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El proceso de transición del feudalismo al capitalismo


El feudalismo fue un sistema político, económico y social de la Edad Media, que comenzó a edificarse
en el siglo IX y logró su auge en el XI, aunque sin embargo entró en crisis hacia el siglo XIV.

Se caracterizó por una desintegración y división territorial en los llamados señoríos, que concentraban el
poder militar y la protección local. Además, los dueños de esos territorios, los señores feudales, estaban
sujetos a relaciones de vasallaje con el monarca, lo que implicaba para con éste un juramento de
fidelidad, a cambio de su protección.

Las relaciones sociales eran de carácter estamental y jerárquico, encontrándose sobre la base de la
pirámide social los campesinos y siervos, atados a la tierra y sujetos a la condición servil. La economía
era sobre todo basada en la subsistencia, a través de actividades agrícolas y ganaderas. La sociedad
feudal era fundamentalmente rural, y el intercambio comercial allí era mínimo.

En dicha época la Iglesia católica jugaba un papel central, ya que representaba el poder moral, económico
y financiero, contando con grandes propiedades territoriales y bienes. Además, tenía el dominio intelectual
de la lectura y escritura, también las artes, y funcionaba como prestamista, aunque los préstamos estaban
en su momento prohibidos.

El feudalismo entra en crisis por la aparición de ciertos elementos capitalistas, tales como el crecimiento
de la actividad mercantil, el ascenso social y político de la burguesía (en un contexto donde la tierra definía
la condición de los hombres, la cual era vitalicia, estática), cuyo poder económico no dependía de la
propiedad de la tierra, sino de la actividad industrial y del comercio. También en el ámbito económico
pueden mencionarse el aumento de los intercambios comerciales al exterior, la circulación monetaria,
competencia entre los impuestos estatales y los tributos señoriales.

En el ámbito social y demográfico, hay un aumento en el número de hombres libres, elevando así la
población de las ciudades, las cuales adquieren más importancia que el ámbito rural (campo). Los
campesinos comienzan a oponerse a los señores feudales debido a las enormes obligaciones que estos
imponían. En lo ideológico, se ven nuevos planteamientos acerca del derecho natural.

Entre los factores histórico-políticos que prepararán la disolución del capitalismo, el más importante es la
aparición del Estado-Nación. En un contexto donde la cristiandad comenzó a ser criticada y desafiada,
sobre todo con la Reforma Protestante, esta toma la forma de Estado Moderno.

Hacia el siglo XI, la burguesía adoptará una nueva función, dedicándose a la comercialización de bienes
y denominándose, así como mercaderes. Se establecerán en las villas o burgos, y comienzan a destinar
cosechas para el intercambio en beneficio de pago en moneda. Un elemento nuevo y significativo será la
aparición de las denominadas ferias, que surgirán como centros de canje de productos al por mayor,
aunque también de deudas, celebradas anualmente. Unas de las más importantes fueron las ferias en
Champagne, en el cruce de las rutas de Venecia y Flandes, en Francia. Aquí se surge el sistema de pagos
por compensación, y se dio un aumento progresivo de las transacciones comerciales, permitiendo

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instaurar nuevas formas de pago, como el crédito. El perfeccionamiento del crédito y el lugar fundamental
que ocuparán las ferias pone en funcionamiento la letra de cambio y la práctica de la usura, elementos
hasta entonces inexistentes en el sistema feudal.

Asimismo, este cada vez más creciente flujo de la actividad comercial, caracterizada por un intercambio
relativo de bienes y la circulación de la moneda, fue producto de una nueva forma de actividad económica,
considerada como el primer estadío del capitalismo, el mercantilismo: el surgimiento del mercado. La
agricultura deja de ser la única actividad y aparecen actividades comerciales e industriales. La industria,
se desarrollará en un principio en forma de industria a domicilio, la cual reúne los factores de producción
en una misma persona, que invierte a la vez capital y trabajo. Por otro lado, esto dio lugar también a la
creación de las primeras bancas o bancos privados, que tenían el monopolio del préstamo. Junto con
ellos emergieron nuevos oficios y también numerosas instituciones.

