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Los principales aspectos que deben incluirse en la valoración del adulto mayor son: la
anamnesis y la exploración física; así como, la aplicación y análisis objetivo de una serie
de instrumentos denominados “escalas de valoración”. Estas escalas facilitan la detección
y seguimiento de problemas, así como la comunicación entre los diferentes profesionales
de equipo interdisciplinario que atiende a este grupo poblacional, con el fin de planificar
las intervenciones pertinentes y oportunas.
Es importante tener presente que, por las condiciones de los adultos mayores se debe
disponer de tiempo suficiente para la anamnesis; es posible que se requieran varias
sesiones para reunir la información completa sobre su estado de salud y condiciones
sociofamiliares. En este proceso se deben esclarecer los antecedentes patológicos y el
diagnóstico actual, datos farmacológicos y nutricionales, capacidad funcional (actividades
básicas, instrumentadas y avanzadas), datos psicológicos, cognitivos, emocionales y
datos sociales (capacidad social, sistemas de apoyo). Es por esas mismas condiciones
que los adultos mayores requieren un modelo de atención centrado más en el cuidado
que en la curación, orientado a conservar la salud, controlar factores de riesgo, promover
su autonomía, su independencia funcional y su inserción en la familia y en la comunidad
(7), (9), (20), (21).
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Disponer del tiempo que sea necesario para la valoración, es posible que se
requiera más de una sesión para no cansar física ni psicológicamente al paciente
(21).
Algunos métodos de evaluación pueden tener más aplicabilidad que otros, según
las circunstancias: cuidados de urgencias o cuidados prolongados, etc.
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Historia Clínica
Por lo general, la historia clínica del paciente geriátrico conserva los lineamientos
utilizados en pacientes de edades diferentes, aunque se incluyen ciertos elementos
complementarios para hacerla más completa y objetiva. En la medicina geriátrica y en
gerontología, se pretende un abordaje integral que abarque los componentes
biopsicosocial, cultural, espiritual y funcional para identificar una serie de situaciones y
problemas con la finalidad de hacer un enfoque interdisciplinario dirigido mejorar la
calidad de vida del paciente geronte, más que a establecer un manejo farmacológico; por
eso en la historia clínica geriátrica es importante determinar primero los antecedentes
personales y sociofamiliares, para descartar situaciones o sentimientos que puedan influir
en la revisión por sistemas. Es decir, determinar las características de su núcleo
habitacional, si vive solo o en familia y cuánto tiempo permanece solo en el día. También
es muy importante tratar de determinar el ingreso económico del paciente y su cobertura
médica, realizar un amplio interrogatorio de sus hábitos de vida (alimentación, movilidad,
sueño, automedicación, etc.), ya que éstos pueden influir en su enfermedad actual o
poner en riesgo su recuperación. Hay situaciones en las que el paciente anciano está al
cuidado de algún vecino o amigo sin parentesco directo, aunque tenga familiares, en esos
casos se debe buscar un contacto eficiente con estas personas, porque de ello depende
el cumplimiento y control de las conductas terapéuticas prescriptas (medicamentos,
controles, cuidados, autocuidados, etc.) (2), (9), (17), (22), (23), (24), (25).
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Anamnesis
Motivo de consulta
Enfermedad actual
Antecedentes personales, médicos, traumáticos, quirúrgicos, hospitalarios,
ginecológicos (mujer), sexuales y tóxicos
Anamnesis nutricional
Anamnesis farmacológica
Antecedentes ocupacionales
Ocupación del tiempo libre
Antecedentes familiares y sociales (amigos, grupos de la tercera edad, etc.) (22),
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Examen físico
En términos generales, el examen físico del anciano sigue los mismos lineamientos de
cualquier historia clínica, solo que se incluyen algunos aspectos adicionales relacionados
con la funcionalidad, la marcha y la función cognitiva, entre otras (22). Esos aspectos se
valoran mediante la aplicación de las escalas de valoración funcional del adulto y la
funcionalidad familiar; tales instrumentos permiten: (7)
En sentido general, la capacidad funcional se entiende como “la capacidad para funcionar
en la vida diaria”, la cual está determinada por las normas, la cultura y las costumbres del
grupo al cual se pertenece, por tanto es un proceso dinámico que va más allá de aspecto
fisiológico (22).
Pero de manera más específica, es definida como “el conjunto de habilidades físicas,
mentales y sociales que permiten al sujeto la realización de las actividades que exige su
medio y/o entorno”, está determinada principalmente por: 1, la habilidad psicomotora,
entendida como la ejecución de habilidades práxicas que requieren la actividad
coordinada muscular y 2, un proceso cognitivo de intencionalidad.
