentes de Covarrubias es dudoso que se trate de las mismas
107
. En cuanto al papel de las infantas en San Isidoro y las Huelgas, hay semejanzas pero
también diferencias. Las señoras de las Huelgas eran monjas, mientras que las infantas del
Infantado tenían la condición de deodicatae108; ello supone que la vida en el monasterio de
las primeras era casi continua, mientras que en el caso de las segundas era episódica. En
segundo lugar las señoras del Infantado tenían poder sobre un amplio número de

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Las “señoras” de las Huelgas de Burgos: infantas, monjas y encomenderas 11

monasterios, mientras que las de las Huelgas no consiguieron consolidar su influencia


sobre los monasterios cistercienses femeninos de los reinos de Castilla y de León 109.
48 Un elemento importante a tener en cuenta a la hora de comparar ambas “señoras” es la
discontinuidad temporal. Las señoras del Infantado desaparecen con la muerte de Sancha
Raimúndez, aunque subsistan los infantados como dominios ligados al realengo. La
concesión realizada por Fernando II a su hermana Sancha, reina de Navarra, no tuvo
consecuencias efectivas110. Las señoras de las Huelgas no aparecen hasta mediados del
siglo XIII, con la infanta Berenguela. Anteriormente, tras la muerte de la reina Leonor, sus
funciones estuvieron divididas entre las infantas monjas, las dos Constanzas, y la reina
Berenguela. Por ello cabe preguntarse si la función desarrollada por las señoras de las
Huelgas fue ya prevista por Alfonso VIII cuando ofreció su hija a dicho monasterio, o bien
fue consecuencia de una evolución del patronato regio que llevó a formas similares a las
que se habían dado en tiempos del Infantado.
49 La condición de las Huelgas de monasterio de patronato regio fue ya declarada en 1257
por la abadesa Elvira Fernández al pedir a Alfonso X, “que es sennor e padron del
monesterio”, que sancionase con su sello de plomo un ordenamiento sobre el número de
monjas111. Juan I lo recordaba en 1380, al afirmar que ningún noble podía tener en
encomienda los lugares y vasallos del monasterio, “seyendo el dicho monesterio de las
dichas Huelgas fundado e dotado por los reyes onde nos venimos”112, motivo por el que
correspondía al monarca tal encomienda:
E por quanto nos somos çierto que todas las encomiendas de nuestros reynos son de
tres maneras, la vna porque los reys onde nos venymos fizieron e hedeficaron e
doctaron algunos monasterios e pertenesçe la encomienda de ellos a nos o a quien
la nos encomendaremos que la tenga por nos [...]113.
50 De hecho los reyes de Castilla y de León en el siglo XIII se consideraban patronos de
importantes cenobios como Sahagún, San Pedro de las Dueñas o Celanova114. Por otra
parte ya desde el siglo XII habían tomado otros bajo su especial protección, recibiéndolos
bajo su guarda, encomienda, defensa, tutela, custodia, o “manpuesta”115. Si bien, la
relación con unos y con otros no alcanzó la misma intensidad que con las Huelgas en los
siglos XIII y XIV, aunque en algunos, como Sahagún, también descansasen los restos de
sus antepasados.

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NOTAS
1. Juan de Osma y Lucas de Tuy solo mencionan al rey, mientras que Rodrigo Jiménez de Rada y
Alfonso X el Sabio (Cantiga 221) señalan que se hizo a instancias de la reina doña Leonor. Rose
WALKER, “Leonor of England, Plantagenet queen of King Alfonso VIII of Castile, and her
foundation of the Cistercian abbey of Las Huelgas. In imitation of Fontevraud?”, Journal of
Medieval History, 31, 2005, p. 346-368, p. 349-352, considera que la atribución a Leonor es fruto de
los recelos de Rodrigo hacia las Huelgas, sin tener el cuenta lo dicho en la cantiga 221
(ALFONSO X, el Sabio, Cantigas de Santa María, Walter METTMANN (ed.), 3 t., Madrid: Castalia,
1986-1989, 2, p. 284-285). Creo que sus argumentos no son concluyentes pero dejan la cuestión
abierta. La versión de Rodrigo puede interpretarse como una precisión a la de Lucas, no la
contradice necesariamente.
2. La documentación de las Huelgas de Burgos ha sido publicada hasta 1400, pero con numeración
en tres series. Para citarla se utilizan las siguientes abreviaturas, incluyendo el número de la
colección. DHB30: José Manuel LIZOAIN GARRIDO, Documentación del monasterio de las Huelgas de

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Las “señoras” de las Huelgas de Burgos: infantas, monjas y encomenderas 15