En el siglo XIV, una serie de malas cosechas, sumada a la epidemia de la Peste Negra, dieron lugar a una
gran caída demográfica. Esto, naturalmente, se tradujo en una crisis económica debido a la falta de mano
de obra y a la destrucción de campos de cultivo. Los señores feudales se vieron cada vez más obligados a
optar por la vía del mercando, requiriendo además de la ayuda de los mercaderes. Así, la crisis si bien
preparó el terreno para la disolución del feudalismo, fue el germen del posterior desarrollo capitalista.

El siglo siguiente fue fundamental en muchos sentidos. Comenzó en el siglo XV la reactivación


económica, y en este contexto, movidos por la búsqueda de mano de obra, especias, y metales preciosos,
las potencias europeas, sobre todo España y Portugal, emprendieron la expansión ultramarina. Con ello
se extenderá aún más el comercio y el mercado, y aparecerán cambios en el ámbito militar, también
innovaciones técnicas y nuevas corrientes ideológicas. En lo militar se puede mencionar la aparición de
la artillería, y también de los cañones. Las innovaciones técnicas, entre ellas muchas de uso marítimo
(brújula, telescopio, astrolabio), producirán un progreso en la ciencia de navegación. La aparición de la
imprenta dará lugar a una mayor difusión del pensamiento humano, y de las corrientes que comenzaban a
proponer entonces una ruptura con la filosofía escolástica: fenómenos como el Renacimiento italiano,
ilustrado por autores como Nicolás Maquiavelo, y la Reforma Protestante, con la figura de Martín Lutero.

Entre los siglos XV y XVIII se generaron nuevas fuentes de crecimiento de la producción, el comercio y
la acumulación de capital. La industria y los servicios fueron ganando importancia, y la fuerza de trabajo
se desplazó hacia los centros urbanos. Aquí se intensificaron considerablemente los intercambios, y
funcionaron como focos activos de comercio, donde artesanos y campesinos vendían sus productos y
mercancías. Las ciudades se convirtieron así en sedes de universidades y bibliotecas y centros de
generación del conocimiento, tecnología y artes. Estos cambios se relacionaron con movimientos como la
Reforma Protestante y la Contrarreforma.

La incidencia de la Reforma Protestante no es menor en este periodo. El cambio en el dogma religioso


se hizo evidente con los cuestionamientos al orden eclesiástico por parte de los sectores que valoraban el
interés humano del individuo por sobre lo divino. Se buscaba establecer una forma de organización social
racional, que permitiera legitimar el poder de los reyes, como así también la acumulación de sus riquezas.

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Este nuevo dogma religioso, propugnado por Lutero, se ve en la protesta contra ciertas cuestiones de la
Iglesia católica, como la venta de indulgencias y la ostentación de la riqueza. La Iglesia iniciará el
movimiento reconocido como Reforma Católica o Contrarreforma, en defensa de la fe cristiana y la
crítica establecida por la Reforma.

Hacia 1618, se dará en Europa la Guerra de los 30 años, una fase decisiva del enfrentamiento entre
católicos y protestantes. Con el fin del conflicto en 1648, se pondrá fin a las guerras de religión,
imponiendo la tolerancia religiosa, libertad de conciencia y derecho a emigrar, y se llegará a la conclusión
de que sólo las grandes potencias pueden practicar lo que sería ese “gran juego de poder”. La Paz de
Westfalia institucionalizará así el sistema de equilibrio de poder, y de ella derivan los principios que
aun rigen hoy al sistema internacional. Se establece una nueva forma de organización político-jurídica,
que funda sus bases en la protección de los intereses de la clase dominante, la burguesía, y al Estado como
único actor en la acumulación de riquezas: los Estados-Naciones. Siguiendo estas ideas podemos
mencionar autores como Krippendorff, quien considera que el Estado moderno se constituye como creador
y resultado del mercantilismo, lo que supone que esta nueva forma de organización se vincula con el
surgimiento del capitalismo.

De esta manera, el Estado moderno o Estado-Nación será producto de una serie de evoluciones en el
ámbito económico, social, político, religioso, tecnológico, militar, ideológico, etc.

