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MUSEOLOGÍA Y MUSEOS

MÓDULO IV: FUNCIONES MUSEOLÓGICAS III

ASIGNATURA
EL MUSEO COMO TERRITORIO: MUSEOS, CIUDAD
Y TERRITORIO

Unidad Didáctica 1
Introducción a la musealización del
ámbito urbano y rural
Máster en Museología y Museos
Módulo IV. Funciones museológicas III
Asignatura. El Museo como territorio: museos, ciudad y territorio
UD1. Introducción a la musealización del ámbito rural y urbano

Materia: Museología

Autor de contenidos:
Mª Ánegeles Layuno Rosas
Carolina Verdejo Otero*

© De los autores
© IGC

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Módulo IV. Funciones museológicas III
Asignatura. El Museo como territorio: museos, ciudad y territorio
UD1. Introducción a la musealización del ámbito rural y urbano

EL MUSEO COMO TERRITORIO: MUSEOS, CIUDAD Y


TERRITORIO

UNIDAD
DIDÁCTICA
Introducción a la

1 musealización del ámbito


rural y urbano

SUMARIO

1. EL MUSEO MÁS ALLÁ DE SUS LÍMITES. PROCESOS DE MUSEALIZACIÓN EN EL MARCO URBANO


Y RURAL ........................................................................................................................................................ 5
1.1. Musealizar in situ: orígenes, conceptos, métodos y objetivos ................................................................ 5

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En este documento hemos incluido una guía de recursos de apoyo didáctico que facilitan el manejo del temario de
cada asignatura.

Índice de Contenidos: documento con índice


Orientaciones didácticas:
general de contenidos del tema con
recomendaciones para organizar las
hipervínculos para poder ir con rapidez a
sesiones de trabajo individual
cualquier apartado.
Nota de enlace: referencias a la vinculación
Enlace a información con otras Asignaturas o temáticas tratadas
complementaria. en el Máster.

En profundidad: enlace a definiciones,


Bibliografía: referencias bibliográficas o
y ampliaciones específicas de
lecturas recomendadas
algunos aspectos tratados.

Blog de Asignatura: enlace para


Anexos: enlace a normativas, artículos, etc.
acceder al Blog de la Asignatura y
que complementan y amplían los contenidos
visitar posts relacionados y otros
del tema.
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Recursos Multimedia: enlace para visitar
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INTRODUCCIÓN A LA MUSEALIZACIÓN DEL ÁMBITO


RURAL Y URBANO

A fin de facilitar el estudio de esta asignatura El Museo como Territorio: museos, ciudad y territorio recomendamos
subdividir el estudio de esta asignatura en varias Unidades didácticas y dentro de las mismas en Itinerarios de
Trabajo (IT).
El primer Itinerario de Trabajo que proponemos incluye los epígrafes 1y del temario. A medida que comiences
a trabajar con ellos, consulta simultáneamente el Material Didáctico complementario (Anexos, links, Blog de la
Asignatura, Bibliografía, etc.)*.

1. EL MUSEO MÁS ALLÁ DE SUS LÍMITES. PROCESOS DE MUSEALIZACIÓN EN EL MARCO URBANO Y


RURAL

1.1. Musealizar in situ: orígenes, conceptos, métodos y objetivos

La idea de conservar el patrimonio in situ se halla en el propio origen de la institución museística, cuando
numerosos recintos y objetos experimentaron un cambio de propiedad y de gestión. De este modo,
colecciones eclesiásticas, nobiliarias o reales se abrieron en sus propios locales de origen. Esta práctica de
la musealización integral del inmueble y los objetos contenidos, pasando o no por una serie de reformas, se
irá afianzando a lo largo del siglo XIX junto a la imparable apertura de los templos y palacios del arte que
albergaban obras desplazadas de sus contextos originales. La cuestión de la descontextualización implícita
en la mayoría de los procesos museológicos despertará un debate intelectual, del que participarán
personajes de la talla de Quatremère de Quincy, quien abogaba por la conservación del patrimonio in situ
como condición básica para no perder su significación histórico-artística. Posteriormente, Paul Valéry, en su
obra Le Problème des musées (1923) se lamentará de la pérdida de significado de muchas obras de pintura
y escultura trasladadas al museo desde los marcos arquitectónicos para los que fueron creadas.

