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PIEDAD POPULAR

DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD


POPULAR Y LA LITURGIA

61. …La piedad popular tiene un sentido casi


innato de lo sagrado y de lo trascendente. Manifiesta
una auténtica sed de Dios y "un sentido perspicaz de los
atributos profundos de Dios: su paternidad, providencia,
presencia amorosa y constante", su misericordia.

Algunos peligros que pueden desviar la piedad


popular
65. El Magisterio, que subraya los valores
innegables de la piedad popular, no deja de indicar
algunos peligros que pueden amenazarla: presencia
insuficiente de elementos esenciales de la fe cristiana,
como el significado salvífico de la Resurrección de Cristo,
el sentido de pertenencia a la Iglesia, la persona y la
acción del Espíritu divino; la desproporción entre la
estima por el culto a los Santos y la conciencia de la
centralidad absoluta de Jesucristo y de su misterio; el
escaso contacto directo con la Sagrada Escritura; el
distanciamiento respecto a la vida sacramental de la
Iglesia; la tendencia a separar el momento cultual de los
compromisos de la vida cristiana; la concepción utilitarista
de algunas formas de piedad; la utilización de "signos,
gestos y fórmulas, que a veces adquieren excesiva
importancia hasta el punto de buscar lo espectacular"; el
riesgo, en casos extremos, de "favorecer la entrada de
las sectas y de conducir a la superstición, la magia, el
fatalismo o la angustia".
66. Para poner remedio a estas eventuales
limitaciones y defectos de la piedad popular, el
Magisterio de nuestro tiempo repite con insistencia que se
debe "evangelizar" la piedad popular, ponerla en
contacto con la palabra del Evangelio para que sea
fecunda. Esto "la liberará progresivamente de sus
defectos; purificándola la consolidará, haciendo que lo
ambiguo se aclare en lo que se refiere a los contenidos
de fe, esperanza y caridad".
En esta labor de "evangelización" de la piedad
popular, el sentido pastoral invita a actuar con una
paciencia grande y con prudente tolerancia, inspirándose
en la metodología que ha seguido la Iglesia a lo largo
de la historia, para hacer frente a los problemas de
enculturación de la fe cristiana y de la Liturgia, o de las
cuestiones sobre las devociones populares.

APARECIDA
263. En la piedad popular, se contiene y expresa
un intenso sentido de la trascendencia, una capacidad
espontánea de apoyarse en Dios y una verdadera
experiencia de amor teologal. Es también una expresión
de sabiduría sobrenatural, porque la sabiduría del amor
no depende directamente de la ilustración de la mente
sino de la acción interna de la gracia. Por eso, la
llamamos espiritualidad popular. Es decir, una
espiritualidad cristiana que, siendo un encuentro personal
con el Señor, integra mucho lo corpóreo, lo sensible, lo
simbólico, y las necesidades más concretas de las
personas. Es una espiritualidad encarnada en la cultura
de los sencillos, que, no por eso, es menos espiritual, sino
que lo es de otra manera.

Evangelio gaudium

La fuerza evangelizadora de la piedad popular


122. Del mismo modo, podemos pensar que los
distintos pueblos en los que ha sido inculturado el
Evangelio son sujetos colectivos activos, agentes de la
evangelización. Esto es así porque cada pueblo es el
creador de su cultura y el protagonista de su historia. La
cultura es algo dinámico, que un pueblo recrea
permanentemente, y cada generación le transmite a la
siguiente un sistema de actitudes ante las distintas
situaciones existenciales, que ésta debe reformular frente
a sus propios desafíos. El ser humano «es al mismo tiempo
hijo y padre de la cultura a la que pertenece»[97].
Cuando en un pueblo se ha inculturado el Evangelio, en
su proceso de transmisión cultural también transmite la fe
de maneras siempre nuevas; de aquí la importancia de
la evangelización entendida como inculturación. Cada
porción del Pueblo de Dios, al traducir en su vida el don
de Dios según su genio propio, da testimonio de la fe
recibida y la enriquece con nuevas expresiones que son
elocuentes. Puede decirse que «el pueblo se evangeliza
continuamente a sí mismo»[98]. Aquí toma importancia la
piedad popular, verdadera expresión de la acción
misionera espontánea del Pueblo de Dios. Se trata de
una realidad en permanente desarrollo, donde el Espíritu
Santo es el agente principal[99].
123. En la piedad popular puede percibirse el
modo en que la fe recibida se encarnó en una cultura y
se sigue transmitiendo. En algún tiempo mirada con
desconfianza, ha sido objeto de revalorización en las
décadas posteriores al Concilio. Fue Pablo VI en su
Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi quien dio un
impulso decisivo en ese sentido. Allí explica que la
piedad popular «refleja una sed de Dios que solamente
los pobres y sencillos pueden conocer» y que «hace
capaz de generosidad y sacrificio hasta el heroísmo,
cuando se trata de manifestar la fe»[101]. Más cerca de
nuestros días, Benedicto XVI, en América Latina, señaló
que se trata de un «precioso tesoro de la Iglesia católica»
y que en ella «aparece el alma de los pueblos
latinoamericanos».

PROYECTO GLOBAL DE PASTORAL

81. La población urbana en nuestro país ha


crecido de manera sorprendente en los últimos años. A
las grandes ciudades han llegado personas de las
pequeñas comunidades y de medianos pueblos por
distintos motivos: por trabajo, por asegurar los estudios
de sus hijos, por buscar mejores oportunidades y
últimamente, por la violencia y la inseguridad. Las
personas llegan a las grandes urbes buscando un mejor
nivel de vida, un bienestar que no siempre logran
alcanzar, sino por el contrario, un gran número de ellos
llegan a engrosar cinturones de miseria en los grandes
conglomerados de las ciudades, muchas 30 veces
perdiendo sus raíces, sin los servicios básicos necesarios
en sus viviendas, expuestos a la explotación y al mal
trato. La Iglesia se ha visto rebasada para atender y
acompañar a esta multitud desamparada. Podemos decir
que la Iglesia está en la ciudad, pero no se ha hecho
urbana22, creemos que no se ha tenido la creatividad
pastoral suficiente y necesaria para atender
adecuadamente este doloroso fenómeno humano.
Muchas personas, como ovejas que no tienen pastor (Mt
9,36) buscan y piden una presencia más cercana de una
Iglesia Samaritana que les ayude a experimentar la
cercanía misericordiosa de Dios y a encontrar el sentido
de sus vidas en un entorno de caos.

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