Producto de las transformaciones económicas del orden feudal, que como ya se mencionó dieron lugar
a la movilidad monetaria y financiera, a la apertura del feudo, aparición de nuevas formas de pago como
el crédito, irán surgiendo los principios del sistema capitalista. En cuanto a las sociales, como resultado
de todos estos cambios, se dio un aumento en el número de hombres libres, y estos serán regidos por
nuevas relaciones, dejando de lado el antiguo vínculo feudal de vasallaje, y dando lugar a formas de
contratos libres y legales. También emergerán en esta naciente sociedad ciertos problemas, ya que el modo
de producción capitalista, acompañado del proceso de urbanización, producirá la división de la sociedad
en sectores de ricos y pobres. Con el avance de la manufactura, surge un nuevo actor: el trabajador
asalariado, hombre libre que recibe un pago en dinero, por la producción de mercancías, por parte del
mercader o burgués. Esta distinción entre el proletario y la burguesía será el principal elemento del
capitalismo.

El conflicto religioso que alcanzará su madurez con la Reforma Protestante tendrá como consecuencia la
división de la cristiandad, ante la cual los soberanos adoptarán distintas posiciones. La Reforma
fusionará en el soberano el poder central político y religioso, y será una base racional para un poder cada
vez más secularizado. Esta situación se refuerza con el desuso del latín y la aparición de lenguas
vernáculas. En el ámbito político, se sostiene la idea de que el Estado es la mejor forma de gobierno. Este
protegerá los intereses de las clases dominantes, y allí los gobernantes y gobernados trabajarán por el bien
nacional común.

Los descubrimientos científicos y las innovaciones técnicas, como la imprenta e instrumentos


marítimos, permitirán la difusión de ideas y pensamientos, además de dar a conocer otras culturas.

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Además, en un contexto de secularización de la religión, el hombre ya no dependerá moralmente del


dogma religioso para salvarse, sino que la persona es libre. El poder militar permite, en este contexto,
asentar sobre un territorio la autoridad política limitada y establecer los límites territoriales. Es decir, dará
a los soberanos el poder que necesitan para enfrentar a los señores feudales. Los costos de la guerra
aumentarán mucho y significarán un gran porcentaje en los gastos de los nuevos Estados, lo que puede
verse por ejemplo en el final del reinado de los Reyes Católicos, donde ocuparán un 70% de los ingresos
de estos.

En suma, el Estado moderno se constituye como una forma de organización política y social sui generis,
y para autores como Max Weber supone “la transferencia de la empresa capitalista a la política”. Para
Krippendorff, son cinco los factores determinan la modernidad del Estado actual:

1. Exclusivismo territorial: “estado” al principio era el regimiento personal de un príncipe, pero era
posible disolver ese Estado medieval. El Estado moderno, por el contrario, desarrolló procesos
racionales dentro de un territorio dado. El monarca o soberano tienen como fin ser el primer
servidor del Estado.
2. Modo de producción capitalista: Estado moderno y capitalismo son interdependientes.
Comparten características como el racionalismo, la eficiencia y la disciplina. El Estado fue
comadrona del capitalismo, y, de igual modo, la evolución de este modo de producción necesitó e
impulsó el Estado.

3. Pacificación interna: el problema central de los países de la Edad Media era el ejercicio de la
justicia, lo que dio lugar al concepto del Estado racional. Pudieron adelantarse las sociedades que
fueron capaces de crear un Estado territorial unificado y pacífico en su interior. El precio que había
que pagar por la pacificación interna radicaba en la competencia interestatal, la “anarquía
internacional” y el aumento en el potencial conflictivo general. Los Estados dieron existencia a las
naciones para poder desenvolver el modo de producción capitalista.
4. Integración social: se emprendió el registro sistemático de los “nacionales”. Es posible establecer
una relación directa entre el surgimiento del Estado moderno y la creación del sistema
internacional.
5. Soberanía clasista: es inconcebible la fundación del Estado moderno sin la división simultánea
de la sociedad en clases. La organización estatal siempre ha resultado del dominio de una clase o
estrato sobre otra, especialmente antes de la época moderna. Incluso el Estado moderno es
producto de la derrota de la nobleza feudal. El Estado burgués y el dominio de la burguesía resaltan
políticamente porque no se dan a conocer como tales, negando la estructura de clases de la
sociedad, y por tanto las relaciones de poder.