Paralelamente, el Romanticismo -frente al desarrollo de las narraciones positivistas de los grandes templos
de la cultura-, alentó la costumbre del conocimiento del patrimonio en su contexto original, muchas veces
como fuente de estímulo e inspiración para la creación. Poetas, anticuarios, historiadores como Michelet, o

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pintores como Delacroix se desplazan en busca de lugares, sitios históricos, paisajes, que les sirvan como
fuente de investigación, inspiración, emoción o deleite cultural.

A lo largo del texto se analizará este otro enfoque paralelo que consiste en la concepción del museo como
lugar en un sentido amplio y no sólo como recinto cerrado monumental.

La museología actual sitúa el origen de las prácticas de musealización in situ, fuera de los límites físicos del
museo, por un lado, en la museografía al aire libre de los países nórdicos y Centroeuropa en la segunda
mitad del siglo XIX; y por otro, en la musealización de parques naturales y poblaciones enteras en el mundo
anglosajón, fundamentalmente en los Estados Unidos. Motivaciones pedagógicas derivadas del espíritu
ilustrado y empírico, junto al despertar romántico de búsqueda de la identidad nacional constituyen la base
de muchas de estas actuaciones ligadas ya en su origen a los ámbitos urbano y territorial.
En el último tercio del siglo XIX, el interés por bucear en las raíces históricas de los pueblos, dará lugar en
Escandinavia al nacimiento de los museos folk, basados en la recuperación y presentación al aire libre –si
bien mediante traslados y reconstrucciones- de objetos de la cultura campesina vernácula, como
contrapunto de la moderna ciudad industrial. Museos que exhibirán contenidos etnográficos junto a lo que
denominados actualmente patrimonio intangible -tradiciones orales, musicales festivas-, además del propio
hábitat, la casa rural inscrita en su entorno. El filólogo y arqueólogo sueco Dr. Hazelius fue el iniciador de
esta renovación museológica basada en el rescate de la cultura popular escandinava. Por las mismas
fechas en los Estados Unidos se ponían en marcha medidas de protección y apertura pública de sus
parques naturales, convertidos en una de las imágenes de la cultura nacional.

Casi un siglo después, las transformaciones operadas desde los años sesenta del S. XX en el campo de la
Museología fomentarán una mayor pluralidad de enfoques, ampliando el campo de musealización a los
bienes culturales contenidos en la propia ciudad y el territorio, con sus valores patrimoniales,
medioambientales, culturales, arqueológicos, arquitectónicos, artísticos, técnicos o folclóricos. La figura de
G. H Rivière como abanderado de la Nouvelle Museologie francesa es clave en este sentido, si bien los
precedentes anglosajones y nórdicos resultan fundamentales para entender los procedimientos de
descentralización y desacralización museística en que se basa (Gómez Martínez, 2006).

De hecho, desde estos orígenes, se puede trazar una línea evolutiva de la museología basada, más que en
los valores estéticos de las obras encerradas en el templo del arte, en el pragmatismo y el didactismo, en

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el interés por los pequeños museos integrados en la comunidad local, en la experimentación de ideas o
conceptos, en la tendencia a expandir la musealización a la ciudad y el territorio.

A lo largo del siglo XX, y sobre todo en su segunda mitad, el desarrollo de una serie de disciplinas como la
etnología, la antropología, la historia social, y la ecología, constituyen el soporte ideológico de muchos de
los procesos de la musealización in situ, como es el caso de los ecomuseos. En los años treinta, Paul Rivet
y G. H. Rivière crearon el Museo del Hombre (1937), cuyos objetos eran considerados formas de expresión
o documentos sociales de las comunidades que los habían producido, no productos del gusto estético.

