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Comentario sobre la lectura “Políticas educativas y libros de la SEP para indígenas” de

Sarah Corona

Diego Medina

La lectura es una especie de montaña rusa en cuestión de la historia de los indígenas y la


educación, es decir, señala los momentos donde se han logrado avances (aún dudamos si
verdaderamente significativos) y retrocesos en torno al trabajo que desarrolla la SEP con
respecto a la educación de los pueblos indígenas. Por un lado, queda claro que el objetivo
de la SEP siempre ha sido el de castellanizar, alfabetizar y homogeneizar a la población
indígena, privándolas de la capacidad de desarrollarse potencialmente. Por otro lado,
encontramos los pequeños chispazos de interés que ha presentado la Secretaría por respetar
y promover el desarrollo de las lenguas indígenas.

Hay un listado de mandatos presidenciales en donde podemos observar siempre una


misma constante: ir en pro del desarrollo y poner en alto el nombre de la nación; progreso y
nacionalismo. Caemos en cuenta que se habla de un nacionalismo a medias, entre comillas
o más bien centralizado porque su único fin es que todos se adapten a un solo idioma: el
español.

Resulta interesante que el gobierno de Lázaro Cárdenas se promulgará en favor del


bilingüismo y así abrir el terreno para que se hicieran realidad las publicaciones dirigidas a
los niños indígenas en su propio idioma. Un ejemplo de lo anterior es el Proyecto Tarasco
cuyo fin era que los niños fueran alfabetizados, primero, en su propio idioma y después de
eso introducirlos al español. Aunque no fue suficiente el trabajo de Cárdenas porque el
siguiente mandato (Ávila Camacho) llegó de nuevo con el sentimiento nacionalista a todo
lo que da y si dirigió la mirada a los pueblos indígenas fue para que formaran parte de su
proyecto de nación por ello creó una serie de cartillas en distintas lenguas indígenas cuyo
contenido eran lecciones de civismo.

Entonces, podemos decir que el interés por las lenguas indígenas ha sido muy
escaso porque si bien los mandatos presidenciales han manifestado un compromiso con
estas comunidades es meramente por el interés y suficiente empeño de querer nacionalizar
a toda la población; creyendo que esto será posible únicamente si todos hablamos el mismo
idioma. Ha existido apoyo, sí, pero no el que debería. Los gobiernos están demasiado
ocupados tratando de homogeneizar la lengua sin darse cuenta de que aquellos a los que
trata de meter en un mismo sistema también son humanos y merecen ser protegidos e
integrados y que esa integración se puede hacer desde la diversidad.

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