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Xalapa, Ver. a 24 de septiembre de 2022.

 
 Isabel Farias Flor Itzel 
Matrícula: S22014343 
NRC: 86088 
 
Cuarta lectura: De animales a Dioses – Yuval Harari 

En este cuarto avance se comienza planteando el poder destructivo que el Homo


sapiens ejerce sobre el ambiente y retoma la idea de las lecturas pasadas al decir
que el sapiens es el responsable de los desastres ecológicos dado su rápido
ascenso a la cima que el ecosistema no tuvo tiempo de adaptar se la manera en
que lo hizo para mantener a raya a otros animales.
El impacto de sapiens en el ambiente fue tan intenso que durante su revolución
agrícola acabó con al menos 100 de las 200 especies que había, tomando en
cuenta el poco desarrollo y capacidades de los sapiens en ese tiempo era de
esperarse que el ecosistema volviera a sufrir más de estas catástrofes pero en
menor impacto ya que el resto de los animales en vista de su poder destructivo
consiguieron desarrollar ese miedo a los humanos que los mantuvo lejos y a salvo
de ellos.
Aunque la extinción provocada por los sapiens en un principio estuvo limitada a un
área determinada poco a poco se fue expandiendo hacia el centro del océano
Pacífico y después desastres ecológicos ocurrieron en casi todos las islas de los
océanos y mares pues a pesar de que la fauna de un lugar pudo haber vivido ahí
por miles de años solo bastó con que llegaran unos pocos agricultores para que
desaparecieran completamente. Estos antecedentes son un claro ejemplo de lo
que actualmente ocurre y de la tercera oleada de extinción que está causando la
actividad industrial y dejando en claro que si es que hay algo en lo que se
distinguen los sapiens en su gran poder mortífero y destructivo.
Hay que tener en cuenta estas extinciones pasadas para entender que es
importante que la sociedad se esfuerce por proteger a las especies que
sobreviven a día de hoy ya que si bien en el pasado la oleada de extinción
afectaba mayormente a animales terrestres ahora lo hace sin distinción y los
animales marinos se encuentran gravemente amenazados, de esta manera los
únicos animales que queden en la Tierra serian aquellos que le sean de utilidad al
humano.
Yuval también nos plantea que el deseo de manipulación del entorno que
desarrollo el sapiens inició este comenzó a dedicar su tiempo a manipular la vida
de algunas de las especies de animales y plantas que lo rodeaban, es decir, en la
revolución agrícola alrededor del 9500 al 8500 a.C. y aunque el proceso fue lento
para 3500 a.C. la domesticación principal ya había terminado y es por eso que a
día de hoy persisten algunas de las plantas que nuestros antepasados
domesticaron como el trigo o el maíz y que nos aportan gran cantidad de calorías,
por ello es que Yuval dice que nuestra mente es la de los cazadores-recolectores
y nuestra cocina es la de los antiguos agricultores.
La agricultura surgió como una necesidad particular de cada región que se fue
expandiendo alrededor del mundo excepto en Australia, Alaska o Sudáfrica porque
es aquí donde las especie de plantas y animales no se pueden domesticar, en
cada lugar solo unas pocas especies eran candidatas adecuadas para la
domesticación por lo que el resto fueron eliminadas y ya que solo existían en esos
lugares se extinguieron completamente; tomando esto en cuenta la idea de que
los sapiens dejaron la vida de cazadores-recolectores para establecerse como
agricultores de manera pacífica y solo con el hecho de haber aprendido a
descifrar los secretos de la naturaleza por su gran inteligencia resulta una mentira.
Se podría pensar que la agricultura llegó para aliviar la vida de las personas, sin
embargo, como ya se mencionó en las lecturas anteriores estas “facilidades”
presentaron un nuevo escenario un tanto negativo para el sapiens ya que los
volvió más torpes, su vida con la agricultura los dejaba insatisfechos mientras que
con la caza y recolección las personas tenían experiencias más estimulantes. Si
tomamos en cuenta que a partir de la agricultura nos volvimos más “infelices” y
que perdimos los ratos de ocio para concentrarnos en las explosiones
demográficas se podría decir fácilmente que esta fue causa de nuestro declive