El nacimiento de los ecomuseos está estrechamente ligado a políticas de descentralización administrativa y


territorial concretadas en una nueva ordenación del territorio que paliara los efectos del éxodo rural y el
descenso del nivel de calidad de vida en algunas zonas. En segundo lugar, las preocupaciones ecologistas
entroncan con algunas de las cuestiones enunciadas en Mayo del 68: el mito de vuelta a la tierra, la
valoración del medio rural, de las culturas minoritarias y tradicionales. En tercer lugar, el fomento de un
turismo regional. La naturaleza y sociedad serán los cimientos sobre los que articular un museo más flexible
e integral, diseminado en el territorio, que englobara cualquier testimonio de la producción humana y
natural. Ligado a ello, los nuevos paradigmas museológicos influidos por el ecologismo y las ciencias
ambientales desatan una sensibilidad proclive a la conservación del patrimonio in situ, fomentando la no
separación de los bienes culturales de su entorno geográfico e histórico.
La propia definición de museo en la actualidad ha recogido estos cambios conceptuales y funcionales.
Según la definición establecida en los Estatutos del ICOM aprobados por la 16º Asamblea (La Haya, 1989),
modificados por la 18º Asamblea (Stavanger, Noruega, 1995); y por la 20º Asamblea General del ICOM
(Barcelona, 2001), además de las instituciones designadas como museos, se incluirán en esta definición:
"los sitios y monumentos naturales, arqueológicos y etnográficos y los sitios y monumentos históricos de
carácter museológico, que adquieran, conserven y difundan la prueba material de los pueblos y su entorno;
los centros científicos y los planetarios; …los centros culturales y demás entidades que faciliten la
conservación, la continuación y la gestión de los bienes patrimoniales materiales o inmateriales (patrimonio
viviente y actividades informáticas, creativas)…cualquier otra institución que a juicio del Consejo Ejecutivo,
previo dictamen del Comité Consultivo, reúna algunas o todas las características del museo o que ofrezca a
los museos y a los profesionales del museo los medios para realizar investigaciones en los campos de la
museología, la educación o la formación". También se incluyen en la lista los parques naturales y los
jardines históricos.

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Enlace o Link*: Consulte la página web del ICOM para estar al corriente de las últimas asambleas y conferencias
donde se define la institución museística.

El hecho es la apertura cada vez mayor tanto de la noción de objeto museable como de lugar de
musealización, del edificio al territorio. La conexión con los cambios operados paralelamente en el ámbito
de las normativas patrimoniales parece obvia, ya que los bienes patrimoniales constituyen los objetos y los
objetivos de la museología y la museografía. Este enfoque consistente en el paso del museo como “lugar" al
museo como “concepto" (Minissi-Ranellucci, 1992: 26) posee una traducción que afecta al campo de la
epistemología y metodología museológica. La ciudad y el territorio son desde ahora considerados como
objetos de actuación de la disciplina museológica y museográfica.

Siguiendo estos planteamientos, el nuevo museo pone el acento en las relaciones entre el hombre y su
medioambiente natural y cultural, con el objetivo de hacer del museo un útil para el desarrollo social,
cultural y económico de una comunidad determinada.

La tendencia a la conservación in situ del patrimonio se materializa hoy en día en los sitios y yacimientos
arqueológicos, sitios y parajes históricos, conjuntos etnológicos, paisajes industriales, parques
arqueológicos, parques culturales, paisajes culturales, ecomuseos, en la propia ciudad histórica como
museo de arquitectura y de sus valores ambientales y paisajísticos, entre otros.
Se han establecido algunas clasificaciones aplicables a los espacios expositivos de esta reciente pero muy
influyente y progresiva tendencia a la musealización fuera del museo. De la clasificación propuesta por
Ballart y J. Tresserras cabría extraer dos conceptos: los “centros que presentan el patrimonio in situ” y los
“territorios museo” (2001: 181-186).

Los espacios que presentan el patrimonio in situ engloban bienes patrimoniales contextualizados como
yacimientos arqueológicos y paleontológicos, monumentos y edificios históricos (castillos, iglesias,
fábricas…), elementos inmuebles (pozos, cruces de camino, elementos naturales singulares…); o
entornos patrimoniales (centros históricos, caminos romanos, vías pecuarias…).

