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El propósito de las pruebas y dificultades

Las pruebas, incluyen aflicciones, tales como enfermedades, problemas emocionales,


dificultades económicas, inconvenientes con nuestra pareja, situaciones con los hijos,
accidentes o calamidades.
Es importante saber, que Dios no es quien envía las dificultades, sino que éstas son
originadas por dos situaciones: en primer lugar, son causadas expresamente por
Satanás para tentarnos a dudar de Dios, para hacernos pecar, o para tratar de
destruirnos a través del sufrimiento y del dolor; en segundo lugar, y en más ocasiones
de lo que uno quisiera, nuestras dificultades son causadas por decisiones poco sabias
que nos hacen sufrir en carne propia las consecuencias de nuestras acciones.
Sin embargo, los que confiamos en Dios, tenemos el privilegio y el deber de considerar
con inteligencia las pruebas y de mirar con otros ojos las dificultades que nos asaltan
en el camino de la vida. Esto señala la necesidad de estudiar y comprender el propósito
que tiene Dios al permitirnos pasar por cada dificultad.
Aunque sean poderosas e impactantes, las pruebas y dificultades de la vida no deben
abrumarnos, desanimarnos ni chasquearnos pues Jesucristo, quien no miente, nos ha
dicho: no te dejaré ni te desampararé.
Recodemos que, el gozo y el valor de quienes confiamos en Dios, no se basa en las
circunstancias externas que con frecuencia pueden ser sumamente desagradables,
sino en la fe en la providencia soberana de Dios y en la aceptación de las promesas
contenidas en Su Palabra, las cuales son el ANCLA que nos llena de esperanza y nos
permite estar gozosos aún en los escenarios más difíciles.
El confiar en las maravillosas promesas de nuestro Padre Dios nos ayuda a
comprender el Ministerio del Sufrimiento y a poner en su justa dimensión la importancia
que tienen las pruebas en la formación del carácter. Así que, aprovechemos
las vicisitudes que se nos presentan para fortalecer nuestra relación con Dios y lograr
una comunión que habría sido imposible lograr de otra manera. 
Apreciado amiga y amiga, no hay ninguna dificultad de la vida, no importa cuán amarga
o desanimadora sea, que por la gracia de Cristo no pueda contribuir a
nuestro crecimiento, a acercarnos más a Dios y a enriquecer nuestra comprensión de
su amor por nosotros. 
¡Así que ADELANTE! ¡Continúa orando, leyendo la Palabra de Dios y Creyendo que Él
obrará maravillas en tu vida en el nombre poderoso de Jesucristo!
Asumamos la consigna del apóstol Pablo cuando dijo:
Por lo tanto, puesto que por la misericordia de Dios hemos recibido este ministerio, no
nos desanimamos; por el contrario, renunciamos a lo oculto y vergonzoso, y no
andamos con engaños, ni falseamos la palabra de Dios, sino que por medio de la
manifestación de la verdad nos recomendamos a toda conciencia humana delante de
Dios. (2 Corintios 4:1-2 RVC)

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