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El Estado absolutista y la centralización nacional

Concepto:
- Régimen Feudal
- Centralización
- Impulso manufacturero
- Transición
La primera fase de la transición al capitalismo fue en la primera Edad Moderna, comenzando con la
superación de la "gran crisis feudal” (siglos XIV y XV) y concluye con la "crisis general" (siglo XVII).
Habiendo transformaciones radicales por obra del Renacimiento y la Reforma Protestante. Dando lugar
a cambios tecnológicos, impresionantes por su abundancia a diferencia de los de la Edad Media. Durante
la crisis se había derrumbado el régimen feudal dominical basado en las prestaciones personales, fijación
a la tierra del campesinado y el poder jurisdiccional de los señores, la base económica de Europa
conservaba la mayor parte de sus rasgos tradicionales. Y a pesar de la reducción de las cargas señoriales,
en todas partes tendía a crecer aún más rápidamente el nuevo peso de la fiscalidad pública que agobiaba
a la economía campesina.
Las regiones en las que había desaparecido el régimen de servidumbre, la economía rural había pasado a
basarse en pequeñas explotaciones campesinas jurídicamente libres, comercializadoras de excedentes en
reducida escala, aún vinculadas al régimen comunal de propiedad y administración y a un nuevo tipo de
relación contractual con la nobleza terrateniente La estrecha economía urbana estaba dominada por la
pequeña producción artesanal encuadrada en las corporaciones municipales de oficio que reglamentaban
y limitaban la producción. Se amplió en el siglo XV la circulación mercantil y monetaria como resultado
del creciente peso de los impuestos en dinero exigidos por los gobiernos y la monetización de las
prestaciones a los señores, así como también la diferenciación social del campesinado.
En el campo la crisis había tendido a reforzar la comunidad aldeana de pastos y bosques, dando
fortalecimiento político de comunidades campesinas y el despoblamiento provocado por la crisis, había
permitido la restauración de bosques devastados y pastos en época de sobrexpansión agrícola. Tendía a
reforzar la autosuficiencia aldeana, y el volumen de los intercambios con el mundo exterior obstruía los
procesos de diferenciación social. Pero afectaba a la difusión de las técnicas agrícolas más avanzadas,
cada vez más vinculadas a la compactación y "cercamiento” de los campos. Algo similar para la
organización del trabajo artesanal urbano. Se basaban en un estrecho proteccionismo de ciudad
(prohibición de importar mercancías producidas fuera del perímetro municipal), en el monopolio del
ejercicio de la profesión por una aristocracia profesional y en la institucionalización del conservadurismo
tecnológico. Este sistema productivo tendía a desaparecer por las nuevas condiciones históricas.
Con la centralización del poder estatal en la época, aparece una fuerza nueva que potenciará enormemente
las tendencias espontáneas de la transición mediante el empleo de la coerción pública. El Estado
absolutista comenzó a desarrollarse en las condiciones de la crisis del orden feudal como resultado de un
gran esfuerzo de las monarquías feudales protonacionales para superar el caos social, político y
económico. La crisis del régimen de servidumbre a nivel de aldea lo había sido también de la
organización del sistema policial y judicial, de las relaciones de vasallaje que establecían métodos
reconocidos para dirimir disputas, de los equilibrios regionales, de los métodos de financiamiento de los
estados y los propios dominios. Las nuevas monarquías resuelven estos problemas mediante la
constitución de un nuevo tipo de Estado basado en la delimitación estricta de las fronteras territoriales,
el reforzamiento del poder central, la supresión de las autonomías feudales y la construcción de un
aparato burocrático, militar y diplomático, financiado con un sistema de impuestos. Independientemente
el Estado absolutista continúa siendo el órgano de dominación política de la nobleza feudal adecuándose
a las nuevas condiciones económicas de la recuperación (siglo XV) y la “revolución de los precios" (siglo
XVI). La nueva aristocracia feudal era una clase transformada por obra de un proceso muy avanzado de
cortesanizacion y mercantilización, llevado a la fusión de la vieja nobleza de sangre con las clases
superiores de la burguesía mercantil. Dando como resultado final una nueva clase señorial-mercantil o
feudomercantil, siendo continuación histórica de la nobleza feudal medieval y el germen de burguesía
“prusiana" moderna (comerciantes y especuladores propietarios de enormes extensiones de tierra y títulos
nobiliarios).