Su presentación, según los autores, presenta diversas tipologías:

 Adecuación de la visita, con o sin señalización interpretativa.

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 Complementación a través de una exposición permanente donde se explican/muestran


los trabajos de investigación, el proceso de restauración o cualquier otro discurso relativo al
entorno patrimonial.
 Musealización, que puede incorporar un museo o un tratamiento museográfico como
centro de interpretación, por ejemplo, los centros de interpretación en yacimientos arqueológicos;
también técnicas de restauración del patrimonio como la restitución o la reconstrucción total o
parcial, por ejemplo de poblados o ciudadelas protohistóricas.

Es evidente para muchos especialistas que existe una relación estrecha entre estas presentaciones in situ y
el desarrollo actual del turismo cultural, que demanda opciones culturales más diversificadas y
descentralizadas, como estrategia para el desarrollo socio-económico tanto del medio urbano como rural.
Por otro lado, muchos de estos bienes están englobados en los denominados por los autores “territorios-
museo”, es decir, una zona cohesionada por vínculos y elementos históricos, geográficos, patrimoniales
que le confieren una identidad propia. En ellos se aplica el concepto de "conjunto interpretativo" definido por
M. Miró en 1997 como un método integral de gestión de recursos patrimoniales y servicios turísticos en un
determinado territorio, cuyo objetivo primordial es la puesta en valor del patrimonio cultural de una zona.

Los parques arqueológicos, parques culturales, espacios culturales, itinerarios culturales, entrarían en este
contexto de ámbito territorial, como se verá en el capítulo correspondiente. El concepto de “parque”
(Rivière, 1977: 105-106) se define como “una organización de interés público con vocación científica y
cultural, responsable de un territorio controlado y delimitado, conservado en su calidad de unidad
representativa de tipos de naturaleza salvaje o humanizada, propicia a la preservación de faunas y floras
salvajes o domésticas, y cuya unidad constituye el hábitat permanente o temporal: parque natural. En tanto
que portador de hábitats humanos prehistóricos, protohistóricos o históricos abandonados, y que han
pasado al estado de yacimientos, excavados o no, en ruinas o no en la superficie del suelo: parque
arqueológico. Para conmemorar un monumento de la historia local, regional, nacional e internacional en
lugares que han sido su teatro de operaciones: parque histórico”. Museos y parques giran en torno a los
mismos objetivos fundamentales: investigación, conservación, educación y cultura.

Se trata de la aplicación de metodologías museográficas a la conservación y difusión de los bienes


inmuebles y muebles: descripción de recorridos, enfatización de obras y edificios a lo largo de éstos,
aislamiento de seguridad, iluminación, documentación gráfica o audiovisual, didáctica, señalización, e
información con datos básicos sobre cada bien.

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Son múltiples las causas y factores que influyen en la actualidad en la musealización del patrimonio in situ:
causas políticas y administrativas: planes de conservación y de descentralización, políticas museísticas
generadoras de redes a escala local, comarcal y regional; causas económicas: desarrollo territorial
sostenible, revalorización y explotación de recursos locales por medio del turismo; causas ideológicas y
culturales: aumento del nivel educativo y del consumo cultural, búsqueda de los valores y señas de
identidad colectivas instalados en el pasado y en la historia del medio urbano o natural, etc. Políticas
sociales, culturales y turísticas convergen en este campo de estudio.

A continuación se trata de analizar algunas de estas cuestiones con más profundidad. Paralelamente a la
creación y desarrollo de museos en la línea tradicional, se sitúan estos procesos de descentralización
cultural y museológica encaminados muchas veces a potenciar la cultura local, y en consecuencia, a
favorecer un desarrollo territorial más equilibrado y un justo reparto de los recursos. Términos como
desarrollo sostenible y rehabilitación integrada irán sistemáticamente asociados a la creación de museos en
las últimas décadas. Este hecho constituye la base de las medidas legislativas, planes, proyectos y
programas activados por parte de los organismos nacionales e internacionales en materia de cultura,
museos y patrimonio.

