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La Pandemia

El 2020, es un año que, sin lugar a duda, marcó la vida de millones de personas,

debido a la pandemia que según la Organización Mundial de la Salud, se originó en el

continente Asiático, en la República Popular de China, en la ciudad de Wuhan. Al

principio, se creía que solo era una gripe normal, pues presentaba los mismos síntomas de

un resfriado común.

En Ecuador, se declara el estado de excepción por emergencia sanitaria, el 13 de

marzo de 2020, fecha en la que se alertó sobre el aumento de los casos de personas

contagiadas con este virus mortal, denominado “COVID-19”, teniendo como

consecuencia, una aglomeración en hospitales y un aumento desenfrenado de víctimas

mortales, a causa de este virus.

Lo que inició con una “cuarentena”, por 15 días, se extendió a tres meses, después

con periodos interrumpidos de confinamiento, sin embargo, ha transcurrido más de un año

y la pérdida de vidas humanas continúan hasta la presente fecha y sin una cura que pueda

poner fin a este virus, únicamente, hay zozobra entre los ecuatorianos, a la espera de una

vacuna, pues se desconoce una fecha determinada que se pueda acceder.

Entre las enseñanzas que me ha dejado la pandemia, me atrevo a decir: más que la

enfermedad, la falta de conciencia propia en cuidarnos, nos puede cobrar, no solo nuestra

vida, sino, la de los que nos rodean, sin importar la edad ni sexo.

Esta enfermedad, me ha demostrado que las cosas siempre tienen un lado positivo y

negativo, solo depende del lado que lo miremos, pues, lo que parecía una tragedia para

algunos, fue una oportunidad de trabajo para otros, por ejemplo, muchas personas se

ingeniaron en confeccionar y elaborar insumos de bioseguridad para su comercialización.

Así también, rescato la gran utilidad de la existencia de la tecnología, equipos y

herramientas tecnológicas, que en algún momento, su uso, ha sido “satanizado”


atribuyendo como consecuencia negativa en la vida de las personas, sin embargo, en esta

pandemia, se ha convertido en una necesidad, no solo para mantenernos comunicados con

familiares y amigos, acortando distancias, sino también, para los ámbitos educativos y

laborales.

Para concluir, reconozco que el hombre, es un ser de adaptación, que su ingenio no

tiene límites y si aprovechamos a lo máximo ese potencial, superaremos grandes batallas,

por más oscuras que parezcan.

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