como sociedad, lo que nos ha llevado a la idea de que tener mas bienes
materiales es mucho mejor que disfrutar la vida en sí misma con lo que nos ofrece
de manera natural pues aunque el agricultor trabajase más y gozaba de más
comida tenía una dieta peor que la de un cazador recolector. De esta manera se
confirma que la idea que nos han vendido sobre la agricultura es el mayor fraude
de la historia.
Las plantas han sido la clave para que la agricultura pudiese afianzarse puesto
que en realidad han sido ellas quienes domesticaron al Homo sapiens, supieron
manipularlo para permanecer presentes, algunas pasaron de ser insignificantes a
ser indispensables, las condiciones tan específicas que necesita cada planta para
crecer y darnos un poco de comida son las que nos han esclavizado pues no han
mantenido pendientes de ellas en cada momento del día para protegerlas y
garantizarnos alimentos, cubrir las necesidades de las plantas no ha hecho más
que condenarnos social y físicamente.
Las plantas y la agricultura si bien aportaron algunos beneficios inmediatos y
protección contra animales salvajes también incentivaron la violencia entre los
humanos y esta violencia solo pudo apaciguarse cuando se crearon los reinos y
Estados pero hasta ese momento los agriculturas tenían más desventajas que
ventajas sobre los cazadores. El aporte real de la agricultura fue permitir al Homo
sapiens multiplicarse exponencialmente pero este gran aumento solo significo un
menor nivel de la calidad de vida.
El paso de la vida de cazador a recolector tuvo lugar por fases, cada fase solo
alteraba un poco la vida cotidiana y en un principio fue la espera de la cosecha lo
que hizo que las personas comenzaran a formar aldeas permanentes ya que no
podían irse sin obtener aquello por lo que habían trabajado. Conforme se
descubrían las necesidades de las plantas para que estas crecieran mejor el
sapiens ya no tuvo tiempo de recolectar y mucho menos de cazar, mientras más
esfuerzo se invirtiera en las plantas más nos íbamos encadenando a la vida de
agricultores y a su vez al constante crecimiento de la población, las costumbres y
hábitos cambiaron y en consecuencia también lo hizo la forma de criar a los hijos,
al cambiar su alimentación y estar más expuestos a enfermedades la mortalidad
infantil creció.
Las actitudes no cambiaron con el tiempo y las nuevas generaciones siguieron con
el modelo de agricultura anterior haciendo pequeñas mejoras pero sin darse
cuenta del gran error que cometían, mejorar el sistema implicaba invertir más
esfuerzos y tiempo, el trabajo extra a pesar de tener la buena intención de
garantizar abundancia solo contribuyó a las bajas condiciones de vida por la falta
de control de natalidad, hubo más bocas que alimentar y por lo tanto más trabajo
que hacer. Ninguna generación pudo cambiar el modelo de la agricultura porque
los pequeños cambios se tuvieron que acumular para transformar la sociedad pero
esta larga espera en el tiempo solo causó que olvidaran su anterior modo de vivir.
A la vez que se creaba la relación de dependencia con las plantas también se hizo
con algunos animales de manera progresiva hasta formar grandes rebaños de
animales domesticados y sumisos que permitieron el auge de las tribus de
pastores, los animales domésticos se han expandido por todo el mundo y esto
podría reflejar su habilidad para la supervivencia y su éxito evolutivo, sin embargo,
son de las especie más desdichadas por el uso que el humano les da manejando
su vida de la forma que mejor le parezca y para que esto sea posible es necesario
romper en los animales sus instintos naturales y lazos sociales, viven encerrados,
son castigados y castrados solo para lograr que sean mansos y puedan ser
controlados por el humano y aunque una gran parte de estos animales sufrieron y
sufren por causa del hombre, otro tanto tiene una vida con condiciones
confortables ya que han creado lazos afectivos.
En conclusión, podemos hablar de que el modo actual de vivir, agitado y ansiosos
no ha sido más que un resultado de la revolución agrícola y la discrepancia entre
el éxito evolutivo y sufrimiento individual.

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