En el campo del patrimonio, y paralelamente a las transformaciones museológicas, asistimos a la


ampliación de los límites de la conservación patrimonial. Las nociones de “conjunto histórico”, “paisaje
cultural”, “espacio cultural”, entre otras, se han incorporado plenamente en los actuales documentos
legislativos y normativos y a los diversos planes directores territoriales, sectoriales o estratégicos, que
conllevan nuevas herramientas de interpretación del patrimonio cultural. Fundamentalmente desde la
Declaración de Ámsterdam (1975) se propugna la integración del patrimonio en una política de
medioambiente extensiva a la protección y conservación integrada de los sitios, de los barrios antiguos, de
las ciudades históricas, de los parques y de los jardines históricos. A partir de ahora el concepto de
"patrimonio cultural" no sólo afecta los monumentos que tengan un valor excepcional desde el punto de
vista artístico, histórico, o científico, sino a los conjuntos, como grupos de construcciones, aisladas o
reunidas cuya arquitectura, unidad e integración en el paisaje les de un valor; y a los lugares, obras del
hombre u obras conjuntas del hombre y la naturaleza; así como a las zonas, incluidos los lugares
arqueológicos que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista histórico, estético,
etnológico o antropológico. Entre los retos que afronta el patrimonio cultural destaca la simbiosis entre lo
cultural y lo natural, y la adopción del término patrimonio "cultural" en lugar de otro más tradicional y
limitativo que era "patrimonio histórico-artístico".

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Anexo*: Declaración de Ámsterdam (1975).

Hay que destacar este paso de la valoración del monumento al territorio, pues refleja el proceso paralelo en
el campo de las nuevas tipologías de museos: además del edificio, valorar el tejido y el paisaje urbano, y
además el paisaje natural de una región o área determinada dentro de una concepción integrada.

En las últimas décadas han sido continuas las estrategias y ayudas económicas del Consejo de Europa y la
Unión Europea para frenar el éxodo rural a través del fomento del desarrollo local y de la actividad turística
de este ámbito –los FEDER o Fondos europeos para el Desarrollo Regional; los programas TERRA,
INTERREG; LEADER, vinculado al desarrollo rural; URBAN, una iniciativa de regeneración económica y social
de las ciudades y los barrios en crisis, con el objetivo de promover un desarrollo urbano sostenible, son
algunas de estas actuaciones.

Desde esta óptica, diversos organismos encargados de la regulación y la gestión del patrimonio inmueble
consideran el patrimonio como “un capital de valor espiritual, cultural, social y económico insustituible”,
cuya utilización debe verse no como un lujo sino como un "bien económico” para la comunidad. Desde las
administraciones públicas, en el caso español, las Comunidades Autónomas en los últimos años han
impulsado políticas encaminadas a la creación de redes territoriales de museos locales o comarcales que
descentralicen, diversifiquen temáticas y actúen como motor de desarrollo de áreas o zonas periféricas,
históricamente olvidadas o marginadas respecto a los canales o vías principales de la cultura. Estos
proyectos aspiran sólo a la recuperación del patrimonio sino también a la regeneración del tejido
económico, social y cultural de la comunidad. Esta articulación conjunta de la museología y de la gestión
del patrimonio resulta clave para entender el enfoque propuesto.

Junto a las consideraciones de tipo económico y social, esta ampliación de los límites del patrimonio y los
museos conlleva la aparición de nuevas técnicas de divulgación ligadas a la musealización in situ, nuevos
instrumentos de intervención y nuevas metodologías de musealización, que deben considerar, en primer
lugar los límites físicos, la escala de la intervención -territorio, ciudad…-. En segundo lugar, tener en cuenta
la vida cotidiana, hacerlo compatible con las actividades de una población; en tercer lugar, la
heterogeneidad de objetos y bienes, algunos inmateriales.