Burgos (1116-1230), Burgos: J. M. Garrido Garrido (Fuentes medievales castellano-leonesas, n. 30),


1985. DHB31: Id., Documentación del monasterio de las Huelgas de Burgos (1231-1262), Burgos: J. M.
Garrido Garrido (Fuentes medievales castellano-leonesas, n. 31), 1985. DHB32: Id., Documentación
del monasterio de las Huelgas de Burgos (1263-1283). Índices (1116-1283), Burgos: J. M. Garrido Garrido
(Fuentes medievales castellano-leonesas, n. 32), 1987. DHB33: Araceli CASTRO GARRIDO y José
Manuel LIZOAIN GARRIDO, Documentación del monasterio de las Huelgas de Burgos (1284-1306), Burgos:
J. M. Garrido Garrido (Fuentes Medievales Castellano-Leonesas, n. 33), 1987. DHB34: Araceli
CASTRO GARRIDO, Documentación del Monasterio de Las Huelgas de Burgos (1307-1321), Burgos: J. M.
Garrido Garrido (Fuentes Medievales Castellano-Leonesas, n. 34), 1987. DHB35: Id., Documentación
del monasterio de Las Huelgas de Burgos (1322-1328). Índices (1284-1328), Burgos: J. M. Garrido Garrido
(Fuentes Medievales Castellano-Leonesas, n. 35), 1987. DHB36: F. Javier PEÑA PÉREZ,
Documentación del monasterio de las Huelgas de Burgos (1329-1348), Burgos: J. M. Garrido Garrido
(Fuentes Medievales Castellano-Leonesas, n. 36), 1990. DHB37: Id., Documentación del monasterio de
las Huelgas de Burgos (1349-1376), Burgos: J. M. Garrido Garrido (Fuentes Medievales Castellano-
Leonesas, n. 37), 1990. DHB39: Id., Documentación del monasterio de las Huelgas de Burgos (1380-1400),
Burgos: J. M. Garrido Garrido (Fuentes Medievales Castellano-Leonesas, n. 39), 1991. HRB: Mª del
Carmen PALACÍN GÁLVEZ y Luis MARTÍNEZ GARCÍA, Documentación del Hospital del Rey de Burgos
(1136-1277), Burgos: J. M. Garrido Garrido (Fuentes medievales castellano-leonesas, n. 43), 1990. El
documento aquí citado: DHB30, doc. 10.
3. DHB30, doc. 12. Ghislain Baury ha precisado como los primeros monasterios femeninos que
seguían la regla cisterciense en Castilla, caso de las Huelgas, no pertenecieron a la Orden ni
dependieron del Capítulo General hasta entrado el siglo XIII (Ghislain BAURY, Les religeuses de
Castille. Patronage aristocratique et ordre cistercien, XII e-XIIIe siècles, Rennes: Presses Universitaires de
Rennes, 2012, p. 117-135).
4. DHB30, doc. 21, 22.
5. DHB30, doc. 13, 16, 19. Así, las de Cañas, Carrizo, Fuencaliente, Torquemada, San Andrés de
Arroyo, Santa Columba, Perales y Gradefes, se comprometieron a acudir anualmente a Burgos, y
se declararon sujetas a la abadesa de las Huelgas, celebrando su primera reunión en 1189, no sin
algunos problemas en los años siguientes (DHB30, doc. 24, 25, 28, 47, 48). Baury considera que en
la práctica esos monasterios, apoyados por sus patronos de la aristocracia, resistieron el intento
regio de someterlos a las Huelgas, no acudiendo a los capítulos anuales; en tiempos de
Fernando III dicha sujeción se convertiría en más nominal que efectiva (G. BAURY, op. cit.,
p. 137-145, 152-159, 175-176).
6. DHB30, doc. 52.
7. El papel de panteón real del monasterio ha atraído especialmente la atención de los
historiadores del arte: Manuel GÓMEZ-MORENO, El Panteón Real de las Huelgas de Burgos, Madrid:
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Nacional, 2005, p. 51-72. Rocío SÁNCHEZ AMEIJEIRAS, “El ‘cementerio real’ de Alfonso VIII en Las
Huelgas de Burgos”, Semata, 10, 1998, p. 77-109. Pablo ABELLA VILLAR, “Nuevas pesquisas sobre
los orígenes constructivos del monasterio de Santa María la Real de las Huelgas de Burgos”, Codex
Aquilarensis, 24, 2008, p. 33-61. Entre las infantas sepultadas se encuentran Berenguela, Sancha,
Leonor y Mafalda hijas de Alfonso VIII, y Leonor hija de Fernando IV; a las que se suman más de
una docena de varones de la familia (M. J. GÓMEZ BÁRCENA, op. cit., p. 57).
8. Emma FALQUE (ed.), Lvcae Tvdensis Chronicon mundi, Turnhout: Brepols (Corpvs Christianorum.
Continuatio mediaeualis, LXXIV), 2003, lib. IV, § 83, lin. 14-15 (p. 321) y § 85, lin. 24-26
(p. 325-326). Juan FERNÁNDEZ VALVERDE (ed.), Historia de rebus Hispaniae sive Historia gothica.
Roderici Ximenii de Rada, Turnhout: Brepols (Corpvs Christianorum. Continuatio mediaeualis,
LXXII), 1987, lib. VII, cap. XXIV, lin. 29 (p. 247) y lib. IX, cap. XII, lin. 13-14 (p. 292).

