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JEAN-CLAUDE PASSERON
LA REPRODUCCIÓN
Elementos para una teoría
del sistema de enseñanza
m
FONTo\MARA
Título original: La reproduction
Versión original: Les éditions Minuit, París
Texto revisado por: J. Melendres y M. Subirats
Prólogo a la edición española: Marina Subirats
Prólogos a la edición italiana: Giovanni Bechelloni y Francesco Ciafaloni
ISBN 968-476-249-6
J.-J. ROUSSEAU,
El gobierno de Polonia.
J.-J. RoussEAU,
Jl,l contrato social.
Abreviaturas utilizadas en el Libro I
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Indiee grajico del Libro 1 ~
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Este esquema tiene por función ayud~r al lector a apre- :t:
hender la organización del conjunto de proposiciones pre-
sentado en el libro I mediante la representación de las re-
laciones lógicas más importantes y las C()rrespondencias en-·
trc las proposiciones del mismo grado.
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O. Todo poder de violencia simbólica, o sea, todo
poder que logra imponer significaciones e imponerlas
como legítimas disimulando las relaciones de fuerza
en que se funda su propia fuerza, añade su fuerza pro-
pia, es decir, propiamente simbólica, a esas relaciones
de fuerza.
l
o por el sistema de agentes explícitamente designados
efecto por una institución de función directa o indi-
ente, exclusiva o parcialmente educativa (educación
cionalizada) o que, salvo especificación expresa, esta
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2. De la autoridad pedagógica
2. En tanto que poder de violencia simbólica que
se ejerce en una relación de comunicación que sólo
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joven que sea, tiende a ser tratado como un padre; por ejern.
plo, Manu: «El brahmán que da nacimiento espiritual y en.
seña cuál es el deber de los hombres, incluso siendo un niño,
es, por ley, el padre de un adulto»; y Freud: «Ahora co.rn.
prendemos nuestras relaciones con nuestros profesores. Es-
tos hombres, que no eran padres por sí mismos, fueron para
nosotros sustitutos paternales. Por eso nos parecían tan ma.
duros, tan inacce&iblemente adultos, incluso cuando aún eran
muy jóvenes. Les transferimos el respeto y las esperanzas
que nos inspiraba el padre omnisciente de nuestra infancia,
y nos pusimos a tratarles tal como tratábamos en casa a
nuestro padre.»
.o
~;pedagógica, aunque incluso en el caso de la AP familiar
ctuna sociedad tradicional, la AuP de la instancia pedagógi-
ciJpueda ser jurídicamente reconocida y sancionada (cf. es-
de la prop. 1.1.): en efecto, incluso en aquellos casos
que ciertos aspectos de la AuP de la instancia están ex-
. tamente codificados (por ejemplo, la codificación del
• cho de violencia constitutivo de la patria potestas o las
Jioaitaciones jurídicas de la AuP paternal en nuestras socie-
MJes, o incluso la delimitación de los programas de ense-
¡,¡.iza y las condiciones jurídicas de acceso al magisterio en
p institución escolar), <<no todo es contractual en el con-
tPtO» de delegación. Hablar de delegación de autoridad es
4&!nominar solamente las condiciones sociales del ejercicio
._;una AP, o sea, la proximidad cultural entre la arbítrarie-
cfld cultural impuesta por esta AP y la arbitrariedad cultu-
-.1 de los grupos o clases que la sufren. En este sentido, toda
(lCción de violencia simbólica .que logra imponerse (o sea,
lmponer el desconocimiento de su verdad objetiva de vio-
lencia) supone objetivamente una delegación de autoridad:
de esta forma -contrariamente a las representaciones po-
pulares o pseudocientíficas que prestan a la publicidad o a
la propaganda y, más generalmente, a los mensajes propaga-
dos por los modernos medios de difusión, prensa, radio, te-
levisión, el poder de manipular, o incluso de crear las
opiniones- estas acciones simbólicas solamente pueden ejer-
cerse en la medida y solamente en la medida en que encuen-
tran y refuerzan predisposiciones (por ejemplo, las relacio-
nes entre un periódico y sus lectores). No existe ninguna
«.~erza intrínseca de la idea verdadera»; no tendría por qué
haber en ese caso ninguna fuerza de la idea falsa, aunque se
repitiera. Siempre son las relaciones de fuerza las que defi-
nen los límites en los que puede actuar la fuerza de persua-
sión de un poder simbólico (por ejemplo, los límites de efi·
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E .
ran de organizar las condiciones sociales de su ejercicio
odo apropiado para liquidar el «hombre viejo» y en-
~r ex nihilo el nuevo habitus. Piénsese, por ejemplo,
..... tendencia ~1 f~rmalismo p~dagógic.o, o sea, en la ~xhi-
. de la arbitranedad de la mculcación como la arbitra-
. por la arbitrariedad, y, de modo más general, en la
sición de la regla por la regla, que constituye la carac·
'tica principal del modo de inculcación propio de las AP
'b>nversión: por ejemplo, ejercicios de piedad y de auto-
:· •ticación ( «aborregaos» ), disciplininamiento militar, etc.
e respecto las instituciones totales (cuartel, convento,
· 1, asilo e internado) permiten percibir con toda clari-
)as técnicas de desculturación, y de reculturación a las
'1debe recurrir un TP dirigido a producir un habitus tan
'do como sea posible al que produce la educación pri-
, ' , teniendo en cuenta la existencia de un habitus pre-
. .En el otro extremo, las instituciones tradicionales para
citas de buena familia representan la forma paradig-
'ca de todas las instituciones pedagógicas que sólo tie-
' por destinatarios, por obra y gracia de los mecanismos
'selección y de autoselección, agentes ya dotados de un
'tus tan parecido como sea posible al que se trata de
ucir y que pueden contentarse con organizar, no sin
.· . is y ostentación, todas las apariencias de un aprendi-
1111 realmente eficaz (por ejemplo, la J:!cole Nationale d'Ad-
díttaistration). En las épocas en que las clases dominantes
c:'lOilffan la educación primera de los niños a agentes perte-
~tes a las clases inferiores, las instituciones de ense-
füiaza que se les reserva presentan todas las características
de:~la institución total, porque aquéllas deben realizar una
Verdadera reeducación (por ejemplo, internados de los co-
Jealos jesuitas o gimnasios alemanes y rusos del siglo XIX).
"'*•
hlíbología entre la función profesora! y la función sacerdo-
evidencia• de la filiación histórica suele dispensar cual-
CIIIier otra explicación: «La Universidad está hecha en parte
,_laicos que han mantenido la Jisonomía del clérigo, y por
~gos laicizados. A partir de aquí, frente al cuerpo ecle-
~co, existe un cuerpo diferente, pero que se ha formado
~talmente a imagen de aquel al cual se opone.»
*·
•su autoridad pedagógica y, de ahí, de la AuE de sus agen-
la «Universidad liberal» oculta que no existe una Uni-
,lllsidad liberal más eficazmente que un SE teocrático o to-
li)itario, en el que la delegación de autoridad se manifiesta
tArjetivamente en el hecho de que los mismos principios fun-
t~tmentan directamente l& autoridad política, la autoridad re-
Ífliosa y la autoridad pedagógica.