Por consiguiente, la capacidad funcionalidad está relacionada con la capacidad del sujeto
para movilizarse en su entorno, realizar tareas físicas para su autocuidado, conductas y
actividades para mantener su independencia y relaciones sociales. De igual manera está
influenciada por la evolución de patologías múltiples superpuestas, procedimientos
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Valoración funcional
Índice de Barthel. Es uno de los instrumentos de mayor uso para valorar las AVD;
también es conocido como “Índice de Discapacidad de Maryland”. Es el instrumento más
utilizado para el ingreso de adultos mayores a residencias asistidas en nuestro medio. La
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El índice de Katz, es una escala sencilla que evalúa la conducta en seis funciones
sociobiológicas: bañarse, vestirse, uso del sanitario (retrete), traslado cama-silla
continencia y alimentación. En cuanto la interpretación del resultado, hay dos formas de
calificación:
Para efectos prácticos se utilizará la calificación numérica, cuyo resultado final permite
clasificar al paciente de la siguiente manera:
0 – 6: Autónomo
7 – 16: Autónomo parcial
Mayor a 16: Dependiente total
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Escala de Lawton Brody. Permite valorar la capacidad de la persona para realizar las
AIVD para vivir de manera independiente en la comunidad como hacer la comprar,
preparar la comida, manejar dinero, usar el teléfono, tomar medicamentos, etc.). Se
califica de 0 a 8, donde 0 corresponde dependencia total y 8 a autonomía total. Para su
interpretación se establecen los siguientes rangos:
0 – 1: Dependencia total
2 – 3: Dependencia severa
4 – 5: Dependencia moderada
6 – 7: Dependencia leve
8 : Autónomo
Escala de incapacidad física y mental de la Cruz Roja. Creada por el equipo del
Servicio de Geriatría de Cruz Roja de Madrid en 1972. Permite obtener una impresión
rápida y cuantificada del grado de incapacidad, tanto en el aspecto físico como
psicológico. Ambas categorías se califican de 0: independiente o normal hasta a 5 que
corresponde al paciente dependiente total o encamado.
Valoración cognoscitiva
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Escala del síndrome confusional agudo (CAM). El síndrome confusional agudo (SCA)
o delirium es uno de los trastornos cognitivos más importantes en el anciano, tanto por su
prevalencia como por su pronóstico. Por lo general se asocia con el desarrollo de
patologías graves; también puede asociarse al tratamiento farmacológico utilizado. El
desarrollo de un SCA tiene importancia desde el punto de vista económico y social, ya
que los enfermos requieren cuidados especiales del personal sanitario, tienen mayor
riesgo de caídas, estancias hospitalarias más prolongadas y mayor institucionalización.
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Valoración afectiva
Estado anímico
Labilidad emocional
Anergia/hipoergia
Anhedonia/hipohedonia
Trastorno del apetito
Trastorno del sueño
Signos de ansiedad
Ideación de muerte
Ideación o tentativas autolíticas
Quejas somáticas
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Escala de Yesavage para Depresión geriátrica. Fue diseñada por Brink y Yesavage en
1982 específicamente para el anciano. Compuesta en principio de 30 ítems. La versión
reducida incluye 15 preguntas; ésta se focaliza en la semiología depresiva y la calidad de
vida del anciano, más que en los síntomas somáticos. El resultado se interpreta así:
Para valorar objetivamente la situación familiar y social del anciano se debe interrogar
sobre:
Estado civil
Si tiene hijos o no, en caso afirmativo ¿cuántos, y si viven en la misma ciudad?
Personas con quien vive
Personas con quien mantiene contacto frecuente: familiares, vecinos, amigos
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Escala de Zarit. La escala de Zarit fue desarrollada con la finalidad de medir el grado en
que el cuidador percibía que su trabajo de asistencia al enfermo con demencia alteraba su
propia salud física y emocional, así como su situación económica. Explora el sufrimiento
del cuidador principal (estrés) en áreas de salud física, psíquica, actividad social y
recursos económicos (20).
Consta de 22 ítems que evalúan las repercusiones negativas sobre determinadas áreas
de la vida asociadas a la prestación de cuidados. La puntuación total es el resultado de la
suma de las puntuaciones de los 22 ítems y tiene un rango que va desde 0 a 88. Para
cada ítem se utiliza una escala de cinco valores que oscilan entre 0 (nunca) y 4 (casi
siempre). La puntuación se establece por rangos y su resultado se interpreta así: (28)
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Escala del Apgar Familiar. Es un instrumento que evalúa cómo perciben los miembros
de la familia el nivel de funcionamiento de la unidad familiar en forma global. Fue
diseñado en 1978; se basa en la premisa de que cada integrante percibe el
funcionamiento de la familia en un momento determinado y puede manifestar su grado de
satisfacción con la misma.
Contiene una serie de preguntas abiertas que valoran la dinámica familiar en las áreas de
adaptación, participación, crecimiento personal, afecto y recursos (Tabla 2).
Se sugiere que el cuestionario sea diligenciado por cada miembro de la familia en forma
personal; en caso de personas que no sepan leer, el entrevistador debe aplicar el test.
Las respuestas se estructuran así: 0: Nunca, 1: Casi nunca, 2: Algunas veces, 3: Casi
siempre y 4: Siempre.
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Otras escalas para valora algunos riesgos. Los instrumentos para la EGM son
numerosos y dependen de los objetivos de cada profesional que interviene en la atención
del adulto mayor. Las condiciones propias del adulto y la presencia de pluripatologías
exponen al anciano a múltiples riesgos como ulceras por decúbito, caídas, etc.
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