La acción del Estado absolutista adoptó medidas impuestas por la propia lógica de la presión de los
acontecimientos, que entraron muchas veces en conflicto con fracciones fundamentales de su propia base
social. Las más comunes fueron las impuestas por la necesidad de centralizar el poder y los recursos
nacionales, lo que determinó un conflicto crónico con el conjunto de la sociedad, incluidos los intereses
individuales de la gran masa de los terratenientes locales. El carácter específico de la centralización varió
de país en país por múltiples factores, y la existencia de diferentes correlaciones políticas y sociales de
fuerza entre las distintas clases y fracciones de clase de la sociedad, fuera y dentro del propio Estado. Se
veían como formas distintas de resolver problemas de la época, como las relaciones con la Iglesia y el
régimen de la propiedad rural o de corporaciones gremiales.
La primera consecuencia fue la nacionalización y monopolización del comercio. La recuperación
económica se deriva del rápido crecimiento de las ciudades, grandes centros cortesanos, y la organización
de enormes concentraciones militares y empresas marítimas, que estimularon la demanda comercial y
generaron una nueva expansión mercantil. En cambio, el Estado absolutista desarrolló un nuevo tipo de
comercio mercantilista basado en la rigurosa protección del mercado nacional, la supresión de las
aduanas interiores, la búsqueda de superávit nacionales en el comercio internacional y el sometimiento
del comercio a monopolios estrictamente reglamentados. Un aspecto de esta política fue el desarrollo del
sistema colonial (mercados exclusivos de explotación para el capital mercantil nacional). Este tipo de
“nacionalización" del comercio condujo a la generación de amplios espacios comerciales interiores
dotados de un alto grado de auto-abastecimiento industrial, lo que afectó a las ciudades-Estado
comerciales y manufacturas carentes de amplia base territorial nacional.
En segundo lugar, los Estados impulsaron la constitución de amplias bases monetarias-metálicas, como
instrumento privilegiado de circulación mercantil, acumulación de capital y ampliación del comercio
exterior. Ello se expresó inicialmente en el impulso a la producción minera europea y en la extraordinaria
multiplicación de las importaciones extraeuropeas de metal provenientes de las minas americanas.
En tercer lugar, apareció el fenómeno de la centralización financiera bajo la forma de deuda pública. Los
nuevos Estados centralizados, impuso el desarrollo de finanzas públicas y centralización de excedentes
monetarios donde los metales preciosos alcanzaba proporciones muy grandes en la economía. El capital
mercantil, afluyó hacia los nuevos estados para financiar las grandes empresas coloniales y de expansión
militar, constituyendo la primera forma importante de movilidad internacional del capital, y un
instrumento de expansión de la demanda de importaciones. Las necesidades ulteriores de amortización
de la deuda pública fueron dadas por la elevación y monetización de las cargas fiscales, y obligó a la
economía campesina a obtener recursos dinerarios adicionales aun a costa de su ruina. La sobrexpansión
de la deuda pública, estimuló fuertemente la circulación de riqueza en Europa.
Finalmente, las monarquías modernas dieron un gran impulso a la producción manufacturera de
armamentos, materias primas de utilización militar (hierro, cobre y estaño), de minerales básicos (sal,
mercurio o alumbre). También abarcó productos de gran demanda de exportación, como la seda
(producida por la corona francesa). La intervención estatal adoptó varias modalidades, las “manufacturas
del Estado", “manufacturas reales" (Francia) y las "manufacturas privilegiadas” (empresas privadas que
gozaban del monopolio absoluto de un mercado). Este impulso estatal fue un factor muy importante en
el gran salto de la producción manufacturera y minera que tuvo lugar entre 1540 y 1640.
El Estado absolutista también intervino en el plano social acelerando la proletarización de los campesinos
empobrecidos por medio de medidas tales como la legalización de los cercamientos realizados en
violación de los derechos campesinos tradicionales, o de la sanción de leyes de fijación de salarios
"máximos". También operaron en el mismo sentido medidas como la expropiación de los bienes
eclesiásticos y la supresión de los monasterios.
El Estado absolutista jugó un papel muy importante en la primera etapa de la transición, mediante la
movilización del excedente económico, impulso a la economía mercantil y la producción manufacturera
y la conformación de economías y Estados nacionales, tuvo un costo económico y político muy alto para
las aún débiles sociedades europeas. Por esa razón, esas contradicciones económicas y políticas estallaron
bajo la forma de una nueva depresión secular y del estallido de un conjunto de explosiones sociales y
movimientos revolucionarios anti-absolutistas.
Dabat, A. (1994c). El Estado absolutista y la centralización nacional. En Alejandro Dabat Capitalismo
mundial y capitalismos nacionales I: La transición europea al capitalismo, el mercantilismo y el primer
sistema colonial (1.a ed., pp. 97–107).

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