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Antecedentes de la Psicología clínica

Para quienes nacieron después de la Segunda Guerra Mundial, la Psicología clínica es una materia
académica, una ciencia o una profesión tan conocida, como pueden serlo el plástico o la televisión.
Por tanto, pueden llegar a pensar que este campo de la Psicología siempre ha existido; pero esto es
una equivocación, ya que la Psicología clínica, tal como la describimos en el capítulo primero, es hija
de la postguerra tanto como las envolturas de plástico o las antenas de televisión. Así, a pesar de las
apariencias, la Psicología clínica no nació hace mucho tiempo «en su estado adulto de la frente de
Marte», como ningún cliente comienza a existir en el momento en que por primera vez va a consulta
con el psicólogo clínico buscando ayuda para un problema. Muchos datos que vamos a mencionar
aquí, están tomados de Reisman y de Watson. Referimos a estos autores a quienes deseen conocer
más ampliamente los aspectos históricos de la Psicología clínica.

RAICES DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA

Para poder responder a estas y a otras preguntas semejantes y, de hecho, para poder explicar la
Psicología clínica moderna, se deben tomar en consideración tres grupos de hechos históricos y
sociales que dieron a este campo sus características iniciales y que, aun hoy, siguen teniendo
influencia. Los dos últimos grupos de factores han determinado en buena parte lo que hacen los
psicólogos clínicos, mientras que el primer grupo ha definido cómo lo hacen.

La investigación en Psicología

Rebasa los límites de este capítulo el intentar hacer una historia de la Psicología, cosa que, por otro
lado, ya ha sido intentada de manera admirable. El aspecto más importante que debemos considerar
aquí es, que, desde los inicios de la Psicofísica de Fechner y Weber, la Fisiología experimental de
Helmholtz y los trabajos del primer «verdadero» psicólogo, Wilhelm Wundt, en el siglo XIX se intentó
establecer la psicología como una ciencia que utilizaba los mismos métodos y procedimientos de
investigación que las otras ciencias naturales como la Biología y la Física. En ese momento ya había
laboratorios de Psicología en la mayor parte de las Universidades de Europa y de Estados Unidos, y
los psicólogos de aquel tiempo estaban muy ocupados experimentando las sensaciones, la
percepción, la memoria, la asociación, las emociones, los tiempos de las reacciones y muchos otros
aspectos de la conducta humana. Resultó espontáneo que los primeros psicólogos clínicos, con
formación de psicólogos, habituados ya a pensar como científicos y a usar los métodos de
laboratorio, utilizaran estos sistemas en los problemas clínicos. Estas investigaciones han aumentado
paulatinamente la popularidad de que goza la Psicología clínica, al ir descubriendo la utilidad de esta
especialidad. La tendencia que tienen los psicólogos clínicos a realizar evaluaciones a fondo, los ha
llevado a la investigación de los mismos métodos que emplean; como muchos otros psicólogos,
también ellos investigan con frecuencia con qué eficacia están llevando a cabo sus investigaciones.

El interés por las diferencias individuales

Como la Psicología clínica se ocupa de casos concretos, no pudo aparecer como especialidad hasta
que se reconocieron las diferencias existentes entre los seres humanos y hasta que esas diferencias
se comenzaron a medir. No podía haber gran impulso para estudiar los casos particulares en un
mundo en el que se pensaba que todos éramos más o menos iguales. Siempre se habían admitido
ciertas diferencias entre los seres humanos y, en algunos casos, se había intentado tomarlas en
cuenta. La conciencia de la existencia y de la importancia potencial de las características individuales
se puede seguir a través de los siglos siguientes, pero no es sino hasta los inicios del siglo XIX cuando
comienza a adquirir importancia la atención cuidadosa y sistemática de las sutiles diferencias
psicológicas existentes entre los individuos.

Tenía un asistente llamado Kinnebrook, cuyos registros de los momentos en que varias estrellas o
planetas cruzaban por un determinado punto del firmamento diferían de los de su jefe, por
pequeñas pero importantes cantidades que iban de cinco a ocho décimas de segundo. La estructura
de poder de ese tiempo era bastante similar a la de nuestros días, por lo que Maskelyne estaba
seguro de que sus observaciones eran correctas y las de Kinnebrook eran erróneas.

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