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Las “señoras” de las Huelgas de Burgos: infantas, monjas y encomenderas 16

9. DHB32, doc. 550, 553, 593.


10. DHB32, doc. 573.
11. DHB33, doc. 71, 101; DHB34, doc. 364.
12. Su amplio dominio ha sido estudiado por José Manuel LIZOAIN y Juan José GARCÍA, El
monasterio de las Huelgas. Historia de un señorío cisterciense burgalés (siglos XII y XIII), Burgos: J. M.
Garrido Garrido, 1988. Su importancia para la monarquía: Ana RODRÍGUEZ, La estirpe de Leonor de
Aquitania. Mujeres y poder en los siglos XII y XIII, Barcelona: Crítica, 2014, p. 226-235.
13. DHB31, doc. 407, 408.
14. DHB31, doc. 480, 481.
15. DHB31, doc. 273, 274.
16. Amancio RODRÍGUEZ LÓPEZ, El Real Monasterio de las Huelgas de Burgos y el Hospital del Rey.
(Apuntes para su historia y colección diplomática con ellos relacionada), 2 t., Burgos: Centro Católico,
1907, 1, p. 131-238.
17. José María ESCRIVÁ, La abadesa de las Huelgas, Madrid: Luz, 1944, p. 231-233.
18. Andrea GAYOSO, “The Lady of Las Huelgas. A royal abbey and its Patronage”, Cîteaux:
comementarii cistercienses, 51 (1-2), 2000, p. 91-116.
19. R. WALKER, art. cit., p. 359-362.
20. G. BAURY, op. cit., p. 45-72, en especial p. 46-56, 60-64.
21. A. RODRÍGUEZ, La estirpe, p 278-281.
22. E. FALQUE, op. cit., p. 321 y 325-326 (Chronicon Mundi, IV, § 83, lin. 14-15 y § 85, lin. 24-26). La
profesión de la hija de Alfonso IX aparece también en De rebus Hispaniae de Rodrigo Jiménez de
Rada (lib. VII, cap. XXIV, lin. 29): J. FERNÁNDEZ VALVERDE, op. cit., p. 247.
23. Nacimiento: Julio GONZÁLEZ, El reino de Castilla en la época de Alfonso VIII, 3 t., Madrid: Escula
de Estudios Medievales, 1960, 1, p. 207-212. La sitúa después de Fernando (nacido en 1189),
Mafalda y Leonor, y antes de Enrique (nacido en 1204). Su muerte: A. RODRÍGUEZ LÓPEZ, op. cit.,
p. 136. En el Martirologium ad usum Ordinis Cisterciensis consta el día del fallecimiento, pero no el
año (Monasterio de Santa María la Real de las Huelgas de Burgos, manuscrito 1, fol. 11v), en
adelante Martirologium.
24. Julio GONZALEZ, Reinado y diplomas de Fernando III, 3 t., Córdoba: Monte de Piedad y Caja de
Ahorros, 1986, 1, p. 62-63, calcula que a fines de 1199, teniendo en cuenta que sus padres casaron
en 1197, tuvo una hermana mayor, y que el infante don Fernando, que le siguió, nació en junio de
1201.
25. A. RODRÍGUEZ LÓPEZ, op. cit., p. 136. Martirologium, fol. 103r.
26. DHB30, doc. 180, 181, 182.
27. DHB31, doc. 269.
28. En general, sin concretar sus nombres: DHB30 doc. 208 (1227). DHB31, doc. 251 (1231);
doc. 273 (1233); doc. 320, 321 (1240).
29. DHB30, doc. 235 (1229), HRB, doc. 155 (1232); DHB31, doc. 274 (1233).
30. DHB30, doc. 233, 235.
31. J. M. ESCRIVÁ, op. cit., p. 343.
32. DHB30, doc. 254.
33. DHB31, doc. 274.
34. DHB31, doc. 271, 273, 274.
35. DHB31, doc. 320, 321.
36. DHB30, doc. 233.
37. A. GAYOSO, art. cit., p. 101-104. Los textos que cita de la Crónica Latina de los Reyes de Castilla, se
refieren a la ciudad de Burgos, rara vez al monasterio.
38. HRB, doc. 155, 217.
39. DHB30, doc. 221. En 1219 Berenguela permutó unas casas en Burgos con el monasterio
(DHB30, doc. 146), si bien ello no expresa una relación más estrecha que con otros monasterios.