Para concluir, la transición del sistema o modo de producción feudal al capitalista, será un largo y en
muchas ocasiones conflictivo proceso, en el cual se puede ver cómo los distintos elementos precapitalistas,
existentes en la etapa feudal, mencionados, como establece Pierre Vilar, al ser contrarios al principio del
modo de producción, prepararán su destrucción y terminarán por ser dominantes, dando así origen a una
nueva etapa histórica y forma de organización, en la cual nos vemos sumergidos hasta el día de hoy.

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La crisis demográfica del siglo XIV relacionada con la peste negra, el aumento de la
población desde el año 1000, la roturación de nuevas tierras, y la capacidad de
convertir los excedentes en capital.
La crisis del siglo XIV comprende un período de crisis dentro del sistema feudal que inició el declive del
mismo, lo cual significó un cambio de suma importancia para la historia. Dicha crisis se originó a partir
de una serie de calamidades, tales como la peste negra, guerras, la disminución de la producción agrícola
a raíz de cuestiones climáticas y la sobrepoblación, entre otras.

Estas condiciones provocaron hambruna, empobrecimiento, desnutrición y diversas enfermedades que


desembocaron en la crisis del siglo. Es así que este período se caracteriza por ser una etapa triste para
Europa, ya que en ese entonces la población se encontraba desesperada ante la situación.

LA PESTE NEGRA: Las epidemias de enfermedades como la tuberculosis o paludismo, fueron el azote
más frecuente y temible de la Europa Medieval: diezmaban a poblaciones enteras. La más fulminante de
todas fue la peste negra o bubónica. Esta enfermedad la introdujeron a Europa los marineros genoveses
que regresaban de Constantinopla. Para los médicos medievales el mal se expandía a causa del aire
corrompido. Hoy en día, sabemos que la peste negra se transmitía a los humanos a través de las pulgas
que vivían sobre las ratas. A raíz de la peste negra, murieron en Europa unos 25 millones de personas
entre el año 1348 y el año 1490, casi un tercio de la población.

EL AUMENTO DE LA POBLACIÓN DESDE EL AÑO 1000 En el año 100 la población subió a 180
millones, en el año 500 apenas ascendió a 190 millones y en el año 1000 existían 265 millones de
habitantes. Observen, que en 1,000 años la población creció 95 millones, al pasar de 170 millones en el
año cero a 265 millones.

En 1,500, ya Cristóbal Colón había descubierto América y había 425 millones de habitantes; en 1,800 la
población aumentó a 980 millones de habitantes. Descargado por Del año 1800 a 1900 la población subió
a 1,645 millones y en 1960 subió a 3000 millones.

De 1960 para acá, el crecimiento poblacional ha sido astronómico, porque en 1976 subió a 4,000 millones,
en 1987 se disparó a 5000 millones de habitantes y al 2,000 subió a 6,228 millones de habitantes.

LAS ROTURACIONES La palabra “roturaciones” significa la incorporación de nuevas tierras al


cultivo. Fue un fenómeno característico de los siglos XI al XIII debido, en gran medida, al aumento
demográfico.

Entre los siglos XI y XIII se llevó a cabo un activo movimiento de roturación de tierras, antes
desaprovechadas, para incorporarlas a la explotación agrícola. Las roturaciones dieron trabajo al creciente
número de hombres y, gracias a las nuevas tierras de cultivo, aumentó la producción de alimentos y fue
posible alimentar más bocas.

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Las roturaciones sirvieron a los intereses tanto de los campesinos como de los señores. A los señores les
convenía que aumentarse la superficie cultivada y el número de campesinos asentados en sus tierras
porque era una forma de cobrar más tributos.

Generalmente las roturaciones exigían inversiones que los campesinos solos no podían afrontar y que
requerían varios años de esfuerzo antes de que las nuevas tierras comenzasen a rendir frutos. Como, luego
de un tiempo, los señores obtenían beneficios importantes, estuvieron dispuestos a ofrecer a os campesinos
condiciones ventajosas para que participasen de las roturaciones.

Las ventajas para los campesinos generalmente radicaron en la conquista de una mayor libertad personal
junto a la posibilidad de obtener una justicia de privilegio para la solución de sus pleitos, situación que se
observa especialmente en las roturaciones emprendidas más allá de las viejas fronteras.

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