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Se producen cambios en las propias terminologías de actuación: la sustitución del concepto de


conservación a secas por el de revitalización, gestión y difusión del patrimonio cultural. Pero el instrumento
más novedoso al servicio de la consecución de estos fines es el concepto de interpretación del patrimonio,
que sustituye frecuentemente al de musealización. La “interpretación" es un método cuyo origen se sitúa
en el siglo XIX en los Estados Unidos, en el contexto de sus parques naturales y también en los parques de
la vida costumbrista escandinavos.

La interpretación se define “como la habilidad de explicar el significado y trascendencia de un lugar


patrimonial a la gente que lo visita”. Según F. Tilden (1957) "una actividad educativa que pretende revelar el
significado y las relaciones mediante el uso de objetivos originales, a través de la experiencia de primera
mano, y utilizando medios ilustrativos, en lugar de limitarse a comunicar datos fríos y objetivos". Desde sus
comienzos anglosajones se expande por el resto de Europa desde los años sesenta y setenta ampliando su
campo de aplicación, desde los espacios naturales ("interpretación ambiental"), hacia otras temáticas
recogidas en el término "interpretación del patrimonio" -concretamente afecta a la musealización de zonas
urbanas o rurales, parques culturales, itinerarios culturales, etc.-. La celebración del I Congreso Mundial de
Interpretación del Patrimonio en Banff, Canadá (1985) respaldó estas prácticas fundadas en una concepción
integral del patrimonio, tanto el tangible como el intangible, natural y cultural. En España el desarrollo de la
interpretación es un fenómeno relativamente reciente, data de los años noventa del S. XX.

La interpretación del patrimonio es básicamente una estrategia de comunicación destinada al público


general visitante o turistas culturales, para cubrir sus necesidades de ocio, recreo y esparcimiento. Varios
autores señalan la confluencia de dos dimensiones en ella, una educativa y la otra emocional, es decir, la
capacidad para estimular sensorialmente al visitante. Además, se prima sobre los aspectos formativos, la
capacidad para concienciar al público sobre la necesidad de valoración y conservación del patrimonio. La
interpretación debe basarse en una serie de métodos de planificación interpretativa: formulación de
objetivos, análisis del recurso y sus potencialidades, análisis de los virtuales usuarios, definición de los
mensajes a transmitir, elección de los medios de interpretación, definición de los equipamientos y servicios
interpretativos necesarios, recomendaciones para la ejecución de los programas, sugerencias para evaluar
la efectividad de la intervención, entre otros.

La interpretación va asociada a la aplicación de una serie de técnicas y métodos programados en los


centros de recepción de visitantes o sobre el terreno, como se irá descubriendo a lo largo del texto. La
diferencia fundamental entre los museos y los centros de interpretación estriba en que los primeros se

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construyen siempre en torno a la idea de colección (conservación); en los segundos, la existencia de


originales conservados en un edificio no es un requisito indispensable, pero ante todo es imprescindible la
creación de un programa museográfico-didáctico y sensorial comprensible para el gran público:
recreaciones de ambientes, réplicas, audiovisuales, textos, maquetas, que expliquen una realidad externa al
mismo: un sitio histórico, un paisaje, un yacimiento arqueológico, una explotación minera en desuso, una
ruta cultural, un monumento, una ciudad histórica, etc. Otras veces, estos mecanismos de comunicación se
mezclan con la presentación de objetos originales -procedentes o relacionados con el lugar interpretado-,
pero hay que insistir que lo prioritario no es la existencia del objeto o la experiencia estética en torno a éste,
sino la interpretación de un lugar patrimonial natural o urbano de cara a revelar al público la importancia de
su conservación y su significado. La interpretación es al fin y al cabo una estrategia o técnica de
contextualización relacionada con la presentación o conservación in situ del patrimonio, de ahí el interés
para el tema que nos ocupa.

Anexo: En relación a lo estudiado en este epígrafe, consulte la Carta ICOMOS para Interpretación y Presentación
de Sitios de Patrimonio Cultural.

En profundidad: Consulte la página y publicaciones relacionadas con la interpretación del patrimonio de la


Asociación para la Interpretación del Patrimonio*.

© IGC
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