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Las “señoras” de las Huelgas de Burgos: infantas, monjas y encomenderas 17

40. “et ella dixo que queria la orden e ques tenie siempre por merced de la reyna dona
Bererenguiella; el corpo e el auer e quanto que auia heredamiento metiolo todo en so poder de la
reyna dona Berenguella e del abbatissa dona Agnes del monesterio de Burgos e dieronle la orden”
(DHB31, doc. 337).
41. ALFONSO X, op. cit., 2, p. 67-69 (cantiga 122).
42. J. GONZÁLEZ, Fernando III, 1, p. 113.
43. Augusto QUINTANA PRIETO (ed.), La documentación pontificia de Inocencio IV (1243-1254), 2 t.,
Roma: Instituto Español de Estudios Eclesiásticos, 1987, 1, doc. 47.
44. J. GONZÁLEZ, Fernando III, 1, p. 84. Martirologium, fol. 127r.
45. Los dos primeros documentos que la citan (DHB31, doc. 354, 355), en marzo de 1246, fueron
otorgados por la misma mujer que ya había dirigido otros a las infantas Constanza en 1240
(DHB31, doc. 320, 321) y ahora lo hacía junto con su hijo. Ambos llaman a Berenguela su señora y
la encomiendan el cumplimiento de su testamento. Entre los testigos aparece don Fernando,
capellán de la infanta, que ya había estado al servicio de sus tías (DHB30, doc. 180, 181, 182;
DHB31, doc. 269).
46. DHB31, doc. 355.
47. DHB31, doc. 365.
48. DHB31, doc. 368, 369, 373
49. DHB31, doc. 407, 408.
50. DHB32, doc. 605.
51. DHB31, doc. 437, 438, 442.
52. DHB31, doc. 480, 481.
53. DHB32, doc. 560, 593.
54. DHB32, doc. 583, 592, 595.
55. DHB33, doc. 8-24, 26-29, 32-35, 37. O bien, en caso de conflicto o debate: “Sepades que la
infanta donna Berenguella, mi tia, e la abbadesa del monesterio de Las Huelgas de Burgos me
dixieron... o me mostraron priuilegio del rey...”, u otras similares (DHB33, doc. 25, 30, 38, 39, 40,
41, 48).
56. DHB31, doc. 366, 367.
57. DHB31, doc. 509.
58. DHB31, doc. 409.
59. Así, en 1252, el merino del lugar de Villalonga no se define como del monasterio de las
Huelgas sino de la infanta (DHB31, doc. 418). En 1279 era el concejo de Barrio de Muñó, señorío
del monasterio, quien pedía a la infanta doña Berenguela que sellase en su lugar un compromiso
alcanzado con el concejo de Belbimbre (DHB32, doc. 598).
60. Ello explica que muchas ventas se dirijan desde 1264 en primer lugar a la infanta, y luego a la
abadesa, convento o monasterio (DHB32, doc. 537, 550, 553, 565, 566, 568, 604). Lo mismo sucede
en un momento de vacancia de la abadía en noviembre de 1253 (DHB31, doc. 443).
61. DHB32, doc. 605.
62. DHB31, doc. 381.
63. DHB31, doc. 354.
64. DHB31, doc. 527; DHB32, 589, 598. HRB, doc. 431.
65. DHB31, doc. 354, 520, 527; DHB32, doc. 543; DHB33, doc. 43. HRB, doc. 359.
66. DHB31, doc. 501.
67. DHB34, doc. 534.
68. DHB32, doc. 596.
69. Ver nota 7.
70. Beatriz, enterrada originalmente en las Huelgas de Burgos, fue trasladada a Sevilla a
instancias de Alfonso X (Manuel GONZÁLEZ JIMÉNEZ, Fernando III el Santo. El rey que marcó el
destino de España, Sevilla: Fundación José Manuel Lara, 2006, p. 149-150. Teresa LAGUNA PAÚL, “La

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Las “señoras” de las Huelgas de Burgos: infantas, monjas y encomenderas 18

capilla de los Reyes de la primitiva Catedral de Santa María de Sevilla y las relaciones de la
Corona castellana con el cabildo hispalense en su etapa fundacional”, Maravillas de la España
medieval. Tesoro sagrado y monarquía, León: Junta de Castilla y León, 2001, 1, p. 235-249, en especial
p. 240-242). Se alude a ello en un documento posterior: “quando la infanta donna Berengella e la
infanta donna Costança fueron a Toledo por los vesos de la reyna donna Beatriz, que ganaron
carta del rey don Alfonso para el conçeio e los alcalldes de Burgos” (DHB34, doc. 242, p. 103); se
refiere aquí a un documento de 12 de abril de 1279 (DHB32, doc. 592). El 11 de noviembre de este
mismo año ya estaban en la catedral de Sevilla los restos de doña Beatriz, junto a los de su marido
Fernando III (Manuel GONZÁLEZ JIMÉNEZ (ed.), Diplomatario andaluz de Alfonso X, Sevilla: El Monte
Caja de Huelva y Sevilla, 1991, doc. 450). La noticia recogida por Castro y Lizoain de que hizo traer
de Santa María de Tordesillas los huesos de ciertos señores en 1290 (DHB33, doc. 65), se refiere en
realidad a la autorización concedida al obispo de Osma para extinguir el monasterio femenino
cisterciense de Tardesillas (Soria) y trasladar los huesos de sus fundadores a San Pedro de Soria
(Juan LOPERRÁEZ CORVALÁN, Descripción histórica del obispado de Osma, 3 t., Madrid: Imprenta
Real, 1788, 3, p. 222-224, doc. LXXXIV). Sobre la relación de Tardesillas y las Huelgas ver G.
BAURY, op. cit., p. 153.
71. Gerardo BOTO VARELA, “Aposentos de la memoria dinástica. Mudanza y estabilidad de los
panteones regios leoneses (1157-1230)”, Anuario de Estudios Medievales, 42/2, 2012, p. 535-565, ver
p. 555. Sobre Wamba, Pelayo, el Cid, Alfonso VIII y Fernando III puede verse Raquel ALONSO
ÁLVAREZ, “De Carlomagno al Cid: La memoria de Fernando III en la Capilla Real de Sevilla”, en
Fernando III y su tiempo. VIII Congreso de Estudios Medievales, León: Fundación Sánchez Albornoz,
2003, p. 471-488, ver p. 477-478. Sobre Wamba y el Cid ver también: Peter LINEHAN, Historia e
historiadores de la España medieval, Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 2011,
p. 483-486. La labor de Sancho IV se extendió a los de Alfonso VI en Sahagún, Alfonso VII y
Sancho III en la catedral de Toledo en 1289, los de Sancho III de Navarra y Sancho II de Castilla en
Oña hacia 1286, al de su padre Alfonso X en la catedral de Sevilla, ver Fernando GUTIÉRREZ
BAÑOS, Las empresas artísticas de Sancho IV, Valladolid: Junta de Castilla y León, 1997, p. 150-194.
No obstante, ya Alfonso X en 1255 había concedido al monasterio de Sahagún 300 maravedís
anuales “por que han de ffazer la eglesia pora meter hy el rey don Alffonso, que gano Toledo, que
yaze enterrado en el monasterio de Sant Ffagundo”: José Antonio FERNÁNDEZ FLÓREZ, Colección
diplomática del monasterio de Sahagún (857-1300), V (1200-1300), León: Centro de Estudios e
Investigación San Isidoro, 1994, doc. 1753.
72. Manuel GONZÁLEZ JIMÉNEZ, Alfonso X el Sabio, Barcelona: Ariel, 2004, p. 126.
73. DHB32, doc. 550, 553, 593.
74. Rodríguez dice que murió el 22 de agosto de 1280 según su inscripción sepulcral (A.
RODRÍGUEZ LÓPEZ, op. cit., 1, p. 162), pero el Martirologium, fol. 83v la sitúa el 22 de julio, sin año.
75. DHB33, doc. 50, 62.
76. Mercedes GAIBROIS DE BALLESTEROS, Historia del reinado de Sancho IV de Castilla, 3 t., Madrid:
Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1922, 1, p. 29, 187; 2, p. 137-138, 141.
77. En 1308 la infanta doña Isabel revocaba la concesión de una heredad del monasterio en favor
de su ama y devolvía una casa que tenía del monasterio (DHB34, doc. 215). En 1305 Fernando IV se
refiere a las raciones en el Hospital otorgadas por las infantas (DHB33, doc. 179).
78. M. GAIBROIS, op. cit., 1, p. 18, 80, 161; 2, p. 69, 362, 377, 393-395. Antonio SÁNCHEZ MOGUEL,
“Doña Blanca de Portugal”, Boletín de la Real Academia de la Historia, 23, 1893, p. 534-539. Félix
SAGREDO FERNÁNDEZ, Doña Blanca de Portugal (1259-1321): Señora del Real Monasterio de las Huelgas
de Burgos y de la Villa de Briviesca, Burgos: Universidad de Valladolid, 1973. José Luis IBARRA
ÁLVAREZ y Ana Isabel ORTEGA MARTÍNEZ, «La villa de Briviesca en la Baja Edad Media: datos y
reflexiones para su estudio», Boletín de la Institución Fernán González, 217, 1998, p. 321-352,
p. 328-333.
79. DHB33, doc. 103.

e-Spania, 24 | juin 2016


Las “señoras” de las Huelgas de Burgos: infantas, monjas y encomenderas 19

80. DHB33, doc. 106.


81. Es el caso del pleito mantenido con el poderoso concejo de Segovia sobre Santa María de
Prados (DHB33, doc. 175, 176; DHB34, doc. 202, 232), o del acuerdo alcanzado con los herederos de
García López de Saavedra (DHB33, doc. 137, 138).
82. DHB33, doc. 103.
83. DHB33, doc. 179.
84. En 1302 confirmaba a la infanta todos los privilegios y libertades disfrutados por las infantas
que la precedieron en el monasterio (DHB33, doc. 150). En 1305 permitía las monjas poder comer
carne en ciertas ocasiones, recibir visitas y salir del monasterio bajo ciertas condiciones (DHB33,
doc. 174). En 1319 el abad del Cister la concede que se celebre una misa de difuntos en los
monasterios de la Orden en esos reinos por quien ella disponga (DHB34, doc. 341).
85. En el documento tanto la abadesa como el obispo, fray Fernando, dejan claro que lo hacen a
ruegos de la infanta doña Blanca (DHB33, doc. 114-115).
86. Blanca González, criada (DHB35, doc. 389). Catalina Pérez, cobijera; tres mozas de cocina, una
panadera (DHB34, doc. 364). Un documento se refiere a cómo su cunigera había extraviado un
documento que Blanca la había confiado (DHB34, doc. 204). El caballero Pedro Gil (DHB33,
doc. 188). Los escuderos Fernando Pérez de Angulo (DHB33, doc. 138; DHB34, doc. 279, 294, 299,
346, 353, 364), tal vez el mismo que Fernando Pérez de Frías (DHB34, doc. 275-276), y Gil Martínez
de Resano (DHB34, doc. 330). Los clérigos Fernando Ruiz de Aguilar (DHB33, doc. 148, 175; DHB34,
doc. 321, 323, 348, 361, 364, 365), Juan Sánchez, prior de Briviesca (DHB33, doc. 130; DHB34,
doc. 321, 323, 343, 351, 354, 364, 365, 366), su capellán Juan Yáñez (DHB34, doc. 265, 266, 361, 364,
365) o Pedro Bernalt de Salamanca (DHB33, doc. 193; DHB34, doc. 321, 323, 352, 364). Entre los
oficiales de su casa: su despensero Yusto Pérez de Villariezo (DHB33, doc. 192; DHB34, doc. 355,
364, 365, 368, 382), su repostero Pedro Fernández de Villalbilla (DHB33, doc. 143, 192, 193; DHB34,
doc. 257, 364), porteros (DHB33, doc. 364; DHB36, doc. 59), escribanos (DHB34, doc. 212, 222, 263,
365, 366), alfayates (DHB34, doc. 364; DHB36, doc. 144), cocinero (DHB34, doc. 364). Además de
otros mencionados como criados u hombres, al margen de su importancia.
87. DHB34, doc. 364.
88. DHB33, doc. 173; DHB34, doc. 232.
89. DHB34, doc. 364, 365, 366. La dotación de su aniversario y capellanías se había realizado ya en
1313 (DHB34, doc. 263).
90. Martirologium, fol. 46r.
91. DHB35, doc. 369, 371, 372, 374, 376, 377, 379, 381, 383, 387. Una alusión a su actuación como
señora en el pasado: DHB36, doc. 18.
92. Ángeles MASIÁ DE ROS, Relación castellano-aragonesa desde Jaime II a Pedro el Ceremonioso, 2 t.,
Madrid: CSIC (Biblioteca de Historia n. 23-24), 1, p. 210-214.
93. Manuel GARCÍA FERNÁNDEZ, “La infanta doña María, monja de Sijena, y su política castellana
durante la minoría de Alfonso XI (1312-1325)”, Anuario de Estudios Medievales, 28, 1998, p. 157-174.
94. Regina SÁINZ DE LA MAZA LASOLI, El monasterio de Sijena. Catálogo de documentos del Archivo de
la Corona de Aragón. I (1208-1348), Barcelona: CSIC- Institución Milá y Fontanals, 1994, doc. 307, 315,
327, 495, 537, 539, 558.
95. Figura en más de cuarenta documentos entre estas fechas: Ibid. doc. 815, 831, 836... 920, 995 y
1005.
96. DHB36, doc. 7, 11, 14, 15, 16, 17, 19, 21, 27. Si bien el documento de abril de 1334 se refiere a
un “hombre” de la infanta María, no a ella misma (DHB36, doc. 29).
97. Diego CATALÁN (ed.), Gran Crónica de Alfonso XI, 2 t., Madrid: Gredos, 1977, 1, p. 463.
98. Los primeros documentos que la citan como señora de las Huelgas se refieren a la
administración de su villa de Aguilar de Campoo (DHB36, doc. 7 y 11).

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Las “señoras” de las Huelgas de Burgos: infantas, monjas y encomenderas 20

99. DHB36, doc. 14. Sobre los problemas administrativos originados en Sijena por la
administración de las infantas: R. SÁINZ DE LA MAZA, op. cit., p. XVII-XVIII. Los documentos que
se refieren a ello son muy numerosos.
100. El 8 de noviembre de 1335 Alfonso IV mandaba que no fuese a Sijena hasta que él lo
autorizase (R. SÁINZ DE LA MAZA, op. cit., doc. 815).
101. Las Cortes de Valladolid de 1325 y las de Alcalá de 1348 mandan que solo el rey tenga
encomienda en abadengo (José Luis SANTOS DÍEZ, La encomienda de monasterios en la Corona de
Castilla, Roma-Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1961, p. 141, 143-144.
102. A. RODRÍGUEZ LÓPEZ, op. cit., 1, p. 237-238, se refiere a dos documentos de 12 de diciembre
de 1335 y 12 de enero de 1336 que citan a la infanta Leonor como señora de las Huelgas, pero la
edición de Araceli Castro señala que la fecha correcta es 1325 y 1326 (DHB35, doc. 371, 374).
103. DHB37, doc. 280, 284, 285.
104. Manuel GARCÍA FERNÁNDEZ, “La infanta doña María”, p. 171-173. Id. , “Las relaciones
internacionales de Alfonso IV de Portugal y Alfonso XI de Castilla en Andalucía: la participación
portuguesa en la Gran Batalla del Estrecho, 1325-1350”, en Manuel GARCÍA FERNÁNDEZ, Portugal,
Aragón, Castilla. Alianzas dinásticas y relaciones diplomáticas (1297-1357), Sevilla: Universidad, 2008,
p. 175-194, ver p. 182, 184. Id., “La política internacional de Portugal y Castilla en el umbral de la
Baja Edad Media. Nuevas reflexiones sobre los viejos sistemas de alianzas dinásticas peninsulares
(1279-1357)”, en ibid., p. 109-137, ver p. 130.
105. R. WALKER, art. cit. p. 359-362, 367.
106. Carlos Manuel REGLERO DE LA FUENTE, “Omnia totius regni sui monasteria: la Historia
Legionense, llamada Silense y los monasterios de las infantas”, e-Spania [En ligne], 14 | décembre
2012, mis en ligne le 13 septembre 2012, consulté le 07 octobre 2014. URL : http://e-
spania.revues.org/21775; DOI: 10.4000/e-spania.21775, § 50-52.
107. Así, en el caso de Belbimbre, la dotación inicial de Covarrubias se refiere a una heredad en
un lugar sito en territorio del alfoz de Belbimbre, no al lugar como en las Huelgas. Por otro lado
Covarrubias sí que contaba con heredades en Belbimbre en los siglos XIII-XV (Luciano SERRANO,
Cartulario del Infantado de Covarrubias, Valladolid: Sever Cuesta, 1907, doc. 7, p. 16; doc. 52, p. 94;
doc. 298, p. 334).
108. Julia MONTENEGRO y Arcadio del CASTILLO, “Las viudas consagradas en la Iglesia occidental
y su pervivencia en la Península Ibérica: un ejemplo de continuidad”, Stvdia monastica, 53 (2),
2011, p. 335-361.
109. G. BAURY, op. cit., p. 143-145, 152-157, 175-176.
110. Patrick HENRIET, “Deo votas. L’Infantado et la fonction des infantes dans la Castille et le León
des Xe-XIIe siècles”, en Patrick HENRIET et Anne-Marie LEGRAS (èd.), Au cloître et dans le monde.
Femmes, hommes et sociétés (IXe-XVe siècle), Paris: PUPS, 2000, p. 189-203, p. 202-203.
111. DHB31, doc. 501.
112. DHB39, doc. 396.
113. DHB39, doc. 389.
114. J. A. FERNÁNDEZ FLÓREZ, op. cit., doc. 1576, 1754. Manuel GONZÁLEZ JIMÉNEZ y María
Antonia CARMONA RUIZ, Documentación e itinerario de Alfonso X el Sabio, Sevilla: Secretariado de
Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 2012, doc. 2641.
115. Como meros ejemplos podemos citar los documentos otorgados por Fernando II de Léon a
San Pedro de Montes en noviembre 1162 tomándolo bajo su tutela “sicuti domun regia” (Julio
GONZÁLEZ, Regesta de Fernando II, Madrid: Instituto Jerónimo Zurita, 1943, p. 372), o a Santa
Comba de Naves en febrero de 1185, en que lo recibe bajo su encomienda y defensa (Ibid., p. 500).
Del mismo modo Berenguela recibía a San Pedro de Eslonza “sub mea tutela protectione” en 1197
(Julio GONZÁLEZ, Alfonso IX, 2 t., Madrid: Instituto Jerónimo Zurita, 1944, 2, doc. 110). Fernando III
recibió bajo la “defensio” regia a San Pedro de las Dueñas (Julio GONZÁLEZ, Fernando III, 2, doc. 57)
y a Santa Cruz de Valcárcel en 1219 (Ibid., doc. 63), bajo su custodia y protección al monasterio de

e-Spania, 24 | juin 2016


Las “señoras” de las Huelgas de Burgos: infantas, monjas y encomenderas 21

Valdediós en 1231 (Ibid., doc. 285), su protección y defensa a San Pelayo de Oviedo en 1232 (Ibid.,
doc. 461), la defensa y protección regia a Santo Domingo de Silos en 1233 (Ibid., 3, doc. 502), su
encomienda y defendimiento a San Pedro de Montes en 1252 (Ibid., doc. 836). Alfonso VIII
liberaba en 1175 a San Isidro de Dueñas de la mampuesta de Dueñas, de forma que solo quedase
bajo la mampuesta del rey (Carlos Manuel REGLERO DE LA FUENTE, El monasterio de San Isidro de
Dueñas en la Edad Media: un priorato cluniacense hispano (911-1478). Estudio y colección documental,
León: Centro de Estudios e Investigación ‘San Isidoro’, 2005, doc. 67).

RESÚMENES
El gobierno del monasterio cisterciense de Santa María la Real de las Huelgas de Burgos, fundado
por Alfonso VIII de Castilla y Leonor, fue compartido hasta mediados del siglo XIV por la abadesa
y una infanta de la familia real que profesaba como monja. Esta ejercía las funciones propias del
patronato regio desde el propio claustro. Tras una etapa de gestación en tiempos de la reina
Berenguela y la infanta Constanza de Castilla, el poder de las “señoras de las Huelgas” alcanzó su
culmen con Berenguela, hija de Fernando III, y continuó con Blanca de Portugal. Fueron las
intermediarias privilegiadas con los reyes y otros poderes externos al monasterio, protegiéndolo
y defendiéndolo. Sin embargo, su actuación gravó la economía del monasterio, contrayendo
deudas y enajenando propiedades. Ello facilitó que a partir de 1335 Alfonso XI ejerciese
directamente el patronato del monasterio.

Le monastère Santa María la Real de las Huelgas de Burgos, fondé par Alphonse VIII de Castille et
Leonor, fut gouverné jusqu’au milieu du XIVe siècle par l’abbesse et une infante de la famille
royale qui y avait prononcé ses vœux. Celle-ci exerçait un patronage royal depuis le monastère
lui-même. Après une première étape initiale avec la reine Bérengère et Constance de Castille, le
pouvoir des ‘seigneures des Huelgas” atteint son apogée avec Bérengère, fille de Ferdinand III, et
Blanche de Portugal, qui furent les intermédiaires privilégiées entre les rois et les pouvoirs
extérieurs au monastère en matière de protection et de défense. Leur action eut toutefois de
graves répercutions économiques – dettes et expropriations –, ce qui conduisit, à partir de 1335, à
l’intervention directe du roi Alphonse XI.

ÍNDICE
Palabras claves: monasterio, Burgos, Patronato, Infanta, Cister, Rey, Castilla
Mots-clés: monastère, Burgos, patronage, infante, ordre cistercien, roi, Castille

AUTOR
CARLOS M. REGLERO DE LA FUENTE
Universidad de Valladolid, Researcher ID: D-6601-2016

e-Spania, 24 | juin 2016

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